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miércoles, 4 de octubre de 2017

Y al tercer día apareció el Rey


Tras los acontecimientos, es decir, la violencia con la que el Estado dio respuesta al desafío soberanista del 1 de Octubre, yo mismo, republicano convencido, reclamaba la imperiosa necesidad de que el Rey, el Jefe del Estado, saliera a la palestra.
Se me hacía inconcebible que Felipe VI “el preparao” no diera ejemplo a unos políticos inútiles y corruptos que habían enquistado la cuestión catalana; que no saliera a poner sosiego en la aceleración de acontecimientos; que no llamará a todos a la calma, especialmente a la ciudadanía, pero también a las élites políticas. Me parecía una oportunidad fantástica, y lo digo con sinceridad y convencido de mi republicanismo, para dar empaque y uso a la monarquía. Una declaración del Rey, sosegada, proactiva en la que se mostrará dialogante e incluso como mediador, por qué no, entre las dos derechas que han llevado esta situación al desquicio, al abismo.
Pero no. Al monarca se le puso en los cojones hacer una declaración aberrante, desquiciada y que entierra cualquier esperanza para una solución pacífica, pactada y que pueda ser admitida con dignidad por todos. Como el mal padre, leía la cartilla a uno de “sus hijos” y ni nombraba las tropelías del otro, tras una pelea de chiquilllos.
Las palabras del Rey venían a dar cobertura sin ambages a la actitud y políticas destiladas desde Moncloa, desde la sede de Genova del Partido Popular y el chiringuito de pipas que tienen Ciudadanos. Represión, persecución, cierre de libertades, despliegue policial e incluso militar, intervención vía Artículo 155...
Tras lo visto el domingo 1 de Octubre, la violencia infringida sobre ciudadanos que solamente querían votar o hacer una declaración pública en simulacro de referéndum, no mereció ni una palabra del monarca. Para el Rey, los heridos no existieron.
Tampoco se llamaba a reprobar ciertas actitudes de la presidencia del gobierno que ha usado los poderes del Estado, como la judicatura y las fuerzas de seguridad, para reprimir, para construir un escenario de enfrentamiento abierto contra los Independentistas, que son políticos, pero también por todo lo que han hecho todos estos años y especialmente el último mes y los últimos días, millones de ciudadanos catalanes y también del resto del Estado. Para Felipe VI, Rajoy y la caverna más rancia de la ultraderecha, no tienen nada que ver con la situación generada, como si estos no tuvieran nada que ver cuando reprimieron la voluntad catalana expresada en forma de Estatut, por cálculos electorales.
Obviaba el Rey, en su discurso a todos los ciudadanos y ciudadanas que quieren expresarse, incluido los que quieran decir “No” a la Independencia catalana. También “pasaba” olímpicamente de los millones de ciudadanos españoles que horrorizados por todo lo que hemos visto estas últimas semanas pedimos diálogo y soluciones basadas en política con mayúsculas.
Por supuesto, la retahíla de frases hechas jugó su papel para mostrar la incoherencia de personaje e institución. Que alguien, elegido por vía seminal, a quien su padre fue puesto por un dictador fascista moribundo, me venga a hablar de democracia suena a broma de mal gusto.

No sólo fue lo qué dijo, sino cómo lo dijo. El tono y el lenguaje corporal iban acorde al mensaje de represión y defensa de la Constitución del 78 (de la que depende su vidorra, no lo olvidemos). Se mostraba el Rey, encendido, protestón, regañando al mal hijo o al mal alumno y amenazante. Sobretodo amenazante.

Incluso la presentación era un mensaje claro y atemorizador. El Rey se presentaba delante de un cuadro de su tatatarabuelo, Carlos III ataviado con una armadura y blandiendo bastón de mando. Además, por si no lo sabéis, fue el último Rey español que intervino militarmente en Catalunya y obligó a la educación en castellano, relegando el catalán, así como prohibió la edición de libros en catalán.
Probablemente para decir lo que dijo, lo mejor es que hubiera mantenido el silencio de su desaparición pública. Se confirmaron así una vez más, dos cosas: La primera que más vale parecer imbécil y estar callado que no hablar y confirmarlo. La segunda que la Monarquía es una institución anacrónica e inútil y desde aquí y desde todo el país, ya muchos y cada vez más, le pedimos que entregue las armas (la corona y la Jefatura del Estado) y se disuelva (abdique y convoque elecciones constitucionales). Si no aporta soluciones es parte del problema.


