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miércoles, 19 de enero de 2022

Iniciativa y discursos

Dos años acaba de cumplir el gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos y lo hace inmerso en una catarata de contradicciones. Por un lado, parece seguro que dado el radicalismo, y la absoluta falta de sentido de estado, con el que el principal partido de la oposición está funcionando, la estabilidad de la coalición de gobierno va a continuar y cumplir su mandato. Pero por el otro lado, vemos como el tradicional alineamiento de la élite del partido socialista con el modelo del 78 y el neoliberalismo, provoca severas tensiones sobre el acuerdo de investidura y los eventuales y necesarios apoyos de los partidos nacionalistas y regionalistas.

Basta con ver la artificial polémica en la que el ministro de consumo, Garzón, se ha visto inmerso por decir lo que es verdad y a estas alturas de la película todo el mundo sabe. Qué las macrogranjas existen. Que son una aberración climática que sepulta los modos de vida del campo y el entorno rural. Que sus productos son de ínfima calidad y enfocados a alimentar a una masa cada vez más precaria a la que se condena por segunda vez. Que se saltan todos los estándares de dignidad laboral. Y que carecen de las mínima ética con animales torturados, masacrados, enfermos, atiborrados a antibióticos que redundan en su ineficacia cuando los productos cárnicos llegan al consumo humano. Que incluso tienen que ver y mucho con la situación de pandemia.

A estas palabras de Alberto Garzón respondió el corrupto, inútil e impresentable de Mañueco, para y en campaña, tratar de movilizar al sector rural. Mañueco lanzaba el bulo, transformando las declaraciones de Garzón y pedía la dimisión o cese del ministro. Encontraba aliados enconados en la ultraderecha y en los medios de comunicación donde las voces para desautorizarse desaparecían y callaban. Y también en la parte socialista del gobierno, dándose por aludido, en vez de respaldar a su ministro -y de paso los propios acuerdos que tiene firmados- se ponía del lado de la mentira. Incluso los presidentes autonómicos Page y Lambán hacían lo propio respaldando el modelo de ganadería extensiva que asfixia y lastra de futuro el mundo rural de La Mancha o Aragón (también en Castilla Y León). En ese sentido, eran coherentes con los lobbys e intereses privados de caciques y caza subvenciones de todo pelaje que anquilosan sus regiones al atraso, el desamparo y la despoblación.

La falta de ética de este sector es lacerante como mínimo y como las pocas expresiones de periodismo independiente de este país han mostrado, también hay que decirlo, en contadas ocasiones. Pero lo indignante es que cuenten con el respaldo de politicuchos de medio pelo como los barones del bipartidismo que desde la urbanización privada de la capital regional viven fenomenal de los cohechos otorgados por los beneficios de las plusvalías materiales y morales de este sistema de producción agro alimentaria.

El otro polo de indignación viene de un PSOE que timorato y anquilosado no se toma en serio su propia palabra y parece incapaz de hacer cumplir una tibia agenda de lucha contra el cambio climático.

El debate está en la calle y en los pueblos lo lleva estando ya bastantes años. Si salieran a las calles y campos de los pueblos y el mundo rural sabrían de la injusticia del modelo, de la falta de ética del sector, de la condena a futuro que supone, de que hasta la Unión Europea se ha hecho eco reclamando un cambio de modelo productivo y de consumo. Pero no, siguen encerrados en su endogamía, absortos ante los problemas de la gente y aplicando el guante de terciopelo ante los oligarcas de este país, arrodillados ante su poder millonario y mediático y las influencias que todavía captan en las provincias. Con el ministro de Agricultura o los presidentes autonómicos de La Mancha y Aragón disparando a las rodillas de sus poblaciones rurales, al tiempo que seguro, cobrarán los servicios prestados de estos caciques provinciales. Con la ministra de Medio Ambiente y desarrollo sostenible en un inexplicable silencio, al tiempo que Garzón, pausado, manteniéndose firme ganaba la batalla y acaba tomando el pulso a las organizaciones agrarias y a numerosos habitantes de los pueblos y pequeños productores ganaderos y agrícolas.

Que al final el tiro les ha salido por la culata se demuestra en cómo ha pasado al ostracismo todo el debate toda vez que ha quedado claro que la opinión de Garzón es la correcta. La que más futuro aporta al medio rural, al sector primario y a la lucha contra el cambio climático y la degradación de los ecosistemas.

Frente a un modelo colectivo de ganadería extensiva, progresivo en los beneficios, basado en la cooperación y el trabajo, sostenible tanto desde el punto de vista medioambiental como en cuanto a derechos laborales y los derechos animales, respetuoso con los recursos naturales, en especial el agua, pero también en cuanto a la contaminación de suelos, aire y acuíferos en el que estamos la sociedad civil, con un mínimo de sentido común, ponen los intereses de las grandes fortunas y los especuladores. La ganadería intensiva de los caciques de siempre basadas en la explotación del territorio y de todos sus recursos, en su contaminación, en la precarización de los derechos laborales y en la inexistencia de los de los animales. Un modelo basado en el individualismo y el consumismo de productos baratísimos, de bajísima calidad.

Alberto Garzón y Unidas Podemos han salido fortalecidos ante toda la caverna mediática y hedionda de la derecha de este país, incluido los propios y presuntos “aliados” del PSOE, por mantenerse firme en sus propuestas y que estas sean certeras y representantes del sentimiento general de la sociedad civil.

Sin embargo, la Reforma laboral de Yolanda Díaz es un ejemplo concreto de lo contrario. Para la patronal y la derecha de este país representada desde el PSOE hasta Vox es una oportunidad magnífica. En nombre de la concordia y el consenso se les ha presentado un texto que sacraliza las tropelías y atracos perpetrados por el PP hace 10 años.

Y es que hace una década no había diálogo social, ni consenso y se aprobaba por Decreto Ley una normativa laboral que nos ha desposeído como clase trabajadora a unos niveles brutales. Pero por desgracia, casi todas las tropelías de aquella fechoría (salvo la recuperación de los convenios) quedan autorizados y respaldados porque con tal de conseguir la firma final de la patronal, el visto bueno de la UE y la aprobación del componente ultraliberal del gobierno representado en Calviño se fue bajando el listón.

Es cierto que se recuperan ciertos derechos, se reduce el horizonte hacia acabar con la precariedad y la temporalidad y en definitiva, la orientación de la nueva ley laboral cambia el componente tradicional de defensa de la parte contratante para garantizar estabilidad y poder de negociación a la parte contratada, es decir, a los trabajadores. Pero hay otras muchas que quedan expuestas, se mantienen hachazos y se va a hacer muy difícil recuperar muchos de los derechos y garantías que se perdieron en 2012.

