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miércoles, 15 de junio de 2022

Una Des calificación Mundial

 

El peor escenario se hizo posible. Apenas unas pocas semanas después de ganar en el campo la plaza para el Mundial de Rugby masculino Francia 2023, se perdía en los despachos por los usos y destrozos de una forma de hacer selección en los que se entremezcla ineptitud, corrupción, nepotismo y deslealtad. World Rugby dejaba en nada el billete sacado aquel domingo en la Central, atendiendo a las demandas de nuestro acérrimo rival Rumania (qué también tiene sus pasaportes oscuros), y marcaba como irremediable su primera sentencia (estamos a horas de que salga la resolución definitiva). La continua y descarada negligencia es lo que nos echa del mundial y al mismo tiempo que invalida el esfuerzo y el éxito deportivo, censura la dirección del rugby patrio, y se convierte en el arma que inflige un castigo colosal al rugby español del que va a ser muy duro recuperarse.

Ya en la anterior clasificación mundialista World Rugby puso en solfa el comportamiento de la FER con la conveniencia de varios de los clubes de División de Honor en su búsqueda de jugadores extranjeros que pudieran subir el nivel competitivo del 15 del León. Con bonificaciones repartidas entre los clubes, agentes y los propios jugadores, se alimentaba un negocio corrupto e inmoral que podía provocar lo que finalmente ha pasado.

Gavin van der Bergh es un pillier sudafricano que llegó en 2018 a Lexus Alcobendas. Su desempeño en el campo no ha sido ni espectacular ni decisivo como para hacerse un imprescindible en las convocatorias. No será recordando especialmente por sus habilidades en el campo y si por protagonizar un escándalo que nos daña, nos deja sin Mundial y envilece los nobles valores del rugby. Solamente ante el doble envite contra Holanda en noviembre del año pasado entró en las convocatorias y en los partidos. Y esos son los resultados que se han saldado con derrota para España en los despachos por su manifiesta ilegilibidad. Si hubiera jugado en las dos derrotas contra Georgia, hoy España seguiría en el Mundial.

Pero no. Van der Berg jugaba contra Holanda sabedor que no cumplía con las reglas de World Rugby para con los nacionalizados. La famosa regla 8 que velaba porque el jugador no hubiera salido más de 60 días al año del país de destino y que flagrantemente este jugador sabía que no cumplía. Mintió y se benefició, tal y como ha hecho su club, que de la nada salió a ser un claro aspirante a todo con varios fichajes del mismo pelaje y que con el escándalo estallado han revelado una trama por el que la captación de potenciales jugadores para la selección se convertía en un lucrativo negocio para jugadores, agentes, clubes e incluso directivos que debían velar por el cumplimiento de la normativa.

No está demostrada la conveniencia de la FER con la trama. No está claro que la dirección deportiva conociera la situación y que se haya beneficiado a titulo personal de los tejemanejes con convocatorias y pasaportes. Lo mismo puede decirse de la comisión de selección federativa. Lo que si que es seguro es que no han cumplido con su labor de asegurar la total seleccionabilidad de los jugadores foráneos llamados a filas. Que somos reincidentes de saltarnos la norma, y de que jugar al filo de las normas por ser competitivos nos ha vuelto a estallar en la cara. Y por lo tanto reciben el castigo de World Rugby.

Pero los verdaderos castigados somos dos entes del rugby español. Por un lado, y evidentemente, la selección, el 15 del León; el grupo humano que ha formado el equipo que brillantemente se clasificó para el Mundial, y que ahora se queda en tierra víctima de la avaricia y la mentira. Pasan de vivir un sueño a sufrir una pesadilla que les deja sin poder competir y ser partícipe de la mayor fiesta de nuestro deporte.

Y esa misma pesadilla se torna al rugby de base y aficionados que más allá de la oportunidad de disfrutar y de ver a nuestra selección jugando contra Irlanda, Escocia o la Campeona del Mundo, Sudáfrica, recibe el impacto colosal de un castigo por tramposos y corruptos a unas altas direcciones federativas que tenían que aprovechar el Mundial para construir mucho más rugby, más sólido y accesible. Perdemos la opción de crecer con una base sólida y por el contrario, somos castigados sin acceso a los recursos que podían propiciar ese crecimiento, estigmatizados por una forma de hacer, chapucera y chupoctera.