Pasada la jornada de ayer, de huelga y protesta en Catalunya contra la violencia estatal, y el discurso incendiario del Rey tenemos un escenario nada halagüeño que nos llevan a un final imprevisible donde puede pasar cualquier cosa y las rupturas sociales van a pesar para varias generaciones.
Las dos derechas más corruptas de Europa tapándose con un trapo, cada una el suyo, sus vergüenzas, que sólo han servido para incendiar las pasiones nacionalistas en ambos lados, con el peligro que eso tiene en la extrema derecha que sigue estando.
En medio los que ni sienten, ni padecen, y la izquierda, y quienes creemos, o creíamos, que la política lo podía resolver todo. Y sin embargo, en Catalunya o en España, nos vamos a encontrar con mayorías absolutas, abolutísimas, de derechas que a lo único que se dedican con eficacia es a robar.
Pero nos hemos encontrado con políticos de baja, bajísima, estofa. Incapaces no ya de aportar soluciones, sino de no crear problemas. La derecha burguesa catalana siguiendo su camino al pie de la letra, sabiendo que la Independencia es inevitable.
Y por otro la derecha burguesa y franquista, nacional, amparadas por el Rey, llevada a los mandos por un Rajoy, el peor presidente de la historia de España.


lunes, 2 de octubre de 2017

2 de Octubre, ¿y ahora qué?



  1. La victoria del relato del 1 de Octubre es para los Independentistas catalanes, personificados en Puigdemont y Junqueras, en la unión del PdeCAT (antigua y corrupta CIU) y Esquerra Republicana.

    El Procès como ruta hacia la Independencia y como huida hacia adelante de una burguesía catalana acorralada por su propia corrupción, ayer tuvo su momento culmen.

    La represión y la violencia ejercida por el Gobierno central del Partido Popular sobre los ciudadanos y ciudadanas que deseaban ejercer su derecho al voto, aunque fuera en un referéndum ilegal, sin garantías, han dado lo que el independentismo buscaba: La superioridad moral frente al centralismo (franquista) español y su posición como víctimas ante la opinión pública internacional. 

    El pueblo, volvió a ver su sangre correr por las calles, entre la cerrazón y la opresión de unos gobiernos catalán y español, que enemigos, se retroalimentan, y que son aliados cuando se trata de dinero.

    El resultado del referendum, evidentemente no puede ser tenido en cuenta, ni servir de coartada para una declaración unilateral de independencia. El gobierno central trabajo con ahínco para hacer que no tuviera las mínimas garantías (censo constituido, formalidad, campaña, urnas, papeletas, etc.), y ya son evidentes los casos de ciudadanos que votaron y votaron cuantas veces quisieron.

    Si se plantea ese siguiente paso en la hoja de ruta independentista, no es para respetar la opinión del pueblo expresada en el referendum, sino como parte de la estrategia de la antigua CIU en su huída hacia adelante.
  1. Mariano Rajoy y su gabinete de gobierno con el reprobado por el Parlamento, Ministro de Justicia, y con el sustituto del también reprobado de Interior, han demostrado, una vez más, su inoperancia y/o su ausencia de sentido de estado, únicamente preocupados por salvar su corrupto cuello.

    Fueron Rajoy y el Partido Popular quienes crearon este problema, negando el derecho a un nuevo Estatut, para el pueblo catalán. Y fueron ellos quienes durante los últimos 5 años, lejos de tender puentes se dedicaron a levantar muros.

    La vergüenza que pasamos ayer al ver como se apalea a la gente por el simple hecho de querer expresarse es el epíteto del gobierno reaccionario que surgió tras la estafa llamada crisis económica, en un contexto de descalabro socialdemócrata y comienzo de una revolución social. 

    No hay más salidas que la dimisión de este sin vergüenza, amoral y corrupto y de toda la banda de delincuentes de la que se acompaña. Y si no tiene la decencia de dimitir, que un Parlamento libre de ataduras y cortoplacismos de partido, los echen.

    Lo que le ocurra al Partido Popular me importa una mierda, pero no estaría mal que si hay alguien demócrata ahí adentro empiece a depurar responsabilidades y destierre a estos criminales que han usado el patriotismo para lucrarse.

  1. El Partido Popular ha usado con intereses claramente partidistas los medios como las fuerzas del orden, la judicatura nacional y la Constitución. El resultado es un deterioro masivo en el ya de por sí precario edificio democrático español. La solución no puede ser otra, que un proceso constituyente, abierto, tutelado y en el que nuevos actores, pero sobretodo la sociedad civil se empoderen y den respuesta.

