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viernes, 27 de agosto de 2021

La superioridad moral de la izquierda

 

El título de esta entrada es una afirmación y a la vez la mayor ofensa que se pueden inferir a todas y todos aquellos que profesan religiones tan variopintas (y a veces contradictorias) como el liberalismo y neoliberalismo (todas las criminales variantes que otorgan al mercado el don de iglesia y al dinero el de dios todopoderoso), el conservadurismo (desde unos valores clásicos de civilización, por lo general idealizados, a la defensa a ultranza de costumbres y comportamientos arcanos y retrógrados que derivan en el fascismo) o la propia religión (sin entrar, de momento, en confesiones).

Si. No discutan. No se pongan de perfil, ni se hagan los ofendidos. La superioridad moral de la izquierda es un hecho, y además, lo es irrefutable.

No se trata de que únicamente exista un relato hegemónico impuesto por historiadores de izquierdas de una corriente marxista o neo-marxista. Es que ese relato es la propia Historia y quienes la analizan, estudian, interpretan y dan a conocer, acaban situándose en ese ala izquierda de la asamblea, no sólo por precondiciones, sino porque tras lo hallado y leído llegan a la conclusión de que el barbas tenía razón y la historia es la sucesión de acontecimientos de una lucha continua entre poderosos y desamparados, poseedores y desposeídos. Y mientras unos pasan a la historia (y a la más modesta y estimulante intra historia) tratando de mejorar las condiciones de vida de cuantas más personas mejor (y sin distinciones por género, raza, ideología, condición, etc), otros se dedican a preservar y aumentar las diferencias de clase y estamento. Aunque sea a costa de generar violencia, indignidad, hipocresía y dolor a raudales.

Pongamos por ejemplo este país. En España, y más actualmente con el revisionismo de una ultraderecha desacomplejada, existe una confrontación contra la historia que demuestra que las izquierdas (comunistas, anarquistas, socialistas, incluso derechistas y católicos republicanos) lucharon por mantener la libertad y la democracia frente a las fuerzas reaccionarias de nobleza, ejército, jerarquía eclesiástica y burguesía que a modo de cruzada querían mantener y asegurar la posesión del país para su uso y disfrute. Unos luchaban la legitimidad de un estado que “estábamos decidiendo entre todos”, mientras otros apoyaron un levantamiento militar que traicionaba sus propios juramentos. La izquierda defendía la legalidad, frente a una derecha que impulsaba la violencia y la guerra.

Con la llegada de Aznar al gobierno se impulsó un revisionismo histórico apócrifo y la mayoría de las veces fantasioso para hacer prevalecer la gestión de la Historia que la dictadura franquista impuso como legado.



Una de los mantras más utilizados en este revisionismo histórico por parte de los ideólogos del relato conservador es decir que “la izquierda carece de moderación porque está llevada por certezas incuestionables”. ¿Y si fuera así?. Mejor. Es así. Porque buscar un mundo mejor, sin desigualdades, sin opresiones; en el que todas las personas puedan vivir, desarrollarse a plenas capacidades, sin tener que pagar plusvalías, sin distinciones de clase o condición; Un mundo de paz y armonía. Una utopía. ¿No es ese el objetivo final que todas las ideologías y filosofías políticas y de vida deben buscar?

¿Y no son certezas incuestionables para la derecha el culto al mercado o las tradiciones que tratan de anclar y se basan en comportamientos morales que carecen de toda ética y justicia? ¿No será que desde la izquierda defendemos preceptos moralmente aceptables, incuestionables en eso de hacer la vida mejor a los otros, mientras desde la derecha se defiende un estatus de opresión, corrupción, indignidad e inmoralidad? Si es así, ¿cómo no va a ser superior moralmente la izquierda?

La superioridad moral de la izquierda existe y punto. Y es la base que da para decir que una persona de izquierdas es mejor persona que una de derechas. Sin matices.

Es cierto, ¡faltaría más!, que existen buenas personas que se consideran de derechas y que tratan de ayudar a los demás o que buscan ese ideal de convivencia y futuro. Pero son una minoría condenada al fracaso porque están imbuidos en dinámicas internas de sus concepciones morales y políticas, que se mueven por valores como el egoísmo, la avaricia, la soberbia, pero también el machismo, el racismo, la xenofobía y la intolerancia.

Y por supuesto hay verdaderos hijos e hijas de puta en la izquierda. Hay infiltrados del otro bando desviando la atención, usurpando debates y cercenando acciones. Pero muchas veces encontramos adosados en nuestras organizaciones a viles parasitando el esfuerzo de decenas de compañeros y compañeras honestos. Malversando el caudal ideológico y de acción de las buenas intenciones y de la lucha por un mundo mejor para vivir del cuento. Con su mentalidad de tiburón y también de rémora son más de derechas que el grifo del agua fría.

 

Las concepciones derecha e izquierda son en origen casualidades derivadas de la posición ante la Asamblea Nacional francesa de 1789. Los que se situaron a la izquierda defendían la emancipación individual de los hombres. Eran los ilustrados y sus alumnos que habían proclamado la llegada a la edad adulta del hombre que ya no necesita tutelas, ni siquiera las morales. Mucho menos las materiales. Kant lo expresó de la siguiente manera en su imperativo moral categórico: “hacer aquello que fuera deseable que hicieran el resto de seres humanos”.

En frente estaban representados los estamentos, nobleza y clero, que coaligaban sus intereses para mantener un mundo donde el vasallaje, la esclavitud y la opresión por la fuerza ejercida desde arriba, era la argamasa de las relaciones sociales. Y lo había sido así desde hacía miles de años.

Aquella era una concreción de la libertad (no existen imposiciones morales positivas que señalen pecados a prohibir), de la igualdad (nadie tiene derecho a hacer cosas que precisen que otros no puedan o no deban hacerlas) y de la fraternidad (la única máxima moral exige el respeto a los otros). En aquel momento en que se inauguraba la arbitrariedad de sentarse unos a la izquierda y otros a la derecha no se pensaba en otra opresión posible que el sometimiento de cada individuo por la corona, el clero y la nobleza, de ahí que la emancipación, la autodeterminación, fueran definidos únicamente individuales.


