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viernes, 18 de noviembre de 2022

Boicot al Mundial de Fútbol

 

Viñeta de Eneko en diario Público, sábado 12 de noviembre 2022

 

Este fin de semana empieza el Mundial de fútbol 2022. En Qatar. Ya la propia designación del emirato como sede del Mundial está llena de corrupción y tráfico de influencias. El mismo día que se proclamó a Qatar vencedora, mientras que la Confederación Sindical Internacional pedía a la FIFA que repitiera la votación para evitar que recayera en un país que no respeta los derechos laborales, 15 de los 22 electores estaban contando los calientes billetes que habían prevalecido en su designación. Hoy en día todavía tienen causas pendientes con la justicia. La compra directa y cienmillonaria (Qatargate) de votos le costó el puesto a todo un presidente de Francia, pero ni siquiera viró un milímetro el rumbo de la FIFA, empeñada en seguir adelante como si nada. El dinero ya empezaba a entrar y engrasaba una maquinaria interncional y poliédrica que ponía en marcha la operación de blanqueamiento.

Con la celebración del Mundial ya asignada, toda la construcción de estadios de fútbol e infraestructuras hoteleras y de transportes están bajo sospecha. Las condiciones de trabajo expedidas para una población netamente inmigrante que carece de los derechos más básicos amparados en la legislación laboral internacional, son las propias de un régimen esclavista. No superan la más mínima fiscalización y aún así, pretenden que nos pongamos a ver los partidos y a animar a la roja (o a la que le toque cada uno) sin ni siquiera tener presta una pinza de la ropa para tapar el hedor a la nariz. No vaya a ser que los jeques se fueran a mosquear.

The Guardian publicó una investigación que concluía que 6500 trabajadores habían muerto en Qatar desde que comenzaran las obras para el mundial de fútbol. No era el primer estudio ni la primera denuncia sobre esta atrocidad, pero si la que cuantificaba de forma incuestionable (con datos de los gobiernos de los países de origen de los trabajadores fallecidos) que 6500 personas han perdido la vida en la construcción de infraestructuras en el desierto qatarí.

Mientras los jeques quataríes del petróleo pagasen no importaban ni las acusaciones evidentes de tráfico de influencias y corrupción, ni la absoluta carencia de derechos laborales en el Emirato. Dinero que ha servido para blanquear no solo la falta de derechos bajo esa monarquía absoluta, sino la forma de esclavitud moderna que ha regido la construcción de estadios durante estos años: la kafala.

Kafala significa "garantizar" en árabe y es el sistema de "patrocinio" legal que se basa en dos principios que, en la práctica, se traducen en esclavitud moderna. Según la kafala todo trabajador extranjero debe tener un patrocinador (una empresa o una persona) para trabajar en el país. Este patrocinador tiene todos los derechos sobre el trabajador, ya que puede retener su pasaporte y el trabajador no puede ni cambiar de trabajo, ni salir del país, sin el permiso del patrón. Las condiciones laborales son las que el patrocinador impone porque en Qatar los sindicatos están prohibidos para los trabajadores migrantes, que son el 95% de la mano de obra.

La Kafala fue suspendida en 2020, por aquello de que la esclavitud este permitida y jaleada en un país que alberga un evento internacional del máximo nível. No fuera a ser que el que dirán. Pero ya era muy tarde para los más de 6.500 trabajadores fallecidos en los fastos de esta vergüenza. Hasta entonces no sólo la familia real qatarí y su élite se han beneficiado. Muchas de las empresas constructoras provienen de Occidente, y las tenemos mucho más cerca de lo que imaginas.

Sencillamente, es una dictadura. Libertades básicas hoy en día, como la de prensa y de expresión son inexistentes; se efectúan detenciones arbitrarias, castigándose de manera abusiva sin asistencia letrada y produciéndose desapariciones de activistas y periodistas. Los homosexuales son absolutamente perseguidos y criminalizados. Asimismo, las mujeres continúan bajo un sistema de tutela masculina, ligadas a su tutor varón que a efectos prácticos es dueño y señor de su vida, tomando la decisión final sobre cualquier aspecto de sus vidas: cómo y con quién han de casarse, estudiar, trabajar, viajar al extranjero hasta cierta edad o recibir servicios de salud reproductiva. Una mujer en Qatar pierde automáticamente la tutela de sus hijos e hijas cuando se produce un divorcio. Las condenas y castigos están a la orden del día amparados en las leyes islámicas. Ante el Mundial se han parado estos atropellos que volverán en cuanto la pelotita deje de rodar. En mayo fueron las últimas condenas execrables. Por ejemplo, a una mujer violada se le acusó de adulterio y fue castigada con 100 latigazos.

