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miércoles, 26 de marzo de 2025

El trabajo doméstico: Dignidad, derechos y necesidad

Una imagen muy común en nuestras ciudades en la actualidad: Una mujer joven inmigrante, de origen latinoamericano, asistiendo a una persona mayor.

 

Según datos estadísticos recogidos por diversas instituciones (desde el INE hasta los Institutos autonómicos de estadística, Universidades, sindicatos y fundaciones, tanto privadas como públicas) y cruzados por investigadores o periodistas en 2016 existían en torno a 800.000 trabajadores dedicados a las tareas de cuidados, incluyendo tanto la asistencia a personas mayores, a menores, como al mantenimiento de los hogares domésticos. Una mayoría abrumadora, prácticamente del total, son mujeres, trabajadoras, de las que en un porcentaje del hasta 80% son inmigrantes. Estos datos, claramente, se han incrementado tras la pandemia de Covid de 2020 y 2021.

Es decir, la sociedad y la economía española se basan en el trabajo de estas mujeres, como digo muchas extranjeras que se ocupan de nuestros hijos, nuestros mayores y nuestras casas. Muchas lo hacen sin contrato, sin seguridad laboral ni social, por salarios de miseria y con horarios y condiciones abusivas. Estigmatizadas y discriminadas por asistentas, por pobres, por mujeres y por extranjeras.

Me parece muy importante el verbo “basar” porque la economía española (pero también cualquier economía), ese gigante o ese crucero que siempre marcha a buen ritmo según los distintos gobiernos, está cimentada sobre los hombros de mujeres que llevan a cabo las tareas cotidianas, de cuidados, limpieza y mantenimiento de personas y hogares, facilitando, cuando no haciendo posible, que otras fuerzas productivas puedan dedicarse a jornada completa en las excelencias de la economía regulada, monetizada y con valor.

Es evidente, que tras 50 años de democracia (pseudo), los últimos ya 7 (cuidado) con el gobierno más progresista de la Historia, con Ministerios de la igualdad y políticas feministas, el estado español, ningún gobierno de ningún partido ha tenido interés en regular las condiciones de trabajo de este sector, investigando, denunciando y multando los abusos de la patronal. Los desmanes diocechescos de señores y señoras sobre las chachas.

Quizás en esto tenga que ver el hecho de que se trata de un sector productivo y profesional extremadamente disperso, con un asociacionismo y activismo sindical prácticamente nulo en el que influyen tanto las propias condiciones de trabajo (jornadas eternas, duras, de personas que se ven solas frente a sus “empleadores” y sin contacto con “compañeras”). Para mi mucho más evidente es que los sindicatos mayoritarios (otros si que pueden levantar la cabeza con orgullo por estar en esta lucha) no han mirado a quienes han preparado desayunos, atendido a los abuelos y a los hijos, o limpiado la cocina del chalet, las escaleras del bloque o la oficina.

También me escuece, y mucho, la actitud en este tema de los partidos de la nueva izquierda, y también de la vieja, que jamás han planteado estas más que legítimas reclamaciones. Pareciera que desde los departamentos universitarios de sociología y ciencias políticas la vida y el trabajo de las asistentas y limpiadoras no importaba.

Se trata de un sector fundamental, básico, pero que como no genera una creación directa de riqueza y de valor monetario no son tenidas en cuenta sus condiciones de trabajo y vida. No se entiende, o mejor dicho, no se quiere entender que sin el trabajo de estas profesionales, otros, fundamentalmente hombres, no han podido crear la riqueza en los puestos de trabajo regulados y cotizados.

Lo cierto es que el sector de los cuidadosy el de la asistencia y limpieza doméstica, insisto, mal pagado, sin apenas protección y condenado a los abusos, el machismo, la xenofobia y la aporofobia, suple la falta del estado en la materia de cuidados. Si las distintas administraciones tienen la obligación constitucional de garantizar la igualdad entre ciudadanos, son estas mujeres las que cumplen ese mandato, y ni siquiera reciben una cotización que mejore sus condiciones llegada la jubiliación. Suplen y escamotean la responsabilidad de la sociedad, y en particular de las instituciones, en materia de guarderías (apenas el 8% de los niños de entre 0 y 3 años tienen plaza en una guardería pública), residencias y cuidado de mayores y dependientes (Según el Observatorio Estatal para la Dependencia a 30 de junio de 2017, el número de dependientes reconocidos por el Sistema de Autonomía personal y Atención a la Dependencia (SAAD) es de 1.217.355 y las personas atendidas son 898.243, por lo que 319.112 están a la espera de recibir las prestaciones a las que tienen derecho) y cientos de miles de estas mujeres se ocupan del bienestar en muchos domicilios españoles.

