- Llegamos tarde. Esta es la primera nota que quería expresar. El momento fueron las elecciones Generales del 20D. Era el momento de la generosidad en los pactos y la responsabilidad ante la situación social y política del país para organizar una confluencia electoral seria que sobrepasara la relación de fuerzas del bipartidismo y las de su agente naranja de renovación. Ahora el tacticismo y el deleznable espectáculo ofrecido de una campaña electoral indisimulada disfrazada de pactos post-electorales enfangan todo propósito y sobretodo abren la puerta y de par en par a una gran confluencia nacional (PP+PSOE+Cs) que mantengan la economía al servicio del capital y la oligarquía, entierren la cuestión del modelo de estado y sumerjan la emergencia social, libertaria y democrática tras varias capas más de indignidad, insidia, corrupción y fascismo.
- Existe un clamor social por la confluencia. Es evidente. Las bases electorales de ambos partidos, y buena parte de la militancia de los mismos, se han mostrado favorables a la unión bajo el paradigma de la coalición electoral. Es bien sabido, que no pocos lamentamos el fracaso de la anterior ocasión, momento, que como decía hace un momento era el más oportuno e idóneo. También incluso caras conocidas del mundo de la cultura y el arte han elaborado un manifiesto por esta confluencia. Prácticamente, todo aquel que se defina de izquierdas aboga por la suma de fuerzas, que pese a las evidentes diferencias programáticas, puedan provocar el famoso “sorpasso” al PSOE y forzar a estos a buscar un pacto de gobierno de izquierdas, duradero y que luche por salvaguardar la democracia poniendo la economía al servicio de las personas.
Como fuerza social, que es lo que es,
o debería ser un partido político ya con el primer argumento
debería valer para generar un clima de diálogo entre las fuerzas de
izquierdas. Pero como existen resistencias quiero dejar claro, y sólo
bastaría con navegar por este blog, si algo ha dejado claro estos
casi 5 meses de gobierno del PP en funciones, sumados a 4 años de
mayoría absolutista, es el agravamiento de la emergencia social
que vive el estado, junto a la “crisis del sistema del 78”
con su deslegitimización política.
Se sigue desahuciando a un ritmo
escandaloso. El empleo creado es precario, mal pagado e inseguro y
está sustituyendo al empleo de calidad cualificado que se destruye
vertiginosamente. Los para nada aislados casos de corrupción siguen
irrumpiendo en la vida diaria de los españoles y españolas, con
partidos políticos urgidos en una trama corrupta, con asociaciones
mafiosas y chantajistas, y con jueces y fiscales vendidos a los
mismos o a la supervivencia del sistema. Los casos de intolerancia y
delitos de odio aumentan. El machismo, el racismo, la xenofobia, la
transfobia o la homofobia salen dolorosamente a la palestra casi cada
día. Europa sigue su hoja de ruta hacia el fascismo y el ultra
liberalismo, como demuestran las filtraciones del #TTIPLeaks o
la vergonzosa actuación de la UE ante la Crisis de Refugiados y
la Guerra Civil en Siria, que demuestran como el bagaje de un
siglo de lucha por los derechos civiles, los derechos sociales y los
derechos laborales, la defensa del medio ambiente frente al
oscurantismo de los medios del capital y de las instituciones están
yéndose por el sumidero a un ritmo endiablado.
No nos jugamos las próximas
elecciones. Nos jugamos los próximos 30 años. En España (y
también en Europa) los pilares de la democracia, como puedan ser la
Justicia o el periodismo, se supeditan al poder económico, a la
oligarquía del 1% que decide y despoja al 99% restante de derechos y
libertades para su lucro incesante.
Es el momento de intentar darle la
vuelta al país, al estado de las cosas, para mejorar la vida de
todos y todas, y asegurar el porvenir a las siguientes generaciones
dejando un legado de democracia, libertad y derechos, medio-ambiente,
patrimonio y bienestar.
- El programa es lo más importante. Esto es evidente, y para Izquierda Unida es así. Existen importantes diferencias programáticas entre lo que ha propuesto Izquierda Unida y lo que tras la deriva al centro y la transversalidad, finalmente propuso Podemos.
