Decían en la imprescindible obra
maestra de Clint Eastwood, Million Dollar Baby, que
"hay irlandeses en todos los lugares del mundo; o al menos,
personas que quieren ser irlandeses..."
con la residencia del Presidente de la República de Irlanda al fondo
Hace un mes, visite
Dublin, la capital de Irlanda, en un viaje relámpago
organizado por mi hermano lo que sumo al disfrute del hecho mismo de
viajar, de la posibilidad de conocer aquellas tierras y lugares, la
emoción del reencuentro en la isla esmeralda.
Nos estábamos abrazando en el
aeropuerto de Dublin, cuando dos chicas bien guapas y simpáticas,
ofrecían canapés en la puerta de salida de los vuelos de llegada,
ataviadas una con el uniforme del "15 del trébol" y otra
con la del "15 del gallo" y es que aunque no era nuestro
principal motivo para venir, aprovechamos la coyuntura para coger
entradas y poder asistir a un partido del VI Nations de rugby,
en el impresionante Aviva Stadium, entre Irlanda (por la que
siempre animamos) y Francia.
Y el ambiente de la
ciudad fue magnífico. Una marea de franceses campaban por
Dublin, con la máxima animación y respeto (palabra básica en el
mundo del rugby) posible, maximizando el espectáculo deportivo y
convirtiendo la ocasión en todo un acontecimiento social y
dinamizador.
Acostumbrados en
Españistan al cutre y rancio danzar de los energúmenos futboleros,
casi siempre de extrema derecha, violentos, ofensivos e hirientes,
disfrutar y compartir Dublin, con los oriundos, los turistas
habituales y los "rugbiers" franceses fue toda una
experiencia más que confirma el espíritu de fiesta, emoción y
respeto que el rugby representa, y todo con unas notas de civismo
irish y galo absolutamente ruborizadoras, puesto que te dejan, una
vez más, fuera de lugar más allá de las fronteras de este
perturbado y regido por borders line estado. Por supuesto que
hubo cerveza y vino, alcohol, algarabía y se compartían las mismas
fotos y lugares entre ambas aficiones, vecinos y turistas de Dublin,
pero no hubo ni un sólo altercado; todo cordialidad y un fantástico
ambiente que hizo de un sábado (y un viernes) especial e
inolvidable. Comentarios jocosos, bromas y afrentas dialécticas de
humor y disfrute fueron los terrenos en los que se embadurnaron las
aficiones, casi siempre con una cerveza Guiness en la mano, y
con Dublin como escenario.
Como digo todo el sábado
fue una fiesta y el ambiente ante el evento deportivo era
espectacular. Todos los pubs rendían tributo al torneo del rugby por
excelencia. Las banderas y escudos copaban la decoración superpuesta
sobre la arquitectura dublinesa, con preponderancia verde y del
trébol, lógicamente, pero donde el gallo, el cardo, la rosa, la
flor de lis y la tricolore también encontraban su espacio.
Así en los viajes de ida
y vuelta desde el centro hacia el Aviva Stadium en el cercanías,
como en en paseo hasta los tornos, subir hasta nuestras localidades
en el tercer anfiteatro y disfrutar de una tarde de rugby, de VI
Nations, de Irlanda vs Francia.
En el Aviva, con mi hermanito, disfrutando de unas birras, buen ambiente y buen rugby
El partido no fue gran
cosa, la verdad. El oval fue muy disputado, y hacia de todos los
rucks y meles un choque de desgaste y físico que dio privilegios al
juego al pie, sobre el de mano y llevo el marcador a moverse de tres
en tres, hasta que la calidad de Jonathan Sexton dio tal ventaja a
Irlanda que ni tan siquiera el postrero ensayo francés hizo temer la
derrota verde.
Pero aún así se
convirtió en memorable y en un punto de recuerdo trascendente,
espectacular y apasionado. Sólo por el momento himnos, con
toda la afición gala coreando La Marsellesa, y luego con el
Amhran na bhFiann (La canción del soldado) y el himno
rugbístico verde, The Irlands Call (La llamada de Irlanda),
ya sólo por eso mereció la pena y hace que busque revivirlo en más
ocasiones, y me anime y os anime a viajar con el rugby como excusa.
