Toca
escribir palabras como grito de rabia y angustia por una historia que
se repite. Son líneas que expresan la desazón, desde la distancia
física, y la cercanía emocional por conocer parajes y gentes, de
inigualable belleza y trato; de especial cordialidad y afabilidad.
Renglones dolientes e indignados ante las noticias del otra vez pasto
de las llamas; de voraces
incendios forestales
perpetrados, casi en su totalidad y con certeza, por la mano loca y
voluntaria del hombre.
Las
llamas están devorando durante todo éste fin de semana, y desde
hace varios días -y los que vendrán- Galicia, en especial las
provincias de Orense y Pontevedra, cercando Vigo; también Asturias y
León. Y como siempre, Portugal.
Incendios
forestales
que recorren los montes y valles, saltando de carretera a concello,
de parroquia
a finca agropecuaria, quemando los paisajes, la naturaleza, pero
también las vidas de la ciudadanía en unas tierras demasiado
acostumbradas a lidiar con el fuego y con los intereses que el bosque
dibujado por el hombre a base de chispa y acelerante trata de
arrancar de él.
A
estas horas hay
4 víctimas mortales en Galicia y hasta 27 en Portugal.
También hay millones de euros incinerados en viviendas, naves
agrícolas, industriales, en cabezas de ganado y en bienes y
equipamientos de las personas que han visto arder su mundo en apenas
24 horas. Y por supuesto, un coste
incalculable en belleza natural y paisajística, en recursos
forestales, y en Naturaleza y en vida.
Las
autoridades hablan de “terrorismo
forestal”.
De pirómanos e incendiarios como si se tratasen de locos
individuales que no saben lo que hacen. Tratan de hacernos convencer,
los políticos, que no hay un interés económico, especulativo y
egoísta en que el monte arda. En que no hay causas económicas a las
que atribuir el fuego, o su virulencia o la dolorosa lentitud en
afrontarlo y sofocarlo.
Pero
si
que causas
económicas.
Son
los recortes y las privatizaciones en los servicios de salvamento y
brigadas forestales.
Son los montes públicos que salen a concurso por cuatro duros y
donde
se
sustituyen los
árboles autóctonos
por especies invasoras como el eucalipto para gusto de la industria
maderera
y papelera. Y
son las demenciales condiciones en las que el cambio climático, me
temo ya imparable, está sumiendo a todo el mundo.
Que
a 15 de octubre en Galicia haya 30 grados y no haya caído ni una
sola gota de agua en todo el mes de septiembre no
es buen tiempo.
Es de hecho, muy
mal tiempo
y agrava una sequía
inmisericorde que está agotando los acuíferos y las reservas
artificiales de agua además y por supuesto, de convertir nuestros
bosques en yesca al uso del fuego.
Ayer
ante el incomprensible silencio de las televisiones públicas y casi
todos los medios privados. Ante la inoperancia
de la Xunta y el gobierno central
que no sólo han alimentado recortes y desmontaje de brigadas
forestales sino que además han tardado muchísimo en poner más
medios para combatir el fuego -todo lo contrario que cuando había
que “evitar” que la gente votará en Catalunya-. Ante éste
desastre la ciudadanía se movilizó, y con valentía, empuje y rabia
para luchar con sus medios e indefensa contra el fuego y también
contra la inutilidad e interés de unas clase política, con el
Partido Popular a la cabeza empeñados en destrozar nuestra vida.
Que
estas palabras que me sirven de desahogo también lo hagan para
quienes tienen las llamas en sus montes, en frente de sus casas.
Que
el fuego se apague.
Que
Nunca Mais ardan nuestros bosques.
Que
gestionemos con orden, ciencia y bien común nuestros bosques y la
Naturaleza.
Que
echemos de una vez a estos impresentables, corruptos, inmorales e
ineptos que nos desgobiernan.
Todo
mi ánimo y solidaridad con las buenas gentes que han sufrido y
sufren éste desastre. Y con los bomberos y brigadas forestales que
luchan contra el fuego, y muchas veces, nos han pedido nuestra ayuda
para luchar contra la precariedad, los recortes y las
privatizaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario