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viernes, 7 de mayo de 2010

Pasión



Algunos han ganado un placer salvaje,
Por arriesgarse ante el salvaje dolor,
Yo podría esta noche ganar tu amor
Y sufrir mañana el peligro de la muerte.

Podría estremecerte en la batalla,
y arrancar una mirada de tu ojo.
¡Qué frágil es el corazón que arde,
Embriagado de intentos y anhelos!

Bienvenidas las noches de sueños rotos,
Y los días de crueles matanzas.
¿Puedo considerar que llorarías
Al oír mis acechantes tribulaciones?

Dime si con errantes peregrinos
Deambulas lejos de todo,
¿Vagas tú por aquellos campos distantes
Sin extraviar tu espíritu?

Salvaje, profundo, suena un cuerno en la distancia,
Dejádme, dejádme ir,
Dónde el sheik y el británico luchan,
Sobre las márgenes de los ríos.

La sangre ha teñido aquellas riberas
Con manchas escarlatas, lo sé;
Las fronteras se cubren de tumbas,
Y sin embargo, dejádme ir.

Aunque la crueldad del holocausto
Suba como el vapor de las naciones,
Con placer me sumaría a las huestes muertas,
Si la orden me fuese dada.

La esencia de la pasión debe templar mi brazo,
Su ardor agita mi vida,
Hasta que la fuerza humana tema el encanto
Deberán sucumbir entre gritos de alarma,
Como los árboles abatidos luchan con la tormenta.

Si yo, excitada por la guerra, buscase tu amor
¿Te atreverías a estar a mi lado?
¿Te atreverías a reprobar mi pasión,
Presa del desprecio, del orgullo más exasperante?

No, mi voluntad sometería la tuya,
Tan alta y libre,
Y el amor domaría esa alma altiva.
Si, con ternura me amarías.

Leeré mi victoria en tus ojos,
Contemplando, y probando el cambio;
Luego dejaré, indiferente, mi noble premio
En manos de las armas distantes.

Desearía morir cuando se alce la espuma,
Cuando el vino resplandezca alto;
Sin esperar que en la copa exhausta
Caiga la abúlica vida en hediondas mentiras.

Entonces el amor será coronado con dulces recompensas,
Bendecido con esperanza y plenitud.
Desearía montar aquel corcel, desenvainar la hoja,
Y perecer entre los aullidos de la batalla.




sábado, 4 de abril de 2009

Espíritus de los muertos


En este bello y lúgubre poema, Edgar Allan Poe nos advierte sobre la realidad ineludible de nuestra muerte. Curiosamente, su belleza no radica en el pesimismo, tampoco en la resignación; sino en esa sublime contemplación de un futuro en el que no tendremos parte: donde los dorados amaneceres seguirán desgarrando las nubes del este, mientras nosotros, en impasible soledad, reposaremos sobre un duro y helado lecho de mármol.

Espíritus de Los Muertos.
Edgar Allan Poe.

Tu alma, sobre la tumba de piedra gris
a solas yacerá con sombríos pensamientos;
Nadie, en toda esa intimidad, penetrará
en la delgada hora de tu Secreto,

Sé silencioso en esa quietud,
la cual no es Soledad, ya que
Los Espíritus de los Muertos,
quienes te precedieron en la Vida,
en la Muerte te rodearán,
y con Sombras, tu quietud enlazarán;

La Noche, tan clara, se oscurecerá,
y las estrellas nos arrebatarán su brillo
desde sus altos tronos en el Cielo,
con su luz de esperanza para los mortales,
pero sus esferas rojas, apagadas,
en tu hastío tendrán la forma de Fiebre y Llamas,
y te reclamarán para siempre.

Ahora son pensamientos que no desterrarás,
Ahora son visiones casi desvaneciéndose;
De tu Espíritu no pasarán jamás,
como la gota de rocío muere sobre la hierba

La brisa, aliento de Dios, es inmóvil,
y la niebla sobre la colina
Sombría, sombría, y a la vez intocable,
Es una Señal y un Símbolo.
¡Cómo se extiende sobre los árboles,
Misterio de Misterios!


Thy soul shall find itself alone
'Mid dark thoughts of the grey tomb-stone;
Not one, of all the crowd, to pry
Into thine hour of secrecy.

Be silent in that solitude,
Which is not loneliness- for then
The spirits of the dead, who stood
In life before thee, are again
In death around thee, and their will
Shall overshadow thee; be still.

The night, though clear, shall frown,
And the stars shall not look down
From their high thrones in the Heaven
With light like hope to mortals given,
But their red orbs, without beam,
To thy weariness shall seem
As a burning and a fever
Which would cling to thee for ever.

Now are thoughts thou shalt not banish,
Now are visions ne'er to vanish;
From thy spirit shall they pass
No more, like dew-drop from the grass.

The breeze, the breath of God, is still,
And the mist upon the hill
Shadowy, shadowy, yet unbroken,
Is a symbol and a token.
How it hangs upon the trees,
A mystery of mysteries!

Edgar Allan Poe.


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