La cebada, la cerveza y
su proceso de elaboración son viejas tradiciones al alcance de
todos. Sin embargo, la Oficina Europea de Patentes (EPO, por sus
siglas en inglés), ha concedido una patente a Heineken y Carlsberg
de la cebada cultivada de manera tradicional. Con la patente, estas
multinacionales pasan a ser dueñas de la cebada, desde la semilla
hasta la jarra de cerveza. No solo quieren adueñarse de una
tradición que existe desde hace miles de años, sino que con la
patente, la EPO está violando la legislación europea. Es más,
cada vez que aprueba una patente, la EPO gana dinero.
Tenemos
la oportunidad de detener la patente de la cebada y la concesión de
este tipo de patentes. El año pasado, la UE ya cedió ante la
presión popular, cuando más de 570.000 europeos firmaron una petición en internet, y dictaminó que no pueden concederse patentes de plantas
ni animales, a menos que estén modificados genéticamente. Ahora
son los Estados miembros de la Organización Europea de Patentes
quienes tienen el poder de exigir a su Oficina que actúe de acuerdo
con la legislación vigente.
El
próximo miércoles, junto a más de 30
organizaciones medioambientales, habrá una protesta que presentará
una objeción legal contra las patentes de la cebada concedidas a
Carlsberg y Heineken. Y de paso se aprovechará para pedir que se
impida que la EPO se salte la legislación europea.
Así el próximo miércoles se harán entrega de estas objeciones a la Oficina Europea de
Patentes en Múnich, conduciendo un carro cervecero típico de
Bavaria tirado por seis caballos, al son de instrumentos de viento.
Firma la petición pinchando en el botón azul al final del artículo, para que los dirigentes políticos sepan que
somos miles, que venimos de todos los rincones de Europa y que no
pararemos hasta que la EPO desestime la patente.
Por qué es importante
En
los últimos años, la Oficina Europea de Patentes ha seguido
concediendo patentes a plantas alimenticias como los tomates, el
brócoli, el melón y, más recientemente, la cebada. El alcance
de dichas patentes es enorme: en este caso, incluye la cebada, el
proceso de elaboración de la cerveza y la propia cerveza. Además,
la patente abarca todos los tipos de cebada con las mismas
características, independientemente de cómo haya sido cultivada.
Esto significa que las fábricas de cerveza obtienen beneficios por
partida doble: venden las semillas de cebada a los agricultores, les
compran la cebada cultivada y después venden la cerveza al
consumidor. Controlarían todo el proceso, del campo al bar. Al
mismo tiempo, la patente les da derecho a impedir que otros
agricultores cultiven cebada de mejor calidad y les permite ampliar
su dominio en el mercado, en detrimento de los agricultores,
cultivadores, consumidores y otros fabricantes de cerveza.
Las
patentes concedidas a Carlsberg y Heineken nos demuestran cómo la
industria y la EPO pueden aprovecharse de las zonas grises en la
legislación para sortear las prohibiciones. La EPO tiene unos
ingresos anuales de mil millones de euros, procedentes de las tasas,
y obtiene dinero por la concesión de cada patente, permitiendo a las
multinacionales ganar terreno en el mercado.
Con
nuestras objeciones nos enfrentamos directamente a dos
multinacionales cerveceras en un único caso. La EPO debe
responder a nuestras objeciones legales con una argumentación
detallada justificando su decisión.
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