miércoles, 20 de marzo de 2019

El problema de Castilla



Bajo el título Castilla como problema la editorial Destino reunió en 2001 tres novelas de Miguel Delibes. Las ratas, El tesoro y El disputado voto del señor Cayo. En ellas el autor vallisoletano nos descubre y redescubre la identidad de Castilla la vieja con sus defectos y virtudes; problemas y soluciones; olvidos y abandonos.
De un tiempo a esta parte como búsqueda del espacio físico, el escenario, en el que desarrollar una vida, con su sentido orientado hacia la plenitud, la seguridad y el hedonismo, viajo cada vez más a la España rural, a la España vacía y a la España vaciada.
A veces cojo el coche y nos perdemos por carreteras secundarias. Paramos y comenzamos a caminar por caminos y veredas, donde escuchar la naturaleza. Sus silencios y diálogos. Y donde aprender también con las gentes que mantienen vivos por momentos pueblos y territorios. Las anécdotas, las leyendas, las historias, las recetas, las rutas, las piedras marcan y orientan más el camino que las señales de tráfico y los postes de orientación.
En otras ocasiones viajo desde el sofá, con un café o un té, devoro páginas que valoran y dan empaque a la vida rural, al sector primario, al pueblo, al bosque y a la naturaleza. La literatura me regala kilómetros de camino y presenta realidades tan lejanas y a la vez cercanas. Atrás queda el Walden y me siento más confortable con La España vacía de Sergio del Molino y con Los Asquerosos de Santiago Lorenzo. Me identifico con personajes y situaciones y crece en mi la sensación y las ganas de dedicarme a vivir lejos de ciudades, centros comerciales, coches, ruidos, estreses, tensiones y presiones.
Así y ahora he cumplido con otra muesca, en realidad dos, de mi lista de lecturas pendientes, volviendo a Delibes que hace de conductor a través de Castilla, que como siempre le duele, apasiona y fustiga.
En Las ratas y El tesoro, Delibes nos trae la Castilla y la vida rural más arcaica, dura e intransigente. En ambas obras las ideas se clavan en el subconsciente de todos los personajes rurales a hierro y fuego. Sus intereses y emociones bajo el paradigma de la tradición se mantienen frente a las injerencias e intenciones provenientes de la urbe, o del pueblo de al lado y el inevitable conflicto se resuelve por la vía de la violencia, con la naturalidad de quienes viven junto a la violenta vida en la naturaleza.
Ambas obras presentan como no podía ser de otra manera los grandes ejes de la escritura de Delibes, tanto en su estilo, abierto, cargado de términos y argot propio del mundo rural con fuertes localismos, y sobretodo un altísimo ritmo narrativo para desmitificar la tranquilidad de los pueblos y quitar la razón de los que piensan que no pasan cosas dónde no pasa nada. El autor se muestra crudo y en ocasiones áspero con las condiciones de vida de los habitantes de los distintos pueblos protagonistas de las historias. Y también crítico con el estado de las cosas en el mundo rural, que él ya profetizaba en clara regresión hacia el abismo de la despoblación y la pobreza hace 30 o 40 años.
Pero es sin duda El disputado voto del señor Cayo la novela más estimulante de las tres que componen el volumen. Primero por el contexto, el de la campaña electoral de las primeras elecciones democráticas. Luego por el escenario: Un pueblo de montaña, perdido en la dimensión temporal y en el espacio geográfico. Y después por el mensaje de trascendencia que un Delibes brillante carga a la obra.
Funcionando como una road movie, o mejor dicho como una novela de carretera, El disputado voto nos presenta el idealismo urbano plagado de modernidad y optimismo frente a la vida y las dificultades, enfrentado a la experiencia, el sosiego y la terquedad rural. Y no sale bien parado todo lo que representan los visitantes en campaña porque la sabiduría popular, como bagaje cultural, social y económico de nuestros pueblos se muestra poderoso, vivo y sobretodo trascendente pese a estar en posesión, de un octogenario, al que preveían viejo, cansado y analfabeto.
Al final de la novela el joven diputado, borracho, cansado pero sobretodo lúcido se pregunta cómo puede convencer del voto al señor Cayo, cuando en un mundo en el que sólo quedarán ellos dos vivos, él necesitaría para vivir al señor Cayo, y sin embargo, el viejo podría vivir y morir en soledad sin necesidad del joven político urbanita.
Vuelvo a hablar del problema de la España vaciada, como el verdadero y trágico problema territorial de nuestro país, un problema, que como tantos otros, cae una vez más en el olvido. Nadie enarbola las banderas de los pueblos y los campos que se despoblan y se mueren. Nadie ve riqueza, futuro y posibilidades más allá de la última nave, del último polígono de la capital de provincias que se quiera. Y mientras los jóvenes y no tan jóvenes de los pueblos los abandonan llevándose consigo futuro y un acervo cultural enorme.
Para Delibes Castilla, la Castilla la vieja, es la tragedia de eso que llaman España. Despojada, parasitada, abandonada, olvidada, quebrada es la ruda tierra que en su día aglutino a las demás y hoy, y desde hace demasiado tiempo, se ve envejecida, envilecida y desvencijada. Sin futuro viaja por el tiempo desangrándose, perdiendo vida a cada paso, moneda de cambio de caciques, burgueses, nobles, reyes y reinas.