Y en el impresionante
Aviva Stadium ya el ambiente no decayó y la buena sintonía
entre aficiones se mantuvo durante el juego y ya al final con al
victoria irlandesa. Volver al centro de la ciudad fue otra
experiencia dentro de esta experiencia de vivir un partido de rugby
al máximo nivel, y por supuesto lo fue totalmente enriquecedora:
Aficiones alegres, comentando el partido, disfrutando, riendo pese al
resultado, bebiendo y compartiendo. Algo maravilloso, lo que debería
ser el deporte profesional.
Volviendo a la realidad turística
Dublin e Irlanda no
aparecen en un repaso somero de los principales destinos turísticos
en Europa. Fácilmente se nos ocurren hasta 10 capitales o 10
regiones europeas antes de caer en Dublin y en Irlanda como destino
de nuestras vacaciones y viajes. Pero sin duda alguna, el carácter
irish resplandece y hace que visitar estas tierras, conocer sus
historias y paladear sus sabores es un estímulo brillante para los
sentidos y la mente.
La comunicación para el turista y visitante es clara y directa,
facilitando mucho las cosas a los viajeros para poder llegar a su
destino, incluso si ese está en pleno centro de la ciudad. Así tras
un paseo y unos cuantos problemas con el hotel reservado, acabamos en
el Adelphi Guesthouse (67-68 Lower Gardiner Street, D1), un
céntrico hostal, con una aceptable relación entre calidad-precio en
el que ofrecían desde el desayuno típico irlandés (y también el
continental) a pequeñas (quizás demasiado) habitaciones económicas,
con baño compartido. Salimos contentos de allí, y en nuestras
próximas visitas puede ser un punto de partida fantástico para
buscar y encontrar un alojamiento digno y justo.
Un paseo por Dublin,
y más concretamente por el centro de la ciudad, es estimulante y
vivo a partes iguales. La arquitectura y el urbanismo se conjugaron
para construir en armonía, calles y avenidas, en las que es el
peatón, el hombre y la mujer caminantes son los verdaderos
protagonistas. No se confundan. No quiere decir que haya grandes
espacios peatonales y el coche este reduciendo su espacio. Casi es al
contrario. No hay muchos espacios sólo para caminantes, y el tráfico
es continúo desde primera hora hasta las 10 de la noche, pero es a
su vez fluido, los transportes públicos funcionan muy bien (y son
económicos para el precio de la vida en Irlanda). Pero pese a ello,
o a gracias a ello, la ciudad está hecha para el disfrute y la vida
al aire libre (con lo que eso supone si pensamos en el clima húmedo
de lluvias todo el año que disfrutan en Irlanda), y cada rincón,
calle, esquina, se comprende como punto de avistamiento, lugar de
observación y la toma fotográfica.
Un despreocupado Oscar Wilde viendo la vida pasar en su atalaya en Stephen's Gray
Dublin esta plagada
de esculturas de personajes importantes en la historia, la cultura y
los mitos irlandeses. Desde políticos y héroes nacionales
como O'Connel o Wolfe Tone. Lugares para la memoria de la galáctica
nómina de escritores irlandeses como James Joyce, Oscar
Wilde, George Bernard Shaw, Samuel Beckett, Jonathan Swift, Bram
Stoker, Seamus Heaney, William Butler Yeats o el más reciente John
Boyne. Pero también hay espacios para otras leyendas, como el lugar
de culto para todo buen aficionado al rock y el heavy, como es la
escultura del cantante y alma mater de Thin Lizzy, Phil
Lynott.
Flanqueando al celebérrimo Phil Lynott
Y por supuesto hay
espacios para las leyendas como la de la exuberante Molly Malone,
y también para la historia como el conjunto artístico cercano al
puerto sobre el rio Liffey que recuerda a todos los emigrados
por las hambres de los siglos XVIII y XIX, así como la de los
combatientes en las dos Guerras Mundiales.
Sobando a Molly Malone con todo la mercancía expuesta
Además los edificios conjugan los clásicos estilos británicos, dejando un panorama pleno de diversidad y contenida belleza, con numerosos lugares singulares, en los que los edificios de viviendas con sus características puertas de colores y de ladrillo vista, o los edificios religiosos con esa húmeda piedra granítica gris, así como los edificios oficiales donde el neoclásico se hace fuerte para uso y disfrute tanto de dublineses como visitantes.