Parece evidente la limpia que hay que hacer en la federación y que se está alargando mientras se queman las etapas entre recursos y decisiones definitivas. El CSD apostó por el rugby al calor del éxito clasificatorio y ahora con la vergüenza internacional de que nos han pillado a todos en la trampa de unos pocos, tiene que entrar como elefante en cacharrería en llamas para tratar de apagar el incendio con la trompa. La limpia que necesita la federación es colosal porque de aquí en adelante para no estar en la eterna sospecha se tienen que ofrecer las máximas garantías en pulcritud, honestidad y honorabilidad. No bastará con ser creíble. Además habrá que parecerlo y hacer propaganda de ello.

Pero en medio, y mientras todas estas decisiones se toman, se asumen sanciones y responsabilidades, nos quedamos los aficionados que ansiamos por un rugby español que crezca y se convierta en un deporte más, el mejor deporte, para nuestros jóvenes. Queda mucho para construir un equipo impoluto que pueda luchar por la clasificación para un Mundial. Pero antes hay que hacer una limpia extrema para restaurar el buen nombre del rugby. Para que sus valores no sigan siendo pisoteados.

lunes, 14 de marzo de 2022

Clasificación Mundial


Imagen tomada de Revista22

 

Ayer fue otro de esos días históricos del deporte español. Quizás uno de los más importantes aunque no lo parezca. Una de las hazañas más sobresalientes protagonizada por un combinado nacional.

Ayer, domingo 13 de marzo la selección masculina de rugby, los leones, se clasificaban por segunda vez para la Copa del Mundo del Rugby. La primera y única fue hace 24 años. Un hito histórico y trascendental.

Y lo hizo con un partidazo brutal que no puedo más que recomendar que veáis mientras yo lo guardo en mi cofre del tesoro, mi disco duro, ante Portugal. Ambas selecciones ibéricas protagonizaron un evento con una intensidad máxima y un nivel rugbístico sobresaliente.

Si hubiéramos tomado por el rojo de España a Gales y por el verde portugués a Irlanda, habríamos pensado, y con razón, que estábamos viendo un partido del VI Naciones. Del de verdad, del importante. Y resulta que leones y Os lobos se fajaron durante la mediodía madrileña y en el vetusto campo de La Central, en uno de los partidos de rugby total del año en el continente europeo. Así de claro.

Para ambos el partido era el momento de certificar un pase histórico a una cita mundialista, y aunque la presión era total, el nivel de juego mostrado fue sublime. Con una anotación alta fruto, no de errores y fallos defensivos, sino de un acierto ofensivo máximo por ambas escuadras, potenciando cada una sus virtudes: España su dinámica delantera, con un trabajo en el maul digno de mención. Portugal con un rugby de despliegue y a la mano de muchos kilates. La pericia defensiva de ambos se desajustaba por el empuje y la intensidad de unos y la precisión y el vertiginoso ritmo de otros. El partido llegaba al descanso 24-17 para los locales cuyos cuatro ensayos habían sido firmados por la delantera con un Marco Pinto excepcional, mientras que las marcas lusas venían del talento de sus tres cuartos.

A la vuelta el partido se volvía más táctico. Tanto España como Portugal jugaban con el marcador e iban pasando golpes de castigo (Ordás por España y el excelso medio melé Marques por Portugal) para vivir en la incertidumbre del ensayo transformado. El cansancio también jugaba su partido y aparecía para apuntalar varios errores en forma de pérdidas de balón de uno y otro contendientes. Los cambios mordían el césped mientras se desangraban los minutos hasta la jugada clave:

Tras un golpe de castigo en la melé por parte de España, Portugal manda el oval a la 22 en el minuto 71. El partido está en +10 puntos a favor de España. Portugal gana la touch y monta un perfecto maul, que es capaz de llevar a un metro de la línea de marca hispana. España lo para con infracción que otorga ventaja a los visitantes que tratan de encontrar el hueco en la línea local, defendida con vigor hasta el balón injugable.

Vuelve el balón a la touch a 5 metros y se repite la secuencia por segunda y tercera vez. Portugal pese a desplegarse hacia el otro lado es incapaz de firmar el ensayo y España recupera el oval hasta alejarlo de su zona de ensayo. Ya en el 80 cantándose la victoria española en la grada, los lusos consiguen posar y dejar el marcador final en el 33-28.

Partidazo épico para cerrar una clasificación que tendrá su colofón el próximo domingo en Tiblisi, donde España puede, si derrota a Georgia, ganar el Campeonato de Europa por primera vez.

Pero lo importante es la clasificación al mundial conseguida tras todo lo que ha pasado estos años.

Para empezar y para dotar de heroísmo al hito, España perdía los tres primeros partidos de la competición, contra Georgia, Rumanía y Portugal, dejando muy malas sensaciones de juego e infinidad de infracciones que mostraban la total falta de concentración del grupo.

Sin embargo, se han podido rehacer y desde entonces sumar 6 victorias consecutivas y aprovecharse del traspiés rumano en Krasnodar. Cuando más difícil parecía, cuando no cabía esperanza, los leones, se reponían en el seno del vestuario y sin nada que perder volvían a fortalecer sus señas de identidad y aplicarse en el terreno de juego para ir sumando las victorias (algunas terriblemente sufridas como la visita a Krasnodar con el ensayo de la victoria, y fundamental para la clasificación, en el minuto 82) y otras desoladoras como la que dejó la victoria en Países Bajos, donde tras el partido, en el Tercer tiempo, un trágico accidente se llevaba la vida de Kawa Leauma.

Tras esta terrible pérdida, el equipo se recompuso y ha ido mejorando en juego y concentración para al final sumar la clasificación Mundial en el día de ayer.

Con el mismo grupo, salvo un puñado de recambios por retiradas, España afrontó y consiguió la clasificación con la misma receta en la construcción del equipo: Jóvenes y veteranos jugadores nacionales que juegan en España o en Francia; y pescar en los jugadores franceses con ascendencia española o en los jugadores del Hemisferio Sur que juegan en España.

Aprovechando al máximo y al filo de la norma, la normativa que nos castigó en 2018, esta vez, parece que si, se ha conseguido un objetivo trascendental que debe de servir para una mejora de la situación general del rugby en nuestro país. Si formar parte de un Mundial, no se traduce en más fichas, más equipos, más ligas, más presencia mediática y más recursos (empezando por un estadio de primer nivel y mejores condiciones) para mejorar y acabar componiendo una selección nacional reconocible y con la que se pueda identificar cualquiera, éste éxito será una gota en un océano.

Estos días no he podido dejar de recordar lo sucedido en 2018. El robo descarado de un partido. Una federación europea que funciona como una mafia organizada, delinquiendo y malversando el caudal moral del rugby. Una federación mundial que tras muchas buenas palabras, y con el paso del tiempo como aliado, dio por validos los argumentos de alineaciones indebidas por parte de Rusia, dejando sin tocar y sin revertir el precedente de un partido comprado al máximo nivel. Sin más protestas o amenazas de ir a la justicia ordinaria por parte del rugby español. Aceptando sumisamente lo dictado por el órgano rector del rugby mundial. Pero ahora, hoy, en marzo de 2022 parece como si aquella claudicación se haya cobrado ahora.

Porque ante la guerra entre Rusia y Ucrania y el boicot internacional occidentalista a todos los niveles para con Rusia, el deporte y el rugby no han sido distintos. Se ha prohibido la participación de los equipos rusos y a la hora de jugarse la clasificación había que decidir qué pasaba con los partidos jugados y los por jugar de los rusos

Y en una decisión sorprendente y que contradice los propios acuerdos firmados por los países participantes y la Word Rugby, ante casos de suspensiones (en principio, por situaciones derivadas de la pandemía), el máximo órgano rector del rugby mundial decidía mantener los resultados de los partidos jugados, concediendo o preservando, el valor de los puntos ganados con sudor, sangre y lágrimas sobre el césped.

Pareciera, y no quiero que se me mal entienda porque tras estos seis partidos, España está justamente en un Mundial (como debió estarlo en Japón 2019), que ahora han recompensado al rugby español.

