Nada
volverá a ser igual a partir de este 8 de Marzo. Quién pretenda
medir el éxito de la Huelga General convocada para mañana con los
viejos parámetros, no habrá entendido nada. No es una huelga al uso
porque el sujeto somos las mujeres, porque el ámbito en el que se
convoca no es solo el laboral, aunque también. Y es que el foco se pone también en
ámbitos que por no estar monetizados y estar protagonizados por
las mujeres, han permanecido en la penumbra de la Historia, pese a
resultar claves, fundamentales en el devenir social y en la bonanza
económica. Invisibilizado y desvalorizado el trabajo de cuidados y
su papel en la reproducción social del capitalismo. Invisibilizadas
las espaldas y vidas sobre las que recae este trabajo sin el que el
sistema se desplomaría.
La Huelga feminista surge tras el éxito que reivindicaciones similares han tenido en países como Islandia -del Norte de Europa lógicamente- donde tras años de luchas similares se han conseguido avances en materia de igualdad, conciliación y sobretodo en el cambio ideológico y ético para considerar a la mujer una ciudadana del mismo orden y nivel que le hombre. Con los mismos y efectivos derechos y deberes, y con el apoyo en el reparto de las tareas dentro y fuera del hogar, así como con la consideración del papel decisivo de la mujer en el curso de la Historia y en el futuro devenir.
La potencia de la Huelga feminista reside en la radicalidad de su
discurso, en la transversalidad y diversidad de las formas y
espacios de lucha en los que se despliega y en la osadía de las
mujeres, de recuperar la huelga como herramienta política en tiempos
en los que el derecho efectivo a huelga está en entredicho. Hemos
criticado en multitud de ocasiones la hegemonía del feminismo
liberal y hemos construido desde la práctica concreta una propuesta
que sobrepase los muros capitalistas de clase social, de sector
profesional, de fronteras políticas y económicas o de techos de
cristal y paredes enrejadas que reconoce y nombra las opresiones que
nos atraviesan. Pues bien, aquella hegemonía ha empezado a
resquebrajarse. El mensaje en torno al que se están movilizando y
organizando millones de mujeres cuestiona el capitalismo y el
patriarcado, sitúa con radicalidad que este modelo económico y
social que nos mata, agrede, cosifica, explota, precariza y oprime,
es insostenible con la reproducción de una vida digna de ser vivida.
En
el argumentario de la convocatoria de Huelga, emanado del Encuentro Estatal del Movimiento Feminista celebrado en Zaragoza, se señala:
"Nosotras ponemos la vida en el centro, por eso defendemos vidas
dignas donde todas las personas, en las distintas partes del mundo,
podamos acceder a los recursos necesarios para cubrir nuestras
necesidades en condiciones de igualdad y de sostenibilidad ambiental.
El patriarcado y el capitalismo con su lógica del beneficio y de la
acumulación capitalista, van en contra de lo que proponemos, generan
fuertes desigualdades, relaciones de poder y destrucción de los
recursos y las condiciones necesarias para una vida digna".
La
sostenibilidad de la vida como propuesta no solo cuestiona el papel
atribuido a las mujeres o su situación desigual respecto a los
hombres (que no es poco). No se trata de que pasado el 8 de marzo
exploten a las mujeres igual que a los hombres. Propone una
alternativa de ruptura con el contrato social y el contrato sexual:
una nueva forma de organizar las relaciones económicas, políticas,
sociales y entre sexos, que parte del hecho comprobado de que nuestra
explotación, nuestra opresión es estructural y hunde sus raíces
más profundas en el capitalismo patriarcal. Ahí reside su potencia
transformadora. Por ello las tildan de peligrosas o endemoniadas,
porque hace tambalear los cimientos de su sistema. Porque señala los
beneficios que el sistema extrae del trabajo desempeñado en el hogar
o fuera de él y porque señala la naturaleza de las violencias que
se ejercen sobre las mujeres. Y porque no duelen prendas a la hora de
señalar los privilegios que han obtenido los hombres del mismo
durante siglos.
