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jueves, 19 de abril de 2018

Porque NO a las casillas de la Iglesia y de fines sociales


 Imagen extraída de aquí.

Nos encontramos a un par de semanas del inicio formal de la Campaña de la Renta 2017, donde los ciudadanos de a pie, los curritos, es decir, la clase trabajadora, se pondrá al día con el fisco. Pasaremos por caja en la mayoría de los casos como muestra una vez más, de que el trabajo, la economía real y efectiva, lo que se genera y produce gracias al sudor de la frente del obrero y la obrera -y también del riesgo corrido por algunos empresarios- tiene todas las zancadillas, mientras se pasan de puntillas con los beneficios que otorga la especulación y la ingeniería financiera. Eso si, si logran pillarlos, porque las cuantías golosas se guardan en paraísos fiscales, mientras el que debería vigilar mira para otro lado y sigue sin dar las herramientas necesarias, en personal y medios, a los inspectores que con honradez y sentido del estado desean hacer su trabajo.
La Campaña de la Renta en “nuestro” país se caracteriza por una ausencia casi total de recursos de participación y decisión de los contribuyentes para que estos destinen parte (o la totalidad) de sus impuestos a causas concretas como pudieran ser la investigación, la sanidad, la educación, la cultura o el deporte.
Aunque no son muchos los países que registran estas cláusulas en las declaraciones de impuestos de sus ciudadanos, si que existen ejemplos a los que como sociedad deberíamos prestar atención, como en Suecia, Canadá, Holanda, Francia, Estonia o Nueva Zelanda.
Evidentemente hay ciertos gastos como en materia de defensa y mantenimiento de instituciones políticas -es decir, sueldos de políticos y sus asistentes, así como sus privilegios- que deben de poder sufragarse y que son altamente impopulares, por lo que habría cierta cantidad de lo recaudado sujeta a la discreción del gobernante para poder dotar económicamente estas partidas cuestionables, pero que vamos a suponer de partida, necesarias para el mantenimiento del estado y del bienestar de sus habitantes. Esto en una teoría básica sin mayores distinciones, y sin entrar tampoco a valorar, la ideología y sentido de los gobernantes y las mayorías parlamentarias que lo sustentan, que podrían decidir aumentar o disminuir tales partidas para sufragar otro tipo de gastos de índole social y participativa.
Sin embargo en España, como decía anteriormente tenemos que hablar de una ausencia casi total ya que mientras todavía hoy, y pese a las campañas y alegatos pidiendo su inclusión es imposible destinar una parte de nuestros impuestos a por ejemplo la investigación y el desarrollo o a la proliferación de la cultura, si que existen dos apéndices en los que asignar a conciencia parte de nuestros impuestos, así como de la devolución que Hacienda nos hace en caso de haber aportado más de lo que nos corresponde: La casilla de la Iglesia y la casilla de los fines sociales.
La financiación de la Iglesia Católica a través de la declaración de la renta es injusta e insolidaria. Quienes marcan la casilla no pagan un 0,7% más, sino que se detrae del conjunto de lo recaudado anualmente, es decir que “todos pagamos” aun sin tener voluntad para ello. El culto y el clero de cualquier organización religiosa y de las organizaciones a su servicio, debe estar financiado por sus fieles. Más si cabe cuando hablamos de la acofensionalidad del Estado, recogida en la según interese sacro santa Constitución. Por otro lado, las necesidades sociales, no deben ser voluntad del contribuyente o establecidas por las organizaciones sociales, sino que han de formar parte de las políticas del Estado, en función del interés general.
Las creencias se las han de pagar quien las tenga y la Iglesia buscar los fondos entre sus fieles. Es necesario que se elimine la asignación tributaria a través del IRPF, privilegio que se mantiene por el Concordato y los Acuerdos de 1979. Izquierda Unida reclama al Gobierno que derogue los acuerdos con el Vaticano, por “vulneran el principio de independencia entre la Iglesia y el Estado” que viene a amparar “la financiación de la Iglesia Católica con fondos públicos y el adoctrinamiento religioso en todos los niveles del sistema educativo”.
Mientras aumenta la pobreza y se privatizan los servicios públicos, el Estado aporta a la Iglesia Católica, a través de subvenciones directas y exención de tributos, una cifra que supera los once mil millones de euros anuales, lo que supone más del 1% del PIB, para el sustento del culto y el clero, mantener diócesis, seminarios, realizar manifestaciones políticas partidarias, lanzar campañas de discriminación y segregación en razón del género, en contra de la libertad de la mujer para decidir sobre su maternidad, o sobre la libre elección de la orientación sexual, los avances científicos, la eutanasia o la muerte digna; incluso para financiar cadenas de televisión privadas, como 13TV.
Exenciones fiscales en el IBI valoradas en 3.000 millones al año (sin olvidar el negocio que la Iglesia Católica Española hace con los bienes inmuebles que adquiere gracias al privilegio para inmatricularlos otorgado por el Gobierno de Aznar en 1997), 4.600 millones para pagar a los 16.000 profesores de religión y los conciertos con los centros religiosos, 3.200 millones para dispensarios, hospitales y centros de salud dirigidos por órdenes religiosas, y otros 500 millones para la conservación del patrimonio artístico propiedad de la Iglesia (patrimonio que la Iglesia gestiona, cobra al visitante y se desentiende de su mantenimiento y restauración que corre a cargo de los presupuestos de todos). El Congreso ya ha exigido en varias ocasiones al Tribunal de Cuentas la fiscalización del dinero que la Iglesia, después de que el tribunal haya rechazado hacerlo con los votos del PP.
Desde la firma del Concordato en 1953 entre los fascistas de Franco y el Papa Pio XII bajo los principios del nacional-catolicismo imperante seguimos pagando a la Iglesia y ellos siguen adoctrinando. En 1979 no es que se firmara a contracorriente, sino a traición, con el silencio de muchos, el desconcierto de algunos y el desconocimiento de la mayoría. Desde entonces y siempre, siguen perpetuando sus privilegios.
Algunas de las razones que Europa Laica argumenta para no marcar las casillas del IRPF, ni para la Iglesia ni fines sociales, se relacionan con la discriminación que supone para los contribuyentes; porque quienes marcan estas casillas reducen su aportación a los gastos públicos en un 0,7%, conculcando el artículo 31 de la Constitución: “Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo…”.
La propia existencia de esta casilla refleja el apoyo del Estado a la religión Católica, discriminando otras creencias distintas, por lo que se conculca así el principio de no discriminación por razón de creencias regulado en el artículo 14 de la Constitución, que reconoce que “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión… “. El Estado no se debe convertirse en recaudador de organizaciones privadas, además de que la asignación que se lleva la Iglesia, se detrae de las políticas públicas para escuelas, hospitales, servicios sociales, infraestructuras, medio ambiente o promoción del empleo.
Por otro lado la casilla para “otros fines de interés social”, también debe desaparecer. Los motivos podrían ser más difíciles de explicar y entender, pero es necesaria su eliminación, porque el origen de su existencia está basado en un engaño; una gran coartada para introducir y perpetuar la casilla de la Iglesia Católica en el IRPF; además una parte considerable de la asignación a fines de interés social va a entidades de la propia Iglesia, como por ejemplo Cáritas, por lo que recibe fondos por las dos vías. El espíritu solidario que se presupone a quien marca esta casilla, no puede llevarse a cabo con el dinero de todos. El que quiera ser solidario que lo haga de su propio bolsillo pero no a costa de la hucha común. En todo caso, los “fines de interés social”, no deben depender de la voluntad de los contribuyentes, ni establecido por las organizaciones sociales, sino que deben formar parte de las políticas sociales del Estado, de las Comunidades Autónomas y Ayuntamientos en función del interés general.
El artículo 16.3 de la Constitución establece que “Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones”. De otra parte, el Acuerdo sobre Asuntos Económicos entre la Santa Sede y el Estado Español, de enero de 1979, en su Artículo II.1, establece que “el Estado se compromete a colaborar con la Iglesia Católica en la consecución de su adecuado sostenimiento económico, con respeto absoluto del principio de libertad religiosa“.
Ambos documentos están en vigor constituyendo una grave contradicción. Mientras por un lado se consensuó y aprobó una Constitución votada (ya hace casi 40 años) que recogía el sentir de una sociedad católica pero en la que se incluían fuerzas y sentimientos cercanos al laicismo o cuando menos la aconfesionalidad, el otro es una firma entre dos estados (sin la rubrica de la población como ya exigía la Constitución aprobada un año antes) para salvaguardar los bienes y el poder de intervención de la Iglesia en la vida pública.
Hoy en día, cuando el porcentaje de la población que no votó en 1978 se acerca al 70% y quienes muestran su ateísmo o cuando menos su desafección de la Iglesia católica, es preciso explicar qué supone marcar una casilla u otra en nuestras declaraciones de impuestos. También es necesario explicar que se hace con el dinero recaudado. ¿Por qué se destinan cantidades para comprar armamento y no para investigar en la lucha contra el cáncer o las enfermedades degenerativas o raras? ¿Por qué mantener ingentes cantidades de asesores sin oficio ni beneficio de partidos políticos corruptos y amorales y no mejorar el sistema público de pensiones? ¿Por qué asignar a discreción dinero para la tauromaquía y no para el sostenimiento de la cultura o su promoción en las zonas rurales?
¿Por qué mantener la atroz maquinaria de un ente privado como es la Iglesia católica y no destinar todo ese dinero a erradicar la pobreza y la desigualdad social que se están agudizando día a día en este país?
Por todo esto es necesario pensar muy bien qué hacer con nuestros impuestos, así como también estar alerta e investigar y fiscalizar qué hacen con ellos una vez que están recaudados y convertidos en Presupuestos. Si queremos mantener su estatus y el nivel de vida de la codiciosa y medieval iglesia católica o queremos progresar y convertirnos en un país moderno, necesariamente laico, donde se pueda vivir mejor sin sufrir las tergiversaciones e intromisiones de quienes nos quieren atados al palo o directamente erradicados.
Ya sea rellenando cada declaración de impuestos, en las calles o defendiendo la aconfesionalidad del Estado, así como la laicidad de la sociedad, es el momento de implicarse y cambiar las cosas.






