miércoles, 15 de junio de 2022

Una Des calificación Mundial

 

El peor escenario se hizo posible. Apenas unas pocas semanas después de ganar en el campo la plaza para el Mundial de Rugby masculino Francia 2023, se perdía en los despachos por los usos y destrozos de una forma de hacer selección en los que se entremezcla ineptitud, corrupción, nepotismo y deslealtad. World Rugby dejaba en nada el billete sacado aquel domingo en la Central, atendiendo a las demandas de nuestro acérrimo rival Rumania (qué también tiene sus pasaportes oscuros), y marcaba como irremediable su primera sentencia (estamos a horas de que salga la resolución definitiva). La continua y descarada negligencia es lo que nos echa del mundial y al mismo tiempo que invalida el esfuerzo y el éxito deportivo, censura la dirección del rugby patrio, y se convierte en el arma que inflige un castigo colosal al rugby español del que va a ser muy duro recuperarse.

Ya en la anterior clasificación mundialista World Rugby puso en solfa el comportamiento de la FER con la conveniencia de varios de los clubes de División de Honor en su búsqueda de jugadores extranjeros que pudieran subir el nivel competitivo del 15 del León. Con bonificaciones repartidas entre los clubes, agentes y los propios jugadores, se alimentaba un negocio corrupto e inmoral que podía provocar lo que finalmente ha pasado.

Gavin van der Bergh es un pillier sudafricano que llegó en 2018 a Lexus Alcobendas. Su desempeño en el campo no ha sido ni espectacular ni decisivo como para hacerse un imprescindible en las convocatorias. No será recordando especialmente por sus habilidades en el campo y si por protagonizar un escándalo que nos daña, nos deja sin Mundial y envilece los nobles valores del rugby. Solamente ante el doble envite contra Holanda en noviembre del año pasado entró en las convocatorias y en los partidos. Y esos son los resultados que se han saldado con derrota para España en los despachos por su manifiesta ilegilibidad. Si hubiera jugado en las dos derrotas contra Georgia, hoy España seguiría en el Mundial.

Pero no. Van der Berg jugaba contra Holanda sabedor que no cumplía con las reglas de World Rugby para con los nacionalizados. La famosa regla 8 que velaba porque el jugador no hubiera salido más de 60 días al año del país de destino y que flagrantemente este jugador sabía que no cumplía. Mintió y se benefició, tal y como ha hecho su club, que de la nada salió a ser un claro aspirante a todo con varios fichajes del mismo pelaje y que con el escándalo estallado han revelado una trama por el que la captación de potenciales jugadores para la selección se convertía en un lucrativo negocio para jugadores, agentes, clubes e incluso directivos que debían velar por el cumplimiento de la normativa.

No está demostrada la conveniencia de la FER con la trama. No está claro que la dirección deportiva conociera la situación y que se haya beneficiado a titulo personal de los tejemanejes con convocatorias y pasaportes. Lo mismo puede decirse de la comisión de selección federativa. Lo que si que es seguro es que no han cumplido con su labor de asegurar la total seleccionabilidad de los jugadores foráneos llamados a filas. Que somos reincidentes de saltarnos la norma, y de que jugar al filo de las normas por ser competitivos nos ha vuelto a estallar en la cara. Y por lo tanto reciben el castigo de World Rugby.

Pero los verdaderos castigados somos dos entes del rugby español. Por un lado, y evidentemente, la selección, el 15 del León; el grupo humano que ha formado el equipo que brillantemente se clasificó para el Mundial, y que ahora se queda en tierra víctima de la avaricia y la mentira. Pasan de vivir un sueño a sufrir una pesadilla que les deja sin poder competir y ser partícipe de la mayor fiesta de nuestro deporte.

Y esa misma pesadilla se torna al rugby de base y aficionados que más allá de la oportunidad de disfrutar y de ver a nuestra selección jugando contra Irlanda, Escocia o la Campeona del Mundo, Sudáfrica, recibe el impacto colosal de un castigo por tramposos y corruptos a unas altas direcciones federativas que tenían que aprovechar el Mundial para construir mucho más rugby, más sólido y accesible. Perdemos la opción de crecer con una base sólida y por el contrario, somos castigados sin acceso a los recursos que podían propiciar ese crecimiento, estigmatizados por una forma de hacer, chapucera y chupoctera.

Parece evidente la limpia que hay que hacer en la federación y que se está alargando mientras se queman las etapas entre recursos y decisiones definitivas. El CSD apostó por el rugby al calor del éxito clasificatorio y ahora con la vergüenza internacional de que nos han pillado a todos en la trampa de unos pocos, tiene que entrar como elefante en cacharrería en llamas para tratar de apagar el incendio con la trompa. La limpia que necesita la federación es colosal porque de aquí en adelante para no estar en la eterna sospecha se tienen que ofrecer las máximas garantías en pulcritud, honestidad y honorabilidad. No bastará con ser creíble. Además habrá que parecerlo y hacer propaganda de ello.

Pero en medio, y mientras todas estas decisiones se toman, se asumen sanciones y responsabilidades, nos quedamos los aficionados que ansiamos por un rugby español que crezca y se convierta en un deporte más, el mejor deporte, para nuestros jóvenes. Queda mucho para construir un equipo impoluto que pueda luchar por la clasificación para un Mundial. Pero antes hay que hacer una limpia extrema para restaurar el buen nombre del rugby. Para que sus valores no sigan siendo pisoteados.

1 comentario:

  1. https://www.world.rugby/news/728050/independent-appeal-committee-decision-regarding-spain-player-eligibility
    Finalmente, no estaremos en el Mundial. El daño causado al rugby nacional es colosal

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