Con en el tiempo, el transcurrir de los siglos, las revoluciones, las reacciones, las guerras y hambrunas y las buenas cosechas y avances tecnológicos, científicos y filosóficos el escenario de aquella Asamblea Nacional Francesa de 1789 se fue resituando. A la derecha se fue incorporando la burguesía ya emancipada totalmente de las clases bajas y trabajadoras. Para justificarlo desde los albores del siglo XIX desarrolló y favoreció un corpus moral y filosófico que justificarán su posesión material, su nuevo estatus como consecuencia deseable (e inevitable) del progreso de la especie, y mucho más importante la legitimidad de los mecanismos de control que permitieran, no sólo mantener su posición de privilegio en poder y riqueza, sino también, su cada vez, mayor acaparación.

Al mismo tiempo “nos dimos cuenta” que la opresión no se ejercía entre individuos sino que lo hacía a través de clases, y que pese a que las consecuencias se ven en los individuos directamente, esa atomización, esa distinción venía a profundizar en las brechas entre poseedores y desposeídos.

Comprendimos con el tiempo, y aún hoy lo seguimos haciendo, que los colectivos, ya fueran clases sociales, pero también el género, los pueblos, las identidades, sufrían opresiones marcadas desde inicio y que lastraban y hacían sufrir a millones de personas. La izquierda se empeña en luchar contra esto, en revertirlo y en construir sociedades tolerantes donde la justicia social y la igualdad y fraternidad no fueran meros eslóganes. Por contra, la derecha, se afana en mantener la situación porque bajo este esquema garantiza mayores diferencias y la creación de élites cada vez más reducidas que atesoran más poder en menos manos.

El mantenimiento de este orden ha sido y es el leiv motiv de la acción política de ambos bloques ideológicos y ahora con la crisis climática ya emergida se pone de manifiesto, una vez más, la superioridad moral de la izquierda frente a una derecha que es esencia egoísmo, avaricia y opresión.

Durante los últimos 80 años nos han propuesto modelos de vida como el estadounidense en el que su hiper consumismo requería los recursos de seis planetas, por lo que era condición sine qua non extender modos de vida miserables, caóticos y criminales en el resto del mundo para poder robarles sus recursos. Adivináis quién ha estado detrás de estas políticas geo-estratégicas y económicas. Quiénes han justificado guerras, torturas, desapariciones, violaciones, asesinatos en todo el mundo para hacer rodar una rueda cada vez más rápido.

 

En frente estamos quienes creemos que el buen nivel de vida de unos no debe de suponer automáticamente la mala vida de otras personas. Y mucho menos de las generaciones futuras. Entonces quién puede hacerse valedor de una moral superior, más justa y con más futuro. Los izquierdistas somos moralmente superiores a liberales, conservadores y democratacristianos (no digamos ya fascistas) porque nuestras ideas son la expresión más pura de la mejor forma de vida en sociedad, aquella donde no hay explotación ni dominación y los hombres (y las mujeres) son, como diría Rosa Luxemburg, “completamente iguales, humanamente diferentes, totalmente libres”.

Tomo postura clara y decidamente frente a los que ridiculizan el buenismo de la izquierda, nuestra tendencia a la utopía y a quienes manifiestan la diferenciación entre derechas e izqiuerdas es una cosa de hace un par de siglos que poco tienen que ver con el momento actual. Como si no viéramos intervenciones en países tercermundistas que buscan usurparles sus recursos, a mujeres ser maltratadas y morir por el hecho de serlas, a pueblos a los que se les niega su derecho a expresarse y decidir, o a trabajadores explotados que ni siquiera pueden pagar un techo digno donde vivir. Hoy más que nunca, el debate izquierda-derecha está muy vivo. Y en él, en un lado estamos los que queremos dejar eso que acabo de relatar atrás, y los que quieren continuarlo para seguir ganando dinero y poder. Dime tú, entonces quién tiene la superioridad moral en esta discusión.

Así hoy, el debate televisado, la confrontación entre derecha e izquierda está completamente descontextualizada. Forma parte de una superestructura que sirve para cimentar aún más las diferencias de clase. En la alta política se pierde la esencia del debate para que sea sustituido por emociones, filias y fobias, siempre viscerales y a la vez a flor de piel en un mundo hiper conectado de ultimísimas horas y noticias urgentísimas.

Pero ahí están esas derechas. Cavernarias, arcaicas, costumbristas, profundamente católicas y conservadoras. Antisociales, hipócritas, egoístas. Pero también están las liberales manoseando esa palabra tan bonita de libertad. Neoliberales y ultraliberales que elevan a los altares la idea de libertad como ley del más fuerte, renegando de y derrumbando siempre que puede, los marcos reguladores de conviviencia propuestos y acordados por las sociedades para garantizar una forma de vivir colectiva, solidaria y ciudadana. No tener principios facilita la gestión en la derecha. No existen debates internos, ni disidencia porque las "morales" son de quita y pon. Para la izquierda la libertad es una dimensión social que necesita de estructuras que garanticen su uso a pleno rendimiento en parámetros de igualdad. Para que cualquiera pueda vivir, sin tener que oprimir a otro, sin tener que renunciar a hacer algo.



En la izquierda quedamos los de siempre. Los desposeídos. Los que nada tienen y cada vez pierden más hasta el punto de no tener nada que perder. Estamos aquellas y aquellos que sólo tenemos ya nuestra fuerza de trabajo. Y nos la están quitando. Nuestro tiempo vital para mal venderlo cada vez en condiciones más draconianas. Y sin embargo, somos ricos. Porque nuestro principal patrimonio, el que nunca van a poder subyugar y apropiarse, es el convencimiento de estar en la lucha por un mundo mejor, sin desigualdades ni opresiones de ninguna clase. Donde la igualdad sea el mínimo común conseguido y la fraternidad el valor que nos defina como sociedad y como especie.

¿Superioridad moral de la izquierda? Si. Por supuesto. Y no porque la izquierda sea el espacio político donde se sientan unos u otros, sino porque desde esa posición se está luchando por la emancipación de lo individual y de lo colectivo. Por el fin de la opresión, la esclavitud en sus distintas y actualizadas formas. Ningún ser humano (o colectivo de humanos) es superior a otro. Y defender esa idea y buscar su realización es la más grande de las tareas; la más dura y la más bonita. Hacer de una utopía algo realizable, tangible y que suponga un cambio para bien para TODAS Y TODOS los habitantes de este mundo.

Y esto es propio de buenas personas que recogen una realidad y trabajan para cambiarla a mejor para más y más personas. Lo demás es una simple lucha por mantener privilegios y eso es contrario a ser buenas personas. Se pongan como se pongan, y rabien donde rabien, en sus panfletos reaccionarios, en sus sociedades clasistas y elitistas, con sus escritores y altavoces de la mentira.

