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jueves, 6 de mayo de 2021

El bienio negro de Madrid

Con una participación histórica y de récord (y en pandemia y en día laborable) Isabel Díaz Ayuso revalida mandato y gana las elecciones madrileñas de ayer 4 de mayo, may-the-4rce. Lo hace mejorando sus resultados y manteniendo el auge de la extrema derecha de Vox, toda vez que buena parte del espectro de esa extrema derecha se ha sentido identificada y respaldada en la figura de la IDA.

Para poner en contexto a continuación unos cuantos hechos que las madrileñas y madrileños ayer certificaron con sus votos:

  • Las corrupciones, nepotismos y caciquismos de 25 años de gestión del PP en la Comunidad de Madrid y los de la propia Ayuso (sobrecostes del Zendal y los favores a un especulador inmobiliario que le ha regalado su alojamiento durante la pandemia, por poner unos ejemplos).

  • Una gestión de la pandemia caótica y criminal en el tema de las residencias de mayores, QUE SI SON RESPONSABILIDAD DIRECTA DE LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS.

  • En esta línea posteriormente, no tuvo problemas en cerrar y COARTAR LA LIBERTAD de los madrileños que viven en barrios y pueblos humildes, mientras mantenía abiertos los distritos adinerados aunque estos últimos tuvieran tasas de contagio de la COVID mayores (incluso hasta llegar a triplicar).

  • Sucesión de mentiras en los mandatos de la administración central para la desescalada: No ha contratado más médicos ni personal sanitario, no contrato ni un sólo rastreador.

  • Ha encabezado una oposición al gobierno central -que tiene lo suyo- con el único propósito de conseguir el poder. Ya sabéis son tan patriotas que quieren el país para ellos solos, aunque sean sólo los escombros.

  • Adoptando un discurso y unas formas claramente trumpistas ha enfangado la ya depauperada convivencia en el estado, lo que ha dado alas aun más a la extrema derecha de Vox como se ha visto con el episodio de los debates electorales.

  • De hecho, la ciudadanía madrileña, ha validado una política oscura, violenta, barrio-bajera, sin propuestas. Sólo ataques personales, bulos, mentiras y opresión.

  • Menús escolares concedidos a multinacionales del sector de la comida rápida y comida basura.

  • Privatización de la sanidad pública. Con dos huelgas del personal médico en menos de un año.

  • Privatización de la enseñanza pública.

  • Bajadas de impuestos a las clases altas lo que supone un atentado inmisericorde a esa Constitución, que tanto les gusta citar, y que proclama la progresividad fiscal de las y los españoles.

  • Más gestión caótica, en este caso, con la famosa nevada de Filomena en enero, donde los escasísimos recursos que tienen privatizados y arrinconados en concesionarias se pusieron a disposición de los barrios ricos, mientras en las zonas de clase trabajadora las gentes tenían que quitar la nieve con palas y con las bandejas del horno.

  • Alquileres (y precio de vivienda nueva) por las nubes con 3 y hasta 4 veces por encima del valor de mercado.

  • Venta, ilegal ya en los juzgados, de inmuebles de protección oficial a fondos buitres que buscan especular con la riqueza nacional y con un derecho básico.

  • Una sarta de declaraciones incoherentes, abochornantes e infames que denotan un problema mental o por lo menos una tara considerable.

  • Una campaña de acoso mediático y físico contra Pablo Iglesias y su familia basada en coacciones del sistema dentro del sistema, de bulos y mentiras de medios de comunicación oligarcas.

Pero todo esto y más, ha quedado validado ayer con un voto numerosísimo que le permite no sólo seguir gobernando Madrid durante dos años más con el apoyo de Vox; sino que Ayuso puede presentarse abiertamente a despachar a Casado en la dirección nacional del PP y como candidata a la Moncloa. Mientras Feijoo, tiene que guardar armas en casa.

La extraordinaria movilización si ha sido en pro de la libertad de tomar cañas, disfrutar de los atascos, pagar pocos impuestos y vivir a la madrileña. Y también en oposición a Pablo Iglesias que ante el resultado, no ha tenido más que dimitir y abandonar la primera línea de la política. Otra victoria infame para esta desquiciada, estos energúmenos y una pérdida irreparable para la política.

Ayuso ha despachado a Iglesias no sólo fagocitando a Ciudadanos que está a semanas de ser disuelto, demostrando aquello que más que una fuerza bisagra se ha tratado de una marca patrimonial de la derecha en la que cobijarse cuando han venido mal dadas. Es que además ha reorganizado buena parte del voto ultra y lo que es peor: Ha pescado y en cantidades ingentes en los caladeros obreros tradicionales de la izquierda.

