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miércoles, 12 de febrero de 2025

Hay que disolver la Academia de Historia


No quiero pecar de soberbio, ni de autoritario, ni de intransigente en mi primera referencia a la Historia como recién graduado en la materia. Ni mucho menos busco sentar cátedra aunque si que quiero instalarme en la superioridad moral de saber cuál es el lugar de la Historia en el que quiero estar. Y ese es de la verdad, el de la gente común y el de los desfavorecidos por los siglos de los siglos.

Si escribo lo que escribo a continuación es por la propia experiencia adquirida. Primera la de muchos años consumiendo, como aficionado y lector, Historia. Tanto la oficial, como la publicada en últimos estudios y avances arqueológicos, archivísticos o tecnológicos. Obras y lecturas que atesoro publicadas recientemente o referencias más antiguas. De autores y autoras, escuelas y sensibilidades diversas, con especial interés en la Historia Contemporánea, la Historia Social y la Historia política. Por supuesto, con especial significación la Historia de mi país.Y si, inevitablemente, con sus ramificaciones a hoy en día. Después, y de manera mucho más consciente, lidiando con las inexactitudes, los claro-oscuros, las intencionalidades y los sesgos de interpretación, rigor y difusión. Y en último tiempo por haber trabajado con fuentes, primarias o secundarias, directas o indirectas, de materia histórica.

He descubierto que hay muchas historias dependiendo de los enfoques de partida y de los métodos en los que se trabajen datos, discursos y relatos. Con qué interés se publican y se expresan ciertas ideas y mensajes. Qué se busca convertir en axiomático, identitario o imprescindible usando como aderezo el superlativo apelativo de académico.

Si ayer decía que no he cursado Historia de España, no quiere decir por supuesto, que no la conozca, y que no haya leído, estudiado y suponga el más elemental del interés personal y gustoso por el pasado, y el presente y el futuro de mi país. Por eso mismo, tengo claro que la que debería ser la principal fuente de autoridad y calidad sobre el trabajo y el relato de la Historia de España está manipulada y sesgada, y además carece, por lo general, del más mínimo rigor. Hablo de la Real Academia de la Historia.

Esta institución nació en 1738, en un contexto de auge del nacionalismo en Europa, al que se sumaba en España la influencia francesa de la más asentada regencia borbónica de Felipe V. Su finalidad pretendida era el estudio y la conservación de la historia nacional, pero rápidamente estas instituciones se convirtieron en herramientas de poder destinadas a ejercer un control sobre el relato histórico que debía siempre favorecer la construcción de la identidad nacional.

Si bien es cierto que los valores de la Ilustración, la ciencia y la razón alimentaban el espíritu fundacional de la Academia, y entre otras cosas, fomentó el estudio histórico de forma científica y sistematizada, la necesidad de generar un relato histórico que cohesionase el sentimiento nacional prevaleció, con lo que a la larga, las academias han tendido a marginar los trabajos y estudios que ponían en cuestión el relato hegemónico. La diversidad en las perspectivas de estudio historiográfico, en los métodos de trabajo y en el análisis de datos no ha tenido cabida, y no la tiene hoy en día en la Academia. Por lo tanto, el drama es que siempre estas voces completaban el relato histórico, con lo que al desecharlas, las propias academias han construido una Historia incompleta, parcial e injusta.

De este modo ha quedado una Academia, y como hija suya, una Historia oficial (o mejor dicho, oficialista), hetero-patriarcal, dominada por los hombres, machista, elitista y racista. Misógina y xenófoba y con el afán de responder a las necesidades de las élites en su intento de control social.

La Historia de España, según la propia Real Academia, así como de otras instituciones es pretendida como una “Historia única en el mundo”. No se puede ser más rancio. Claro que es única. Como la Historia de Portugal, Reino Unido, Lituania o Armenia. Como la Historia de Uruguay, Namibia, Nueva Zelanda o de China. O como la de Navarra, la de Liguria, la de la Pampa o la de Brisbane, Accra o Taipei. Todas las historias son únicas. Por eso resultan tan interesantes, y tan estimulante el tejer las redes de conocimiento que las conectan y que puedan ayudar a entender el mundo como fue y como tal es hoy. Y por esto mismo es tan importante estudiar y trabajarlas de manera inclusiva, completando los relatos, apartando los sesgos, incorporando a los grupos que han estado desfavorecidos a lo largo del tiempo.

Pensar que tu Historia es “única” o mejor que la del vecino es, a parte de una catetada de manual, acercarse al nacionalismo chovinista de más baja estofa. Si además, le añades un “orgullo por nuestro pasado” lo que se estará haciendo no es Historia de modo riguroso y científico, sino publicidad de tele-tienda y catálogo por correo. Si así se construye un espíritu nacional se hará bajo un andamio de fascismo indisimulado y del racismo más asqueroso. Por ello, la investigación histórica y las instituciones que en principio deberían de favorecerla, tendrían que alejarse de afirmaciones así y darles combate constante.

Y es que, ¿de qué orgullo estamos hablando? ¿De la Inquisición? ¿de la conquista a espada y manta virulenta? ¿de la expulsión de los judíos y de los moriscos? ¿de la desbandá? ¿del hacinamiento en chabolas de las grandes urbes? ¿del terrorismo de extrema derecha? ¿o de la epidemia de heroína en los 80? ¿estamos orgullosos de la gestión política de una catástrofe climática?

