Hoy
acaba el año y es el momento de los balances y recuentos.
Tengo
una sensación extraña. Reconozco haber vivido mucho, sentirlo todo
en cada instante a flor de piel, extremando mis pulsaciones y
albergando ya en mi memoria momentos y esencias únicas y vitales.
Pero por otro lado, también siento haber perdido un año; haberme
enfangado en mi propia inoperancia; haberme recostado cubierto por mi
natural vagancia y una sucia auto complacencia.
Afirmo
con rotundidad evitar car en la misma sensación dentro de 365 días
y quiero sobreponerme a mis ritmos, para hacer mejores y sobretodo
más cosas. Mantengo mi hoja de ruta, pero un cosquilleo mordaz sube
por mi espina dorsal para tratar de hacerme creer, que no seré
capaz, que me mantendré en una estulticia y parada, que hoy, aunque
muchos me indican irreal o fingida, yo siento como auténtica y
repetida.
Supongo
que he madurado mucho éste año. Tanto que por primera vez las
depresivas navidades me han hecho más mella que nunca. Los problemas
e inquietudes me asaltan tras cada parpadeo; Noto una nostalgía de cuando no había tantas responsabilidades, todo era más fácil, se confiaba en poder con todo y los sueños casi casi se atrapaban con las manos. Ahora apesadumbrado me halló
mientras añoró mi cama, mi almohada junto a la tuya; tu respirar a
veces brusco y violento y otras sosegado y musical.
En
la habitación donde he compuesto mi vida, me siento lejos de donde
debo estar, aunque el entorno de mi refugio no me apoque menos que
esta humillada y depauperada provincia.
Cada
día añoró más a mi hermano víctima del éxodo del talento y del
exilio económico. Mi preocupación por él sigue y aumenta, pero
confío en que ya no está sólo y es mucho más fuerte y listo de lo
que cree.
Aquí
en unas horas dejo a mis padres en la maldita soledad de la
cotidiano. Dolor del alma que toma físico en las lágrimas
apiñándose en los ojos. Deseo que disfruten cada minuto de cada
día, viviendo ahora, tranquilos por nosotros el resultado de tantos
sacrificios, de tanto amor y educación empeñados, de lucha y
sacrificio inhumano como siempre ha sido, es y será el del obrero y
la trabajadora.
Pequeña
voy a ti para en nuestra compañía hacer grandes nuestras vidas.
Vivir, que nos dejen vivir, es nuestro anhelo y el motor de la lucha,
y deseo y trabajo para ello para que en el devenir del próximo
calendario, estén nuestra siguiente etapa y la certeza en la
búsqueda de lo que ansiamos como justo y necesario.
Llega
ya el 2018 y deseo que todas y todos tengamos más alegrías que
penas; que toda búsqueda, incluso las no iniciadas, las latentes
tengan el final deseado. Que
lo compartamos con sidra y sonrisas como esta noche.
Trabajo, dinero, amor para todos y todas, y sobretodo salud. Tiempo y
ganas para disfrutar de todo lo que nos rodea, y también para
mejorar el mundo en el que vivimos, el entorno en el que estamos.
Nuestro barrio, pueblo o ciudad nos necesitan. Los mares y océanos,
los bosques y montes. La sociedad y el sistema tienen que cambiar ya,
y es el momento de hacer algo para paliar y erradicar el dolor de
nuestro planeta, de ser más justos, sinceros y honrados. Qué sea el
año en el que borramos la hipocresía, la corrupción, el robo, el
hambre, las guerras... Que
sea el año que todos soñamos.
¡¡¡Feliz
2018 y que sea mucho mejor que el 2017!!!
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