viernes, 12 de marzo de 2021

Los delirios de la IDA

Imagen tomada de aquí

 

He oído y leído varias veces la idea “España (o sus políticos, o sus medios) genera más política de la que es capaz de consumir”, y me parece plena de acierto. Porque al final tanto ruido, que se hace insoportable, tiene como función final y ante la desmesurada falta de proyecto político especialmente en la derecha, aturdir al votante, distraer al trabajador y entretener en lo simbólico, mientras usurpan lo importante. La política de ideas, proyectos, consensos, reclamaciones y mejoras apenas tiene eco en la sociedad, que sin embargo asiste con estoicismo a un teatro paupérrimo donde básicamente sólo se disputan supervivencias políticas, sueldos estratosféricos y disputas de poder entre facciones. A priori, nada grave para las clases trabajadoras, hasta que se excarva y se ve que mientras representan una ópera bufa y un teatro de arlequines de baja estofa, los privilegios y corrupciones, lastran hasta el mínimo la dignidad de las gentes, hasta convertir este territorio en un estado fallido.

Por ejemplo, llevan meses, casi un año taladrándonos con las fisuras en el gobierno de coalición de izquierdas, mientras situaciones tangibles de política con mayúsculas y que implican un cambio para bien en el país pasan totalmente desapercibidas. Lo mismo que cuando estas medidas son para oprimir a la clase trabajadora, lógicamente son silenciadas por los medios de persuasión. Sin embargo, ha sido la derecha la que ha implosionado generando toneladas de artículos, videos, entrevistas, ruedas de prensa, opiniones y más periodismo.

Que la Comunidad murciana lleva funcionando 25 años como un chiringuito del PP donde el nepotismo y la corrupción han sido maneras de ejecutar acción gubernamental, lo sabemos todos, pese a que este fuera del foco tradicional del Levante español, y mucho más ajeno a la distorsión continua que provoca Madrid. Ciudadanos lo sabía en 2015 y en 2019 cuando pactó gobiernos locales y autonómicos con el PP. Ahora han destapado estas corrupciones por licencias y chanchullos urbanísticos que unido a las corrupciones y favoritismos con las vacunas de la COVID, ha provocado un maremoto con impredecibles consecuencias.

Tras las elecciones catalanas proclamé gran vencedor a Pedro Sánchez y vaticiné la concatenación de hechos que esta semana ha asaltado la nunca tranquila política española.

A través de un concejal de Cs en Murcia se rompía el pacto de gobierno local y se presenta una moción de censura contra el gobierno autonómico del PP, que había necesitado del apoyo de los procuradores naranjas para sobrevivir. La noticia llega a Madrid donde las caóticas medidas ante la pandemia y la crisis económica que ha suscitado ya estaba provocando severos roces entre la coalición Cs y PP. Isabel Díaz Ayuso hinchada por las encuestas y seguramente, auspiciada por la extrema derecha de la que se ha convertido en caballo de Troya, disolvía las Cortes y proclama elecciones. Era la oportunidad perfecta para desembarazarse de Cs con quien no se entiende y ya había amenazado ruptura y buscar compañeros de viaje “más amables”. A la carrera la izquierda madrileña presentaba mociones de censura que la Mesa tenía que tramitar en una suerte de limbo legal que evidentemente, y en otra característica propia de la política española, tendrán que solucionar los tribunales. Pocas horas después el PSOE de Castilla y León presentaba una moción de censura más en la región, tratando de evitar un adelanto electoral y que se pierdan los pasos a la hora de recibir ayudas europeas (algo que la hipócrita de Ayuso o no ha pensado o no le ha importado). Mañueco e Igea, al día siguiente, mostraban la salud de su idilio particular escenificado en rueda de prensa, y un día después, ya hoy, el Presidente de la Región de Murcia, confirmaba el Tamayazo panocho, indicando que la moción de censura en su contra no prosperará al montar un ejecutivo con tres procuradores de Cs que han rescatado el siempre útil para la derecha manual del transfugismo.

Demasiado intenso para sólo tres días.

Todo este sainete lleva a la irrelevancia medidas urgentes y necesarias como la tramitación final de la Ley de muerte digna o la reversión de las tropelías de la reforma laboral de 2012 a través del consenso con los agentes sociales (la reforma laboral “socialista” de 2010 también debe ser revocada) y que hoy mismo son noticia.

