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miércoles, 22 de febrero de 2023

Western rural y cine en clave de mujer: As Bestas


 

As Bestas es la película española, y si me apuras universal, del año. La gran triunfadora de los premios Goya. Una obra hispano-francesa dirigida magistralmente por Rodrigo Sorogoyen en el que el western como territorio de última frontera es reinterpretado en la Galicia profunda y contemporánea.

As Bestas está basada en la historia real de un matrimonio holandés que emigró a la Galicia de interior buscando establecer su proyecto de vida dedicándose a la agricultura ecológica. La modélica instalación y el entorno maravilloso se convirtieron en pesadilla cuando emergieron los conflictos con algunos de los vecinos a causa de la intromisión de la especulación sobre el territorio que la ciudad ejerce sobre lo rural. Cuando había que poner el monte al servicio de aerogeneradores para la energía que se iba a consumir en las ciudades la buena vecindad desapareció, al chocar distintas formas de ver el paisaje y el arraigo, pero también al enfrentarse posturas ideológicas y vitales opuestas e irreconciliables. El dolorosísimo final no empaña la trascendencia de la historia, y esta se transmite a la película a través de un guión, que con las necesarias licencias, algunas más visuales y otras más circunstanciales (aquí el matrimonio inmigrante es francés) hace que te pegues a la butaca y con máxima atención te involucres en la historia, sufriendo a sus protagonistas y admirando a quien lo merece.

Rodrigo Sorogoyen construye de esta manera un relato trascendente, inolvidable y de total actualidad en todo aquello que es la España Vaciada. Se vale de todos los recursos que el lenguaje cinematográfico ofrece, empezando por una ambientación espectacular. Los paisajes, los bosques, los caminos, las casas y las granjas se muestran tal y como son y se palpa la realidad sensitiva de cada ambiente y momento.

El trabajo de cámara es espectacular. Convierte a la montaña gallega en un personaje más. Un protagonista inasequible en su empeño de proporcionar al hombre belleza y recursos que han de ser trabajados en duras condiciones. La climatología y la orografía juegan su papel modulando, no sólo el paisaje, sino también los caracteres de las personas que habitan el entorno.

Las escenas en plano secuencia nos dejan varios momentos culmen que explican toda la película: por supuesto el clímax dramático en un bosque de castaños con el suelo alfombrado por la caída de la hoja otoñal; una conversación intensa entre los dos protagonistas masculinos en la barra del bar del pueblo; el brutal diálogo entre madre e hija que podemos disfrutar en francés con las dos actrices en estado de gracia. En todas estas escenas, y en realidad, durante toda la película, la ambientación y la iluminación añaden dureza y realidad a toda la trama.

El tiro de cámara y montaje también muestra una precisa maestría en los planos de interiores. El juego de luz dentro de las sombrías casas de piedra, de granito: se palpa la calidez del hogar al fuego vivo mientras las conversaciones, las miradas y los silencios marcan la intensidad del metraje y la trascendencia de todo el mensaje.

Pero es en el trabajo actoral donde descata As Bestas. Los dos personajes masculinos principales, interpretados por Luis Zahera y el francés Denis Menochet (señor LaPadite, y brutal y terrorífico padre en Jusqu'à la garde, que alguien llamó aquí Custodía compartida) están sobresalientes y así se ha traducido en los parabienes de la prensa y de los premios. Pero, para mi, destaca sobremanera el papel protagonista absoluto de Olga, interpretada por la actriz francesa Marina Foïs, que hace una interpretación sublime del personaje real de Margot, a quién la película está dedicada. En este sentido, otro punto a destacar de Sorogoyen es la labor con los actores y actrices que sacan todo de lo que son capaces y no es poco.

Uno de los principales aciertos de la producción es el desarrollo de la trama a través de la imagen pero también de la palabra hablada. Los diálogos en francés, castellano y gallego se suceden y son un delicia descubrir todos las facetas de las interpretaciones de actores y actrices a través de sus distintas lenguas maternas. Muy de alabar por necesario y valioso es el haber dejado los diálogos entre personajes en su idioma más cercano, utilizando el subtítulo. No estamos acostumbrados en el cine de #Españistan a emplear este recurso y se pierden muchos matices de las interpretaciones que en este caso, se conservan y añaden mucho mayor dramatismo.

El choque entre culturas se hace así tangible, palpable y en un requisito fundamental para comprender la amplia fractura que desencadena la trama y las múltiples aristas que presenta: el choque campo-ciudad, lo rural como recurso de lo urbano, el choque intergeneracional, la despoblación, la masculinización del mundo rural, el patriarcado, los modos de producción y de vida tradicionales y los que tratan de recuperar usos más naturales, la conservación versus explotación, etc., etc.

Y es que el aprendizaje y el tesón de Margot, encarnado en Olga, nos dan unas lecciones tremendas: De empoderamiento y determinación ante las dificultades, el dolor y el miedo. De convencimiento en la verdad. De esfuerzo físico y mental por encima de todos los impedimentos y zancadillas. A través de las palabras que Olga pronuncia, y muy especialmente de sus silencios y de su mirada, As Bestas reluce y gana una trascendencia mucho más amplia que la simple pelea y conflicto entre dos (o tres) hombres.

Frente a la violencia y la amenaza masculinas brilla la paciencia y el tesón femeninas como columnas de dignidad para seguir luchando. Incluso cuando las cosas más difíciles se ponen. Por eso es más importante este personaje femenino, porque nos presenta otra forma de funcionar, de vencer en el conflicto con la palabra y los actos que una misma puede ejercer, sin rehuir el choque y sin ceder un ápice.

Volviendo a la trascendencia social, cultural y política de As Bestas hay que hablar de la situación de la mujer del ámbito rural y en algunos de los efectos que sobre la conservación del territorio, medioambiental y del patrimonio tiene. Casi siempre la mujer es la gran olvidada a la hora de tratar los temas y en el caso de la España Vaciada no lo es menos. La película lo transmite y pone el foco en la emigración femenina del campo español, que dejó “sin mujeres” a los hombres que se quedaron en un proceso de masculinización del mundo rural. Es decir, la falta de equilibrio entre el número de hombres y mujeres en las poblaciones rurales. Un mal endémico que dificulta el desarrollo de estas poblaciones y se añade a la lista de hándicaps que ponen en peligro su conservación y la de todo el patrimonio que atesoran. Pero también ancló a las mujeres que se quedaron a un rol tradicional de trabajo en el hogar y cuidado de familiares (niños, dependientes, mayores). En un círculo pernicioso esa propia asignación de comportamientos y tareas favoreció la marcha de las mujeres. Y lo sigue haciendo hoy en día.