Pero, ¿es necesario erradicar el orgullo del relato histórico? No tiene por qué. Cada cual podría elegir que hecho del pasado le sirve para sentirse henchido de sentido nacional. ¿el gol de Iniesta? ¿las leyes de Salamanca? ¿Blas de Lezo? ¿la Batalla de Almansa? ¿las Brigadas Internacionales? ¿la militancia del Partido Comunista en la clandestinidad?

Lo que es evidente en todo caso, es que ninguna institución o Academia seria debe fomentar en el orgullo su razón de ser, sino en promover y facilitar el estudio histórico crítico y veraz. Porque todo lo que no sea eso será blanquear un pasado que sirva para determinar un presente. Falsear la Historia haciéndola principio y parte de una ideología.

Y aquí viene el principal problema. Porque la Real Academia de la Historia es una herramienta de control social y cultural por parte de una ideología conservadora y reaccionaria. La función de la Academia, por tanto, no es divulgar la Historia y fomentar el trabajo historiográfico diverso. No. La función real de la Academia es construir una idea concreta de país, cuyo pasado ya ha sido determinado de ante mano. La Academia apuntala la idea de una España Imperial, centralizada y monárquica, que ha sido así desde siempre. Y si para ello tiene que silenciar y eliminar los registros y pruebas de la realidad histórica lo hace.

Hago aquí un inciso para subrayar que sí, que estoy desencantado con la Academia de Historia porque en vez de ser un "nido de rojos" y una morada de lumpen, es en realidad, una cueva de fachas, elitista y recalcitrante. Pues si. Por qué si no es así, cómo se puede explicar que la principal institución en materia de estudio histórico no haya hecho suya las reclamaciones para abrir las fosas y poner negro sobre blanco la corrupción y los genocidios perpetrados por la dictadura franquista. Cómo se explica que no haya sido capaz de alentar y exigir estudios arqueológicos serios y definitivos para hallar dónde está enterrado el mejor poeta del siglo XX, como fue Federico García Lorca. Cuando la Academia es juez y parte lo que no va a existir es verdad. Ni de la propia de la justicia, ni mucho menos de la histórica.

Curiosamente los mismos que se escandalizan en los platós de televisión o en el teatrillo de los parlamentos de las políticas de Memoria Histórica, Memoria Democrática y Memoria de los Derechos Humanos, son los mismos que callan o mantienen incluso, una institución que debía de ser abierta, inclusiva, científica y centrada en el descubrimiento y difusión histórica, y que por el contrario impone un relato para toda España. Para todas las Españas.

Se construye una Historia desde arriba. Se tiene la desfachatez de denominarla de “consenso”. Ya me dirás tú qué consenso hay cuando se impone una versión cerrada que no se puede discutir. Una Historia triunfalista de “grandes” reyes y personajes intachables que realzan lo que nos une, nos hace “españoles”. Se oculta o se desprecia como anti-patriótico o mucho peor, “anti-españollo perjudicial de la Historia para la imagen oficial y la mitología nacionalista. Para la Academia y los adalides de la Historia es más útil recordar una visión sesgada del heroico pueblo de Madrid en la Guerra de Independencia (para traer como rey al sátrapa del Rey felón) o de los sacrificios de los Tercios en Flandes (para gusto de los intereses particulares de condes y duques alemanes) que “remover el pasado” de cunetas y tapias de la Guerra Civil y la dictadura.

Por suerte, y sobretodo por el empeño de historiadores de verdad, frente a las historias triunfalistas construidas desde arriba, con reyes, batallas y tratados, otros enfoques comenzaron a subrayar desde hace tiempo las divisiones sociales, culturales, étnicas, lingüísticas, identitarias, religiosas y de género. Frente a la historia apologética del poder, utilizada para generar una mayor lealtad de los ciudadanos a los dirigentes de los Estados, surgió una historia social, enriquecida con los hallazgos de la Antropología, la Economía y la Sociología que escuchaba las voces marginadas por la historia tradicional. Frente a la grandilocuencia de las historias nacionales, aparecieron historias locales y micro-historias que daban a conocer la realidad constante, casi inmutable, de espacios geográficos y sociales diversos que no habían sido tratados. Más aún, nació una historia de las realidades subalternas (grupos sociales oprimidos por no pertenecer a la élite o a los convencionalismos de género y raza) que completan la realidad histórica.

Pero por contra, este estudio complejo del pasado requiere una visión crítica que es incompatible con la Historia triunfalista de moralina patriotérica. Por esto mismo, la revisión y el descubrimiento de las atrocidades e incoherencias de siglo XX, dividen tanto. Porque además, demuestran que por desgracia, no son sólo los jóvenes los que no conocen su historia.

