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miércoles, 15 de abril de 2020

Día 32 de confinamiento: Ayreon y la ópera rock



Avanzando en el confinamiento ha llegado la hora de recomendar algo de música y descubrir -quizás peque de osadía pero éste no es un grupo muy conocido- a una nueva banda de heavy metal. Y no una cualquiera, sino una muy peculiar, nacida de la desbordante mente de un hombre que tenía en su cabeza recuperar o adaptar una forma de presentar la música, como es la ópera, al mundo del metal. Así con ese ímpetu nacía Ayreon.
En 1995 cansado por no poder dar rienda suelta a su creatividad en sus bandas anteriores Arjen Lucassen emprendía un nuevo camino. Éste compositor y multi-instrumentista holandés deseaba por aquel entonces navegar su música hacia el metal progresivo y la experimentación donde dentro de una propuesta claramente de metal-sinfónico había lugar para la música electrónica y el folk. Así además de los instrumentos habituales de toda buena banda de metal se introducía el uso de sintetizadores, órganos eléctricos mezclados con mandolinas, violines, violas, cellos, flautas, cítaras, etc.
The Final Experiment era el nombre de la primera obra de Lucassen en su nuevo camino y cumplía de maravilla su propósito. El autor probaba su nivel compositivo y su capacidad de llamada para reunir a notables músicos de la escena holandesa para grabar con él. Se empezaban a tejer las redes de algo nuevo, de una forma novedosa y apasionada de presentar la música heavy. Nacía así la ópera rock con temas que seguían un orden e hilo argumental, con personajes, interpretados por los mismos cantantes e instrumentistas durante todo el disco.
Por regla general, en cada uno de los discos de Ayreon, Lucassen compone toda la obra, tanto música, como letra, graba todas las guitarras y se reserva un personaje de la obra para cantar acompañado de las figuras del metal que invita y aceptan gustosamente la colaboración con él. Tanto cantantes (en sus diversos registros de voz) como músicos se involucran en la ejecución de la obra poniendo énfasis a narrar historias de la prolífica mente del autor, alimentada desde su infancia con cuentos y leyendas folclóricas, historia tanto de Holanda como del Norte de Europa y también de la ciencia ficción, por lo que acaba mezclando unas cosas con otras para ofrecer historias plenas de belleza y sorpresa que hacen que te claves hasta que escuchas y descifras el final.
Into the Electric Castle fue el siguiente álbum y continuaba la historia de The Final Experiment. Ocho personajes, cada uno o una interpretados por una voz distinta, desarrollan una historia en la que cada uno viene de una época histórica distinta y comparten un futuro distópico y ultra tecnológico en el que deben vivir (y luchar) basándose en su intuición y sobretodo en los saberes y costumbres de sus épocas originarias. Así vemos a un romano, una india norteamericana, una egipcia, un escocés o un caballero medieval tratando de sobrevivir en un tiempo extraño y caótico. Con nombres tan reconocibles como los de Sharon den Adel (Within Temptation) o Anneke van Giersbergen (The Gathering, banda en mi opinión infravalorada) es una pieza memorable.



Quizás sea la obra más redonda de Ayreon y sobretodo la primera que fijo un sonido reconocible. Un caleidoscopio sonoro donde tienen cabida guitarras eléctricas, dobles bombos, liras, zanfonas, secciones de cuerda y de viento metal sinfónica. Metal progresivo de indudable virtuosismo y capacidad técnica que con facilidad construye y nos sumerge en universos propios plenos en tanto detalle y belleza.
Pero ahí no paró la imaginación de Lucassen y siguió experimentando y dejándose acompañar por algunas de las más celebres voces y artistas del metal. Así el disco 01011001, le servía de catarsis para superar la depresión tras su separación con su mujer, con composiciones más oscuras, más propias del doom metal, y que deja canciones espectaculares tanto por la composición por el talento reunido en su interpretación.
Después tras varios años de silencio e introspección Lucassen volvió a los orígenes musicales de Ayreon con The Theory of Everything (2013) donde acompañado por Cristina Scabbia (Lacuna Coil), JB (Grand Magus), Tommy Karevik (Kamelot) o Marko Hietala (bajista y compositor de Nightwish) por primera vez nos dibuja el mundo actual y real, tan dramático como lo reconocemos y cruel como lo intuímos.