De hecho, si estas mujeres decidieran una huelga del servicio doméstico, más de la mitad de los trabajadores en el sector que si produce a ojos del estado español, no podrían acudir a su puesto de trabajo ese día.

Pongo el foco ahora en las trabajadores que asisten diariamente a las personas mayores, muchas de ellas dependientes y/o con enfermedades crónicas. España es uno de los países del mundo con una mayor esperanza de vida. Y también es uno de los que tiene unas tasas de fecundidad y nacimientos más bajos. Es así, bajo estos parámetros estadísticos con los que se fundamenta las abominables ampliaciones de la edad de jubilación. Sin embargo, en ningún momento se plantea que el trabajo de mujeres en el sector de los cuidados mejore en sus condiciones. Que pueda cotizar y tengan derecho a pensiones de jubilación dignas, esté regulado y asistido y sume en el conjunto de la riqueza del estado, cuando no cabe duda, son quienes están sujetando el manido estado del bienestar. Que las mujeres trabajadoras en este sector ganen los derechos, la dignidad y el reconocimiento que merecen, como parte imprescindible de la sociedad.

Lo que se hace desde partidos políticos, patronal y los medios de comunicación de masas es poner en el disparadero a los jubilados (que también tienen lo suyo, eh, porque van a dejar un mundo peor del que recibieron, y van a disfrutar de unos servicios que los demás ni vamos a oler). El problema del envejecimiento en España, y si, lo ponen como un problema el que “vivamos más” (no sé qué dirían si resultase que viviésemos menos…, bueno sí, ahí los tenemos con la escalada belicista y en armamento pa'alante), es el mantenimiento del sistema público de pensiones, porque cada vez hay menos trabajadores, menos cotizantes y sí, más beneficiarios con pensiones más altas. Este mensaje va calando en la población, poco a poco, cual gota malaya, para al final ofrecer en los seguros privados de pensiones la panacea.

Qué casualidad. La solución pasa por ser esa, pero no que lleguen más inmigrantes, ocupando nichos de producción que no satisfacen por diversos motivos los nacionales, como el sector de los cuidados, por ejemplo. Tampoco se ponen en cuestión el adelgazamiento hasta lo raquítico del sector público, pre-jubilando a los boomers, y amortizando todas sus plazas para que no accedan más trabajadores de recambio. Desmontando de esta manera todos los servicios públicos, impidiendo una mejor atención ciudadana, desde la administración local hasta la general del estado. No se discute la lucha contra el fraude laboral y las rebajas efectivas de las jornadas laborales, no vaya a ser que se pierda el volumen del “ejército laboral de reserva” con más gente trabajando, con un reparto de las horas cobradas y cotizadas, no vaya a ser que se acabe la amenaza del despido en el sector privado. Y por supuesto, queda fuera de todo tema el reconocimiento y la puesta como sector productivo fundamental el sector precarizado, feminizado, de los cuidados, añadiéndole de manera formal, impositiva y cotizante a los índices de productividad del estado.

Pero el problema son las pensiones y la sostenibilidad del sector público, apelando a las pasiones de los trabajadores, enfrentando a las clases trabajadoras entre si, para que no discutan la supremacía de las élites cleptómanas y neoliberales. Pensando en qué malos y egoístas son los jubilados, no entramos en los costes que tiene para el estado del bienestar prácticas como la corrupción, el fraude fiscal y laboral, o el tomar por productivos sectores como la industria militar, y no el sector de los cuidados.

No nos damos cuenta de que la pensión “moda”, la pensión más común en el estado español, es la mínima, inferior al salario mínimo interprofesional (SMI) y que ahora está en 765, 60 euros al mes, y que la cobran masivamente mujeres que durante años han trabajado en sectores como el de la limpieza o el de los cuidados. Pero el problema son los jubilados españoles (por cierto, no los jubilados blancos europeos que si que hacen un abuso del sistema sanitario patrio), los inmigrantes “que quitan puestos” de trabajo a los nacionales o las mujeres que han tenido la desfachatez de salir de casa a trabajar.

Por poner en perspectiva, los jubilados de hoy reciben su pensión a través de las cotizaciones de los que trabajamos hoy. Por eso es tan importante ampliar la base cotizante incluyendo más personas trabajando y repartiendo las horas de trabajo y ganando más productividad. Y por ello son tan reacios los gobiernos y bancos centrales a hacerlo. Para laminar esa solidaridad intergeneracional y para convertir este derecho en un privilegio.

Y en segundo lugar, las pensiones de las clases trabajadoras están exentas de tributación porque en su momento, trabajando, sus salarios ya estuvieron gravadas por el IRPF. Eso no quiere decir que hoy en día un jubilado no pague su IVA al adquirir un producto o un servicio, o no tenga que hacer frente a impuestos como el de sucesiones o plusvalías. Pero lo que no puede ser es que se les aplique una doble imposición del IRPF por lo que la pensión queda excluida.

Ni que decir tiene que hay muchos jubilados que se han ganado su derecho y siguen siendo productivos a día de hoy, precisamente en el sector de los cuidados, atendiendo a los nietos, mientras los padres trabajan multitud de horas al día, o haciéndose cargo de las personas más mayores debido al aumento de la esperanza de vida. Normalmente estas labores, sobretodo si son más penosas, las acaban asumiendo las mujeres. Nuevamente.

En general, ya sean mujeres mayores que dan a comer a sus nietos o limpian a sus padres ancianos, mujeres inmigrantes que acompañan y asisten como internas a personas mayores o dependientes, mujeres que limpian los domicilios, preparan comidas y supervisan a los menores en ausencia de los padres, o trabajadoras que ponen a punto espacios públicos y privados (como las kellys, camareras de hotel que cimentan con su esfuerzo malpagado la excelencia del sector turístico patrío), ejerciendo labores de limpieza estamos hablando de un sector básico en la economía y en la sociedad. Sin su labor nos pararíamos. Tendríamos que hacer frente a un problema nacional de una magnitud colosal. Solo pensemos en cuando a un compañero o compañera de trabajo le han fallado los abuelos o la chacha. O cuando la inmigrante que cuida a su padre ha enfermado o ha perdido el transporte público.

Y ni siquiera somos capaces, como sociedad, de exigir y respaldar su salud y dignidad reconociendo las durísimas condiciones vitales y laborales a las que se someten las mujeres, ya sean trabajando en el sector de los cuidados, de la limpieza o incluso en sus propios domicilios en las tareas domésticas.

Se pierde un trabajo efectivo y positivo, que no entra en la productividad nacional, pero que sin él, ésta no podría ponerse en marcha. Por ello, es imprescindible y un deber inexorable de toda persona decente promover una mejora de las condiciones laborales y de vida de estas trabajadoras.

 

 

Hace unas semanas leí, y lo recomiendo de manera activísima, el ensayo Nunca delante de los criados de Frank Victor Dawes. La obra aparecida en versión original en 1973 fue traducida al castellano hace unos pocos años, pese a que desde su publicación fue un éxito de ventas. Dawes fue un periodista inglés con amplía experiencia en medios locales, antes de trabajar en el Daily Herald o en la radio de la BBC. Pero nunca olvidó sus modestos orígenes y cómo su madre se ganaba la vida sirviendo en casas hasta bien entrados los años 30. De hecho, en 1972 publicó un anuncio en el Daily Telegraph solicitando a cualquier persona que hubiese trabajado como personal doméstico que le enviase por correo sus experiencias. La avalancha de misivas fue impresionante y dieron forma a una obra fundamental de Historia Social y de Historia del trabajo.

Las experiencias de doncellas, mayordomos, cocineras, lacayos, institutrices, y también de algunos de los empleadores, así como el estudio de las normas, convenciones sociales y reglas nos dan el contexto del sector profesional de la asistencia doméstica en Inglaterra, desde la época Victoriana hasta los años 70 del siglo XX, y en como fueron cambiando las circunstancias debido a diversos factores.

De manera mucho más modesta, me veo reflejado en la situación del autor, puesto que mi madre, toda su vida, desde los 11 años, hasta hace apenas 5 años, ya con 60, ha trabajado en el sector de la asistencia doméstica, siempre sin contrato. Sin seguridad social, ni cotizaciones, ni derechos a prestaciones. Sujeta a los caprichos de los patrones y sin más recompensa que las “buenas palabras” y un falso cariño hacia ella que tenía más de propiedad sobre la servidumbre que otra cosa.

Por ello considero que sería un muy buen ejercicio y una labor muy interesante recopilar las experiencias de trabajadoras de ayer y de hoy en el sector de los cuidados y la asistencia domiciliaria. Qué temores tienen. Qué situaciones han vivido. Qué cambios han visto. Cuáles son los problemas y las posibles soluciones. Qué necesidades tienen estas trabajadoras.

 

jueves, 24 de agosto de 2023

Campeonas del Mundo en dignidad

Las Campeonas del Mundo, si con A, celebrando su éxito, que será el de todas las mujeres
 

La selección femenina de fútbol se ha proclamado Campeona del Mundo. Un éxito incomparable, puesto que reciben una ínfima atención mediática y económica por parte de toda la sociedad en contraste con sus “compañeros” masculinos, y que abre en categoría absoluta la vitrina ante la llegada de nuevas generaciones de talentosas futbolistas que ya dominan internacionalmente en sus respectivas categorías.

No he seguido el mundial, como espectáculo deportivo, porque el fútbol hace ya mucho que me ha echado. Sobretodo en su vertiente híper profesionalizada y volcada al dinero y a los “valores” neoliberales que la jalonan. Ya he hablado en este blog de eso varias veces. Siempre con el fútbol popular.