Sin embargo, aquí estamos enfangados en otra comedia del absurdo que nuestros Azcona, Berlanga o Cuerda (el ABC del realismo español) tan bien supieron retratar.

Como decía hace unos párrafos las consecuencias de todo éste devenir son absolutamente impredecibles, aunque bien es cierto, parece que podemos partir de una serie de tendencias y hechos confirmados. Conviene recordar, en las últimas elecciones autonómicas y municipales, en las comunidades de Murcia, Castilla y León, Madrid y Andalucía el partido más votado fue el PSOE, mientras que en el Ayuntamiento madrileño ganó de calle Más Madrid. Ciudadanos, ahí se alió con el PP en un abrazo del oso que ha borrado del mapa la influencia de los naranjas.

Aunque ni pública, ni privadamente, Ciudadanos había puesto en peligro el pacto de gobierno en Madrid, si parece evidente que por fin los naranjas no van a tolerar la corrupción del PP, así como tampoco su convivencia con la extrema derecha. Puede que sea demasiado tarde para ellos, pero la supervivencia de Ciudadanos pasa por parecerse más al centro-derecha europeo, liberal y capaz de integrar cortafuegos contra los extremos.

En éste escenario, como dije en su momento, los pactos que mantiene en algunas autonomías y ayuntamientos con el PP y también con Vox, empiezan a chirriar. Frente a eso, otorgan a Sánchez una victoria más, pues la opción del pacto PSOE-Cs, nunca expulsada de la mesa, cobraría aún más fuerza, lo que a su vez llevaría a Unidas Podemos y los socios periféricos (Bildu, ERC, Compromís o BNG) a replantearse su acción política y social.

En Madrid, vamos a ver si la soberbia, ineptitud e incoherencia de Isabel Díaz Ayuso dinamita las ya muy escasas opciones de Pablo Casado como líder del PP y de la oposición en España. Primero con los tribunales, el Superior de Madrid, y posteriormente y según sean las sentencias, el Supremo o el Constitucional, tendrán que decidir si habrá o no elecciones.

Con la renovación de cargos en estas instancias bloqueadas por el PP ante la avalancha de juicios por corrupción que tiene en un futuro lejano, el capítulo vivido en la Asamblea de Madrid esta semana añade más tensión a una institución, la Justicia en España, absolutamente cautiva de la derecha y que cada vez es vista por más españoles, como una herramienta de opresión al servicio y disfrute de los poderosos.

Si hay moción de censura habrá que ver qué decisión toman los procuradores de Ciudadanos. Será la prueba empírica de si Cs revierte su política de alianza del espectro de la derecha o si se adapta a un modelo liberal europeo.

Si hay elecciones, la “astuta” Ayuso las ha colocado en 4 de mayo, día laborable en mitad de un (previsible) puente por las fiestas patronales de la Comunidad, lo que puede desmovilizar o dificultar sobremanera el voto de todos aquellos y aquellas que no van a comulgar con sus ruedas de molino.

Todo parece indicar que el trumpismo de Ayuso poniendo la economía, mejor dicho la riqueza de unos pocos, por delante de la salud de todos. Haciendo de la Comunidad un bastión de oposición al gobierno central y dinamitando la imagen y la convivencia en el estado, le va a otorgar una victoria contundente, más por incomparecencia del rival que por fortaleza propia. Y al lado de Ayuso, Vox, al alza, que ya saborea asaltar el espacio del PP. Una tragedia, pero algo esperable ya que el origen de ambos es el mismo: las mamandurrias de Aguirre, la Tatchter Ibérica.

Para el PP, es decir para Pablo Casado, lo que ha pasado esta semana ya es una derrota. No sabemos si la iniciativa de Ayuso ha pasado por encima de la autoridad de Casado o si éste estaba puesto al día. En cualquier caso su liderazgo ya no es que esté en entredicho. Está claramente amortizado. Por decirlo con educación.