Su última publicación hasta la fecha es The source (2017) donde vuelve a dar rienda suelta a su imaginación y nos traslada a un mundo imaginario de planetas extraños y donde bailarán las épocas históricas. Lo hace con un elenco asombroso donde destacan James Labrie (Dream Theather), Tobias Sammet (Avantasia y Edguy), Hansi Kürsh (Blind Guardian), Simone Simmons (Épica) o Floor Jansen (After Forever y Nightwish). Durante cuatro actos descifrará el universo onírico del autor dejándonos un mensaje de optimismo tras las sombras y de positivismo si sabemos luchar para preservar el conocimiento, su acceso universal y la salud de todos los seres de la galaxia.


Pero esto no podía quedarse ahí y debía llevarse al escenario. Así que con ese empeño y durante casi 3 años Lucassen trabajo para crear el evento total, la representación de una ópera rock con sus composiciones y universo como protagonistas. Y fue en 2017, más de veintidós años después de su nacimiento en 1995, cuando Ayreon dio su primer concierto.
En realidad tres, porque a los dos previstos, le tuvo que dar un tercero también de aforo completo ya que la demanda de entradas desde todo el mundo fue colosal, agotándose para cada día en apenas 10 minutos. Fue en Tilburg, en Holanda, donde pudo reunir en la sala 013 (probablemente la mejor sala de conciertos de Europa) toda la escenografía necesaria, pantalla gigante y decorados para dar rienda suelta a la máquina de los sueños que es su mente y de esa manera, tras lograr reunir a la pléyade de estrellas del metal para la actuación (cosa que no tuvo que ser fácil) poder por fin, no sólo dar gusto y satisfacción al sueño de miles de fans, sino también y muy importante, tomar satisfacción de ver su obra representada y con un acogida tan colosal. Espero que se siga animando a representarla y aunque haya que viajar fuera de estas fronteras, cuando se pueda, ir a paladear el mejor metal sinfónico posible. El de Ayreon




Al tiempo Lucassen se adelantaba varios años al confinamiento y creaba el universo de Stream of Passion, banda compuesta por varios músicos de distintas partes del globo que se ponían de acuerdo para ensayar y grabar a través de internet en sesiones de video conferencia.



Espero que gustéis de probar las mieles de Ayreon y de la fantástica capacidad e imaginación de Arje Lucassen y usando un poco youtube y con esta modesta entrada, haceros algo más amenos los ratos de encierro.




miércoles, 24 de diciembre de 2014

Epica: Metal sinfónico y los avatares para disfrutar de él, de un pobre heavy español



Cuando vi que Epica iba a tocar en Madrid, y que por fechas, en aquel momento, me cuadraban la mar de bien, no lo dude ni un momento. Venián a presentar en vivo su último disco, The Quantum Enigma, que habiéndolo escuchado me había dado una sensación buenísima, de cuadratura del círculo a una formación, la holandesa que ya nos había dejado algunos álbumenes excelsos, como el Consing to Obvilion (2005) o The Divine Conspirancy (2007), regalándonos con ellos algunos himnos soberbios del mejor metal sinfónico posible, para en esta su última propuesta virar un poco (quizás por presiones comerciales) a temas menos elevados, pero manteniendo el punto de dureza y la fantasía y técnica de la composición para convertirlo en una obra digna de admiración.

Si además, y como teloneros, iban a entrar en escena los franceses Dagoba, banda que disfrute hace un par de años en festival dejando un gran sabor de boca y que claramente han ido evolucionando con su groove sin complejos, y por supuesto, Dragonforce, una banda que me fascina, plena de virtuosismo, ritmo y pegada, una de esas propuestas que tienes como pendientes y salivas por disfrutar en directo, poder sentir el power metal, el speed metal acelerado, fantástico y el talento de los Herman Li y Sam Totman a las guitarras y al resto de esta super banda, como no ibamos a comprar las entradas.