viernes, 22 de enero de 2016

Izquierda Unida. Una refundación inaplazable

Alberto Garzón, secretario del proceso constituyente y Candidato a presidente del Gobierno por Izquierda Unida - Unidad Popular mediante primarias en las Elecciones Generales de 2015. Foto de eldiario.es.

Decía Lenin que “hacer la revolución es comprender la realidad”. Y para continuar esa revolución hoy por hoy en cualquiera de los ámbitos de los que me ocupo y apasiono, se hace imprescindible, además por mi reciente trayectoria, hacer valoración, crítica, auto crítica e introspección de la situación del partido político que integro con coherencia y honor: Izquierda Unida.
Tras las elecciones generales del pasado 20 de diciembre la situación no es nada cómoda. Y lo es menos aún con el revanchismo que el círculo de la Complutense, ya trasladado al Congreso de los Diputados ha tratado el tema de la configuración de los Grupos Parlamentarios. Podemos no tenía llave exclusiva para que IU tuviera o no grupo propio en el parlamento. Eso es obvio. Pero no lo es menos, el hecho de que ha confabulado para que desde las candidaturas de confluencias (Compromis, Ahora en Comú y Mareas Galegas) no se desligaran los miembros de IU democráticamente elegidos para favorecer la constitución del grupo propio. Las consecuencias están claras: No restitución de los fondos invertidos en la campaña electoral, de los que el reglamento del Congreso permite para los grupos constituidos (con lo que puede traer en materia de sustentación de la organización con las deudas existentes con la banca privada) y anulación del espacio político y mediático de intervención de Izquierda Unida.
Pero todo esto es consecuencia de unas elecciones que no se puede calificar de éxito. El no poder formar grupo político por nuestros propios medios, tras sólo obtener 2 diputados (en la circunscripción de Madrid) es nefasto y pone en peligro la supervivencia del partido, pero sobretodo de una ideología, la de la defensa de la dignidad y la libertad de la clase trabajadora, cuya vigencia quieren poner en entredicho entre discursos demagogos del Fin de la Historia, o del crecimiento perpetuo.
Pero lejos del habitual tremendismo y ombliguismo del que hacemos gala en esta organización es importante reconocer la realidad. No es la primera vez que Izquierda Unida se queda sin grupo propio en el congreso. Ya en 2008, a la llamada del voto útil (eso de votar a quien no nos gusta para que no gobierne quien nos gusta aún menos), la coalición de izquierdas se quedo con 2 diputados. Mejor dicho 1'5. Gaspar Llamazares que era el candidato de IU a la presidencia y Joan Herrera que era el número 1 de la lista de Iniciativa Per Catalunya Les Verds. Y todo ello con “sólo” 990,000 votos, sin la competencia de un partido artificial creado para (des)-movilizar al voto de Izquierda Unida como ha ocurrido en estas elecciones.
Y si de aquella vez no se salió con la defunción de Izquierda Unida, no tiene ahora porque ser así, más si tenemos en cuenta que a nivel municipal la situación no es tan delicada como entonces. Pero sobretodo es muy difícil vislumbrar la desaparición de nuestra organización, toda vez, que se demuestra como clara, más que necesaria, imprescindible una ideología de izquierdas que elabore un discurso en favor de las clases populares y la legitimidad y vigencia de la lucha obrera; donde los discursos medioambientales y sostenibles no sean mera retórica y frases hechas ante las agresiones que el capital y la avaricia de los poderosos someten a nuestro entorno; y todo ello en un país y sociedad en estado de descomposición ante un cuerpo político tradicional podrido, corrupto y fascista.
Para llegar a esas elecciones Izquierda Unida dio su liderazgo electoral a Alberto Garzón quien a golpe de refundación (nada nuevo ya que viene marcado por los acuerdos de la Asamblea de 2007), primero buscó con generosidad y responsabilidad una confluencia de fuerzas rupturistas con el régimen tardo-franquista y neoliberal. En esa confluencia estaban llamados muchos agentes que finalmente decidieron integrarse en el proyecto político de Izquierda Unida, que bajo el nombre de Unidad Popular compitieron en estos últimos comicios. Sin embargo, ha calado en un amplio espectro de nuestros potenciales electores (la clase obrera) el mantra de que la confluencia fracasó, y en buena parte de ello, por Izquierda Unida, porque no quiso despojarse de las siglas, la mochila o el aparato.
Nada más lejos de la realidad. Podemos en su escalada de traición al 15M, sigue funcionando como una herramienta del sistema. Sirvieron primero para acallar las calles y la contestación ciudadana a tanto fascismo y ahora siguen una hoja de ruta, que no por nueva es desconocida: El arrinconamiento de las posiciones de izquierda con la des-legitimación de un programa radical de auténtica libertad, dignidad, economía al servicio de las personas y regeneración democrática de las que Izquierda Unida es su principal valedor.
Ante la imposibilidad de la candidatura unitaria (toda vez que se demostró que a Podemos solo le interesaba fichar a Alberto Garzón y a algunas personas más para las listas electorales), le siguió un trabajo notable de la dirección de la coalición, elaborando una campaña original, no tan cara, y alejada de los estándares habituales, para acercarse a la gente que generó ilusión y se tradujo en el respaldo del casi millón de votos obtenidos, frente a un silencio mediático absoluto que nos privó de los grandes debates (aunque eso supusiera incumplir la Ley Electoral, pero al capital no le importaba) y donde nuestro candidato, Alberto Garzón, el mejor valorado de todos los competidores se vio aislado y relegado. El reto era superar ese silencio y recordar a la población quien les defiende de las injusticias y el modelo social de todo para el 1%. Quien está por políticas radicales en el atajo y solución de los problemas.
El resultado, ya lo sabéis, ya lo he dicho ha sido sólo obtener 2 diputados con más de 920.000 votos con el único programa rupturista que compitió en las pasadas elecciones. Y tras el Consejo Político Federal del pasado 9 de enero ya se han sentado las bases para una nueva Asamblea en torno a mayo (si el calendario político lo permite) donde han de sentarse las nuevas bases de Izquierda Unida.
No se puede ser optimista con el panorama actual tras las elecciones. Aunque destartalada la mayoría absolutista del #PartidoPutrefacto y tocado el bipartidismo hay dos elementos muy negativos, especialmente si tenemos en cuenta “la que ha caído” en los últimos años: El PP sigue siendo el partido más votado en España y el PSOE sigue siendo el partido más votado en el seno de la izquierda. En términos de voto, el balance izquierda/derecha está, como todo el mundo sabe, en empate técnico... con todo lo que ha caído, insisto, tras 5 años de estafa llamada crisis, de orgía neoliberal cuyo restos se limpian con los servicios públicos de todos, en un estado artificial cuyos artesonados herederos del franquismo se derrumban. Pero aún así vemos una supervivencia del sistema, cambiando el tradicional bipartidismo, que en lo económico no tocaba el poder de la clase dominante, por un nuevo modelo que parece va a derivar en un nuevo bipartidismo 2.0.
Aquellos que pretendemos hacer frente al modelo neoliberal capitalista y avanzar hacia otro modelo de sociedad -lo cual va mucho más allá de encontrar un hueco electoral digno- estamos perdiendo la batalla. Por eso, una reflexión seria y global a este respecto parece inaplazable.