El siguiente paso escabroso está ya siendo la Ley de vivienda. Garantizar el acceso a la vivienda de la población debería ser el objetivo final del texto, desvirtuando el componente de bien económico, especulativo y patrimonial de la vivienda, para poder convertirla en un derecho aspiracional que permita la vida en dignidad. Que sea un seguro del ascensor social y no otro componente más de su avería. Frente a este planteamiento tenemos a los tenedores de toda la vida: la derecha patria, los fondos buitres, los medios de comunicación y la convicción general de que la vivienda es una inversión siempre provechosa que no debe ser frenada por darle una cobertura social.

En estos temas es donde se ve la diferente concreción de España, de su sociedad y economía que tiene tanto el PSOE como Unidas Podemos. No está demás recordar que hace casi 11 años salió la gente a la calle a reclamar vivienda digna frente al abuso de tanta corrupción y latrocinio. Y no hablemos ya de la izquierda real o de la que tienen actores decisivos como puedan ser las izquierdas nacionalistas. De si lo dejamos todo en la mano del talante y el pactismo del PSOE de toda la vida con el estado de las cosas de este país, o si luchamos y trabajamos hacia un mundo mejor, más fraterno, digno y donde se aporten soluciones a los problemas que nos lastran desde hace siglos.

De momento y ante las próximas elecciones generales, la mejor baza de Unidas Podemos es Yolanda Díaz y saber capitalizar los avances sociales, que aún siendo tibios y tímidos son, sin duda, responsabilidad directa de la presencia en el gobierno.

Ya he dicho otras veces que es fundamental que desde la izquierda seamos tan beligerantes cuando ostentamos el poder como lo es la derecha cuando lo tiene. Y que seamos ambiciosos y luchemos con los boletines oficiales para defender a la clase trabajadora, garantizando la igualdad, los servicios públicos y las condiciones de trabajo y de vida de la gente. Porque si no será imposible que confíen en nosotros y en vez de avanzar en democracia acabaremos avocados a caminos de fascismo, tecnocracia u oligocracia.

Sin duda no tiene la misma importancia (al menos aparente) los asuntos de fondo que han movilizado la acción política de unos y otros. Pero mientras con la Ley de Vivienda o la Reforma Laboral se ha transitado a través de un camino marcado para no disgustar a los poderosos, Alberto Garzón nos ha mostrado qué hay que hacer. Mantenerse firme frente a los bulos, las amenazas. Reafirmarse en la verdad aunque esta sea incómoda. Ser coherentes en lo más básico y diferencial: en la defensa de los más vulnerables frente a las tropelías de los poderosos, acostumbrados a usar este país para su nauseabundo disfrute.

Sólo así, siendo agresivos legislando y ejecutando, pero también comunicando, se conseguirá que la sociedad, la clase trabajadora, reconozca en Unidas Podemos a quien le defiende, al tiempo de una más que necesaria, imprescindible, toma de conciencia obrera. No en el PP o en la extrema derecha a los que es preciso desenmascarar. Y ni mucho menos en el PSOE que lleva 40 años traicionando la memoria y la esencia de sus bases electorales. Es la única manera de movilizar y hacer que se amplíen los apoyos a la izquierda a dos años vista de las próximas elecciones generales y evitar que lleguen los que no sólo quieren que nada cambie, sino que además, se verán legitimados para desmontar las condiciones de trabajo y de vida de la gente haciendo que la desigualdad ya campante sea total.