viernes, 15 de marzo de 2019

Emergencia Climática: Todos en vanguardia en lucha contra el cambio clmático





Doce días después de escribir esto hemos tenido la misma climatología, salvo un día de lluvia. Once días anticiclónicos, con variedades térmicas de más de 15º entre la noche y el día llegando a máximas por encima de los 20º. Prácticamente no llueve, menos nieva, y la situación empieza a trasladarse a los hospitales donde la gente ya está un mes antes en las consultas de alergología y atención primaria.
Los incendios forestales vuelven a asolar las resecas montañas asturianas y cántabras en pleno invierno. Mientras en Estados Unidos han sufrido una sucesión de borrascas alimentadas por frío artíco que ha desplomado las temperaturas a sus índices más bajos desde que hay registros. Los tifones e inundaciones se suceden por el sudeste asíatico y en Australia sufren las temperaturas más altas de la historia, superándose semana a semana.
Estas noticias del tiempo ponen negro sobre blanco y una vez más, la evidencia palmaria del cambio climático como proceso derivado del calentamiento global y el efecto invernadero provocados por el hombre y su actividad económica y productiva. Es el uso de hidrocarburos para alimentar el comercio global de transportes de personas y mercancías el principal causante del calentamiento global, con las decisiones políticas en clara línea para mantener su supremacía en el sistema económico que tampoco se discute en términos de sostenibilidad ambiental. Las ganancias de comisionistas, especuladores, lobbistas, sátrapas e inmorales de todo pelaje y condición están por encima del bienestar de las personas y del entorno en el que vivimos.
El uso y abuso de pesticidas y fertilizantes de procedencia química e industrial. Los procesos de deforestación para generar pastos, macro granjas y explotaciones mineras. El predominio de plástico como material de referencia en las relaciones humanas que acaba en los ecosistemas y hábitats, especialmente en el marino. Hábitos de consumo masificados e irracionales. Políticas nulas, entregadas a las empresas privadas, en materia de reciclaje y reutilización. Individualismo exacerbado. Desfilparro del agua dulce… todas ellas son hechos que también degradan el medio ambiente, terminando con incontables especies vegetales y animales en las últimas décadas y poniendo en grave peligro a otras muchas actualmente.
La ONU ha advertido de que la situación se está volviendo irreversible por momentos, que urge ya tomar medidas drásticas para tratar de revertirla y ha aportado datos tanto científicos como sociológicos del impacto que la contaminación provoca en nuestras vidas y en nuestro bienestar, cifrando en más de 800.000 muertes las producidas en España por la contaminación desde el año 1990. 9 millones cada año en todo el mundo.
Por eso, desde hace un tiempo está creciendo la indignación ante no sólo la falta de acción política y empeño en llevar a cabo la Agenda 2030 de la ONU de lucha contra el cambio climático (entre otros muchos temas que vendrían a mejorar la convivencia en nuestro mundo), sino también hacia los pasos atrás de negacionistas, imbéciles como Trump y especuladores con claros intereses económicos que reniegan del cambio climático, doblan apuesta por la quema de hidrocarburos en vez de marcar una agenda de energía verde y además lanzan multitud de mensajes para convencer a la población de que no existe tal emergencia.
En este blog ya he hablado en alguna que otra ocasión de la desazón que me produce ver a la juventud parada, ausente en las disputas y luchas que como clase trabajadora y como colectivo social debemos emprender para mejorar la situación y garantizar un futuro próspero donde la justicia social no sea sólo retórica. Huérfana de liderazgo tras el 15M y los movimientos Occupy del año 2011 hasta que una joven sueca de 16 años llamada Greta Thumberg ha levantado la voz para con aplomo, conciencia y coherencia llamar la atención sobre la problemática del cambio climático y la necesidad de como sociedad, exigir acción política y económica para revertirlo y paliar sus efectos.
El movimiento Fridays for future, nace con un único mandato político, exigir la actuación de las autoridades contra el cambio climático. Pero a su vez en estas semanas a su primera gran movilización global, éste viernes 15 de marzo, ya ha conseguido dos hitos que anticipan el que será su gran e inmediato éxito: Poner el tema medioambiental y la lucha contra el cambio climático en la agenda de los partidos, los medios y las administraciones políticas.
Esos dos hitos a los que me refería son dejar en evidencia a la derecha capitalista negacionista y también a las nuevas posiciones “verdes” dentro del capitalismo como ya han hecho los chalecos amarillos en Francia con Macron y su revisionismo liberal.
Científicos, sociedades y las propias administraciones están demostrando como la mayoría de las emisiones de gases de efecto invernadero (hasta un 63%) las hacen 90 multinacionales por todo el mundo, llegando en Europa hasta un 60% por sólo 5 de ellas. Así se hace incomprensible, además de inmoral, querer hacer que sean las clases trabajadoras a base de impuestos las que paguen la transición ecológica de los emporios empresariales y financieros que se benefician de actividades económicas, efectuadas sin ninguna responsabilidad medioambiental, ni ética.
Por eso es una gran noticia que la juventud se haya levantado con conciencia y sentido de pertenencia por la lucha contra el cambio climático. Esta toma de responsabilidad, éste empoderamiento, es vital para que todos juntos, nos sumemos sin distinciones de bandera a un gran movimiento que a través de la exigencia de políticas contra el cambio climático, conseguir mejorar y dar mayor empaque democrático y de justicia social a las sociedades en las que vivimos.
Con una plataforma como es Fridays for future se puede y se debe lanzar ideas como la nacionalización de la red de transportes, la exigencia de la transición hacia energías verdes, renovables, un mayor reparto equitativo de la tierra, mejorar hábitos de consumo con una educación que favorezca tanto el autoconsumo, como el consumo de cercanía. La reducción de los plásticos. La eliminación y persecución de las prácticas capitalistas de obsolescencia programada. Un urbanismo más racional. Perseguir el abuso del uso del coche privado cuando existen medios de transporte colectivos garantizados por la administración…
Son tantas las medidas y tan necesarias que es una emocionante y magnífica noticia que la juventud se haya erigido en vanguardia por su lucha. Ya vemos como el poder, la oligarquía, no va a hacer nada si no le ponemos en su sitio y se lo exigimos. De hecho, no tienen problemas en negar la palabra a una joven de 16 años en el Europarlamento como pasaba el otro día. Ningunean la convocatoria en sus medios de comunicación. Y siguen cuidándose de lanzar proclamas en clave negacionista o de que ya se están haciendo cosas en la materia.
Frente al conglomerado capitalista que se beneficia de un sistema económico desigual, irracional, hiper financiado y contaminante está la sociedad civil ya en marcha por su futuro y por la sostenibilidad y la salud del planeta. No podemos más que sumarnos y participar activamente, de una vez por todas y conseguir que la lucha contra el cambio climático se convierta en el principal problema que tenemos, porque si no lo paramos ya, millones de personas seguirán muriendo, el dolor y el sufrimiento también llegará a donde nunca había llegado, y el futuro que dejemos a las siguientes generaciones, no será tal porque nos habremos cargado nuestro hogar.

