lunes, 3 de mayo de 2010

¿Y lo qué me faltas tú?



Las noches ya acostumbradas a tu presencia son interminables lagos negros en tu ausencia. Siempre noto tu cercania, tu amor, aunque la distancia persista en mis ojos cansados, en el cuentakilómetros del coche; en ese surco que se dibuja en mi rostro cuando te recuerdo mientras me alejo de ti.

Soy llama cuando estoy contigo y ceniza cuando muere un día y no te he visto. Disfruto cada segundo de mi vida en tu compañía como si fuera el último y aumenta mi ánimo y capacidad de lucha para continuar en la brecha, seguir sufriendo y esperarte o esperarnos.

Y mientras las cortinas de mi ventana se ondean con una simple sinuosidad, se abren y se manifiesta que el día está llegando a su fin. Vuelvo a tener sueño, a dormirme en las esquinas. Lejos de ti es mi almohada la cómplice para verte, sonreírte... Es en sueños o llorando la distancia cuando recuerdo los buenos momentos, los mejores que van a ir llegando, y ese día que anhelo en el que podremos decir que en todas y cada una de nuestras noches estaremos juntos. Ese es mi mayor deseo.

No me fatigan estos dias en los que únicamente nos recordamos, llamamos o simplemente descontamos para vernos más pronto que tarde. Pero es inevitable que cualquier parecido de la realidad al sueño que es estar junto a ti me hagan perder cualquier motivación desde el primer segundo en que despierto. Y asi sin ningún tipo de esperanza más allá que el acercarme a tus labios deambulo durante los días cada vez más convencido y seguro de que mi corazón, mi cabeza, todo mi yo quiere estar junto a ti ya.

Estoy seguro de que eres lo mejor que me ha pasado en la vida y sólo deseo que no pierdas nunca esa sonrisa. Ser quién te la alimente, promueva y por quién brille y se haga eterna. Quiero hacer de mi vida un detonante de tu felicidad. Quiero que juntos seamos lo que siempre soñamos y ya creíamos perdido.

Me he aficionado a tus cariños, al impetú andaluz de tu voz y a esos momentos en los que me susurras al oído. Deseo sentir tus abrazos, cómo me estrujas y poder descubrir a la semana siguiente marcas y morados en mis brazos, retazos de nuestra pasión.

Me encantan la improvisación y esas cosas quizás de tu rutina que a mi me fascinan y hasta, por qué no decirlo, envidió. Es increible la sensación de compartir esos destinos y lugares que han sido decorado de tu vida y que ahora compartes conmigo. Pero es la más absoluta rutina, nuestra emparejada "soledad" lo que me vuelve loco y fascina. Nunca había sentido nada igual, ni siquiera parecido. Y es esta sensación de completo por lo que camino de noche y de día seguro de mi mismo, de ti y de este sueño que es nuestra relación.

Te amo, pkña!!


Y de regalo la pequeña de Schubert

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