Frente al neoliberalismo y el fascismo está la izquierda. Frente al desarrollo de teorías y pseudo ciencias que avalan el mercado o la tradición está el hecho irrefutable de quienes denuncian la opresión y la violencia de un sistema que condena al dolor a nueve décimas partes del planeta para el goce ilimitado del resto.

Con sus relatos que desprecian la ética y el buen gobierno en un relativismo posmoderno y un cinismo trasnochado quieren hacernos renunciar y dejar en inevitable los males que traen sus perversas morales que convierten en insostenible nuestro planeta y nuestra vida.

Frente a ellos, el comunismo, el socialismo, el anarquismo; la ecología, la lucha contra el heteropatriarcado. Diferentes convenciones de la izquierda que tienen que ponerse en común y elaborar practicas útiles para la mayoría. Para ello es necesario que "estas izquierdas" se convenzan de verdad de su superioridad moral. De su trascendencia porque buscamos un futuro mejor y que por lo tanto tenemos que actuar en la realidad del día a día de millones de personas. Para convencer de que unidos los que nada son, serán.


 

lunes, 8 de octubre de 2018

Asoman la patita


Imagen de eldiario.es del mitín de ayer de Vox

Lo de ayer en Vistalegre no era la primera vez que en -supuesta- democracia se reunía una amplia multitud en torno a un partido de extrema derecha. En innumerables ocasiones, sobretodo cuando no estaba en el poder, el PP atizaba los odios y manoseaba a las víctimas del terrorismo para exponenciar las pasiones más bajas de la rancia y cruel patraña de las españas, apropiándose de la bandera y legitimando discursos reaccionarios que luego llegados al poder, unas veces perdían por cálculos de poder (estado de las autonomías) y otras extremaban (véase Ley Mordaza, aborto, matrimonio homosexual,...).
La diferencia con lo de ayer es que esas 9.500 personas que fueron al mitín de Vox (más las 2.000 que se quedaron fuera) fueron a ver a un partido sin representación parlamentaria, y que se declara abiertamente fascista, más aún franquista, se apropia nuevamente de la bandera (luego se sorprenden) y atiza contra inmigrantes, maricones, catalanes, vascos, rojos y todos y todas que no pensamos como ellos.
Noventa años después en Occidente cometemos el mismo error una vez más y la falta de respuestas consecuentes a la estafa llamada crisis que estallaba hace 10 años trae consigo la efervescencia de movimientos anti democráticos, anti derechos humanos y de extrema derecha.
Y es que la democracia como sistema político que gestione el sistema económico y social globalizado no ha tenido, por ninguna de las vertientes las respuestas necesarias para dar dignidad a la vida de las personas.
Con la estafa llamada crisis ni el liberalismo, pervertido en neoliberalismo y más aún ultra-liberalismo, ni la socialdemocracia eran capaces de paliar sus efectos mientras la vida y las expectativas de futuro de millones de personas se iban al sumidero. Al tiempo que los financieros y capitalistas ponían a salvo en paraísos fiscales sus insultantes beneficios e indemnizaciones, las pérdidas quedaban en los Estados en las cuentas públicas, que recortaban en sanidad y educación a la sufrida clase trabajadora que se quedaba en paro, veía como suben los precios de la vivienda y la energía y se convertía en “precariado.
Y mientras la izquierda que debería de ocuparse íntegramente de la situación de la clase trabajadora divaga hacia colectivos más atomizados, huérfana de respuestas económicas y sociales ante el desafío provocado por la extrema avaricia de los poderosos. Desde la caída del régimen soviético somos incapaces de explicar una alternativa que existe y es más deseable, para recuperar la dignidad del ser humano y cerrar progresivamente todas las desigualdades sociales, bien sean provocadas por la acumulación de capital o por dejes machistas, xenófobos, homófobos e intolerantes.
Este proceso no es sólo propio de España. Es global. Trump se convertía en presidente de Estados Unidos usando la demagogia más barata para convencer a los millones de votantes blancos pobres. Y en la Unión Europea, lo que primero parecían algaradas en los países periféricos de la Europa del Este (Polonia, Hungría o incluso Turquía) hoy son movimientos que vuelven a acaparar a las masas en Alemania, Francia, Holanda, Suecia, gobernar incluso en Austria, o ser parte definitoria en el referéndum que sacó al Reino Unido de la UE. Hasta en América del Sur comienzan a aparecer movimientos reaccionarios de ultra derecha pescando en la disputa entre la izquierda más social y pro-indígena y la derecha neoliberal y neo colonizadora, como hemos visto desgraciadamente éste fin de semana en Brasil.
España, por supuesto, no podía escapar de tales movimientos, más aún si tenemos en cuenta que en ningún momento de nuestra historia reciente se ha hecho labor de condena y desmontaje institucional (ejército, policía, justicia) de lo que supuso la genocida dictadura fascista. Así durante 40 años quienes un día eran franquistas se levantaron demócratas al siguiente y han participado gustosamente en el estado de las cosas atado y bien atado.
Hoy no puede sorprender todo éste voto de ultra derecha que antes ha colaborado en las golosas mayorías absolutas que el PP ha tenido en el Estado, en buena parte parte de autonomías y en multitud de ayuntamientos. Aglutinado y mezclado con sectores más moderados, democristianos, centristas y liberales han sido parte importante de las políticas de éste país durante la mal llamada Transición a la democracia y son colaboradores necesarios en la catástrofe a todos los niveles que tenemos por país.
Que ahora se desliguen en más apuestas electorales no tendría que ser una mala noticia, más bien al contrario, y que se empezará a fraccionar un voto liberal y nacionalista español que ha permanecido cohesionado bajo el PP, hasta que la corrupción y la inoperancia han hecho estallar la convivencia entre españoles y la conveniencia entre élites políticas ahijadas de oligarcas intereses.
La maniobra de Pedro Sánchez con la Moción de Censura del pasado junio, pillo descolocada a toda la derecha española (incluidos los nacionalismos catalán y vasco) y ha provocado notables tensiones que han extremado en los sentimientos en las filas del PP y de Ciudadanos que había dañado la pegada electoral de los primeros. Mientras en el PP se orquestaba una suerte de primarias que han sacado lo peor de los intestinos del partido para entregarle el mando al delfín del más desquiciado e irresponsable Aznar, en Cs, absolutamente perdidos se han lanzado en una carrera atropellada por los símbolos, cuyo episodio más grotesco es la quita y puesta de lazos amarillos.
Y mientras tanto miles de votantes de ultra derecha (nótese el Doppelganger) que han permanecido años bajo el paraguas del PP se han lanzado a buscar discursos más puros y agresivos, a parte de castigar las corruptelas y mafias de los de la calle Genova.
Lo realmente grave, como digo no es la dispersión del voto de la derecha. Lo grave es la exaltación de pulsiones y sentimientos que hace mucho ya deberían de haberse combatido, arrinconado y eliminado con el peso de la historia y de la conveniencia de una civilización responsable, solidaria y cooperativa en un sistema económico justo, igualitario y globalizado.
Rompiéndose España por Catalunya, con millones de españoles sin trabajo, pasándolo realmente mal para pagar alquiler, desahuciados, con los servicios básicos con precios por las nubes, con la sanidad y la educación de todos depauperados, con toda la gestión ultra liberal de la estafa llamada crisis, no cabía esperar otra cosa que la polarización de la sociedad, y si la izquierda no encuentra el modo de concretar respuestas y hacerlas llegar es fácil que la derecha, a través de demagogia y una simpatía en los medios de comunicación de masas -cuando no un control- arrastre a los desclasados a sus posiciones basadas en el odio.
Y es que el odio y el uso de los símbolos bajo ese mismo odio son el aglutinador que tiene la ultra derecha para crecer y hacerse fuerte. El odio a los que son distintos. Por su color de piel, por su sexo, por su orientación, por su ideología. Por ser pobres.
Llegamos y llegaremos tarde a dar batalla a estos indeseables si no utilizamos todas las herramientas que tienen los sistemas democráticos y antifascistas salidos tras la victoria sobre el fascismo en la Segunda Guerra Mundial para evitar que la historia se repita.
Lejos de intereses económicos o de dominación mundial debe primar la lucha antifascista como garantía de progreso y de camino hacia los objetivos del Milenio, que pasan en esencia por dos: Conseguir una mayor igualdad entre los seres humanos indistintamente de su condición, y lograr unas mayores cuotas de dignidad y futuro en sus vidas.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Libia ayer, Libia hoy