Se pone de manifiesto así la ruptura generacional que se enmarca en los procesos de nueva ruralidad. El espacio rural ya no es un espacio agrario de producción y si un espacio de consumo, y aunque en el entorno de As Bestas, claramente podemos identificarlo como rural, las fronteras entre lo urbano y lo rural se diluyen y confunden. Así estas realidades sociales, auténticos dramas para el patrimonio, el conservacionismo y la demografía no van a revertir, sino más bien agravarse, mientras los tradicionales roles de género no cambien para que mejore la consideración y perspectivas de vida de la mujer rural.

Por otro lado la película pone en cuestión el mito del idilio rural. La vuelta a lo agro, a lo rural, al campo y a la naturaleza como búsqueda de una vida más saludable y sencilla está sobre el papel para muchas personas que buscamos unos modos de vida más satisfactorios. Pero la realidad del día a día en un entorno rural puede ser bien distinta, debido a las propias dificultades intrínsecas del entorno y de la sociedad rural, empezando por la propia naturaleza conservadora en los pueblos y comarcas.

La película también pone el acento al fenómeno de la agroecología y las prácticas agrarias respetables con el medio ambiente y el consumo de cercanía. Si bien, de manera somera, porque no podía entrar en tanto tema con total profundidad, quedan marcadas las dificultades que los nuevos modos y técnicas de producción (en realidad antiguos, porque se trata de recuperar lo que se hacía hasta hace 40 o 50 años) chocan y son fuente de conflictos con las formas que se emplean actualmente y a la que están acomodados los productores, que por lo general, también presentan unas edades altas. Por lo tanto, se traslada a un choque generacional, lo que ya es de por si un choque entre lo rural y lo impuesto o sugerido por lo urbano.

Por último y como fuente directa del conflicto, As Bestas reflexiona sobre la la apropiación de la Naturaleza por parte del capitalismo en su búsqueda incesante del lucro. Una apropiación de la Naturaleza, el patrimonio y la vida de los habitantes del territorio que se convierten en varias fases en productos demandados por lo urbano. Y tal demanda tiene que ser satisfecha. Esto ha generado una serie de consecuencias negativas tanto para los habitantes del mundo rural, en sus roles de productores, consumidores, vecinos, etc., así como para la conservación del medio ambiente y de las tradiciones agrarias y culturales.

Llegados a este punto sólo decir que aprovechéis la reposición en cines de As Bestas tras su éxito en los Premios Goya. Vedla y volverla a ver. Si tenéis algo de suerte al ir al cine la disfrutaréis en su profunda totalidad. Y si no va a merecer la pena tenerla en casa siempre disponible y visitarla periódicamente. Seguro que se ganarán matices.

Yo ya tengo ganas de volverla a ver y disfrutar en casa.


martes, 17 de marzo de 2015

Irlanda. febrero de 2015

Decían en la imprescindible obra maestra de Clint Eastwood, Million Dollar Baby, que "hay irlandeses en todos los lugares del mundo; o al menos, personas que quieren ser irlandeses..."

con la residencia del Presidente de la República de Irlanda al fondo

Hace un mes, visite Dublin, la capital de Irlanda, en un viaje relámpago organizado por mi hermano lo que sumo al disfrute del hecho mismo de viajar, de la posibilidad de conocer aquellas tierras y lugares, la emoción del reencuentro en la isla esmeralda.

Nos estábamos abrazando en el aeropuerto de Dublin, cuando dos chicas bien guapas y simpáticas, ofrecían canapés en la puerta de salida de los vuelos de llegada, ataviadas una con el uniforme del "15 del trébol" y otra con la del "15 del gallo" y es que aunque no era nuestro principal motivo para venir, aprovechamos la coyuntura para coger entradas y poder asistir a un partido del VI Nations de rugby, en el impresionante Aviva Stadium, entre Irlanda (por la que siempre animamos) y Francia.

Y el ambiente de la ciudad fue magnífico. Una marea de franceses campaban por Dublin, con la máxima animación y respeto (palabra básica en el mundo del rugby) posible, maximizando el espectáculo deportivo y convirtiendo la ocasión en todo un acontecimiento social y dinamizador.

Acostumbrados en Españistan al cutre y rancio danzar de los energúmenos futboleros, casi siempre de extrema derecha, violentos, ofensivos e hirientes, disfrutar y compartir Dublin, con los oriundos, los turistas habituales y los "rugbiers" franceses fue toda una experiencia más que confirma el espíritu de fiesta, emoción y respeto que el rugby representa, y todo con unas notas de civismo irish y galo absolutamente ruborizadoras, puesto que te dejan, una vez más, fuera de lugar más allá de las fronteras de este perturbado y regido por borders line estado. Por supuesto que hubo cerveza y vino, alcohol, algarabía y se compartían las mismas fotos y lugares entre ambas aficiones, vecinos y turistas de Dublin, pero no hubo ni un sólo altercado; todo cordialidad y un fantástico ambiente que hizo de un sábado (y un viernes) especial e inolvidable. Comentarios jocosos, bromas y afrentas dialécticas de humor y disfrute fueron los terrenos en los que se embadurnaron las aficiones, casi siempre con una cerveza Guiness en la mano, y con Dublin como escenario.

Como digo todo el sábado fue una fiesta y el ambiente ante el evento deportivo era espectacular. Todos los pubs rendían tributo al torneo del rugby por excelencia. Las banderas y escudos copaban la decoración superpuesta sobre la arquitectura dublinesa, con preponderancia verde y del trébol, lógicamente, pero donde el gallo, el cardo, la rosa, la flor de lis y la tricolore también encontraban su espacio.

Así en los viajes de ida y vuelta desde el centro hacia el Aviva Stadium en el cercanías, como en en paseo hasta los tornos, subir hasta nuestras localidades en el tercer anfiteatro y disfrutar de una tarde de rugby, de VI Nations, de Irlanda vs Francia.

En el Aviva, con mi hermanito, disfrutando de unas birras, buen ambiente y buen rugby

El partido no fue gran cosa, la verdad. El oval fue muy disputado, y hacia de todos los rucks y meles un choque de desgaste y físico que dio privilegios al juego al pie, sobre el de mano y llevo el marcador a moverse de tres en tres, hasta que la calidad de Jonathan Sexton dio tal ventaja a Irlanda que ni tan siquiera el postrero ensayo francés hizo temer la derrota verde.

Pero aún así se convirtió en memorable y en un punto de recuerdo trascendente, espectacular y apasionado. Sólo por el momento himnos, con toda la afición gala coreando La Marsellesa, y luego con el Amhran na bhFiann (La canción del soldado) y el himno rugbístico verde, The Irlands Call (La llamada de Irlanda), ya sólo por eso mereció la pena y hace que busque revivirlo en más ocasiones, y me anime y os anime a viajar con el rugby como excusa.