Por si todo esto no fuera poco, además metodológicamente el olor a esmegma caduco de la Real Academia de Historia es todavía más apestoso que sus voluntades e intenciones políticas y culturales totalizadoras. Puede que en los edificios de la academia y en los domicilios y despachos de los académicos hayan descubierto la informática e Internet, pero siguen anclados en la visión diocechesca de las Crónicas como método por el que construir y relatar la Historia. Nacimientos, muertes, batallas, tratados, conquistas, coronaciones o revoluciones como compartimentos estancos de fechas. Sin contexto. Una Historia escrita desde arriba que ignora a conciencia los quehaceres y la trascendencia de la vida diaria de millones de personas que han hecho (H)historia a lo largo de la Historia. Los oscuros en esta forma de contar lo histórico son tan enormes que dan grima.

La Historia está sujeta a cambios y a revisión. A nuevos análisis que aprovechen las nuevas tecnologías y descubrimientos (arqueológicos, archivísticos, documentales, discursivos, etc.) con el fin de completar el relato histórico, haciendo partícipe a la sociedad en su elaboración, conocimiento y difusión. Tiene que poner objetividad, frente a la subjetividad del presente y también de quienes construyeron la Historia en el pasado.

La Historia social, las historias locales y micro-historias, las historias sobre aspectos como las mentalidades y el pensamiento, la alimentación, el urbanismo, el trabajo, sobre la mujer o sobre los grupos subalternos de la Historia, son ignorados e ignominiados. Toda evolución metodológica y filosófica en el estudio de la Historia, todas las aportaciones de las escuelas como Annales, el marxismo británico o el estudio de las realidades subalternas de la Historia son rechazadas en frontera. Quieren una Historia española de capilla. De teja y mantilla. De capote y montera. O de tricornio y corona.

Y todo esto tiene consecuencias. La tradición pesa todavía más que la verdad y la ciencia. La gente, incluida la que se cree culta, considera que la Historia es una cronología de fechas trascendentes con las acciones de las élites. Y cuando se elaboran programas de estudio se pone todavía el empeño en hacer que los estudiantes dominen estas fechas, sin contexto ni relaciones. Haciendo una Historia aburrida. Una materia que el alumnado pase como trámite, y que cuando adultos les haga cambiar de canal porque no les interesa. En definitiva, una Historia que no sirva para construir personas con un acervo moral y ético consolidado.

Todo esto hace que no se promueva un estudio de la Historia de España adecuado para nuestros jóvenes. En los colegios, institutos, e incluso en las Universidades, se imponen las versiones tele-dirigidas por los grupos editoriales, pertenecientes a las élites de organizaciones religiosas. Esto unido a la estrechez de los calendarios escolares y a las apreturas de los recortes y falta de medios en la educación pública, hace que los jóvenes alcancen la edad adulta con profundas taras en el conocimiento del siglo XX en España, pero sin embargo, estén muy puestos en un supuesto pasado Imperial que llevo el orden y la cruz allende de los mares. El problema ya es grave de por si porque nos deja disminuidos en la madurez, huérfanos de la verdad histórica e incapacitados de sentido crítico y pensamiento propio. La Academia debería luchar por dotar a la educación de unos programas en materia de estudio tanto de la Historia, como del Arte o la Filosofía, que fueran modernos. Adaptados a las nuevas realidades. Inclusivos y que pusieran el acento en los contextos y la vida diaria de los hombres y mujeres de a pie. Que en general, fomentasen el pensamiento crítico y unas sólidas bases éticas y de justicia universal.

Por otro lado, estamos acostumbrados a que las celebraciones usen el pasado para justificar el presente. A que en los medios de comunicación se deforme el pasado, o se mienta descaradamente, para ajustar la historia a los intereses pecuniarios del presente. Y la Academia no lo denuncia, no lucha contra esto.


Por todo ello, la Real Academia de Historia de España debería de disolverse. Entregar las armas, los diccionarios rancios de historicismo blanco y las enciclopedias chuscas de visión sesgada. Sus académicos parapetarse en un hogar del jubilado a esperar la muerte física que haga juego con su perenne estado de muerte cerebral. Esta animadversión al trabajo de campo. Esta cerrazón al elitismo de cognac y faria. Esta misantropía. Esta ausencia de dignidad. Y esta dejación de funciones son motivos más que suficientes para no contar con una institución que se ha dedicado con tesón y felonía a deslegitimar la Historia y a ocultar la verdad, a cambio, de vender una versión simplista y elitista, que huye de la razón y el conocimiento.

El lema de la Real Academia de Historia dice “Nox fugit historiæ lumen dum fulget iberis” («La noche huye, mientras brilla para los íberos la luz de la historia»). Encima con recochineo, cuando lo que de verdad supone la noche es la manipulación de la Historia para servir a las élites del presente, ocultando a los íberos la luz de la razón, al tiempo que los ciega, con el foco del oprobio y la mentira.

 




martes, 7 de junio de 2011

Un crack llamado Santiago Segura

A continuación y para ir desengrasando un poco, que no todo en la vida es estar cabreado e indignado. y para ello me valgo de un video con los mejores momentos de una charla ofrecida por Santiago Segura dentro del festival de cine de Málaga de este año, allá por el mes de mayo. El artículo orignal, aquí.



Menudo fenómeno. Verdades como puños y un ejercicio de resumén sobre el cine y la mentalidad de ese país llamado España.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Laicismo Ya


El embajador Vázquez, que alardea de socialista y católico, hacía lo propio hace poco al referirse a las excelentes relaciones entre el Gobierno de su partido y la Santa Sede. Sin embargo, la opinión del Padre Benedicto es muy otra y parece que hasta tuvo prisa en expresarla nada más aterrizar en Compostela, pues según su santísima mala fe lo que soporta su institución en España es una persecución, similar a la que se dio en los años treinta del pasado siglo.

Alguien del Gobierno que nos representa debería protestar ante la infamia que comportan esas palabras del pontífice de Roma y jefe del Estado del Vaticano, pues aparte de la delirante patraña que significa comparar los privilegios de que disfruta la Iglesia actualmente en España -los máximos en los últimos 35 años- con el deplorable periodo durante la Guerra Civil en que se cometieron asesinatos incontrolados de sacerdotes y religiosos, es ignominioso hacerlo por parte del máximo representante de la institución que hizo de aliada en la represión franquista, a cuyo dictador honró con el título de caudillo por la gracia de Dios, llevó bajo palio en las ceremonias religiosos, dedicó preces y sigue enterrado en una basílica católica.

No es por lo tanto Benedicto XVI el más indicado para hablar de persecuciones, a menos que pida perdón por las que cometió su Iglesia al lado del bando promotor y vencedor de la que El Vaticano consideró como cruzada. Si es inadmisible que un jefe de Estado exponga este tipo de declaraciones al visitar un país cuyo Estado, además, sufraga su estancia, más lo es hacerlo en nombre de una institución que históricamente ha pactado no sólo con la dictadura franquista, sino con la mussoliniana y hitleriana, según los respectivos concordatos firmados con sendos dictadores por Pío XI y Pío XII. Gracias a esos regímenes, que implantaron en Europa la más cruel de las persecuciones y el más cuantioso de los exterminios, Franco y la Iglesia pudieron imponer en España su doble dictadura nacional-católica.

Es de suponer que cualquier otra declaración de cualquier otro jefe de Estado de visita en nuestro país, que vilipendiara de modo tan falaz y fragrante la ejecutoria gubernamental en relación con ese Estado, encontraría la enérgica reacción diplomática que sería menester. No la habrá porque, como dice Vázquez, las relaciones con la Santa Sede son excelentes y siempre lo serán. Las propias entre un Gobierno acosador y una Iglesia perseguida.

El taxi más caro del mundo circulará este fin de semana por Santiago de Compostela y Barcelona. Se llama papamóvil, y cada hora de trayecto con ocupante divino sale por 800.000 euros de nada. O lo que es lo mismo: 13.333 euros por cada minuto que pase Benedicto XVI en España. Aunque el problema no es el precio, sino quién paga la mayor parte de esta abultada factura. Los papamóvil –han traído dos– llegaron la semana pasada a bordo de un avión Hércules del Ejército español. Es decir, fue el dinero de todos los contribuyentes el que también cubrió el traslado del vehículo privado de este señor, don Joseph Ratzinger, cuyas próximas visitas pastorales costarán a las menguadas arcas públicas 29,8 millones de euros.

El gasto en dinero público y la tarifa por horas las ha calculado la organización Europa Laica: tres millones de euros en Santiago, 1,8 millones en Barcelona y 25 millones el año próximo en Madrid. No sabemos si estas cuentas se quedan cortas o se pasan porque, inexplicablemente, no está del todo claro el dinero público empleado. El coste de las visitas no aparece detallado, sino que se reparte en varias partidas para que abulte menos –como el traslado de los papamóvil, que paga Defensa–.

Sabemos que Benedicto XVI viene a predicar su testamento. Sabemos también que la visita es religiosa, y no como jefe del Estado teocrático del Vaticano. Sabemos que esta gira está bendecida por cada ayuntamiento y autonomía implicados, y también por el Gobierno, esos rojazos comecuras que llevan meses pactando cada detalle con Roma y Rouco Varela. Sabemos que incluso hay descuentos fiscales para las empresas que financien estas misas –dinero que dejará de cobrar Hacienda–. Pero es un misterio lo que nos cuestan los viajes del Papa a este estado aconfesional llamado España.

Porque siguen anclados en el pasado y en el rancio derechismo, violento y subersivo contra todo aquello que hace la vida humana digna, feliz y productiva.

Porque no se puede permitir el ataque desmesurado contra una democracia de un señor que se asemeja en la historia a Pio XII que acuso y al final festejo la victoria de los alzados hace 70 años.

Porque el ataque es la recalcitrante y continua tendencia a cuestionar las leyes dictaminadas por parlamentos democráticos en aras de los privilegios y el oscurantismo de siempre, con una bula insoportable para inmiscuirse en los asuntos de una nación.

Este Gobierno laicista radical ha subido un 34% la asignación de la casilla católica del IRPF, ha renunciado a la reforma de la ley de libertad religiosa y se ha gastado varios millones de euros públicos en pagar el reciente viaje del Papa.

Este Gobierno ateazo y secular también financia la enseñanza de religión católica en las escuelas públicas, ha recortado todas las partidas presupuestarias, salvo los más de 6.000 millones anuales que recibe la Iglesia, y mantiene un Concordato preconstitucional, donde el único precepto que aún no se cumple es esa promesa que hizo el Vaticano de autofinanciarse.

