Mostrando entradas con la etiqueta patrimonio. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta patrimonio. Mostrar todas las entradas

miércoles, 28 de agosto de 2024

Contra la Cultura urbana


 

En la sociedad contemporánea, la cultura urbana se ha convertido en un fenómeno omnipresente que moldea las tendencias, los gustos y las formas de vida de una gran cantidad de personas. Sin embargo, detrás de la aparente modernidad y diversidad que caracterizan a esta cultura, se esconden una serie de aspectos que merecen una crítica reflexiva y profunda.

Para comenzar, es importante señalar que la cultura urbana tiende a promover una homogeneización cultural, donde se fomenta la adopción de ciertos estilos de vida, gustos musicales o modas, limitando la diversidad cultural y la libertad individual. Esto puede llevar a la pérdida de identidad de las personas, al presionarlas para que se ajusten a determinados estándares impuestos por la sociedad urbana, en lugar de permitirles manifestar su singularidad y autenticidad.

En general, se produce una pérdida, que cada vez más tiende a ser irremediable, de los diversos patrimonios etnográficos y culturales propios de las ciudades, pueblos y áreas más locales en todo el mundo, que son sustituidos por los rigores propios de la cultura urbana. Estos son impuestos por una avasalladora presencia en los medios de comunicación, especialmente en los dedicados a los jóvenes, como Internet y las redes sociales, la música o el cine.

Además, la cultura urbana suele estar asociada con el consumismo desenfrenado, donde la adquisición de bienes materiales se convierte en el principal indicador de estatus y éxito. Esta mentalidad consumista no solo fomenta la insatisfacción constante y la competencia desmedida dentro de un individualismo atroz y alineante, sino que también contribuye a la explotación de recursos naturales, el aumento de residuos y la degradación del medio ambiente, generando graves consecuencias a nivel global.

En este sentido son especialmente reveladoras las interrelaciones que presentan la moda y la música urbanas. Ambas son dos elementos fundamentales que han moldeado la cultura urbana en las últimas décadas, evolucionando de manera paralela, influyéndose mutuamente y creando un estilo de vida único que ha trascendido fronteras geográficas y generacionales.

En primer lugar, es crucial comprender que la música y la moda son manifestaciones artísticas que reflejan el espíritu y las inquietudes de una época determinada. La música urbana, en sus diferentes géneros como el hip-hop, el reguetón o el trap, ha sido pionera en la expresión de realidades sociales y también en la denuncia de injusticias a través de sus letras comprometidas. Esta música ha servido como un altavoz para las comunidades marginadas, dando voz a aquellos que tradicionalmente no la tenían. La sencillez de su creación y réplica, indudablemente, ha permitido que muchas voces se pudieran escuchar. A cambio, y más aún con el paso de los años, lo que ha quedado es que la producción musical se ha homogenizado. Es repetitiva, monótona y ha hecho a las mismas multinacionales de siempre más ricas aún, encontrando un público cautivo inmenso y dispuesto a gastarse su dinero en una producción musical, en absoluto diversificada y que reproduce constantemente los mismos patrones, sonidos, ritmos y estéticas. Se amplifica y reproduce por los medios de comunicación de masas, eliminando el resto de expresiones y estilos musicales, y sobretodo laminando la presencia de las formas y temas propios de la música y el arte más local, más etnográfico.

Por otro lado, la moda urbana ha surgido como una forma de expresión personal y de pertenencia a un grupo o tribu urbana específica. Las marcas de siempre que aquí no voy a repetir, se han convertido en símbolos de estatus dentro de la cultura urbana, marcando tendencias y dictando un estilo de vestir característico. Y cumpliendo con el mismo patrón que la musica ha limitado las formas y maneras para millones de personas, contribuyendo a glorificar uno de los sectores económicos más esclavistas y miserables del mundo: la industria de la moda y del textil que desde hace décadas subemplea a millones de personas en el sudeste asiático por salarios de miseria y bajo condiciones de semi-esclavitud, mientras factura en Occidente miles de millones de euros al año, por productos que apenas duran una temporada.

La relación entre la música y la moda en la cultura urbana es, por lo tanto bidireccional. Por un lado, los artistas de renombre suelen ser considerados iconos de estilo, influenciando las tendencias de moda a través de sus videoclips, conciertos y presencia en redes sociales. Por otro lado, la moda se ha convertido en parte integral de la identidad de los músicos urbanos, quienes utilizan su imagen y sus prendas como una extensión de su arte. No voy a citar a los ejemplos de esos pseudo “artistas” o cantantes que necesitan complementar su voz con multitud de arreglos electrónicos, para demostrar cómo la música y la moda se fusionan en la escena urbana, creando un universo estético único y reconocible a nivel mundial. Y si, alineante e idiotizante.