Listar una serie de
lugares para visitar es fundamental y profuso, pero en toda ella
nunca deberán faltar el Trinity Collegue, haciendo
cola si fuera necesario para disfrutar de su majestuosa y única
biblioteca así como de su icónico campanario (The Campanile);
el City Hall también es imprescindible, con su fachada
georgiana y su impresionante vestíbulo, como así también destacado
son sus sotanos convertidos en museo de la historia de la ciudad. No
hay que olvidar tampoco el Dublin Castle con las vistas
desde el patio circular que mantiene impreso en su césped el símbolo
gaélico de las anguilas; la sede del Bank of Ireland, el
fantástico interior de la oficina de Correos en la calle O'Connell
junto a "La Aguja de Dublin", oficialmente la escultura más
grande del mundo, ya que a diferencia de otras (estoy pensando en la
neoyorquina Estatua de la Libertad), no puede albergar a visitantes
en su interior, y ni mucho menos los museos, destacando el edificio
del Irish Museum of Modern Art (con el parque del Royal
Hospital como antesala).
De entre los edificios
religiosos destacan las dos catedrales, que se encuentran juntas, que
no revueltas. Tanto The St.
Patricks Cathedral como Christ
Church Cathedral son magníficos ejemplos de la
arquitectura religiosa británica, donde la contención y el
silencio, no está exenta de belleza.
Hay mucho más que ver,
como por ejemplo The Custom House, sede del parlamento
irlandés, que aunque de singular belleza, trata de competir sin
éxito asomado al Liffey con el Parlamento de Budapest asomado al
Danubio. Los puentes son también característicos para unir las dos
orillas separadas por el rio Liffey, destacando sobretodos The
Half Penny Bridge. Impresionante resulta la visita a Kilmainham
Gaol, la antigua prisión, donde la represión británica torturo
y trato de encerrar las ansías independentistas y libertarias
irlandeses, lo que la ha convertido hoy, con el pertinente
trabajo de memoria histórica (hecho en los 50), y en una parada
obligada, así como escuchar las terribles historias y algunas
macabras anécdotas de los guías. La sensación indescriptible que
te queda al contemplar el muro donde fueron fusilados los héroes de
la patria irlandesa, merece lo pagado. Y eso que no pudimos ver (está
siendo restaurada) la famosa galería de la prisión, por supuesto
icónica y reconocible, puesto que en está cárcel se filmó la
maravillosa "En el Nombre del Padre". Por lo tanto, otro
recurso más para volver a Dublin.
Patio de Kilmainham Gaol donde el imperio británico encerro, torturo y ejecuto a los padres de la independencia irlandesa
Todo ello sin obviar por
supuesto los parques. Para los irlandeses es muy importante el
descanso en la rutina del día a día, y así lo demuestran con la
belleza, inmensidad y variedad de parques que surgen en el suelo de
Dublin. Desde Stephens Green, verde hogar de un despreocupado
Oscar Wilde, Merrion Square, los jardines del Dublin Castle
o el Royal Hospital ya apartado del centro monumental, al
inacabable y majestuoso Phoenix Park, el parque urbano más
grande de Europa, y todo un ejemplo de como gestionar y reservar
espacios de diversión y asueto para los vecinos y turistas. Un lugar
absolutamente fantástico, para la práctica deportiva, los paseos,
las carreras, la naturaleza y el esparcimiento.
Pero si hay algo que
define a Irlanda es la música. No en vano, es el único país
del mundo cuyo emblema nacional es un instrumento, el arpa, y
la pasión y saber que demuestran con cada acorde produce a la vez
envidia y placer. Sobretodo porque en 5 días, en 6 ó 7 pubs que
entramos, había música en directo. O estaba sonando (a partir de
las 6 de la tarde hora irlandesa, es lo más habitual) o se estaban
preparando para tocar en vivo. Y daba igual que fuera domingo, daba
igual que fuera lunes o que hubiera partido de "shempions"
en la tv. Hace algún tiempo escuche a Wyoming decir que para él, un
medidor de democracia en un país es la cantidad de música en
directo que encontraba en los pubs y bares. Y viendo el páramo
#Españistani y lo que pudimos disfrutar en los pubs y en
instituciones públicas como la biblioteca local en la zona de Temple
Bar (sábado noche), dos virtuosos en la calle tocando en batería
y guitarra clásicos del rock, un cuarteto de música folk en un pub
o un cantautor soltando canciones folclóricas irlandesas y grandes
himnos de rock acelerándolas con su guitarra clásica, os puedo
asegurar que existe un ambiente mucho más libertario, vivo,
inquieto, respetuoso y democrático en Irlanda que en este
avergonzante y cochambroso estado.