Y en el impresionante Aviva Stadium ya el ambiente no decayó y la buena sintonía entre aficiones se mantuvo durante el juego y ya al final con al victoria irlandesa. Volver al centro de la ciudad fue otra experiencia dentro de esta experiencia de vivir un partido de rugby al máximo nivel, y por supuesto lo fue totalmente enriquecedora: Aficiones alegres, comentando el partido, disfrutando, riendo pese al resultado, bebiendo y compartiendo. Algo maravilloso, lo que debería ser el deporte profesional.

Volviendo a la realidad turística


Dublin e Irlanda no aparecen en un repaso somero de los principales destinos turísticos en Europa. Fácilmente se nos ocurren hasta 10 capitales o 10 regiones europeas antes de caer en Dublin y en Irlanda como destino de nuestras vacaciones y viajes. Pero sin duda alguna, el carácter irish resplandece y hace que visitar estas tierras, conocer sus historias y paladear sus sabores es un estímulo brillante para los sentidos y la mente.

La comunicación para el turista y visitante es clara y directa, facilitando mucho las cosas a los viajeros para poder llegar a su destino, incluso si ese está en pleno centro de la ciudad. Así tras un paseo y unos cuantos problemas con el hotel reservado, acabamos en el Adelphi Guesthouse (67-68 Lower Gardiner Street, D1), un céntrico hostal, con una aceptable relación entre calidad-precio en el que ofrecían desde el desayuno típico irlandés (y también el continental) a pequeñas (quizás demasiado) habitaciones económicas, con baño compartido. Salimos contentos de allí, y en nuestras próximas visitas puede ser un punto de partida fantástico para buscar y encontrar un alojamiento digno y justo.

Un paseo por Dublin, y más concretamente por el centro de la ciudad, es estimulante y vivo a partes iguales. La arquitectura y el urbanismo se conjugaron para construir en armonía, calles y avenidas, en las que es el peatón, el hombre y la mujer caminantes son los verdaderos protagonistas. No se confundan. No quiere decir que haya grandes espacios peatonales y el coche este reduciendo su espacio. Casi es al contrario. No hay muchos espacios sólo para caminantes, y el tráfico es continúo desde primera hora hasta las 10 de la noche, pero es a su vez fluido, los transportes públicos funcionan muy bien (y son económicos para el precio de la vida en Irlanda). Pero pese a ello, o a gracias a ello, la ciudad está hecha para el disfrute y la vida al aire libre (con lo que eso supone si pensamos en el clima húmedo de lluvias todo el año que disfrutan en Irlanda), y cada rincón, calle, esquina, se comprende como punto de avistamiento, lugar de observación y la toma fotográfica.

Un despreocupado Oscar Wilde viendo la vida pasar en su atalaya en Stephen's Gray

Dublin esta plagada de esculturas de personajes importantes en la historia, la cultura y los mitos irlandeses. Desde políticos y héroes nacionales como O'Connel o Wolfe Tone. Lugares para la memoria de la galáctica nómina de escritores irlandeses como James Joyce, Oscar Wilde, George Bernard Shaw, Samuel Beckett, Jonathan Swift, Bram Stoker, Seamus Heaney, William Butler Yeats o el más reciente John Boyne. Pero también hay espacios para otras leyendas, como el lugar de culto para todo buen aficionado al rock y el heavy, como es la escultura del cantante y alma mater de Thin Lizzy, Phil Lynott.
Flanqueando al celebérrimo Phil Lynott

Y por supuesto hay espacios para las leyendas como la de la exuberante Molly Malone, y también para la historia como el conjunto artístico cercano al puerto sobre el rio Liffey que recuerda a todos los emigrados por las hambres de los siglos XVIII y XIX, así como la de los combatientes en las dos Guerras Mundiales.

Sobando a Molly Malone con todo la mercancía expuesta

Además los edificios conjugan los clásicos estilos británicos, dejando un panorama pleno de diversidad y contenida belleza, con numerosos lugares singulares, en los que los edificios de viviendas con sus características puertas de colores y de ladrillo vista, o los edificios religiosos con esa húmeda piedra granítica gris, así como los edificios oficiales donde el neoclásico se hace fuerte para uso y disfrute tanto de dublineses como visitantes.

Listar una serie de lugares para visitar es fundamental y profuso, pero en toda ella nunca deberán faltar el Trinity Collegue, haciendo cola si fuera necesario para disfrutar de su majestuosa y única biblioteca así como de su icónico campanario (The Campanile); el City Hall también es imprescindible, con su fachada georgiana y su impresionante vestíbulo, como así también destacado son sus sotanos convertidos en museo de la historia de la ciudad. No hay que olvidar tampoco el Dublin Castle con las vistas desde el patio circular que mantiene impreso en su césped el símbolo gaélico de las anguilas; la sede del Bank of Ireland, el fantástico interior de la oficina de Correos en la calle O'Connell junto a "La Aguja de Dublin", oficialmente la escultura más grande del mundo, ya que a diferencia de otras (estoy pensando en la neoyorquina Estatua de la Libertad), no puede albergar a visitantes en su interior, y ni mucho menos los museos, destacando el edificio del Irish Museum of Modern Art (con el parque del Royal Hospital como antesala).



De entre los edificios religiosos destacan las dos catedrales, que se encuentran juntas, que no revueltas. Tanto The St. Patricks Cathedral como Christ Church Cathedral son magníficos ejemplos de la arquitectura religiosa británica, donde la contención y el silencio, no está exenta de belleza.

Hay mucho más que ver, como por ejemplo The Custom House, sede del parlamento irlandés, que aunque de singular belleza, trata de competir sin éxito asomado al Liffey con el Parlamento de Budapest asomado al Danubio. Los puentes son también característicos para unir las dos orillas separadas por el rio Liffey, destacando sobretodos The Half Penny Bridge. Impresionante resulta la visita a Kilmainham Gaol, la antigua prisión, donde la represión británica torturo y trato de encerrar las ansías independentistas y libertarias irlandeses, lo que la ha convertido hoy, con el pertinente trabajo de memoria histórica (hecho en los 50), y en una parada obligada, así como escuchar las terribles historias y algunas macabras anécdotas de los guías. La sensación indescriptible que te queda al contemplar el muro donde fueron fusilados los héroes de la patria irlandesa, merece lo pagado. Y eso que no pudimos ver (está siendo restaurada) la famosa galería de la prisión, por supuesto icónica y reconocible, puesto que en está cárcel se filmó la maravillosa "En el Nombre del Padre". Por lo tanto, otro recurso más para volver a Dublin.

