Afortunadamente se está convirtiendo en una sana y agradable
costumbre dedicar unas líneas cada verano a la selección femenina de baloncesto.
Desde hace varios años, podíamos decir 15, los éxitos se
suceden gracias a un proyecto que ha ido aunando, con sus altibajos, varias
generaciones ganadoras de mujeres deportistas. Su última victoria, ayer, el Eurobasket 2017, que se ha venido
celebrando en Praga durante la última semana.
En primer lugar, es necesario acordarse y felicitar a quienes
han hecho y hacen posibles estos éxitos. A las jugadoras que ponen pasión por el baloncesto. A las
familias, padres y madres que muchas veces gestionan una agenda complicada para
hacer que las niñas y jóvenes puedan continuar haciendo deporte. A los
monitores deportivos y entrenadores de formación, que comparten esa misma
pasión y transmiten los hábitos y conocimientos para que las chicas se
desarrollen, como jugadoras, y también como personas. Y lo hacen muchas veces
con problemas de impagos y problemas laborales. A los directivos, de clubes
importantes o humildes y escuelas municipales que muchas veces con escasez de
recursos tratan de que todo funcione y las niñas puedan seguir jugando los
sábados y entrenando durante la semana. A los árbitros, imprescindibles,
también formadores y educadores, que merecen reconocimiento y respeto. A los
funcionarios y las administraciones y federaciones que ponen todo lo necesario:
instalaciones, equipamientos, seguros... A los medios que trabajan en el
baloncesto femenino tratando de ayudar en su rentabilidad como altavoz de su
día a día que ayuden a mejorar las condiciones de todas y todos. Y a los
aficionados que vibramos con cada partido, cada éxito, ya sea en un pabellón
internacional, o en una modesta cancha de colegio.
Ayer, en Praga, España pasaba por encima de Francia y se
proclamaba Campeona de Europa. Un Oro al que han precedido una plata olímpica el año pasado en Rio, un
bronce europeo en 2015, una plata mundialista en 2014 y otro Campeonato de Europa en 2013 en Francia y ante
las anfitrionas de quienes, al igual que con los chicos, nos hemos convertido
en su némesis.
Para lograrlo España
desplegó una vez más su baloncesto rápido en transiciones, aguerrido e intenso,
y a la vez pleno de virtuosismo. Atacando con intención de hacer daño en todo
momento. Incisivo y acertado, creció de la mano de una Alba Torrens (MVP del Torneo) que como siempre demostró un
brillante arsenal de recursos para anotar. Poco a poco fueron entrando más
jugadoras a aportar, siempre llevando la iniciativa por delante de la defensa
gala, dejando sin efecto ni la potencia física ni el recurso a la extrema
dureza. España anotaba con fluidez, tanto por dentro como fuera, e incluso
cuando Torrens se atascaba o descansaba aparecía Anna Cruz, secundaría de lujo, que ayer desesperó al banquillo
rival. Y para rematar, para apuntalar la victoria, llegaron los puntos de Sancho Lyttle. La nacionalizada, una
vez más puso toda la implicación posible, y junto a su clase, y a ese físico
tan privilegiado apareció en ataque para cerrar el partido y culminar así de
redonda, una actuación que sólo por su trabajo defensivo merecía el
calificativo de brillante.
Y es que, parafraseando a Lucas Mondelo, "es en la defensa donde nacen las victorias".
España volvió a ahogar a su rival en base a un libreto defensivo variado en lo
táctico y de trabajo grupal en lo efectista, con Nicholls y Sancho -también
Gil- de cierre del aro y apoyo en las ayudas, pero donde también brillan las
exteriores muy agresivas a balón, lo que permitió muchos robos, apartado en el
que destacó, también Sancho Lyttle, que anuló la incidencia de la "gigante" Ciak, al birlarle varios
balones.
De este modo, España,
con un juego alegre y de fundamentos en
ataque, y tenaz y brillante en defensa, apuntaló la victoria final con
ventajas en torno a los 10 puntos al descanso que llegaron al final a la
veintena entre la alegría hispana y la absoluta impotencia y resignación de las
galas.
Un nuevo éxito a añadir al increíble palmarés de Lucas Mondelo, quien tras el fiasco de
no clasificarse para los juegos de Londres 2012, cogió las riendas de la
selección con la clara misión de reforzar la idea de equipo en lo deportivo y
de hermanamiento en lo personal. Con un
baloncesto rico y brillante, y con un cuidado exquisito en las relaciones,
España ha completado un ciclo olímpico majestuoso coronado con la plata en Río
y ha comenzado de la mejor manera el que terminará en 3 veranos en Tokio. El Eurobasket conseguido ayer es una viga
más para reforzar el edificio del baloncesto femenino español, donde Mondelo,
como arquitecto principal, tiene la misión de ir engranando distintas
generaciones brillantes de jugadoras, "hartas"
ya de ganar competiciones internacionales en categorías inferiores y que llegan
al profesionalismo en una liga nacional, depauperada y fuera de los circuitos
mediáticos habituales, por lo que se hace necesario y justo recuperar su
retransmisión en Tv y su redundancia en los medios deportivos.
Anoche fue, en principio, el último partido de Laia Palau, capitana y jugadora con más
internacionalidades de nuestro baloncesto, y si algo está claro, es que el
relevo está asegurado. Por ejemplo, para el año que viene, con Mundial a celebrar en España (increíblemente,
no se conocen aún las sedes; otra de esas cacicadas que José Luis Sáez y sus
acólitos de la FIBA también han sabido perpetrar) y donde no cabe ninguna duda
de que este equipo nos hará disfrutar y casi con toda seguridad llegará a las
rondas finales en lucha por las medallas (mínimo exigible).
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