C.,
es la víctima de la violación
perpetrada por “La
Manada”
en los San
Fermínes de 2016.
También es la víctima
de una justicia patriarcal
y retorcida, que ya sabíamos proclive a defender al rico y el
poderoso, pero que ahora se ha demostrado sin ambages, en machista,
insensible y evidentemente, injusta.
Las
mujeres
(todas las mujeres, incluidas madres, hermanas, esposas, novias e
hijas de estos perturbados) son víctimas de una sentencia cobarde y
mediocre que las ha mantenido en el puesto de sumisión y objeto que
han sido durante toda la historia, por más lucha y empeño, que las
heroínas de nuestra vida han puesto para cambiar una situación que
no se comprende en la realidad de nuestras vidas, día a día.
Hoy
toda la sociedad, clama al cielo, indignada y cabreada. Esto no va de
unas “feminazis”
que atacan a todo lo fálico. Esto va de
toda mujer queda a disposición de los deseos y apetitos del hombre,
y de una justicia que ha funcionado como garante de los acosos, las
violaciones y los abusos que la única prepotencia de la fuerza
física o el número pueda dominar la dignidad, la libertad y la
conciencia de una mujer cuya palabra queda en entredicho.
La
decisión de dejar en libertad
provisional a los cinco violadores
condenados a 9 años de prisión por abuso
-que
no violación
según la sentencia- hasta que sea considerada firme tras
pronunciarse el Supremo, hay que acatarla. Sin embargo, esto no
impide que no se pueda atacar. Porque esa sentencia refleja unas
dinámicas internas que de ser habituales rompen con lo que debería
ser una justicia, como pilar de una sociedad democrática: Una
justicia segura, lógica, explicable, comprensible, que en definitiva
sea justa.
Hay
que decir que en este país en la mayoría de los casos, la prisión
provisional hasta sentencia firme es lo habitual, pero nunca con
casos de la extrema gravedad como el que nos atañe, donde lo común
es que el plazo de prisión provisional hasta juicio de dos años, se
amplia hasta 4 y medio, en caso de que estén pendiente de recursos a
instancias superiores.
Sólo
basta con pensar que hace un par de semanas, también en Navarra,
pero a través de la Audiencia Nacional, la Guardia
Civil
(si, esa Guardia Civil, que clama con que les suban el sueldo como a
otros cuerpos de opresión del Estado, que pide que se es Guardia
Civil todo el tiempo, y que no se ha desmarcado en ningún momento de
que uno de los miembros de la Manada,
sea eso, Guardia CivilI) recogía a los chavales condenados
por la pelea de Bar en Alsasua
para llevarlos a la cárcel el día después de que saliera el auto y
encima en el inmoral e ilegal régimen
FIES.
Sin
embargo, ahora estos 5 sujetos de una calaña
moral miserable
y vomitiva quedan libres a espera de las decisiones finales de este
caso y del juicio por otra violación en Pozoblanco. Ha quedado desde
el primer momento el modus
operandi
de esta gentuza, de cómo se preparaban para salir a cazar, a
drogarse (que jamás debería
ser atenuante, sino agravante),
a atrapar mujeres, y violarlas,
grabándolo con el móvil y compartirlo por redes sociales, donde se
jaleaban, se jactaban y celebraban sus fechorías. Ahora en el grupo
de Whatsapp
podrán incluir a los tres jueces que han rebajado sus actos a los de
chiquillada.
Es
la víctima la que queda encerrada en Madrid, donde no podrán entrar
estos sujetos. Son
todas las mujeres las que van a tener que cuidarse de que estos
violadores u otros
-aquí no se habla de efecto llamada o efecto impunidad- las
violen, y si se resistan las maten.
Y
es la sociedad, si realmente es democrática e igualitaria, quien
violentada por esta sentencia tiene que hacer cumplir la pena a estos
salvajes y a todos los acosadores, violadores y machistas,
aislándolos, haciéndoles sentir el asco que nos provocan;
la repugnancia que nos merecen.
Que
la Justicia en este país tiene un grave problema ya lo hemos hablado
muchos, muchas veces. Sólo basta con citar algunas sentencias y
actuaciones de las últimas semanas como las condiciones de presidio
que va a “sufrir” Iñaki Urdangarín, el cuñao del Rey -aquí
con conveniencia de las estructuras penitenciarias y de la alta
política-: el desamparo, abuso y desproporción con los chavales de
Alsasua; la situación de denuncias
contra periodistas por destapar la corrupción;
o las absoluciones de poderosos por alentar esa misma corrupción,
como pueda ser Florentino Pérez o Rodrigo Rato.
Esta
Justicia,
inmoral, es heredera de los artesonados franquistas que nunca se
repudiaron, ni repararon. Es imprescindible articular ya de una vez
una limpieza en los nombres, los hombres y los códigos que permiten
las tropelías de quienes interpretan las leyes de todos, en un
sentido u otro, dependiendo de las relaciones de poder previo de
acusados y víctimas.
Pero
hoy, lo imprescindible, es que como sociedad, volvamos
a las calles a clamar por justicia.
Porque #YoSiTeCreo,
porque te creemos y acompaños, C.; porque todas
las mujeres están llamadas a defender su dignidad, seguridad y
libertad;
porque todos los hombres, buenos o que al menos luchamos por serlo,
tenemos que ir a acompañarlas y a castigar la violencia y la falsa
superioridad de los machistas, con nuestra lucha y apoyo a ellas. A
las
mujeres.
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