Probablemente las elecciones de ayer se perdieron el día de la famosa rueda de prensa en Sol de Pedro Sánchez y Ayuso con la retahíla de banderas. Ahí podría el presidente haber desactivado el peligro simplemente apretándole las tuercas y exigiendo lo que había salido publicado en el BOE semanas atrás. Sin embargo, le mostró el cuello a un perro rabioso. Y eso no se puede hacer, porque te arranca la cabeza. Ante la debilidad amparada en el respeto entre administraciones, Ayuso no respondió con cordialidad o comunicación como prometió ante los medios; sino con víscera, con odio y con mayores llamamientos al desacato y el libertinaje.

Ante una izquierda desaparecida, ajena al conflicto y que no ha hablado hasta la llegada de Iglesias, de los problemas de las clases trabajadoras, estas han sido seducidas por los cantos al onanismo liberal, del sentimiento de identidad sabiamente utilizado por el fascismo. Por unas cañas que no van a poder ni siquiera pagar, han preferido encadenarse a las levas, en vez de romper los grilletes.

El fiasco de la izquierda es importante por el volumen de voto obrero perdido en favor de la derecha. Es cierto que Madrid aún con la influencia que ejerce sobre la que pasa en el resto de territorios del estado español, es un experimento neoliberal de primera magnitud, con más de 25 años de funcionamiento y que ha ido arrinconando el asociacionismo vecinal y los sentimientos colectivos de pertenencia, lucha y rebeldía. No se puede extrapolar lo que pasa en Madrid al resto de España, pero es innegable que el peso mediático que genera condiciona. En Madrid la derecha ha creado sus propios votantes plantando una ilusión de clase media al dejarlos desprovistos de buena parte de los servicios públicos, tanto en calidad, como en cantidad. El transporte y el urbanismo de la región muestran el individualismo exacerbado de la sociedad totalmente ausente de conciencia de clase.

Por otro lado, no se debe de obviar tras esta derrota, el hecho de que tras año y medio de gobierno “de izquierdas y pese a la pandemia y todas las dificultades emergidas, las reformas laborales y la Ley Mordaza siguen vigentes. Una lección que deberíamos de aprender ya es que la izquierda tiene que ser igual de agresiva con el BOE en la mano que como lo es la derecha cuando tiene el poder. Ser prudentes y tratar de evitar la confrontación es en realidad ser permisivo con un estado de las cosas que han lacerado buena parte de las bases ideológicas e identitarias de los que somos izquierdas. Si quieres pedir el voto a las clases trabajadoras, legisla y ejecuta cuestiones que ahonden en su beneficio.

La otra gran reflexión que no puede pasar ya, cierta y reclamada muchas veces, no deja lugar a dudas: Si queremos dar dignidad a las gentes y mejorar el nivel general del país, para que no haya tanta desigualdad y para que tengamos un futuro y un lugar mejor donde vivir, todas y todos, hay que movilizarse. Y llamar a la movilización. Estar activos a la hora de acompañar a los movimientos sociales y sus reclamaciones.

Los derechos y libertades, las de verdad como cuando vas a comprar una casa, a trabajar o a pedir un crédito, se consiguen a sangre y palos. Es duro decirlo pero es asi. Las clases dominantes no van a “ceder” sus privilegios en base a batucadas, votos y hagstags. Hay que tomar la calle y demostrar la fuerza colectiva del movimiento obrero, parte indispensable (la única que lo es) de los engranajes del sistema. Con estopa y estoicismo. Con resiliencia y con capacidad de aprendizaje y divulgación. Con honestidad y atrevimiento. Hay que ir a los centros de trabajo, a los barrios y sus asociaciones. A las universidades e institutos. Y hay que trabajar. Hay que elaborar programa y estrategias de difusión que vuelvan a poner al trabajador y por primera vez, a la trabajadora, en el centro de la toma de decisiones. Si no, pasará esto más veces: El fascismo traerá la barbarie. La está trayendo ya.

Porque al final el valioso ejemplo de Pablo Iglesias ha llegado tarde. Porque frente a él (y su familia, y su partido) se ha levantado una maquinaria infame, opresora y fascista, para callarlo y eliminarlo del terreno político. Porque le han tenido (y nos tendrán) miedo a él y a quienes decimos la verdad; la necesidad de cambiar las estructuras de poder para construir una sociedad donde la libertad sea absoluta, gracias a la igualdad y a la utopía de la fraternidad.

La llegada a campaña de Pablo Iglesias ha dado batalla tal y como muestra la campaña mediática de mentiras y bulos que ha aparecido (el periodismo y sus trabajadores de base también tiene que reflexionar. Y mucho). Pero primero la negativa de Más Madrid a la búsqueda de candidaturas conjuntas, y después el perfil bajo del candidato del PSOE madrileño pusieron obstáculos, que ni siquiera las algaradas, provocaciones y el matonismo de una extrema derecha crecida han podido sobreponerse.