martes, 21 de enero de 2020

Guerra abierta contra las casas de apuestas



Alberto Garzón es el nuevo ministro de Consumo, cartera desligada del tradicional Ministerio de Sanidad. Es el primer miembro del Partido Comunista en el gobierno desde 1988 (Jorge Semprún ministro de Cultura en el segundo mandato de Felipe González) y encabeza la cuota de participación de Izquierda Unida en el nuevo gobierno de coalición de izquierdas.
Puede parecer que en el reparto de participación y representatividad de Unidas Podemos en el nuevo gobierno este deslegitimada siguiendo la estrategia de Pedro Sánchez, pero las responsabilidades y retos que Garzón y su equipo van a asumir en la nueva cartera son importantes y en algunos casos, claves dentro del programa con la que la coalición de Podemos e IU se presento en noviembre.
Cuidar de los derechos de las personas en su rol de consumidores, frenando los abusos de eléctricas, distribuidoras de combustibles, empresas de telecomunicaciones será una buena vara de medir de la importancia o no de dar un ministerio propio a la materia del consumo. Colaborar con el ministerio de Vivienda para hacer valer el derecho a la vivienda digna por encima del privilegio de la especulación será otro punto importante. Atacar los hábitos de consumo pernicioso tipo tabaco o alcohol, pero también la comida basura, el ocio nocturno, acercar hábitos saludables a la población y contribuir a reformular los hábitos de consumo de la población, para volver a lo local, a lo de proximidad. Recuperar la palabra austeridad, para evitar el despilfarro y las compras compulsivas, que tantos problemas provocan en las familias humildes. Retomar el consumo sostenible y saludable, facilitando el desarrollo vital de los productores locales, evitando entre otras cosas la gentifricación de los centros de las ciudades, la pérdida de esencia de esos lugares, así como ayudar a dar más oportunidades en el mundo rural.
Pero si existe un tema en el que cobra especial simbolismo la designación del coordinador federal de Izquierda Unida como ministro de consumo es en todo lo referente a las casas de apuestas. Tanto en las calles, como por supuesto, en Internet. Y viendo la primera reacción del lobby de las casas de apuestas está claro que ya ven el miedo a empezar a perder esos millones de euros que sacan de las espaldas de la clase trabajadora.
Estas empresas o marcas de casas de apuestas se presentan como cercanas y nacionales, cuando en realidad son parte de emporios multinacionales (donde la banca tradicional internacional tiene importantes participaciones), erradicados en paraísos fiscales y en cuanto a la presencia física funcionan a base de un sistema de franquicias para localizarse en los barrios de clase obrera. Además como lobby, no han hecho más que ejercer una presión total tanto en los gobiernos nacionales y autonómicos -donde están las competencias en materia del juego- y en la Unión Europea.
Las apuestas deportivas son el dorado para estas empresas y a la vez el gancho para meter a cada vez más personas en los otros segmentos del negocio: bingos, ruletas y póker.
Hasta finales de 2018 las casas de apuestas han empleado una publicidad especialmente agresiva en televisión en cualquier tipo de horario, sobretodo en los contenidos más cercanos al público joven y adolescente. Hoy esa publicidad se mantiene en el mismo formato aunque recluida fuera de los horarios de especial protección de la infancia y adolescencia.
Pero todo empezó con la adalid del ultra liberalismo en España. La Thatcher ibérica, Esperanza Aguirre, abrió en 2006 la Comunidad de Madrid al negocio de las apuestas deportivas y casinos, en su sueño húmedo de convertir la periferia de la capital en la Nevada europea. Eurovegas no llego a completarse gracias a la activación de los vecinos y organizaciones sindicales y de izquierdas en Madrid, y también a que en la Unión Europea no vieron con buenos ojos la regulación que tal negocio reclamaba. Sin embargo, hoy multitud de casas de apuestas aparecen por Madrid.
Zapatero tuvo en 2011 que regular a contrarreloj (terminaba su mandato y todo hacía indicar lo que pasó después) el sector a nivel estatal. Pronto el país se lleno de estos establecimientos, especialmente en los barrios pobres, incluido estar cerca de institutos, colegios e incluso asociaciones contra la ludopatía, donde en casi todas las ciudades y pueblos salen como setas en una misma calle, en una misma plaza.
Un jugador podría probar suerte saltando de casa de apuestas en casino y recorrer desde A Coruña hasta Almería y desde Cádiz hasta Gerona. En cada caso, las casas de apuestas han conseguido convertirse en los centros de reunión, especialmente de los jóvenes, que sin atenerse a límites legales (aumentan los casos en los que no se pide el DNI a nadie al entrar) pueden saltarse el recreo o cualquier tarde de sábado o domingo para apostar y apostar.
El modo de funcionamiento para el enganche es sencíllisimo como están denunciando asociaciones de consumidores, vecinales y de lucha contra la ludopatía. Al mensaje de éxito facilitado por la publicidad -con la intervención de ídolos deportivos mediante-, le sigue un chute de autoestima y optimismo propio (como con la cocaína) y su facilidad y repetición (como con la heroína) hace el resto. A todo esto le añaden las promociones y regalos de bienvenidas, doblando, triplicando o cuadriplicando los depósitos iniciales para cada nuevo apostante o regalando cuotas de apuesta. Saben que en 95 de cada 100 casos, ese dinero prestado lo recuperarán. Y con creces. Y cuando encuentren grandes ganadores, jugadores que por destreza, consiguen aumentar sus ganancias, no tendrán problemas en vetarlos, incluso traspasando información entre casas de apuestas, a priori, rivales.
Internet, con sus valores de inmediatez, gratuidad y accesibilidad están haciendo el resto para poder enganchar a cientos de miles, cuando no millones, de personas a las apuestas. Las deudas, y la marginación social y problemas personales y familiares llegarán después.
Pero es en el mundo real, en el físico y tangible donde se palpa la realidad de lo que el auge del juego está suponiendo en nuestra sociedad. Son los barrios pobres, de población eminentemente trabajadora, muchas veces inmigrante (tanto nacional, como extranjera) donde se instalan las casas de apuestas y casinos. No hay casas de apuestas en el barrio de Salamanca.
No es un fenómeno nuevo. Antiguamente en el bar del barrio había, y hay, dos o incluso hasta tres tragaperras. Si un día por azares te tomabas algo en la zona vip de tu ciudad, por ejemplo en la Plaza Mayor, en sus establecimientos no había éste tipo de dispositivos.
Pero ahora en nuestros barrios tenemos unos establecimientos, sin ventanas, con luces de neón y paneles con fotografías de deportistas, ruletas y fichas de póker. En las puertas se agolpan los chicos (fenómeno éste eminentemente masculino) y dentro a parte de las apuestas y juegos de “azar” tienen acceso al alcohol. Pronto, esto lo sé por experiencia, los camellos tendrán allí su punto de distribución de droga, convirtiendo el lugar en un centro de adicciones. El público, con dinero y en éxtasis por las apuestas ya está ahí.
Se produce una redistribución de la riqueza que va contra los propios principios de la Constitución española, porque el dinero pasa de las manos de los que tienen poco, a las de los que tienen mucho. Si se empobrecen los barrios, puede pasar algo parecido a lo que produjo la epidemia de drogas en los ochenta: que cambió la percepción que se tenía de los barrios humildes. Pasamos de aquellos de "son pobres, pero honrados" a tenerles miedo y a relacionar la pobreza con los robos y la drogadicción, en este caso, con ludopatía y problemas psicológicos y emocionales. Cuando aumente la inseguridad, las autoridades dirán que es necesaria más presencia policial, pero no, lo que necesitamos y lo necesitamos ya es que haya una regulación que defienda nuestros intereses, en clave nacional.
Pero hasta entonces la administración ya sea el Gobierno o las Comunidades Autónomas se han llevado su parte. Ahora bien, estamos próximos sino ya sobrepasada, la línea en la que lo recaudado por las apuestas quede en nada para paliar los efectos sociales que las adicciones al juego están provocando. Sobretodo por sobre quien están cayendo: Personas cada vez más jóvenes y de entornos humildes.
Basta ya de que el Gobierno y las administraciones sean cómplices de las casas de apuestas.
El establecimiento de registros de ludópatas que las casas de apuestas y de juegos de azar deben de conocer y respetar, para evitar que estas personas caigan nuevamente en sus problemas de juego, puede ser un paso, pero no basta con estigmatizar a las víctimas.
Impedir la publicidad como ya se ha hecho con tabaco y alcohol. Prohibir los ganchos y regalos de dinero. Luchar contra la proliferación de los establecimientos físicos en las calles de los barrios pobres (hoy en día en nuestras calles el ferretero de toda la vida no puede hacer frente a la burbuja del alquiler y sin embargo estas empresas sin escrúpulos facilitan bajo el modelo de franquicia la instalación de más y más negocios que hunden familias). Invertir dinero en educación y prevención. Recaudar dinero a base de multas y subidas de impuestos y tasas a estas empresas luctuosas. Que aumenten las inspecciones y redadas.
Alberto Garzón y el equipo del nuevo Ministerio de Consumo tienen muchos y apasionantes retos que asumir estos próximos cuatro años. Acabar con las casas de apuestas y la proliferación del juego que está atacando a los jóvenes de la clase trabajadora de éste país, daría ya, sin duda, por buena la labor hecha.


lunes, 27 de junio de 2016

13 valoraciones de las Elecciones Generales del 26 de Junio de 2016


 Comento y valoro a mi juicio, al igual que hice en diciembre las elecciones generales de ayer domingo, 26 de junio.