 

Dejar claro, lo primero de todo y antes de nada, que el régimen de Gadafi en Libia era una dictadura. De izquierdas, pero una dictadura. De esas que Europa y occidente consideran amigos mientras controlen, con un gobierno títere, la producción materias primas (normalmente petróleo) y de los costes de producción (normalmente mano de obra). También resultan útiles si son capaces de controlar la inmigración, aunque esto por lo complicado de la empresa, mientras se mantenga el yugo opresor capitalista y occidental. Y de un tiempo a esta parte si además de todo eso, se postulan como base logística y de apoyo en la guerra contra el terrorismo.

Pero llega un día en que estas dictaduras, con sus pintorescos dictadores se vuelven incómodas. Puede ser cuando el títere decide cortarse las cuerdas que dictan sus movimientos desde la antigua metrópoli, o cuando al oprimido pueblo le da por rebelarse y pedir altas dosis de libertad, democracia o religión (bastante común en los países islámicos). Entonces tenemso que eliminar a nuestro antiguo amigo y aliado, generar un nuevo régimen que mantenga el cotarro del negocio mundial, para occidente denigrando las libertades, derechos y deberes del hemisferio sur. Ya lo dijo, el mísmismo Rajoy -“las ansias de libertad del pueblo egipcio han de estar condicionadas a la estabilidad de la política internacional y los intereses de Europa y Estados Unidos”-. Pero claro, llega un momento en el que las apariencias no se pueden guardar.

El caso es que primero en Túnez, luego en Egipto donde también se masacraban libertades y ciudadanos. Marruecos. También Siria y Yemén. Nadie había oído hablar que allí hubiera una dictadura. Eran amigos del régimen. Del régimen capitalista claro. Gobiernos a sueldo de occidente para la estabilidad en la zona y funcionar a modo firewall del avance del islamismo, pero también la balanza de pagos, y la endeble salud del sistema económico mundial que se caracteriza por una brutal desigualdad alimentada por el colonialismo del siglo XIX, donde la riqueza de los países ricos es la miseria de los pobres; y el nivel de vida de los pobres, no aumenta por el yugo opresor del norte.

Estos países tenían dictadura. No eran veladas por los medios en occidente, pero a poco que uno investigará, se daba cuenta de lo que había. Las que si salían en las ondas son las de Cuba, Venezuela y Libia. El régimen de esa caricatura humana, adicta al botox, los chandals de colores, las jaimas, las guardias personales de virgenes caracterizadas de Rambo, y antiguo militar llamado Gadafi y sus vástagos llevaba casi 40 años torturando y oprimiendo a la ciudadanía libia.

Bajo un supuesto interés democratizador y en auxilio a los insurgentes libios masacrados sin piedad por Gadafi, se esconde la necesidad de mantener controlada la frontera sur de la UE, con respecto a la inmigración subsahariana y asegurar el suministro energético. Respecto a los costes de la operación, serán costeados con los recursos naturales de la propia Libia, como ya se hizo en Kuwait y en Irak

Así funcionó la intervención internacional en Libia, forma eufemística de referirse a un ataque que tiene poco de humanitario y mucho de interesado. No es creíble por parte de la misma comunidad internacional que mira para otro lado con los saharauis o los palestinos, por mencionar dos pueblos oprimidos en la misma zona, pese a las resoluciones de la ONU, dar rienda suelta a la industria de guerra como método de democratización no es más que una falacia y una hipocresía que nuevamente plantea el debate entre belicistas y pacifistas. El No a la Guerra fue para unos un instrumento electoral pero para la izquierda debe ser y es un concepto estratégico fundamental. La justificación de la intervención en Libia es la misma que se ha usado en cada guerra del capital: la propaganda hace su trabajo y la opinión pública asume el mal menor, y se dirá que hay que parar matanzas del mismo modo que posteriormente se callaran los mal llamados daños colaterales.

Cierto es que Libia es un estado rico, donde a diferencia de los estados petroleros del golfo, se mantiene niveles de protección social y un discurso más nacionalista que religioso. Gadafi fue antiimperialista, luego terrorista, para terminar convertido en aliado contra Al Qaeda, con amigos a izquierda y a derecha. Gadafi no es referente a seguir, al igual que no lo era Saddam Hussein. Pero comparten las mismas fotos de amistades con los mismos que ahora le repudian y repiten el mismo discurso democratizador para justificar la intervención y la “liberación” del Pueblo. Y es que aquí es donde vienen las verdaderas víctimas: La población libia. Da igual que estuvieran a favor o no del derrocamiento de Gadafi y su oligarquía hereditaria.