lunes, 11 de marzo de 2019

La Reacción de la Reacción



Necesitábamos, como izquierda y también como sociedad, un chute de optimismo y activación como el que el pasado viernes, 8 de marzo Día Internacional de la Mujer Trabajadora, los millones de mujeres (y también hombres) que salieron a las calles a clamar por la igualdad, a defender lo ya conseguido y a juntarse para avanzar en progreso y prosperidad. Veníamos de unos meses desalentadores; de una semanas agoreras; de un tiempo con un tufo rancio a carcoma y a podredumbre. Y ante esa reacción a la revolución latente e imperecedera que necesita éste país y todo el sistema capitalista, le ha seguido la reacción de quienes saben que no tienen nada que perder.
Ya sabíamos que el movimiento feminista en España es muy potente y que puede presumir de aunar a mujeres de toda condición, especialmente en lo referente a la edad, en una lucha inter generacional sin parangón. Pero la demostración de fuerza, solidaridad y cooperativismo con la que han salido a gritar por el fin del machismo y el patriarcado ante el advenimiento de un proceso reaccionario y de extrema derecha no sólo es un toque a la ilusión por el cambio revolucionario del estado de las cosas; es también, la constatación de que el discurso está en la calle y en un lugar del espectro ideológico, muy a la izquierda de lo que convencionalmente se viene a defender (o atacar) en los medios de comunicación.
Esa demostración de fuerza, empuje y cohesión en materia de derechos, igualdad, conciliación y futuro para todas las mujeres independientemente de sus condiciones han vuelto a pillar a toda la derecha con el pie cambiado. Es la demostración de nuevas generaciones de mujeres que quieren y saben un mundo mejor y con futuro es posible, inevitable, y que saben y quieren que serán todas juntas, desde las más mayores y veteranas hasta las más noveles como se conseguirá. Especialmente alentador me parece el recuerdo y la lucha para las mujeres que viven en el entorno rural, porque de su mejora en igualdad y condiciones vendrá la mejora de nuestro campo y del gravísimo problema territorial que tenemos.
Unidos Podemos y el PSOE han sabido sumarse a tiempo a la ola que puede, y debe, traerles buenos resultados en las próximas convocatorias electorales, pero la derecha, tanto política, como económica sale trasquilada.
PP y Vox desde la extrema derecha quedan como machistas en su calculo de que hay mucho reaccionario anti-8M y anti liberalización de la mujer, siguiendo dictados de una Iglesia católica española particularmente beligerante con éste tema. Ojo, no les falta razón, existen significativos sectores reaccionarios frente a la igualdad entre hombres y mujeres, pero les vamos a dejar sin argumentos y están abocados a la extinción.
Y luego esta Ciudadanos que tratando de bailar en medio de la ciénaga sin marcharse se inventa un cínico “feminismo liberal” en el que el mismo día 8, Albert Rivera presenta acompañado de 5 mujeres pero sin darles la palabra. El liberalismo ya es en sí una opresión y todo ello tratando de conjugar con su plan para legalizar la prostitución o sobre los vientres de alquiler. Parece ser que “feminismo liberal” es esclavizar a las putas con alta de autónomos y poner a parir como conejas a las mujeres sin recursos.
No desentonan en Ciudadanos con algunas de las reacciones que la convocatoria del 8M habían provocado. Mientras para la CEOE la brecha salarial entre hombres y mujeres no se explica por la opresión de los primeros sobre las segundas, las nulas políticas de conciliación familiar y de educación reproductiva y social, sino con frenología, en no pocos medios de comunicación se lanzaba un mensaje de perfil bajo sobre la convocatoria, tratando de desprestigiarla y desmovilizarla desde arriba. Curiosamente, ante el éxito de la jornada, los medios del capital han olvidado estos mensajes. Todo ello mientras la justicia se convierte en cómplice del machismo, del abuso, de la violencia y de la opresión de todas las mujeres.
Pero si estas reacciones han demostrado algo es que la lucha de las mujeres trabajadoras no sólo son justas, inaplazables, sino además de buen provecho e interés general. Comprobar el miedo, el pánico desatado, en las cúpulas empresariales, en los altos despachos de las redacciones de los medios convencionales y en las direcciones de los partidos del tripartito de extrema derecha español, es a su vez, confirmar que valoran la importancia de los cambios a conseguir y que están decididos a combatirlos e impedirlos.
Una ola femenista como la que ya está instalada en España y en buena parte del globo es trascendente. Y vital. Ante el avance de posiciones fascistas se hace necesaria un empoderamiento colectivo como el demostrado el pasado 8 de marzo. Y formar parte de él apoyando sin querer ser protagonista a mi pareja, a mi madre, a las mujeres del mundo, me enorgullece. Porque las protagonistas son ellas.
Porque el feminismo no excluye. No es sectario. Sólo se excluye el que quiere. Por eso se llenaron hasta reventar plazas, calles y avenidas el pasado viernes. Y mientras se maten mujeres por el hecho mismo de serlas; se torturen a mujeres por ser consideradas propiedad de los hombres seguirá siendo necesaria la lucha feminista desde un punto de vista libertario e igualitario.
Y quiero remarcar el carácter trabajadora del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, porque las mujeres no cobran menos porque tengan menos educación, o porque voluntariamente trabajen en sectores con contratos a tiempo parcial en sectores precarios y mal pagados. Si las mujeres cobran menos y soportan más precariedad que les impide tener vidas con mayor y mejor dignidad es porque existe el machismo y porque además es un gran negocio para el capital.