  1. 1.189.364 votos menos. Aumentó la abstención y no es de extrañar. Se ha repetido, o mejor dicho continuado, una campaña electoral visceral hasta la extenuación del electorado. Seguimos con un escenario en el que nunca antes había habido tantas horas dedicadas a la política, con tantos “debates” (que no dejan de ser sino batallas de gritos en el que gana no quien más razón tiene y mejores argumentos expresa, sino quien más interrumpe al contrincante) y en el que, sigue sin aparecer propuestas que saquen al país del caos social que es, de la indignidad perpetúa de una corrupción sistémica e intrínseca ni aporte soluciones que garanticen la supervivencia de los servicios públicos y de la democracia de todos y todas.
¿Alguien sabía antes de votar qué políticas fiscales y económicas va a aplicar Podemos o Ciudadanos para paliar el castigo que Europa nos va a infringir el próximo miércoles cuando nos digan que “hemos” incumplido en déficit en un 6%? ¿Alguien tenía alguna noticia de cuál era la política del PSOE ante la situación territorial? ¿Quién conocía las medidas del PP para paliar la fuga de cerebros (si es que de verdad querían evitarlo)? ¿o si iban a seguir mandando a ciudadanos a la sanidad privada o premiando la enseñanza concertada?
Con una campaña basada en las emociones y alejada de las razones ha aumentado la desafección de la política en un país, España, donde la democracia carece de raigambre mientras la situación de emergencia social se ha enquistado, quien sabe, independientemente de quien gobierne o de que haya nuevas elecciones, si ya definitivamente.
  1. Trolear al encuestador, deporte nacional. Las encuestas siguen fallando de manera inmisericorde. Ni las privadas de los periódicos, ni las del CIS, ni la de a pie de urna de TVE ayer. Ninguna ha acertado, con los resultados, dando siempre menores números a los polos del bipartidismo y sobre dimensionando los resultados de Unidos Podemos y Ciudadanos.
Quizás sea que como torear, la siesta o la tortilla, mentir al encuestador sea un bonita costumbre vespertina, o bien pueda ser que “avergüence” decir en voz alta que se vota a ciertas opciones, pero lo cierto es que lejos de predecir resultados, funcionan como generadoras de corriente, absolutamente erradas cuando entra a jugar el voto útil en campaña.
  1. El puro de Rajoy. El que se fumó anoche al comprobar una realidad que no se le había aparecido ni en sus sueños húmedos. Y el que nos ha metido, una vez más, a todo quien deseé un país que no dé vergüenza ajena. Hay que reconocerle a éste señor su pachorra en la gestión del país y la confianza en si mismo y en un electorado fiel que le perdona de todo: La explosión del partido en Valencia por la corrupción (ojo que han ganado en las tres provincias y en la Comunidad Autónoma tras todo el escándalo de la Operación Taula). El uso partidista de las instituciones por su ministro del Interior para eliminar adversarios políticos. El aumento del déficit por el que Europa nos va a multar; su negativa ante el mandato del Rey de formar gobierno en la anterior ocasión; su incomprensible forma de expresarse... nada importa. Rajoy sabe que sentado y entretenido entre el Marca y el fútbol las crisis, externas o internas, se siguen sucediendo y él sigue ahí tan pancho que hasta se puede decir que se ha callado el debate de la sucesión en el PP.
La feligresía del PP ayer votó en masa, recupero a los hijos pródigos que avergonzados por la corrupción acabaron con Ciudadanos y que han vuelto escaldados por el pacto de estos con el PSOE y mantiene bajo raya y pese a banderazos y marchas, el voto ultra. Mientras en toda Europa el auge del fascismo sobrepasa a los partidos de derecha tradicionales (democristianos y demás), aquí en #Españistan, el PP gestiona y disfruta un voto de extrema derecha que conjuga con el de derecha y el de centro sin que pase absolutamente nada.
  1. Las bolas de partido de Pedro Sánchez. Las que está salvando frente a la amenaza exterior y el cainismo interno. El PSOE sigue marcando mínimos históricos tanto en número de votos, como de diputados, y se mantiene, como segunda fuerza política del país y como primera fuerza de la “izquierda”.
Mantienen la llave de gobierno, y en su disputa interna estará la llave a unas nuevas elecciones. Si Sánchez consigue mantener el control, habrá terceras elecciones (no es una broma); si no, el PSOE bien con la abstención, bien con la “Gran Coalición” facilitará el gobierno del PP.
La pelea estará dispuesta y a mi juicio tiene resultado incierto, ya que el PP ha arrebatado en estas elecciones, de carácter general no lo olvidemos, la supremacía del PSOE en Andalucía, lo que ha debilitado las posiciones de Susana Diaz y la vieja guardia del partido en su asalto a la sede de Ferraz.
  1. El Bipartidismo resurge. Cuando ya nadie contaba con él; cuando parecía el advenimiento de un nuevo orden, la llamada al voto útil y la situación de miedo provocado por el #Brexit, ha permitido a PP y PSOE mantener el liderazgo a ambos lados del tablero ideológico.
  2. Y Podemos ya sabe lo que es perder unas elecciones. Perdió la izquierda. Toda la izquierda y con ella Izquierda Unida, pero quien no quiera hacer auto crítica no entenderá jamás el por qué en estos últimos 50 años la izquierda ha ido perdiendo su capacidad de respuesta ante las agresiones que la clase trabajadora ha ido sufriendo y que han traído por un lado la degradación de las condiciones de vida y trabajo instalándonos en la precariedad, el empeoramiento de los derechos y servicios sociales gracias a su mercadeo, y la más absoluta desmovilización de la masa trabajadora de este país, fenómeno para nada exclusivo nuestro, pero que en este país es una losa terrible al sumársele 40 años de dictadura fascista que eliminó cualquier expresión socialista en los años “buenos” de la socialdemocracia.
La derrota de ayer, como digo es de toda la izquierda, pero es Podemos, y lógicamente su líder mesiánico Pablo Iglesias y su dirección centralizada que todo lo ha controlado y decidido, los grandes perdedores.
Del posible sorpasso se ha pasado al mismo número exacto de diputados para la confluencia Unidos Podemos el 26J que la suma de Podemos (y Confluencias) más Izquierda Unida el 20D, por lo que el axioma de que “la Unión hace la fuerza” o “sumar para multiplicar” se ha puesto seriamente en entredicho.
Y ese entredicho no lo es tanto por la mera operación matemática como por las formas. Y es que para la izquierda las formas son muy importantes, casi vitales, porque se trata de convencer a los votantes. A los ajenos, pero también a los propios que añaden un sentido critico que nos impide comulgar con ruedas de molino.