 Patio de Kilmainham Gaol donde el imperio británico encerro, torturo y ejecuto a los padres de la independencia irlandesa

Todo ello sin obviar por supuesto los parques. Para los irlandeses es muy importante el descanso en la rutina del día a día, y así lo demuestran con la belleza, inmensidad y variedad de parques que surgen en el suelo de Dublin. Desde Stephens Green, verde hogar de un despreocupado Oscar Wilde, Merrion Square, los jardines del Dublin Castle o el Royal Hospital ya apartado del centro monumental, al inacabable y majestuoso Phoenix Park, el parque urbano más grande de Europa, y todo un ejemplo de como gestionar y reservar espacios de diversión y asueto para los vecinos y turistas. Un lugar absolutamente fantástico, para la práctica deportiva, los paseos, las carreras, la naturaleza y el esparcimiento.

Pero si hay algo que define a Irlanda es la música. No en vano, es el único país del mundo cuyo emblema nacional es un instrumento, el arpa, y la pasión y saber que demuestran con cada acorde produce a la vez envidia y placer. Sobretodo porque en 5 días, en 6 ó 7 pubs que entramos, había música en directo. O estaba sonando (a partir de las 6 de la tarde hora irlandesa, es lo más habitual) o se estaban preparando para tocar en vivo. Y daba igual que fuera domingo, daba igual que fuera lunes o que hubiera partido de "shempions" en la tv. Hace algún tiempo escuche a Wyoming decir que para él, un medidor de democracia en un país es la cantidad de música en directo que encontraba en los pubs y bares. Y viendo el páramo #Españistani y lo que pudimos disfrutar en los pubs y en instituciones públicas como la biblioteca local en la zona de Temple Bar (sábado noche), dos virtuosos en la calle tocando en batería y guitarra clásicos del rock, un cuarteto de música folk en un pub o un cantautor soltando canciones folclóricas irlandesas y grandes himnos de rock acelerándolas con su guitarra clásica, os puedo asegurar que existe un ambiente mucho más libertario, vivo, inquieto, respetuoso y democrático en Irlanda que en este avergonzante y cochambroso estado.

El alma del irlandés reside en el pub. Es el centro de la vida social y en torno a una Guiness (sobra decirlo, pero el sabor de una Guiness en Irlanda es una cosa y en otro lugar otra totalmente distinta; serán cosas del agua de las Wicklow Mountains) se confluye todos los rasgos típicos irlandeses. Desde la conversación, con el humor y el sarcasmo irish a relucir de piel, en las mediodías de aperitivo, tardes de café y cerveza, y ya disfrutando en la noche de los pubs. Y es que en torno a la barra de un pub, las mesas y taburetes altos se puede palpar, saborear y participar en ese espíritu irlandés que tanto nos gusta a muchos. Con la sempiterna Guiness cerca de la mano de uno (131 litros de cerveza consume un irlandés "medio" por año, siendo así el segundo país del mundo), puedes disfrutar de una buena hamburguesa, un Guiness Stew con patatas (guiso de carne típico del país) o ya directamente de las conversaciones más animadas y variopintas a imaginar, algunas fruto de la mezcolanza etílica. Y por supuesto de la música y el baile, siendo la cultura folk la absoluta dominadora. La guitarra, la mandolina, la gaita, el banjio, el acordeón o los autóctonos bodhrán (una especie de tambor), el fiddle (parecido a un violín), el tin whistle (un flauta muy aguda) dan calor con las animadas melodías de canciones populares y poemas cantados con los que los irlandeses disfrutan y bailan, con su espectacular, divertido y agotador baile tradicional (el Riverdance) como pudimos comprobar con una animada oriunda.

Aunque cualquier pub sirve para conocer el alma irlandesa, no está de más hacer unas cuantas recomendaciones. The Mizz Pub, uno de los pubs por antonomasia en lo que a música en directo se refiere sobretodo si buscamos rock; por supuesto el innegable Temple Bar. Y más que recomendable , imprescindible es la visita al The Brazen Head (20 Bridge Street Lower, Dublin 8), oficialmente el pub más antiguo del mundo, inaugurado en 1198, y que tiene de todo: desde una terracita, montones de barras donde te sirvan una pinta, una buena oferta gastronómica de comida rápida y platos típicos, así como una batería de músicos notable.




En Brazed Head disfrutando de la historia, las Guiness, la música en vivo y un ambiente espectacular

De entre la comida, lejos del estereotipo de comida británica, en Irlanda se puede degustar platos muy bien elaborados con rico gusto tanto en la presencia como en el sabor. Desde un muy bueno "fish and chips" en un pequeño italiano encima de The Patriots Inn junto a la cárcel de Kilmainham (por lo que lo recomiendo para la jornada en la que se visite aquella zona), a otro menú también en un italiano en el centro, así como muy buenas carnes. Los precios tanto para comer, como para cenar, son algo más bajos que los del centro de Madrid, por poner como ejemplo, y seguro que con experiencia, conocidos guías y paciencia se pueden encontrar verdaderos chollos.

Por último, y no menos importante, decir que también visitamos Galway, la capital atlántica irlandesa, al otro extremo de Dublin, y a la que llegamos madrugando el domingo para coger el tren. Fue otro momento para detestar #Españistan al comprobar un tren, que aquí encuadraríamos en un media distancia, con un buen precio para el billete, accesible, limpio, moderno, con un personal amable y servicial, y con nuestros nombres en el display que identificaba los asientos de la reserva . Todo ello disfrutando de cruzar campos y prados verdes, pueblos y pequeñas ciudades típicas de un imaginario colectivo sobre la "isla esmeralda". Y disfrutar de una jornada, de lluvia, y paseos por Galway otro rincón emblemático de Irlanda, que añade más motivos para visitar y recorrer todo el país.



Las calles de Galway

Cruzada por el rio Corrib que se abre en su desembocadura en estuario otorgando unas vistas del Atlántico preciosas, Galway funciona como una típica ciudad portuaria, pero española, en una suerte de pleitesía a la secular relación que está ciudad y notables puertos españoles mantuvieron en el pasado (donde desde el Spansih Arch, se ejercía el comercio de salmón y vino, así como la piratería contra el enemigo común Inglaterra) y en el presente y futuro puesto que Galway se presenta como una ciudad preferida para los Erasmus e intercambios españoles hacia la National University of Ireland.

Spanish Arch en Galway

Las calles de la capital de la región de Connatch se presentan animadas, llenas de pubs irlandeses, pero también de restaurantes con una variedad en estilos, precios y calidades estimulante. Los edificios muchos de ellos de piedra grisácea granítica al estilo victoriano adaptado a las raíces irlandesas muchas veces se pintan y decoran con fantásticos murales que convierten la visita a Galway en más que recomendable. En un imprescindible.