No puedo hablar ni de lo merecido o justo e injusto del resultado en el terreno de juego. No niego, ni mucho menos, el esfuerzo y el talento, y como digo, el tremendo éxito que supone y que debe abrir la puerta para la mejora de las condiciones laborales y sociales de estas deportistas y ser un ejemplo para las luchas por la igualdad de las mujeres.

Sin embargo, es muy triste tener que sentarse a escribir sobre lo que ha trascendido al trabajo y el éxito deportivo por las constantes actitudes machistas y patriarcales de señoros que no entienden que el mundo ha cambiado y lo ha hecho por la lucha infatigable de las mujeres. De las de ahora y de las de siempre, que han trabajado para legar un mundo mejor a la siguiente generación en la que los derechos y la dignidad se vayan ganando en un camino eterno hacia la igualdad entre géneros.

El presidente de la federación española daba un espectáculo dantesco, bochornoso y avergonzante para quienes amamos este país (Sí lo amo, con todo lo que lleva dentro y aunque me desespere. El amor a la patria no es una propiedad exclusiva de los patrioteros de derechas). Sus gestos en el palco, con su testiculina por las nubes -a mi me parecía hasta dopada por estupefacientes-, ya eran inapropiados para un cargo público, -si de una entidad privada, pero que lleva a cabo una función pública, por la que recibe jugosos fondos públicos, y que ejerce una representación pública de la manida Marca España-, y denotaban una falta absoluta de decoro y respeto por su país, por el evento y por los presentes y quienes lo veían todo por televisión.

Pero el remate vino cuando en entrega de medallas y copa a las verdaderas protagonistas, las jugadoras, le plantaba un beso en la boca a una de las jugadoras de la selección que aturdida se tragaba su orgullo y dignidad.

La escena ya está mil veces vista en televisión y las redes (pese al infructuoso intento de boicot por parte de la federación). Y también muchos las tenemos en nuestra memoria cuando hemos visto a los jefes y encargados, a muchos hombres que ejercen autoridad y ostentan una relación de poder sobre las mujeres, comportarse de manera deleznable. Agresiones físicas, morales y a la sexualidad de la mujer que son una constante. Comportamientos retrógrados anclados por el costumbrismo de un machismo rancio y trasnochado, que apesta a esmegma caduco, que no se corresponde con lo que debe ser ya un mundo de igualdad de géneros y respeto a la diversidad y a la propia sexualidad de las féminas. Tanto en su cuerpo físico, como en su moral y su mente.

Este acoso sexual injustificado, ni por el éxtasis del momento y ni por nada, constituye un delito y debería acarrear la suspensión de por vida del sujeto que responde al nombre de Luis Rubiales. Si tuviera algo de dignidad (la de veces que toca escribir esto en este país) habría pedido perdón, dimitido e ido a su casa, a curarse ese machismo repugnante. Pero no. La patada hacia adelante es el único recurso que tienen por mucho tiki-taka con el que quieren identificar el estilo de las selecciones españolas.

Llegados a este punto es preciso recordar el camino que está selección, al fin y al cabo, este grupo humano ha recorrido. Hace aproximadamente un año y medio, las mejores jugadoras nacionales denunciaban la situación vivida en el seno de las concentraciones del equipo nacional, con comportamientos que atentaban contra la intimidad y profesionalidad de las jugadoras, que ponían en peligro su integridad física y moral y que se sumaban a un estado amateur en el que no se garantizan los derechos laborales, en especial los que tienen que ver con los derechos sexuales y reproductivos. Esa inseguridad se sumaba, evidentemente, a unas condiciones en salarios, seguridad de los contratos y atención mediática totalmente opuestas a las que disfruta el fútbol profesional masculino.

En cuanto empezó a viralizarse el comportamiento del presidente de la Federación, comenzó a tratar de salvar la papeleta. Todo el proceso es una retahíla de los mejores momentos del machismo. Desde la primera reacción tomándoselo a guasa y de compadreo con otros machistas como las estrellas del periodismo deportivo patrio (los Lama, Castaño, Morata, auténticos mafiosos y cenutrios). Hasta el procedimiento de disculpas al que se ha visto obligado, por la reacción: primero en redes sociales de toda persona digna que quiere un mundo más igualitario y nos hemos escandalizado ante esta actitud tan machista y asquerosa, y después, de los medios extranjeros que se han hecho eco de todo lo sucedido. Estas disculpas también han destilado su buena dosis de machismo haciendo partícipe a la víctima, Jeni Hermoso, en una nueva versión de “la culpa es de las mujeres”. Sólo le falto decir que es que las visten como putas.