El alma del irlandés
reside en el pub. Es el centro de la vida social y en torno a una
Guiness (sobra decirlo, pero el sabor de una Guiness en
Irlanda es una cosa y en otro lugar otra totalmente distinta;
serán cosas del agua de las Wicklow Mountains) se confluye
todos los rasgos típicos irlandeses. Desde la conversación, con el
humor y el sarcasmo irish a relucir de piel, en las mediodías de
aperitivo, tardes de café y cerveza, y ya disfrutando en la noche de
los pubs. Y es que en torno a la barra de un pub, las mesas y
taburetes altos se puede palpar, saborear y participar en ese
espíritu irlandés que tanto nos gusta a muchos. Con la sempiterna
Guiness cerca de la mano de uno (131 litros de cerveza consume
un irlandés "medio" por año, siendo así el segundo país
del mundo), puedes disfrutar de una buena hamburguesa, un Guiness
Stew con patatas (guiso de carne típico del país) o ya
directamente de las conversaciones más animadas y variopintas a
imaginar, algunas fruto de la mezcolanza etílica. Y por supuesto de
la música y el baile, siendo la cultura folk la absoluta dominadora.
La guitarra, la mandolina, la gaita, el banjio, el acordeón o los
autóctonos bodhrán (una especie de tambor), el fiddle
(parecido a un violín), el tin whistle (un flauta muy aguda)
dan calor con las animadas melodías de canciones populares y poemas
cantados con los que los irlandeses disfrutan y bailan, con su
espectacular, divertido y agotador baile tradicional (el Riverdance)
como pudimos comprobar con una animada oriunda.
Aunque cualquier pub sirve
para conocer el alma irlandesa, no está de más hacer unas cuantas
recomendaciones. The Mizz Pub, uno de los pubs por antonomasia
en lo que a música en directo se refiere sobretodo si buscamos rock;
por supuesto el innegable Temple Bar. Y más que
recomendable , imprescindible es la visita al The Brazen Head
(20 Bridge Street Lower, Dublin 8), oficialmente el pub más antiguo
del mundo, inaugurado en 1198, y que tiene de todo: desde una
terracita, montones de barras donde te sirvan una pinta, una buena
oferta gastronómica de comida rápida y platos típicos, así como
una batería de músicos notable.
En Brazed Head disfrutando de la historia, las Guiness, la música en vivo y un ambiente espectacular
De entre la comida, lejos
del estereotipo de comida británica, en Irlanda se puede
degustar platos muy bien elaborados con rico gusto tanto en la
presencia como en el sabor. Desde un muy bueno "fish and chips"
en un pequeño italiano encima de The Patriots Inn junto a la
cárcel de Kilmainham (por lo que lo recomiendo para la jornada en la
que se visite aquella zona), a otro menú también en un italiano en
el centro, así como muy buenas carnes. Los precios tanto para comer,
como para cenar, son algo más bajos que los del centro de Madrid,
por poner como ejemplo, y seguro que con experiencia, conocidos guías
y paciencia se pueden encontrar verdaderos chollos.
Por último, y no menos
importante, decir que también visitamos Galway, la capital atlántica
irlandesa, al otro extremo de Dublin, y a la que llegamos madrugando
el domingo para coger el tren. Fue otro momento para detestar
#Españistan al comprobar un tren, que aquí encuadraríamos en un
media distancia, con un buen precio para el billete, accesible,
limpio, moderno, con un personal amable y servicial, y con nuestros
nombres en el display que identificaba los asientos de la reserva .
Todo ello disfrutando de cruzar campos y prados verdes, pueblos y
pequeñas ciudades típicas de un imaginario colectivo sobre la "isla
esmeralda". Y disfrutar de una jornada, de lluvia, y paseos
por Galway otro rincón emblemático de Irlanda, que añade más
motivos para visitar y recorrer todo el país.
Las calles de Galway
Cruzada por el rio Corrib
que se abre en su desembocadura en estuario otorgando unas vistas del
Atlántico preciosas, Galway funciona como una típica ciudad
portuaria, pero española, en una suerte de pleitesía a la secular
relación que está ciudad y notables puertos españoles mantuvieron
en el pasado (donde desde el Spansih Arch, se ejercía el
comercio de salmón y vino, así como la piratería contra el enemigo
común Inglaterra) y en el presente y futuro puesto que Galway se
presenta como una ciudad preferida para los Erasmus e intercambios
españoles hacia la National University of Ireland.