Por lo tanto, se hace muy difícil seguir, o simplemente asistir a la convivencia de eventos internacionales que amparen a estos estados, sabiendo las cosas que sabemos hoy. Por ejemplo, hace menos de un año que nueve refugiados sirios presentaron una demanda ante el Tribunal Superior del Reino Unido, acusando a funcionarios y empresarios de Qatar, en coordinación con los Hermanos Musulmanes, de lavar dinero para el Frente al-Nusra, considerado la filial siria de Al Qaeda. Hoy, Qatar está bloqueada por EUA, Jordania o Egipto, países de su entorno (geográfico y cultural) acusada de terrorismo.

Una dictadura que con dinero y lazos familiares claros y demostrados con el terrorismo. Un país por el que a través de sus fronteras entran y salen miembros de Al Quaeda, los talibanes y otros grupos que atemorizan a toda la región. Incluso desde la administración estadounidense se llegó a ligar al exministro del Interior de Qatar y miembro de la familia real, Abdullah bin Khalid al-Thani, con los ataques del 11-S, avisando a su autor intelectual, Khalid Shaikh Mohammed, antes de que pudiera ser capturado por EEUU. Y esto son las cosas que sabemos. Pensad en un momento lo que se desconoce, está clasificado o es subterráneo.

En los años 80, Joseph Nye y Robert Keohane, presentaron un extenso ensayo sobre las relaciones internacionales entre países de contextos y tradiciones políticas y culturales distintas. Ahí acuñaron el término de soft power para referirse a esa capacidad que ejercen algunos Estados para persuadir o convencer a otros de que hagan lo que desean sin tener que recurrir a la coacción o al empleo de la fuerza. Y es que las diferencias pueden ser insalvables o apenas leves incordios, si se coincide en lo básico: el interés por el dinero.

En esas prácticas y estrategias están los eventos y la corriente a caballo entre lo literario y lo periodístico que están blanqueando a conciencia la imagen de las execrables dictaduras fundamentalistas de Oriente Medio. Todo ello regado por billetes procedentes del petroleo, gasolina y también motor de nuestra vida actual.

Asistir a besamanos, besapies y todo tipo de pleitesías, por parte de democracias, hacia los sátrapas medievales de los Emiratos del petroleo es una vergüenza, y algo que tendría que ir acompañada con la dimisión del lameculos en cuestión a la mañana siguiente. Se les conceden prebendas y la celebración de eventos internacionales (tanto deportivos, como sobretodo foros económicos y financieros) que no son propiedad de nadie, sino de toda la humanidad, y no deberían servir para blanquear a estos regímenes. La falta de dignidad es tan lacerante, que llega un momento en el que hay que decidir -no digo discutir, digo decidir- por salvaguardar la dignidad, y renunciar al “progreso” alimentado por un combustible que como productos subalternos trae ruindad, opresión, integrismo, misoginia, xenofobia y fascismo. Cuando políticos o empresarios se tiran al suelo al paso de los petrodólares a la vez nos demuestran, a los pargüelas que estamos aquí, la valoración que esta gentuza hace de los Derechos Humanos, la paz, la democracia y el progreso. Incluidos los nuestros. Aquí, no está de más, que no se critica o censura la cultura, de un lugar concreto, en este caso Qatar. Sino sus leyes medievales y crueles, y su intención de con dinero normalizar esta dictadura.

La FIFA ya tiene experiencia más que sobrada en llevar sus multimillonarios eventos a donde más beneficios les otorgue. A veces, da la casualidad que acaban en un país que no dé vergüenza ajena. Pero siempre se aseguran una buena cantidad de comisiones por obras y fastos para sus torneos. También ya hay ejemplos sobrados en los que un Mundial se utiliza para blanquear una dictadura e incorporar como normales regímenes absolutamente criminales y abusivos hacia los Derechos Humanos. Lo hicieron, por ejemplo, con la Argentina del año 78, y si, han pasado más de 40 años, pero con Qatar, repiten el mismo patrón.