Por eso, el viernes 28 de noviembre, después de cambios de planes, ajustes, agobios y presiones, estaba en Madrid, junto a mi acompañante, dispuestos a dsifrutar de una buena noche (más bien tarde-noche) de metal. El destino era la macro discoteca Shoko, en las próximidades de la Puerta de Toledo. La hora de llegada eran las 19:00 hora en la que venía anunciada la apertura de puertas en el comprobante de la entrada adquirida por la herramienta habitual online, en estos casos. Esto nos hacía suponer que los conciertos comenzarían a las 19:30 con Dagoba al frente, lo cual unido a los retrasos y problemas laborales que tenía en aquel momento hicieron que llegáramos a las 20 horas, ya enfadados por perdernos a los franceses, pero salivando por ver a Dragonforce.

Pero nuestro próximo gozo, quedo en nada, puesto que no sólo es que hubieran empezado ya, es que ya habían terminado su actuación y se estaba preparando el escenario para la actuación de Epica. Es díficil expresar el cabreo e indignación que me entró, porque la apertura de puertas, no fue a las 19:00 sino que fue a las 18:30, empezando Dagoba su actuación, según nos confirmaron otros compañeros sobre las 18:45, para tras 25 minutos dar paso a Dragonforce, casi inmediatamente, quienes llevaron su actuación hasta las 19:45.

Esta claro que yo tuve el error, o más bien la putada, de no poder estar a las 19:00 horas, pero es que en la información recibida e impresa de la plataforma de venta de entradas daba esa hora como la de apertura de puertas, no la de que iban ya a estar celebrándose los conciertos. Si además le sumamos que a dos bandas, de nivel medio alto Europeo, en #Españistan le damos a media tarde entre 20 y 30 minutos de actuación, explica muy claramente los problemas que tenemos los metaleros en el país del flamenco, la tortilla de patata, los triunfitos y la música en lata.

Desde siempre he tenido claro que en esta tierra ajada y paleta no se cuida el arte, y mucho menos la música en directo. Pero a los metaleros, nos tratan como apestados y si a parte de todas las tropelías y estafas, le suman no cumplir lo pactado y entregado en la información, otra estafa, ya lo que dan ganas es de salir en hordas a cumplir con el estereotipo que han dejado de nosotros de violentos y anti sociales.

Y digo más estafas y tropelias, porque no contentos con el cambio de hora, la gentuza que lleva la discoteca Shoko tuvo a bien, exprimir el tirón de los tres grupos, y no sólo marcarse un "No hay entradas" sino que llenaron el local hasta límites insospechados, que atentan contra la vida en unas mínimas condiciones de confort, bienestar y salud, haciendo literalmente imposible llegar a los baños o a las barras, o simplemente si te querías quedar en el centro de la platea, algo tan básico como respirar. Llamadme exigente o raro, pero si suelto 30 euros para ver y vivir un concierto, lo quiero disfrutar, sentirme agusto; evidentemente habrá mucha gente, pero no quiero sentirme como ganado cebado a medio minuto de que nos den un dispado con la pistolita de aire comprimido.

Pero no contentos con eso, con exprimir literalmente los cuerpos de las y los metaleros allí presentes, haciéndonos sudar y deshidrándonos hasta empapar nuestras camisetas negras, también decidieron exprimir nuestros bolsillos. Que vayas a un festival en #Españistan y te soplen 10€ por un litro de cerveza, pues es normal y puede que hasta lógico. Que vayas a una sala, con más enjundia y que siempre que he ido (4 veces sin contar la que me esperaba al día siguiente) como La Riviera y te levanten 15€ pues escuece, pero lo entiendes, y te quedas con el espectáculo brindado. Pero que vayas a una discoteca de mierda, a ver como un papanatas repeinao, te pone un litro de cerveza y te quiera cobrar 24€ por él, ya pasa de castaño a oscuro. A parte, de la broma con el anuncio de loteria de navidad vigente ("dame el décimo de loteria le solté", para alboroto y alegría de un par de heavys a mi siniestra) ya es un ataque a la dignidad humana y unas ganas de enriquecerse salvajemente a costa de la afición de un colectivo, que raya el delito de lesa humanidad.