Por eso el formato de huelga es tan importante. Huelga de cuidados para dejar claro que sin la labor, casi siempre no remunerada, de las mujeres, el sistema capitalista se detendría porque siempre están listas y dispuestas a realizar tareas que el propio capitalismo no cubre, porque no las considera rentables. Huelga de consumo, porque hay que hacer daño en los ingresos que las patriarcales patronales contabilizan. Y huelga laboral. Sobre la que siempre caen los lugares comunes y equívocos interesados para ponerla en jaque, pero que subyace como fundamental para demostrar la pujanza de la mujer en la economía y su trabajo como pilar del sistema, del que infravalorándolo sacan jugosas cuantías los opresores.
Soy hombre y por lo tanto, aunque no quiera, machista. Tengo dejes patriarcales, convenciones mentales y sociales que favorecen comportamientos de pensamiento, palabra y acción que me avergüenzan y contra los que lucho cada día. Y si para poder vencerlos, domarlos y erradicarlos frente a una cultura de dominación del hombre sobre la mujer, me tengo que declarar feminazi, lo hago, como ha hecho Iñaki Gabilondo, sin ningún tipo de pudor ni alergia. Las buenas personas solamente con ver quien está en cada bando saben dónde situarse y desde dónde ayudar y aportar.

lunes, 4 de marzo de 2019

Buen tiempo o mal tiempo



Marzo ha empezado con temperaturas diurnas, de media 12 grados superiores a lo habitual -con topes de hasta 17 grados, para llegar a los 30 en Valencia ayer domingo-. Febrero marcó esta senda durante los 28 días que duró. Y también enero tuvo una amplía mayoría de días soleados con una amplitud térmica (diferencia entre la temperatura máxima diurna y la máxima nocturna) superiores a los 10 grados de media (casi 5 más de lo habitual).
En total desde que comenzó el invierno en el centro peninsular ha habido 40 días predominantemente de sol, dejando sólo en seis los días lluviosos y con un balance de temperaturas entre 7 y 8 grados superiores de media a lo marcado desde que se recogen registros.
Y las nevadas, tan necesarias e importantes, no han hecho su aparición ni siquiera en alta montaña. A menos de que en las próximas semanas ocurra otro hecho extraordinario en la climatología de nuestro país, y bajen las temperaturas y haya precipitaciones, como para que nieve en marzo o abril, lo que no ha nevado en enero y febrero, nos encontraremos a las puertas del verano con los pantanos muy por debajo de la media. Y todo ello, mientras se riega y no se trabaja desde las administraciones para controlar el consumo de reservas hídricas.
Lo más acojonante de todo es que me veo en la necesidad de escribir para denunciar la falta de escrúpulos, sensibilidad y ética periodística de quienes ante un panorama como el que tenemos emplean expresiones como “buen tiempo” para describírnoslo, mientras hacen conexiones a playas y terrazas atestadas de gente.
En una llamada al consumismo, los medios del capital lanzan sin reservas el mantra de que con sol y veinte grados, independientemente del momento del año, es “buen tiempo”. Si llueve y hace frío es “mal tiempo”.
No se analiza si estamos en verano o invierno, si el agua de lluvia o nieve es necesaria o si vamos sobrados -nunca nos sobra el agua-. Si que en febrero ya haya frutales ya floridos, o que en marzo los insectos reaparezcan porque las temperaturas son peligrosamente altas. No se estudia si estos cambios climáticos, fruto del calentamiento global y del antropocentrismo que lo ha provocado, puede ser muy negativo en un corto plazo de tiempo, contra más al medio o al largo.
El simplismo del mensaje es tan contundente que no haría falta sumar imágenes de un puerto de montaña en pleno temporal de nieve o de playas llenas de gente en febrero, o de terrazas sirviendo cervecitas bien frías. Pero por si acaso, por si fuera necesario, podemos mandar a una becaria, con un gorrito mono al puerto de Pajares o al de Navacerrada hacer una conexión en directo, mientras nieva, o ver el espesor alcanzado mientras trata de sacar la pierna en una conexión absolutamente irrelevante.
Pero NO. Buen tiempo no es que en invierno tengamos una sucesión de días con más de 20 grados y sin caer una gota. De hecho, es muy mal tiempo y es un aviso grave para que nos tomáramos en serio el cambio climático y las acciones y actitudes que tenemos a la hora de consumir, de desplazarnos, de vivir.