Algunas notas curiosas

    • El nombre de la ciudad de Dublin, capital de la provincia de Leinster, tiene su origen en los jardines del castillo (Dublin Castle). Actualmente en estos jardines tenemos una circunferencia de césped con unos dibujos que parecen un laberinto, pero que en realidad se trata de un símbolo celta que representa anguilas de río, y además hace función de helipuerto para visitas oficiales al castillo (en las cabezas de las anguilas, 6 en total, hay dos ojos que se iluminan por la noche ya que a su vez son focos). Pero antiguamente no había esos jardines, sino que muy cerca pasaba el río Poddle (hoy subterráneo), afluente del río Liffey, y una parte de este agua formaba un pequeño estanque, muy oscuro porque su fondo estaba lleno de lodo. Allí es donde amarraban sus drakkars los vikingos, y se le llamaba estanque negro, que en irlandés es Dubh Linn, así que el nombre de la ciudad significa literalmente "estanque negro". Ni que decir tiene que fueron los vikingos los fundadores de Dubh Linn.
    • El Trinity College, la universidad más antigua en activo y la más prestigiosa de Irlanda, tuvo el acceso restringido para las mujeres hasta la muerte del rector George Salmon en 1904. Este señor dijo que las mujeres entrarían en la universidad por encima de su cadáver, y así fue, lo que la convirtió en la primera universidad británica en aceptar mujeres en sus aulas. En su patio central, tenemos su campanario que reúne dos supersticiones: La primera hace referencia a los estudiantes a los que advierte que de pasar por debajo sin haber acabado la carrera traería dificultades en los exámenes, lo que hace que no pocos den la vuelta al patio para ganar confianza de cara a los exámenes. Otra superstición tiene como protagonistas a las mujeres, a las que en caso de pasar por debajo y siendo vírgenes traería un replicar de las campanas.
    • Destacable es sin duda la biblioteca del Trinity College. De una belleza y originalidad asombrosa guarda varios de los tesoros nacionales como el original de "El libro de Kells" (libro de oraciones y cantos religiosos del siglo IX), así como el arpa de Brian Burú, rey supremo irlandés. Así se constituye el arpa como símbolo nacional (por encima del trébol) y dejando a Irlanda como el único país del mundo cuyo símbolo nacional es un instrumento musical, toda una declaración de intenciones. Curioso fue que Guiness ya había adoptado el arpa como su emblema, y la República de Irlanda tuvo que registrar otra arpa, mirando hacia el otro lado para no tener que pagar "royalties". Esta biblioteca tiene el derecho y el deber de tener y preservar de una copia de todos los libros editados y publicados en Irlanda.
    • Las estatuas del patio del Dublin Castle. Hay dos estatuas, una referente a la fortaleza y otra a la justicia pero llena de la símbología sarcástica irlandesa. Todo el patio se construyó en época de dominación británica pero los artesanos irlandeses tiraron de ingenio para llevar su critica a la ocupación. Así la estatua de la fortaleza que representa a un hombre junto a un inusualmente enano león, emblema nacional inglés. Y la estatua de la justicia, aparece sin venda en los ojos (por lo tanto no es ciega), mirando a su mano derecha que blande espada (cuando normalmente aparece con la espada envainada, simbolizando el dominio militar y de la fuerza británico) y con la balanza desnivelada (en principio porque uno de los platos está debajo del brazo que sostiene la balanza y cuando llovía no recibía agua).
    • ¿Por qué las puertas de muchas de las casas del centro de Dublin son de vivos colores? Si habéis visitado Dublin, o lo haréis, os daréis cuenta de esto. ¿Y a qué se debe? Pues aunque la fama irlandesa de borrachos aporta una versión en la que se pintaban para diferenciar las distintas casas dentro de barrios industriales muy uniformes, y así evitar confusiones, la versión más fidedigna es que a la muerte del marido de la Reina Victoria de Inglaterra, esta pidió pintar de negro todas las puertas del imperio británico en señal de luto, pero a los libertarios irlandeses les pareció mejor pintarla de vivos colores porque así se sentían ellos.
    • O'Connell Bridge. Al final de O'Connel Street que se presenta como la calle más larga del mundo (si, con esa denominación de calle, no de avenida, etc.) aparece O'Connell Bridge que a su vez alardea de ser el puente con mayor longitud, cuya anchura supera esa misma longitud, en una relación de 50 metros por 45. Además, muestra en una de sus balaustradas una placa en conmemoración del Padre Pat Nose, como un clérigo que se ahogó en el rio Liffey tras llevar una vida de negocios turbios y sin que hubiera aparecido su cadáver. Pero lo cierto es que fue una broma en 2004 y que se ha quedado perenne en la decoración e imaginario dublines.
    • El puente de Ha'Penny Bridge. Llamado originariamente Wellington en honor a quien derrotó a Napoleón, este puente recibió su actual nominación que significa "medio penique", puesto que esa era la cantidad a pagar de peaje para poder cruzarlo en sus primeros 100 años de vida (se construyó en 1819). Como con muchos de los puentes históricos de hierro que tenemos en nuestras ciudades, esta lleno de candados que colocan los enamorados al calor de las novelas adolescentes.
    • Wolfe Tone. En una esquina de Stephen's Gray tenemos una inmensa estatua en honor a uno de los padres y héroes de guerra irlandeses, Wolfe Tone. Reúne dos curiosidades: la primera señala que tocar sus partes traería buena suerte (lo que hace que esa zona de la estatua esté bastante decolorada); y la otra ya macabra hace referencia a su muerte. Tone lideraba las rebeliones contra los británicos tras haber emigrado a Estados Unidos y ya desde Francia implorando al Directorio a que se lanzará en territorio británico. Como estos hicieron caso omiso, lidero un desembarco en Dublin, que no salió como él esperaba y fue capturado y condenado a la horca, suicidándose horas antes. El hecho radica en la altura de Tone, que superaba los dos metros, lo que le convertían en un gigante en el siglo XVIII, por lo que hacía imposible que entrará en un ataúd convencional, y ante la negativa británcia de construirle uno especial se decidió que le serrarán las piernas para que pudieran (mal) entrar en uno de los normales.
    Estatua de Wolfe Tone
    • Molley Malone. Una de las leyendas más reconocidas fuera de Irlanda es la de Molley Malone, la mejillonera que vendía sus productos por las calles de Dublin, carretilla en mano durante el día, y por la noche se prostituía por las mismas calles. Su poema pervivió durante los años hasta que The Dublinners lo retomaron y sonó en la Naranja Mecánica, para después darle un toque rock por los Thin Lizzy, hasta que sonará en conciertos de Metallica, etc. Tocar sus pechos trae buena suerte.
    • La cerveza Guiness. Sin duda la "Marca Irlanda" por excelencia. Lleva desde 1750 colaborando a la economía del país y especialmente a equilibrar la balanza comercial irish (en 2013 superávit de casi 37.000MILL de los que Guiness aportaba un 70%). Como dato curioso destacar la pírrica renta que la marca paga por su fabrica a tan sólo 1 km. del centro de Dublin. Y es que en 1759 sr Arthur Guiness firmó un contrato de arrendamiento de las 26 hectáreas que ocupa la factoría por 45 libras al año, durante ¡9000 años!. Y por supuesto, no dejéis de tomar una Guiness en Dublin o en Irlanda, porque es otra cosa. El sabor, el color y la consistencia en el paladar de Guiness cuya agua es 100% irlandesa, no tiene nada que ver con lo que tenemos por el resto del mundo.
    • Temple Bar. Efectivamente hay un pub llamado Temple Bar en esa zona, pero la realidad es que Temple Bar es un barrio de Dublin, viniendo la palabra "Bar" del gaélico "Barr" que significa muelle, y Temple del apellido de la familia que dominaban los muelles. También se habla de la prohibición ("bar" en inglés) para entrar en aquella zona de los judíos en el siglo XIX, pero lo cierto es que hoy en día, bajo Temple Bar, podemos fácilmente reconocer dos de las pasiones irlandesas, rezar y beber, el templo y el bar.
    • Los ciudadanos honoríficos de la ciudad de Dublin tienen el derecho de hacer pastar sus ovejas por el parque de St. Stephen's Green, pero como todo derecho tiene sus obligaciones, ellos están obligados a de disponer de una cota de malla, un casco, un escudo y una espada, y estar preparados para defender la ciudad ante un ataque invasor.
    • Phoenix Park. El parque urbano más grande de Europa. Más de 7 kilómetros cuadrados de superficie en los que se albergan desde el zoo de Dublin, la residencia del presidente de la República Irlandesa, el cuartel general de la "guarda" (policía irlandesa), jardines, huertos botánicos, estanques, un hipódromo, incontables y continuados campos de rugby y un obelisco, construido bajo el dominio británico y que recoge el nombre de Salamanca en su conmemoración como recuerdo de la victoria en Los Arapiles sobre el ejército de Napoleón (aquella batalla en los libros de historia británicos se presenta como La Batalla de Salamanca).