Al hilo del linchamiento y ajusticiamiento de Gadafi y uno de sus hijos, ha salido a la luz (siempre que entendamos por luz, la pequeña linterna internauta donde se pueden encontrar opiniones y argumentos de cualquier posición, y un espectro de veracidad mucho más amplio que los tradicionales medios generalistas) posts y datos sobre la situación de Libia antes de las revueltas y por supuesto antes de la intervención militar.

  1. No hay ninguna factura de la luz en Libia, la electricidad es libre para todos sus ciudadanos .
    No es totalmente cierto, aunque sí en buena parte. Existía un consumo máximo dentro de la gratuidad y una gran dejadez al mirar los contadores en el caso de que existiesen. Y no siempre existían. En general, si no hacía el tonto con un derroche ostentoso, no pagabas nada.
  2. No hay interés de los préstamos, los bancos en Libia son de propiedad estatal y los préstamos concedidos a todos sus ciudadanos en el cero por ciento de interés por la ley. La usura está prohibida y penada por Ley.
    Sí, y era muy difícil conseguir un préstamo, sobre todo para un extranjero. Al final, había que acudir a los prestamistas judíos o cristianos, con interés, porque los otros te volvían locos con el papeleo y las condiciones. La gente se quejaba bastante de eso.
  3. Tener un hogar considerado como un derecho humano en Libia. Gaddafi prometió una casa a todos antes de poner una casa para su padre y mantuvo su promesa: su padre murió sin casa.
    Ni el padre de Gadafi ni mucha gente. Había un gran problema de vivienda, pero motivado pro el gran crecimiento de la población. De hecho, mi amigo trabajó allí en la construcción porque se construyeron muchas decenas de miles de viviendas en pocos años. Fue insuficiente, pero se hizo un enorme esfuerzo.
  4. Todos los recién casados ??en Libia recibe $ 60.000 dinares (50.000 dólares EE.UU.) por el gobierno para comprar su primer apartamento para ayudar a la puesta en marcha de la familia.
    Había ciertas condiciones y parece ser que no lo recibía todo el mundo, pero no puede dar más datos porque no lo sabe.
  5. Tratamientos de la educación y de atención médica gratuita en Libia. Antes de Gaddafi sólo el 25 por ciento de los libios sabían leer y escribir. Hoy en día, la cifra es del 83 por ciento.
    Total y absolutamente cierto. Educación y sanidad muy superiores a cualquier país del entorno, y sin comparación posible.
  6. Cualquier libio que quiera ser agricultor recibe gratis, tierra, una casa, animales, equipo de agricultura y semillas.
    Es una ayuda similar a la que se presta en otros países, aunque puede darse en concepto de préstamo como colono. Esto ya es de mi cosecha: durante el franquismo fue muy frecuente en España, a través del Instituto Nacional de Colonización.
  7. Si los libios no puede encontrar las instalaciones educativas o médicas que necesitan, los fondos del gobierno a ir al extranjero, ya que no sólo es pagado, pero que reciben un mes de EE.UU. $ 2.300 / para gastos de alojamiento y coche.
    Sólo teóroico: en la realidad había que ser pariente de alguien para conseguir eso.
  8. Si uno se compra un coche de Libia, el gobierno subsidia el 50 por ciento del precio.
    No. Te puede eximir de ciertos impuestos, pero sólo eso. (Que no es poco)
  9. El precio del petróleo en Libia es de $ 0,14 por litro.
    Sí, pero no es de extrañar, porque lo producen ellos.
  10. Si un ciudadano libio no puede conseguir empleo después de graduarse el estado pagaría el salario promedio de la profesión, como si él o ella se emplea, hasta que el empleo se encuentra.
    Y si no lo encuentra, se le da cualquier empleo, pero trabaja todo el mundo. Hay más trabajo que trabajadores. Por eso había tantos inmigrantes de fuera, como Mus.
  11. Una madre que da a luz a un niño recibirá 5.000 dólares EE.UU.
    Cierto.
  12. 40 barras de pan en Libia cuesta $ 0,15.
    Toda la alimentación era muy barata.
  13. 25 por ciento de los libios tienen un título universitario.
    Muchísima gente con estudios. La cifra no puedo precisarla.
  14. Gaddafi llevó a cabo la más grande del mundo proyecto de riego, conocido como el proyecto del Gran Río artificiales , para que el agua disponible en todo el país desierto.
    Cierto. Una cosa impresionante que hacía que sobrase la comida y fuese tan tremendamente barata.
  15. Gaddafi cree en la democracia directa que está en su Libro Verde…. Y fundo la UNION AFRICANA como instrumento de liberación del imperialismo.
    De democracia nada. Aquello era una dictadura férrea.
  16. Gadafi fue el primer gobernante mundial mucho antes que EE.UU que dicto una orden de busca y captura contra Bin Laden, combatió el terrorismo con firmeza en Libia.
    Verdad.Cualquier sospecha de pertenecer a un grupo islamista o simpatizante te llevaba a la cárcel en un momento.
  17. Libia era un país con trabajo y riqueza que acogía a cientos de miles de trabajadores extranjeros por su mayor desarrollo que los países vecinos.
    Allí había miles y miles de inmigrantes de otros países africanos trabajando, porque las condiciones eran mejores que en le resto del entorno.
  18. En España has visto inmigrantes marroquíes, argelinos, africanos… ¿pero conoces a algún inmigrante Libio?
    No, o muy pocos. No vienen porque en su país había trabajo y se vivía bien.

Ya véis, unas cuantas medidas de izquierdas de Gadafi, parabienes que interesaba mantener ocultas a la opinión pública. No justificó su dictadura, no equivocarse, pero como bien sabemos en este país, si cuando hablamos del franquismo, en el debate y por parte de un nostálgico del regimen se habla de que hizo todos los embalses y pantanos (la verdad histórica, es que aplicó el Plan Hidrográfico de Indalecio Prieto planteado en 1932, si durante la II República) quizás haya que ser justo y denunciar todo lo execrable de tan ignominioso régimen y también recordar y estudiar sus medidas más sociales, y populares que permitieron al pueblo libio tener el nível de vida más alto del magreb, y uno de los mayores de toda África.

