Mostrando entradas con la etiqueta rutina. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta rutina. Mostrar todas las entradas

jueves, 12 de enero de 2012

En la ausencia



En algunas ocasiones ya he hablado de esto. El porque ponerse a escribir... el porque publicarlo... el porque de no hacerlo o de no encontrar esas ganas.

Alguno o alguna de los que caiga por aquí, con cierta periocidad, habra advertido que he estado ausente de mi pequeño rincón en la blogosfera. No ha sido por falta de tiempo y si de ganas. Parte de esa merma de ganas ha venido porque necesitaba un descanso para ordenar ideas, ante un año el 2011, plagado de experiencias nuevas, trascendentes y enriquecedoras, y ante otro año, el 2012, que se presenta igual de convulso e interesante en lo social; intentaremos que divertido y vital en lo personal.

La otra parte de la ausencia de ganas ha venido más que nada porque estas semanas, últimas del año y primera del de en curso, han sido de lo más movidas. Nada especial. No por en si mismo, sino por su cotidianiedad, pero como entre comer, trabajar, entrenar cuerpo y mente, y vivir situaciones que uno jamás quiere vivir, ha de quedar tiempo para el esparcimiento y para dormir, no he encontrado el momento para escribir y publicar, aunque ni faltan temas, ni como ya he dicho ganas.

Aclarado esto, damos entrada a un nuevo año "blogueril" en el que ya anticipo va a haber mucho que escribir, pero también mucho que hacer. Saludos y feliz año a todos y a todas...

ANOCHE PASÉ FRÍO

Anoche pasé frío, y me desenamoré un poco.
Anoche pasé frío y fui poeta.
Anoche mientras mi carne se helaba
y mi alma en mi cuerpo se escondía,
vi, como mi amor para ti,
era un juguete ya pasado de moda
que ya nada valía.

Cualquier amanecer echarán
al viejo juguete de mi amor a un carro de basura
y, alejándose en la amarga soledad,
oirá al carretero dar palos a su mula,
que todo se lo da por un poco de paja
y a veces podridas uvas.

Y estaré allí donde ya nada vale nada
hasta que algún día una dulce melodía
de bisoños y alegres mirada y sonrisa,
limpie con su atención
la suciedad que la sociedad pegó a mi alma.
Y volveré a ser un juguete reluciente de amor y de alegría.

Qué importa que me engañes y luego me sonrías.
Que importa ser poeta o ser basura.
Anoche pasé frío en el cuerpo y en el alma.
Anoche pasé frío y quedo mi libertad de amor... helada.


domingo, 24 de mayo de 2009

Una semana

Transcurren las semanas con ese regustillo de lo cotidiano, lo repetitivo, lo rutinario. Hacía tanto tiempo que no sentía eso que ya ni me acordaba, y que me ha cogido con tal violencia que no dejo de pensar en lo afortunado que estoy siendo. El saberse útil, el sentirlo es un valor tangible, masticable, algo que puedo ver y tocar. Es una sensación plena y valedora. Llena mi tiempo; esas horas y días muertos y yermos ya han encontrado sentido y llenan mis venas de la droga de saberse ejecutor de algo importante. Puede parecer algo pequeño, misero o suave para mentes más dichas, ocupadas o transgresoras. Para mi es la casi felicidad. Quizás dentro de unos meses me astié, cansé y rompa con todo. No sería la primera vez. O a lo mejor si. A lo mejor si, porque en eso si que sería la primera vez, por si de una vez le echara los huevos necesarios, para ir a por ti, a llevarnos a la felicidad para sólo volver cuando no dejemos ni el recuerdo. No puedo hacerlo ahora porque me debo un tiempo de descanso de parar y arrancar, coger velocidad. Dar forma a la vida por autonomasía. Ahora no. Pero no hace tanto tiempo seguro que si.

Y es que el trabajo, ese sueño y la alegría, fiesta y compañerismo de los amigos, están haciendo de estos meses algo grande, algo digno de mención. Vivir la vida como si tuviera 20 años, cazando ya casi los 27 es una segunda oportunidad un regalo del tiempo, que estoy aprovechando al máximo, y lo seguiré haciendo, hasta que el cuerpo aguante, o el corazón comience a latir por tenerte cerca. Estoy a tope, preparando los retos de cada finde, y las vacaciones, los viajes, alimentados por la amistad. Qué se haga eterno este tiempo, o mejor aún, que no se haga, y sólo podamos romper el reloj, cuando me acompañes.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...