De
un tiempo a esta parte, mientras se confirma cada día más la
absoluta agonía de la televisión como medio de comunicación, paso
algunas horas enganchado a la misma, viendo eso sí lo más
estimulante, divertido y auténtico que ofrece ahora mismo: Forjado
a Fuego.
El programa aparecido hace cuatro años por la versión estadounidense
del canal
Historia
servía
así para que
el
ya longevo canal temático se
sumergiese en
el mundo de los concursos y la telerrealidad, haciéndolo por una
destreza
y artesanía,
hecha con pasión y trabajo.
Forge
in Fire
no deja de ser un reallity
show,
un concurso de habilidades y destrezas en el que 4 armeros tienen que
ir pasando las pruebas que les proponen primero para “forjar
una hoja de facturación propia en nuestra forja”
y después “enviaros
a vuestras forjas a forjar un arma histórica que os pidamos”.
En cada fase eliminan a uno de los concursantes, mientras se suceden
las ráfagas de trash
metal,
mezclando grandes angulares, con primerísimos planos, tiempo real,
con slowmotion
en un montaje vivo y alucinante que es pura adrenalina televisiva.
Chispas,
llamaradas, martillazos, sudor, hollín, cortes, hachazos se suceden
durante todo el programa, en el que -gran acierto- se desarrolla toda
la competición con principio, desarrollo y final en menos de 40
minutos. Así
se le dota de agilidad y un ritmo vertiginoso que hace que te claves
al sillón, sabiendo que te puedes ir a la cama conociendo quien es el
ganador en poco más de media hora.
En
la primera fase, a parte de las herramientas de la forja, se les
dispensa material (un
rodamiento, una palanquilla, una ballesta de coche, una hoja
de motosierra, etc.),
y tres horas para entregar una hoja templada (endurecida) cumpliendo
los parámetros marcados por el programa.
Al
final, uno de ellos es eliminado y los tres que continúan tienen que
encalar
el arma,
es decir, darle acabado con un mango funcional y seguro que permita
pasar las pruebas de dureza (golpes a bloques de hielo, cocos,
costillares de vaca, bambú, etc.) y filo (cortes a sacos terreros,
salmones,…).
Una
vez comprobada la fiabilidad y pericia de las armas presentadas, otro
armero queda eliminando, pasando dos a la gran final. Allí, se les
enviará a sus forjas, donde tendrán 5 días para forjar un arma
de recreación histórica,
que es presentada con su contexto histórico, geográfico y social,
sus reminiscencias culturales tanto en su origen como en la
actualidad en el cine o en los videojuegos, así como sus
peculiaridades técnicas y características funcionales.
A
su vuelta al plató, los dos finalistas verán como sus recreaciones
de armas históricas serán puestas a prueba tras maravillarse con sus acabados y líneas. Porque la funcionalidad esta por encima del aspecto. Se comprobará su
dureza y fiabilidad golpeándola contra escudos, bloques de madera,
toneles,…; su filo será puesto a prueba cortando jabalíes,
costillares, más sacos terreros. Y llegará la prueba de muerte en
la que se comprobará la letalidad
de las armas
presentadas donde se harán jirones los maniquíes de balística o
piezas de animales.
Con
Forjado
a Fuego
te ocurre que pasas los dos primeros minutos preguntándote qué
cojones estás viendo, para después que te atrape absolutamente el
programa ser capaz de discernir cuando una hoja está con la
temperatura adecuada para el temple, qué es la espiga oculta,
diferenciar entre un afilado convexo y un modelado con avanatador, o
ser un experto en el Damasco.
Te
sientes tan ducho en la materia porque has hecho un intensivo
de formación profesional de armería
viendo a los distintos armeros (y armeras) pelearse con el acero,
darle forma, forja y convertirlo en un arma funcional. Durante
el programa se explica de forma didáctica y muy amena las distintas
técnicas, procesos, materiales,
características,
herramientas, y los tipos de cuchillos y hojas que se fabrican así
como su historia y trascendencia. Aprendes divirtiéndote comprobando
como son capaces de crear algo, de
manera artesanal,
sin casi variaciones con respecto a como se hacía hace decenas de
siglos, y vibrando con un espectáculo televisivo, que siendo viril,
no es ni machista, ni misógino, ni doctrinario.
Buena
parte del éxito del programa también recae sobre los hombros de su
conductor, Will
Willis
un
ex-ranger del ejército americano,
y de su trío de jueces. Doug
Marcaida
como especialista en el manejo de armas blancas y que ya nos ha
dejado para la posterioridad sus célebres memes
de
“Esta
hoja corta”
o la versión más extrema “Su
arma mata”
y que maravilla con su destreza para el manejo e infringir daño con
lo que le pongan en las manos. David
Lean Baker,
armero de Hollywood y especialista en armas antiguas, que con su
elegante y afilado estilo recuerda al coronel sureño que retaba a
duelo a Homer Simpson. Y J.
Neilson
o Jason
Knight
armeros de la American
Bladesmith Society
y que se turnan para jugar el papel de “poli malo”. Pero ninguno
de los tres cae en el cinismo o la falta de respeto, y a través de
la educación, las correcciones que
siempre se presentan como constructivas poniéndose sobre la mesa el
reconocimiento al valor de lo presentado, por el mismo hecho
artesano de su producción
y quizás también, por la valía y valentía de perdurar este oficio
tan apasionante.
Pero
tampoco se puede menospreciar a los concursantes, los armeros que
tratan de conseguir el título de Campeón
de Forjado a Fuego
y el cheque de 10.000$ que lo acompaña. Frente a otras propuestas
donde se palpa la tensión, la violencia verbal (y a veces no tan
verbal), el enfrentamiento enconado o la competitividad
mal entendida, en Forjado
a Fuego,
tenemos camaradería, rivales, pero sobretodo compañeros en la forja
y la artesanía, ayudándose, dándose la enhorabuena y asumiendo la
derrota con deportividad y propósito de enmienda y aprendizaje.
Conductas que ya de por sí imprescindibles en la vida, se muestran
en este caso por televisión como una rareza, por lo que ya añaden
al programa los adjetivos de responsable y recomendable.
Nombres
como los de Shane, Mareko, Kelly y su maravillosa Falcata,
Neil Kamimura, etcétera, etcétera se hacen ya reconocibles y un
ejemplo de pasión por un oficio, de talento en su desarrollo y
destreza y de comportamiento ante el reto que plantea el programa, la
propia competición así como con la vida.
Cansados
de programas de televisión que escupen la vida privada de miserables
y el formato de concursos de cantantes y cocineros, tener Forjado
a fuego,
es una suerte para esas noches aburridas, que se transforman en
vibrantes y certeros
tajos a golpe de martillo y fuego.
Bowies,
Kukris,
Kpinga,
el
Hacha Vikinga,
los
cuchillos mariposa japoneses,
la navaja española, el
gladio romano,
el Tabar-Shishpar,
la Zweinhander,
el Khanda,
el Khopesh,
el Chakram,…
todas armas históricas y emblemas del arte de la forja, la
artesanía del temple, y que sirven de excusa para sentarse frente a
la tele, abrir una cerveza y ponerse a disfrutar.
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