    No sólo hablo de soberanismo, unidad territorial, administrativa o forma del Estado. También de justicia social, progresividad fiscal, lucha contra el fraude y la corrupción, seguridad nacional y derechos sociales como Sanidad, Educación, Servicios Sociales o cultura, garantizados y protegidos.

  1. Antes de los palos, las pelotas de goma, las cargas, las víctimas ensangrentadas y los huesos rotos, hemos vivido semanas en las que se perseguían urnas y papeletas, se cerraban imprentas y diarios; se llamaban a declarar a alcaldes bajo la previsión de cometer un delito que ni siquiera existe en el código penal; un poder judicial, politizado y a sueldo de la más rancia derecha, inventándose delitos y aplicando la brocha gorda sobre el rival; se destapaba las labores del antiguo ministro de Interior, para con una policía secreta utilizar recursos públicos para debilitar a rivales políticos,... en definitiva, un derrumbe de esta supuesta democracia, que no puedo acabar de otra forma que no sea el desescombro y la cimentación de un nuevo pacto democrático para Catalunya, pero también para España.

  2. De entre los partidos “constitucionalistas” se hace necesaria una reflexión interna seria: O ayudan al cambio y al progreso de éste país, echando lo primero de todo a los corruptos del poder, o se convierten en cómplices de la barbarie y el sin sentido al que nos están llevando.

    De Ciudadanos, movido por su egoísta interés, sólo busca unas elecciones en Catalunya, porque creen que tienen buenas perspectivas allí, poco o nada se puede esperar.

    Del PSOE, inmerso aún en su guerra interna, entre unas élites integradas en el pactismo neoliberal y postfranquista y unas bases eminentemente socialistas, con un líder, Pedro Sánchez, que se ha demostrado, de nuevo, sin carácter, ni capacidad para proponer una alternativa.

  1. La izquierda. En primer lugar, repulsa con la violencia del estado para con quienes querían únicamente votar; Después, alternativa de gobierno hacia un proceso constituyente que nos devuelva dignidad y seguridad en nuestros derechos sociales. Tercero y último, entender y no olvidar en perspectiva que el franquismo sigue ahí, y que el neoliberalismo, nos está llevando a la ruina en todos los órdenes de la vida, y que el PdeCAT ya demostró con quien está cuando se trata de dinero.

  2. A la policía y la guardia civil que han vuelto a robar libertad, recordarles que también es Constitución, el derecho a la vivienda, al trabajo digno o a tener una sanidad y una educación públicas y de calidad. Si se hubieran aplicado con la misma vehemencia para defender esos derechos civiles, seguro que estaríamos mejor.

  3. Al pueblo catalán, recordarle que los Mossos, hoy investidos en héroes, fueron quienes desalojaron con la misma violencia que ayer se vío, la Plaza Catalunya en el 15M, o los que tienen casos de torturas en sus comisarias, sin apenas haber hecho un acto de contrición, perdón y repulsa. Si mañana, en un estado soberano catalán, hay que defender derechos sociales, serán ellos los que carguen las porras.

  4. El 1 de Octubre sirvió además para ver, una vez más y van unas cuantas, el absoluto deterioro de los medios de comunicación tradicional, absolutamente sobrepasados, únicamente preocupados por dar gusto a la mano que los alimenta. La comparación con los medios extranjeros, que si han sabido actualizarse y defender el periodismo como arma democrática, es grotesca.

  5. Dentro de la escalada de respuestas reaccionarias que el PP, desde el Gobierno y desde los medios, han elaborado estos meses para contra Catalunya, no se puede obviar el uso, sin tapujos ni vergüenzas de la extrema derecha española, latente y franquista.

    El peligro está ahí y ya es el momento de denunciar y luchar para erradicar a esa escoria humana que no cree en la igualdad de derechos.

  1. Que con todo lo relatado hasta ahora, el Rey, el Jefe del Estado, no parará su agenda de vidorra a costa del esfuerzo de los demás, para hacer una declaración pública, que apaciguará, que sosegará, que indicará un camino de diálogo y negociación demuestra su propia inoperancia e inutilidad.

    Sobra. Él y toda la arcaica institución, que siguiendo el que calla otorga, se mostró ayer de acuerdo con las acciones represivas y violentas llevadas a cabo para impedir la expresión de un pueblo.