Sin embargo, esta estrecha relación entre la música y la moda en la cultura urbana también ha sido objeto de críticas. Algunos argumentan que la comercialización excesiva de la imagen personal de los artistas y la promoción de marcas de lujo en la industria musical están desvirtuando el mensaje original de la música urbana, alejándola de sus raíces contestatarias y transformándola en un mero producto de consumo masivo. Asimismo, se ha cuestionado si la moda en la cultura urbana promueve la exclusión y la segregación, al fomentar la adopción de determinados códigos de vestimenta como una forma de diferenciación social.

Y es que otro aspecto digno de crítica en la cultura urbana es su tendencia a generar exclusión social y desigualdad. A menudo, los códigos y normas de la cultura urbana pueden ser excluyentes, marginando a aquellos que no pueden acceder a ciertos productos, espacios o formas de expresión cultural. Especialmente en el caso de las mujeres que pese a lo que pudiera parecer, la cultura urbana no les ha traído emancipación o respeto, sino que las ha cosificado y denigrado. Esto crea barreras para la participación igualitaria en la vida urbana y perpetúa estructuras de poder que favorecen a unos pocos, siempre al hombre por encima de la mujer, en detrimento de la mayoría.

Por último, la cultura urbana también puede promover la superficialidad, la inmediatez y la falta de valores sólidos, relegando la reflexión, el compromiso social y la construcción de relaciones significativas a un segundo plano. Esta dinámica puede conducir a una sociedad superficial, alienada y desconectada emocionalmente, donde la verdadera felicidad y realización personal se ven amenazadas por una búsqueda constante de gratificación instantánea y superficial.

Todos estos fenómenos asociados a la proliferación de la cultura urbana, no se cuestionan por parte de los medios de comunicación de masas, y tienen un reflejo muy característico, que a mi modo de ver define de manera perfecta el momento actual. Se trata de la vuelta, con mucha fuerza además, de toda la subcultura del tunning y los coches modificados, de un estilo de vida basado en hacerse notar, a través del ruido y la expresión individual hortera de alterar los vehículos privados. Parte importante de este revival es la difusión de las películas de la abominable franquicia Fast and Furious.

Estas películas han tenido un impacto significativo en la cultura urbana contemporánea, especialmente en lo que respecta a la manera en que se perciben los vehículos modificados y la proliferación de coches y motos con escapes libres en las ciudades. Han contribuido a popularizar la idea de que la velocidad y la potencia son elementos clave para la masculinidad y la identidad personal. Lo cual resulta paradojico. Al igual que el feminismo parecía cercano a dotar a las nuevas generaciones de una maduración personal en torno a la igualdad entre sexos y el respeto y la tolerancia, estos artificios culturales han boicoteado esta idea y esa necesidad imperiosa. A través de personajes carismáticos como Dominic Toretto y Brian O'Conner, interpretados por Vin Diesel y Paul Walker respectivamente, se ha creado un mito alrededor de la cultura de las carreras callejeras y la personalización extrema de vehículos. Esto ha llevado a que muchos jóvenes vean en la modificación de coches y motos una forma de expresar su individualidad y su sentido de pertenencia a una comunidad específica. Particularmente la de una masculinidad tóxica, donde la violencia, los consumos, el hacerse notar y las mujeres obtenidas como objeto de placer de usar y tirar son los medidores del éxito entre los iguales. Aquí entrarían los hombres ya más talluditos y en apariencia física más maduros que se compran una moto de gran cilindrada como parte de su tránsito por las crisis generacionales (de los 40, de los 50, …) y con la que buscan dotarse de un espíritu, que más de rebeldía, denota unas serias deficiencias en madurez y saber estar.

En segundo lugar, el aspecto que más me indigna y me ha lanzado a soltar estas diatribas. Se trata de la representación de los escapes libres en las películas ha tenido un impacto directo en la proliferación de esta práctica en las ciudades. Los escapes libres, que producen un ruido ensordecedor y molesto, son asociados con la idea de potencia y velocidad, como algo guay e imprescindible para fardar, lo que ha llevado a muchos conductores a instalarlos en sus vehículos para emular a los personajes de "Fast and Furious". Sin embargo, este fenómeno provoca serios problemas de contaminación acústica en zonas urbanas, afectando la calidad de vida de los residentes y creando conflictos entre quienes emplean estos artefactos y el resto de la comunidad.