Pero lo cierto, y esperemos ya inamovible, es que España, el rugby español, jugará su segundo mundial masculino a finales del verano del año que viene en Francia.

Habrá que intentar estar ahí.

jueves, 4 de octubre de 2018

Justicia para el rugby español


Han pasado casi ocho meses desde el partido del pequeño Heysel de Bruselas. Se ha resuelto ya la clasificación para la próxima Copa del Mundo de Rugby, la del año que viene en Japón. Pasaron primero las semanas en las que se aclararó como se llegó a aquella situación. Y luego los meses de silencio de una World Rugby que tomaba cartas en el asunto para descifrar las redes clientelares de Rugby Europe. Cayeron las sanciones individuales a los jugadores españoles que se saltaron el código de honor del rugby y protestaron con violencia al árbitro.
Pues bien, ese árbitro, Iordaneschu, después de su arbitraje absolutamente parcial y repudiado por voces autorizadas del rugby mundial de cualquier pelaje, ha sido designado esta semana para un partido de la Challenge, tercer torneo continental de clubes y por lo tanto responsabilidad de la EPCR (European Professional Clubes Rugby) el otro estamento del rugby europeo.
Desde el Bélgica vs España del 18 de marzo en Bruselas que metía en el Mundial a Rumanía directamente (país de donde proviene el malaje de Iordaneschu) hasta esta semana lo que pasó realmente fue que los manda mases del rugby mundial y europeo conjuraron para que no cambiará nada a través del desempeño en el campo de juego. Y si cambiaba que fuera para su favorito, Rusia.
Aquél desapacible, por lo meteorológico y lo sucedido, día en el pequeño Heysel el rugby se convirtió en un deporte cualquiera, polémico, bronco, oscuro y cegado por los intereses económicos por encima de la pureza del juego y la fraternidad del enfrentamiento. En 80 minutos traicionó todo lo que llevaba defendiendo desde hacía casi 170 años, y durante todo este tiempo ha profundizado esa traición.
Cuando World Rugby a través de su presidente el argentino Agustín Pichot tomo el mando de la situación nos felicitábamos pensando en que se iba a reparar al principal perjudicado, el rugby. Y después al siguiente, el rugby español, que trata de crecer y de hacerlo con una participación mundialista que espoleé el profesionalismo en el país potenciando unas ligas medianamente profesionales. Hoy sabemos que es un hipócrita que ha vaciado de contenido sus pláticas para mantener un status quo que sólo beneficia a los mismos dinosaurios de siempre. Y en este caso no estamos hablando de países del entorno anglosajón, sino más bien de los parásitos que por interés personal han impedido de continuó una transmisión sana entre le rugby de primer nivel y el segundo.
No ha tenido ni autoridad, ni huevos, para tomar una sola medida disciplinaria, moral o ejecutiva que cambiará las cosas. Así tenemos impunes a quienes reventaron por dentro la filosofía del rugby. Iordaneschu sigue pitando. Moraviu, el presidente de la Federación rumana, sigue conchabando. Rugby Europe sigue igual. Las nacionalizaciones igual de confusas y la elegibilidad de equipos “B” o sub20 nada claras.
Se ha administrado una justicia tardía y cobarde, difusa y cómplice de las tropelías. No se ha castigado a Rumania que se clasificó tras nuestra derrota en Bélgica propiciada por un arbitraje parcial y delictivo perpetrado por un trabajador de la propia federación de los Robles. Descalificada por alineación indebida no tiene ninguna sanción más, ni sobre la federación, ni sobre su presidente o responsables. Tal conspiración no ha tenido ninguna consecuencia para los urdidores. Bélgica sale indemne pese a demostrarse que ha competido durante 3 años con jugadores que no podían ser seleccionados y con el que consiguió primero el ascenso desde el VI Naciones B. No desciende. No jugará eliminatoria de descenso. Nada.
Rusia clasificada para el Mundial y que jugará ese apetitoso partido inaugural (y ojo a su desempeño porque puede que también salga clasificado para el siguiente en 2023) sabía de la in elegibilidad del tongano de los rumanos (¿tráfico de influencias?) esperó acontecimientos para denunciar en el momento oportuno y pescar en el barrizal del rio revuelto que es Rugby Europe.
El rugby español demostró su obrar legal o cuando menos sin responsabilidad directa en descargo de la Federación Francesa por las alineaciones de Belie y Fuster, y sin embargo se queda sin el Mundial ganado sobre el verde y en una situación muy dramática que ha de empezar a revertir el próximo noviembre en las ventanas (partido más que vital contra Samoa, el rival en la repesca) si quiere luchar por estar en Francia 2023.
También queda sin castigo una Rugby Europe que ha montado una clasificación para un Mundial, torneo de World Rugby, llena de irregularidades en sus propias narices.
Y para colmo deciden que no se puede repetir el partido “para no crear precedente”, dejando el precedente de que un partido manipulado por un arbitraje mafioso y parcial no tiene ninguna consecuencia para los interesados.
La pregunta es, ¿debemos aceptar esto?
Y la respuesta es viendo la forma de ejecutar de la FER es que si, por más que escueza y por más que indigne que los verdaderos castigados por el establishment del rugby mundial sean los que sufrieron las tropelías en el pequeño Heysel.
Desconozco si la rendición actual es por respeto a un organismo que no lo merece, ya que World Rugby sólo funciona como un garante del orden establecido en el rugby mundial, o como requisito a futuras prebendas hacia el rugby español negociadas de espaldas a la luz y los taquígrafos (por ejemplo se me ocurre una plaza de privilegio en la posible y futura Liga Mundial). En cualquiera de los casos me parece un error porque aceptar chantajes de estos impresentables no augura nada bueno.