Ahora bien. La importancia máxima del
momento, la incertidumbre, la falta de tiempo y debates menos
trascendentes pero también importantes en un primer momento, hacen
que no se pueda, y tampoco deba, a mi juicio, entrar en el terreno
programático. Sin embargo, si es importante fijar un programa de
mínimos, unos objetivos para unos (supuestos) 100 primeros días de
gobierno de izquierdas:
- Derogación Ley Mordaza
- Ley de Emergencia Social
- Derogación LOMCE
- Derogación Ley Estabilidad Presupuestaria
- Derogación del voto rogado
- Ley de la reforma de la Justicia
- Ley de la reforma del Ejército
- Derogación de la Ley del Auto-consumo Eléctrico
- Derecho a decidir. Sistema federal y encaje de todos dentro del estado plurinacional español.
- Compromiso del Estado para publicar todo lo que tiene sobre el TTIP y defensa de la legalidad sanitaria, medioambiental, laboral y social de España y de la Unión Europea, por encima de cualquier normativa que sólo busca el crecimiento económico.
Unas pocas medidas, pero
significativas y ambiciosas, dentro de lo mucho que hay que legislar
y ejecutar, pero que componen un retrato de las coincidencias
programáticas entre Podemos e IU (y donde también se pueden sumar
más partidos y movimientos sociales).
- Por escrito y firmado. Es clave resolver en primera instancia el asunto de las listas electorales, pero no desde un punto de vista de buscar acomodo a unos y otros, sino más bien, como síntoma de garantía y respeto. Es necesario, circunscripción electoral por circunscripción, componer las mejores listas electorales posibles, con el compromiso claro de ganar todos los escaños en juego, pero sabiendo disponer las piezas para tener la representatividad que merecemos.
Ante la confluencia es fundamental
posicionar a las mejores personas, hombres y mujeres capaces de
representar los intereses de la clase trabajadora y de sus
provincias, sin ninguna tacha a su honorabilidad y capacidad. Pero
junto a esa composición de las listas electorales, Izquierda
Unida debe exigir la firma de un protocolo claro que garantice los
espacios de expresión de nuestra organización, así como la
creación del grupo parlamentario propio, dentro de la rigidez que el
reglamento del Congreso propone, pero que permite esta posibilidad.
No nos engañemos. Las encuestas por
un lado han hecho pagar a Podemos, en mi opinión, su escaso acierto
en la gestión de los resultados electorales del 20D. Por contra,
Izquierda Unida – Unidad Popular, ha incrementado en la
intención de voto, fruto de la coherencia esgrimida por Alberto
Garzón en todo momento, así como la demostración dolorosa y
empírica de la vigencia de la lucha de clases, y el conflicto entre
trabajadores y poderosos.
Izquierda Unida respeta el loable
impacto que la irrupción de Podemos ha supuesto, y aunque haya
diferencias programáticas, que las hay, ese respeto prevalece en
búsqueda de una confluencia que pare la tremenda desigualdad que
crece cada día en en nuestro país. Por contra, Podemos, debe
reconocer la valía del programa de Izquierda Unida, su coherencia y
su infatigable lucha durante muchos años (algunos de ellos en la
clandestinidad) alzando la voz contra un sistema de las cosas que
tiene poco de democrático y de justicia social.
En este viaje para empoderar a las
clases populares son necesarias alforjas en forma de lucha social y
unión en la conflictividad contra los poderosos, pero también lo
son las mochilas, cargadas de experiencia, ilusión, ganas y programa
para conseguirlo.
- Las resistencias internas. Existen como es inevitable en una organización democrática, y además son positivas, si se hacen con respeto e ímpetu innovador y constructivo. Parece ser (lo digo así, porque no pertenezco a Podemos y no me parece apropiado asegurar por mis escritos cosas que no conozco) que ante la posibilidad de una confluencia para el 20D, una corriente del partido morado se mostraba contraría a tal confluencia porque rajaba el principio de transversalidad que ha regido los designios de este partido desde su congreso fundacional en octubre de 2014.