Me parece absolutamente aberrante la idea de que en 2024 las calles de nuestras ciudades y pueblos, en todo Occidente, tengan que vérselas con niñatos que hacen ruido porque sí, sin atender a la educación y saber estar más mínimo, ni considerar que comparten espacios con otras personas que tienen también derechos, como el del descanso y el bienestar, mucho más importantes que los derechos, inexistentes, de molestar, hacer ruido y mostrarse como el gallito del corral. Particularmente lamentable es la conveniencia, cuando no tolerancia, de las administraciones. Empezando por las municipales, cuyas policías locales, tan prestas a castigar a las gentes que luchan por modelos alternativos al desarrollismo capitalista especulador, y tan permisivos con los que hacen ruido, ensucian y molestan. Las ordenanzas existen ya, y los medios como decibelímetros y cámaras permiten la identificación de quienes no saben comportarse como personas adultas, y por lo tanto, las policías y fuerzas represivas tienen las herramientas para perseguir, castigar y apaciguar las calles de todos. Si no lo hacen será por algo.

Y será por algo también, el que la Dirección General de Tráfico permita que imbéciles congénitos de todas las edades se salten los códigos técnicos de los vehículos y las inspecciones para coches y motos, trucados y con los escapes libres, maten el silencio y el descanso del resto de la ciudadanía. Todo ello en un momento, en el que son más que evidentes la necesidad de hacer un uso responsable de los medios de locomoción y fundamentalmente, de los combustibles fósiles, por lo que se corresponden a otros intereses la manga ancha para quien estorba, enturbia y se salta las más mínimas normas cívicas de respeto y educación.

Además, la influencia de las películas en la cultura de las carreras callejeras ha llevado a un aumento de la conducción temeraria y peligrosa en las ciudades. La necesidad de emular las espectaculares escenas de persecuciones y carreras de las películas ha llevado a que algunos conductores pongan en riesgo su vida y la de los demás en las calles, poniendo en peligro la seguridad vial y generando un clima de tensión y miedo en las áreas urbanas. Esto, evidentemente porque en la vida real la pericia es infinitamente menor que la propuesta por los arreglos digitales y la hostia te la llevas, ha hecho aumentar la siniestralidad. Y eso, encima y de propina, está suponiendo que las aseguradoras pasen al conjunto de la población los gastos que tienen por tener asegurados a unineuronales de más de 50 años con motarraca y a niñatos con coches y burras modificados. Gente que casi no sabe limpiarse el culo pero que los tienes a toda hora poniendo al límite a maquinas que no entienden y no respetan.

Evidentemente, junto a este fenómeno se han juntado un más que notable aumento del ruido en las ciudades. Ha crecido el parque automovilístico del país, por lo que hay más coches y más gente conduciendo, sin que estos hayan supuesto una renovación de los vehículos a otros más ecológicos, sostenibles y silenciosos. Todo lo contrario. Se alargan la vida útil de los vehículos (que también es una forma de limitar la contaminación, el aumento de residuos solidos y la sostenibilidad de las materias primas y procesos) y además, se hace un mayor uso de ellos. Cada vez son peores las conexiones por transporte público, al tiempo que la gente rechaza cada vez más, la posiblidad de desplazarse a pie o en bicicleta. Además, conducen peor y el consumo de bebidas alcohólicas y el empleo constante del dichoso teléfono móvil contribuyen a una mayor inseguridad vial. Todo esto contribuye a la tormenta perfecta del ruido en las calles.

Por lo tanto, las películas "Fast and Furious" han tenido un impacto profundo en la cultura urbana y la proliferación de coches y motos con escapes libres en las ciudades. Frente a esto, es importante promover una cultura del respeto y la responsabilidad en la conducción, que permita disfrutar de la pasión por los vehículos sin poner en riesgo la seguridad y el bienestar de la comunidad urbana.

En general, la cultura urbana abarca una amplia gama de expresiones artísticas, sociales y culturales que reflejan la vida en las ciudades modernas. Desde el arte callejero hasta la música underground, que pasa irremediablemente a convertirse en tendencia y apisonadora de gustos y estilos, pasando por la moda urbana y las tendencias gastronómicas (muy asociados al estilo de vida de consumir y tirar), la cultura urbana se ha convertido en un fenómeno omnipresente que trasciende fronteras y conecta a personas de diferentes partes del mundo.

Los estilos de vida de la sociedad urbana estadounidense que han sido impuestos los últimos 50 años por parte de los medios de comunicación de masas, y en especial la televisión y el cine, y ahora Internet y las redes sociales, que se han propuesto homogenizar a todo el mundo, favoreciendo una extracción de la riqueza de abajo a arriba, y respectivamente de Sur al Norte y de Oriente a Occidente. De hecho, en la actualidad, y en un contexto de crisis colosal de los valores del imperio único que representan los Estados Unidos, esta hegemonía cultural urbana redobla marcha para unificar cada vez más a las sociedades, particularmente a las generaciones más jóvenes de las clases trabajadoras. Por lo tanto, todo lo que no sea manifestar y luchar contra esta hegemonía cultural que arrebata las identidades más locales, antiguas y propias es un error que no podemos permitirnos.