Iglesias ha movilizado y mejorado el voto a Unidas Podemos y ha arrastrado a Mas Madrid, a costa de un PSOE, en el que también cohabitaba mucho reaccionario que ve a Unidas Podemos como un peligro con el que se es más intransigente que con el mismo PP. Cuando la campaña, absolutamente brusca, desleal, mezquina y rastrera que se recuerdan (y mira que el nivel ya era alto) ha tornado a un clima de violencia y amenazas pre golpistas, los llamamientos a la unidad y la movilidad han llegado demasiado tarde por algunas de las cosas que hemos hablado unos párrafos arriba.

Hace 10 años por estas fechas existían sondeos que daban a Izquierda Unida el sorpasoo al PSOE y la victoria en las elecciones autonómicas y municipales en Madrid que se celebraban en unos días. Surgió el 15M. Y una movilización colosal de los jóvenes de izquierdas que amenazaba con poner patas arriba el estado degradado que nos dejó la transacción. No se podía y no se puede aguantar tanta corrupción, tanta indignidad y tanto fascismo y parecía que asaltar los cielos era cuestión de meses. Después vino Podemos y la institucionalización de aquel movimiento en un fuerte personalismo marcado por Pablo Iglesias y su círculo desde Madrid. También surgió Ciudadanos para que las gentes de la derecha pudieran votar derecha sin tener la nariz tapada. Y luego vino Vox porque ese franquismo sociológico no podía votar a un catalán.

Ayer fue un mal día y hoy es un día duro. El fascismo sigue campando a sus anchas y seguimos sin encontrar las estrategias para luchar contra él. Y las consecuencias son del todo incontrolables. Es evidente que después de ayer la viabilidad de la legislatura corre peligro y con ella, que se deshaga lo poco progresista y de reparto de riqueza que se ha hecho en este año y medio.

Me niego a hablar de fin de ciclo de lo iniciado con el 15M, porque aunque se han conseguido muy pocas cosas, la emergencia social sigue ahí y se agrava cada día. Es innegable que el deterioro de la democracia en este país y la situación agonizante del capitalismo antes incluso de la COVID exigen respuestas de la ciudadanía para proponer desde abajo modelos políticos, sociales y económicos que no dejen a nadie atrás. Porque hay riqueza, ingenio y dignidad a raudales para que esto así sea y no que nos aprisionen con mordazas, hipotecas, grilletes, amenazas y violencias toleradas, mediáticas, institucionalizadas y opresiones oligarcas.

Se vienen dos años, hasta las próximas elecciones autonómicas, en las que la escalada de provocación, infamia, corrupción, inmoralidad, agresividad y pérdida de derechos y libertades de todas y todos va a crecer hasta la estratosfera. Ayer se pudo y debió parar esta vorágine. Cuando acabe este bienio, puede que sea demasiado tarde.

Toca pensar. Toca replanteárselo todo. Todo menos el antifascismo.


martes, 16 de marzo de 2021

Compromiso y valentía

Captura del video en el que Pablo Iglesias anuncia su candidatura a las Elecciones en Madrid del 4 de mayo. 

 

El maremoto desatado en Murcia la semana pasada sigue dando vaivenes a la trituradora que resulta ser la política española. Pablo Iglesias ayer dimitía como vicepresidente del Gobierno y se postulaba para ser el candidato de Unidas Podemos en las próximas elecciones madrileñas del 4 de mayo. Un movimiento atrevido, valiente, rompedor y que ha pillado en fuera de juego a todo el mundo, incluida la extrema derecha representada en la pazguata de Ayuso.

Ante una izquierda desaparecida la dicotomia planteada por Ayuso en las elecciones era un win-win. Socialismo o libertad, decía la IDA reduciendo a la mentira el binomio: Hace 25 años que no hay un atisbo de un mínimo socialismo en la comunidad de Madrid y millones de sus habitantes han perdido libertad al buscar trabajo o una vivienda. La libertad sin igualdad es un bosque arrasado por un incendio forestal.

Con Iglesias la izquierda presentará batalla. Primero espanta la posibilidad de que Unidas Podemos quedase fuera de la Asamblea. Después en el páramo de la izquierda madrileña representado por Gabilondo y Errejón. Estos a su vez ya lamentan los 28 días que han pasado sin hacerle una moción de censura a la impresentable de Ayuso. Y es que el hasta ahora vicepresidente aterriza mejorando una previsión electoral que tendía a 0.

