viernes, 9 de noviembre de 2018

El Siglo de la Reacción




Como apasionado de la Historia que soy, estas dos últimas semanas las he dedicado en buena parte a leer, devorar, el voluminoso libro de Josep Fontana, titulado El Siglo de la Revolución. Una obra completa y rigurosa sobre la historia del siglo previo marcada inequívocamente por la expansión del capitalismo y las pasiones nacionalistas que lanzaron a Europa a la Guerra Mundial; la Revolución Rusa como respuesta a al imperante desigualdad y a un conflicto lejos de palacios y que enfrentaba a clases trabajadoras; ante el movimiento socialista vinieron la reacción que aupó a los fascismos y la primera época de “feliz” -y desregulado- capitalismo liberal que alentaron la Segunda Guerra Mundial como continuo de la Primera; la nueva política internacional de bloques marcada por la Guerra Fría y el ascenso y comienzo de la decadencia de Estados Unidos, alentado por la reacción de las élites en forma de neoliberalismo económico e hiper financiarización de una economía descontrolada que están volviendo a reescribir la historia.
Así tenemos ya 100 años de reacción de las élites capitalistas, del dinero, frente a la dignidad de la vida y la democracia de las clases populares. Un proceso que está aumentando la desigualdad entre países y regiones y dentro de las mismas sociedades, beneficiando cada vez de forma más abusiva a un 0’01% y degradando la vida, condiciones y expectativas del 99’99 restante.
El historiador barcelonés Josep Fontana (1931) mantiene inalterable su coherencia e identidad para contar la historia tal como la siente, pero con la rigurosidad suficiente para subrayar las tropelías y el dolor causado por cada uno de los protagonistas del orden mundial. Lo hace contando las causas y consecuencias de cada hecho y aportando una extensa y prolífica bibliografía (más de 100 páginas) para quien quiera comprobar datos y ampliar los horizontes de su comprensión sobre la historia del Siglo XX.
El desarrollo de la obra se traza a través de la historia política, con mucha atención a los aspectos económicos y sociales con el propósito de sintetizar lo ocurrido para tomar partido con un carácter transformador: conocer el pasado, explicarlo para contextualizarlo al presente, a lo qué pasa hoy en día, y conquistar el futuro.
Evidentemente, Fontana sigue sus convicciones marxistas demostrando su inequívoca vigencia, como “lucha de clases” y más aún como “lucha por la libertad, la igualdad y la dignidad, de revueltas contra los opresores” deseando construir “sociedades más justas”, pero siendo “aplastados por los defensores del orden establecido”.
La primera parte del libro (seis capítulos) acaparan lo ocurrido entre las dos Guerras Mundiales, para después (once capítulos) desarrollar los últimos 65 años (hasta 2016), con mucha mayor profusión e interés demostrando con certeza el “nuevo orden mundial” marcado por la hegemonía de Estados Unidos, primero en competencia con la URSS en la llamada Guerra Fría (de la que resultan esclarecedores todos los episodios de guerras secretas, privadas y movimientos reaccionarios que desde la CIA se lanzaron por todo el mundo, para salvar, única y exclusivamente, los beneficios e intereses económicos de las empresas americanas, muchas de ellas armamentísticas. Para que luego hablen de “los muertos del comunismo”), y luego ya como potencia única.
Josep Fontana denuncia a Estados Unidos como responsable de muchos de los males del mundo actual en el que el capitalismo deambula sin control ocasionando mayores desastres: crisis, burbujas, desmontaje de los servicios públicos y los derechos ciudadanos, desigualdad, corrupción, nepotismo,cambio climático, degradación del medio ambiente, catástrofes naturales,… terrorismo, violencia,… auge del fascismo.
Por eso, para mí, este fenomenal libro se titula más El Siglo de la Reacción como el Siglo de la Revolución. Porque a las revoluciones libertarias que jalonaron todo el Siglo XIX (desde la Revolución Francesa) y se culminaron con la proclamación de la URSS y la Dictadura del Proletariado, le ha seguido un mundo movido por la simple avaricia que promueve el capitalismo, culminado por su acepción más radical, el neoliberalismo que viene promoviendo una desregulación del capital, de las relaciones humanas, empezando por las laborales, y un individualismo superfluo que ha conseguido usurpar toda herramienta de cambio que tenían las clases trabajadoras con los sindicatos y los partidos políticos de clase.
Así, hoy, sucesos como Trump, Bolsonaro en Brasil, el Brexit, los populismos de extrema derecha en Europa ganan terreno aprovechando los problemas de representación de las democracias liberales, incapaces por sí solas de oponer el interés general y el progreso humano, por encima de los intereses de las élites y el capital. Una gestión de la economía injusta, perniciosa, corrupta y mafiosa que ha aumentado la desigualdad entre capas sociales de un mismo país o región a estándares que no se veían en la época entre guerras.
Como siempre, la derecha actual ha amplificado, exagerado y ya en este momento mentido sobre los problemas sociales, prometiendo resolverlos en cuanto llegarán al poder, para luego hacer lo que ya sabemos que hace. Su acierto y habilidad está en focalizar el colectivo más interesante (hombres blancos de mediana edad del medio este, en Estados Unidos, por ejemplo) y enfrentarlo a otra clase trabajadora, los inmigrantes, evitando por supuesto cualquier planteamiento de redistribución de la riqueza, lucha contra la corrupción, el dinero negro, los paraísos fiscales, etc.
Fenómenos como “los trabajadores pobres”, los desahucios, el paro, la precariedad, el hambre no lo crean las revoluciones de las clases populares. Son consecuencias de la guerra de clases liderada por la oligarquía que en esta fase trabaja con ahínco y convicción en hacer que los derechos y libertades de todas y todos, se conviertan en beneficios de muy pocos.
En esta guerra capitalista, esta lucha de clases, el nuevo campo de batalla es la democracia, sobretodo la liberal, en la que el imperio busca sobrevivir a la emergencia de China, asegurando su estatus como máxima potencia tecnológica y sobretodo como motor financiero del mundo. Frente a estos planteamientos en los que todo, absolutamente todo, está supeditado al dinero, sobran los parlamentos, las votaciones y las organizaciones supranacionales, tipo UE, a la que ya han empezado a desnudar con los tratados comerciales.
El escenario está claro. Ante el matrimonio de conveniencia entre fascismo y ultra liberalismo (y antes de que éste explote) para deshacerse de la democracia, se hace necesario volver a plantear políticas multilaterales que devuelvan y otorguen futuro y privilegios de clase para la mayoría de la población. Parece poca cosa, pero esto sólo se puede revertir si se da techo, suministros, comida, trabajo, educación y sanidad a la gente. Y esta agresión al sistema imperante sólo se podrá hacer con unas ciudadanías unidas por su clase social, no separadas por banderas u otros ornamentos, que defiendan en la calle, con lucha, empeño e inteligencia la batalla que ofrecerán las élites.
Así por todo esto, no puedo hacer más que recomendar de manera entusiasta la lectura de El Siglo de la Revolución, de Josep Fontana, así como su extensa e interesante obra. En El Siglo de la Revolución y como el propio autor expresa, y yo os puedo garantizar que experimentareis, la intención ha sido recuperar la política como factor histórico para explicar el mundo en el que vivimos, con la convicción de que otros sistema es posible y es necesario pero que sólo se llegará a él sabiendo de donde venimos y con activación social. Es evidente, que si no conocemos la historia, estamos condenados a repetirla. Y desgraciadamente, no tenemos una historia que celebrar.


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