Con el tiempo, y gracias a las propias jugadoras que han ido contando a medios afines y más democráticos y éticos la sucesión de acontecimientos, la opinión pública ha conocido las maniobras que desde la federación se han llevado a cabo para acallar la polémica y que esta no manché la ya oscura, tramposa, corrupta y misoginia gestión que este señor está haciendo del fútbol patrio. Así, hemos sabido que ya en el avión de vuelta se ejercieron presiones, incluidas las del seleccionador nacional de fútbol femenino, que también tiene lo suyo, buscando un comunicado conjunto. Se presionó a la familia de la futbolista y a su agencia de representación. Se lanzaba en la escala en el aeropuerto, un vídeo de disculpas ante el revuelo causado en el que se ponía en boca de la víctima declaraciones totalmente falsas (otro delito a sumar, mientras que la agencia EFE, vocero habitual de las instituciones copadas por la derecha, debería hacérselo mirar). Al tiempo, los medios futboleros clásicos, que se apuntaban al tanto de la celebración y el éxito de unas futbolistas que llevan años ninguneando, ocultaban lo acontecido pese al clamor social ya provocado siguiendo la estrategia de la RFEF. Defendiendo lo indefendible, un acto violento y un comportamiento delictivo, en realidad varios, y ninguneando a la víctima, a toda persona a quien escandaliza estos comportamientos, y a toda mujer.

Pero llegaron las portadas de los medios extranjeros y continuaba la repulsa popular expresada en redes sociales y foros, lo que ha llevado a una fase en la defensa de lo injustificable por parte de la federación y su presidente, y de puesta en marcha de mecanismos para su inhabilitación, e incluso las posibles consecuencias penales que todos estos comportamientos están acarreando. Se sumarían a las ya sospechas de continua corrupción y latrocinio personal que ya se estaban investigando y que removían la tranquilidad institucional de la federación y el fútbol patrio. No faltan quienes tienen ganas a este sujeto y a su caterva, de la que forman parte el presidente de la Liga o a Florentino Pérez, auténticos manda-mases que están por detrás, y que ejercen una dictadura de facto que ha hecho del fútbol español, un negocio, robando todo el caudal popular a la afición que día a día pierde. Sólo ver como las redacciones de los medios deportivos clásicos se comportan ya denota un rancio machismo, con el uso de titulares erróneos y falsos que buscan mediatizar al personal, evidentemente masculino, consumidor mayoritario de estos medios.

Se hace necesaria la depuración de estos fulanos y el mensaje inquebrantable de una sociedad igualitaria que no va a tolerar estos comportamientos sexistas y retrógrados que menosprecian a las mujeres y solo las quieren para aprovecharse, en todos los sentidos, y especialmente, de forma sexual.

Al final el éxito deportivo de la selección femenina de fútbol no va a quedar empañado. No va a perder su trascendencia, sino que va a ganar más impulso hacia una sociedad más justa, libre e igualitaria. Una denuncia para terminar ya de una vez, con todo acoso, de todo tipo, pero especialmente el de índole sexual, que se produce en entornos de jerarquía como en el trabajo. Al fin y al cabo, la celebración de unas futbolistas con un presidente de la federación presente, no deja de ser un escenario laboral con unas trabajadoras y su jefe.

Por todo esto, y pese a los rebuznos reaccionarios de los machistas que no quieren perder el “privilegio” de aprovecharse de las mujeres, el mundo está cambiando a mejor en este tema y va a ser algo provechoso para toda la sociedad, para nuestro país, y sobretodo, para todas las mujeres, en todos los ámbitos de su vida.

El Sí es sólo Sí que tanto ha mediatizado la vida política española los últimos 3 años y que ha sido una grieta por la que han intentado hacer naufragar el barco del gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos, al final se ha demostrado como imprescindible y un ejercicio de empoderamiento femenino necesario. Un muro a defender por todas las mujeres, y por los hombres que nos avergonzamos de nuestros comportamientos machistas y que queremos cambiar. Nuestro papel aquí es apoyar a las mujeres y facilitar su liderazgo para que sean ellas quienes cambien a mejor la sociedad y ganen mayor libertad, dignidad y seguridad, para ellas mismas y para las generaciones futuras.

miércoles, 22 de febrero de 2023

Western rural y cine en clave de mujer: As Bestas


 

As Bestas es la película española, y si me apuras universal, del año. La gran triunfadora de los premios Goya. Una obra hispano-francesa dirigida magistralmente por Rodrigo Sorogoyen en el que el western como territorio de última frontera es reinterpretado en la Galicia profunda y contemporánea.