Spanish Arch en Galway
Las
calles de la capital de la región de Connatch se presentan animadas,
llenas de pubs irlandeses, pero también de restaurantes con una
variedad en estilos, precios y calidades estimulante. Los edificios
muchos de ellos de piedra grisácea granítica al estilo victoriano
adaptado a las raíces irlandesas muchas veces se pintan y decoran
con fantásticos murales que convierten la visita a Galway en más
que recomendable. En un imprescindible.
Algunas notas curiosas
- El nombre de la ciudad de Dublin, capital de la provincia de Leinster, tiene su origen en los jardines del castillo (Dublin Castle). Actualmente en estos jardines tenemos una circunferencia de césped con unos dibujos que parecen un laberinto, pero que en realidad se trata de un símbolo celta que representa anguilas de río, y además hace función de helipuerto para visitas oficiales al castillo (en las cabezas de las anguilas, 6 en total, hay dos ojos que se iluminan por la noche ya que a su vez son focos). Pero antiguamente no había esos jardines, sino que muy cerca pasaba el río Poddle (hoy subterráneo), afluente del río Liffey, y una parte de este agua formaba un pequeño estanque, muy oscuro porque su fondo estaba lleno de lodo. Allí es donde amarraban sus drakkars los vikingos, y se le llamaba estanque negro, que en irlandés es Dubh Linn, así que el nombre de la ciudad significa literalmente "estanque negro". Ni que decir tiene que fueron los vikingos los fundadores de Dubh Linn.
- El Trinity College, la universidad más antigua en activo y la más prestigiosa de Irlanda, tuvo el acceso restringido para las mujeres hasta la muerte del rector George Salmon en 1904. Este señor dijo que las mujeres entrarían en la universidad por encima de su cadáver, y así fue, lo que la convirtió en la primera universidad británica en aceptar mujeres en sus aulas. En su patio central, tenemos su campanario que reúne dos supersticiones: La primera hace referencia a los estudiantes a los que advierte que de pasar por debajo sin haber acabado la carrera traería dificultades en los exámenes, lo que hace que no pocos den la vuelta al patio para ganar confianza de cara a los exámenes. Otra superstición tiene como protagonistas a las mujeres, a las que en caso de pasar por debajo y siendo vírgenes traería un replicar de las campanas.
- Destacable es sin duda la biblioteca del Trinity College. De una belleza y originalidad asombrosa guarda varios de los tesoros nacionales como el original de "El libro de Kells" (libro de oraciones y cantos religiosos del siglo IX), así como el arpa de Brian Burú, rey supremo irlandés. Así se constituye el arpa como símbolo nacional (por encima del trébol) y dejando a Irlanda como el único país del mundo cuyo símbolo nacional es un instrumento musical, toda una declaración de intenciones. Curioso fue que Guiness ya había adoptado el arpa como su emblema, y la República de Irlanda tuvo que registrar otra arpa, mirando hacia el otro lado para no tener que pagar "royalties". Esta biblioteca tiene el derecho y el deber de tener y preservar de una copia de todos los libros editados y publicados en Irlanda.
- Las estatuas del patio del Dublin Castle. Hay dos estatuas, una referente a la fortaleza y otra a la justicia pero llena de la símbología sarcástica irlandesa. Todo el patio se construyó en época de dominación británica pero los artesanos irlandeses tiraron de ingenio para llevar su critica a la ocupación. Así la estatua de la fortaleza que representa a un hombre junto a un inusualmente enano león, emblema nacional inglés. Y la estatua de la justicia, aparece sin venda en los ojos (por lo tanto no es ciega), mirando a su mano derecha que blande espada (cuando normalmente aparece con la espada envainada, simbolizando el dominio militar y de la fuerza británico) y con la balanza desnivelada (en principio porque uno de los platos está debajo del brazo que sostiene la balanza y cuando llovía no recibía agua).
- ¿Por qué las puertas de muchas de las casas del centro de Dublin son de vivos colores? Si habéis visitado Dublin, o lo haréis, os daréis cuenta de esto. ¿Y a qué se debe? Pues aunque la fama irlandesa de borrachos aporta una versión en la que se pintaban para diferenciar las distintas casas dentro de barrios industriales muy uniformes, y así evitar confusiones, la versión más fidedigna es que a la muerte del marido de la Reina Victoria de Inglaterra, esta pidió pintar de negro todas las puertas del imperio británico en señal de luto, pero a los libertarios irlandeses les pareció mejor pintarla de vivos colores porque así se sentían ellos.
