Si todo va como debe el próximo jueves Pedro Sánchez será reelegido presidente del gobierno después de aunar los apoyos parlamentarios necesarios para lograr la mayoría, tras las elecciones generales del pasado julio. Lo hace a través de una mayoría que no sólo suma más parlamentarios que los partidos que se van a oponer. Además suma más votos en comparación. Y será presidente con un respaldo en número de diputados y de votos (sumados los de todas las fuerzas que apoyan la investidura), mayor al que tuvieron en el segundo y cuarto gobierno de Felipe González, que el primero de José María Aznar, o que los dos de Mariano Rajoy. Digo esto por poner un contexto.
Toda la sesión de investidura va a estar oprimida por la violenta y excesiva respuesta de la ultraderecha política, económica, mediática y cultural de este país, exacerbada tras unos resultados electorales peores que los que ansiaban y esperaban, y de la frustración del candidato Feijoo (si el más votado) pero que ha sido incapaz de lograr la investidura consiguiendo los apoyos que fueran necesarios. Felipe VI, el preparao, cometía un error de bulto que habrá que pasárselo en la cuenta al proponer un candidato que no reunía un mínimo de apoyos y voluntades que permitieran articular su mayoría parlamentaria hasta el umbral de los 176 diputados. El Rey, con apenas unas charlas, la más larga de una hora y viente minutos y varias por debajo de los 10 minutos, proponía al candidato del Partido Popular con el único aval de ser el más votado y fijando unas sesiones de investidura que hacían improbables los pactos. No tenía obligación el monarca de hacerlo, tal y como muchos expertos en derecho constitucional han remarcado, y si que podía haber citado una segunda ronda más adelante. Si lo ha hecho cabe suponer una intencionalidad que quizás, ya viendo como estaba el panorama la noche electoral, buscase legitimar un argumentario que sustentará el relato. No es poca cosa el ser el más votado, pero ni la institución monárquica, y muchos menos el país, estamos para perder el tiempo por los favoritismos de un monarca que ejerce en un plano absolutamente irreal. Como digo con esta decisión ha acercado el final de la arcaica monarquía borbónica y ampliada su imagen con un halo reaccionario y ultra conservador que no debería de existir, o al menos expresarse públicamente una y otra vez, en una institución que debería de ser todas y todos. Lamentable, como digo, pero una buena noticia para quienes ansiamos República.
El ambiente de estas semanas es el de una ola pregolpista y de exacerbación fascista. El acuerdo de Sánchez y Puigdemont ha sido el último en llegar y el imprescindible para garantizar la investidura. Y ha hecho hiperventilar a todo el fascio patrio que ve como se aleja la posibilidad de gobernar y sobretodo, de hincar sus corruptas y amorales manos en la segunda parte de las ayudas europeas del Plan de recuperación. Esa es la realidad de tanta provocación y tanta marcha de cayetanos y “señoros”, y “señoras”, de la manita de ultras de aquí y de allá, exhibiendo banderas preconstitucionales, cuando no abiertamente fascistas, y exudando una caterva de lemas e himnos que van del más rancio historicismo de derechas, a la liturgia eclesiástica más funesta. Pasando por composiciones lisérgicas que apestan a estulticia. Piden respetar un supuesto orden constitucional (cuando se decidió desde arriba limitar la soberanía nacional para gusto de los bancos alemanes no vi yo estas manifestaciones), y a la vez levantan la manita, cantan el Cara al Sol o vivas a Franco y a Hitler.
Está de moda ser facha y ahí tienes a las nuevas generaciones desfilando de la mano de las fuerzas vivas del falangismo. Haciendo apología de su clasismo, su intolerancia, su racismo, su xenofobía, su machismo, su incultura… Y fundamentalmente mostrándonos una vez más que este país es su cortijo y no admiten no tenerlo asido por la pechera para intimidarlo y vaciarlo.