Si hay moción o elecciones y pierden la Comunidad, dirán adiós a una institución de la que llevan viviendo y parasitando 30 años y que ha favorecido un estado de las cosas que ha laminado la convivencia en el estado y los servicios públicos y la dignidad de las gentes de Madrid. Sería una gran noticia, aunque improbable, que además traería la guinda del pastel de que Ayuso enterraría su carrera política (una desquiciada menos).

Si por el contrario, Ayuso gana y como parece predestinado a ello, tendrá con casi toda seguridad, que mantenerse en el poder empleando el garrote de Vox. Entonces a Casado no le quedarán argumentos para seducir a un electorado centrista y sus opciones de disputar la Moncloa en 2023 desaparecen. Pero es que la posibilidad de perder Madrid es una catástrofe para un PP sumido en una crisis de identidad acuciante, no sabiendo a qué alma (liberal o fascista-franquista) adosarse. Todo esto con Feijoo mirando el espectáculo desde Galizia con el aval que tiene de haber ganado por mayoría todas “sus” elecciones.

Ciudadanos en esta vorágine y ante unas nuevas elecciones parece asumir con razón un nuevo desplome, pero si se alejan del extremismo quizás puedan mantener el suficiente apoyo como para sortear el umbral mínimo del 5% y un respaldo en la Asamblea para favorecer un gobierno u otro. Las aritméticas que anticipan resultados cuestionan la idoneidad del atrevimiento de Ayuso. Porque Cs caerá, pero sus votos se repartirán entre PP, PSOE y Vox. Estos subirán, pero lo harán a costa sobretodo del PP. ¿Mantendrá el PP la hegemonía de la derecha en España tras el 4 de mayo?

Y en frente la izquierda. ¡Ay la izquierda madrileña! Tan inútil, tan alejada de la realidad, tan ajena a la vida de las clases trabajadoras. Mira que el PSOE madrileño y Más Madrid de Errejón han tenido tiempo y ocasiones para presentar una moción de censura. Sin ir más lejos y desde el 14 de febrero tras las catalanas, 28 días para forzar la posición de Ciudadanos. Si miramos atrás, han podido presentar mociones de censura por las mentiras de Ayuso (no contrató ni un rastreador, no contrató ni un médico, con los peores datos semana a semana en contagiados y fallecidos, con una segunda huelga en ciernes del personal sanitario, menús de basura para los niños, gestión criminal en las residencias, etc.), por sus corrupciones (su piso de lujo en Madrid “cedido” por un “empresario”, los sobrecostes del Zendal) o por su inoperancia (en dos años, la inepta sólo ha sido capaz de aprobar una Ley y ningún presupuesto). Pero no. Han llegado tarde, incluso a hacer oposición. Es lamentable.

Y más lamentable es la incapacidad tanto del PSOE de presentar un candidato que supere el inmovilismo de Gabilondo, como de Unidas Podemos y Más Madrid de coaligar una candidatura unitaria que estos últimos ya han rechazado de antemano. Como si las clases trabajadoras pudieran permitirse el lujo de desaprovechar esta oportunidad que la supervivencia política y el egoísmo de la derecha nos han presentado. La unión de candidaturas con generosidad y sabiendo lo que nos jugamos es vital en este momento para movilizar a las clases trabajadoras que si finalmente se vota el 4 de mayo, tendrán la oportunidad de recuperar Madrid. Y aunque sólo fuera por 2 años, ganar mucha dignidad para este país.

Pase lo que pase en Madrid y que traerá consecuencias para todos debido a la especial configuración del estado, parece claro que la posición del PSOE sale reforzada, y la suerte de Pedro Sánchez es que va a encontrar nuevos aliados para que nada cambie en el país. No es que le hagan falta (ayer mismo PSOE, PP, PNV y Vox votaban en el Senado para evitar que la Iglesia devolviera las matriculaciones usurpadas al pueblo) pero desde luego erradicar a Unidas Podemos (y a las izquierdas nacionalistas) de las ecuaciones de gobierno, a cambio de encontrar en Ciudadanos un socio preferente, sacaría al mismo tiempo cuestiones incómodas para los que mandan como la situación de la vivienda de este país, la injusticia, la Memoria Histórica y los pactos de la Transacción, los servicios públicos o la reconversión industrial que necesitamos como el comer.

Nos jugamos mucho. Así que estemos atentos, vigilantes, y si, por una vez, dispuestos a tomar partido. 


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