Dentro de esto, algunos países participantes, con sus federaciones y sus selecciones les da algo de vergüencita pero sin bajarse de la celebración, que jugar y ganar un Mundial es muy importante. Ponerse de lado, colocándose un brazalete con la bandera del Arco Iris, puede que les sirva ante las comunidades LGTBI de sus países y para lavar su conciencia, por todo lo demás privilegiada. A la historia pasarán como unos imbéciles que se quedaron en el símbolo, sin querer ver la realidad del problema y convirtiéndose en actores necesarios de toda esta farsa.

Si ni la FIFA, ni los directivos nacionales, ni los futbolistas, ni los periodistas deportivos (ni mucho menos los no-deportivos), ni tampoco nuestros políticos (en conjunto) han sido capaces de poner en su sitio a esta gentuza y recuperar algo de dignidad democrática y valores cívicos modernos para su torneo, queda en las manos de la sociedad civil reclamar que lo hagan y actuar en consonancia.

Es decir, ni el racismo, ni el patriarcado, ni el clasismo, ni la homofobía son hechos culturales previos a una opresión, sino que son las construcciones ideológicas que la van a justificar. Celebrar un Mundial de Fútbol (o cualquier evento, de cualquier índole) en un estado que viola conscientemente 20 de los 30 artículos de la Carta de las Naciones Unidas a parte de ser una vergüenza, manda un mensaje erróneo. Que con dinero todo se puede comprar. Y que el dinero está por encima de los Derechos Humanos.

No puedo deciros que tenéis que hacer. Si queréis seguir el Mundial, animar a la selección española, o disfrutar del deporte, lo haréis, se escriba o leáis esta entrada o no. Por mi parte, lo tengo claro: Boicot absoluto a este evento; solidaridad absoluta con las mujeres qataríes y los trabajadores inmigrantes a los que les han pisoteado sus derechos y dignidad; desechar el consumo de toda compañía cómplice de esta barbarie que lo acompañe, patrocine o retransmita; y denuncia en mis modestos medios de la vergüenza internacional que supone.




sábado, 19 de julio de 2014

Fucks FIFA



Ordem et Progresso. Orden y Progreso reza la bandera de Brasil, país en el que hace una semana termino la Copa Mundial de Fútbol con la victoria final, parece ser (dadas algunas opiniones "ilustradas", ya que no habré visto ni un 1% del total de minutos de fútbol que han soltado por televisión) que justa visto lo visto en el terreno de juego, de Alemania. Vamos, como en la vida misma.

Pero este no va a ser un post futbolero tradicional. No va a tratar sobre cuestiones tácticas o técnicas. Tampoco sobre la infoxicación a la que nos induce el sistema con el fútbol, y otros opios, como protagonista absoluto cegando la capacidad de discernimiento, critica y la autogestión informativa sobre lo verdaderamente importante. Desde luego no va a ser uno de esos posts que celebran la belleza y espíritu puro de este deporte, prostituido en su élite y esferas superiores, pero que sigue guardando un placer innenarrable a la hora de jugarlo y disputarlo, además, de guardar pequeñas historias de grandeza y autenticidad en las que se habla de deporte y no de negocio. Este post, viene a exponer y expulsar la rabia interna por el uso abusivo de este deporte, y sus miserias para cegar a millones de personas en todo el mundo de lo realmente importante. De esta situación que han llamado crisis, y que como se puede ver en la hemeroteca de esta mi bitácora en red, no es más que una estafa masiva y globalizada para esclavizar a millones de seres humanos dejando sus condiciones de vida a la altura del barro y los derechos humanos y sociales sepultados por las malas hierbas. Y en este caso, particular, se añade el negocio de una organización mafiosa, sin un funcionamiento democrático, que a efectos prácticos opera como una empresa codiciosa y multinacional, dejando su cuerpo fiscal (tanto en impuestos, como en responsabilidades) a los de una fundación sin ánimo de lucro.