Al final todo esto va de eso. De no saber perder. No va de la Amnistía que por otro lado es una manera de reconducir la situación de Catalunya. No hay que perder de perspectiva que en 2006 el PP de Mariano Rajoy ya hacía gala de su control judicial y mandaba a un Supremo, copado por sus representantes judiciales, para que echarán para atrás el Estatut que el pueblo catalán pactó y votó en masa aquel año. De aquellos polvos parte de estos lodos. Porque no cabe duda de que lo de la unidad de España les da igual a estas élites cleptómanas pero es un muy buen argumento para soliviantar a las huestes unineuronales que se tragan sin rechistar lo que les digan. Y más si tienes la baza de unas instituciones judiciales politizadas, y encima por los tuyos. Por lo que pueda pasar en la sucesión de cargos contra corrupción.
Yo
no estoy precisamente a favor de una Amnistía que vaya a
“perdonar” a líderes políticos que hayan cometido delitos adminstrativos a la hora de proveer de recursos el referéndum
del 1 de octubre. Si que estoy a favor de que se despenalice a
las personas que sufrieron, primero toda la violencia policial y
después la persecución judicial y mediática de matones a sueldo
reconvertidos en jueces y periodistas. No puede aplicarse la
apisonadora de un estado coercitivo a 2700 personas que lo único que
querían ese día era votar. La elección era lo de menos. O somos demócratas todos los días o ninguno. Esto no es un uniforme
que te puedes poner un día y quitártelo al siguiente. Tampoco he
estado de acuerdo y ni estoy de acuerdo con las amnistías “que han
perdonado” a los defraudadores fiscales. A todos los mangantes con
pulserita en el brazo y lacito en el audi, con la bandera de
españita, que nos dicen como tenemos que obrar y vivir los demás,
mientras ellos se han buscado las triquiñuelas para pagar menos o
directamente, no pagar lo que les corresponde. Y sin embargo, esas
amnistías e indultos se han venido realizando en gracia a corruptos, asesinos del G.A.L., o hasta
incluso violadores, y “nadie” se había quejado. Y no hablemos de la Ley de Amnistía del 77 que permitió que pasarán a ser "demócratas intachables" los torturadores, políticos y militantes franquistas.
Por qué, ¿cómo pretende la derecha fascista de este país que España no se rompa a base de aplicar violencia y negar la identidad de los ciudadanos que sienten otra nación? Incluyo aquí a los muchas y muchos que conozco, que se sienten españoles, pero a la vez catalanes, galegos, vascos o valencianos. ¿Qué clase de país pretenden “construir” a base de mordazas, porras y cadenas? Ya lo conocemos, lo tuvimos 40 años de dictadura y más de 45 de tibia socialdemocracia liberal
Y sin embargo a menos de 48 horas de que se llevé a cabo la investidura, las calles están ocupadas por los ultras tratando de amedrentar a todos, especialmente a los militantes del PSOE en sus sedes, sus políticos y a su líder Pedro Sánchez. Con la policía reaccionando como dóciles corderitos ante alteraciones gravísimas del orden público, con y sin autorización, y que contrastan con la violencia cargada contra los manifestantes de izquierdas, que nos las hemos visto con sus porras, sus cascos y sus tanquetas. No olvidamos la violencia desatada en Cádiz en las protestas de los trabajadores del metal, en Catalunya el 1 de Octubre o en los desalojos de las plazas del 15M, en las marchas de la dignidad, en las luchas contra el Plan Bolonia. Tampoco vamos a olvidar esta convivencia tan pacífica y dicharachera con esta extrema derecha de parásitos, haraganes y ultras. Queda apuntada con la de las “protestas” de los pijos durante confinamiento de la covid.
El relato es el de amedrentar a todas y todos que no pensamos como ellos. Que somos demócratas. Antifascistas. Que somos clases trabajadoras hartas de ser explotadas por parásitos fascistas e infrarepresentadas por un sistema político liberal y burgués diseñado para usurpar poder y perpetrar la extracción de riqueza. La amenaza a la voluntad popular esta ahí. Como en el asalto al Capitolio o la Batalha de Brasilia. Una ola fascista que es necesaria erradicar en todos los frentes.