De hecho ya han surgido expresiones propias contraculturales, como respuesta a esta cultura urbana hegemónica y alineante, que tratan de denunciar los aspectos perniciosos que la agenda urbana provoca y la necesidad absoluta de preservar las formas de pensar y expresarse de los patrimonios más locales y propios, tanto a nivel urbano, como regional.

En conclusión, si bien la cultura urbana puede ofrecer muchas oportunidades de expresión, creatividad y encuentro, incluidas la creación de sinergías que permitan nuevas formas de expresión, fusión, multiculturalidad, e incluso, de contestación social y respuesta a los problemas y dinámicas económicas, sociales, políticas y culturales. Pero lo cierto, es que es necesaria realizar una crítica constructiva que invite a la reflexión y al cambio. Es importante cuestionar sus aspectos más problemáticos, como la homogeneización cultural, el consumismo desenfrenado, la exclusión social y la superficialidad, el anquilosamiento de un machismo y heteropatriarcado contra el que hay que luchar, para promover una cultura urbana más inclusiva, sostenible y significativa. Solo así podremos construir ciudades más humanas, justas y habitables para todas las personas.

Es fundamental, cuidar y conservar los diversos patrimonios culturales y expresiones propias de las distintas sociedades, grupos y territorios. Sólo así, luchando contra la homogenización cultural que busca y promueve el fenómeno de la cultura urbana, se podrá garantizar una mayor diversidad, riqueza y respeto para todas y todos, independientemente de su lugar de nacimiento, residencia, el color de su piel, sus opiniones políticas y religiosas o el valor de su cuenta bancaria.

jueves, 9 de febrero de 2023

Rascacielos en el aire

Ser parte del exilio económico de la ciudad y provincia de origen es un trauma. Más si cuando en la distancia uno tiene que ver como su patria chica aparece asimilada a personajes, comportamientos, proyectos e ideas absolutamente disparatadas, vergonzosas y que apestan a estafa a 600 kilómetros. Por lo menos.

La última semana Salamanca es noticia nacional porque al concejal de Cs (parece que la muerte y descomposición de este engendro nos va a dar grandes momentos) del equipo de gobierno, responsable de Turismo (y de macrobotellones, despedidas y sobretodo de dar buenos fajos a sus amigotes hosteleros -los mismos de Mañueco, no olvidemos-), se ha corrido una juerga a costa del presupuesto local. Fernando Castaño que así se llama el sujeto trajo a la milenaria urbe un congreso con jeques y empresas de “medio Oriente y Asia” que en principio, estarían interesados en invertir (¡hasta 15.000 millones indicaron en un primer momento!) para hacer de Salamanca una nueva Dubai.

El tal Castaño va a tener que demostrar, primero ante los medios, después ante el pleno del Ay-untamiento, y probablemente más adelante ante los tribunales, su conveniencia o no con esta trama que ha resultado ser una estafa colosal al erario público y de malversación de la imagen de una ciudad que es Patrimonio Mundial de la UNESCO.

Con el transcurrir de los días ante la sorpresa de los oriundos de unos supuestos jeques ataviados con galabiyas y thawbs paseando por la Plaza Mayor, sin hablar una sola palabra de castellano o inglés, con la celebración de un congreso “multitudinario” en el Palacio de Congresos, de la noche a la mañana y sin previo aviso, con nombre rimbonbante (Peace City World) y de unas primeras noticias que escandalizaban se va destapando la verdad.

Hasta este momento podemos certificar dos cosas: La primera es que el mega proyecto urbanístico no es que haya sido agua de borrajas: es que ni siquiera ha dado para tomar el camino hacia el bancal. Todo parece un timo de la más burda y baja estofa. No hay nada, ni nadie detrás. Las supuestas empresas no lo son. Los supuestos jeques tampoco. Los currículums, hinchados y falsos, y los historiales en internet y dominios borrados a prisa y corriendo.

La segunda es que las salmantinas y salmantinos han pagado el convite. Como punto de partida “llevamos” casi 4 años pagando un sueldazo a un amigo personal de Castaño, que no tiene ni oficio, pero si beneficio por “captar inversores”. Una tomadura de pelo y una vergüenza que debería acabar con estos dos sujetos compartiendo celda como buenos amigos. Por otro lado, el legar un edificio de todas y todos como es el Palacio de Congresos no es moco de pavo. Es un recurso público al que ya estamos acostumbrados sea usado y manoseado por el PP, pero esto ya clama el cielo. Se ha puesto pasta para pagar traductores y los ágapes de mitad de jornada. Si se sigue escarbando van a aparecer facturas de hoteles y restaurantes, taxis y hasta de los vicios que facturan en “B”.