Y en ello Izquierda Unida debe abordar de forma inmediata su propia refundación, como herramienta útil y funcional para la nueva fase en el que la lucha obrera está sumergida. Además, no es ninguna propuesta extraordinaria: es un acuerdo de la penúltima Asamblea Federal de IU que nunca se ejecutó.
Si propongo la refundación de IU no es para contar con una nueva fuerza política cuya única diferencia respecto a la actual organización sea una modernización o, mucho menos, un cambio de imagen, nombre o fachada. En sentido contrario, y aún con mayor énfasis, tampoco es para dar a luz a una nueva fuerza que se sitúe en otro espacio político e ideológico o que reniegue de los valores y grandes objetivos estratégicos que han caracterizado desde siempre a Izquierda Unida.
Izquierda Unida nació en 1986 como un espacio de convergencia entre diversas culturas y organizaciones de la izquierda en torno a un programa común, una fuerza que se autodefinia como un movimiento político y social y que aspiraba a un funcionamiento abierto al entorno social a través de la elaboración colectiva. ¿No os suena terriblemente parecido a los objetivos que nos seguimos planteando -¡29 años después!- cuando hablamos de convergencia política y social o de Unidad Popular?
Y fue tras la III Asamblea IU cuando se da un paso de gigante para resolver este problema: convertirse en un partido plural, diverso, que admite corrientes y partidos en su interior, pero que funciona de manera asamblearia sobre el principio de una persona/un voto.
Sin embargo, el impulso de abajo arriba se va diluyendo en escalones intermedios y aparece lo que aparece tendencialmente en cualquier organización si no se dota de herramientas potentes para evitarlo: cúpulas dirigentes, baronías territoriales y negociación por arriba entre grupos organizados.
Pero aún más grave y propio a la naturaleza de la organización se sucede una guerra interna, que recuerda a lo que escribió Orwell sobre su experiencia en el POUM con las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil:
Un gobierno [el Republicano] que envía chicos de quince años al frente con fusiles viejos de hace más de cuarenta años, y mantiene a los hombres más fuertes y las armas más nuevas en la retaguardia, teme sin duda más a la revolución que a los fascistas”.
Herederos de aquella la lucha por la libertad y contra el fascismo, seguimos equivocados, desgastándonos en una guerra fraticida entre las dos facciones más poderosas de la coalición de partidos, PCE (Partido Comunista de España) e Izquierda Abierta. Los primeros detentan el liderazgo del partido y los segundos componen la vieja dirección. Y en medio los militantes que padecen esta confrontación que desgasta y desalienta. Y así olvidamos que el enemigo es la derecha. Es el fascismo. El capitalismo y su versión más egoísta, el neoliberalismo. El enemigo es la España cutre atrasada, racista, machista y orgullosa de un pasado genocida. Y sin embargo, nos toca, a las bases, desmoralizarnos mientras abrimos los correos internos de la organización con interpretaciones y segundas lecturas que varían si quien lo envía es afín o díscolo.
Así se genera un microcosmos interno donde se bloquean ideas, se paralizan debates, se pierden sinergias, se dejan sin hacer labores y responsabilidades. El funcionamiento interno del partido no resuelve las necesidades ni aprovecha las oportunidades por lo que se agotan voluntarismos y participaciones fruto de esta guerra interna que no tiene claro vencedor, pero si un gran derrotado: La ideología de izquierdas, la lucha obrera y la clase trabajadora.
Por todo esto la Refundación ha de reunir las siguiente características:
  1. Tener como objetivo estratégico el mismo que Izquierda Unida ha tenido desde su fundación: la construcción de una sociedad socialista donde la economía esté al servicio del interés y el bienestar general; una sociedad democrática, igualitaria, fraterna, pacífica y en armonía con el medio natural.
  2. Ser un espacio cómodo y plural para las diversas culturas y organizaciones de izquierda que se identifican con el objetivo primero.
  3. Ser una organización abierta a la sociedad especialmente en lo que se refiere a la elaboración colectiva del programa.
  4. Articular la acción política e institucional y fundar la cohesión interna en torno al programa, vínculo máximo y compromiso máximo con la sociedad.
  5. Desarrollar un funcionamiento radical de democracia directa. Referéndums y consultas a todos los niveles no han de ser una excepción: han de ser una herramienta habitual de funcionamiento.
  6. Dar la máxima importancia a la acción política extra institucional, pegada al terreno, a la calle y a las luchas sindicales tanto de conjunto como de sector y a la incidencia en el conflicto y los movimientos sociales.
  7. Constituir una organización fuerte donde cada miembro aporte en la medida de sus posibilidades y, paralelamente, sienta que cuenta, como individuo, en las decisiones colectivas.
  8. Elaborar un programa de trabajo en cada entorno, desde la Asamblea local hasta la Asamblea Federal, donde con debate, participación y autonomía se defienda el programa común (punto j) y que tenga los siguientes ejes:
    1. Participación de todos los miembros por igual.
    2. Valoración de todos los miembros. La experiencia de los que llevan tiempo en la lucha; la fuerza de quienes llegan por primera vez. Dejando espacios de expresión, participación y trabajo bajo un paradigma de colaboración, diálogo y respeto.
    3. Plan de trabajo ligado a la representación en las instituciones, pero de manera mucho más intensa en la labor en la calle. Acercarse a los barrios, las universidades, los hospitales, los institutos, los centros de trabajo, las bibliotecas, los clubes deportivos, las asociaciones medioambientales y las culturales. En definitiva, al ciudadano para dar respuesta a sus necesidades y ofrecerle mecanismos de integración, aprendizaje y colaboración.
    4. En ese plan de trabajo, se hace imprescindible, volver a una de las bases del movimiento obrero: Generar sus propios medios de comunicación y difusión de ideas, tanto en Internet, como en prensa escrita.
    5. Uso efectivo de las nuevas tecnologías, tanto en el funcionamiento interno, como en la publicidad y marketing externo para dar a conocer las actividades e ideario de la organización.
    6. Hacer base: Simpatizantes y afiliados; militantes con voz, voto y participación efectiva, que puedan y deban desarrollar su propia opinión sobre su entorno y el de la Asamblea en la que participan, así como desarrollar un trabajo voluntario sin llevarles hasta la extenuación ni el agotamiento.
  9. Aplicar correctamente el principio federal como articulación de soberanías, definiendo claramente los ámbitos de soberanía compartida y actuando en consecuencia.
  10. Un programa común, innegociable e irrenunciable, que contenga:
    1. Memoria: Jamás olvidar a quienes pelearon antes por estos principios.
    2. Ecología: Respeto al planeta; sus recursos, plantas y animales.
    3. Demografía: Equilibrio que prevenga la superpoblación y las tragedias migratorias.
    4. Sanidad: Cobertura sanitaria pública y gratuita.
    5. Laicismo: Separación real entre estado y religión.
    6. Educación: Cobertura educativa pública y universal.
    7. Socialismo: Reajuste del modo de producción y justicia distributiva real.
    8. Democracia: Separación de poderes y representación proporcional.
    9. Federalismo: Autodeterminación y cesión de soberanía hacia territorios menores.
    10. República: Elección del jefe del estado democráticamente.