Ya sabíamos que no se puede esperar nada de los medios del capital, y particularmente de los informativos televisivos, pero un poco de rigor y contextualización sobre lo que nos viene encima no estaría de mas.
Hablar, hoy, 4 de marzo, de buen tiempo cuando hace 16º en Toledo, cuando lleva sin llover más de un mes, y cuando ayer, se alcanzaban los 22º es sinónimo o de estupidez, o de cavar en el subconsciente del ciudadano la idea de que hay que desear esta sucesión de días anticiclónicos por encima del necesario frío y la imprescindible lluvia para el buen funcionamiento del planeta. Por no hablar de la total ausencia de heladas durante este año en el centro penínsular, fenómeno de singular belleza paisajística y de dramática importancia climática. Por un lado prohíben la aparición de insectos y plagas en las cosechas (aunque sin son muy severas o continuadas pueden provocar daños en esas mismas cosechas). Y por el otro lado ayudan a regular los procesos hídricos en los ecosistemas, garantizando de entrada, la permanencia del agua dulce en estado sólido, en nieve o hielo, durante más tiempo, favoreciendo así la permanencia de las reservas.
Sin agua y sin frío en su momento los ciclos naturales de los ecosistemas y biotipos se alteran hasta límites insospechados; hacía zonas oscuras en las previsiones y datos científicos. Imaginemos por un instante que a la temprana proliferación de insectos le sigue una época más fría, por la que no terminan de desarrollarse en la cantidad necesaria para la polinización de los campos, de los que depende la alimentación humana y el sustento de no pocas familias. Ni que decir tiene que a éste buen tiempo, de paseos por la playa y de sobremesas en terrazas, le seguiría una época de terribles sufrimientos, quizás cambios productivos, algaradas, disturbios y por qué no revoluciones. Y si se alargarán de continúo en el tiempo, estos cambios climáticos traerían un cambio en la vida del planeta, y no tiene vista de que fuera positivo para la raza humana.
Me gustaría que está humilde entrada sirviera de llamamiento para los periodistas y las redacciones que lanzan mensajes tan simples y a la vez equivocados sobre nuestro hábitat. También, a nosotros mismos, como consumidores de estos espacios para reflexionar sobre lo que nos dicen, en todos los ámbitos, pero especialmente en lo que atañe a la climatología, la ecología y el bienestar de nuestro planeta.
Puede parecer infantil creerse un mensaje de buen tiempo o mal tiempo, pero es nuestro deber conocer cómo funciona nuestro planeta; cómo son los ciclos de la vida, del mismo, empezando por el del agua; adquiriendo la conciencia crítica para discernir sobre mensajes tan simplistas; y también consiguiendo hacer nuestros los hábitos, tanto de consumo, como reivindicativos para defender, con un nuevo modelo, el bienestar de nuestro planeta y las condiciones que han permitido la vida tal y como la conocemos.
De ello depende, el futuro pero cada vez más, el presente.



miércoles, 20 de febrero de 2019

Lo que nos jugamos en los próximos cuatro meses



Ya estamos en tiempo de descuento de la décimo segunda legislatura de la democracia española. Pedro Sánchez convocaba elecciones generales para el 28 de abril tras ver como la derecha, tanto independentista catalana, como ultranacionalista española, se aliaban para tirar abajo los presupuestos de 2019.
Es una decisión coherente y acertada. Más aún al no hacerla coincidir con el ya saturado domingo 26 de mayo, de municipales, autonómicas y europeas. Hago aquí un alto en el camino para indicar lo positivo de separar todo proceso electoral, más allá de demagogias, cansancios y estúpidos alegatos hacia el ahorro. Todo espacio electivo debería de tener su momento para el debate, la proposición y el análisis otorgándole por lo tanto, la importancia necesaria para que el electorado acudiera a votar con su decisión reflexionada. Pero claro, eso supondría tomarse la democracia en serio y a los ciudadanos como seres adultos, algo que en éste ente administrativo llamado España, se antoja, poco menos que imposible.