    Obelisco en Phoenix Park con el detalle de "Salamanca"
    • Los deportes en Irlanda. El deporte nacional es el Fútbol Gaélico, una mezcla entre fútbol y rugby, que es un compendio de intensidad física salvaje, y el Hurling, un deporte mezcla entre el hockey hierba y el cricket, aunque con disputa y también pletórico en cuanto al rendimiento y la intensidad. Ambos deportes se agrupan en la Asociación Atlética Gaélica (AAE) y aunque arremolinan en los estadios (en especial en el estado nacional de la AEE, Croke Park en Dublin) y en las televisiones de los pubs a cientos de miles de irlandeses, son deportes amateus, es decir, no profesionales, lo que otorga un encanto especial a su práctica y disfrute. No hace mucho el rugby tampoco era profesional, y como es sabido en mi blog, es también pasión irlandesa exacerbada cuando compite el 15 del trébol o alguno de los equipos profesionales representativos de las provincias (Leinster, Munster, Ulster y Connatch) pero también en los partidos de deportes de base de las colegios y academias. El fútbol no tiene seguimiento, si acaso la Premier League y la selección nacional, diciéndose que quedan un escalón por debajo junto al ciclismo, el golf y las carreras de caballos.

      Sucesión de campos de rugby en Phoenix Park

    • No se puede escribir sobre Irlanda y no hablar sobre eso mismo: sobre escribir, sobre literatura. Y es que la isla verde atesora una lista de literatos en la que predominan desde el humor y la socarronería, la imaginación y el terror, y la crítica social y política, nombres que en cualquier antología y listado deberían de aparecer. Nombres como los de Jonathan Swift, Laurence Sterne, Brendan Behan, Douglas Hyde, Flann O'Brien, Sheridan Le Fanu, Sean O'Casey, George Berkeley, James Joyce, George Bernard Shaw, Richard Brinsley Sheridan, Oliver Goldsmith, Oscar Wilde, Bram Stoker, W. B. Yeats, Samuel Beckett, Seamus Heaney, Herminie T. Kavanagh, C. S. Lewis, John Boyne, …
    • Decir por último que en Irlanda viven aproximadamente 4 millones y medio de personas, de las que un millón viven en Dublin y su área metropolitana; Esta divida en 4 provincias: Leinster (al este, capital Dublin), Munster (al sur, capital Cork), Connaght (al oeste, capital Galway) y Ulster (al norte, capital Belfast). La peculiaridad de Ulster es que está formada por 9 condados, 3 de ellos pertenecen a Irlanda y los otros 6 al Reino Unido. La bandera es verde, blanca y naranja a franjas iguales verticales, y aunque la versión oficial habla de esos colores en honor al verde de los campos, el naranja de la orden protestante predominante en la religión y al blanco de la paz entre bandos, a los irlandeses gusta hablar del verde de los ojos, lo blanco de la piel y el cabello naranja de un irlandés natural.
      Al final, llevo un mes, otra vez en #Españistan, y sigo mirando a la izquierda primero al cruzar la calle, quizás por tendencia ideológica personal, pero también como anhelo y metáfora de un lugar mejor donde vivir, una sociedad más plena, mayor dignidad en cada acción del hombre.

      Sin ninguna duda, volveré a Irlanda, con más tiempo, más planes y más recursos para hacer un tour como merece (ojo a la opción de hacerla a través del tren) y poder visitar tanto las costas del Sur, como Galway de nuevo, así como no, de llegar a Ulster y conocer su historia, así como las ciudades de Belfast o Londonderry. Y por supuesto Dublin, ciudad abierta y viva.

      Declaración de intenciones y aviso para turistas y despistados en general




      jueves, 17 de septiembre de 2009

      Ferias y fiestas


      Las Ferias y Fiestas de Salamanca, nunca habían sido de mi devoción más allá de algún escarceo musical, o fiestero similar al de cualquier momento del año. Y en este la programación tampoco es que fuera como para imaginar cosas nuevas, pero con ese invento de las casetas las fiestas patronales se han animado muchisimo más, aunque lo que empezo siendo una idea ingeniosa, divertida y una forma de sacar al salmantino medio, tercio, cuarto y a los orgullosos de serlo, no serlo o sufrientes por el estado de la ciudad y provincia a la calle.