El camino para recorrer es largo en el tiempo pero es inaplazable. Izquierda Unida debe dejar atrás tiempos de disputa interna que rayan lo personal para abrir un tiempo nuevo en el que se configure, nos configuremos, como una herramienta útil para la clase obrera en sus aspiraciones de mayor libertad, igualdad, democracia y dignidad.
Bajo un programa de IZQUIERDAS innegociable, no olvidaremos las luchas inter generacionales, muchas de ellas en la clandestinidad, de nuestros compañeros y compañeras y junto a quienes vayan llegando y sumándose a este maravilloso proyecto seguir con mayor fuerza la lucha para cambiar nuestra realidad y conseguir así el cambio del modelo social y económico que construya un mundo mejor, con mayor democracia, igualdad y libertad.


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lunes, 8 de noviembre de 2010

Laicismo Ya


El embajador Vázquez, que alardea de socialista y católico, hacía lo propio hace poco al referirse a las excelentes relaciones entre el Gobierno de su partido y la Santa Sede. Sin embargo, la opinión del Padre Benedicto es muy otra y parece que hasta tuvo prisa en expresarla nada más aterrizar en Compostela, pues según su santísima mala fe lo que soporta su institución en España es una persecución, similar a la que se dio en los años treinta del pasado siglo.

Alguien del Gobierno que nos representa debería protestar ante la infamia que comportan esas palabras del pontífice de Roma y jefe del Estado del Vaticano, pues aparte de la delirante patraña que significa comparar los privilegios de que disfruta la Iglesia actualmente en España -los máximos en los últimos 35 años- con el deplorable periodo durante la Guerra Civil en que se cometieron asesinatos incontrolados de sacerdotes y religiosos, es ignominioso hacerlo por parte del máximo representante de la institución que hizo de aliada en la represión franquista, a cuyo dictador honró con el título de caudillo por la gracia de Dios, llevó bajo palio en las ceremonias religiosos, dedicó preces y sigue enterrado en una basílica católica.