Tampoco ayuda tener todos estos meses tras las elecciones a todo el escenario de políticos de extrema derecha y de derecha extrema de este país recitando una y otra vez “Qué Sánchez está haciendo un golpe de estado”, “qué es ilegítimo” y toda esa sarta de mentiras, sandeces y burradas, y que ni un sólo periodista (bueno sí, un par de ellos) les hayan plantado cara y desmentido en vivo y en directo. El periodismo patrio tendrá que pagar estas afrentas y esta absoluta dejación de sus funciones como pilar del sistema democrático.
Pareciera como si los Feijoo, Ayuso, Almeida, los fachas de vox y los gilipollas abducidos que les siguen no supieran como funciona el sistema de partidos, el sistema parlamentario liberal. Exigían que en el PSOE les prestarán o se saltarán la disciplina de voto 5 diputados díscolos para facilitar la investidura de Feijoo. Pues mira tú, que si la situación fuera tan grave, ahora podían haber prestado 7 al PSOE para evitar el pacto con Puigdemont. Pero efectivamente quizás no conozcan el funcionamiento jurídico y político del sistema parlamentario, pero por lo menos se espera es que los medios, fueran de comunicación y no de intoxicación y fueran lo suficientemente responsables para denunciar esta sinrazón y no darle más altavoz.
Y mientras la izquierda estamos en casa. Llevamos demasiado tiempo sentados, quedándonos en casa, y delegando la acción en favor de unos políticos que nos llamaban al resto casta y que se han pertrechado en una pseudo organización que para lo único que ha funcionado es para fagocitar toda la fuerza y trabajo que se volcó con el 15M.
Ahora, 12 años después los que viven “su marcha indignada” es la ultraderecha, con el beneplácito, faltaría más, de esas fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, judicatura y grandes medios, y mediocres medios de opinión fascistas, todos unidos en insultar a la inteligencia, deslegitimar los procesos electorales y su propia Constitución.
Es todo tan ridículo que acusan de golpistas y antidemocráticos a los demás, y hoy, si hoy, el PP se ha valido de su mayoría en el Senado para cambiar el reglamento, antes de que empiece formalmente la legislatura, para torpedear toda la acción ejecutiva del nuevo gobierno. Y los unineuronales de Vox piden al Supremo que se inmiscuya en el proceso reglado de la investidura, cagándose en Montesquieu y en la separación de poderes. Qué dictadura más rara esta de Perro Sanxe. Es que es todo así de denigrante. Para esta gentuza la democracia sólo es si la ganan y les sirve para seguir oprimiendo al pueblo.
Este ambiente pre-golpista no es nuevo. Se dio en el 36. Y llevamos viendo como se inflama en las tertulias y las redes sociales desde que en 2018 viendo como estaba el PP, alguien decidió financiar a un partido de extrema derecha para que dejara de ser residual y verbalizara lo que la derecha franquista institucionalizada no podía decir. Y también decidió que ese partido apareciera a todas horas en tv escupiendo su odio. Y como se ejecutan acciones y mensajes que favorecen al más violento y reaccionario. Con la excusa de la libertad de expresión se han colado mensajes de odio que desde el primer momento había que haber sacado de antena. Ahora ya son imparables.
Hay que ver cuánto va a durar este gobierno y legislatura con el umbral del proceso electoral en Catalunya para finales de 2025, pero el del País Vasco el próximo verano.
Mientras tanto, y como decía un par de párrafos más arriba, en la izquierda real estamos que no sabemos qué hacer. Digo yo, ¿no deberíamos estar plantando cara a los radicales ya sean pijos, nostálgicas, "opinadores" incendiarios, ultras, medios, policías, guardias civiles o jueces? ¿Por qué permitimos que acosaran a la familia de un rival político, solo por ser rival político? ¿Por qué estamos dejando desiertas las asambleas en este momento? ¿A qué esperamos? ¿Vamos a dejar a que suceda algo desagradable o tenebroso? Y si sucede, ¿vamos a hacer algo y luchar por nuestra dignidad y libertad?
A todo esto nos ha dejado un hombre bueno: Aníbal Vázquez, alcalde de Mieres, por Izquierda Unida. Aquí tenéis a todo su pueblo despidiéndole y valorando la vida y compromiso de un hombre que hacía política para los demás, para el patrimonio de todas y todos y para las clases trabajadoras. Qué la tierra te sea leve, compañero.
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