Ya sabemos lo que pasará. Por un lado los libios, verán como se denigrán sus libertades hasta el punto de que les pongan como ejemplo la transición española y les apliquen libreto neoliberal.  Nosotros egoístas, seguiremos con nuestros carburantes por las nubes, y sin apuesta en firme por energías renovables, más baratas, que requieren eso sí inversión, tanto en insfrastructuras públicas como privadas. Y en el aspecto internacional, el día que Israel bombardeé Palestina, dirán que Libia era una dictadura, como lo son la cubana o la venezolana, obviarán los nombres de Siria, Marruecos o Túnez, y afirmarán sin rubor que Israel es una democracia. Mientras tanto, la realidad es la que es y de la que muchos despertamos, cual Matrix: Todos bajo el yugo dictatorial del capitalismo.

martes, 1 de diciembre de 2009

Libertad según Liberalismo


La libertad del individuo frente al Estado se ha considerado el principio que en teoría ha motivado al proyecto liberal. Los partidos liberales y la Internacional Liberal (de la cual, Convergència Democràtica de Catalunya forma parte) se presentan a sí mismos como los defensores de la libertad, frente a la socialdemocracia, a la cual critican por su excesiva dependencia del Estado, asumiendo que tal dependencia limita la libertad del individuo. De tal postura los partidos liberales derivan sus propuestas culturales, políticas y económicas, desenfatizando la intervención del estado, promoviendo la privatización de las actividades económicas, sociales y culturales, y oponiéndose a su vez a políticas públicas redistributivas. Los programas de Convergencia (CDC) y de la Internacional Liberal, así como de la sección europea de tal Internacional, tipifican lo que estoy describiendo.

Lo que es sorprendente es que este canto a la libertad continúe en la narrativa liberal cuando la experiencia de tal tradición política ha sido tan opuesta a su credo. Fue precisamente el intelectual más famoso de esta tradición, Milton Friedman, definido por el diario liberal estadounidense The Wall Street Journal como “el luchador por excelencia por la libertad” (17.11.06), el que defendió con mayor ahínco la enormemente represiva dictadura del General Pinochet, mostrándola como un ejemplo al resto de América Latina (ver su entrevista a la revista Times 02.02.08). En realidad, la historia de los partidos liberales en América Latina ha sido la historia de apoyos a las fuerzas más represivas de aquel continente. Un último ejemplo de ello ha sido el apoyo de la Internacional Liberal al golpe militar de Honduras nombrando nada menos que Vicepresidente de tal Internacional al golpista Micheletti que lideró el golpe que depuso al Presidente Zelaya, iniciándose una represión en el que los oponentes al gobierno Micheletti han sido asesinados, torturados, encarcelados y (el propio Presidente Zelaya) exiliados. Y, por si no fuera poco, el presidente de la Internacional Liberal visitó Honduras en apoyo del gobierno golpista, un golpe que ha sido condenado (y el gobierno Micheletti considerado ilegítimo) por todos los gobiernos de la UE. Convergencia Democràtica de Catalunya, por cierto, no ha criticado el apoyo ofrecido por la Internacional Liberal a tal gobierno ilegítimo y opresor. Tampoco se ha desvinculado de tal postura otro liberal, Mario Vargas Llosa, que continúa promoviendo su liberalismo en las páginas de El País. Todos ellos continúan callados frente a la farsa de las llamadas elecciones que se están desarrollando en Honduras en condiciones donde los partidos que se oponen al golpe son reprimidos y sus medios clausurados. ¿Dónde están los liberales de España que dicen que defienden la libertad? ¿Los han oído ustedes?

¿Cuál es la libertad que el liberalismo defiende?
Todos aquellos hechos nos llevan a hacernos la pregunta ¿qué es lo que los partidos liberales entienden por libertad? Para responder a esta pregunta basta analizar cuáles son los grupos y clases sociales que se han beneficiado más de las políticas liberales. Y los análisis empíricos dan una respuesta contundente. Las clases empresariales y las rentas superiores son las que se han beneficiado más de tales políticas a costa de las clases populares. La oposición de los partidos liberales a políticas redistributivas del estado, al gasto público que refuerzan la protección social, el énfasis en la reducción de la carga fiscal (sobre todo de las rentas superiores), su hincapié en la desregulación de los mercados laborales (facilitando el despido) y toda su batería de propuestas incrementan los beneficios empresariales e incrementan los ingresos de las rentas superiores a costa de las rentas medias e inferiores. La evidencia existente en la bibliografía científica muestra claramente que a mayor fuerza tiene el liberalismo en un país, más incrementan las rentas del capital a costa de las rentas del trabajo. Esto es precisamente lo que ha ocurrido en ambos lados del Atlántico durante los últimos treinta años (desde el inicio de la época liberal, con el Presidente Reagan en EE.UU. y Margaret Thatcher en Gran Bretaña). Beneficiar a las rentas superiores ha sido un objetivo de tales políticas, pues asumen que la riqueza que se crea en la cúspide se filtra a todos los demás. Fue el Presidente Reagan el que en su discurso inaugural, lo definió claramente. “Tenemos que favorecer a las rentas superiores, pues la riqueza que se crea en la cúspide se irá filtrando al resto de la sociedad”. El problema con este enunciado es que tal riqueza durante su mandato no se filtró al resto de la población. Al final de su mandato, el 5% de la población de renta superior del país vio crecer su renta un 368%. Para el 90% de la población la renta permaneció prácticamente constante, y para el 40% de la población (de ingresos inferiores), la renta descendió.

El desarrollo de las políticas públicas liberales ha sido negativo para las clases populares también en Europa. La masa salarial y los beneficios laborales y sociales han disminuido durante el periodo liberal en Europa. Y la tasa de crecimiento económico en la UE ha sido mucho menor durante tal periodo que en el periodo 1950-1980, cuando las políticas públicas favorecieron el keynesianismo.

Esta situación fue incluso más acentuada en América Latina, donde el crecimiento económico per cápita pasoó de ser un 89% durante el periodo 1960-1980 (época keynesiana) a un 9% en el periodo 1980-2000 (época liberal), consecuencia de políticas económicas liberales (promovidas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial), lo cual explica el surgimiento de gobiernos opuestos a tales políticas en la mayoría de países de aquel continente, donde tales gobiernos han sido hostilizados por los partidos liberales que, como ocurrió en Honduras, llegan incluso a liderar golpes militares en contra del cambio. ¿Es ésta la libertad que piden?