No han ayudado hacer actos de campaña para vanagloriar la figura de Santa Teresa de Jesús, el boicoteo al símbolo de todo aquel que se defina de izquierdas, como es la bandera republicana, o el tabú hacia todo lo que haga referencia a lo obrero, sindical o la lucha de clases.
En España, desde los tiempos de la Segunda República, para que la Izquierda Radical ganará unas elecciones es condición necesaria una movilización social plena y activa, donde en los puestos de trabajo, las calles, los bares, las comidas de familia se hable de política desde el punto de vista de la lucha de clases, de la conflictividad laboral y social como respuesta ante las agresiones que las clases populares vienen sufriendo por parte de las oligarquías: Económica, eclesiástica y fáctica.
Espero como digo la autocrítica de todas las fuerzas de izquierda, de nosotros mismos como votantes, pero sobretodo, por su deber y responsabilidad de la dirección de Podemos que se ha alejado paulatinamente ya no sólo del espectro ideológico de la izquierda y de la herencia (idealizada) del 15M, sino además, de las formas y el respeto al juego democrático y a la coherencia en estos 6 meses en el escenario que ha sido el Congreso de los Diputados.
Durante las sesiones de investidura se vio una actitud chulesca y bronca que sorprendió y mucho por ejemplo a los cronistas extranjeros en Madrid (no está de más desenroscarse la boina y leer prensa extranjera que para eso está también google translate) y que hizo imposible desde la propia noche del 20 de diciembre cualquier ilusión de gobierno de izquierdas.
A mi, particularmente, no deja de chocarme que gente “tan preparada y que sabe tanto” como Iglesias, Errejón o Monedero, no comprendan que es imposible el cambio hacia el progresismo y la dignidad que este país necesita, sino se cuenta con las bases electorales del PSOE. Porque evidentemente las cúpulas dirigentes del PSOE están instaladas en la mansedumbre de cargos e intereses y corrupciones privadas, pero es en las bases electorales y militantes donde radica el verdadero poder de los partidos de izquierdas. Es ahí, donde se enriquecen los discursos y se ganan los debates. Y es nuestra responsabilidad, como miembros de partidos de izquierdas, de hacerles ver que la mejor manera de defender sus ideales y su modelo de sociedad por el que han luchado tantos años bajo el PSOE es votándonos a nosotros para despojar de toda la morralla corrupta, vendida y apesadumbrada que dirige su partido. Será su forma de recuperar el control desde la izquierda.
Sin embargo, con los insultos y el desprecio lo que se ha ganado es el agrupamiento de las filas socialistas y su bloqueo hacia, quiero creer, únicamente hacia los candidatos de Podemos.
La confluencia de Unidos Podemos sólo podía ganar votos en las filas socialistas. O es que pensaban en ganarle votos al PP, o a Cs. O a Bildu. O a Esquerra Republicana. Y sin embargo con las actitudes descritas anteriormente, se ha acabado de perder una oportunidad histórica.
Se necesita y espera la reflexión seria, sosegada y el aprendizaje de los errores de Pablo Iglesias. Sino se comvertirá en una rémora para los impulsos renovadores del país y para quienes quieran asaltar el trono de la fuerza que se quiere presentar como alternativa de izquierdas. En esa batalla aparecen ya dos espadas. La de Iñigo Errejón y la de Alberto Garzón.
  1. Izquierda Unida sigue en su encrucijada. Alberto Garzón que ha asumido de facto el liderazgo del partido tras la XI Asamblea Federal ha sido el principal impulsor de la confluencia para mejorar los pobres resultados electorales del 20D, tanto por el impulso de Podemos, como por el reparto a través de circunscripciones franquistas de carácter provincial (me niego a echar la culpa a Ley D'Hont que no es más que una forma de repartir escaños cuando es la circunscripción provincial lo que hace un voto no valga igual en un sitio y en su provincia limítrofe). Como ya he dicho, parecía buena idea y yo mismo la defendí en estas mismas líneas e hice campaña en una Asamblea no particularmente proclive a la misma.
Una vez que se certifico, todas las encuestas multiplicaban como mínimo por 5 el resultado del 20D, lo que daría mayor margen de maniobrabilidad económica a Izquierda Unida. Sin embargo nos hemos quedado en solamente 4 diputados, como también es lógico por el castigo a las formas de Podemos que comentaba anteriormente.
Desde luego ha sido imposible a buena parte del electorado de Izquierda Unida hacerle ver las bondades de la confluencia, y hablo por experiencia propia, y pese haber sido claros en cada una de las intervenciones de Garzón y el resto de personas de IU, de que el objetivo no era el “sorpasso al PSOE” sino ganar las elecciones. Y como ya he dicho también ha sido imposible ganar a votantes desencantados con el PSOE a la causa de Unidos Podemos.
¿Y ahora qué? El penar de Izquierda Unida va a continuar. Con su deuda bancaria. Con un silencio mediático desde los medios tradicionales abrumador. Y con una situación interna en el que el PCE ha conquistado por participación los órganos de dirección e impuesto un discurso hegemónico.
Desde luego, soy de los que piensan, y más teniendo en cuenta la deriva al centro de Podemos que existe un espacio ideológico de la izquierda, donde Izquierda Unida tiene su hueco, quizás pequeño electoralmente pero inmenso en la lucha obrera, la dignidad, la justicia social y la revolución democrática que España y Europa necesitan, proponiendo un modelo de sociedad frente al neoliberalismo y el fascismo que de la mano van ganando.
Ahora bien. Habrá que saber y posicionarse ante la deriva que el partido pueda ir tomando. Hay rumores que hablan del desligo del Partido Comunista (electoralmente ya lo ha hecho ante las autonómicas del País Vasco en octubre). Se habla de la posibilidad de crear una nueva Izquierda Unida, bajo el epígrafe Unidad Popular con las adaptaciones necesarias para modernizar lo que ahora tenemos pero sin perder de vista la ideología que llevamos. Otros apuntan al empotramiento en Podemos. Estos hace un mes los veía como cantos de aguareros, pero en las últimas semanas se encuentran variaciones en el discurso de Garzón que invitan a pensar lo peor.
En cualquiera de los casos y por supuesto con la supervivencia de Izquierda Unida tal cual la conocemos, a mi, me encontraréis desde una ideología de izquierdas clara e irrenunciable, con coherencia y sentido crítico, defendiendo a la clase trabajadora y a los y las desfavorecidXs, su dignidad y libertad, así como la justicia social y el establecimiento de un orden económico que haga de los pobres menos pobres, junto con la defensa de la democracia y la sostenibilidad del planeta.