- O'Connell Bridge. Al final de O'Connel Street que se presenta como la calle más larga del mundo (si, con esa denominación de calle, no de avenida, etc.) aparece O'Connell Bridge que a su vez alardea de ser el puente con mayor longitud, cuya anchura supera esa misma longitud, en una relación de 50 metros por 45. Además, muestra en una de sus balaustradas una placa en conmemoración del Padre Pat Nose, como un clérigo que se ahogó en el rio Liffey tras llevar una vida de negocios turbios y sin que hubiera aparecido su cadáver. Pero lo cierto es que fue una broma en 2004 y que se ha quedado perenne en la decoración e imaginario dublines.
- El puente de Ha'Penny Bridge. Llamado originariamente Wellington en honor a quien derrotó a Napoleón, este puente recibió su actual nominación que significa "medio penique", puesto que esa era la cantidad a pagar de peaje para poder cruzarlo en sus primeros 100 años de vida (se construyó en 1819). Como con muchos de los puentes históricos de hierro que tenemos en nuestras ciudades, esta lleno de candados que colocan los enamorados al calor de las novelas adolescentes.
- Wolfe Tone. En una esquina de Stephen's Gray tenemos una inmensa estatua en honor a uno de los padres y héroes de guerra irlandeses, Wolfe Tone. Reúne dos curiosidades: la primera señala que tocar sus partes traería buena suerte (lo que hace que esa zona de la estatua esté bastante decolorada); y la otra ya macabra hace referencia a su muerte. Tone lideraba las rebeliones contra los británicos tras haber emigrado a Estados Unidos y ya desde Francia implorando al Directorio a que se lanzará en territorio británico. Como estos hicieron caso omiso, lidero un desembarco en Dublin, que no salió como él esperaba y fue capturado y condenado a la horca, suicidándose horas antes. El hecho radica en la altura de Tone, que superaba los dos metros, lo que le convertían en un gigante en el siglo XVIII, por lo que hacía imposible que entrará en un ataúd convencional, y ante la negativa británcia de construirle uno especial se decidió que le serrarán las piernas para que pudieran (mal) entrar en uno de los normales.
Estatua de Wolfe Tone
- Molley Malone. Una de las leyendas más reconocidas fuera de Irlanda es la de Molley Malone, la mejillonera que vendía sus productos por las calles de Dublin, carretilla en mano durante el día, y por la noche se prostituía por las mismas calles. Su poema pervivió durante los años hasta que The Dublinners lo retomaron y sonó en la Naranja Mecánica, para después darle un toque rock por los Thin Lizzy, hasta que sonará en conciertos de Metallica, etc. Tocar sus pechos trae buena suerte.
- La cerveza Guiness. Sin duda la "Marca Irlanda" por excelencia. Lleva desde 1750 colaborando a la economía del país y especialmente a equilibrar la balanza comercial irish (en 2013 superávit de casi 37.000MILL de los que Guiness aportaba un 70%). Como dato curioso destacar la pírrica renta que la marca paga por su fabrica a tan sólo 1 km. del centro de Dublin. Y es que en 1759 sr Arthur Guiness firmó un contrato de arrendamiento de las 26 hectáreas que ocupa la factoría por 45 libras al año, durante ¡9000 años!. Y por supuesto, no dejéis de tomar una Guiness en Dublin o en Irlanda, porque es otra cosa. El sabor, el color y la consistencia en el paladar de Guiness cuya agua es 100% irlandesa, no tiene nada que ver con lo que tenemos por el resto del mundo.
- Temple Bar. Efectivamente hay un pub llamado Temple Bar en esa zona, pero la realidad es que Temple Bar es un barrio de Dublin, viniendo la palabra "Bar" del gaélico "Barr" que significa muelle, y Temple del apellido de la familia que dominaban los muelles. También se habla de la prohibición ("bar" en inglés) para entrar en aquella zona de los judíos en el siglo XIX, pero lo cierto es que hoy en día, bajo Temple Bar, podemos fácilmente reconocer dos de las pasiones irlandesas, rezar y beber, el templo y el bar.
- Los ciudadanos honoríficos de la ciudad de Dublin tienen el derecho de hacer pastar sus ovejas por el parque de St. Stephen's Green, pero como todo derecho tiene sus obligaciones, ellos están obligados a de disponer de una cota de malla, un casco, un escudo y una espada, y estar preparados para defender la ciudad ante un ataque invasor.