    No hay otro camino que no llevé, dentro de esa reforma constitucional, o nueva Constitución, para España, o lo que quede de ella, a una República. A una jefatura del Estado, elegida por los ciudadanos y ciudadanas, y que se amolde a un escenario plenamente democrático, en el que tenga que rendir cuentas, y en el que queden plenamente descritas las funciones, la autoridad y la ética y moral con la que tiene que funcionar la presidencia de una República, la jefatura del Estado.

  1. La solución para Catalunya y para el estado español es clara: Diálogo y negociación con supervisión internacional e imparcial refrendada por un referéndum con garantías, dentro de un escenario de proceso constituyente en el estado.

martes, 26 de septiembre de 2017

1 de Octubre: Dos derechas y un referéndum

Imagen tomada de aquí.

Ya estamos aquí. En el abismo. Al borde del precipicio. Al límite del aguante. En el punto sin retorno. Transitamos los días a velocidad de la luz, arrancando hojas del calendario por rutina y llegando ya a la semana decisiva. A pocos días del próximo domingo 1 de Octubre, día del referéndum de Independencia unilateral planteado por la Generalitat de Catalunya. Por Junts per Sí, coalición electoral de la refundada y corrupta CIU (PdeCat) donde además le acompañan una Esquerra cada vez más fuerte y las CUP, el verso libre y anarquista que siempre okupo Barcelona, con más emoción que sentido común.
Enfrente, la caverna. El fascismo. La infraestructura del Estado al servicio de la oligarquía y comandada por un Partido Popular, un Rajoy, sabedor de que su supervivencia sólo pasa por el debate nacionalista, la conservación de la patria en su acepción más franquista.
Como víctimas principales la ciudadanía. Las clases trabajadoras, españolas y catalanas enfangadas entre banderas mientras sus escenarios de vida, sus trabajos, su futuro se van al estercolero para beneficio de la burguesía de ambos estados, siempre cooperativa entre ellas para eso de maximizar beneficios, lastrar derechos y desestructurar una sociedad.
Y la izquierda. Por supuesto, ambas izquierdas, huérfanas y desgastadas, a paso cambiado y casi sin alternativas. Y lo que es peor sin capacidad para ser tenidas en cuenta y ser escuchadas. Serán las víctimas del mañana, de las próximas confrontaciones electorales enervadas por las pasiones de las banderas y los territorios. Una vez más lo simbólico frenará lo tangente y ocultará la realidad.
Tampoco el periodismo saldrá bien parado, utilizado como arma arrojadiza, manipulando a conveniencia de quien aside sus correas y bozales. Desde luego, peor le va a ir a los medios de éste lado de la frontera, demasiado dependientes de las instituciones dominados por el discurso del ultra centralismo de Castilla (de Madrid se entiende) y que van perdiendo relevancia, legitimidad y prestigio a cada nota de prensa o cada declaración de tertuliano cavernícola.

Y yo mismo, soy víctima de profundas contradicciones en torno a éste tema: Considero elemental el derecho de autodeterminación de los pueblos, pero no puedo comulgar con el camino emprendido por la burguesía catalana, para salvar su propio cuello blanco, relegando a las minorías y azuzando el fuego sobre la tierra quemada. Pero también y sobretodo, para posicionarse en éste mundo capitalista y globalizado, para asegurar sus ganancias a costa de las clases trabajadoras catalanas, españolas e internacionales. Desde luego me es muy difícil confluir con las clases dirigentes que invocan éste derecho universal, cuando han demostrado un españolismo profundo con su corrupta gestión. Con sus atropellos a los derechos civiles a base de represión (Ciutat Morta, desalojo de la Plaza de Catalunya en el 15M, el ojo de Ester Vivas, torturas en las dependencias de los Mossos, etc.). Y con sus ultra liberales recortes que socializaron las pérdidas tras las abusivas y resguardadas en paraísos fiscales ganancias.
Pero claro, mucho menos puedo estar de acuerdo con las acciones del gobierno central, del Partido Popular, parapetado en un Tribunal Constitucional y un Fiscal General puestos a dedo, con ministros reprobados por el Parlamento llevando las acciones sobre el terreno. Con la Guardia Civil registrando ay-untamientos e imprentas buscando urnas y papeletas sin órdenes judiciales. Y con policías atrincherados en el puerto de Barcelona en una velada amenaza hacia la dignidad del pueblo catalán.
Y es que no hay mejor aliado del separatismo catalán que el PP. Y no hay mayor cómplice en el estado franquista de las cosas que mantiene el Partido Popular, que las algaradas nacionalistas de CIU o PNV. Ambos mundos se odian pero se retroalimentan. Paradójicamente, son enemigos, pero sobretodo son aliados.