  1. Perder las elecciones a un mes vista. Eso es lo que decidió el círculo de la complutense trasladado al Congreso al imponer a un cunero como nº1 a la lista al Congreso por Salamanca. Y los datos están ahí. Votos de Unidos Podemos ayer, 25,023; Votos de Podemos el 20D, 25,463. Votos de Izquierda Unida el 20D, 6.972. Es decir, más de 7.300 votos de diferencia por el menudeo de coleguillas por las provincias.
El ganar un diputado de izquierdas para Salamanca iba a costar, pero desde luego con está decisión (más el silencio cómplice de las direcciones provinciales de los partidos) se tiraron al traste toda oportunidad.
Lo que algunos parecen no comprender, o no querer enterarse, es que poco o nada tiene que ver las campañas electorales, cuando se habla de tu electorado. Quienes comulgan con tu ideología van a votarte si o sí en caso de la derecha; pero desde la izquierda para garantizar ese voto, es necesaria la coherencia. Es fundamental convencer para vencer, y no hay mejor manera que haciendo praxis ejemplarizante de unos valores democráticos que son intrínsecos e históricos para la izquierda, y que no son meras palabras. Son símbolos de lucha, objetivos que conseguir y herramientas para llegar a la victoria. Nunca son mochilas de las que deshacerse.
Como esta actitud y empeño no ha sido puntual en Salamanca sino una constante por las provincias, se hacen mucho más comprensibles los resultados. Quizás dentro de Podemos no exista la critica y la intolerancia hacia la violabilidad de sus estatuos, pero en el resto de fuerzas participantes, o al menos en Izquierda Unida, si. Y más en provincias donde estamos agotados de luchar contra los mismos fantasmas, de denunciar las mismas prácticas. La gente de izquierdas no puede votar a algo que no le convence y quien quiera debatirlo conmigo, le puedo indicar más de 100 personas que directa o indirectamente me han comentado tal cual, “que estas no son las formas”, “que no les gusta el candidato impuesto”, o que "directamente no pueden ni ver a Pablo Iglesias", etc., etc.
Por eso, recalco una vez más, la necesaria critica y el cambio de actitud.
  1. El globo naranja se deshincha. Albert Rivera el día que firmó el pacto con el PSOE debía saber que eso traería consecuencias en forma de perder todos los votantes que arrancó en diciembre al PP. Votantes de ida y vuelta que ahora le han dejado con un tercio menos de los diputados que tenía entonces, y la pérdida efectiva de poder de decisión dentro del juego político así como de alternativa al PP en la derecha. No le han valido ni las visitas a Venezuela, ni hacer campaña con el fútbol, ni llenar las listas de famosos, y está ante un tiempo nuevo en el que va a tener que cuidarse más de no acabar como UPYD que postularse como candidato de gobierno.
  2. Cataluña y Euskadi. Ejemplo engañoso de lo que pudo ser. La dirección central de Podemos y su mesías prefirieron dar libertad a las direcciones regionales y provinciales de su partido en estas regiones para construir sus listas y el resultado es un sueño de una noche de verano de lo que podía haber sido si se hubiera tratado con respeto, legitimidad y sensatez el resto de territorios.
Tanto en Cataluña, como en Euskadi Podemos (En Comú Podem en Cataluña) ha ganado las elecciones “regionales” y a menos de 5 meses se presenta como favorito para desembarcar en Ajuria Enea y como alternativa ante unas, posibles, nuevas elecciones en Cataluña.
Pero no es morado todo lo que reluce y hay que entender que hay factores propios que han llevado a ese resultado, sin tener tanto que ver la acción (o inacción) de Podemos.
  • En Cataluña el sólido liderazgo de Ada Colau y la situación del bloque nacionalista y las CUP han ayudado y mucho al aumento de Podemos, y aunque se hace difícil vaticinar una victoria morada en unas supuestas elecciones catalanas si se puede vislumbrar un aumento en su presencia en un nuevo Parlament y seguramente con la llave de gobierno vía pactos con el PSC o con ERC ya desligada del experimento de septiembre.
  • En Euskadi, tenemos la incógnita de la respuesta del pueblo vasco ante unas elecciones autonómicas con Podemos como litigante, pero parte con una posición ventajosa toda vez que frente al silencio del PP, la inoperancia del Partido Socialista Vasco y un PNV con las manos atadas, ellos mantienen una posición centrista y dialogante ante el escenario de la paz en el proceso independentista vasco.
  1. El Maltrato Animal ya tiene que estar en la agenda pública. Ya como pasó en diciembre el PACMA ha aumentado sus votos (283.845 votos, un 36% más que el 20D. No tendrá escaño por las circunscripciones electorales, pese a que ha sacado casi tantos votos como PNV, que tendrá 5 diputados) y todo ello con el rubicón que ha supuesto el decreto de la Junta de Castilla y León prohibiendo la muerte y tortura del Toro de la Vega de Tordesillas (donde también han aumentado sus votos). Vuelvo a repetirme, y aunque no se haya hablado en campaña electoral (bueno, en realidad de los problemas de la gente y del país, no se ha hablado nada) cada vez más personas reclaman un debate serio y sosegado sobre el maltrato animal en este país donde se subvenciona y aplaude el maltrato animal.
  2. El Asilo de parásitos. Lógicamente, con todo lo expuesto el #PartidoPutrefacto ha aumentado su ya insultante mayoría absoluta en el Senado, por lo que me repito, en que toda reforma política que no pase por la supresión de esta cámara será una estafa. Desgraciadamente no será en un tiempo a medio plazo.
  3. ¿Qué pasará?. Pues ya lo he dicho. Realmente hay tres alternativas y ambas pasan por el PSOE. O permite el gobierno de Rajoy, con su abstención, lo que traería multitud de Decretos Ley para paliar el rapapolvo que día si y día también se llevaría el gallego en el Congreso. O se suma a una Gran Coalición neoliberal y españolista. Ambas supondrían el descalabro del PSOE, siempre y cuando desde Podemos demuestren que tienen la cabeza para algo más que para llevar sombrero.
Sino entra en ese juego, estamos abocados a unas nuevas elecciones, porque es necesario recordar que nuestra democracia, es parlamentaria. No bipartidista, de segundas vueltas, ni tampoco mayoritaria. Parlamentaria. Es decir, es en el Parlamento, con negociación y debate como se consiguen las mayorías.
Desde luego con políticos y líderes de altura no habría hecho falta votar ayer, pero sólo basta recordar como han sido estos últimos 6 meses (y varios años atrás ya) para comprobar que el ombliguismo, el tacticismo, el clientelismo y el chiste fácil y el Trending Topic dominan el lugar donde se debería de decidir y articular la vida de las personas.
Si hay elecciones en diciembre, no barrunto cambios en los líderes salvo en el PSOE donde Susana Díaz saltará Despeñaperros con ganas de deglutir a Pedro Sánchez y cuyo único resultado seguro, sería una abstención insoportable, porque la ciudadanía ya está harta de que le tomen el pelo, mientras el país se va por el sumidero.