As Bestas está basada en la historia real de un matrimonio holandés que emigró a la Galicia de interior buscando establecer su proyecto de vida dedicándose a la agricultura ecológica. La modélica instalación y el entorno maravilloso se convirtieron en pesadilla cuando emergieron los conflictos con algunos de los vecinos a causa de la intromisión de la especulación sobre el territorio que la ciudad ejerce sobre lo rural. Cuando había que poner el monte al servicio de aerogeneradores para la energía que se iba a consumir en las ciudades la buena vecindad desapareció, al chocar distintas formas de ver el paisaje y el arraigo, pero también al enfrentarse posturas ideológicas y vitales opuestas e irreconciliables. El dolorosísimo final no empaña la trascendencia de la historia, y esta se transmite a la película a través de un guión, que con las necesarias licencias, algunas más visuales y otras más circunstanciales (aquí el matrimonio inmigrante es francés) hace que te pegues a la butaca y con máxima atención te involucres en la historia, sufriendo a sus protagonistas y admirando a quien lo merece.

Rodrigo Sorogoyen construye de esta manera un relato trascendente, inolvidable y de total actualidad en todo aquello que es la España Vaciada. Se vale de todos los recursos que el lenguaje cinematográfico ofrece, empezando por una ambientación espectacular. Los paisajes, los bosques, los caminos, las casas y las granjas se muestran tal y como son y se palpa la realidad sensitiva de cada ambiente y momento.

El trabajo de cámara es espectacular. Convierte a la montaña gallega en un personaje más. Un protagonista inasequible en su empeño de proporcionar al hombre belleza y recursos que han de ser trabajados en duras condiciones. La climatología y la orografía juegan su papel modulando, no sólo el paisaje, sino también los caracteres de las personas que habitan el entorno.

Las escenas en plano secuencia nos dejan varios momentos culmen que explican toda la película: por supuesto el clímax dramático en un bosque de castaños con el suelo alfombrado por la caída de la hoja otoñal; una conversación intensa entre los dos protagonistas masculinos en la barra del bar del pueblo; el brutal diálogo entre madre e hija que podemos disfrutar en francés con las dos actrices en estado de gracia. En todas estas escenas, y en realidad, durante toda la película, la ambientación y la iluminación añaden dureza y realidad a toda la trama.

El tiro de cámara y montaje también muestra una precisa maestría en los planos de interiores. El juego de luz dentro de las sombrías casas de piedra, de granito: se palpa la calidez del hogar al fuego vivo mientras las conversaciones, las miradas y los silencios marcan la intensidad del metraje y la trascendencia de todo el mensaje.

Pero es en el trabajo actoral donde descata As Bestas. Los dos personajes masculinos principales, interpretados por Luis Zahera y el francés Denis Menochet (señor LaPadite, y brutal y terrorífico padre en Jusqu'à la garde, que alguien llamó aquí Custodía compartida) están sobresalientes y así se ha traducido en los parabienes de la prensa y de los premios. Pero, para mi, destaca sobremanera el papel protagonista absoluto de Olga, interpretada por la actriz francesa Marina Foïs, que hace una interpretación sublime del personaje real de Margot, a quién la película está dedicada. En este sentido, otro punto a destacar de Sorogoyen es la labor con los actores y actrices que sacan todo de lo que son capaces y no es poco.

Uno de los principales aciertos de la producción es el desarrollo de la trama a través de la imagen pero también de la palabra hablada. Los diálogos en francés, castellano y gallego se suceden y son un delicia descubrir todos las facetas de las interpretaciones de actores y actrices a través de sus distintas lenguas maternas. Muy de alabar por necesario y valioso es el haber dejado los diálogos entre personajes en su idioma más cercano, utilizando el subtítulo. No estamos acostumbrados en el cine de #Españistan a emplear este recurso y se pierden muchos matices de las interpretaciones que en este caso, se conservan y añaden mucho mayor dramatismo.

El choque entre culturas se hace así tangible, palpable y en un requisito fundamental para comprender la amplia fractura que desencadena la trama y las múltiples aristas que presenta: el choque campo-ciudad, lo rural como recurso de lo urbano, el choque intergeneracional, la despoblación, la masculinización del mundo rural, el patriarcado, los modos de producción y de vida tradicionales y los que tratan de recuperar usos más naturales, la conservación versus explotación, etc., etc.

Y es que el aprendizaje y el tesón de Margot, encarnado en Olga, nos dan unas lecciones tremendas: De empoderamiento y determinación ante las dificultades, el dolor y el miedo. De convencimiento en la verdad. De esfuerzo físico y mental por encima de todos los impedimentos y zancadillas. A través de las palabras que Olga pronuncia, y muy especialmente de sus silencios y de su mirada, As Bestas reluce y gana una trascendencia mucho más amplia que la simple pelea y conflicto entre dos (o tres) hombres.

Frente a la violencia y la amenaza masculinas brilla la paciencia y el tesón femeninas como columnas de dignidad para seguir luchando. Incluso cuando las cosas más difíciles se ponen. Por eso es más importante este personaje femenino, porque nos presenta otra forma de funcionar, de vencer en el conflicto con la palabra y los actos que una misma puede ejercer, sin rehuir el choque y sin ceder un ápice.

