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lunes, 11 de marzo de 2019

La Reacción de la Reacción



Necesitábamos, como izquierda y también como sociedad, un chute de optimismo y activación como el que el pasado viernes, 8 de marzo Día Internacional de la Mujer Trabajadora, los millones de mujeres (y también hombres) que salieron a las calles a clamar por la igualdad, a defender lo ya conseguido y a juntarse para avanzar en progreso y prosperidad. Veníamos de unos meses desalentadores; de una semanas agoreras; de un tiempo con un tufo rancio a carcoma y a podredumbre. Y ante esa reacción a la revolución latente e imperecedera que necesita éste país y todo el sistema capitalista, le ha seguido la reacción de quienes saben que no tienen nada que perder.
Ya sabíamos que el movimiento feminista en España es muy potente y que puede presumir de aunar a mujeres de toda condición, especialmente en lo referente a la edad, en una lucha inter generacional sin parangón. Pero la demostración de fuerza, solidaridad y cooperativismo con la que han salido a gritar por el fin del machismo y el patriarcado ante el advenimiento de un proceso reaccionario y de extrema derecha no sólo es un toque a la ilusión por el cambio revolucionario del estado de las cosas; es también, la constatación de que el discurso está en la calle y en un lugar del espectro ideológico, muy a la izquierda de lo que convencionalmente se viene a defender (o atacar) en los medios de comunicación.
Esa demostración de fuerza, empuje y cohesión en materia de derechos, igualdad, conciliación y futuro para todas las mujeres independientemente de sus condiciones han vuelto a pillar a toda la derecha con el pie cambiado. Es la demostración de nuevas generaciones de mujeres que quieren y saben un mundo mejor y con futuro es posible, inevitable, y que saben y quieren que serán todas juntas, desde las más mayores y veteranas hasta las más noveles como se conseguirá. Especialmente alentador me parece el recuerdo y la lucha para las mujeres que viven en el entorno rural, porque de su mejora en igualdad y condiciones vendrá la mejora de nuestro campo y del gravísimo problema territorial que tenemos.
Unidos Podemos y el PSOE han sabido sumarse a tiempo a la ola que puede, y debe, traerles buenos resultados en las próximas convocatorias electorales, pero la derecha, tanto política, como económica sale trasquilada.
PP y Vox desde la extrema derecha quedan como machistas en su calculo de que hay mucho reaccionario anti-8M y anti liberalización de la mujer, siguiendo dictados de una Iglesia católica española particularmente beligerante con éste tema. Ojo, no les falta razón, existen significativos sectores reaccionarios frente a la igualdad entre hombres y mujeres, pero les vamos a dejar sin argumentos y están abocados a la extinción.
Y luego esta Ciudadanos que tratando de bailar en medio de la ciénaga sin marcharse se inventa un cínico “feminismo liberal” en el que el mismo día 8, Albert Rivera presenta acompañado de 5 mujeres pero sin darles la palabra. El liberalismo ya es en sí una opresión y todo ello tratando de conjugar con su plan para legalizar la prostitución o sobre los vientres de alquiler. Parece ser que “feminismo liberal” es esclavizar a las putas con alta de autónomos y poner a parir como conejas a las mujeres sin recursos.
No desentonan en Ciudadanos con algunas de las reacciones que la convocatoria del 8M habían provocado. Mientras para la CEOE la brecha salarial entre hombres y mujeres no se explica por la opresión de los primeros sobre las segundas, las nulas políticas de conciliación familiar y de educación reproductiva y social, sino con frenología, en no pocos medios de comunicación se lanzaba un mensaje de perfil bajo sobre la convocatoria, tratando de desprestigiarla y desmovilizarla desde arriba. Curiosamente, ante el éxito de la jornada, los medios del capital han olvidado estos mensajes. Todo ello mientras la justicia se convierte en cómplice del machismo, del abuso, de la violencia y de la opresión de todas las mujeres.
Pero si estas reacciones han demostrado algo es que la lucha de las mujeres trabajadoras no sólo son justas, inaplazables, sino además de buen provecho e interés general. Comprobar el miedo, el pánico desatado, en las cúpulas empresariales, en los altos despachos de las redacciones de los medios convencionales y en las direcciones de los partidos del tripartito de extrema derecha español, es a su vez, confirmar que valoran la importancia de los cambios a conseguir y que están decididos a combatirlos e impedirlos.
Una ola femenista como la que ya está instalada en España y en buena parte del globo es trascendente. Y vital. Ante el avance de posiciones fascistas se hace necesaria un empoderamiento colectivo como el demostrado el pasado 8 de marzo. Y formar parte de él apoyando sin querer ser protagonista a mi pareja, a mi madre, a las mujeres del mundo, me enorgullece. Porque las protagonistas son ellas.
Porque el feminismo no excluye. No es sectario. Sólo se excluye el que quiere. Por eso se llenaron hasta reventar plazas, calles y avenidas el pasado viernes. Y mientras se maten mujeres por el hecho mismo de serlas; se torturen a mujeres por ser consideradas propiedad de los hombres seguirá siendo necesaria la lucha feminista desde un punto de vista libertario e igualitario.
Y quiero remarcar el carácter trabajadora del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, porque las mujeres no cobran menos porque tengan menos educación, o porque voluntariamente trabajen en sectores con contratos a tiempo parcial en sectores precarios y mal pagados. Si las mujeres cobran menos y soportan más precariedad que les impide tener vidas con mayor y mejor dignidad es porque existe el machismo y porque además es un gran negocio para el capital.