En Podemos parece que esas
resistencias, sin haberse vencido, si han quedado algo lapidadas
fruto de la actuación de su mesías y líder Pablo Iglesias,
principal impulsor de la confluencia y que se lanzó para asegurar el
viaje en este sentido.
En Izquierda Unida, como de costumbre,
no hay unión y si un debate que lamentablemente ha trascendido
debido al interés del capital y a lo jocoso que ha resultado dadas
algunas de las intervenciones de los reaccionarios a la confluencia.
Como decía apenas hace un par de
párrafos la disensión en una organización política es positiva.
Desde luego hay planteamientos en la tendencia contraria a la
confluencia que han de ser tenidos en cuenta, ya que no les falta
razón y permiten asegurar la supervivencia del partido más allá de
la coherencia con la vigencia del programa. A nadie se le escapa que
en su momento de irrupción Podemos, trato y con algunos consiguió,
fichar a cuadros valiosos de Izquierda Unida. Su principal objetivo
era Alberto Garzón, con lo que también buscaban, por qué no
decirlo, la desactivación de la fuerza política que ha ocupado
irremediablemente el ala izquierda del tablero ideológico para
lograr algo parecido a lo que Cs ha conseguido con UPyD.
El problema reside cuando los gritos
no dejan oír los mensajes. La anterior dirección del partido y la
actual pertenecientes a Izquierda Abierta consideran que una
confluencia sería negativa para Izquierda Unida, pero mientras que
el coordinador federal, Cayo Lara, dentro de la divergencia ha
entendido el mandato ciudadano y el respeto a unas bases que ven que
es el momento, otros como Gaspar Llamazares se han lanzado en una
espiral de declaraciones a los medios favorecido por su importancia
en la historia del partido con absoluta vehemencia en contra de la
confluencia, con ataques in disimulados tanto a Podemos como a
Alberto Garzón y tergiversando la realidad, haciendo que el temor a
una absorción o una eliminación de Izquierda Unida crezca en
algunos de los militantes.
La libertad de expresión no debería
de usarse para mentir o cuando menos falsear la realidad. Alberto
Garzón e Izquierda Unida están constantemente defendiendo la
independencia de Izquierda Unida dentro de este momento histórico en
el que podemos, por primera vez, proponer una oferta electoral capaz
de asaltar el poder para cambiar las cosas. Y estos también han sido
vehementes asegurando la defensa del programa, su vigencia, así como
la supervivencia de Izquierda Unida.
Desde luego todos estamos avisados de
lo que el círculo de la Complutense trasladado ya al Congreso pueda
hacer otra vez hacia IU, con la que cabria sospechar que están intentando el
mismo juego de antes del 20D: que parezca que hay muchas ganas de una
coalición, para en el último momento levantarse de la mesa
llevándose lo único que a Podemos le interesa de IU: sus votos.
Pero como digo se trata de una
Confluencia, con significado y plural que reconozca a las partes y
claramente e irrenunciablemente de izquierdas. Una auténtica
Revolución Democrática de la izquierda social y política que
multiplique el efecto. Programa, propuesta federal, primarias
abiertas, respeto a las partes y ausencia de imposiciones. Una
confluencia que desborde a la mera unión electoral.
- La situación de Izquierda Unida. Ya escribí sobre ella y no ha cambiado. Mientras se esfumaba la legislatura y se ha empezado a buscar la confluencia electoral, Izquierda Unida ha ido cubriendo los plazos para su XI Asamblea, que debe traer la refundación de la coalición para asegurar su supervivencia unida a un programa rupturista y vigente en defensa de los derechos humanos y el bienestar de la clase trabajadora.
Es en el marco de este proceso interno
donde deberían aparecer las voces discordantes con la confluencia
electoral de la izquierda. Pero a estos, puedo decirles algunas
cosas:
Como bien dice Julio Anguita, “Los
partidos no son fines en sí mismos. Son herramientas (…) Si tengo
que renunciar a la simbología, a lo externo, para conseguir lo
interno, el mensaje, lo hago ahora mismo”. Cuando nuestra
Constitución no se cumple en absoluto; Cuando los Derechos Humanos
son pisoteados por instituciones en apariencia democrática se hace
necesario, y más aún, si existe un clamor social, ser consecuentes
y arriesgar lo que haga falta por cambiar las cosas. Yo le digo a los
contrarios a la confluencia, ¿de qué sirve Izquierda Unida con 2
diputados pese a tener 920.000 votos en las últimas generales?