Soy incapaz de encontrar diferencias entre el PP y la renovada CIU. Son partidos corruptos hasta la médula, neoliberales, con cúpulas que usan las instituciones para forrarse, que imponen recortes y medidas antisociales para satisfacer a los poderes económicos que les dan de comer...y que usan banderas para tapar sus vergüenzas. Ambos, como tantos antes, prostituyen sus respectivas patrias y agitan sus banderas para que la gente se entretenga mirándolas mientras les roban la cartera.
Al PP desde hace 10 años no le ha importado nada, en absoluto, enquistar la cuestión catalana, primero usurpando por vía judicial la voluntad popular expresada en un nuevo Estatut, para después ante la avalancha de la burguesía catalana, exprimir aún más el código penal, la Ley Mordaza, la judicatura nacional y las fuerzas de opresión del Estado.
Las clases dirigentes y casi cualquiera que ha pillado cacho en CIU y en el PP han experimentado un tremendo enriquecimiento personal a costa de las libertades y los derechos de los trabajadores. CIU y PP han sido aliados necesarios para aplicar recortes y privatizaciones sobre los derechos de la ciudadanía. Y luego ante la revolución y la respuesta ciudadana, PP y CIU han sido cómplices para aplicar brutalidad y violencia policial, soberbia y autoritarismo judicial en la reacción que mantiene seguras las políticas neo liberales que nos han traído desigualdad, mezquindad y un futuro laminado y usurpado.
Los que hoy salen a defender la Constitución como un ente sacrosanto, inviolable y que nos representa a todos, no tuvieron ningún problema en poner la soberanía nacional en manos de los bancos alemanes, y con nocturnidad y agosticidad, en 48 horas la cambiaron para asegurar el cobro de las deudas por encima del bienestar de los ciudadanos. Españoles y catalanes.
Los que hoy claman por su derecho a la Independencia y a decidir su propio futuro, no tuvieron dudas en cerrar plantas de hospitales, eliminar becas, cerrar colegios públicos y abrirlos privados o concertados, porque se lo pedía Montoro, Merkel, la troika, en definitiva, el capital.

Imagen tomada de aquí.

Ambas clases dirigentes nos han llevado a un escenario de choque, de enfrentamiento. Es más, lejos de frenar, replegar o bajar el tono, han encendido más soflamas, han acelerado sus maquinarias alimentados por su ego y por el hecho de que la deriva nacionalista les viene bien, les refuerza en su ideario: seguir controlando el poder, para los de siempre, y beneficiarse de los servicios prestados.
No será que no se ha dicho. Son demasiadas las personas que venían advirtiendo de que íbamos hacia un callejón sin salida. A Rajoy le ha dado lo mismo. Mientras hablamos de Catalunya no hablamos de los 800 cargos del PP imputados por corrupción ni de la merma en la hucha de las pensiones ni de los regalos millonarios a bancos, autopistas, eléctricas y constructoras. Ni, por supuesto, de la pérdida radical de calidad de los puestos de trabajo. Catalunya es la perfecta cortina de humo de la corrupción. A Soraya Sáez de Santamaría le dió vergüenza el episodio en el Parlament de Catalunya donde se aprobaron referendum y desconexión con España, pero no le avergonzó ni un ápice, ver a su Secretario General y Presidente del Gobierno compareciendo en la Audiencia Nacional como testigo en el caso de la corrupción del PP.
Ver a la Guardia Civil entrando en un medio de comunicación por razones políticas -que nadie mienta: no han entrado porque estén vinculados a Púnicas, Gürtel o similares, como les pasa a otros medios- o ver el estado de excepción en que han metido a Catalunya, refuerza la certeza de que hay que sacar al PP ya del poder o nos va a reventar la convivencia en la cara.
Comprendo perfectamente que cualquier sociedad o ciudadanía ansíe una independencia de un estado donde aspectos tal elementales de la democracia son violados con tanta profusión, tanto convencimiento. Si la separación de poderes estaría bien definida y consolidada y no hubiéramos visto casos como el del fiscal Moix o el del ministro de justicia reprobado por el Parlamento y que mantiene su puesto, o una grabación del ministro de interior pidiendo manipular pruebas a rivales políticos,o una fiscalía defendiendo al acusado en vez de velar por la justicia en el caso de la infanta o un tribunal constitucional que tumba estatutos redactados y aprobados en los parlamentos correspondientes y ratificados por referéndum declarando inconstitucional párrafos idénticos a los que ya disponen otros estatutos de otras comunidades autónomas "casualidad" gobernadas por el PP. Si a todos estos despropósitos en su día se les hubiera dado solución hoy no veríamos a la mitad de la sociedad catalana rebelándose contra esta estafa de estado.
Pero no nos equivoquemos con la burguesía catalana que ha alentado el referéndum el 1 de Octubre. Aquí no están trabajando para garantizar un referéndum que suponga escuchar la opinión de la ciudadanía catalana. No. Aquí, ambos están haciendo campaña electoral para colocarse en pole position de cara a las próximas elecciones catalanas y nacionales. Lo que buscan es asegurar su sillón, amarrar todos los papeles que demuestran su corrupción secular y seguir legislando en lo tangible, de espaldas a la ciudadanía.