Pedro Sánchez no ha podido alargar más su gobierno tras la moción de censura del pasado junio y convoca elecciones mientras el PP se sigue desangrando por su sistemática corrupción, y por como pierde sus votos más extremos, que van a parar a Vox (en su mayoría, aunque también pesca en Cs). Una derecha fragmentada es una gran noticia aunque ya sabemos, era evidente, que en caso de necesitarlo se aliarían sin problemas.
Tampoco es que la izquierda se muestre en una candidatura unida y decidida a esconder diferencias para centrarse en las coincidencias, que vienen a ser hacer de este ajado país un lugar digno donde vivir. Dependiendo de las circunscripciones y el ámbito de decisión, nos podemos encontrar con multitud de candidaturas para todos aquellos que hemos marchado de lo marcado por las direcciones de Podemos e Izquierda Unida. Pero así, corremos el riesgo de perder cientos de miles de votos por no llegar a los umbrales mínimos de resultado, por lo que más allá de egoísmos varios, tacticismos y filias y fobias personales, la necesidad de una candidatura estatal, de izquierdas que aunará todo el voto de nuestro espectro ideológico (comunista, anti-capitalista, socialdemócrata, federalista, ecologista, feminista, pro derechos sociales, pro derechos humanos y sobretodo antifascista) en cada una de las elecciones y de las circunscripciones resultaría vital. Más ahora que redobla cabalgada, el fascismo.


En cuatro meses, España va a renovar la totalidad de sus representantes políticos (salvo la jefatura del Estado, ejem, ejem) y el escenario que se presenta esta marcado por la incertidumbre, dentro de la crisis de régimen que vivimos en los últimos años.
La crisis territorial sigue marcando la agenda mediática y por lo tanto política del estado, enfrentando dos aspiraciones, la de la búsqueda de una solución dialogada o pactada o la vía de la represión, la violencia y el miedo. Ambas se han conjugado para generar un clima de confrontación asfixiante que en la práctica estos últimos años ha dejado un país ingobernable, incapaz de aupar gobiernos y mayorías sostenibles, sobretodo desde la izquierda. Enfrente, con el ejemplo andaluz, vemos lo que puede pasar.
Al tiempo que caían los presupuestos de Sánchez (y de Iglesias) se iniciaba el juicio-farsa al procès. En el banquillo de los acusados los líderes políticos y sociales de la burguesía catalana que se auto proclamaron estandarte del movimiento ciudadano por la auto determinación surgido en 2012, tras el cierre que el mismo Tribunal Supremo, de mayoría conservadora, dio al Estatut que en 2006 refrendó la mayoría de la ciudadanía catalana y que fue denunciado por los intereses privados y electorales del PP.
A la escalada en las declaraciones, los referéndum, los ultimátum, la violencia institucional, la movilización ciudadana, la huida, los presos, los chantajes, las emociones, las banderas, la represión y el abuso de poder vía 155 les ha seguido el deterioro colosal de todo el edificio democrático del país, empezando por sus acuerdos territoriales y el encaje de las naciones que forman parte de España.

Catalunya cierra otros debates y la crisis territorial se encierra en torno al procès, mientras se agudiza cada día, la verdadera crisis y drama territorial del estado español: La despoblación y la España vacía. Las posibilidades de vida en el mundo rural empeoran año a año, mientras más población, eminentemente joven, emigra a la ciudad (Madrid casi siempre) o al extranjero haciendo cada vez más insostenible el desarrollo de los pueblos y poniendo trabas cada vez más grandes al sector primario y al desarrollo del patrimonio natural que debían ser potencialidades nítidas de la economía patria. Esto, como digo, parece que a nadie le importa, pero el próximo domingo 31 de marzo, tenemos una cita en Madrid en la Manifestación por la España vaciada, todos aquellos quienes deseamos un mundo rural vivo y con futuro.
Diez años después del estallido de la estafa, llamada crisis, los beneficios empresariales y datos macroeconómicos están en los niveles previos. Sin embargo, la fractura social es colosal. El desempleo sigue en torno al 25%, los salarios han perdido un tercio de su poder adquisitivo, el ahorro en las clases trabajadoras es quimérico, la precariedad laboral ha llegado para quedarse, vuelve a ser imposible tener una casa -en propiedad, o en alquiler- para la mayoría de la población, los recibos de suministros son un atraco cada mes en tu buzón, y los servicios públicos (sanidad, educación y servicios sociales) siguen degradándose convirtiendo el patrimonio de todos en ganancia de unos pocos. La pobreza se enquista, en especial, la pobreza infantil y de nuestros mayores, y las perspectivas de futuro caen en picado, al tiempo que el mayor talento del país emigra buscando un porvenir.
Los problemas económicos y sociales derivados han agudizado otras graves taras del sistema político español, como su endeble estado autonómico, la jefatura del estado, o un ejército y poder judicial que no hicieron una transición de la dictadura fascista a la democracia.
La idealizada transición supuso en su momento un cierre en falso de la dictadura franquista y después, con la ayuda de la entrada en la UE se estabilizó el estado a coste de perder industria y funcionariado. Se hace evidente, que antes o después, éste país, tendrá que tomar sus propias decisiones con respecto a su pasado, su convivencia y su futuro, y deberá hacerlo de forma democrática, garantista y progresista en defensa de los derechos humanos.