      Pero ya va siendo hora de mejorar; y no lo dice un tio que ha salido uno o dos días. He cenado de casetas todos los días, menos uno, y en ese comí de casetas. He visitado todas las zonas. Rúa, Dominicos, Santa Eulalia, Agustinas, Úrsulas, calle Toro, Plaza Colón y sólo me ha quedao las de la Alamedilla, donde parece ser, se encontraba el mejor pincho de feria. Así que habló con conocimiento de causa, y antes de enfrascarme y reirme de los buenos momentos vividos, capítulos a mejorar: Servicios públicos, urinarios o lo que sea, portátiles o fijos, da igual, pero es lamentable que se invite a la gente a beber en la calle y el ayuntamiento no ponga unos urinarios portátiles para que la gente micione donde no estropeé ni la vista, ni el olfato y mucho menos el patrimonio. Entrando ya en la calidad del pincho/consumición, lo primero que llama la atención es que instalen casetas baretos que no se dedican a ese menester de manera habitual. El precio ha subido, y la calidad ha bajado. Se tira de lomo en muchos de los sitios, cada vez más fino, cada vez con menos salsa. O es que no hay creatividad, que no, o no hay interes, que tampoco, o solo hay mucho morro, que seguro que si. Promover que se yo, un concurso premiando la originalidad. Así llegar a pinchos como los del Doze en la Rúa con su solomillo y morcillas con mermelada sobre cebolla caramelizada, o ese pinchazo de garbanzos con marisco es un lujo, por lo tanto para mi ganadores (no obviar a las 3 camareras más guapas de toda la feria). También muy agradable, las casetas regionales, Asturias, Extremadura y Andalucía, a mi con Salamanca me sobra todo el resto, jejeej. Esas sidras, vinos de pitarras, rebujitos, cervecitas, pinchos tardicionales, tablas de quesos... Y nuestra sidreria particular, con David de garante y amigo, corrió la sidra, literalmente calle abajo (aprenderé a escanciar, koño)... pero en otras muchas era de risa las cantidades. Chupitos de cerveza parecían, coño, no te digo que nos pongan un pilon, pero joder... así se hacen de ricos los de siempre, con la complicidad del ay-untamiento.

      Y aquí volvemos a la organización. Conciertos, nefastos. Ni uno salvable o mejor dicho apetecible, porque tanto gitaneo, tanta radio-fórmula y popitos de mierda. Hay más músicas señores, y aprendan de otras ciudades, donde en 7 días de fiestas, traen actuaciones para todos los gustos!!! Más allá de que si que hubó teatro, y buenas actuaciones en las plazas y calles, tampoco estaría demás hacerlas si continúas durante el año, como asi solicitó alguno de los protagonistas, artistas en toda regla, que merecieron mi aplauso y merecen admiración y apoyo. Con el programa taurino desplazado para una semana después de las fiestas, sólo han sido las manidas casetas las que sacan a la calle a la gente, eso sí, que no falte inauguración del Corte Inglés, o de la explotación, el trabajo precario y el servilismo,...

      Pero quedándonos con lo mejor, como siempre, amigos y amigas, para compartir noches y cervezas, cenas al aire libre o fiestas inolvidables. Ennumerarnos a todos requiere esfuerzo, pero no ha de ser baldío. Esos Franes, Ruth, la prima onubense de Dani, Carmen, y sus secuaces, Raúl y la Vicky, y los habituales, con más alternancias que otra cosa. También Agus, mi compañero de curro, con sus extranjeritas... o mi hermano, Nerea y su hermana; O como se hace tan necesario de vez en cuando una charla intensa y transcendente sobre la vida, lo cotidiano, lo político, el orden mundial, la paz, Cuba o la hipocresía. Er Dani confirmado como number one, y los otros creciditos en la miseria humana.

      Porque hay que tener respeto y saber pasarselo bien, sin necesitar a nadie y sin ofender. Por eso no más líneas...

      Cualquier momento era bueno para salir y devorar la ciudad, vivir el ambiente festivo, compartiendo alegría, risas y buenos momentos. Arrimarse a codazos a las barras para acariciar una cervecita o fresca sidra a la boca, y rebuscar algún manjar, primero para probarlo, luego degustarlo y ya por último a conciencia y sabiendo de que se trata. Porque no se puede uno engañar, hay sitios donde la actitud de estos días, te invitan a no volver, pero otros que te ganan, por lo menos para pasar una vez por su perenne local.

      Y después de cenar que mejor que continuar la fiesta, gastándonos los cuartos, si, por lo que habrá que tirar pa' atras como se dice comúnmente, pero no parando de bailar, disfrutar, reir,... en definitiva, de hacer unos días especiales e inolvidables, como inolvidable es mo cushtle, lejos pero cerca, al lado de mi corazón, con quién he soñado y sueño vivir todos estos momentos y los que vayan pasando.

      viernes, 28 de agosto de 2009

      Vacaciones 2009: Inolvidable y loco por volver

      Esperar todo un año para disfrutar 15 días no se ajusta a la realidad. Ni tampoco para ver la playa y saborearla. La verdad es que se trabaja, sufre y lucha todos los días para poder sacarles partido, diariamente y también en el nocturno. Vivir, maximizar las experiencias y mejorar los momentos es el reto que se asume al levantarse y trabajar o ahorrar nos lo dan con más felicidad. Y llegar, anhelar el verano, para estas dos semanas de asueto y descanso (y también fiesta) son un premio más.

      Han sido unas vacaciones estupendas, geniales y muy recomendables. Por supuesto que Cádiz me ha ganado para la causa y pronto volveré. Espero y quiero hacerlo con mi chica, para buscarla, conocer su tierra, su pueblo y su gente. Pero también lo haré porque sí. Porque soy yo el que decido y después de haber disfrutado como un enano con las playas, los mojitos, la gente, las chicas y la noche no hacerlo sobrepasaría la frontera con la locura.

      Lo primero de todo es disculparse. En primer lugar por tardar tanto en relatar esta vivencia, pero es que ando con mil cosas en la cabeza, y una más en el corazón por lo que a mi habitual dispersión, he de añadir lo fulgurante de amar y sentirse amado. En segundo lugar, porque quizás se me pasen detalles, acontecimientos, nombres y lugares, pero a todos ellos pedirles disculpar mi estado, que poco tiene que ver con ese posible olvido, y si más con mi memoria, repleta de momentos inolvidables y siempre recordados, pero que quizás ahora, en este momento en el que me planto para escribir, tenga su ausencia como respuesta.

      No fue fácil encontrar acomodo. La primigenia idea de alojarnos en Conil, fue en baldío dadas las condiciones económicas y la ausencia de la anteriormente vital piscina. Y es que nosotros, acostumbrados a los lujos baratos, eramos reacios a no tener la piscina al peldaño de la puerta o la vuelta de la esquina, y sumándose a lo caro del alquiler, emigramos a Chiclana como destino vacacional. Chiclana-Costa para ser más exactos, dónde consiguió Dani un coqueto apartamento, dentro del residencial Al-Andalus. Salón y 2 habitaciones, hasta 5 plazas para dormir sin recurrir al suelo, su terraza adornada con “motivos Haddock”, cocina repleta de utensilios para las labores culinarias y la hospitalidad de nuestro arrendatario, Manuel, y su mujer que nos aconsejaron como movernos por tan meridional provincia.