Por eso el formato de huelga es tan importante. Huelga de cuidados para dejar claro que sin la labor, casi siempre no remunerada, de las mujeres, el sistema capitalista se detendría porque siempre están listas y dispuestas a realizar tareas que el propio capitalismo no cubre, porque no las considera rentables. Huelga de consumo, porque hay que hacer daño en los ingresos que las patriarcales patronales contabilizan. Y huelga laboral. Sobre la que siempre caen los lugares comunes y equívocos interesados para ponerla en jaque, pero que subyace como fundamental para demostrar la pujanza de la mujer en la economía y su trabajo como pilar del sistema, del que infravalorándolo sacan jugosas cuantías los opresores.
Soy hombre y por lo tanto, aunque no quiera, machista. Tengo dejes patriarcales, convenciones mentales y sociales que favorecen comportamientos de pensamiento, palabra y acción que me avergüenzan y contra los que lucho cada día. Y si para poder vencerlos, domarlos y erradicarlos frente a una cultura de dominación del hombre sobre la mujer, me tengo que declarar feminazi, lo hago, como ha hecho Iñaki Gabilondo, sin ningún tipo de pudor ni alergia. Las buenas personas solamente con ver quien está en cada bando saben dónde situarse y desde dónde ayudar y aportar.

jueves, 9 de marzo de 2017

El deporte de élite femenino en #Españistan


La selección femenina de baloncesto, celebrando su medalla de Plata en los JJOO Rio 2016

La selección está jugando el europeo”.
Sí, has oído bien. Puede que la selección está jugando y tú no te hayas enterado. Los bares no sacan pantallas gigantes a las terrazas, no hay anuncios televisivos protagonizados por las estrellas del equipo, los supermercados no ofertan merchandising, y ni siquiera vemos los balcones adornados con banderas. Por si fuera poco, seguramente, la selección está compitiendo a un muy buen nivel, está ganando, ha pasado a cuartos de final invicta, pero no se oyen petardos ni la gente se baña en las fuentes. 
¿Qué es lo que pasa?
"Es baloncesto, no es fútbol". “O balonmano”. “Es natación sincronizada o gimnasia rítmica”.
"Sí, pero 'los chicos de oro' llenaron la plaza de Colón cuando ganaron el mundial en Japón".
"Es la selección femenina".
"Haber empezado por ahí".


Selección femenina, hay que decirlo todo, que si no puede dar lugar a confusión. La selección de baloncesto, de fútbol, o de balonmano; el deporte sin "apellido" siempre es el practicado por hombres. Consideramos necesario colocar un adjetivo detrás si las que juegan son mujeres. El deporte masculino es el universal, el bueno, el de verdad, no necesita presentaciones. El femenino es una excepción y por eso hay que especificar.
Sabemos que quien destaca en un deporte se convierte en referente, en un ejemplo a seguir para niños y jóvenes que buscan alguien a quien parecerse. Seguro que eres capaz de nombrar tres o cuatro grandes deportistas de diferentes disciplinas, aunque no sean tu preferida. Y seguro que los primeros que se te vienen a la mente, sin pensarlo mucho, son hombres. Encontrar un referente femenino cuesta más, una niña que empieza a jugar y a ver baloncesto conocerá a Juan Carlos Navarro, Pau Gasol o Sergio Llull de manera casi inmediata, porque todas las semanas podemos ver algún partido de ellos. Para conocer a Alba Torrens, Marta Xargay, Silvia Domínguez, estas tienen que llegar a clasificarse para algún campeonato internacional y que alguna televisión haga un hueco en su parrilla.