Este Gobierno de rojazos comecuras, que incluso nombró al frente del Tribunal Supremo a un magistrado que considera que la verdadera justicia emana del amor a Cristo, es, en palabras de Benedicto XVI, el representante de una España donde “ha nacido una laicidad, un anticlericalismo fuerte y agresivo como se vio en la década de los años treinta”. Rouco Varela, siempre a la ultraderecha del padre, completó la extemporánea comparación con una entrevista, ayer en El Mundo, en la que aseguró que el Gobierno es “hostil contra la familia” y nos ha colocado “en el ranking de primera línea en el laicismo europeo y mundial”.

Las respuestas que da la jerarquía católica ante la generosidad del Gobierno demuestran dos cosas. La primera: que la Iglesia es insaciable, y sólo una teocracia como la iraní, donde la sociedad se somete a sus criterios morales, parece capaz de satisfacerla. La segunda: que no ha servido de mucho la estrategia del apaciguamiento que ha seguido Zapatero.

Si reconocer los derechos de algunos colectivos históricamente oprimidos por la Iglesia –como son los homosexuales o las mujeres– es una hostil muestra de agresivo anticlericalismo, ¿qué dirá la jerarquía católica cuando, en vez de ampliar los derechos de terceros, sean sus privilegios los que al fin se recorten? Me temo que tardaremos muchos años en saberlo.

Por eso yo ni he esperado ni esperare al Papa ni a nadie, ni a ningun credo que venga a imponerme sus creencias, sus razones o sus inmoralidades porque estoy cansado de la censura y la inquisición. Cansado de pagar siempre los mismos las excentrecidades de unos pocos, las fiestas de una parte de la población que ya no tiene ninguna capacidad de representación, porque los que asisten a misa, los que siguen los dictados rancios y trasnochados del pasado que denigra las libertades en ambos hemisferios y la vida de millones de personas en el Sur, no me convencen y jamás lo harán. Porque cada vez son menos, como en los toros, y porque acabaran muriendo les asista su dios o no. El siglo XXI es el siglo de las personas de todas aquellas y aquellos grupos sociales que han permanecidos en la sombra frente al miedo y la intransigencia. Y de la ciencia y tecnología para que por fin los que han estado y están bajo el yugo de coranes, biblias y dictaduras eclesiásticas, puedan por fin levantar el vuelo, y vivir con una igualdad plena de derechos y libertades. Nadie puede permitirse mantenerse asociado y vinculado a esta organización, esta secta, y hablar de futuro, progreso o igualdad. Basta ya de aconfesionalidad, de 35 años de un "concordato" pre-constitucional, heredero de la visión de los que mataron en nombre de Dios, masacraron al pueblo al que supuestamente iban a defender y debían lealtad. Por eso, ahora mas que nunca, es la hora del laicismo.

martes, 30 de junio de 2009

Escribir que las cosas deben cambiar te hace ser un apestado


Genial y reveladora entrevista a Roberto Saviano por parte de El País, 30 de junio de 2009.

Ya está en las librerías italianas el nuevo libro de Roberto Saviano (Nápoles, 1979). Se titula ‘La belleza y el infierno’, y es la suma de su obra periodística: reúne perfiles, reportajes y artículos publicados antes y después de Gomorra (2006), la novela que partió su vida en dos: éxito y fama, miedo y soledad.

En el prólogo, Saviano cuenta cómo es esa existencia nómada y sin hogar (dolor, huída y aprendizaje, habitaciones de hotel, viajes veloces, tristeza y escritura) desde que le amenazó la Camorra, y explica el origen del título, tomado de un pasaje de ‘El hombre rebelde’, un ensayo de Albert Camus: “El infierno tiene solo un tiempo, la vida un día recomienza”.

Saviano ha sobrevivido gracias a la escritura que le obligó a renunciar a la normalidad. Quizá por eso, ha llenado el libro de agradecimientos. Los amigos que ha ido encontrando en esa nueva etapa son el motor de las 250 páginas. Y luego están, sin estar, los ex amigos, aquellos que se fueron sin despedirse y que al irse aumentaron su rabia y su incomprensión, pero también, sin saberlo, le animaron a seguir escribiendo. Unos textos exactos, airados y apasionados a la vez, textos justicieros, o militantes si se prefiere.

Como perseguido, Saviano se siente cómodo entre los perseguidos. Pero escribe pensando en los lectores. En muchos lectores. Dice que es la única forma de callar a los cínicos, los difamadores, los cobardes. “No quiero escribir como los cínicos. El cinismo es la armadura de los desesperados que no saben que lo están”, explica.

Los amigos nuevos, vivos o muertos, tienen algo en común. Son ejemplares. Beppino Englaro, el héroe recto que desafió la hipocresía de los ateos devotos; Miram Makeba, la reina de África que murió en escena en Castelvolturno, territorio Gomorra; los boxeadores olímpicos del Gimnasio de Marcianise, que escapan de la Camorra a base de sudor; Anna Politovskaia, la periodista rusa asesinada para taparle la boca; el músico Michel Petrucciani y el futbolista Lionel Messi, dos enfermos sublimes, entre la belleza y el infierno; el infiltrado en la mafia Joe Pistano, cuya historia inspiró la película ‘Donnie Brasco’…

En octubre, Saviano llevará algunos de esos textos y personajes al Piccolo Teatro de Milán: “Soy un intruso del teatro, pero siento la necesidad de comunicarme directamente con los lectores”, dice en esta entrevista, en la que reflexiona sobre la vida y el periodismo y ataca el cinismo que, a su juicio, está devorando a su país.