No habría ningún problema en poner estos recursos a disposición de la posibilidad de que llegasen proyectos e inversión a estas tierras. Sin embargo, estamos más que acostumbrados, a que “nuestros políticos” malvendan lo de todos, sin tener un mínimo de decencia y orgullo patrio, para saber cuál es la esencia a proteger.

Todo esto lo sabemos gracias, y de manera fundamental, a uno de esos pequeños diarios digitales de provincias, que al contrario que otros más mediáticos, no recibe la ingente cantidad de publicidad institucional y parece que todavía no le debe nada a nadie. ¿Verdad 24horas?

La crónica de Salamanca empezó a tirar del hilo y con sus investigaciones ya sabemos una buena parte de la verdad. A los pocos días recogiendo el testigo (por no decir usurpando el trabajo de unos compañeros) una TV nacional volvía a hacer chistes con Salamanca.

Tampoco había que ser un lince. Cualquier proyecto que cambie aspectos paisajísticos, de movilidad o de impacto medioambiental en la ciudad de Salamanca y su alfoz debe recibir la aprobación del Consejo de Estado a través de la subsecretaría de Patrimonio, como representantes de la UNESCO, amén de una certificación de idoneidad por parte de la propia UNESCO, del Ministerio de Turismo y del de Cultura. Así que poca broma. Y esto sólo para empezar. Y esto lo sabe un tío que fue concejal en su pueblo durante menos de dos años.

El caso es que el mega proyecto extranjero busca, en principio, un lugar donde invertir y crear una “Nueva Dubai”. Todo estos rascacielos, tranvías, y hasta ¡un telesilla! por el aire, apestaba a magufada, y a cualquiera debería haberle puesto las orejas tiesas, denunciarlo y huir como de la peste.

Sin embargo, en la clase política gerencial de nuestra querida Salamanca, acostumbrados a malvender el patrimonio de todos, para su beneficio privativo, no sólo no lo vieron mal, sino que pagaron las costas de todo el tinglado, que evidentemente, es más falso que el patrioterismo de la monarquía.

No sólo se trata del impresentable de Ciudadanos. Es que la alta cúpula del PP provincial se bañó en champán con lo supuestos jeques y promotores, a plena luz del día, con luz, taquígrafos y cámaras. De un corrupto como el presidente de la Diputación no sorprende pese a que este en pleno ojo del huracán de la trama corrupta de las Primarias del PP en Castilla y León. Qué el alcalde de Salamanca se haya prestado, por más que ahora se quiera hacer el digno, debería de ir acompañado con su renuncia a ni siquiera presentarse a vicepresidente de una escalera de vecinos. Es que es más: El propio PP de Salamanca, Castilla y León o nacional, tendrían que sacar a todos los sujetos que se han adosado a esta supuesta iniciativa y defenestrarlos. Por su bien. Pero sobretodo, y lo que a mi más me interesa, por el bien de mi tierra y sus gentes.

Un punto interesante en todo este asunto es ver a estos políticos de derecha, tan orgullosa y patriótica, recibiendo con pleitesía y servilismo a los mahometanos, porque, esta vez, son amigos árabes, con la chilaba bien cargada de petrodólares. Supuestamente.

No salen tampoco muy bien parados toda la oposición. Evidentemente según salen las noticias todos van haciendo su labor de vigilancia y exigencia de responsabilidades, pero mientras se perpetraba tal abuso, nadie lo vio venir. Quizás demasiado ocupados en cuadrar sus próximas candidaturas no pudieron hacer hasta una mínima comprobación. Deberíamos de aprender de una vez, pero parece imposible. Creo que algún día tendré que poner en su sitio a la izquierda salmantina.

La indignación y el bochorno es tremendo. Creo que toda Salamanca debería estar en la calle pidiendo la dimisión de todo el equipo de gobierno del ayuntamiento y de la diputación. Y por supuesto, pasarles la factura dentro de 4 meses en las elecciones. Salamanca no aguanta ya más indignidad y más olvido aprovechado. Es que no va ni de Catalunya, ni de Perro Chanche, ni nada de eso. Esto va de nuestra dignidad, patrimonio, esencia y futuro. Va de que están destrozando nuestra ciudad y nuestra tierra. De que no queda futuro, y que siguen robándolo y malversando. Tirando por la borda nuestro patrimonio y las ganas de la gente. No se puede soportar más que nos echen a todos de allí.

Desde luego este intenso cabreo que llevo tomó varios impulsos cuando, hablando con gente del lugar donde vivo que saben que soy de Salamanca, me preguntaron sobre tal cuestión. Aquí unas fruteras ya lo veían como la estafa que es, pero sin embargo, allí tenemos a unos inútiles y corruptos que cegados por su beneficio e interés se tragan la estampita aunque sea a costa de destrozar todo lo que nos hace únicos y especiales. Aunque sea destrozando Salamanca. Tampoco ayuda tener una población electoral tan reaccionaria y convencida "de los suyos" aunque estos sean unos ladrones, unos inútiles o unos sin vergüenzas. O las tres cosas juntas.