¿En qué va a cambiar la realidad?
¿Cómo vamos a recuperar los derechos laborales perdidos durante la
estafa llamada crisis? ¿Qué vamos a hacer en la situación que
tenemos y vivimos para denunciar y conseguir que cambie la política
migratoria y contra los refugiados de la UE neoliberal y fascista?
Yo estoy en política para cambiar la
realidad de las personas. Para conseguir un mundo mejor, con futuro.
Quiero mejorar el bienestar de todos y todas. ¿Cómo conseguimos con
el actual impacto de Izquierda Unida disipar la línea divisoria
entre las fuerzas políticas y las fuerzas sociales? Esa línea es la
UE, el €, la OTAN, el debate de la deuda pública, el Art. 135 de
la Constitución... El enemigo no es Podemos ni otras fuerzas de
Izquierdas. El enemigo es la derecha. Es el fascismo. El
neoliberalismo.
Me gustaría saber señor Llamazares,
y todos y todas los que piensan y se manifiestan como él, ¿Cómo ha
impedido Izquierda Unida comportándose como un satélite o una
muleta del PSOE la realidad en la que vivimos?
- La Gran Coalición. Los resultados del 20D y la, porque no decirlo, coherencia de Pedro Sánchez han imposibilitado el anhelo pajillero del capital. El orgasmo de la troika. El Gran Pacto entre PP y PSOE, más Ciudadanos. Una Gran Coalición que ya existe en la toma de decisiones y en el anclaje del poder en las fuerzas conservadoras, ultraliberales y fascistas. Por lo tanto, es claramente contraria a los intereses de la ciudadanía, de las clases populares. De la clase trabajadora.
Éste riesgo existe y seguramente
crezca si la Confluencia Podemos e IU sale adelante. Por eso
es importante que toda la ciudadanía, y sobretodo las bases del
PSOE, sepan que candidatura va a representar un programa
verdaderamente de izquierdas que rompa con el estado de las cosas. Si
conseguimos ese reconocimiento, con él vendrá aún más fuerza para
poder cambiar las cosas y así empoderar a la sociedad civil en la
defensa de su libertad, su democracia, su bienestar y del futuro.
- Una confluencia electoral de izquierdas, integradora y abierta. Desde luego este pacto, esta confluencia electoral no debe cerrarse a una unión Podemos e IU. Compromis, Ahora en Común o Anova son parte importante en este juego. Sindicatos, desde CC.OO. hasta CGT, SAT o CNT, pasando por CSIF o algún sindicato sectorial que ha sido claramente beligerante con el bipartidismo. Movimientos sociales, que se activaron con el 15M y que ahora están desconectados. Mareas Ciudadanas, Marea Granate, Rodea el Congreso, las Marchas de la dignidad, plataformas como la PAH, colectivos periodísticos, estudiantiles, culturales...
Incluso otros partidos políticos de
ámbito nacional como PACMA, Izquierda Anticapitalista o el Partido
Pirata tienen su encaje dentro del modelo de país y sociedad que
propugnamos.
A la confluencia política, se le
debe de unir una confluencia social, que sea capaz de sostener en
las calles y en la opinión pública, el mensaje de ruptura con el
estado de las cosas, ante las agresiones que verán por parte de
quienes temen, y van a perder su oligarca poder.
Desde las instituciones, con el
gobierno, y con una sociedad activada, participe y exigente tanto en
el fondo como en las formas, será posible hacer cumplir desde las
normas más evidentes, pero no por ello menos pisoteadas, como la
Constitución o los Derechos Humanos, hasta programas de progreso,
todo ello con un doble objetivo final: Erradicar el fascismo de
Europa para siempre y generar una economía, un sistema económico,
que esté al servicio de las personas, que haga menos pobres a los
pobres. En definitiva de recuperar y ganar dignidad para todos y
todas.
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