Además sería aceptar, como parece, una decisión que no sólo ha quitado la posibilidad de jugar el próximo Mundial, sino también de estar en condiciones de estar en los próximos. Me parece que no somos conscientes de la oportunidad pérdida. De que estando el año que viene en Japón se expondría el rugby español, del que necesitamos a los franceses para poder competir, pero que con los recursos y visibilidad adquirida valdría para sembrar el futuro. A los hispano-franceses les daría un impulso tremendo jugar el siguiente mundial, en Francia, con el XV del León. Pero sería la última generación. Mejoraríamos las escuelas y clubes patrios. Los jugadores podrían crecer becados en clubes y escuelas francesas. Habría un crecimiento. Pero todo esta teoría se va a refrendar en Rusia que ya estaba haciendo las cosas mejor a nivel de clubes y ahora a nivel de selección puede adquirir una distancia sideral, cerrándonos de facto junto con Georgia la puerta de los Mundiales y el asalto progresivo al tier 1 de World Rugby.

Nos han quitado todo, sobretodo el futuro del rugby español, y así somos lo suficientemente peligrosos porque no tenemos nada que perder. Es el momento de pasar por el TAS y si es necesario por la justicia ordinaria, sin miedo a represalias porque no puede haberlas y hacer valer nuestros derechos que además servirán para limpiar los organismos del rugby europeo y mundial.
Demostrar en los tribunales que el fallo de la norma no es nuestro. Que el fallo en las elegibilidades y por lo tanto en las alineaciones no es nuestro. Que el partido amañado no es cosa nuestra. Y sobretodo demostrar que no vamos a parar hasta reparar la cadena de injusticias cometidas para salvaguardar un orden establecido oligárquico y caciquil como es el de Rugby Europa y el tier 2.
El apoyo a esta estrategia de la FER a de ser total. De todo el rugby (escuelas, clubes, aficionados, periodistas). Con el COE y el CSD. Con el Gobierno. No sabemos que componendas dependen de las promesas y compromisos de World Rugby o Rugby Europe (Seven, femenino, clubes profesionales, etc.) pero todos quedan en entredicho con lo sucedido estos meses y con el mal infligido a un rugby que vivía el sueño de competir con los mejores.