Y todo esto justo cuando la Unión Deportiva Salamanca, tal día como hoy, hubiera cumplido 100 años. ¿Casualidad? Ya no sé ni qué pensar.


lunes, 5 de septiembre de 2022

Salvemos Cádiz


La provincia de Cádiz es un lugar maravilloso de nuestro país. La diversidad de espectaculares playas, muchas de ellas mantenidas en entornos naturales con poca o ninguna presencia constructi humana, con montañas y bosques de alcornoques; de marismas y dehesas; de pueblos blancos, salteados de murallas y fortalezas de frontera; con la ciudad de Cádiz, punta de belleza inconmensurable en torno a la que se coloca la bahía. La mezcla de naturaleza e historia; de paisaje y costumbres; de gentes y gastronomía nos regala uno lugar único.

Una provincia que aúna belleza paisajística, un trato humano magnífico y notables experiencias con las que embriagar los sentidos. Todo un cóctel perfecto para convertirse por méritos propios más que evidentes, en un potencial del turismo veraniego español. Yo mismo he pasado varias quincenas o semanas en todos estos años por las playas y los pueblos de Cádiz, y por lo tanto, he ayudado a inflar la burbuja del turismo que ahora amenaza con hacer añicos todo lo que nos atrae de Cádiz, de una provincia que para los que vivimos alejados del mar, se convierte en una arcadia perenne; en una ensoñación de una jubilación placentera y plena.

Parajes como Conil o Vejer, con su magnífica playa de El Palmar, han venido sufriendo la amenaza de la megalomanía y la especulación para destrozar los parajes y costas naturales de todos, en los inmensos réditos de empresarios y caciques de todo pelaje. La acción de la población civil y la oposición frontal de ayuntamientos de Izquierda Unida han permitido, hasta hoy, que bien sobre mal, se mantengan las costas y parajes naturales, y que los pueblos conserven su esencia que es lo que los ha hecho tan únicos y atractivos. Toca siempre intentar visitarlos, como a toda la provincia, con respeto y atención para captar su forma de ser. Y también estar pendiente para colaborar y denunciar cualquier proyecto urbanístico y hotelero que derrumbe algunos de los pocos espacios de casi no intervención capitalista -lo de vírgenes ya no puede ser-.

Muchos de estos espacios cuasi originales conservados en las costas españolas se sitúan en Cádiz. El hecho de que durante los años del desarrollismo y hasta bien metidos los años 90, gran parte de la costa estuviera en manos del Ministerio de Defensa, libró al territorio de la vorágine especulativa y han permitido que se mantengan, como decía más arriba, en un aspecto cercano al natural y original. Sin embargo, estas protecciones pueden no ser suficientes ahora que acaban los mandatos del ejército sobre estos terrenos que antiguamente se empleaban como campos de entreno y maniobras, tanto de marinería, infantería o anfibias. Devueltas las parcelas a los ayuntamientos, ya salivan muchos empresaurios del sector turístico españistaní para explotar los pocos kilómetros de costa libres de cemento, y hacer del paraíso natural de Cádiz, que es de todas y todos, empezando por los propios gaditanos y gaditanas, en pingues beneficios de unos pocos.

Por ejemplo, de politciastros de medio pelo, corruptos en potencia y en esencia, que no van a dudar en malvender el patrimonio natural de sus municipios al primer especulador, patrio o extranjero, que aparezca. Utilizarán el cebo del desarrollo y el paro, extremo en la provincia, para prometer unas inversiones y unos puestos de trabajo, que serán precarios por definición y acabarán por derruir los locales tanto en el sector pesquero, agrícola como en el del servicios actual.

La zona de Zahara de los Atunes, pedanía pesquera perteneciente a Barbate, está en el punto de mira de los especuladores, los corruptos y de quienes defendemos un medio natural y un turismo y consumo, responsable, sostenible y digno. La proliferación desde hace años de urbanizaciones y campos de golf, con Atlanterra (ya perteneciente a la localidad limítrofe de Tarifa) como paradigma, nos pone en guardia para evitar que el patrimonio que es de todos quede en manos de unos pocos que no dudarán en exprimir su potencial, hasta ahogarlo, hasta robarle la esencia, y no dejar de vuelta, más que las facturas y los destrozos; los residuos, las aglomeraciones, el tráfico excesivo y las restricciones de agua.