Pregunta. La pieza sobre Joe Pistano, Donnie Brasco en el cine, es como un encuentro con un maestro...

Respuesta. Bueno, él es un policía que estuvo infiltrado seis años en el clan Bonnano, y gracias a él hubo más de 100 detenidos… Su vida tiene bastante que ver con la mía. Quedamos en Roma, en un restaurante, y me dijo que debía ir sin escolta. Llego y me dice: “La verdad es que para ser italiano vas muy mal vestido”. Es todo un personaje. Veía a su mujer y sus hijos solo en agosto y en Navidad. Me dijo: “Del infierno se puede volver”. Me preguntó si hacía deporte, si estaba tatuado. “Ah, entonces eres un hombre”. A cada frase se santiguaba. Es religiosísimo.

P. ¿Qué le enseñó?

R. Estuvo muchas veces a punto de morir, pero no lo mataban porque nunca huía. Pasó mucho miedo, pero pesaban más las ganas de acabar el trabajo. Pensaba que si se salvaba podría terminarlo. Ellos se reunían para decidir qué hacer con él, y él se quedaba fuera esperando. Me contó que los bosses estadounidenses se habían dulcificado mucho, y que cuando la cosa se puso fea tuvieron que llamar a los sicilianos. En la Comisión Antimafia dijo que la forma de acabar con ellos es dejar que se americanicen, porque la buena vida les hace cada vez menos fiables como organización, les quita disciplina y jerarquía. Los mafiosos italianos se drogan solo ahora, antes no la tocaban. Las mujeres, me decía, llegaban con un golpe de uña. “Se vuelven locas por los criminales”. Su idea para resistir es que él estaba en lo cierto y los mafiosos estaban equivocados.

P. El bien y el mal…

R. Camus lo dice de otra forma: para contar la realidad es necesario haber atravesado el abismo del infierno y tener el talento de la belleza.

P. Messi y Petrucciani, por ejemplo.

R. Dos enanos que se convierten en gigantes. Petrucciani tenía una enfermedad muy rara, se llama huesos de cristal. Su abuelo era napolitano, y en el infierno de su condición encontró la belleza, la fuerza para ser mejor. Fue capaz de crear algo único. No como un freak que tiene éxito; era independiente de su estado físico. No era un fenómeno de feria. Escuchas un disco suyo y notas un talento infinito. El infierno mejoró su talento, le empujó a ser mejor. Tenía siempre alrededor un montón de mujeres, decía que le dejaban porque las engañaba. Estaba lleno de vida y era un ser monstruoso. Tuvo un hijo y le contagió la enfermedad. Explicó que él había tenido una vida maravillosa y no tenía porqué impedirle vivir una vida semejante. Hay un vídeo en Youtube en el que su hijo toca el piano sentado en sus rodillas. Es como si hicieran el amor solo que en público.

P. ¿Y él cómo tocaba el piano si sus huesos se rompían?

R. Desde el parto vivió con el cuerpo enyesado, todo salvo las manos. Por eso entendió que tenía que hacer algo con las manos. Su abuelo le enseñó a tocar la batería. Luego se fue a América, a una comunidad hippie, y era el enano que todos usaban para los juegos eróticos. Empezó a tocar el piano y un día se encontró con el saxofonista de Keith Jarret, que había dejado la música y era cartero. Tocaron juntos, hicieron un disco mítico que cambió la percepción del jazz. Luego se murió de una pulmonía. Al romperse tantas veces la caja torácica, tenía los pulmones llenos de cicatrices. Es una historia increíble. Le miras y piensas que no tiene nada que ver con la belleza. Lo escuchas y entiendes cómo transforma lo que es en belleza.

P. En el prólogo hace una especie de alegato de la defensa.

R. Me defiendo ante los lectores de las calumnias que me lanzan. Me dicen que soy un producto de marketing, que copio, que soy un escritor de un solo libro y un solo tema. Siempre he dicho que los lectores hacen posible y peligroso el oficio de escribir. Gomorra ha vendido más de tres millones de copias en el mundo y sus lectores saben ahora que Italia es el segundo país del mundo donde hay más personas protegidas, después de Colombia.

P. Pero esa vida ha tenido cosas positivas.

R. He conocido a Salman Rushdie y, cada vez que tengo un problema, le mando un mensaje y me ayuda. Me dice que no me haga un mártir de mí mismo, que vea chicas, que me busque un exilio de oro, que no me martirice para ser coherente con el personaje. Una vez no me querían dejar volar con Air France, decían que los pasajeros tenían miedo. Me dijo: “llama a Le Monde y diles que no te dejan”. Lo hice, Le Monde llamó a Air France y se arregló. Siempre recordaré que cuando estuvimos juntos en Estocolmo dijo que lleva todavía dentro las heridas que le produjeron los colegas.