- Phoenix Park. El parque urbano más grande de Europa. Más de 7 kilómetros cuadrados de superficie en los que se albergan desde el zoo de Dublin, la residencia del presidente de la República Irlandesa, el cuartel general de la "guarda" (policía irlandesa), jardines, huertos botánicos, estanques, un hipódromo, incontables y continuados campos de rugby y un obelisco, construido bajo el dominio británico y que recoge el nombre de Salamanca en su conmemoración como recuerdo de la victoria en Los Arapiles sobre el ejército de Napoleón (aquella batalla en los libros de historia británicos se presenta como La Batalla de Salamanca).
Obelisco en Phoenix Park con el detalle de "Salamanca"
- Los deportes en Irlanda. El deporte nacional es el Fútbol Gaélico, una mezcla entre fútbol y rugby, que es un compendio de intensidad física salvaje, y el Hurling, un deporte mezcla entre el hockey hierba y el cricket, aunque con disputa y también pletórico en cuanto al rendimiento y la intensidad. Ambos deportes se agrupan en la Asociación Atlética Gaélica (AAE) y aunque arremolinan en los estadios (en especial en el estado nacional de la AEE, Croke Park en Dublin) y en las televisiones de los pubs a cientos de miles de irlandeses, son deportes amateus, es decir, no profesionales, lo que otorga un encanto especial a su práctica y disfrute. No hace mucho el rugby tampoco era profesional, y como es sabido en mi blog, es también pasión irlandesa exacerbada cuando compite el 15 del trébol o alguno de los equipos profesionales representativos de las provincias (Leinster, Munster, Ulster y Connatch) pero también en los partidos de deportes de base de las colegios y academias. El fútbol no tiene seguimiento, si acaso la Premier League y la selección nacional, diciéndose que quedan un escalón por debajo junto al ciclismo, el golf y las carreras de caballos.Sucesión de campos de rugby en Phoenix Park
- No se puede escribir sobre Irlanda y no hablar sobre eso mismo: sobre escribir, sobre literatura. Y es que la isla verde atesora una lista de literatos en la que predominan desde el humor y la socarronería, la imaginación y el terror, y la crítica social y política, nombres que en cualquier antología y listado deberían de aparecer. Nombres como los de Jonathan Swift, Laurence Sterne, Brendan Behan, Douglas Hyde, Flann O'Brien, Sheridan Le Fanu, Sean O'Casey, George Berkeley, James Joyce, George Bernard Shaw, Richard Brinsley Sheridan, Oliver Goldsmith, Oscar Wilde, Bram Stoker, W. B. Yeats, Samuel Beckett, Seamus Heaney, Herminie T. Kavanagh, C. S. Lewis, John Boyne, …
- Decir por último que en Irlanda viven aproximadamente 4 millones y medio de personas, de las que un millón viven en Dublin y su área metropolitana; Esta divida en 4 provincias: Leinster (al este, capital Dublin), Munster (al sur, capital Cork), Connaght (al oeste, capital Galway) y Ulster (al norte, capital Belfast). La peculiaridad de Ulster es que está formada por 9 condados, 3 de ellos pertenecen a Irlanda y los otros 6 al Reino Unido. La bandera es verde, blanca y naranja a franjas iguales verticales, y aunque la versión oficial habla de esos colores en honor al verde de los campos, el naranja de la orden protestante predominante en la religión y al blanco de la paz entre bandos, a los irlandeses gusta hablar del verde de los ojos, lo blanco de la piel y el cabello naranja de un irlandés natural.
Al final, llevo un mes,
otra vez en #Españistan, y sigo mirando a la izquierda
primero al cruzar la calle, quizás por tendencia ideológica
personal, pero también como anhelo y metáfora de un lugar mejor
donde vivir, una sociedad más plena, mayor dignidad en cada acción
del hombre.
Sin ninguna duda, volveré
a Irlanda, con más tiempo, más planes y más recursos para
hacer un tour como merece (ojo a la opción de hacerla a través del
tren) y poder visitar tanto las costas del Sur, como Galway de nuevo,
así como no, de llegar a Ulster y conocer su historia, así como las
ciudades de Belfast o Londonderry. Y por supuesto Dublin, ciudad
abierta y viva.
Declaración de intenciones y aviso para turistas y despistados en general
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