Entrando en lo jurídico, es indudable que el referéndum es inconstitucional. Además, en las condiciones en las que se celebrará carece de las garantías elementales para que su resultado pueda tenerse en cuenta desde un punto de vista político (centros de votación identificables y conocidos por cualquiera, censo controlado...). Pero aferrarse a este argumento para limitarse a reprimir la consulta sin ofrecer alternativas, nos lleva a que el número de independentistas siga creciendo cada vez más. Y sería insostenible acabar manteniendo en el Estado por la fuerza a un territorio donde, por ejemplo, el 70% de la población quisiera irse.
Partiendo de lo anterior, la solución está en tomar las medidas que hagan sentirse cómodos dentro del país a una mayoría de catalanes. Entre ellas estarán las relativas al autogobierno, los símbolos y demás referentes patrióticos, pero desde mi punto de vista, las más relevantes son las que mejoren la calidad democrática y la justicia social del Estado. Del Estado actual español, y de uno futuro catalán, dentro o fuera de una República Federal. Mostrar a los catalanes un sistema del que puedan sentirse orgullosos, con el buen gobierno, la transparencia y el trato digno a los ciudadanos que tan poco gustan a CIU y PP. Ofrecerles un Estado que camina hacia el progreso y donde cada individuo es protagonista del futuro colectivo. Ofrecerles, en definitiva, lo que ni Rajoy ni Puigdemont podrán darles jamás.


Los países son entes vivos, que nacen, se crean o se transforman a voluntad de las mayorías. Por mucho que no se pueda hacer un referéndum o que formalmente no haya una declaración de independencia con reconocimiento internacional, Catalunya ya es una nación independiente. De hecho lo ha sido siempre, y la única duda es cuándo se hará con los requisitos formales necesarios.
Los países los hacen las personas, sus relaciones y sus anhelos transformados en sociedad. Hoy la sociedad catalana es más independentista que ayer y por supuesto se siente cooperativa en defensa de sus derechos más básicos, como expresión, opinión y reunión. Existe una mayoría por la expresión democrática de su pueblo, algo que los independentistas y el resto del estado español tenemos que agradecer a la cortoplacista y egoísta gestión de Mariano Rajoy el Partido Popular carentes de ningún sentido de estado, únicamente preocupados de sortear su propia corrupción para seguir en el poder aunque sea atizando el caldero de las pasiones nacionalistas, aunque sea violando los derechos más elementales, aunque sea derrumbando un país que nunca estuvo unido, menos cohesionado y desde luego, jamás bajo una arquitectura coherente y que favoreciera y garantizará las relaciones de personas, sociedades e instituciones, entre iguales.


Yo no sé lo que pasará más allá del 2 de Octubre. De hecho, no sé que ocurrirá el domingo 1 de Octubre. Convencido estoy de que la única solución pasa por la negociación política que permita al pueblo catalán expresarse con garantías, paz y libertad, como han hecho tantos pueblos en éste y otros momentos.
No menos convencimiento tengo que el tardo franquismo españistaní continúa su desgaste. El viejo cadáver languidece y enturbia el entorno, y con sus violentos estertores nostalgia de un pasado opresivo y caínita, pudre cualquier camino hacía un futuro mejor, entre iguales, con progreso y dignidad. Por desgracia, su muerte y depuración se eterniza y dificulta todo, incluso las ganas de conseguir traer mayor empaque democrático y libertad a éste ultrajado país.
De lo que si que estoy seguro es que tras el domingo, debajo de las banderas, estará la lucha real de las clases trabajadoras por conseguir una economía para las personas, que nos dé a todos y todas futuro y dignidad, frente a esta realidad opresora, egoísta e insostenible.


Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

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