Al igual que hizo Sánchez con Illa en Catalunya con el independentismo catalán, ahora Iglesias roba el eje de protagonismo a Ayuso con un golpe de efecto. Sobre la figura de Iglesias va a pivotar más de la mitad de la campaña y como buena trumpista, quitarle el foco a Ayuso no es sólo una medida de salud pública: es dejarla sin protagonismo, sin altavoz para hacer ruido frente a un candidato que va a proponer sobre los problemas que tienen madrileños y madrileñas.

La secuencia del movimiento inesperado iniciado ayer por Iglesias lleva a la mejor ministra (en masculino o femenino) que hemos tenido en éste país a la vicepresidencia. Yolanda Díaz sube en el escalafón del gobierno de coalición en un impulso por dotar al trabajo como centro de decisión política. Una victoria para un partido que representa “a los de abajo” que no somos otros que la clase trabajadora. Además, en el paso hacia Madrid de Iglesias, éste propone a Díaz como candidata a Presidenta del Gobierno por parte de Unidas Podemos, paso previo a una confirmación de las bases. En este segundo movimiento, Iglesias, no sólo deja sin argumentos a aquellos imbéciles que decían “que quería vivir de la política; que sólo quería los cargos, etc. etc”. Es que además, primero se adelanta a una posible ruptura de la coalición de gobierno decidida por Sánchez por intereses electorales. Y lo hace posicionando a una mujer que tiene una valoración muy por encima de cualquier otro miembro del gobierno. Incluido el propio presidente y contando entre los votantes socialistas.

Veremos la salud del gobierno de coalición sin Iglesias en su seno. A priori podríamos hablar de mayor estabilidad pero el cambio de patrón suscitado por el líder de Podemos es de tan amplio espectro que puede hacer cambiar las relaciones de fuerza entre el PSOE y todo lo que está a su izquierda. No estará Iglesias en el gobierno pero seguirá habiendo fisuras porque hay claras diferencias entre la acción política y a quienes representan, unos y otros. No se descarta la ruptura, ni siquiera el adelanto electoral.

Por otro lado, Pablo Iglesias inicia lo que era evidente e inaplazable. La renovación de Podemos a un par de meses del décimo aniversario del 15M y del séptimo de la formación del partido. Una nueva dirección sin injerencias del círculo de la Complutense es tan necesaria para Podemos como la construcción de una estructura de partido más allá de Madrid. Aunque sea en Madrid donde se ha ejecutado a la pieza que tira el dominó.

En cuanto a las consecuencias en el marco de las elecciones de Madrid y a nivel nacional es evidente que la entrada de Iglesias moviliza. Moviliza a una izquierda huérfana de presencia y liderazgo y si ejecuta ese liderazgo con generosidad para avanzar hacia candidaturas unitarias, puede que cambié la balanza. Moviliza al PSOE que ve en Iglesias a un enemigo. Y moviliza a la derecha sobre la persona a quien han declarado una guerra total para eliminarla del tablero político. Lo que parece claro en estas movilizaciones, es que la de la derecha está ya muy cerca de su tope. No puede ir mucho más allá de sus resultados actuales tras fagocitar a Cs entre PP y Vox. Sin embargo, PSOE y el resto de la izquierda debería recibir un chute de activación y participación de sus bases electorales.

Iglesias ha declarado abiertamente que se siente en "la obligación de luchar con fuerza para evitar la llegada de la extrema derecha al gobierno de Madrid". Le honra y nos da un ejemplo a seguir. Un compromiso imperecedero y vital del que tenemos que extraer principalmente, la lectura de que la acción política y social tiene que ser ejecutada con generosidad por el beneficio y progreso colectivo. Va a luchar en el terreno de juego más difícil. El de una región donde la derecha ha creado sus propios votantes. Aislando los barrios. Abandonando la educación pública y la sanidad pública. Mintiendo una y otra vez para tapar corrupciones, nepotismos y pérdida de dignidad del territorio y la población. Una región que funciona como un vórtice del estado que todo lo absorve y que representa un centralismo rancio, caduco y trasnochado. Y sin embargo, ante estas tremendas dificultades el gesto de Pablo Iglesias es audaz y temerario, calculado y necesario.

El 5 de mayo el escenario parece completamente distinto al que teníamos ayer. Hasta esas elecciones del día antes todavía puede haber más movimientos que son propios de un sistema político sobrepasado, como el español, gravemente herido en su legitimidad y funcionalidad. Que trata de no morir defendiéndose a garrotazos y arañazos para preservar un sistema de élites, una casta, mientras tarda en aparecer algo nuevo y las clases trabajadoras van caldeándose poco a poco ante un estado de las cosas insostenible. Todo puede pasar.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...