No es por lo tanto Benedicto XVI el más indicado para hablar de persecuciones, a menos que pida perdón por las que cometió su Iglesia al lado del bando promotor y vencedor de la que El Vaticano consideró como cruzada. Si es inadmisible que un jefe de Estado exponga este tipo de declaraciones al visitar un país cuyo Estado, además, sufraga su estancia, más lo es hacerlo en nombre de una institución que históricamente ha pactado no sólo con la dictadura franquista, sino con la mussoliniana y hitleriana, según los respectivos concordatos firmados con sendos dictadores por Pío XI y Pío XII. Gracias a esos regímenes, que implantaron en Europa la más cruel de las persecuciones y el más cuantioso de los exterminios, Franco y la Iglesia pudieron imponer en España su doble dictadura nacional-católica.

Es de suponer que cualquier otra declaración de cualquier otro jefe de Estado de visita en nuestro país, que vilipendiara de modo tan falaz y fragrante la ejecutoria gubernamental en relación con ese Estado, encontraría la enérgica reacción diplomática que sería menester. No la habrá porque, como dice Vázquez, las relaciones con la Santa Sede son excelentes y siempre lo serán. Las propias entre un Gobierno acosador y una Iglesia perseguida.

El taxi más caro del mundo circulará este fin de semana por Santiago de Compostela y Barcelona. Se llama papamóvil, y cada hora de trayecto con ocupante divino sale por 800.000 euros de nada. O lo que es lo mismo: 13.333 euros por cada minuto que pase Benedicto XVI en España. Aunque el problema no es el precio, sino quién paga la mayor parte de esta abultada factura. Los papamóvil –han traído dos– llegaron la semana pasada a bordo de un avión Hércules del Ejército español. Es decir, fue el dinero de todos los contribuyentes el que también cubrió el traslado del vehículo privado de este señor, don Joseph Ratzinger, cuyas próximas visitas pastorales costarán a las menguadas arcas públicas 29,8 millones de euros.

El gasto en dinero público y la tarifa por horas las ha calculado la organización Europa Laica: tres millones de euros en Santiago, 1,8 millones en Barcelona y 25 millones el año próximo en Madrid. No sabemos si estas cuentas se quedan cortas o se pasan porque, inexplicablemente, no está del todo claro el dinero público empleado. El coste de las visitas no aparece detallado, sino que se reparte en varias partidas para que abulte menos –como el traslado de los papamóvil, que paga Defensa–.

Sabemos que Benedicto XVI viene a predicar su testamento. Sabemos también que la visita es religiosa, y no como jefe del Estado teocrático del Vaticano. Sabemos que esta gira está bendecida por cada ayuntamiento y autonomía implicados, y también por el Gobierno, esos rojazos comecuras que llevan meses pactando cada detalle con Roma y Rouco Varela. Sabemos que incluso hay descuentos fiscales para las empresas que financien estas misas –dinero que dejará de cobrar Hacienda–. Pero es un misterio lo que nos cuestan los viajes del Papa a este estado aconfesional llamado España.

Porque siguen anclados en el pasado y en el rancio derechismo, violento y subersivo contra todo aquello que hace la vida humana digna, feliz y productiva.

Porque no se puede permitir el ataque desmesurado contra una democracia de un señor que se asemeja en la historia a Pio XII que acuso y al final festejo la victoria de los alzados hace 70 años.

Porque el ataque es la recalcitrante y continua tendencia a cuestionar las leyes dictaminadas por parlamentos democráticos en aras de los privilegios y el oscurantismo de siempre, con una bula insoportable para inmiscuirse en los asuntos de una nación.

Este Gobierno laicista radical ha subido un 34% la asignación de la casilla católica del IRPF, ha renunciado a la reforma de la ley de libertad religiosa y se ha gastado varios millones de euros públicos en pagar el reciente viaje del Papa.

Este Gobierno ateazo y secular también financia la enseñanza de religión católica en las escuelas públicas, ha recortado todas las partidas presupuestarias, salvo los más de 6.000 millones anuales que recibe la Iglesia, y mantiene un Concordato preconstitucional, donde el único precepto que aún no se cumple es esa promesa que hizo el Vaticano de autofinanciarse.

Este Gobierno de rojazos comecuras, que incluso nombró al frente del Tribunal Supremo a un magistrado que considera que la verdadera justicia emana del amor a Cristo, es, en palabras de Benedicto XVI, el representante de una España donde “ha nacido una laicidad, un anticlericalismo fuerte y agresivo como se vio en la década de los años treinta”. Rouco Varela, siempre a la ultraderecha del padre, completó la extemporánea comparación con una entrevista, ayer en El Mundo, en la que aseguró que el Gobierno es “hostil contra la familia” y nos ha colocado “en el ranking de primera línea en el laicismo europeo y mundial”.

Las respuestas que da la jerarquía católica ante la generosidad del Gobierno demuestran dos cosas. La primera: que la Iglesia es insaciable, y sólo una teocracia como la iraní, donde la sociedad se somete a sus criterios morales, parece capaz de satisfacerla. La segunda: que no ha servido de mucho la estrategia del apaciguamiento que ha seguido Zapatero.

Si reconocer los derechos de algunos colectivos históricamente oprimidos por la Iglesia –como son los homosexuales o las mujeres– es una hostil muestra de agresivo anticlericalismo, ¿qué dirá la jerarquía católica cuando, en vez de ampliar los derechos de terceros, sean sus privilegios los que al fin se recorten? Me temo que tardaremos muchos años en saberlo.

Por eso yo ni he esperado ni esperare al Papa ni a nadie, ni a ningun credo que venga a imponerme sus creencias, sus razones o sus inmoralidades porque estoy cansado de la censura y la inquisición. Cansado de pagar siempre los mismos las excentrecidades de unos pocos, las fiestas de una parte de la población que ya no tiene ninguna capacidad de representación, porque los que asisten a misa, los que siguen los dictados rancios y trasnochados del pasado que denigra las libertades en ambos hemisferios y la vida de millones de personas en el Sur, no me convencen y jamás lo harán. Porque cada vez son menos, como en los toros, y porque acabaran muriendo les asista su dios o no. El siglo XXI es el siglo de las personas de todas aquellas y aquellos grupos sociales que han permanecidos en la sombra frente al miedo y la intransigencia. Y de la ciencia y tecnología para que por fin los que han estado y están bajo el yugo de coranes, biblias y dictaduras eclesiásticas, puedan por fin levantar el vuelo, y vivir con una igualdad plena de derechos y libertades. Nadie puede permitirse mantenerse asociado y vinculado a esta organización, esta secta, y hablar de futuro, progreso o igualdad. Basta ya de aconfesionalidad, de 35 años de un "concordato" pre-constitucional, heredero de la visión de los que mataron en nombre de Dios, masacraron al pueblo al que supuestamente iban a defender y debían lealtad. Por eso, ahora mas que nunca, es la hora del laicismo.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Religiones, esas armas de destrucción masiva

Hoy en día si usted quiere organizar una auténtica matanza, ya no es necesario que pierda el tiempo intentando enriquecer uranio o construyendo caros y complicados misiles; hoy en día, para organizar una buena escabechina, basta con atacar a una de las religiones mayoritarias. Además del ahorro en costes, tiene la ventaja de que uno lo puede hacer desde su propia casa.