La viabilidad de la Costa de la Luz y de toda la provincia de Cádiz no puede estar sometida a visiones diocechescas del crecimiento perpetuo, a ilusiones de desarrollo turístico y a alentar planes mastodónticos de crecimiento urbano y peri urbano que se encienden con la llama de vacuas promesas de empleo. Y esto no lo digo como un asiduo visitante de esta magnífica tierra que tengo clavada en el corazón. Lo digo porque por suerte conozco a muchos gaditanos y gaditanas, que viven en su tierra, o que quieren volver a ella, y para ello saben que es vital conservar la esencia que las hace tan especial. Ya conocen, ya lo conocemos todos, que estos proyectos solo dejan las basuras y se llevan las plusvalías lejos, sin que apenas las huelan los locales. La falta de infraestructuras, tanto viarias, como de canalización y tratamiento de aguas deberían de frenar estas propuestas de despilfarro y laminación. Y sin embargo, cada dos por tres, y todo el tiempo, en el territorio, toca defenderse, informar y denunciar. Luchar por conservar lo poco de costa natural que nos quedan.


Yacimiento arqueológico de la antigua ciudad romana de Baelo Claudia. Playa de Bolonia en Tarifa (Cádiz)

 

Parajes inmensos en belleza y esencia. Plenos de historia -estamos hablando del Cabo Trafalgar hasta las ruinas arqueológicas de la ciudad de Baelo Claudia en la playa de Bolonia-, naturaleza y formas de vida autóctonas -pescadores, artesanos del esparto, la madera, la cerámica, agricultores o ganaderos de retinta, etc.- no pueden verse erradicados. Ya no valen el fomento de políticas urbanísticas y turísticas, porque ya han quedado demostradas que son un fracaso, solo alientan burbujas que explotan en forma de crisis recurrentes, no cumplen ni con el desarrollo económico local, ni tampoco con la creación de un empleo mínimo de calidad.

Cádiz, su patrimonio, sus pueblos, sus playas y montes, y sus gentes merece futuro y dignidad. Necesita inversiones, si, pero no aquellas que ya sabemos que sirven únicamente para borrar su pasado, parasitar su presente y erradicar su futuro. No se puede permitir la continua esquilmación de los recursos, empezando por el propio suelo, y siguiendo por el agua dulce, pero también salada. Y sin olvidar el recurso básico de la vida de las personas que residen en el territorio. Su bienestar, su salud y su dignidad como trabajadores. Por todo ello, ames o no Cádiz, debemos estar atentos en colaborar, estar informados y rechazar de plano los proyectos megalómanos de turismo y ladrillo. Cádiz no lo merece; y todos, sin distinción, no los queremos.


 

lunes, 22 de agosto de 2022

Por un pacto que defienda nuestro patrimonio natural

 

Toca volver a escribir con rabia e indignación sobre los incendios forestales. Más que una asignatura pendiente, una losa enquistada, un drama reincidente y la respuesta de la Naturaleza ante las distintas agresiones que recibe de la civilización humana, por múltiples frentes y de diversas formas.

Prácticamente no hay comarca que este terrible, tortuoso y largo verano no haya visto sus bosques arder. Las temperaturas llevan disparadas desde mediados de mayo. En la mitad sur de la Península Ibérica, las máximas no bajan de 30º, con el cuadrante del interior suroccidental (Badajoz, Sevilla y Córdoba) por encima de los 35º a perpetuidad. Las lluvias han sido escasísimas -lo que ha agravado la situación de emergencia por sequía-, dejando un terreno sediento y castigado con severidad por el sol abrasador. Ni siquiera las noches han dado tregua, sino más bien lo contrario, y con la falta de humedad y la afluencia de vientos variantes se han sentando las bases para hacer de nuestros montes yesca.

Eso en cuanto a las condiciones climáticas porque las naturales y las humanas se ven sometidas por el puño invisible del capitalismo depredador, del neoliberalismo egoísta y de la imbecilidad e ineptitud de una caterva de desalmados que por desgracia, administran los bosques de todos y los medios necesarios para su mantenimiento y protección.

Si en octubre de 2017 Galicia sufría una ola de incendios devastadora, en este año 2022, los montes gallegos han seguido sufriendo la tortura de las llamas. Pero también Zamora, con un fuego que a finales de junio calcinó el 15% de su superficie, unas 25.000 hectáreas. Para que nos hagamos una idea, 10 veces más que la devastación que provocó el volcán de la Palma el año pasado.

Pero también han ardido nuevamente las Sierras del Sur de Ávila, el Moncayo y en los últimos diez días en unos fuegos de una especial virulencia el Vall de Ebo en Alicante y Bejis en Castellón, en parajes naturales de la Comunidad Valenciana, de increíble belleza, que además luchan contra la despoblación y la falta de oportunidades.