A mi, ya lo sabéis, me gusta el fútbol. Me gusta jugarlo. De hecho, ahora tengo un "mono", unas ganas de echarme un 5x5 o un 7x7 increíbles. Lo que no me gusta es el ultra profesionalismo, los millones, muchos de ellos públicos y/o que vienen de actividades ilegales y mafiosas, que impregnan de miseria moral a quienes lo disfrutan. Y odio la sobrexplotación continua que sufrimos con el fútbol como monotema. Durante la participación de la selección española, los medios de comunicación tuvieron a bien llenar las redes sociales con hagstags y promociones para animar a los millonarios de "la roja" (aunque lo uso Luis Aragones, nunca un nombre fue tan desafortunado). Si este tipo de acciones las hubieran hecho para apoyar a los que luchan contra los deshaucios, los 6 millnoes de parados, contra la #CorruPPcion, o contra las prospecciones en búsqueda de petróleo y gas anti naturales y anti la opinión de la ciudadanía, estos problemas ya habrían desaparecido. En cambió con el balón rodando (o sin él, porque los medios del sistema pueden hablar de cualquier gilipollez relacionada con el fútbol pero sin él, para embrutecer, aún más, a la plebe) tenemos la perfecta dormidera para que el sistema siga su espiral de recortes y usurpando libertad y derechos a la ciudadanía. Por eso era el momento ideal para el paripe del cambio de rey.

Lo que ha pasado en Brasil, ya ocurrió en Sudáfrica. Es verdad, y tengo que pedir disculpas, porque allí como #Españistan ganó, no nos preocupamos. La diferencia es que aquí y ahora gracias a la experiencia sudáfricana y a la griega con los JJOO de 2004, ya todo el movimiento anti globalización, anti capitalista y pro derechos humanos estábamos en movimiento desde el mismo instante en que se adjudico la organización de este Mundial de Fútbol (y los JJOO 2016) porque sabíamos lo que iba a ocurrir en Brasil.

Brasil ha tenido en los últimos 30 años un crecimiento económico brutal, convirtiéndose en miembro de pleno derecho del grupo de países emergentes. Como es habitual dentro de la ruleta trucada en la que el capitalismo neoliberal convierte la economía, tal aumento de la riqueza no se ha distribuido de manera equitativa entre los distintos estratos sociales, llegando a provocar una sociedad notoriamente desigual, en la que un 3% de la población acapara el 86% de la riqueza nacional, y en la que además, por las especiales condiciones geográficas y demográficas brasileñas un 56% de la población malvive en infravivienda (hablamos de las famosas favelas y de las zonas tribales del norte en la cuenca del Amazonas).

Fue a partir de 2002 cuando por fin la verdadera izquierda asaltaba el poder al ganar las elecciones de ese año el Partido de los Trabajadores de Lula da Silva. Así se iniciaba una época de gobiernos anti imperialistas en América del Sur que han potenciado las relaciones comerciales y diplomáticas entre ellos fuera del discurso del padre yankee y entendiendo su labor de gobierno como una herramienta en busqueda de la justicia social y el bienestar ciudadano de una región olvidada y deprimida que parecía destinada unicamente a ser el huerto y granja de Estados Unidos, así como una remesa interminable de mano de obra barata. Buena parte de los primeros años del gobierno de Lula tuvieron como fin buscar la equidad social, promoviendo planes en educación y sanidad (escuelas y centros médicos rurales, alfabetización y red de saneamientos en las favelas, programas de nutrición infantil y adulta, servicios sociales con especial atención a los hábitos sexuales y el riesgo de embarazos y enfermedades de transmisión sexual) así como un reparto más justo de la riqueza (mayor carga impositiva para los grandes salarios y fortunas patrimoniales, programas de becas para pobres), establecer un marco legal menos lesivo para los intereses del proletariado, potenciando mejoras en seguridad y salubridad laboral, así como una política de salarios más justos (promoviendo un salario mínimo y renta básica para las pensiones) y un cuidado especial del medio ambiente y los espacios naturales cariocas. Todo esto en política interior.

Sin embargo, en política exterior, a la red de relaciones estratégicas en defensa del mercado común que supone América del Sur con países como Venezuela, Ecuador, Argentina y el Chile de Bachelet, comenzo un proceso aperturista en el Occidente clásico (Estados Unidos, Canada y la UE) para promocionar una especie de "Marca Brasil" como lugar atractivo para inversiones que fomenten un empleo de calidad y cualificado, así como un mercado prioritario para muchos productos del hemisferio norte. Y dentro de esa política de imagen estaba la celebración de grandes eventos.