Esto es lo que ha intentado demostrar el tipo que ustedes ven en la foto. Se llama Terry Jones, es pastor -no de ovejas, sino de borregos- y tiene 58 años; vamos, que ya no es ningún chiquillo. Se dedica, cada domingo, a decir a sus feligreses (apenas 50 familias) lo malo que es el Islam, porque según él promueve la violencia y el odio; lo más curioso del tema es que lo dice un tipo que se pasea por su iglesia con un revólver en la cintura.

Por eso, para demostrar que se pueden organizar verdaderas masacres sin disponer de grandes presupuestos, a este hombre de bien no se le ha ocurrido otra cosa que celebrar el aniversario del 11-s quemando coranes. Dice que “Jesús se lo pediría, pues aunque era una persona amorosa, también hizo cosas revolucionarias”.

El tipo ha sido capaz de conseguir un arma de destrucción masiva, y lo que es mejor, la tiene aparcada en su propio jardín. Ustedes pueden ver el remolque lleno de leña en el que indica claramente a qué hora comenzará la quema: de seis a nueve de la noche. Ya ven, Bush lleva años intentando encontrarlas en Irak y resulta que las tiene aquí, en su propia casa.

Finalmente, como era de esperar, no se ha quemado ningún libro, pero Jones ha obtenido lo que quería: publicidad. Y es que este tipo es más listo de lo que uno se piensa, de ser un pastor para un puñado de seguidores ha pasado a estar en las portadas de las noticias de todo el mundo, y ahora vendrán las entrevistas, las promociones, los libros…

Por eso, si usted se ha quedado en paro y quiere ganarse unos euros, sólo necesita buscar un libro (el Señor de los Anillos podría servir) e inventarse una religión basada en los personajes. Después busque a unos cuantos seguidores -si consigue muchos igual le permiten tener hasta una casilla en la declaración de la renta-, y prométales que Frodo en realidad existió y que les vigila desde arriba.

Ah, y un detalle muy importante, en esa nueva religión que acaba de fundar excluya a las mujeres de cualquier responsabilidad importante, de lo contrario, ¿qué clase de religión sería? Ya verá como en apenas unos meses tendrá unos cuantos incondicionales capaces de hacer cualquier cosa por su dios: donar dinero, comprar libros o estampitas, encender velas con un euro, llenar el cestillo… y sobre todo atacar al resto de religiones.

P.D.: Cuando uno piensa en la cantidad de religiones que existen, se imagina un cielo superpoblado de dioses. Evidentemente, como esta imagen no contenta a nadie, la solución es despreciar a las religiones restantes y defender a muerte -nunca mejor dicho- la propia, argumentando que es la única y verdadera. Pero lo más extraño de todo, es que tengan que ser los seguidores los que defiendan a su dios y no al contrario.

En definitva, ya esta bien. Cualquier religion no son mas que dictaduras del alma. Intermediarios humanos entre uno mismo y su dios, ya sea el de la religión musulmana, cristiana, judía, o los diarios deportivos porque todos tienen igual fin. Todos tratan de rentabilizar la fé y extraer el sórdido y habitual beneficio económico. El integrismo y las llamas del odio al diferente ya sea en su condición, sexo, raza o religión no son más que retazos de la época más oscura de la historia del hombre, que ya suponíamos sobrepasada, pero que ahora parace pervivir. La amenaza continúa, mantiene en vilo a la sociedad, simplemente porque a unos desgraciados se les ocurre tratar como bueyes a las mujeres en algún lugar del desierto, o porque a unos tipos, muy dignos ellos en sus casas de madera, se les ocurre seguir temiendo al distinto.

Señores se acabo. Ya esta bien de tanto odio, de tantos gritos sin escuchar al del frente, a ese que cree en algo muy similar a lo tuyo, que por el bien del negocio atizo ciertas diferencias en favor del buen vivir ya sean de papas, califas o rabinos. Siempre y en todo tiempo y lugar los derechos civiles estarán por encima de los derechos de las religiones. La libertad individual, como por ejemplo la libertad de expresión estará siempre por delante de la libertad de religión, porque el hombre es el que ha traído el progreso. No ningún Dios.

lunes, 4 de mayo de 2009

El reino del Papa sí es de este mundo


El papa Benedicto XVI opina que el uso del preservativo no aporta nada a la lucha contra el sida en África. Al contrario, el preservativo aumenta el problema. Lo dijo el pasado 17 de marzo, nada menos que en Camerún, donde el 5% de la población tiene sida, según la ONU. Algunos países de África superan el 20%. Los diputados de Iniciativa per Catalunya y de Izquierda Unida opinan que las palabras del Papa son "un atentado incuestionable contra la salud pública". Por ahora, Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud y el Parlamento de Bélgica están de acuerdo con ellos.

Ahora, IU-ICV quiere que todo el Congreso de los Diputados, en representación del pueblo español, diga si también le parecen escandalosas las palabras del Papa. Para ello ha presentado una proposición en la que se critican las palabras del Papa y se pide que el Gobierno se pronuncie en contra de las mismas y proteste formalmente ante el Vaticano.

La proposición fue admitida a trámite por la Mesa (el órgano que gobierna el Congreso) el pasado martes y se debatirá en la Comisión de Cooperación Internacional, ya que las declaraciones atañen a países africanos que España intenta ayudar, un detalle que deja muy claro los objetivos de la iniciativa. Los miembros de esta comisión suelen trabajar con un grado altísimo de consenso.

La Iglesia católica en España se ha sentido atacada. El portavoz de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Martínez Camino, calificó a los diputados de "grupúsculo poco respetuoso con la libertad religiosa". El cardenal Antonio María Rouco llamó personalmente al presidente del Congreso, José Bono, a expresarle su "malestar". Y el cardenal Antonio Cañizares ha dicho que es una "dolorosísima noticia" y "una ofensa a España misma", por católica.

En IU-ICV no dan crédito a lo que está pasando. "No pretendemos descalificar el magisterio de la Iglesia católica, ni poner en duda la infabilidad del Papa, si en ella creen sus fieles. No, hablamos de ciencia, salud y cooperación al desarrollo". En este contexto quieren centrar la polémica los autores de la misma: Joan Herrera de Iniciativa Per Cataluna-Els Verds (ICV) y Gaspar Llamazares, de Izquierda Unida (IU). Ésta no es una cuestión religiosa, "es salud y ciencia", remachan.

