Hoy 23 de abril de 2021 se cumplen 500 años del acto final de la Revolución comunera. Hoy 23 de abril fiesta de la Comunidad de Castilla y León. Hoy 23 de abril es un día para seguir exigiendo justicia y futuro; reclamando dignidad y sostenibilidad para las gentes y los territorios de esta región, la mayor de Europa, que es víctima de caciquismos y nepotismos. De corrupciones y chanchullos. Llena de despropósitos y atentados al medio ambiente y al patrimonio material e inmaterial.
Tierra que expulsa a sus jóvenes y que sangra por las costuras que dejan los oxidados arados. Letanías que se consumen sin que a nadie, realmente a muy pocos, le produzca ni asco, ni asombro, ni siquiera la más mínima compasión. Piedras centenarias apiladas ya sin argamasa. El musgo crece entre ellas haciéndonos olvidar que en el pasado fueron hogares, corrales, silos, murallas y castillos. Mares de campos muertos porque no son regados con sudor e ilusión. Vidas e Historia que mueren en el olvido al tiempo que la geografía se convierte en desierto.
León
y Castilla claman dignidad y futuro. Poder desengancharse de unas
cadenas que ya han gangrenado los miembros; que han anquilosado toda
iniciativa desde abajo, ya sea social, económica o cultural.
Queremos vivir, crecer y desarrollarnos. No tener que salir para
comer y tirar mal que bien. Queremos quedarnos y progresar, ayudar a
esta tierra a que llegue a ser lo que puede ser, no la imagen de
patio de disfrute de unos pocos caciques y unos cuantos oligarcas. No
queremos exiliarnos por razones económicas y los exiliados queremos
volver y participar, levantar la tierra y a las gentes para con
trabajo e ilusión recuperar nuestra vida en nuestra territorio.
Hoy y ayer, pero también mañana, por una Castilla y León con futuro y dignidad.
A continuación el Manifiesto Villalar 2021:
Villalar 2021: Respeto a nuestro pasado, esperanza para el futuro
Nos encontramos de lleno en el V Centenario de los episodios conocidos como la Revolución de las Comunidades de Castilla: proceso político, económico y social de hondo calado protagonizado en esta tierra entre 1520 y 1522, e interrumpido por la derrota y represión ejercida por el bando realista, afín al proyecto imperial de Carlos V. Las novedosas aportaciones ideológicas de las Comunidades han sido muy debatidas entre los historiadores, llegándose al consenso de que supusieron un paso de gigante en cuanto a la concepción de las formas de buen gobierno, la salvaguarda de los derechos políticos, jurídicos y civiles, así como en la articulación de la soberanía popular frente al absolutismo de la Corona. Estos avances se recogieron en la Ley Perpetua de Ávila, proyecto de la primera constitución moderna del mundo que fue promulgado en Tordesillas en septiembre de 1520. Aquella derrota militar del movimiento comunero condujo finalmente a la supeditación de Castilla a las empresas imperiales y coloniales de los Habsburgo.
Pero la Revolución comunera no solo tuvo una enorme trascendencia en la Castilla de comienzos del siglo XVI, sino que en adelante fue un referente en el que buscaron inspiración las reivindicaciones y luchas por la justicia social aquí y en otros lugares: la oposición a las políticas de Felipe II y de otros reyes de la casa de Austria, los movimientos libertadores de América Latina en los siglos XVIII y XIX, el rechazo liberal al despotismo de Fernando VII, la construcción de un modelo político democrático y federal durante las dos Repúblicas o la lucha por las libertades frente al golpe militar de 1936, se apoyaron significativamente en el recuerdo a la causa comunera. Por eso, a partir de 1976 y tras una larga dictadura, los castellanos y castellanas volvieron de forma natural a Villalar, símbolo de dignidad, de igualdad, de libertad y de soberanía mantenido en la memoria colectiva. Su recuerdo se ha sostenido en el tiempo gracias a la profunda carga sentimental y racional tejida, enriquecida y cuidada por muchas generaciones. Desde entonces, la conmemoración en el municipio de Villalar de tales hechos históricos y la transmisión de su legado se ha conseguido con el esfuerzo y participación de individualidades, colectivos y organizaciones diversas, unidas por una interpretación del pasado común en lo esencial y por una aspiración de progreso para nuestro pueblo.
500 años después de la Revolución comunera Castilla es un territorio de grandes contrastes, caracterizado en la actualidad por una concentración demográfica y de recursos en Madrid, en paralelo al envejecimiento, la despoblación, la desestructuración y la marginación política y económica que padecen las demás provincias. Nuestros servicios públicos, nuestra sanidad, nuestra agricultura y ganadería, nuestra industria e infraestructuras languidecen, expulsando a muchos jóvenes y condenando a nuestras comarcas al expolio o al silencio del olvido. Ante este panorama, nos inspira la gesta de Padilla y Pacheco, Maldonado y Bravo, Zapata y Acuña; la gesta de miles de comuneros y comuneras que a lo largo de cinco siglos lo arriesgaron todo por conquistar espacios de justicia social.
Con este breve manifiesto lanzamos un grito de amor propio, comprometiéndonos desde todos los ámbitos y sectores (ciencia, cultura, arte, comunicación, instituciones, sociedad civil…) a trabajar por un futuro digno para Castilla y sus gentes. Las castellanas y castellanos no queremos ser más, pero tampoco menos que nadie. Somos un pueblo trabajador, honesto, leal, testarudo y solidario; también un pueblo humilde, pero orgulloso. Urge revitalizar el pulso y ocupar el lugar que nos corresponde. Pongamos toda nuestra inteligencia colectiva en esa tarea.
“Comunes el Sol y el viento,
común ha de ser la tierra,
que vuelva común al pueblo
lo que del pueblo saliera”
Luis López Álvarez, Los Comuneros
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