Si estamos ya renunciando a la explosión del profesionalismo en el rugby es porque venimos y conocemos, otros mucho más que yo por supuesto y por desgracia, el rugby de antes. El de los valores, el respeto y el compañerismo. El del código de honor y el código de lucha. De sacrificarse y no rendirse. De ser caballeroso con el derrotado y agradecido con el vencedor. De asumir lo que venga y si en ese caso son sanciones o quita de subvenciones al menos habremos demostrado la verdadera cara de quienes mandan en el rugby mundial y su apego más profundo al dinero que al maravilloso juego que dicen representar.

jueves, 22 de marzo de 2018

Y esto no es rugby



En primer lugar tengo que confesar que desde luego no quería escribir sobre rugby en este tono y sobre este tema. No se me pasaba por la cabeza -ni a nadie moderadamente próximo a este deporte- que haya que hablar, escribir e informarse sobre lo acontecido en Bruselas el pasado domingo, en lo que podría haber sido una fiesta y lo que debía de haber sido: una competición deportiva, fraternal y justa, de rugby.
Pero tras lo visto y vivido en el “pequeño Heysel” necesito explicar con unas líneas como me siento y como viví y vivimos estos momentos los miles de rugbiers, profesionales o aficionados en distintos ámbitos (jugadores, técnicos, periodistas, federativos, árbitros, etc.) tras ver como se usurpaba la posibilidad de disputar en buena lid la clasificación para el próximo Mundial de Rugby 2019, en Japón.
Debo decir, lo primero de todo, que no era yo muy optimista con las posibilidades de España, del XV del León. Consideraba a Rusia y Rumanía con mayores opciones, pero gracias a una muy buena disposición táctica -sobretodo defensiva- de la selección nacional se conseguía primero batir a Rusia en Krasnodar y luego ganar a Rumanía -eso sí, la peor Rumanía que yo he visto- en la Central. Estos dos resultados, a parte de asegurar las repescas de clasificación, ponían en “nuestra” mano el billete a Japón, al partido inaugural frente a la anfitriona, lo que podía y debía ser el espaldarazo definitivo para el rugby en nuestro país, y para el rugby español en el concierto internacional.
Tras apabullar en el trámite de la semana pasada a una muy desdibujada Alemania (que ya nos hizo el favor de ganar a Rumanía el año pasado) y comprobar, una vez más, como el Rey, Felipe VI el preparao, no tiene ningún problema para empaparse de los éxitos de otros para salvar la supuesta necesidad y conveniencia de su arcaica institución, nos poníamos en disposición de celebrar la clasificación para un Mundial, la segunda en la historia, tras la del año 99 en Gales.
Según se acercaba el día todos estábamos expectantes, más ilusionados, más nerviosos. Se preparaban viajes a la capital belga y se organizaban comidas con familia, amigos y compañeros de empuje, para eso mismo, para empujar y para disfrutar de un hito histórico de nuestro rugby y del deporte patrio.
Pero toda esa ilusión se vino abajo un par de horas después, en las que tanto los que habían estado en el estadio, como los que lo vimos por televisión, nos encontrábamos furiosos y abatidos, no por la derrota sino por la perversión hacia el rugby: hacia ese sentimiento fraternal y de respeto que veneramos y defendemos en cada charla y tertulia de barra de bar.
Nos habían robado el alma de lo que amamos. Habían pervertido el espíritu reverencial del rugby.
A tener en cuenta:
  1. Hay que decir antes de entrar en profundidad, que España mereció la derrota. No jugamos bien. No entendimos bien los condicionantes, como el campo (sus dimensiones y su estado) ni el arbitraje y fallamos en la estrategia de partido. El XV del León entró nervioso, lo que puede ser normal, pero cayó en la desesperación, lo que también fue lógico, y así se hizo imposible ganar. Enfrente Bélgica, que son un buen equipo sin más, inferior por supuesto, pero que aprovechando lo que les permitió el árbitro y utilizando muy bien el pie, siempre llevo la iniciativa. Sin embargo España se convirtió en previsible jugando por posesión y no por ocupación, no utilizando el recurso del pie para ganar metros y poniéndoselo fácil al árbitro que ya venía predispuesto a ello. Mientras tanto Bélgica se sentía impune en el campo y reforzaba su idea de juego gracias a un arbitraje parcial y asimétrico que permitió todo a unos y nada a los otros.