Y es que no es noticia. A pesar de los logros alcanzados en europeos, mundiales y olimpiadas, el deporte femenino ocupa una columna en un periódico, treinta segundos en la radio, una imagen al final del telediario o una franja horaria nocturna en algún canal secundario. Los medios de comunicación siguen ejerciendo un papel muy importante en la opinión de la sociedad, y las decisiones que toman sobre los contenidos que incluyen y la relevancia que les adjudican son determinantes a la hora de hacer que un tema esté de actualidad, que hablemos de ello con los vecinos en el ascensor o al llegar al trabajo. Sin repercusión mediática, el deporte femenino es invisible. Y si es invisible es muy difícil que una niña vea que se puede llegar alto, que con esfuerzo y constancia nosotras también podemos lograr grandes hazañas.
Siempre hay excepciones. Carolina Marín y Mireia Belmonte han saltado a las portadas llegando al máximo nivel de sus respectivos deportes, han conseguido escalar el muro, desplazando noticias muchísimo menos relevantes pero que están protagonizadas por hombres. Pero ningún medio informa sobre cómo ha sido el entrenamiento previo a la competición de Mireia, o si Carolina ha tenido problemas físicos, algo a lo que estamos acostumbrados cuando se trata de deporte masculino. Por eso, aun en casos excepcionales como los de estas dos portentos, el deporte femenino sigue relegado a un segundo plano.
Es más, en multitud de ocasiones, “la noticia del día” referente a estas deportistas, u otras, del brillante panorama polideportivo femenino en España, son sus relaciones, sus parejas, o sus fotos en bikini en un descanso o en su tiempo de ocio. Y estamos hablando de medios, periódicos, supuestamente deportivos, que no pasan de ser gacetillas forofas de Madrid o Barça, según sea la localización de la redacción, o tertulias “salvamizadas” de fútbol protagonizadas por hinchas garrulos acompañados de alguna mujer florero.
Frente a esta realidad que atormenta al deporte patrio, esta el día a día de todos y todas los deportistas que trabajan en silencio durante toda su vida para un momento, una calificación, una final que a lo mejor distrae la atención colectiva durante unos pocos minutos al año.
Si está realidad colectiva del deporte español es dolorosa para nuestros atletas masculinos, lo es mucho más para nuestras mujeres deportistas. Ellas además de esta discriminación, sufren la del adjetivo del principio de este artículo: la femenina.
Al igual que el resto de mujeres en sus ámbitos laborales o personales, las mujeres deportistas sufren discriminaciones y desigualdades que van desde el acceso a menores en número y cuantía becas deportivas; la dificultad extrema para compatibilizar la vida diaria, los entrenos, la competición y la posibilidad de ser madre, una situación común a la vida de la mujer, en cualquier profesión. Y además, tienen que luchar para que su mínima exposición a los medios no se convierta en una caricatura o en una llamada de atención al onanismo.
Ayer fue 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Como cada año, miles de mujeres (y hombres) salimos a las calles a reclamar igualdad de derechos entre hombres y mujeres, justicia social y acabar ya con una política firme de Estado con el machismo, el heteropatriarcado y la violencia doméstica.
Y mientras caminábamos, pensaba en la oportunidad que estamos perdiendo como sociedad, para a través del deporte, y el talento, descaro, trabajo y fenomenal ejemplo de nuestras deportistas, educar en valores de emancipación femenina, e igualdad, respeto y tolerancia hacia la mujer, tanto en el mundo laboral, como en el social y el afectivo.
Debemos de exigir que el deporte femenino tenga su espacio, amplio, consecuente y trabajado en los espacios de información y retransmisión deportiva. Ampliando las disciplinas y los eventos, como por supuesto en el deporte masculino que no es fútbol de Madrid y Barça.
Sólo así, de esta manera, el deporte, ayudará a la concienciación y la educación en valores y respeto e igualdad, tanto por exponer la práctica deportiva como una forma de enriquecimiento personal tanto a hombres, como mujeres, así como para mostrar la inmensa capacidad de las mujeres para lograr el éxito en todo lo que se propongan y provocar, como han hecho en cada momento de la historia, el avance como sociedad.