El Pensamiento Secuestrado. Susan George


Extractos de una obra clave para comprender la situación del mundo en la primera década del siglo XXI provocados por los desmanés de las oligarquías religiosa, nacionailsta, económica estadounidenses. Susan George hace un ejercicio de retrospectiva y memoria crítica con las políticas neo-conservadoras tanto desde la década de los 60s y 70s, como ya con la administración Reagan, comienzo declarado del período neo-con. Sus políticas y represiones así como la de sus "herederos" políticos y como han dejado tanto la primera potencia mundial como el planeta más pobre, corrupto, fraudulento y moralmente depauperado. IMPRESCINDIBLE.



Las grandes empresas siguen embolsándose beneficios récord: en 2006, los de Exxon fueron de 40.000 millones de dólares. El gobierno sigue concediendo flagrantes extensiones fiscales e indignantes subvenciones al sector empresarial, especialmente a la ya opulenta industria petrolera. Estalla en el país un escándalo financiero tras otro, la mayoría de los culpables sale en libertad bajo fianza gracias al dinero de los contribuyentes, el esporádico chivo expiatorio va a prisión y la indignación decrece. Los salarios de los presidentes de los consejos de administración de las grandes empresas son ya más de 400 veces superiores a los de sus empleados promedio. Hace tiempo que desaparecieron los movimientos progresistas de la década de 1930 que pedían más igualdad y justicia social.

¿Cómo es que han bastado sólo unas décadas para que los ideales estadounidenses, expresados en algunos de los documentos políticos más inspiradores que se han escrito, estén pisoteados en el fango? ¿Cómo puede el país cuyo primer acto independiente fue declarar que “todos los hombres han sido creado iguales” ser ahora una de las sociedades más desiguales del planeta? ¿Por qué tuvieron tanta libertad para actuar quienes planearon la estrategia para hacerse con el poder?, pues eso es lo que es. ¿Por qué se han encontrado con tan poco oposición? Confío en demostrar que la batalla es, sobre todo, cultural, y que la estrategia de la extrema derecha ha sido rentable. Si uno consigue entrar en la cabeza de la gente, no hace falta preocuparse de sus manos ni de su corazón: irán detrás. Y entonces los dirigentes podrán hacer cuanto les plazca.

Muchas personas, sobre todo en Europa, siguen viviendo en su mayor parte en un mundo racional, culto, con servicios públicos y al menos cierta protección social. Sus sociedades, pese a las numerosas injusticias, continúan siendo relativamente habitables. Quizá como resultado de ello, estas personas suelen creer que la actual situación calamitosa de Estados Unidos es totalmente obra de Bush y de sus seguidores neocón. Lógicamente, entonces, esta situación cesará en cuanto los actuales dirigentes sean desbancados, como muy tarde en 2008, y sustituidos por otros que tengan más principios.

Además, la mayoría de los europeos que viaja a Estados Unidos por trabajo o por placer nunca se aventura más allá de las costas del Atlántico y del Pacífico que, hay que admitirlo, son más atractivas, más amigables para los europeos y sin duda más divertidas que los lugares que quedan en medio. Estos europeos no tienen ni idea de lo que piensa –o de lo que no piensa- la gente en el vasto interior del país. No entienden cómo los estadounidenses pueden haber elegido a estos dirigentes, y que están tan seguros de que cualquier día de estos entrarán de nuevo en razón. Este extraño comportamiento es temporal y cesará cuando un partido diferente u otras personas diferentes consigan el poder.

Todo en la cultura –desde los medios de comunicación a la mayoría de las escuelas, pasando por la práctica religiosa generalizada- disuade del pensamiento crítico.

El huracán Katrina reveló las consecuencias sociales y ecológicas de la “libertad económica” para aumentar el calentamiento global y dejar a los pobres a su suerte.

Los trabajadores mal pagados se concentran de forma abrumadora en las “ocupaciones de servicios”, que representan actualmente casi cuatro quintas partes de la economía estadounidense. Los peor pagados, en su mayoría mujeres, trabajan en “empleos relacionados con preparar y servir comida” y en el comercio minorista. Con la pérdida constante de empleos bien remunerados en el sector de la fabricación a favor de China y de otros países donde pagan salarios bajos, las personas cuyos puestos de trabajo desaparecen se ven obligadas a encontrar nuevos trabajos en puestos mal pagados del sector servicios donde podrían ganar incluso menos que el salario mínimo. El peor salario para ocupaciones como camarero en un restaurante se paga legalmente –prepárense- a 2,13 dólares la hora. Se supone que quienes sirven comidas deben sobrevivir a base de propinas. Los extranjeros que salen a comer en Estados Unidos no entienden esas bárbaras costumbres y suelen dejar poca calderilla, cuando lo apropiado sería el 20% de la cuenta. Los camareros se pelean para no tener que servir a extranjeros, especialmente británicos.

Lo sé porque he leído el extraordinario libro de Barbara Ehrenreich Nicked and Dimed (Vivir de propinas), en el que relata la vida de una mujer, ella misma, que vive atrapada en este tipo de trabajos. En su caso fue voluntario. Se trasladó desde Florida hasta Maine y Minnesota, y trabajó como camarera, doncella de hotel, mujer de la limpieza, auxiliar en una maternidad y dependienta en Wal-Mart. Aprendió que hasta los empleos más modestos exigen un esfuerzo mental y físico agotadores y que un solo trabajo no es suficiente: si usted insiste en vivir bajo techo en lugar de en su coche o en la calle, necesitará por lo menos dos. Si viene de otra ciudad y no tiene una familia a la que recurrir, nunca ahorrará suficiente dinero para pagar tres meses de alquiler por adelantado por una habitación o un apartamento y tendrá que vivir en moteles. Incluso los más baratos son caros.

Ehrenreich, escritora profesional, hizo este trabajo como experimento social: tenía la educación y el estatus social para huir una vez reunido el material y poseía las habilidades necesarias para contar la historia. Sobre todo, sabía que la situación era temporal y que podía salir de ahí en cualquier momento, por ejemplo si caía enferma. La mayoría de las personas atrapadas en estos trabajos están atrapadas sin más y su situación no va a mejorar. Como señala Holly Sklar, quienes preparan y sirven comidas deben depender a menudo de los bancos de alimentos para dar de comer a sus familias; los auxiliares sanitarios no pueden permitirse un seguro médico y quienes cuidan niños no pueden ahorrar lo suficiente para la educación de sus propios hijos.