Ante esta situación de descalabro, de ruptura social, los partidos políticos viven una situación de derrumbe interno. Los dos polos del bipartidismo, PP y PSOE, siguen su cuesta abajo fruto de su común corrupción e incapacidad, y no atisban una mejora ahora que lo pueblan los y las que han crecido en la propia endogamia de cada partido.
Ambos padecen su tibieza e injusticia en las medidas para hacer frente al desastre provocado por la avaricia en lo que llamaron crisis económica. Los ajustes y la austeridad provocaron la reacción de cientos de miles de indignados que salíamos a las calles con ganas de recuperar la justicia social y con ella, nuestro país. Tiempo después, muchos acabaron formando Podemos como opción política desde la izquierda, frente a una nueva derecha liberal, denominada Ciudadanos.
El nuevo escenario electoral ha dejado estos últimos años una etapa de incertidumbre dejando dos cosas claras: por un lado una sucesión de gobiernos y pactos poco sostenibles basados en coaliciones políticas inestables. Y, lo segundo, y más doloroso, un silencio a toda propuesta política que venga a pedir más justicia y a denunciar los errores y fallos sistémicos de un capitalismo de amiguetes que hace agua, y de un estado fallido cuya convivencia se derrumba.
Estos nuevos estandartes del neo-reformismo, Ciudadanos y Podemos, caen víctimas del cainismo interno y de estructuras oligárquicas, sin dar respuesta al principal mandato que les dio la ciudadanía cuando surgieron: renovar y recuperar la política, y la toma de decisiones, para la gente de a pie.
Especialmente significativa es la crisis que vive Podemos, desmoronándose a cada territorio y momento, y siendo retransmitido en directo y ultimísima hora por los medios del capital, que lógicamente los tenían en su punto de mira.


Sin duda la crisis catalana ha supuesto un desgaste para todos los partidos, pero ninguno como el que está sufriendo Podemos, que desde un primer momento aceptó una posición equidistante que le ha hecho ser visto con recelo tanto por la intransigencia centralista de Madrid, como por los demócratas, catalanes o no, que no entienden que tras la violencia estatal del 1 de octubre, no les apoyarán con mayor fuerza.
Podemos está ya lejos de aquel proyecto de ruptura, profundamente horizontal en el que tuvieron hueco muchas buenas gentes de izquierdas, y también un buen puñado de listos con ganas de medrar con la política como excusa. Al tiempo que se viraba ideológicamente hacia el centro, las decisiones se tomaban más en la camarilla de la Complutense, bajo el ordeno y mando de Iglesias, quedando todo como es lógico, mucho más expuesto a los medios.
Fruto del fallido estado autonómico españistaní es el centralismo mediático que vivimos con Madrid, donde todo lo que pase en la capital del país, es noticia “importantísima” hasta en el último pueblo del pirineo aragonés, o en la última comarca transfonteriza extremeña. Un ejemplo de esto, es como se ha utilizado por parte de los medios del capital, la guerra interna en la cúpula de Podemos para debilitar a todo el aparato político nacional, y de paso a sus confluencias. Que si Carmena, que si Errejón, que si Espinar, que si Montero o que si Iglesias… demasiados nombres e intereses personales por encima de un proyecto político que con sus errores debía de servir para enraizar una confluencia activa de toda la izquierda, porque más allá de las tibias diferencias -sobretodo si dejamos atrás los intereses y los odios personales- nos une el ansía por hacer de España una democracia con mayor justicia social y con un porvenir.
Podemos, vivió su gran momento electoral en las Europeas de 2014, con la famosa papeleta en el que el logo del partido era la cara de Pablo Iglesias. Desde entonces mucho ordeno y mando desde arriba, y mucho edulcorante tanto en la oposición como en las administraciones que han regido, pero sin atacar directamente a un capitalismo depredador que nos está hundiendo en la miseria.
Podemos, junto a Izquierda Unida, se han integrado en un estado de las cosas para tratar de regenerar el Régimen del 78 y traer un capitalismo de rostro humano desde las instituciones, sin presencia en el conflicto y con las calles despejadas para manifestaciones de ultraderecha. No se plantea una ruptura anticapitalista, mientras las condiciones de vida de la gente se destrozan, convirtiéndonos en esclavos y lacayos.
Así, con las calles paradas y jugando los debates que el poder quiere que jueguen, Podemos ha perdido buena parte del poder de su emergencia. Han caído sus apoyos y ha crecido un pesimismo entre muchos de quienes participaron directamente allí, o antes, lo hicimos en el 15M.