      Y así en la madrugada del viernes 31 al sábado 1, Dani, Miguel y yo viajamos a Chiclana, con unas ganas tremendas de descansar y disfrutar que se han cumplido totalmente. No voy a dedicar más que dos líneas a la putada y el egoísmo de Miguel, porque no merece la pena; y como ya he tomado la decisión de empezar a mirar por mi, por mi hermano y mis padres, mi chica y por las pocas personas escogidas que me están demostrando como es realmente la amistad, con adelgazar la agenda de aprovechaos y tristes me vale. Conmigo ya no pueden contar.

      “No me quites la arena de estos zapatos que es de la playa de La Barrosa”, dice El Barrio en una de sus canciones, y nos lo preludió Daniel en una de sus alusiones. Chiclana besa el mar con la fina arena de La Barrosa como labios y los bañistas como testigo de tanta belleza junta. La primera playa vista y ya nos tenía enamorados, perfecta para consumir las primeras horas de auténtico descanso tras el largo viaje. Viaje largo no solo en la distancia, sino también en el tiempo, porque por distintas circunstancias sólo tener una vez al año (o poco más) el privilegio de ver y vivir el mar, la playa y esa refrescante y sana sensación que nos deja a los “chicos” del Norte, que más bien somos del centro no tiene ninguna comparación y es el único motivo para atravesar media España, aguardar el fastidioso y caluroso verano “mesetario” en espera de momentos como estos.

      Viajamos más aún los primeros días para vislumbrar en la lejanía el marino castillo de Santi Petri y también disfrutar de su playa extensa, airosa y relajante. Era el empezar a vislumbrar lo que estos 15 días iban a ser: llenar la neverita con cervezas, viajar a una playa paradisíaca, olvidarse de lo mundano y cotidiano y abrazar el descanso a vista de bellezas y salud marítima.

      Los kilómetros se iban sumando a nuestra particular resta y el coche consumió varías veces el depósito avisándonos de nuestra imparable marcha. Así de día -de noche es otra cantar- llegamos a Cádiz una mediodía. En la ciudad isleña disfrutamos por este orden, primero de las refrescantes cervecitas y frituras, de la freiduría Las Flores (tremenda, clase del hombre tirando las cañas, y comidos los señores por 30 euros). Después un paseo para relajarnos con la dorada cúpula de la catedral gaditana como fin de nuestros pasos, rebordeando la playa de La Victoria. Y por fin, esta última para limpiarse y refrescarse del paseo, y tomar unos baños en una de estas múltiples costas gaditanas, kilométricas, de blanca arena, fresca mar y durante nuestra visita, insignificante Levante.

      Otro de esos destinos era la playa de El Palmar, entre Conil y Vejer de la Frontera. Ni conocía su existencia, pero ahora ya no conozco el descanso sin poder ir de vez en cuando a ella. Desconocida, un tanto inaccesible y en muchos aspectos casi virginal. También larga y ancha, de arena fina si es bañada por el Atlántico y dura y espesa si no lo es, debido a la mucha concha con la que fue “replantada” no hace demasiado tiempo. Pasarela de madera mediante, sin paseo, sin agua corriente, ni duchas ni chiringuitos en la propia costa, sólo arena, mar y Sol. Por un lado Conil pueblo es el punto de inicio, el final quizás el Cabo de Trafalgar. Siempre con ambiente, nunca llena. Adornada con los chalets y exclusivas casas de estilo Mediterráneo, una de ellas donde trabaja Ricardo, ya amigo e inseparable en las corredurías y nocturnidades varias; tio de Daniel, no sólo nos dio agua, cerveza, un café genial o nos prestó sombrilla, tumbonas y sillas... Nos animó, nos hizo reír, y juntos disfrutamos de ello, de todas sus ocurrencias y de las continúas cacerías empezadas y nunca acabadas. Su humor y amistad fue un regalo más en estas vacaciones y un aspecto a no desestimar y jamás olvidar.

      El Sol, la brisa y el mar y tampoco la compañía de Ricardo eran los únicos alicientes de esta recóndita playa. Poseía un chiringuito/bar especializado en mojitos, cócteles y puestas de Sol para quitar el sentido. La decoración feng-shui invitaba al misticismo del ambiente, y la amalgama de sabores y olores a disfrutar de tantos brebajes y pociones para enervar los sentidos. La simpatía de camareros y camareras (sumemos también su belleza) fue otro gran descubrimiento, así como la sucesión de espectáculos, ya fueran traga-fuegos, malabaristas de estrellas, batutas y capoehiras mediante. Mojitos, daikiris, soberbios cafés o ya las más mundanas copas regaron las bocas secas e intentaron turbar sin piedad nuestros sentidos, pero ante tanta belleza, espiritualidad y trascendencia, quedaron en infructuosos intentos y jocosos comentarios.

      Con olfato y gusto ocupados el vislumbrar el atardecer bajo en la playa era un regalo más imposible de cegarse en mi memoria. Sentarme en la arena y rodearte con mis brazos, para ver como moría un día, es algo que ya deseo hacer toda mi vida, de continúo, a la carrera. Estemos donde estemos, aunque con menos belleza paisajística, apoyaré mi cabeza sobre tu hombre, y mi rostro en el tuyo, para sin palabras decir que te amo, siendo el Sol el que escriba mis poemas, con fuego y azufre sobre el tapiz del horizonte.

      Más playas albergaron nuestros días como Punta Paloma en Tarifa, donde a la ya cotidiana belleza gaditana del paisaje nos sumo la novedad de embadurnarse en barro, volviendo a aquellas funestas tardes de otoño y juegos infantiles. Conil también nos regalo momentos plenos de descanso y pasión por el día, igual que nos sumo fiesta y cansancio en la noche, dentro de un pequeño pueblo costero y pesquero en sus orígenes, pero ahora mudado al turismo cuidado y respetable con entorno, tradiciones, descansos y residentes. La fiesta, la noche, el ambiente es genial, y se podía vivir desde los botellones a ras de playa, hasta los tugurios de pachangueo del centro, enclavados en casas tradicionales, que con su patio interior daban ese toque pintoresco y a la vez “cool”, para ir terminando en las discotecas más puras donde re-escuchar una y otra vez, cada noche, los mismos temas musicales aburridos y convencionales. Por todas ellas viajamos, sólos o en compañía, puesto que por nuestra “morada” llegaron la amiga de Dani, que con su atropellada marcha nos asustó, para luego tranquilizarnos y por último maldecir el que no pudiera disfrutar más días. También pasaron la sofi y su prima, como tiene que ser, y también llego mi vida, mi amor, Mo cuishle…

      Y Cádiz me enamoro. Lo hizo lentamente pero seguro. Aplicó sus armas más contundentes. Su playa, su clima, el calor de sus gentes, su ambiente, y utilizó la bala más preciada de su bello arsenal. Volveré, no una ni dos, muchísimas veces. Sueño hacerlo contigo Ana, pero si tengo que hacerlo solo me conformaré con acompañarme de tu recuerdo. Hasta pronto, Cái!!!

      Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

      Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...