P. ¿Así que lo peor es la envidia de los otros escritores?

R. Lo digo en el libro: siento orgullo de ser atacado por ese tipo de escritores y políticos que me acusan de representar una puesta en escena y de pillar dinero. Ahora sé que solo el negocio bueno gana al negocio malo. Gasto 10.000 euros al mes en abogados para defenderme. Te dicen que has plagiado, te intimidan con querellas criminales… La noticia sale en los periódicos y cuando ganas han pasado cuatro años. El odio nace de que sienten que eres diferente. Hay muchos políticos y escritores que creen que todo es lícito, viven en la impunidad total. El mecanismo que me empuja a escribir es justo el contrario de ese cinismo. Creo que hace falta cambiar las cosas. Me niego a sucumbir al conformismo. Ellos saben que la mayor parte del país está de su parte. Que nadie sale a la calle a protestar por nada, que la gente adora ser representada por políticos que encarnan sus contradicciones. La gente siente que Berlusconi tiene los mismos vicios y contradicciones que ellos, por eso están cómodos con él. Si tratas de cambiar eso, les quitas el sueño. Pero no hablar de las cosas solo sirve para esconderlas y escurrir el bulto. La indiferencia de los italianos, esa forma de acostumbrarse a cualquier cosa, ha contagiado a la sociedad civil, a los periodistas, a los líderes de opinión. Pensar o escribir que las cosas deben cambiar te convierte en un apestado. Dicen que lo haces porque no has llegado donde esperabas, porque no tienes enchufe… Te llaman inadaptado, dicen que eres poco fiable, que estás fuera del sistema. Ese cinismo está devorando el país.

P. ¿Por qué no escriben para los lectores?

R. Todo el mundo habla para las elites. Como si ya no se pudiera conquistar a los lectores y la única forma posible de estar en el mundo fuera hablar para los colegas. Yo escribo siempre para el público más amplio posible. Esa es la fuerza que tienen las palabras sobre los criminales. Pero también Miriam Makeba, que vino a morir sobre un escenario en un pueblo inmundo dominado por la Camorra, cantó esa noche para 30 personas. Le daba igual que el teatro estuviera lleno o vacío, vino para las prostitutas nigerianas porque eran su gente. En el artículo escribí que murió en África, Castelvolturno es África. Solo esa vieja generación sigue pensando que hablar al público es necesario. Hoy, además, hay que hablar para el mercado global. Si queremos que ‘El País’, ‘La Repubblica’ o el ‘Times’ se interesen por estas cosas, la única forma es que interesen a los lectores.

P. Politkovskaia murió asesinada por llegar al público.

R. Lo que más me sorprendió es que su hijo me contó que tenía a su madre enferma y que se dedicaba muchísimo a cuidar de su familia. El día que la mataron había ido al supermercado a comprar cosas para ella. Era una mujer dedicada y completa. Nunca renunció a su familia, tampoco a su trabajo en Grozni. Sorprende la indiferencia con que la prensa trató su caso. Antes de matarla la envenenaron en el avión, la ingresaron en el hospital y los análisis que probaban el envenenamiento desaparecieron. Lo denunció pero nadie le hizo caso. Dijeron que había visto muchas películas de 007. Hasta que murió nadie la creyó. Su marido, en una entrevista, dijo que era mejor así, que ella temía más a las calumnias y a las fotos de supuestas orgías que a la muerte. Con la muerte nadie tiene dudas. Las dictaduras matan, las democracias destruyen la imagen.

P. La lista de agradecimientos del libro es enorme.

R. Son todas las personas que me han ayudado. Al principio no sabía cómo acabaría esto. El odio político, el riesgo de quemarte… Solo tenía a los Carabineros conmigo, y poquísimos amigos. Esos son los que me han dado gasolina para aguantar y evitar errores. Al principio era fragilísimo, con el tiempo he aprendido a defenderme y construirme. Poner los nombres es una forma de homenaje, y a la vez el relato de un país distinto. No solo existe el que mira hacia otro lado. Hay gente magnífica en este país.

P. El nombre más importante no está. Es el de la dedicatoria. “A M…, luz en esta larga noche”.

R. Es jodido entrar en relación con uno como yo. Enorme presión mediática, judicial… He sido un tipo intratable, nervioso, siempre fuera de onda, sin casa fija… En este diario infernal del día a día, ella ha intentado estar cerca de mí: merecía ese homenaje. Con algunos amigos también estoy en deuda. No es fácil: deben compartir tu batalla, soportar la presión y seguirme por el mundo. Soy un profesional ambicioso de pecado mortal. Quiero cambiar el mundo con las palabras, es una especie de misión. Por suerte no tengo desviaciones místicas, pero el sentido de mi vida es ese. El libro es para los que no crecieron conmigo y desaparecieron de repente. No sé todavía cuál era mi culpa. No hice nada feo, nada malo ni sucio. Pero se fueron.


Una vida nómada

- La osadía. En 2006, Roberto Saviano, entonces un joven y desconocido periodista, publica Gomorra, en el que se detalla el funcionamiento de la mafia napolitana y sus conexiones internacionales.

- Un autor encañonado. El éxito imparable del libro moviliza al clan de los Casalesi, el más poderoso de la Camorra, que jura venganza por haber denunciado el entramado de sus negocios.