miércoles, 8 de marzo de 2017

8 de marzo: Día de la Mujer Trabajadora. Reivindicativo y festivo para acabar con la desigualdad, la violencia y la precaridad



Desigualdad, precariedad, discriminación y violencia son las palabras que definan la situación de la mujer en este 8 de marzo, un año más, Día Internacional de la Mujer, Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Desigualdad con respecto a los hombres, precariedad en el trabajo -el desempleo, el empleo temporal y a tiempo parcial y la precariedad laboral le afecta más que a los hombres- discriminación para acceder a puestos de responsabilidad y la violencia de genero que en este comienzo de año esta alcanzando cotas inimaginables.
Algunos datos ejemplificares de la brecha y la desigualdad laboral de las mujeres:
  • 11 puntos en la tasa de actividad, el 53,41% para las mujeres frente al 64,50% de los hombres.
  • 3 puntos en la tasa de paro, 20,36% mujeres 17,34% hombres.
  • 11 puntos en la tasa de empleo femenina, el 42,59% frente 53,63% de los hombres.
  • El 72,60% de las personas con contrato a tiempo parcial; es decir, 7 de cada 10 son mujeres.
  • 30% de brecha salarial: el salario medio anual de las mujeres tendría que aumentar un 30% para equipararse al masculino. (Encuesta Estructura Salarial 2014).
  • Se incumple el porcentaje de paridad 40/60 establecido en la Ley de Igualdad de 2007 en el acceso de las mujeres a la toma de decisiones; en las empresas del IBEX las consejeras tienen una escasa presencia del 19%.
  • Del total de personas desempleadas, 2.218.273 son mujeres, lo que cons tuye el 53,44% del paro registrado.
  • 10,6% en la tasa de cobertura de la prestación por desempleo (49,5% mujeres frente al 60,1% hombres), con menor cuantía de la prestación (un 19% menos para las mujeres al depender del tiempo y salario cotizado).
  • La pensión media de las mujeres está en 767 euros, frente a los 1.219 euros de los hombres.
  • Además, con la crisis, perdón estafa, que desde 2008 venimos sufriendo las clases trabajadoras, la mujer ha tenido que ampliar su papel de cuidadora y ama de casa, algunas veces expulsada de los “mercados” laborales y otras tomando esa decisión para cuidar y sostener a sus progenitores y/o los de su pareja, o a parientes con enfermedades y discapacidades. Cifras estimadas, porque no hay una estadística oficial, indican que sólo en España y desde 2010, 450.000 mujeres han dejado su trabajo a tiempo completo fuera del hogar, para desempeñar labores de cuidadoras, teniendo a consecuencia una disminución de los ingresos en las economías familiares del hasta 35% en algunos casos, sin contar con la disminución en las cotizaciones y en los seguros públicos de jubilación de estas mujeres.
Es decir, la contrarreforma laboral del Partido Popular y los recortes en Sanidad y servicios sociales (también en Educación que junto a un modelo aupado en la LOMCE, olvida la educación inclusiva en igualdad y respeto) se ha cebado más con las mujeres, lo que une en una sola norma la más absurda ideología neoliberal, con la no menos lacerante y abusiva ideología heteropatriarcal, machista y conservadora de la que los “populares” hacen gala día si y día también.


Por otro lado, la lacra de la violencia de genero, lejos de frenarse o atenuarse, parece que este año pretende batir un siniestro récord. Si durante 2016, 53 mujeres murieron a mano desus parejas o ex parejas, durante los meses de enero y febrero de 2017 fueron asesinadas 15 mujeres, dejando además un terrible reguero de decenas de niños/as huérfanos y huérfanas.
Ante esta situación el gobierno del PP se muestra ineficaz en las políticas públicas para combatir la violencia estructural contra las mujeres. Yendo de la palabrería vana a la más completa desidia. Por eso es comprensible y necesario el Paro Internacional de Mujeres para denunciar el nulo compromiso político de los Gobiernos para erradicar la violencia contra las mujeres, así como la desigualdad y discriminación que padecen en el ámbito laboral.
Y no puedo dejar de recordar la situación de mujeres que no tendrán su 8 de marzo y por las que es necesario movilizarse aún mucho más, por sufrir una mayor discriminación por el hecho de ser mujer. Mujeres, de todas las edades y estratos, en sociedades fundamentalistas, retrógradas y de corte fascista, que proliferan en todo el mundo, uniendo a la desigualdad por ser pobre, desheredada, víctima de una guerra o un exilio, de la prostitución y la trata, del hambre y la enfermedad, y también, desgraciadamente cómo no, por ser mujer.
El 8 de marzo hay que levantar la voz por los derechos laborales, la eliminación de las desigualdades de las mujeres y contra la lacra de la violencia de genero. Por la falta de respeto a los derechos humanos y civiles de todas las mujeres en el mundo.