Lo que empezó con un proceso de visitas papales, congresos y certamenes deportivos de carácter minoritario, llevo a la candidatura de los JJOO para 2016 y a la organización del Munidal de fútbol 2014, solicitado en el año 2008. Y allí ambas organizaciones, COI y FIFA, entendieron Brasil, como un destino fantástico para continuar con sus prácticas habituales. Brasil, de la mano de sus gobiernos del Partido de los Trabajadores, les prometió mano de obra (más barata que la que podían encontrar, por ejemplo en Europa), una política de infrastructuras (aeropuertos, metros, autopistas) que se justificaban en las necesiades intrínsecas brasileñas, y por supuesto en espacios y contenedores deportivos para la celebración de los eventos, para que en ellas también pudieran entrar constructoras y contratistas que participan en los mismos fondos de inversion que la FIFA o el COI. Y por último dentro de uno de los paraísos turísticos mundiales (la ambivalente Brasil recibe a 50 millones de turistas al año) el potencial consumista del propio ciudadano brasileño, con la llegada masiva de turistas ávido del espectáculo deportivo propuesto.

Y para llevar todo esto a cabo, el Partido de los Trabajadores cambió su en cierto grado su política, lo que unido a distintos casos de corrupción (que a diferencia que los de "nuestro gobierno" han solucionado con expulsiones de partido, investigaciones y condenas judiciales) les hizo bajar en popularidad.

Lo que ha pasado y esta pasando en Brasil ahora mismo es que un país con graves problemas en materia de sanidad, educación, empleo, vivienda y seguridad se ha llevado a cabo el mayor gasto de la historia de los mundiales para construir instalaciones, estadios e infrastructuras y transportes, de dudosa rentabilidad posterior. Los vendedores callejeros han sido despojados de su medio de vida para dejar espacio a los patrocinadores oficiales de la FIFA. Y más de 150.000 brasileños han sido desplazados de su vivienda (su infra vivienda) para dejar paso a la maquinaria del dinero de al FIFA. La policía brasileña limpia con dureza favelasy las calles de niños pobres (se han denunciado incluso asesinatos) para dar buena imagen a los visitantes. Todo ello y más, mientras la FIFA saca del país los beneficios del evento para "tributarlos" en Suiza, dejando a los brasileños las pérdidas y los gastos, mientras la conflictividad en las calles crece, silenciada por los medios, como ocurre con las protestas de aquí, pero que les ha servido para ir obteniendo ciertos reditos en forma de derechos y prebendas rescatadas al gobierno local. Curiosamente, tras la eliminación de Brasil del torneo, nos quisieron vender, los altercados, que en todos los partidos y actos que tenian en el Mundia su explilcación se han ido produciendo, como fruto del descontento de los aficionados por el resultado deportivo. Aunque no discuto que alguno los hubiera, la realidad es que las protestas llevan en Brasil más de un año, por lo que todo esto no es más que otro insulto a la inteligencia desde los medios del sistema neoliberal.

Rapidamente entendieron muchos de los brasileños lo que se les venía encima, y lo que la organización de estos eventos les iba a ocasionar. Cuando el ayuntamiento de Sao Paulo, acuciado por las deudas de la construcción de un estadio de futbol, la ampliación del aeropuerto, la construcción de un monorrail desde la estación central de transportes hasta el estadio, más la ampliación de autopistas y viales. Pues bien, cuando el ayuntamiento decidió sufragar parte de estos costes con la subida un 40% del precio del billete de autobus, la ciudad, el estado y todo el país estalló en colera. La protesta ocupo las calles, se organizo y se hizo patente el malestar de la población brasileña que ha visto como su bienestar social quedo relegado a un segundo plano para el enriquecimiento de ese ente llamado FIFA (y también en lo correspondiente el COI).