La
Huelga ya es un éxito incontestable. Que las élites se sientan
interpeladas y hayan tenido que sacar su artillería para generar
ruido y odio, intentar infructuosamente fragmentar al movimiento y
distanciarlo de la mayoría social, acusándolo de ideologizado y
peligroso, evidencia el éxito de la huelga y los miedos que esta
genera. PP y Cs han corrido presurosos a confrontar con la huelga por
cuestionar el capitalismo, el PSOE también ha confirmado que no la
secunda. Los sindicatos mayoritarios CC.OO y UGT no respaldan el paro
de 24 horas. No esperábamos menos. Habrá intentos de criminalizar y
descafeinar sus demandas, de cuestionar la centralidad de nuestra
lucha, de cuestionar el sujeto protagonista de la misma, pero la
Huelga ya lo ha removido todo. Está haciendo que emerjan los
discursos más misóginos y reaccionarios, pero también la sororidad
más movilizada. Nada volverá a ser igual después del 8M, hemos
emprendido un camino sin retorno y tenemos el ejemplo de millones de
mujeres referentes, anónimas muchas de ellas, que nos han precedido
en la lucha. Amenazamos con empezar a pensar desde ya en el 9M, en la
necesidad de seguir fortaleciendo los espacios feministas unitarios,
en la centralidad que ha de ocupar el feminismo en los procesos de
construcción de unidad popular y en el impulso de un nuevo ciclo
movilizador que continúe abriendo las grietas del sistema. ¡A la
huelga, compañera!
Mañana
8 de marzo hay Huelga Feminista. Os animo a todas a ir y luchar por
la igualdad y por la emancipación de este sistema que nos denigra a
todos, pero que a vosotras, mujeres, compañeras, os maltrata,
cosifica y os humilla.
Mañana hay huelga y os pido a todos, a nosotros, que acudamos a nuestro
puesto de trabajo y que allí constatemos y comprendamos la vital
importancia que el trabajo desarrollado por mujeres tiene en el
devenir de nuestros puestos. Que dejemos el protagonismo de las
reivindicaciones a ellas. Que simple, pero seguro, las apoyemos, con
respeto y convencimiento.
Mañana
esta huelga no acaba al finalizar la hora de los turnos o en la
manifestación convocada. Esta huelga empieza cuando suena el
despertador, con el desayuno, haciendo la cama. Y termina cuando nos
acostemos tras haber hecho las comidas, fregado los platos, la
cocina, el baño, barrido el salón. Cuidado a nuestros enfermos. Mañana la huelga es en nuestras vidas personales, para comprender todo lo que la mujer, individual y en colectivo, hace por el devenir de nuestras vidas. Como su empeño, en el papel de madres, abuelas, cuidadoras, parejas, amigas y compañeras, sirve para facilitarnos la vida a nosotros. Para que funcione la sociedad. Y en esta labor están casi siempre solas, sin agradecimiento, sin apoyo y reparto de trabajos. Sin retribución. Sin justicia social.
Mañana
es el día de decirle al mundo que se acabó el patriarcado. Que el
machismo, muchas veces institucional y otras tantas inconsciente, no
nos representa como hombres. Que se acabaron las violaciones y los maltratos; la propiedad del hombre por encima de los deseos y necesidades, de la dignidad de la mujer. Que ha llegado el momento de construir
una sociedad plenamente igualitaria, tanto la asignación de roles,
como en la ejecución de tareas, personales o profesionales, y en su
recompensa sin ningún tipo de discriminación.
Mañana
8 de marzo, hay huelga
feminista
y va a suponer, supone ya, un cambio en el modo de pensar. Mañana es
la hora de ellas, de su revolución legítima y necesaria que acabe
con el machismo y hunda el capitalismo basado en la depredación del
supuesto sexo débil.
Mañana
luchemos todas juntas, solidarias, confiadas y convencidas: Vamos a
cambiar todo.
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