Éste estado de derrumbe de todos los partidos contrasta con los grandes beneficiados, el partido de ultra derecha Vox, que recibiendo un apoyo mediático brutal, sin precedentes para un partido sin representación alguna, crece exponencialmente mes a mes. Con su ideario populista, reaccionario y fascista ataca a todo lo que remueve la trasnochada visión de la España franquista que mantienen. Mujeres, colectivos LGTBI, disidentes políticos, inmigrantes,… todos estamos en su objetivo y en sus medidas como liquidar el estado de las autonomías, reafirmar el compromiso neoliberal en desmantelar el estado de bienestar y los servicios sociales y atacar y denigrar a mujeres, por lo que son abiertamente obstáculos para dar una salida ordenada, pacífica y dialogada a la crisis sistémica que sufrimos como país.


Todo esto habrá que ver como se adecua al tablero electoral, primero en clave nacional, con las circunscripciones provinciales; más tarde en las autonómicas y municipales, y también con especial interés aritmético en las europeas y su suscripción única.
Durante años a la izquierda alternativa nos han atemorizado con el voto útil que al final nos llevó a un sistema en la práctica bipartidista. Era un cuento en el que venía el lobo y si votábamos a la izquierda del PSOE, nuestros votos se perderían como lágrimas en la lluvia, mientras la derecha se llevaba los diputados. El asusta viejas, más allá de las grandes ciudades, y en especial Madrid, funcionó con precisión y se repitió en la anterior fase del desmoronamiento del régimen del 78: El período tras el 15M hasta el 1 de Octubre de 2017.
Durante esas múltiples elecciones, Podemos o Unidos Podemos no ha podido rascar diputados en las provincias de la España rural, y el PSOE ha perdido poder que ha ido a parar casi siempre a Ciudadanos. O lo que es lo mismo al PP.
Sin embargo, aquí y ahora en plena atomización de candidaturas, en especial y como siempre en la izquierda, la vieja historia para no dormir que nos atormentaba durante tantos años no es tenida en cuenta por gurús y tertulianos de tres al cuarto en los medios del capital, que interpretan los resultados de sondeos y encuestas con el ánimo indeleble de generar estados de opinión y certezas en la mente del votante.
Parece que la cantada dispersión del voto de derecha, que en conglomerado tanto liberal como fascista se aglutinaba en el PP, no va a trastocar la dolorosa mayoría conservadora y reaccionaria que nos oprime y detesta. Se lanza la idea de que no se perderán papeletas en el camino de los recuentos y aplicaciones del Sistema d'Hondt y que como ya hemos visto en Andalucía se podrán reunir a la hora de pactar y repartirse funciones y lo más importante para ellos, la pasta.
Pues bien, que quieren que les diga. Si en un escenario de confrontación tan grande y polarizada, las terceras y en ocasiones segundas, opciones de voto dentro de un perfil ideológico consiguen representación, nos habrán estado engañando todos estos años. No me puedo creer que en una provincia donde se repartan 4 ó 5 escaños, Vox como tercera fuerza de la derecha rasque uno, sin que antes sea Unidos Podemos sea el que se lo lleve. Es aritmética-mente y sociológicamente imposible, con el país dividido en dos mitades, que tres fuerzas de un mismo espacio político consiguieran representación en una circunscripción, sin que eso no suceda en el espacio contrario.
El único escenario que abriría tal escenario sería una desmovilización colosal del votante progresista, algo que visto lo sucedido en Andalucía y en las algaradas que esta ultra derecha lanza, se antoja improbable.


Una cosa es segura. Si el domingo 28 de abril y después el domingo 26 de mayo, las personas decentes, que amamos este país y que queremos que crezca, mejore y se convierta en un lugar mejor donde vivir, nos quedamos en casa, volveremos al pasado, a la oscuridad. Pondremos todo nuestro patrimonio (natural, cultural, mental) y todo nuestro talento en las garras de quienes nos han oprimido desde el principio de los siglos. Si después de éste macro-proceso electoral nos plantamos con múltiples mayorías de derechas, tendrán carta blanca para reprimir y para desmantelar lo poco que queda de país y que además lo vertebra realmente: sus servicios públicos. Y con nuestros derechos, harán negocio, no lo dudéis.
El futuro está en nuestras manos y en las decisiones que tenemos que tomar. Por lo pronto, la primera, la más inmediata es permanecer informados y hacerlo de manera pro activa, buscando múltiples canales y medios, evitando la persuasión y los bulos y noticias falsas.
Un voto bien ponderado e informado es un arma poderosa para cambiar el mundo. No lo perdamos.
Y otra cosa también es evidente. A la izquierda de Podemos (y por supuesto, del PSOE) hay un espacio enorme para la dignidad de la gente, del trabajador y trabajadora, de la mujer, y de la naturaleza y el patrimonio. Y es ahí, y desde ahí, donde tendremos que defender nuestros derechos, libertades y futuro. Es el tiempo de participar -en mi caso, volver a participar- y empoderarse para cambiar éste país -y mundo- que se van hacia el desastre sin remisión.

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