Cuando los brasileños comprendieron la que se les avecinaba también salió a la luz las protestas de Grecia y Sudáfrica, donde pasados los eventos, se ha demostrado que COI y FIFA se llevaron los millones por la celebración de los mismos y las deudas quedaron para las poblaciones locales. Se habla, fuentes no oficiales, puesto que la FIFA al no estar considerada una empresa, no tiene un ánimo de lucro controlable, de 3500 millones de beneficio que se embolso la FIFA tras el mundial de Sudáfrica, justo o muy parecida a la cantidad, esta si auditada de deuda que esta afrontando el pueblo sudafricano fruto de la construcción y mantenimiento de infrastructuras, tanto campos de futbol y estadios infrautilizados como medios de transporte deficitarios. Más grave es lo de Grecia, donde 15 días de JJOO dejaron una brecha en las arcas públicas de más de 4500 millones de euros, en un país que por poner sólo dos ejemplos, ha visto desde 2008 caer en 10 años su media de esperanza de vida y en el que la malnutrición infantil alcanza el 40% de la población en edad escolar. Y esto en la Europa de los 12.



A los brasileños pobres, los de las favelas les han obligado a dejar atrás sus viviendas, mejor dicho infraviviendas, para que se pudieran construir diversos estadios de fútbol, o ampliaciones de autopistas y redes de metros para las avalanchas de un mes de mundial. Han estado sufriendo en los últimos años retrasos en los transportes por las obras y a su vez subidas en los precios del transporte público. En los tres últimos años, igual que el gobierno de #Españistan, han bajado los montantes de becas escolares, sólo para que se pudieran ir pagando los plazos de obra pública y fastos para gusto de la FIFA. A su vez han comprobado como sus clubes de fútbol tradicionales se han ido borrando de la utilización de diversos estadios, por el alto coste de mantenimiento, desdechando así una de las justificaciones políticas de la celebración del mundial. Un caso particularmente sangrante, es el de la ciudad de Belo Horizonte, donde el club local incapaz de llenar un estadio de 16.000 espectadores en el centro de la ciudad, y al que le ofrecian el estadio mundialista donde se han jugado 5 partidos del mundial, de 40.000 espectadores y a ¡25 kilómetros del centro de Belo Horizonte!

La agencia tributaria brasileña estima que dejarán de recaudar 150MILL de dolares durante el mundial. Además en toda la inversión no ha habido capital privado, dado los pocos réditos, o ninguno, que sacarón en Sudáfrica o en los últimos JJOO de Londres. Toda la inversión la ha puesto el pueblo brasileño. Como es posible que la construcción de estadios e infrastructuras (aeropuertos, metros, autopistas) pueden mejorar la vida de la población local, dentro de una sociedad tremendamente polarizada y desigual, con una penosa restribución de la renta y una entrega a las élites financieras y oligarcas brasileñas de toda la inversión, en detrimiento de lo público. Se ha invertido en el mundial, para gloria de la FIFA y las oligarquías locales y globales, dejando atrás a la población local, donde el coste de la vida se ha duplicado en pocos años mientras que los salarios se mantienen prácticamente igual.

Y no todo es coste económico que se reflaja en lo social y en lo político. También hay una factura ética. Por poner algunos ejemplos en Brasil los turistas que llegan a ver el mundial tienen tarifa cero en el transporte público. Los brasileños que han pagado el dispendio y tienen precios abusivos para sus condiciones. Esta desigualdad ha sido centro durante un año de las protestas en Brasil, pero no ha sido noticia en ningún medio del sistema en occidente, para evitar que se disipará el efecto llamada al evento futbolístico.

Pero hay más. Hay quien no duda de que el turismo sexual, una de las lacras más execrables y vergonzosas que existen ha tenido un repunte con la celebración del Mundial. Han aparecido paquetes turísticos con entradas a partidos de futbol, visitas turisticas a los lugares más emblemáticos como la playa de Copacabana o el Cristo de Corcovado, pero también a los suburbios y zonas de fiesta donde la prostitución es más asequible para el turista europeo y norteamericano. Y también la infantil. Mujeres, niños y niñas brasileños sufren la explotación sexual por su doble condición de víctimas del hecho violento sexual y de víctimas de la desigualdad y la pobreza. El turismo fomentado en el evento tiene una oferta no publicitada pero ímplicita en occidente que incluye el sexo barato. Sin embargo podemos decir que el plan brasileño para evitar la trata de niños y niñas contra la explotación social ha tenido un presupuesto de 4 millones de dolares, por los más de 10.000 millones que ha costado el estadio de Fortaleza.