  2. Me parece inconcebible y una chapuza a la vista del resultado interesada, que el partido decisivo que daba la plaza 2 Europa, de clasificación directa para un Mundial, se juegue en un recinto que no sólo no cumple unas mínimas condiciones en dimensiones y calidad del terreno de juego (lo que valió como excusa para que Bélgica negará la posibilidad de entrenar el día antes en el mismo a España, algo que en el mundo del rugby, sobretodo para los pateadores, puede ser decisivo) sino que además imposibilitaba una buena realización televisiva que hubiera favorecido la presencia del TMO, el video arbitraje, solicitud puesta por la Federación Española y denegada por Rugby Europa aduciendo las condiciones del estadio. No se nos puede olvidar decir que en Rugby Europa manda el Presidente de la Federación Rumana, Octavian Morariu. Baste comparar el estadio donde Uruguay consiguió su clasificación mundialista hace unas semanas.
  3. A Morariu le dieron igual las reclamaciones para cambiar la designación arbitral para este último partido, donde estaba un compatriota, el ya célebre Vlad Iordaneschu. Apeló a la pureza y el respeto al árbitro, ancestrales valores del rugby. Para este sujeto pisar y enfangar cualquier cosa valía para lograr la clasificación directa para Rumanía, y seguramente, cobrar los derechos de emisión en su país. Insisto, jugar el partido inaugural es muy importante. Y eso sin entrar en el juego de las apuestas donde la victoria belga se pagaba en torno a los 5 euros por euro apostado (España se pagaba a 1,18). Un rumano que pone a otro rumano para arbitrar un partido en el que Rumanía puede o no acabar clasificándose. Definición de sospechoso.
  4. Ya existen artículos y videos donde se analizan la cadena de errores flagrantes del árbitro Iordaneschu. Particularmente, y tras dos visionados del partido con toda la modestia que atesoró, puedo decir que ya desde los primeros minutos vi una clara intencionalidad: Mientras se sucedían las infracciones y los retenidos españoles a los pocos segundos de ser placado un jugador, Bélgica acumulaba rucks de hasta 10 segundos. No se frenaba la dureza del XV local que paraba como podía (placajes al cuello, lanzarse por encima del placado, entradas desde el lateral, etc.) a España.
  5. Muy dolorosa fue también la interpretación en las fases estáticas, donde Iordaneschu igualó fuerzas permitiendo el giro y el levantamiento de los belgas en las melés; la obstaculización irregular de los mauls, donde España era netamente superior y sin embargo vio como perdía balones por retenidos o inexistentes infracciones de pantalla. En definitiva, una interpretación de la norma al uso, castigando a unos y premiando a otros.
  6. También en los castigos fue díscolo Iordaneschu. Castigo con amarilla a un pilier español en una infracción que se invento, y dejo sin castigar con el sin bin preceptivo tanto varios placajes altos, como un palmeo intencionado cuando España luchaba por la remontada. Tampoco escapo la interpretación de la ley de la ventaja que le sirvió para oportunamente ir hacia atrás en una jugada hispana, cuando se lanzaban en franca posibilidad de ensayo inventando un adelantado totalmente inexistente.
  7. Para rematar su estelar actuación, Iordaneschu se invento dos infracciones hispanas con 15-10 en los minutos finales para dar aire a una agotada Bélgica que veía peligrar el resultado. Primero pitando un inexistente parcial en la touch y después para regalar un golpe de castigo centrado a los belgas que pasaron para dejar sin apuros el 18-10 final.
  8. 28 golpes de castigo pitó a España Iordaneschu, por 11 belgas, cuando la media del XV del León en el torneo era de 8, y cuando el reparto de la posesión del balón estuvo a casi el 50% y se jugo más en el medio campo belga.
  9. Al final, derrota española. Rumanía clasificada para el Mundial, y los jugadores españoles impotentes ante la rabia cercando, insultando y aplaudiendo con sarcasmo al trío arbitral que tuvieron que salir en un coche que les esperaba en marcha.
Unas imágenes muy dolorosas para el rugby, para el deporte. Para quienes defendemos este maravilloso juego, esta filosofía de vida, como es el rugby, como la más idónea y necesaria para acercar a nuestras vidas y a las de las nuevas generaciones. Adiós al respeto, a la imagen de los caballeros embarrados saludando con cortesía. Un dolor que va a traer consecuencias:
  1. Como deportista entiendo la reacción, la rabia, de los jugadores españoles a los que les habían robado en la cara la posibilidad de jugar un Mundial. El rugby es un deporte de caballeros, pero no de imbéciles que aceptan que les quiten un sueño hecho en base a trabajo e ilusión. Puede parecer que esa trifulca final estuviera fuera de lugar pero también tenemos que entender el daño tremendo hecho a un rugby en ciernes, como el español. No sólo a esta generación a la que cierran, de momento, el camino al Mundial, sino a un plan estratégico que valiéndose de este impulso quiere o al menos intenta articular un proyecto que haga del rugby una posibilidad más en la práctica deportiva en todo el territorio español. En el rugby, cada metro, cada centímetro ganado se defiende frente a todo y ante todos. Y el domingo cuando un árbitro nos robaba en la cara, aunque exista ese código reverencial y de respeto hacia su figura, yo no me hubiera quedado en aplaudirle irónicamente. Probablemente le hubiera partido la cara. Y esto no es rugby.
  2. Cada día que pasa más voces autorizadas del mundo del rugby se suman al hastag #JustificeForSpainRugby, y claman por la repetición del partido con un arbitraje justo e imparcial. De momento no voy a ir por ahí, pero lo que si que es fundamental es investigar lo sucedido y depurar responsabilidades para sacar de los órganos directivos del rugby europeo y mundial a personajes como Moriaru y compañía, que ensucian nuestro noble nombre por intereses económicos y por la perpetúa lucha de poder en la cúspide de la pirámide rugbística mundial. Y esto no es rugby.
  3. Doy por hecha que los jugadores españoles que participaron en la trifulca final tendrán sanciones duras y ejemplares de World Rugby con el ánimo de sentar precedente y salvaguardar el respeto al árbitro. También considero hecha la sanción a perpetuidad para el árbitro rumano Iordaneschu y el resto del trío arbitral, así como también para quienes permitieron tal designación. Pero World Rugby tiene que tomar muchas más cartas en el asunto: Investigación y echar a todos los corruptos. Estipular una normativa para que las federaciones que aspiran o al menos participan en las clasificaciones de la Copa del Mundo pongan y tengan los medios necesarios para una justa competición. Sobretodo entrando en la mafiosa Rugby Europa donde se toleran por interés campos de juego internacionales como el pequeño Heysel o en materia de designaciones de árbitros o delegados, dando transparencia y pulcritud y garantizando las mejores condiciones de desarrollo del juego de manera justa y segura.
    Y esto no es rugby.
  4. Después del partido del domingo y a expensas de lo que ocurra en los próximos días, España tiene ante sí dos repescas: La primera, ganando a Portugal y luego a Samoa; la segunda, si se pierde con los polinesios en un cuadrangular frente a Canada, y las selecciones que vengan de la competición africana y asiática. Hay que asumir, que World Rugby va a sancionar y duramente a los jugadores que participaron en la tangana final, y que habrá que construir un equipo prácticamente nuevo para esos partidos.
  5. Desde luego la única salida para salvaguardar el honor y el buen nombre del rugby es la repetición del partido. No hay otra. Que Rumanía se gane en el terreno de juego de una manera justa su clasificación -por qué no con una nueva victoria belga frente a España-. Evidentemente, insisto, en este caso España afrontaría frente a Bélgica un partido con bastantes e importantes jugadores sancionados (y algún nuevo lesionado). Pero es la única manera de hacer, que en este momento, de expansión del rugby, como práctica deportiva y sobretodo -y eso le hace tan jugoso y propicio a las corruptelas-, como afición y método de esparcimiento televisivo se puedan mantener los valores de respeto y caballerosidad que lo encumbran.
Hay mucho dinero en juego, si, pero sobretodo, por encima de todo, esta la reverencia ancestral al rugby. Unos valores y un legado con más de 150 años de historia que no pueden enturbiarse por los intereses particulares de personajes oscuros. No dejemos morir el rugby.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...