Si hay algo probado científicamente en la tragedia del sida es que un condón evita el contagio. Tras conocerse las palabras del Papa, Fernando Parreño, portavoz de Médicos Sin Fronteras, aseguró que la vía sexual es, "con mucho", la más frecuente en la prevalencia del sida en África. Todos los programas contra el sida que desarrolla MSF en África "tienen la forma de prevención que científicamente se ha demostrado, repartir preservativos", dijo Parreño. "En el mundo científico se sabe que la única medida eficaz para reducir la transmisión del sida es la correcta utilización del preservativo". Médicos Sin Fronteras asegura que no tiene ninguna intención de polemizar con el Papa.

España invierte miles de euros en programas muy concretos de lucha contra el sida en África, según confirman en la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarollo. Contribuye con 600 millones de dólares (periodo 2008-2010) al Fondo Mundial contra el Sida. En África financia proyectos de varias ONG contra el sida con más de 17 millones de euros. Literalmente, España se gasta millones en repartir preservativos en países africanos.

Por tanto, es el Congreso el lugar adecuado para criticar al Papa por sus declaraciones "crepusculares y marginales", en apreciación de Joan Herrera. En efecto, un aluvión de proposiciones no de ley se aprobaron la pasada legislatura para pedir al Gobierno luchar contra el sida en África. Este diputado reconoce que se ha sentido abrumado por la reacción "virulenta de la derecha y de la jerarquía eclesiástica" ante su iniciativa. Pide a esa jerarquía que escuche a las comunidades cristianas que comparten el sufrimiento con los enfermos de sida.

Le apoya el teólogo Juan José Tamayo, para quien "esto no es un problema de relaciones Iglesia-Estado". Tamayo tiene claro que "el Congreso es un órgano soberano". En cuanto a un posible conflicto diplomático ,"no son declaraciones de un jefe de Estado, sino de un ciudadano que defiende unas posiciones que son contrarias a la vida".

Pero durante la admisión a trámite de la iniciativa se produjo una anécdota significativa, que inmediatamente dio el tono al debate. De los cuatro miembros de la Mesa del Congreso del PP, dos votaron a favor de que se debata y dos en contra. Dos lo vieron como un mero trámite parlamentario, que ya veremos cómo acaba, y dos le dieron trascendencia por tratarse del Papa. De acuerdo que no es una cuestión religiosa, pero es el Papa.

La Iglesia "considera al sumo pontífice como infalible e intocable", explica Tamayo. Pero "la infalibilidad del Papa es un dogma que afecta a los católicos que quieran creer en ella". A los demás, no. Y a sus representantes legales, tampoco. El teólogo cree que "la Iglesia no puede considerarse el cuarto poder, como árbitro que juzga a los otros tres poderes y que no puede ser juzgado por nadie". Además, espera que el PSOE apoye la proposición. "Sería una grave contradicción que el PSOE frenara esta iniciativa".

Para empezar, el PSOE no tiene una decisión tomada sobre lo que hará. Es muy posible que los socialistas traten de convencer a los autores de la iniciativa de que cambien su texto por uno menos personal, de tal suerte que se condene sin paliativos las palabras del Papa sobre el preservativo, pero sin centrar la descalificación en el jefe de la Iglesia católica. Los socialistas estarían más cómodos si se pone el énfasis en la condena por lo dicho y se deja muy en segundo término quien lo dijo. Los autores se desgañitan con el argumento de que no van contra el Papa "sino contra unas declaraciones concretas de Ratzinger", señala Herrera.

¿Por qué tanta prudencia ante algo que es una evidencia científica de perogrullo, en la que se basan incluso la política de cooperación y lucha contra el sida? ¿Qué significa que el Congreso censure las palabras del Papa? Quizá deban presentarse más proposiciones como la de Herrera para poner en valor una realidad que a menudo se ignora. La opinión del Parlamento sobre un asunto, como representante del pueblo, es la opinión de los españoles. Si la mayoría del Congreso de los Diputados condena las opiniones del Papa, lo están haciendo la mayoría de los españoles. ¿Eso significa que se censure a la Iglesia? En rigor, lo único que se aprueba es lo que pone en el texto, y en este texto no se censura a la Iglesia. Lo demás son interpretaciones.

¿No se le puede criticar porque es el representante máximo de una religión?, se pregunta Llamazares de forma retórica. "En el Congreso están representados los ciudadanos, no las religiones". No piensa lo mismo el diputado del PSOE por Granada, cristiano de izquierdas, José Antonio Pérez Tapias, quien manifiesta "un rechazo total" a las palabras del Papa, pero no considera adecuado que "las palabras de un ciudadano se lleven al Parlamento".

Cuando el Papa sentó esa tesis en África, este socialista creyente denunció en su blog la actitud, a veces, de la "Iglesia despiadada que puede ser producto de la creencia en la inmortalidad, cuando la esperanza en la resurrección no evita dolor y muerte". Pero dicho todo eso, no cree que el Parlamento deba discutir las palabras del Papa. "Si queremos hablar de las cuestiones de fondo, hablemos en el Parlamento de la relación entre Iglesia y Estado".

Como autoridad de un país extranjero, Benedicto XVI tampoco será el primero cuya política se juzga en las Cortes españolas. En septiembre de 2007, el grupo de CiU presentó una proposición que expresaba una "profunda preocupación en lo que se refiere al respeto a los más elementales derechos políticos en Venezuela" por haber cerrado la opositora Radio Caracas Televisión. Ahora, con la iniciativa del Papa, fuentes de CiU declararon a Europa Press que aprobarla supone "crear un problema" con el Vaticano.

En noviembre de 2007, el PP presentó también una proposición en el Congreso para censurar al Gobierno de Hugo Chávez en Venezuela. En el texto se hablaba de "caudillos autocráticos" y se pedía al Gobierno que apoyara a los disidentes que se oponían a la reforma constitucional promovida por Chávez.

Sin embargo, el portavoz adjunto del PP, Alfonso Alonso, ha declarado a Europa Press que iniciativas como la del Papa "desprestigian a la clase política", y que los españoles "no se merecen un espectáculo como éste". También ha dicho que la aprobación de esta iniciativa "no serviría para nada". El Grupo Popular ha presentado 376 proposiciones no de ley en lo que va de legislatura, y eso que su portavoz adjunto opina que no sirven para nada.

En marzo de aquel año, la Comisión de Exteriores del Senado aprobó por unanimidad un texto del PSOE que aseguraba que Polonia "está incumpliendo los compromisos adquiridos como miembro del Consejo de Europa y de la Unión Europea de respetar los derechos humanos y democráticos". Semejante censura de un país a otro de la UE vino provocada por la decisión del Gobierno polaco de retirar las pensiones a unos pocos brigadistas ancianos que habían defendido la República en España.