Toda la ola de protestas de Brasil que conveniente y "extrañamente" ha estado solapada en los medios occidentales ha sido una constante desde 2007, momento en el que Rio fue designada como anfitriona de los JJOO 2016. Ya en ese momento comenzaron las movilizaciones por parte de asociaciones estudiantiles, sindicatos alternativos y movimientos ciudadanos e indignados brasileños de corte anti-globalizacion, anti-capitalista y anti-fascista. Pero fueron las protestas por las subidas y las malas condiciones de los transportes fueron las más multitudinarias, y las que colocaron el foco de la información alternativa al sistema sobre lo que estaba pasando, y el por qué había que apoyar al pueblo brasileño. Y bajó esa publicidad poco beneficiosa empezaron las operaciones de represión por parte de la policia brasileña. Hay datos escalofriantes: 885 muertos por cada año por la acción de la policia brasileña en el proceso de limpieza de pobres, represión de las protestas. Uno de cada 5 ciudadanos de Rio de Janeiro ha muerto desde el año 2007, desde el momento en el que se proclamo la candidatura de rio como anfitriona de los JJOO de 2016.

Por todo esto y más, se hace perentorio e inevitable que los movimientos ciudadanos y la revolución contra el neoliberalismo y el capitalismo depredador y suicida que nos imponen como sistema único, también pongan en su punto de mira organizaciones como la FIFA y el COI. Estas organizaciones supra-nacionales, funcionan como auténticas multi-nacionales acaudalando inmensas fortunas con los eventos que celebran, y que debemos recordar son por el propio hecho intrínseco y natural del ser humano, patrimonio de todos los hombres, y no deberían ser negocios claros de complejos empresariales que no tendría que tener otro objetivo más allá de la promoción del deporte, con sus hábitos de salud y esparcimiento, y que sin embargo funcionan a modo de conglomerados, sin ningún tipo de democracia interna, acaudalando millones y millones en cuentas en Suiza y otros paraísos fiscales.

Si queremos tener deporte se hace necesario promover organizaciones, desde asociaciones y clubes locales, hasta federaciones nacionales como internacionales, en las que prime el propio deporte y su promoción como algo beneficioso para el ser humano, en su salud y en su bienestar, no en la celebración de eventos para por un lado ser opio de la ciudadanía, y cobrarse esa labor de cerrar el campo de visión del pueblo con millones y más millones.

viernes, 11 de junio de 2010

Balones de la Copa Mundial de Fútbol: La explotación sigue estando a la orden del día



Hoy comienza la Copa Mundial de la FIFA en Sudáfrica. Durante un mes nos olvidaremos de la crisis, el hambre, las guerras y también de la hipocresía. Habrá goles, balones de fútbol, balones de oxigeno (sobretodo para muchos dirigentes) y también balones de la vergüenza. 14 años después de que se firmase un compromiso internacional auspiciado por la ONU y que obligaba a las compañías de prendas y material deportivo a desmantelar sus emporios de corrupción, esclavitud y trabajo infantil en el sudeste asiático, las cosas siguen igual. La hipocresía sigue vigente y no merma. Este mundo permite que los jugadores de una selección (se supone que van como un premio a su trabajo, ya cobran millones en sus clubes) puedan cobrar 600.000 € por una victoria final o que le paguemos por representatividad y publicidad mil millones a un futbolista mientras despachamos a los niños que nos cosen los balones por 35 euros al mes.

Al tiempo que crece la emoción por los próximos Mundiales de la FIFA en Sudáfrica, está claro que una parte de la Copa del Mundo no será retransmitida por televisión. La Alianza Juega Limpio ha solicitado hoy a la FIFA que responda al informe Missed the Goal for Workers: the Reality of Soccer Ball Stitchers que ha publicado el 7 de junio la ONG International Labor Rights Forum (ILRF), ubicada en EEUU.

El informe revela que los trabajadores y trabajadoras que se dedican a coser los balones de fútbol en Pakistán, India, China y Tailandia siguen siendo objeto de alarmantes violaciones de los derechos laborales. La investigación declara que el trabajo infantil continúa existiendo en la industria paquistaní, además de darse también en India y China.