La economía estadounidense desvía una riqueza cada vez mayor de los trabajadores a quienes ya tienen dinero, en lugar de satisfacer las necesidades de alimentos, cobijo, vestido, transporte, salud, educación, etc, de toda la población con independencia de su nacimiento, raza y condición social. Para la mayoría de los estadounidenses, esto parece el orden natural de las cosas y es sorprendente observar que siguen conservando, en general, el optimismo y el sentido del humor. Aunque ya no puedo rastrear la referencia, recuerdo con nitidez una encuesta que mostraba que, en relación con su propia riqueza y condición social, el 19% de los estadounidenses encuestados consideraba que estaba entre el 1% de las personas de más renta. Otro 20% decía que no, que no estaba aún entre ese 1%, pero que lo estaría algún día.

La inestable pirámide de la riqueza

En realidad, tienen pocos motivos para el optimismo. La distribución de la riqueza estadounidense está enormemente desequilibrada y cada vez lo estará más. En Estados Unidos, la punta de la pirámide está hecha de oro macizo y la base de metal de baja ley. Lamento de nuevo todas las cifras, pero quizá puedan perdonarlas puesto que son muy llamativas.

En 1980, la proporción de ingresos de un director general respecto de los del trabajador medio era de 42 a 1. En 2002, el director general ganaba más de 400 veces el salario del trabajador medio. Podemos mostrar este contraste de otro modo. En 1968, el director general mejor pagado en Estados Unidos ganaba lo mismo que 127 trabajadores medios o que 239 trabajadores que cobraban el salario mínimo. En 2005, el director general mejor pagada ganaba lo miso que 7.443 trabajadores medios o que 23.282 trabajadores que percibían el salario mínimo. Otras comparaciones muestran hasta qué punto valora la sociedad a los directores generales más que, por ejemplo, a los maestros de la escuela pública. Aquí la proporción es de un director general = 63 maestros de escuela medios en 1990, pero 264 en 2001.

El 1% de la población estadounidense más rica se ha apropiado de un tercio de la riqueza nacional total y el siguiente 19%, de otro 51%, lo que significa que le 20% de los estadounidenses más adinerados tiene el 84% del valor neto total (activo menos deudas). Esto deja sólo el 16% para el restante 80% de la población. Si sólo se tiene en cuenta la riqueza financiera (es decir, sin contar bienes inmuebles ni otros activos fijos), el 1% de la cúspide de la pirámide tiene el 40%, y el 20% de la parte superior tiene un pasmoso 91%. Entre 1973 y 2005, los ingresos reales para el 5% de estadounidenses más ricos aumentaron aproximadamente un 50%.

Esto no es nada en comparación con el 0,001% de la cúspide. Suelo perderme con estos porcentajes tan pequeños y doy bandazos entre los sistemas de notación: lo que quiero decir es que una persona de cada 10.000 o alrededor de 30.000 estadounidenses en total, son realmente los pocos y felices. Desde finales de la década de 1960 hasta finales de la de 1990, aumentaron su porcentaje de los ingresos totales estadounidenses del 0,5 al 2,5%. Dicho de otro modo, estos super-millonarios tenían tantos ingresos como el 15% de la población (pobre) de Estados Unidos, probablemente el único país del mundo donde 30.000 es igual a 45.000.000.

Esto en lo que se refiere a los ingresos. Volvamos ahora al valor neto, que es la riqueza total, que abarca todos los activos, incluidos los que no se pueden convertir rápidamente en efectivo (como bienes inmuebles, aviones privados o yates), menos las deudas. Según datos de la Reserva Federal, en la década comprendida entre 1995 y 2004, el valor neto del 25% de la parte inferior de la pirámide aumentó un 8%, mientras que el del 10% de la cúspide se disparó un 77% (como reflejo de las grandes subidas del precio de la vivienda, entre otros factores).

En términos de valor neto, se puede refinar más aún la cifra de 30.000 = 45 millones de personas, comparación que tiene en cuenta únicamente los ingresos. Cuanto más arriba se está en la escala de éxito, mayor es la concentración de riqueza. Cada año, la revista de negocios Forbes publica su lista de multimillonarios, que ricos y famosos esperan con avidez. A principios de 2007, los 400 estadounidenses más ricos tenían en total 1,25 billones de dólares o, si lo prefieren, 1.250.000 millones de dólares. ¿Y cuánto es eso? El 10% del PIB de Estados Unidos, que la OCDE situaba en 2005 en 12.428 millones de dólares.

A pesar de la globalización que en todos los lugares arrastra la riqueza hacia arriba y la concentra en las enjoyadas manos de personas de otras partes de mundo, la cosecha mundial de 2007 de multimillonarios de la lista Forbes sigue siendo un 40% estadounidense. Ya saben que Bill Gates es el hombre más rico de la tierra, con 56.000 millones de dólares, según la lista Forbes de 2007. Pero ¿y la familia Walton, famosa por las tiendas Wal-Mart, uno de los sitios donde trabajó Barbara Ehrenreich a cambio de una miseria? La orientación de Wal-Mart es descaradamente derechista y religiosa; es en sus monstruosas tiendas donde los libros de la serie Los que quedan atrás, sobre el Argamedón y el Rapto, empezaron a volar de los estantes. No hay duda de que el Señor ha cuidado de la familia fundadora: 6 miembros de este clan dejan pequeño a Gates con un botín familiar total de 83.000 millones de dólares. Mientras tanto, el número de estadounidenses “gravemente afectados por la pobreza” aumentó un 26% (hasta 16 millones). Los salarios, la principal fuente de ingresos de la mayoría de la gente, cayeron un 6’5% entre 2001 y 2004.

Todo esto parece una estrategia a largo plazo para rebajar la calidad de uno de los pocos servicios públicos que quedan en Estados Unidos. Dejen que la calidad disminuya lo bastante y los padres estarán dispuestos a hacer cualquier sacrificio por la educación de sus hijos. Quienes puedan permitírselo enviarán a sus hijos a escuelas privadas, que suelen estar regentadas por una u otra confesión religiosa. Los neoliberales cantarán el mantra “libre para elegir” y presionarán a favor de un sistema nacional de vales escolares. ¿Qué es lo que hay que elegir entre una escuela desvencijada, quizá peligrosa, y otra limpia, ordenada, bien dotada, cuyo ambiente propicia el aprendizaje. Naturalmente, algo costará, pero así es la vida, ¿no? La gente tiene lo que se merece, sus hijos también.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...