Se aprovechan de que estas de concierto. Se aprovechan de nuestra pasión y ganas de divertirnos y adquirir trascendencia, con nuestros ídolos, nuestras bandas favoritas o los grupos que están sobre el escenario, que en base a amor y pasión al metal, a su instrumento y a las ganas también de divertirse nos quieren hacer sentir a todos especiales. Pero ellos no, los dueños de estos tugurios nauseabundos, sólo desean contabilizar máximos beneficios. Me saltarán que traer a Epica, Dragonforce o Dagoba cuestan dinero. Por supuesto, pero me váis a decir que si metéis en esa mierda de discoteca al trunfito de moda o a los moja bragas adolescentes le váis a cobrar 10€ el referesco a la gente. Venga ya, malditos hijos de puta codiciosos.

Todo aquello era digno de denuncia. De hoja de reclmación. Los horarios incumplidos; el aforo sobrepasado, sin ninguna duda, y que hace, como cualquier técnico de sonido puede decir, que la sonoridad del concierto se resienta; el precio abusivo e insultante de la bebida; que acaben los conciertos y los porteros entren a echarte como si fueras un perro en una sacristía... Deberiamos de haber puesto todas las hojas de reclamaciones posibles, y denunciado en todos los sitios posibles (redes sociales o incluso ante la policía local) tal atropello. Sin embargo asistimos al show de las tres bandas (en mi caso sólo Epica) y nos fuímos a disfrutar y rememorar la noche.

Sin duda volveré a ver a Épica, y en cuanto pueda veré otra vez a los Dagoba y me estrenaré con Dragonforce. Pero no en la sala Shoko. A mi no me vuelven a timar. Es posible que me pierda a otra banda que tenga ganas de paladear y sentir, pero a mí, no me estafan un euro más.

Eran poco más de las nueve de la noche, y saltaban los integrantes de Epica al escenario, bajo las notas de Originem, la introductoria de su nuevo disco, The Quantum Enigma que venían a presentar. Los seis integrantes entraban prácticamente al mismo tiempo pero con la suficiente distancia para que cada uno tuviera su momento de pleitesía con el público, hasta la entrada de una Simone Simmons con su melena naranja al viento, e impresionante figura llevarse la gran ovación, y piropos, de la noche.

Así, mientras sonaban los aplausos de admiración se lanzaron a la actuación para colocar sin interrupción The Second Stone y la acertadísima The Essence Of Silence. Posteriormente tras la presentación, comenzaron el recorrido por su discografía y así llegaron Unleashed y Fools Of Damnation, para así hilar toda una actuación que sirvió de presentación de su reconocidísimo último trabajo, pero que también debía tener una parte dedicada a la etapa más underground del grupo, lejos del empuje comercial que ahora llevan.

Como viene siendo habitual cuando vislumbramos bandas del norte de Europa, la actitud y talento de la banda, y el sonido fueron destacados.

En cuanto al tema de la acústica, teniendo en cuenta lo aborratada por encima de lo legal que estaba en la sala, nos dejo un sonido algo sucio, que en ocasiones tenia que disputar su espacio a una sensación de barullo y confusión constante, fruto del gentío y también de la estrechez que tenía la sala con respecto al escenario, generando el siempre detestable "efecto tubo". Fue además, una sensación que también se llevo al espectáculo visual, puesto que los efectos de humo y los juegos de luces quedaban deslucidos por el poco espacio que tenían para desarrollarse quedando su visualización muy constreñida a los primeros metros delante del escenario, lo que incluso hacía, a los que estabamos atrás, con un techo mucho más bajo, tener dificultades para ver a los integrantes de la banda (y estamos hablando de una distancia de 30 metros aproximadamente).

Pero por encima de todos estos inconvenientes está la profesionalidad y talento de las bandas, y Epica no fue una excepción. Con una puesta en escena muy cuidada en la que la figura de fronwoman de Simone Simmons acapara la atención siempre atenta a arropar a sus compañeros que también tienen su espacio, mostrándose todos ellos muy cariñosos y atentos al público, posando, saludando y sonriendo cuando tocaba.