Durante los 13 años que han pasado desde que la industria de balones de fútbol firmara el Tratado de Atlanta comprometiéndose a adecentar este sector, se han ido poniendo en conocimiento de los actores claves del sector – incluidas las marcas mundiales y la FIFA – diversos informes regulares sobre las violaciones de los derechos humanos que prevalecen en el ámbito de la fabricación de balones de fútbol. Hace poco, en 2008, la Alianza Juega Limpio, formada por la Campaña Juega Limpio (CCC), la Confederación Sindical Internacional (CSI) y la Federación Internacional de los Trabajadores del Textil, Vestuario y Cuero (FITTVC), publicó los resultados de una investigación llevada a cabo en China, India y Tailandia, en la que los trabajadores informaron que estaban recibiendo unos salarios por debajo del mínimo legal establecido, a pesar de trabajar 12-13 horas diarias. Los trabajadores a domicilio en India informaron que sólo estaban cobrando del orden de US$ 0,35 por balón, sin poder fabricar más que entre dos y cuatro balones al día.

“Es inaudito que después de todos estos años, la miseria salarial y otras violaciones de los derechos laborales sigan siendo la norma en vez de la excepción en este sector”, comentaba Ineke Zeldenrust de la Campaña Ropa Limpia. “A medida que los fans de todo el mundo se emocionan con los partidos que se avecinan, el público espera que la FIFA y la industria de fabricación de balones de fútbol se decidan por fin a cumplir sus promesas.”

“La CSI ha invitado hoy a la FIFA a discutir medidas concretas que puedan tomarse para adecentar el sector. Es escandaloso que tantos trabajadores sean objeto de una explotación atroz en un sector que genera tantísima riqueza. Esperamos que la FIFA tome la iniciativa para asegurar un trato justo para estos trabajadores,” dijo Guy Ryder, Secretario General de la CSI.

Otros problemas que se ponen de relieve en el informe son la discriminación de género contra las trabajadoras a domicilio, que son las que peores salarios reciben, además de verse ante la amenaza constante de perder su empleo por quedarse embarazadas; los horarios de trabajo excesivos, como es el caso en una de las fábricas chinas, donde se descubrió que los empleados trabajaban hasta 21 horas al día, sin tener ni un sólo día de descanso durante un mes entero; y la falta de agua potable, instalaciones de asistencia médica e incluso excusados, como se descubrió en los centros de costura de la India.

“Estas condiciones son rotundamente inaceptables”, dijo Patrick Itschert, Secretario General de la FITTVC. “La FIFA tiene que tomar medidas especificas para asegurar que los derechos humanos de todas las personas que participan en la producción de balones de fútbol sean respetados.”

La Alianza Juega Limpio solicita a la FIFA y al sector de fabricación de balones de fútbol que actúen de inmediato para abordar las cuestiones de los salarios de miseria, la proliferación de los trabajadores temporales y la falta de implicación por parte de la sociedad civil para mejorar las condiciones de los propios trabajadores, que son los que lanzan la pelota en el centro de los partidos del Mundial 2010.

El sindicato internacional de los trabajadores de la construcción, la ICM, también ha mantenido diálogos con la FIFA con el objetivo de conseguir su apoyo para mejorar los derechos y condiciones de los trabajadores encargados de la construcción y renovación de las sedes que se utilizan en los torneos internacionales.

“Hemos tenido que sancionar a la FIFA con tarjeta amarilla porque los trabajadores que están construyendo los estadios donde se celebrarán los torneos tampoco están recibiendo un trato justo,” dijo el Secretario General de la ICM, Ambet Yuson.

El informe está disponible en:

http://cleanclothes.org/documents/ILRF_soccerball_report.pdf

No digo que no vibremos con los mundiales. Disfrutemos del espectáculo deportivo, de la compañía de nuestros amigos y familiares ante la pantalla de televisión. Tampoco que no apoyemos a nuestra selección, si es lo que deseamos. Ni que no celebremos una posible victoria, ni que lloremos y nos cabremos una derrota. Aunque esto nunca más de 10 minutos. Pero por mucha cobertura mediática que ciegüé los otros aspectos de la vida; por pocos minutos dedicados a la crisis, la corrupción, las guerras, las falacias y las fachadas que nos asolan. Por el fútbol no olvidemos lo que es vivir, y mucho menos toleremos la hipocresía de los amorales que pervierten aún más el sádico capitalismo por maximizar las cuentas corrientes llevando y creando esclavitud y miseria en el mundo ya desfavorecido de ante mano.

Yo no voy a comprar ningún balón de estas compañías: Nike, Adidas, Puma, Reebock

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...