De hecho, la despoblación y la falta de gestión del territorio es la causa en la que subyace la especial gravedad de estos incendios forestales, que se convierten en calderas casi imposibles de controlar, extremadamente peligrosos y que calcinan nuestros bosques durante semanas. Muchas veces, bajo el epíteto de controlado o perimetrado, se encuentra un fuego latente que puede volver a arder en cualquier momento. Los pueblos vacíos y envejecidos y la falta de profesionales del sector primario que cuiden los caminos y veredas son una de las causas, como también la especulación urbanística, de las fuentes de energía y de la madera que favorece el disgregado de los núcleos de población. Tampoco ayuda la falta de planificación técnica y profesionales por parte de los ingenieros forestales y los bosques al final quedan como un recurso más al servicio de los urbanitas, que por lo general, no tienen el arraigo al territorio tan necesario y garante de un cuidado y preservación.

Para completar el cóctel explosivo están las ya décadas de maltrato a los profesionales de la extinción y cuidado de los bosques. Los recortes y la especulación han abonado el fuego, al dejar el territorio natural sin trabajadores que pudieran gestionar y mantener las forestas durante todo el año. Ahora no, absolutos imbéciles como el Consejero de interior de CyL deciden que mantener las brigadas forestales durante todo el año, “es un despilfarro”. Con esas declaraciones lo que demuestra no sólo es su ineptitud y la de los que piensan como él y le mantienen cobrando, sino el propio derroche que supone pagar a políticos de profesión un pastón para gestionar las áreas de la vida de las personas y del país. Van de patriotas, pero su patria termina en la bandera. Su color es el del dinero y no tienen más apego que el del lujo y la sinvergoncería. Dais asco. Y los que lo votáis o apoyáis más todavía. Idiotas.

Al contrario, lo que hace falta hoy en día es valentía. La valentía de las y los trabajadores que se juegan la vida para mantener los bosques y paisajes y extinguir los incendios. La de las personas que sobreviven y viven y sueñan en el mundo rural como proyectos de vida pero también de cuidado del patrimonio natural, histórico y cultural. Y también valentía política para legislar y ejecutar ya, con un pacto nacional abierto y contundente en defensa de nuestro medio natural.

Sentar a todos los partidos, administraciones (diputaciones, Comunidades Autónomas, municipios), sindicatos de trabajadores forestales, asociaciones agrarias, sector del turismo rural, sector energético y agrupaciones de vecinos del mundo rural. La finalidad clara y urgente: Habilitar un compromiso inquebrantable para generar brigadas de trabajadores en el mundo rural, que tengan medios, seguridad tanto laboral como salarial, para que durante todo el año trabajen con dignidad en la defensa y preservación de nuestros bosques. En todo el territorio nacional. Con equipos y garantías. Y con la seguridad de que no se va a diluir este compromiso ante el siguiente cambio de gobierno o la perpetua crisis. Si somos patriotas, nos comprometemos toda la sociedad en la defensa de nuestra tierra.

Hay que terminar ya con los salvajes recortes en el sector público, especialmente dramáticos en el mundo rural español y en nuestro patrimonio natural. Es inconcebible dárselas de patriota al tiempo que se esquilma el territorio, se especula con él y se devalúa las vidas, los derechos y dignidades, de tus compatriotas. Basta ya de ataques al ecologismo, cuando es el capital el que administra para el beneficio privado nuestros bosques y montes. Incluso las explotaciones agrarias, ganaderas y forestales. Nuestros ríos, lagos y costas. Se tienen que terminar de una vez por todas las agresiones a los animales como la caza, la tauromaquía y los cerriles y descerebrados festejos populares basados en masacrar a un bóvido. Si quieren torturar a un animal, si esa es su afición execrable, que se la paguen, no que tenga que ir con presupuestos públicos bien necesarios para proteger la Naturaleza. Basta ya de negacionismo del cambio climático.

Fin ya de la libertad para mentir, expandir bulos, desinformación y los ataques a las evidencias de la ciencia más que probadas. Permitamos que los profesionales trabajen con dignidad y garantías. El clima ha cambiado. A nivel global y también a nivel local, en los microclimas, que están haciendo ya que las condiciones en las que se reproduce la vida y la muerte hayan mutado hasta lugares donde ya casi no los controlamos. Los incendios son en parte resultado de esta alteración de los ritmos físicos de la Naturaleza, que han transmutado por la mano del hombre y el usufructo capitalista. Pero también, los incendios son consecuencia directa de la mano humana. A veces propagándolos. Otras, debilitando los recursos de todos para defender el patrimonio natural. Y casi siempre, con el afán de dinero como combustible de la acción humana que hiere el patrimonio de todas y todos.

Nos jugamos mucho. Nos jugamos la vida en ello.


Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...