Del despliegue musical, podemos decir, que afortunadamente fue mejorando y ajustándose, y sobresalieron tanto en la destreza musical como en la composición, donde siempre la voz de Simmons estructuraba cada tema. Por supuesto la voz gutural del fundador de la banda, Mark Jansen entraba como contrapunto a los registros agudos y clásicos de Simmons. Hubo espacio para la guitarra de Delahaye y dejar claro que Epica es una banda de Metal sinfónico, pero sobretodo heavy. Coen Janssen al teclado aportaba todos los arreglos dejándonos el momento ochetentero por excelencia al calzarse un Keytar y tocar uno de los temas con él, como si fuera un guitarrista más. Al bajo, Rob van der Loo, último en llegar a la formación se mostro integrado pero no pudo brillar dadas las "peculiares" por no decir horrendas condiciones de sonido que exacerbaban los graves, descomponiendo algunas de las composiciones de la banda.

Brillo mucho en la bateria, a mi juicio, un Ariën van Weesenbeek, brutal, intenso que metió un ritmo a la actuación absolutamente fascinante, y se mostro como lo que ya sabía, "uno de los mejores baterias del momento en Europa" y como lo que esperaba: Un absoluto crack en vivo.

Tengo que decir, que quería ver como sonaban algunos temas, sobretodo los que pudieran haber entrado en mi cabeza a través de discos de estudio o grabaciones con orquesta filarmónica, como los del Consign To Obvilion o el altísimamente recomendable "The Classical Conspirancy", doble compacto que adquirí en el que a su repertorio añadieron versiones de temas de música clásica, alguna versión de metal clásico y grandes bandas sonoras de películas, con el acompañamiento y labor fastuosa y brillante de la Filarmónica de Hungría. Absolutamente imprescindible.

Pues bien, esa curiosidad o temor, era por la imposibilidad de colocar multitud de los arreglos utilizados por los holandeses en sus grabaciones, como los propios de una orquesta de cámara. Allí no iba a ver violines, ni violas, ni tubas, ni clarinetes. Tampoco habría coros, cuando en tiempos pasados los tuvieron y de indudable calidad (recuerdo por ejemplo a la gran Amanda Sommerville). La solución era evidente: Meterlos grabados. Pensándolo en frío puede parecer sacrílego meter un volumén amplío de grabación a una actuación en directo, pero tiene esa parte lógica, y hechos como resultaron con cuidado y conocimiento un acierto, puesto que no hicieron cambiar tanto la ejecución de los temas, acostumbrados a escuchar en la versión grabada, a la versión que íbamos a disfrutar en vivo. Como digo, tenía la curiosidad de escuchar canciones como Feint o Façade of Rellaty o The Phantom Agony (las tres grandes ausencias, para servidor) sin esos acompañamientos, pero con ellos grabados, la experiencia fue muy buena.

Así con todo sonaron Fools Of Damnation, The Last Crusade, Obsessive Devotion, Chemical Imsomnia, Sancta Terra, Victims Of Contingency y Design Your Universe, y era la bateria, un doble bombo frenético y unas baquetas endiabladas las que cincelaban un set list que estaba haciendo llevar al éxtasis a todo el gentío allí reunido.

Pero si alguien brilló, fue Simone Simmons. Desde su registro habitual mezzosoprano nos mostró los indudables matices que tiene la obra de Epica, mostrándose sincronizada, no sólo en el apartado musical, sino también en el visual con sus compañeros convirtiendo todo el concierto en una experiencia magnífica, que repito por ellos, por Épica, sin duda me cuidare de volver a repetir.

Además, siempre se mostró calida, disculpándose por cierta brevedad del concierto, ya que parece ser tuvieron problemas con el autobús que las traía desde Zaragoza (donde tocaron el día anterior) a Madrid, y muy atenta al afectuoso cariño recibido por el público allí congregado.

Iba siendo el momento de cerrar y se despidieron con un Design Your Universe absolutamente pletórico, que por sí sólo podía valer para presentarse como una de las bandas más en forma del panorama del metal; pero por fortuna, tras 5 minutos nos entregaron unos bises que no sólo no desmerecieron lo anterior, sino que incluso en mi opinión sonaron mucho mejor, más redondos y mejor acabados. Así cayó Cry For the Moon, tema que recuerdo como mi génesis con Epica y que me hizo saltar y vibrar con esa parte a lo "Beauty and the Beast" y el posterior desarrollo del tema mcho más metalero. Unchain Utopia y Consign To Obvilion cerraron el concierto sin desmerecer en absoluto lo anterior y pese a todas las incomodidades, problemas y demás dejarnos con unas ganas de más. De mucho más. Grandes Epica.

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