Volviendo a la trascendencia social, cultural y política de As Bestas hay que hablar de la situación de la mujer del ámbito rural y en algunos de los efectos que sobre la conservación del territorio, medioambiental y del patrimonio tiene. Casi siempre la mujer es la gran olvidada a la hora de tratar los temas y en el caso de la España Vaciada no lo es menos. La película lo transmite y pone el foco en la emigración femenina del campo español, que dejó “sin mujeres” a los hombres que se quedaron en un proceso de masculinización del mundo rural. Es decir, la falta de equilibrio entre el número de hombres y mujeres en las poblaciones rurales. Un mal endémico que dificulta el desarrollo de estas poblaciones y se añade a la lista de hándicaps que ponen en peligro su conservación y la de todo el patrimonio que atesoran. Pero también ancló a las mujeres que se quedaron a un rol tradicional de trabajo en el hogar y cuidado de familiares (niños, dependientes, mayores). En un círculo pernicioso esa propia asignación de comportamientos y tareas favoreció la marcha de las mujeres. Y lo sigue haciendo hoy en día.

Se pone de manifiesto así la ruptura generacional que se enmarca en los procesos de nueva ruralidad. El espacio rural ya no es un espacio agrario de producción y si un espacio de consumo, y aunque en el entorno de As Bestas, claramente podemos identificarlo como rural, las fronteras entre lo urbano y lo rural se diluyen y confunden. Así estas realidades sociales, auténticos dramas para el patrimonio, el conservacionismo y la demografía no van a revertir, sino más bien agravarse, mientras los tradicionales roles de género no cambien para que mejore la consideración y perspectivas de vida de la mujer rural.

Por otro lado la película pone en cuestión el mito del idilio rural. La vuelta a lo agro, a lo rural, al campo y a la naturaleza como búsqueda de una vida más saludable y sencilla está sobre el papel para muchas personas que buscamos unos modos de vida más satisfactorios. Pero la realidad del día a día en un entorno rural puede ser bien distinta, debido a las propias dificultades intrínsecas del entorno y de la sociedad rural, empezando por la propia naturaleza conservadora en los pueblos y comarcas.

La película también pone el acento al fenómeno de la agroecología y las prácticas agrarias respetables con el medio ambiente y el consumo de cercanía. Si bien, de manera somera, porque no podía entrar en tanto tema con total profundidad, quedan marcadas las dificultades que los nuevos modos y técnicas de producción (en realidad antiguos, porque se trata de recuperar lo que se hacía hasta hace 40 o 50 años) chocan y son fuente de conflictos con las formas que se emplean actualmente y a la que están acomodados los productores, que por lo general, también presentan unas edades altas. Por lo tanto, se traslada a un choque generacional, lo que ya es de por si un choque entre lo rural y lo impuesto o sugerido por lo urbano.

Por último y como fuente directa del conflicto, As Bestas reflexiona sobre la la apropiación de la Naturaleza por parte del capitalismo en su búsqueda incesante del lucro. Una apropiación de la Naturaleza, el patrimonio y la vida de los habitantes del territorio que se convierten en varias fases en productos demandados por lo urbano. Y tal demanda tiene que ser satisfecha. Esto ha generado una serie de consecuencias negativas tanto para los habitantes del mundo rural, en sus roles de productores, consumidores, vecinos, etc., así como para la conservación del medio ambiente y de las tradiciones agrarias y culturales.

Llegados a este punto sólo decir que aprovechéis la reposición en cines de As Bestas tras su éxito en los Premios Goya. Vedla y volverla a ver. Si tenéis algo de suerte al ir al cine la disfrutaréis en su profunda totalidad. Y si no va a merecer la pena tenerla en casa siempre disponible y visitarla periódicamente. Seguro que se ganarán matices.

Yo ya tengo ganas de volverla a ver y disfrutar en casa.


lunes, 26 de junio de 2017

Eurobasket 2017: El deporte femenino que no para de ganar




Afortunadamente se está convirtiendo en una sana y agradable costumbre dedicar unas líneas cada verano a la selección femenina de baloncesto.
Desde hace varios años, podíamos decir 15, los éxitos se suceden gracias a un proyecto que ha ido aunando, con sus altibajos, varias generaciones ganadoras de mujeres deportistas. Su última victoria, ayer, el Eurobasket 2017, que se ha venido celebrando en Praga durante la última semana.
En primer lugar, es necesario acordarse y felicitar a quienes han hecho y hacen posibles estos éxitos. A las jugadoras que ponen pasión por el baloncesto. A las familias, padres y madres que muchas veces gestionan una agenda complicada para hacer que las niñas y jóvenes puedan continuar haciendo deporte. A los monitores deportivos y entrenadores de formación, que comparten esa misma pasión y transmiten los hábitos y conocimientos para que las chicas se desarrollen, como jugadoras, y también como personas. Y lo hacen muchas veces con problemas de impagos y problemas laborales. A los directivos, de clubes importantes o humildes y escuelas municipales que muchas veces con escasez de recursos tratan de que todo funcione y las niñas puedan seguir jugando los sábados y entrenando durante la semana. A los árbitros, imprescindibles, también formadores y educadores, que merecen reconocimiento y respeto. A los funcionarios y las administraciones y federaciones que ponen todo lo necesario: instalaciones, equipamientos, seguros... A los medios que trabajan en el baloncesto femenino tratando de ayudar en su rentabilidad como altavoz de su día a día que ayuden a mejorar las condiciones de todas y todos. Y a los aficionados que vibramos con cada partido, cada éxito, ya sea en un pabellón internacional, o en una modesta cancha de colegio.
Ayer, en Praga, España pasaba por encima de Francia y se proclamaba Campeona de Europa. Un Oro al que han precedido una plata olímpica el año pasado en Rio, un bronce europeo en 2015, una plata mundialista en 2014 y otro Campeonato de Europa en 2013 en Francia y ante las anfitrionas de quienes, al igual que con los chicos, nos hemos convertido en su némesis.
Para lograrlo España desplegó una vez más su baloncesto rápido en transiciones, aguerrido e intenso, y a la vez pleno de virtuosismo. Atacando con intención de hacer daño en todo momento. Incisivo y acertado, creció de la mano de una Alba Torrens (MVP del Torneo) que como siempre demostró un brillante arsenal de recursos para anotar. Poco a poco fueron entrando más jugadoras a aportar, siempre llevando la iniciativa por delante de la defensa gala, dejando sin efecto ni la potencia física ni el recurso a la extrema dureza. España anotaba con fluidez, tanto por dentro como fuera, e incluso cuando Torrens se atascaba o descansaba aparecía Anna Cruz, secundaría de lujo, que ayer desesperó al banquillo rival. Y para rematar, para apuntalar la victoria, llegaron los puntos de Sancho Lyttle. La nacionalizada, una vez más puso toda la implicación posible, y junto a su clase, y a ese físico tan privilegiado apareció en ataque para cerrar el partido y culminar así de redonda, una actuación que sólo por su trabajo defensivo merecía el calificativo de brillante.
Y es que, parafraseando a Lucas Mondelo, "es en la defensa donde nacen las victorias". España volvió a ahogar a su rival en base a un libreto defensivo variado en lo táctico y de trabajo grupal en lo efectista, con Nicholls y Sancho -también Gil- de cierre del aro y apoyo en las ayudas, pero donde también brillan las exteriores muy agresivas a balón, lo que permitió muchos robos, apartado en el que destacó, también Sancho Lyttle, que anuló la incidencia de la "gigante" Ciak, al birlarle varios balones.
De este modo, España, con un juego alegre y de fundamentos en ataque, y tenaz y brillante en defensa, apuntaló la victoria final con ventajas en torno a los 10 puntos al descanso que llegaron al final a la veintena entre la alegría hispana y la absoluta impotencia y resignación de las galas.
Un nuevo éxito a añadir al increíble palmarés de Lucas Mondelo, quien tras el fiasco de no clasificarse para los juegos de Londres 2012, cogió las riendas de la selección con la clara misión de reforzar la idea de equipo en lo deportivo y de hermanamiento en lo personal. Con un baloncesto rico y brillante, y con un cuidado exquisito en las relaciones, España ha completado un ciclo olímpico majestuoso coronado con la plata en Río y ha comenzado de la mejor manera el que terminará en 3 veranos en Tokio. El Eurobasket conseguido ayer es una viga más para reforzar el edificio del baloncesto femenino español, donde Mondelo, como arquitecto principal, tiene la misión de ir engranando distintas generaciones brillantes de jugadoras, "hartas" ya de ganar competiciones internacionales en categorías inferiores y que llegan al profesionalismo en una liga nacional, depauperada y fuera de los circuitos mediáticos habituales, por lo que se hace necesario y justo recuperar su retransmisión en Tv y su redundancia en los medios deportivos.
Anoche fue, en principio, el último partido de Laia Palau, capitana y jugadora con más internacionalidades de nuestro baloncesto, y si algo está claro, es que el relevo está asegurado. Por ejemplo, para el año que viene, con Mundial a celebrar en España (increíblemente, no se conocen aún las sedes; otra de esas cacicadas que José Luis Sáez y sus acólitos de la FIBA también han sabido perpetrar) y donde no cabe ninguna duda de que este equipo nos hará disfrutar y casi con toda seguridad llegará a las rondas finales en lucha por las medallas (mínimo exigible).

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...