lunes, 14 de marzo de 2022

Clasificación Mundial


Imagen tomada de Revista22

 

Ayer fue otro de esos días históricos del deporte español. Quizás uno de los más importantes aunque no lo parezca. Una de las hazañas más sobresalientes protagonizada por un combinado nacional.

Ayer, domingo 13 de marzo la selección masculina de rugby, los leones, se clasificaban por segunda vez para la Copa del Mundo del Rugby. La primera y única fue hace 24 años. Un hito histórico y trascendental.

Y lo hizo con un partidazo brutal que no puedo más que recomendar que veáis mientras yo lo guardo en mi cofre del tesoro, mi disco duro, ante Portugal. Ambas selecciones ibéricas protagonizaron un evento con una intensidad máxima y un nivel rugbístico sobresaliente.

Si hubiéramos tomado por el rojo de España a Gales y por el verde portugués a Irlanda, habríamos pensado, y con razón, que estábamos viendo un partido del VI Naciones. Del de verdad, del importante. Y resulta que leones y Os lobos se fajaron durante la mediodía madrileña y en el vetusto campo de La Central, en uno de los partidos de rugby total del año en el continente europeo. Así de claro.

Para ambos el partido era el momento de certificar un pase histórico a una cita mundialista, y aunque la presión era total, el nivel de juego mostrado fue sublime. Con una anotación alta fruto, no de errores y fallos defensivos, sino de un acierto ofensivo máximo por ambas escuadras, potenciando cada una sus virtudes: España su dinámica delantera, con un trabajo en el maul digno de mención. Portugal con un rugby de despliegue y a la mano de muchos kilates. La pericia defensiva de ambos se desajustaba por el empuje y la intensidad de unos y la precisión y el vertiginoso ritmo de otros. El partido llegaba al descanso 24-17 para los locales cuyos cuatro ensayos habían sido firmados por la delantera con un Marco Pinto excepcional, mientras que las marcas lusas venían del talento de sus tres cuartos.

A la vuelta el partido se volvía más táctico. Tanto España como Portugal jugaban con el marcador e iban pasando golpes de castigo (Ordás por España y el excelso medio melé Marques por Portugal) para vivir en la incertidumbre del ensayo transformado. El cansancio también jugaba su partido y aparecía para apuntalar varios errores en forma de pérdidas de balón de uno y otro contendientes. Los cambios mordían el césped mientras se desangraban los minutos hasta la jugada clave:

Tras un golpe de castigo en la melé por parte de España, Portugal manda el oval a la 22 en el minuto 71. El partido está en +10 puntos a favor de España. Portugal gana la touch y monta un perfecto maul, que es capaz de llevar a un metro de la línea de marca hispana. España lo para con infracción que otorga ventaja a los visitantes que tratan de encontrar el hueco en la línea local, defendida con vigor hasta el balón injugable.

Vuelve el balón a la touch a 5 metros y se repite la secuencia por segunda y tercera vez. Portugal pese a desplegarse hacia el otro lado es incapaz de firmar el ensayo y España recupera el oval hasta alejarlo de su zona de ensayo. Ya en el 80 cantándose la victoria española en la grada, los lusos consiguen posar y dejar el marcador final en el 33-28.

Partidazo épico para cerrar una clasificación que tendrá su colofón el próximo domingo en Tiblisi, donde España puede, si derrota a Georgia, ganar el Campeonato de Europa por primera vez.

Pero lo importante es la clasificación al mundial conseguida tras todo lo que ha pasado estos años.

Para empezar y para dotar de heroísmo al hito, España perdía los tres primeros partidos de la competición, contra Georgia, Rumanía y Portugal, dejando muy malas sensaciones de juego e infinidad de infracciones que mostraban la total falta de concentración del grupo.

Sin embargo, se han podido rehacer y desde entonces sumar 6 victorias consecutivas y aprovecharse del traspiés rumano en Krasnodar. Cuando más difícil parecía, cuando no cabía esperanza, los leones, se reponían en el seno del vestuario y sin nada que perder volvían a fortalecer sus señas de identidad y aplicarse en el terreno de juego para ir sumando las victorias (algunas terriblemente sufridas como la visita a Krasnodar con el ensayo de la victoria, y fundamental para la clasificación, en el minuto 82) y otras desoladoras como la que dejó la victoria en Países Bajos, donde tras el partido, en el Tercer tiempo, un trágico accidente se llevaba la vida de Kawa Leauma.

Tras esta terrible pérdida, el equipo se recompuso y ha ido mejorando en juego y concentración para al final sumar la clasificación Mundial en el día de ayer.

Con el mismo grupo, salvo un puñado de recambios por retiradas, España afrontó y consiguió la clasificación con la misma receta en la construcción del equipo: Jóvenes y veteranos jugadores nacionales que juegan en España o en Francia; y pescar en los jugadores franceses con ascendencia española o en los jugadores del Hemisferio Sur que juegan en España.

Aprovechando al máximo y al filo de la norma, la normativa que nos castigó en 2018, esta vez, parece que si, se ha conseguido un objetivo trascendental que debe de servir para una mejora de la situación general del rugby en nuestro país. Si formar parte de un Mundial, no se traduce en más fichas, más equipos, más ligas, más presencia mediática y más recursos (empezando por un estadio de primer nivel y mejores condiciones) para mejorar y acabar componiendo una selección nacional reconocible y con la que se pueda identificar cualquiera, éste éxito será una gota en un océano.

Estos días no he podido dejar de recordar lo sucedido en 2018. El robo descarado de un partido. Una federación europea que funciona como una mafia organizada, delinquiendo y malversando el caudal moral del rugby. Una federación mundial que tras muchas buenas palabras, y con el paso del tiempo como aliado, dio por validos los argumentos de alineaciones indebidas por parte de Rusia, dejando sin tocar y sin revertir el precedente de un partido comprado al máximo nivel. Sin más protestas o amenazas de ir a la justicia ordinaria por parte del rugby español. Aceptando sumisamente lo dictado por el órgano rector del rugby mundial. Pero ahora, hoy, en marzo de 2022 parece como si aquella claudicación se haya cobrado ahora.

Porque ante la guerra entre Rusia y Ucrania y el boicot internacional occidentalista a todos los niveles para con Rusia, el deporte y el rugby no han sido distintos. Se ha prohibido la participación de los equipos rusos y a la hora de jugarse la clasificación había que decidir qué pasaba con los partidos jugados y los por jugar de los rusos

Y en una decisión sorprendente y que contradice los propios acuerdos firmados por los países participantes y la Word Rugby, ante casos de suspensiones (en principio, por situaciones derivadas de la pandemía), el máximo órgano rector del rugby mundial decidía mantener los resultados de los partidos jugados, concediendo o preservando, el valor de los puntos ganados con sudor, sangre y lágrimas sobre el césped.

Pareciera, y no quiero que se me mal entienda porque tras estos seis partidos, España está justamente en un Mundial (como debió estarlo en Japón 2019), que ahora han recompensado al rugby español.

Pero lo cierto, y esperemos ya inamovible, es que España, el rugby español, jugará su segundo mundial masculino a finales del verano del año que viene en Francia.

Habrá que intentar estar ahí.

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