- El cine. Gomorra llega al cine de la mano de Matteo Garrone. La película es Premio del Jurado del Festival de Cannes en 2008.

- Con Rushdie. Saviano participa en 2008 junto al escritor perseguido por una fetua en un encuentro histórico en Estocolmo.

- Al teatro. En octubre de 2009 Saviano llevará textos de su nuevo libro al Piccolo Teatro de Milán.


domingo, 2 de diciembre de 2007

Memoria inducida

¡¡Qué noche más kojonuda la de ayer!! Esa cena en el Perdigón, en Zamora, donde se come bien y nos reímos más. Cierto es que al final nos "tangaron" y alguna ración quedo sin servir, pero en fin, la economía no es más que una ciencia, nunca un sentido de vida, ya que todo lo que se hace si tiene como fin el máximo disfrute, su precio se convierte en una anécdota. Además si con ello se tiene la oportunidad de conocer a gente maja y buena, como Angel, y el resto de chavales con los que cenamos pues ya ni digamos. Y aunque es cierto que luego apareció un gilipollas, no hay nada que reprochar a unos chavales que se portaron fenomenal.

Pero si no hubiera pasado lo que sucedió después pues hubiera sido una buena noche para guardar en mi memoria sin más entradas que las que evoca el recuerdo. Pero resulta que las mujeres suelen emplear ese famoso "termo" en el que cualquier cosa que digas o hagas, y les pueda causar daño, queda guardado conservado su temperatura inicial para ser empleado en el momento oportuno. Estas líneas y estas palabras son para mi un borrador de las ideas que tengo en la cabeza, de lo que te dije anoche, de lo que te dije en el pasado y de lo que me quede sin decirte.

Por supuesto que me gustaste. Seria imbécil no admitirlo. Pero estas palabras a ti no te sorprenden porque lo normal es que le gustes a todo el mundo. Ahora bien, lo que yo empece a sentir por ti, lo frene rápido, ya que se que esos caminos con acompañantes como tú me llevan al desierto. Y ese sentimiento nació porque un tiempo en el que mis ojos y los ojos de mi gente vimos cosas "raras". Creo con bastante seguridad que tu te fijastes en mi... y yo cambie mi modo de verte... pero aquello duró lo que dura un suspiro, y a la primera que volví a ver lo que mi cabeza clamaba, se rompieron todos los anhelos que tuve contigo como protagonista alguna vez.

Pero lo que esta claro es que eso no quita como te dije anoche, a ti Sofia, como a Ana, a su hermana, a Silvia y también a Carmen (muchísimo por que la conozco más) y al resto de vosotras, os tenga un cariño especial. Y como yo todos nosotros. Nos habéis abierto la puerta de vuestra casa, de vuestra amistad y de vuestras sonrisas. Y nos gusta quedar contigo y con el resto... Seguro que ahora o cuando pienses lo que hablamos (si es que te da por ahí) pensaras que te llame narcisista como una defensa, una forma de quitarte de mi cabeza y de mi corazón. Puede que en parte si y eso atacara mi inconsciente. Pero lo que si que puedo asegurar es que me jode bastante ver como en esos tugurios en los que os movéis, vos te exhibes y disfrutas de ser el centro de atención olvidándote de con el resto de personas con las que has salido. Me jode porque no te hace falta, no solo por tu belleza, sino además porque lo más interesante en una persona que es su corazón y su cabeza, que es donde radica tu hermosura universal. Te dije lo que pensaba aquella vez y ya esta. No pensaba ni por asomo que te fuera a afectar tanto pero es lo que hay. Si preguntas pidiendo la verdad, te puedes llevar sorpresas. La confianza es lo que tiene, que acabada dando asco. Pero tienes que entender que si me preguntas te voy a decir la verdad, y que si bromeo contigo, como ayer cuando subisteis al coche con Miguel y conmigo es resultado del aprecio y el cariño que os tengo.

Me gusto hablarlo, pero también me jode que si te molesto aquello no me llamaras un día y me dijeras -Mira, tengo que hablar contigo... Pero en fin ese es otro tema que también tengo que ordenar. Ya lo he dicho alguna vez: "No quiero amistades con fecha de caducidad". Quiero personas que entren en mi vida en cualquier momento y nunca salgan. No tienes ni idea de lo que me jodió anoche, que cuando llegamos al Potemkin os fuerais a los 5 minutos. Obviamente estáis en vuestro derecho, no voy a yo a cohibirlo; pero siempre es la misma historia... Ana se quedó y creo que se lo paso bien, rió y todo aquello. A nosotros nos pasa lo mismo con Dani, joder, yo el finde pasado me fui de una mierda de tugurio y me fui a mi puto rollo, pero no entiendo por qué una noche no acabáis en nuestros "bares"...

En fin, Sofia que me encantaría que leyeses esta entrada y te dieses cuenta de que a mi no me duele el pasado; si acaso el presente; que vieras de verdad que por encima de todo para mi eres una amistad, aunque tengo la convicción que con muerte segura. Y que también te dieses cuenta, de que tu belleza es el complemento a tu dulzura, no al revés; que lo más interesante es lo invisible, y que el mejor piropo que te van a decir será escucharte.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...