viernes, 22 de enero de 2016

Izquierda Unida. Una refundación inaplazable

Alberto Garzón, secretario del proceso constituyente y Candidato a presidente del Gobierno por Izquierda Unida - Unidad Popular mediante primarias en las Elecciones Generales de 2015. Foto de eldiario.es.

Decía Lenin que “hacer la revolución es comprender la realidad”. Y para continuar esa revolución hoy por hoy en cualquiera de los ámbitos de los que me ocupo y apasiono, se hace imprescindible, además por mi reciente trayectoria, hacer valoración, crítica, auto crítica e introspección de la situación del partido político que integro con coherencia y honor: Izquierda Unida.
Tras las elecciones generales del pasado 20 de diciembre la situación no es nada cómoda. Y lo es menos aún con el revanchismo que el círculo de la Complutense, ya trasladado al Congreso de los Diputados ha tratado el tema de la configuración de los Grupos Parlamentarios. Podemos no tenía llave exclusiva para que IU tuviera o no grupo propio en el parlamento. Eso es obvio. Pero no lo es menos, el hecho de que ha confabulado para que desde las candidaturas de confluencias (Compromis, Ahora en Comú y Mareas Galegas) no se desligaran los miembros de IU democráticamente elegidos para favorecer la constitución del grupo propio. Las consecuencias están claras: No restitución de los fondos invertidos en la campaña electoral, de los que el reglamento del Congreso permite para los grupos constituidos (con lo que puede traer en materia de sustentación de la organización con las deudas existentes con la banca privada) y anulación del espacio político y mediático de intervención de Izquierda Unida.
Pero todo esto es consecuencia de unas elecciones que no se puede calificar de éxito. El no poder formar grupo político por nuestros propios medios, tras sólo obtener 2 diputados (en la circunscripción de Madrid) es nefasto y pone en peligro la supervivencia del partido, pero sobretodo de una ideología, la de la defensa de la dignidad y la libertad de la clase trabajadora, cuya vigencia quieren poner en entredicho entre discursos demagogos del Fin de la Historia, o del crecimiento perpetuo.
Pero lejos del habitual tremendismo y ombliguismo del que hacemos gala en esta organización es importante reconocer la realidad. No es la primera vez que Izquierda Unida se queda sin grupo propio en el congreso. Ya en 2008, a la llamada del voto útil (eso de votar a quien no nos gusta para que no gobierne quien nos gusta aún menos), la coalición de izquierdas se quedo con 2 diputados. Mejor dicho 1'5. Gaspar Llamazares que era el candidato de IU a la presidencia y Joan Herrera que era el número 1 de la lista de Iniciativa Per Catalunya Les Verds. Y todo ello con “sólo” 990,000 votos, sin la competencia de un partido artificial creado para (des)-movilizar al voto de Izquierda Unida como ha ocurrido en estas elecciones.
Y si de aquella vez no se salió con la defunción de Izquierda Unida, no tiene ahora porque ser así, más si tenemos en cuenta que a nivel municipal la situación no es tan delicada como entonces. Pero sobretodo es muy difícil vislumbrar la desaparición de nuestra organización, toda vez, que se demuestra como clara, más que necesaria, imprescindible una ideología de izquierdas que elabore un discurso en favor de las clases populares y la legitimidad y vigencia de la lucha obrera; donde los discursos medioambientales y sostenibles no sean mera retórica y frases hechas ante las agresiones que el capital y la avaricia de los poderosos someten a nuestro entorno; y todo ello en un país y sociedad en estado de descomposición ante un cuerpo político tradicional podrido, corrupto y fascista.
Para llegar a esas elecciones Izquierda Unida dio su liderazgo electoral a Alberto Garzón quien a golpe de refundación (nada nuevo ya que viene marcado por los acuerdos de la Asamblea de 2007), primero buscó con generosidad y responsabilidad una confluencia de fuerzas rupturistas con el régimen tardo-franquista y neoliberal. En esa confluencia estaban llamados muchos agentes que finalmente decidieron integrarse en el proyecto político de Izquierda Unida, que bajo el nombre de Unidad Popular compitieron en estos últimos comicios. Sin embargo, ha calado en un amplio espectro de nuestros potenciales electores (la clase obrera) el mantra de que la confluencia fracasó, y en buena parte de ello, por Izquierda Unida, porque no quiso despojarse de las siglas, la mochila o el aparato.
Nada más lejos de la realidad. Podemos en su escalada de traición al 15M, sigue funcionando como una herramienta del sistema. Sirvieron primero para acallar las calles y la contestación ciudadana a tanto fascismo y ahora siguen una hoja de ruta, que no por nueva es desconocida: El arrinconamiento de las posiciones de izquierda con la des-legitimación de un programa radical de auténtica libertad, dignidad, economía al servicio de las personas y regeneración democrática de las que Izquierda Unida es su principal valedor.
Ante la imposibilidad de la candidatura unitaria (toda vez que se demostró que a Podemos solo le interesaba fichar a Alberto Garzón y a algunas personas más para las listas electorales), le siguió un trabajo notable de la dirección de la coalición, elaborando una campaña original, no tan cara, y alejada de los estándares habituales, para acercarse a la gente que generó ilusión y se tradujo en el respaldo del casi millón de votos obtenidos, frente a un silencio mediático absoluto que nos privó de los grandes debates (aunque eso supusiera incumplir la Ley Electoral, pero al capital no le importaba) y donde nuestro candidato, Alberto Garzón, el mejor valorado de todos los competidores se vio aislado y relegado. El reto era superar ese silencio y recordar a la población quien les defiende de las injusticias y el modelo social de todo para el 1%. Quien está por políticas radicales en el atajo y solución de los problemas.
El resultado, ya lo sabéis, ya lo he dicho ha sido sólo obtener 2 diputados con más de 920.000 votos con el único programa rupturista que compitió en las pasadas elecciones. Y tras el Consejo Político Federal del pasado 9 de enero ya se han sentado las bases para una nueva Asamblea en torno a mayo (si el calendario político lo permite) donde han de sentarse las nuevas bases de Izquierda Unida.
No se puede ser optimista con el panorama actual tras las elecciones. Aunque destartalada la mayoría absolutista del #PartidoPutrefacto y tocado el bipartidismo hay dos elementos muy negativos, especialmente si tenemos en cuenta “la que ha caído” en los últimos años: El PP sigue siendo el partido más votado en España y el PSOE sigue siendo el partido más votado en el seno de la izquierda. En términos de voto, el balance izquierda/derecha está, como todo el mundo sabe, en empate técnico... con todo lo que ha caído, insisto, tras 5 años de estafa llamada crisis, de orgía neoliberal cuyo restos se limpian con los servicios públicos de todos, en un estado artificial cuyos artesonados herederos del franquismo se derrumban. Pero aún así vemos una supervivencia del sistema, cambiando el tradicional bipartidismo, que en lo económico no tocaba el poder de la clase dominante, por un nuevo modelo que parece va a derivar en un nuevo bipartidismo 2.0.
Aquellos que pretendemos hacer frente al modelo neoliberal capitalista y avanzar hacia otro modelo de sociedad -lo cual va mucho más allá de encontrar un hueco electoral digno- estamos perdiendo la batalla. Por eso, una reflexión seria y global a este respecto parece inaplazable.
Y en ello Izquierda Unida debe abordar de forma inmediata su propia refundación, como herramienta útil y funcional para la nueva fase en el que la lucha obrera está sumergida. Además, no es ninguna propuesta extraordinaria: es un acuerdo de la penúltima Asamblea Federal de IU que nunca se ejecutó.
