martes, 5 de mayo de 2020

Día 52 de confinamiento: De responsabilidades y españas


Los días y semanas de confinamiento van pasando al tiempo que las temperaturas primaverales se tornan en veraniegas. El calor sube mientras los datos económicos se desploman y en España “nos” afanamos en demostrar nuestras más verdaderas señas de identidad.
Por supuesto, como en todo y como siempre, el Gobierno de la nación tiene que ser y puede ser llevado a critica. Pero antes de poner la lupa sobre los que están tomando decisiones colectivas debemos ser nosotros mismos quienes desde una responsabilidad individual nos comportemos con civismo, respeto y solidaridad por un beneficio colectivo. Aunque sea el acérrimo rival quien gobierne.
En España cuando se pone una normativa no se ve como una cuestión a cumplir y respetar, sino como un reto que superar. Con las fases de desescalada del Estado de alarma se está comprobando una vez más.
Que ante los primeros días en los que se permiten salidas controladas de niños y adultos para pasear y hacer deporte, veamos como se llenan las calles, los caminos, las playas. Se hacen botellones y se comienzan a llenar terrazas y bares por encima del límite de las recomendaciones de distanciamiento social y de prevención sanitaria. Las caceroladas para mostrar disconformidad con los rojos y las banderas y crespones negros son la seña de una de las dos Españas. Y los aplausos el hito diario para mostrar al mundo, básicamente a los vecinos, el postureo más rancio y el compromiso con principio y final en nuestro ombligo.
Ojo, que no quiero decir que esto no pase fuera de nuestras fronteras, pero a mi lo que me preocupa es lo que pasa dentro de ellas y estas actitudes, a parte de parecer imposibles de cambiar, nos definen en demasía. Nos hacen carne de escarnio y lo más importante: Ponen en riesgo a toda la sociedad en una situación de pandemia grave y de colapso, creo que definitivo, del sistema neoliberal-capitalista y político liberal.
Al tiempo, el Gobierno va al Congreso a buscar una nueva prórroga del Estado de Alarma justo cuando los datos de contagiados y fallecidos van bajando gracias, indudablemente, primero por el trabajo honesto y arrollador del personal sanitario y de todos los y las trabajadores que han mantenido el sistema de cuidados y la distribución de alimentos y bienes y servicios básicos. Pero también, gracias a esas medidas impopulares pero que nos han protegido confinados en nuestros hogares. Pues bien, justo ahora, cuando doblegamos la curva y más importante es mantener unas semanas más la precaución y el cuidado los distintos grupos políticos miran su interés particular por encima del general.
Las derechas de este país, cainitas, corruptas e insolidarias aprietan discurso de oposición por definición, sin ningún tipo de alternativa y lo que es peor, desdiciéndose de lo que decían hace 10 días, simplemente por el hecho de que conciben mayorías a su favor por llevar la contraria al gobierno. Incluso en uno de los momentos más graves de nuestra historia.
Lo hacen también, porque no pueden permitirse que nos demos cuenta de que somos nosotros, la clase trabajadora, la verdadera fuerza del país. El sustento de los beneficios empresariales por supuesto, pero además, la argamasa y los ladrillos que construyen el país. Hay que reactivar la economía, no sea que los poderosos a los que se deben dejen de ganar dinero. Qué más da si nos morimos los obreros y las obreras.
Por primera vez en la historia a una crisis social tan colosal como la que tenemos delante se le están dando respuestas económicas y sociales que empatizan con los más desfavorecidos. Se está legislando y actuando en materia económica y social para intentar no dejar a nadie atrás y para que la crisis no la acabemos pagando los mismos de siempre.
Frente al gobierno se posicionan quienes solo saben utilizar todo en beneficio político privado. Una tragedia, una crisis, unos muertos. Los que despiden médicos y enfermeros. Los que se quejan porque les han quitado competencias en esta situación extrema para mejorar la gestión y respuesta y no acabar con diecisiete mandos para luchar frente a un ataque al nivel nacional (y también por supuesto global). Insolidarios y vomitivos. Una clase política, la derecha de este país y de los múltiples países dentro del país, que me provoca vergüenza y náusea y sobretodo afila mi puesta en vanguardia para derrotarlos siempre.
Si mañana no apoyan la prórroga del Estado de Alarma y acaba llegando un rebrote o un repunte de los infectados y fallecidos deberíamos saber ya a quien aplicar las cuentas. Nuestros médicos, enfermeros y todo el personal que ha trabajado estos meses no se ha jugado la vida para que políticos mediocres e iletrados traten de sacar rédito electoral tratando de hacer que nada cambie. El PP no ha propuesto nada todavía en ninguno de los plenos anteriores, frente al resto de grupos (incluida la extrema extrema derecha) pero cada día, los irresponsables mezquinos e idiotas congénitos como Ayuso y Casado han llenado de ruido toda una situación que nos debería rearmar como país y sociedad.
No podemos perder en perspectiva de que no sólo se trata del mando único para luchar contra la pandemia. No se trata de un problema de comunicación. Ni tampoco a nivel sanitario y científico porque frente a otras experiencias están siendo técnicos y personal cualificado los que van marcando las pautas que sigue el gobierno. El tema es que la factura total caiga en las espaldas de la clase trabajadora, de los oprimidos, mientras los opresores especulan y sacan beneficio y no quieren que la justicia social se conjugue de una vez por todas en el estado español.
Para finalizar no puedo más que contaros como pienso pasar las próximas semanas. Seguiré confinado. Sólo saldremos al trabajo y a hacer las compras, tratando de concentrarlas en una hora un sólo día. El desinfectante hidro-alcóholico será la primera rutina al entrar en casa y los guantes desechables y mascarilla parte del atuendo imprescindible. Todo seguirá igual durante el mes de mayo y dependiendo de la situación veremos ir retornando vida normal ya en junio. Incluso para nosotros, emigrados en otra ciudad, la posibilidad de ir a ver nuestros padres y hermanos a nuestros pueblos y provincias de origen, dolorosamente la llevamos más lejos aún. Por responsabilidad.
Y no hace falta ningún gobierno, ni oposición, que me lo diga. Soy yo y el sentido común quienes me hacen tener responsabilidad, primero por mi salud, luego, indisoluble, ya por la de todos.
Por eso os pido a todas y todos, por muchas ganas que tengamos de una cerveza en una terraza, de una ruta de bici, o de un paseo por la ciudad, la playa o la montaña que seamos responsables. Empaticemos, nos dejemos guiar por las recomendaciones de las administraciones y sobretodo por nuestro sentido común.
Cuidaros mucho.

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