Las Cortes también han reprobado en los últimos años al ex ministro de Defensa del PP Federico Trillo por su actuación tras el accidente del Yak-42 (en el Congreso) y a la ex ministra de Fomento Magdalena Álvarez (en el Senado) por el caos de los trenes de cercanías en Barcelona.

Ni que decir tiene que si Trillo sigue en su escaño, Álvarez ha durado hasta este mes, Chávez sigue en su trono y el Gobierno polaco no ha caído, el Papa va a seguir en la silla de San Pedro después de que el Congreso le censure. Incluso es posible que no rectifique sus palabras ni se disculpe.

jueves, 3 de enero de 2008

2008 y España sigue sin ser laica


Nos tomamos las uvas el lunes con cierto sentimiento de alivio (en gran parte gracias al genial José Mota), pero que ya en miércoles laboral se ha transformado en la desazón y angustia permanente en la que nos tienen instalados la derecha recalcitrante, fascista y clasista, amparada por la no menos retrógrada jerarquía eclesiástica.

El pasado domingo (día de misa) 30 de diciembre, la clase dirigente de la iglesia católica tuvo a bien organizar un mitín político encubierto en favor del PP. Con eslogán "Por la Familia" los obispos y cardenales han mostrado sus pocos valores democráticos y olvidándose de la Constitución, que supuestamente tanto defienden, han entrado a criticar la política social e integradora del Gobierno socialista, en aras de los valores repugnantes de la España tradicional, de clases y que margina a todos aquellos que no siguen los preceptos del nacional-catolicismo.

Para los que no tengan una constitución a mano: Artículo 16, parrafo 3:
"Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones."

¿Qué quiere decir esto? Que el Gobierno de la nación no esta en obligación de seguir los preceptos de ninguna confesión, aunque si que podrán legislar sin atentar contra las consignas de ninguna confesión. La ley del matrimonio entre homosexuales, la ley de dependencia, la ley del divorcio rápido o la ley de investigación con células madre, según la jerarquía católica viola los designios de Dios y sobretodo de sus interlocutores en la tierra. Es decir, las altas esferas del cristianismo en este país se aferran al franquismo, creando ciudadanos de segunda ("los buenos españoles") e intentando guardar esos valores en el subconsciente de la población. Estas leyes de potente calado social e ideológico preocupan a los obispos; pero son las leyes que tocan la economía y el bienestar de la clase dirigente eclesiástica lo que de verdad enciende sus ansías de venganza (y ex-comunión). Preocupados andan porque si se aprueba la ley que trata de ordenar la recaudación de impuestos y concesiones que se hacen a las iglesias, puedan perder parte del pastel económico, en favor de otras confesiones dentro de una sociedad que ya no se refleja como un monopolio espiritual.

La ley de calidad de la enseñanza según la jerontocracia católica es un atentado contra la elección de los padres sobre qué educación religiosa quieran para sus hijos e hijas. ¿Pero por qué? Este es un estado aconfesional, sin religión reconocida. Por qué un niño o niña tiene que estudiar los hechos narrados en la Biblia. Por qué no los del Corán, los valores de la khaba judaica o los designios de Confucio. Esas horas ya se ofrecen dentro de las iglesias o mezquitas, donde la población, por fortuna, decide donde entrar en su tiempo libre. La educación pública debe ofrecer una enseñanza en valores universales. Un conocimiento global e integrador de todas las confesiones existentes. ¿Por qué en la enseñanza pública y obligatoria no se estudia filosofía?. La ética es obligatoria, no la religión. Prefiero un mundo en el que los jovenes sepan ceder su asiento a una persona mayor, o a una embarazada, o reconozcan el derecho y el valor de los emigrantes a buscarse la vida más allá de sus fronteras, que un mundo en el que todos conozcan el milagro de los panes y los peces o el que existe y esta amparada por la Biblia una lapidación.

España ha de abrazar de una vez el laicismo. El estado aconfesional actual fruto de los acuerdos con la Iglesia (1976 y 1979) tras la muerte de Franco ha quedado en desuso, dada la actitud beligerante, agresiva y retrógrada de los dirigentes de la iglesia y sus voceros habituales. Una Iglesia que guarda en su seno a impresentables con enfermizas opiniones sobre la pedrastía, y que poco ha cambiado de aquella que participo y bendeció el último asalto exitoso a la democracia en este país: El alzamiento del 18 de junio del 36.

El PSOE debe ya de olvidar el talante y las buenas maneras ante los ataques intempestivos de la Iglesia que tratan de movilizar su "electorado" en favor de un PP que ve de buena gana como el altavoz de altar hace campaña por sus ideales de tradicionalismo y clasismo. José Blanco, secretario de organización del PSOE, ha pedido una "rectificación" a la jerarquía católica por "mentir"con descalificaciones sobre los derechos humanos y el retroceso de la familia. La familia, al igual que España, no se rompe. Es más se refuerza, porque todos y todas, tenemos ahora los mismos derechos que durante muchos años se nego en la retaguardia a gran parte de la población. España es un país más avanzado tanto democráticamente como ideológicamente y es capaz de asumir el cambio a un laicismo que trae valores de respeto, igualdad y tolerancia.

Y más desasosiego si se vive en Salamanca. No contento con subir los impuestos, encontrar en la Gaceta al senador McCarthy y poner en el punto de mira las protestas vecinales como una trama del resto de la oposición al más puro estilo de las SS (ya saben, como cuando en el Tercer Reich marcaban las puertas de los judíos con una estrella de David), ahora el cacique ha tratado de por la puerta de atrás, conseguir sus propósitos y mantener su idea de gobernar la ciudad como su cortijo particular.

A qué espera el PP para obligar a este impresentable a dimitir. ¡¡Qué se vaya ya!!. Salamanca otra vez noticia por sus tics despotas. Otra vez noticia, al mismo nivel que la Marbella de Julián Múñoz, por la corrupción, el inmovilismo, la avaricia, la derecha y el fascismo. Otra vez, una vez más. Y es que ya no solo debe dimitir. Debe ser juzgado, y por supuesto condenado; debe ir a la cárcel, a ver que tal le sienta el pijama de rayas, y a ver la vida entre barrotes, como él ha obligado a toda la ciudad a vivir estos 12 años.

Y debe de ocurrir ya un cambio de color político en el gobierno de esta ciudad, de esta provincia y Comunidad Autónoma. No más cacicadas y mentiras pro-PP y del PP. Pero esto solo son vagas ilusiones, porque mucho me temo, que en Salamanca cambiando el "muñeco" volverá la derecha a gobernar.

Ah!!, se me olvidaba. Feliz 2008 a todos y todas. Ojalá este año este lleno de salud, esperanza, alegría y paz, para convertir todos nuestros deseos e ilusiones en realidad, y postrar al último rincón toda violencia, desesperación, humillaciones y problemas.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...