Si propongo la refundación de IU no es para contar con una nueva fuerza política cuya única diferencia respecto a la actual organización sea una modernización o, mucho menos, un cambio de imagen, nombre o fachada. En sentido contrario, y aún con mayor énfasis, tampoco es para dar a luz a una nueva fuerza que se sitúe en otro espacio político e ideológico o que reniegue de los valores y grandes objetivos estratégicos que han caracterizado desde siempre a Izquierda Unida.
Izquierda Unida nació en 1986 como un espacio de convergencia entre diversas culturas y organizaciones de la izquierda en torno a un programa común, una fuerza que se autodefinia como un movimiento político y social y que aspiraba a un funcionamiento abierto al entorno social a través de la elaboración colectiva. ¿No os suena terriblemente parecido a los objetivos que nos seguimos planteando -¡29 años después!- cuando hablamos de convergencia política y social o de Unidad Popular?
Y fue tras la III Asamblea IU cuando se da un paso de gigante para resolver este problema: convertirse en un partido plural, diverso, que admite corrientes y partidos en su interior, pero que funciona de manera asamblearia sobre el principio de una persona/un voto.
Sin embargo, el impulso de abajo arriba se va diluyendo en escalones intermedios y aparece lo que aparece tendencialmente en cualquier organización si no se dota de herramientas potentes para evitarlo: cúpulas dirigentes, baronías territoriales y negociación por arriba entre grupos organizados.
Pero aún más grave y propio a la naturaleza de la organización se sucede una guerra interna, que recuerda a lo que escribió Orwell sobre su experiencia en el POUM con las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil:
Un gobierno [el Republicano] que envía chicos de quince años al frente con fusiles viejos de hace más de cuarenta años, y mantiene a los hombres más fuertes y las armas más nuevas en la retaguardia, teme sin duda más a la revolución que a los fascistas”.
Herederos de aquella la lucha por la libertad y contra el fascismo, seguimos equivocados, desgastándonos en una guerra fraticida entre las dos facciones más poderosas de la coalición de partidos, PCE (Partido Comunista de España) e Izquierda Abierta. Los primeros detentan el liderazgo del partido y los segundos componen la vieja dirección. Y en medio los militantes que padecen esta confrontación que desgasta y desalienta. Y así olvidamos que el enemigo es la derecha. Es el fascismo. El capitalismo y su versión más egoísta, el neoliberalismo. El enemigo es la España cutre atrasada, racista, machista y orgullosa de un pasado genocida. Y sin embargo, nos toca, a las bases, desmoralizarnos mientras abrimos los correos internos de la organización con interpretaciones y segundas lecturas que varían si quien lo envía es afín o díscolo.
Así se genera un microcosmos interno donde se bloquean ideas, se paralizan debates, se pierden sinergias, se dejan sin hacer labores y responsabilidades. El funcionamiento interno del partido no resuelve las necesidades ni aprovecha las oportunidades por lo que se agotan voluntarismos y participaciones fruto de esta guerra interna que no tiene claro vencedor, pero si un gran derrotado: La ideología de izquierdas, la lucha obrera y la clase trabajadora.
Por todo esto la Refundación ha de reunir las siguiente características:
  1. Tener como objetivo estratégico el mismo que Izquierda Unida ha tenido desde su fundación: la construcción de una sociedad socialista donde la economía esté al servicio del interés y el bienestar general; una sociedad democrática, igualitaria, fraterna, pacífica y en armonía con el medio natural.
  2. Ser un espacio cómodo y plural para las diversas culturas y organizaciones de izquierda que se identifican con el objetivo primero.
  3. Ser una organización abierta a la sociedad especialmente en lo que se refiere a la elaboración colectiva del programa.
  4. Articular la acción política e institucional y fundar la cohesión interna en torno al programa, vínculo máximo y compromiso máximo con la sociedad.
  5. Desarrollar un funcionamiento radical de democracia directa. Referéndums y consultas a todos los niveles no han de ser una excepción: han de ser una herramienta habitual de funcionamiento.
  6. Dar la máxima importancia a la acción política extra institucional, pegada al terreno, a la calle y a las luchas sindicales tanto de conjunto como de sector y a la incidencia en el conflicto y los movimientos sociales.
  7. Constituir una organización fuerte donde cada miembro aporte en la medida de sus posibilidades y, paralelamente, sienta que cuenta, como individuo, en las decisiones colectivas.
  8. Elaborar un programa de trabajo en cada entorno, desde la Asamblea local hasta la Asamblea Federal, donde con debate, participación y autonomía se defienda el programa común (punto j) y que tenga los siguientes ejes:
    1. Participación de todos los miembros por igual.
    2. Valoración de todos los miembros. La experiencia de los que llevan tiempo en la lucha; la fuerza de quienes llegan por primera vez. Dejando espacios de expresión, participación y trabajo bajo un paradigma de colaboración, diálogo y respeto.
    3. Plan de trabajo ligado a la representación en las instituciones, pero de manera mucho más intensa en la labor en la calle. Acercarse a los barrios, las universidades, los hospitales, los institutos, los centros de trabajo, las bibliotecas, los clubes deportivos, las asociaciones medioambientales y las culturales. En definitiva, al ciudadano para dar respuesta a sus necesidades y ofrecerle mecanismos de integración, aprendizaje y colaboración.
    4. En ese plan de trabajo, se hace imprescindible, volver a una de las bases del movimiento obrero: Generar sus propios medios de comunicación y difusión de ideas, tanto en Internet, como en prensa escrita.
    5. Uso efectivo de las nuevas tecnologías, tanto en el funcionamiento interno, como en la publicidad y marketing externo para dar a conocer las actividades e ideario de la organización.
    6. Hacer base: Simpatizantes y afiliados; militantes con voz, voto y participación efectiva, que puedan y deban desarrollar su propia opinión sobre su entorno y el de la Asamblea en la que participan, así como desarrollar un trabajo voluntario sin llevarles hasta la extenuación ni el agotamiento.
  9. Aplicar correctamente el principio federal como articulación de soberanías, definiendo claramente los ámbitos de soberanía compartida y actuando en consecuencia.
  10. Un programa común, innegociable e irrenunciable, que contenga:
    1. Memoria: Jamás olvidar a quienes pelearon antes por estos principios.
    2. Ecología: Respeto al planeta; sus recursos, plantas y animales.
    3. Demografía: Equilibrio que prevenga la superpoblación y las tragedias migratorias.
    4. Sanidad: Cobertura sanitaria pública y gratuita.
    5. Laicismo: Separación real entre estado y religión.
    6. Educación: Cobertura educativa pública y universal.
    7. Socialismo: Reajuste del modo de producción y justicia distributiva real.
    8. Democracia: Separación de poderes y representación proporcional.
    9. Federalismo: Autodeterminación y cesión de soberanía hacia territorios menores.
    10. República: Elección del jefe del estado democráticamente.


El camino para recorrer es largo en el tiempo pero es inaplazable. Izquierda Unida debe dejar atrás tiempos de disputa interna que rayan lo personal para abrir un tiempo nuevo en el que se configure, nos configuremos, como una herramienta útil para la clase obrera en sus aspiraciones de mayor libertad, igualdad, democracia y dignidad.
Bajo un programa de IZQUIERDAS innegociable, no olvidaremos las luchas inter generacionales, muchas de ellas en la clandestinidad, de nuestros compañeros y compañeras y junto a quienes vayan llegando y sumándose a este maravilloso proyecto seguir con mayor fuerza la lucha para cambiar nuestra realidad y conseguir así el cambio del modelo social y económico que construya un mundo mejor, con mayor democracia, igualdad y libertad.


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Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...