lunes, 7 de marzo de 2016

8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora: Mucho que luchar

Mañana es 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, y no es asunto baladí éste, pese a que como algunos tratan de contaminar y convencer, vivamos en la era del progreso y del fin de la historia gracias al capitalismo. No, todo lo contrario, y precisamente desde las economías de escala hasta la economía mundial, el capitalismo se ha apoyado en la discriminación, la violencia y la desigualdad para maximizar las rentas.
Ante la amenaza a la regresión continua y permanente, producto de políticas intolerantes y fascistas, de corte clerical y católico anquilosadas en el pasado, de agresiones a la libertad en materias sobre maternidad, sexualidad o convivencia, la ausencia absoluta de políticas efectivas contra la Violencia de Género, ese Terrorismo silencioso, cotidiano, de sala de estar, o ante la discriminación y explotación laboral y salarial de las mujeres, se hace necesario un compromiso para atajar esta lacra y poder así constituir una sociedad plenamente igualitaria y sin discriminación por razón de sexo.

Este año, el 8 de Marzo viene marcado por el resultado de las elecciones legislativas, celebradas el 20 de diciembre, de las que aún no ha salido un Gobierno, que deberá enfrentar cambios de raíz, que acaben con cuatro años de austeridad y retrocesos en derechos con fuerte impacto de género; y promover políticas económicas igualitarias, empleo de calidad, lucha contra la pobreza, la desigualdad y la violencia de género, para avanzar hacia un modelo social más justo y democrático.
El balance de 2015 muestra que la situación socio-laboral de las mujeres sigue siendo extraordinariamente precaria, con mayor segregación ocupacional, desempleo, creciente brecha salarial, persistencia del techo de cristal, violencia de género, déficits en conciliación y corresponsabilidad, menor protección social, brecha en pensiones... Factores que evidencian la insuficiencia e ineficacia de las políticas para combatir el grave problema de la discriminación laboral y de la violencia estructural contra las mujeres.
  • La falta de voluntad política y los fuertes recortes presupuestarios (desde 2011 se reducen un 43% y un 17% los Programas de Igualdad y los Programas contra la violencia de género, respectivamente) impiden la aplicación efectiva tanto de la Ley de Igualdad como de la Ley contra la violencia de género; y paralizan los organismos institucionales específicos. Y esto da unos datos terroríficos:
    • Los contratos temporales alcanzaron el 91'2% mientras los contratos registrados indefinidos a tiempo completo, apenas llegaron al 4'66%.
    • Permanente aumento de personas desempleadas, de las que 2.218.274 son mujeres, lo que constituye el 53'44% del paro registrado.
    • La tasa de actividad de las mujeres es del 53'7% con una brecha de género de 12 puntos.
    • La tasa de empleo de las mujeres es del 41'95% con una brecha de 11 puntos.
    • La participación de mujeres con jornada parcial en el empleo total femenino es del 25'6%.
    • Creciente brecha salarial: el salario medio anual de las mujeres tendría que aumentar un 32% para equipararse al masculino.
    • La brecha de las prestaciones por desempleo de las mujeres es del 24%.
    • En 2015 murieron asesinadas por su pareja o su ex, 59 mujeres. 11 en lo que va de 2016.
  • No se aplica la transversalidad de género en las políticas del gobierno; la co educación no llega a las aulas; hay déficits en conciliación y corresponsabilidad.
Esta serie de retrocesos y retos, muchos de ellos alimentados por una sociedad dolorosamente conservadora, machista y absurdamente puritana, hacen necesarias propuestas y medidas que conviertan en efectiva la igualdad entre hombres y mujeres en aspectos como:
  • Ante la discriminación laboral y la explotación para con las mujeres: Se hace fundamental desarrollar el modelo del Estado del Bienestar. Primeramente, asegurándolo, fortaleciéndolo como el elemento más importante de cohesión social dotándole de instrumentos tanto para su defensa como extensión. Hablamos de políticas públicas en educación, sanidad y servicios sociales, como compromiso irrenunciable de la agenda política.
    Con esta provisión en el estado del bienestar se puede desarrollar la justicia social, para crear políticas activas de empleo de calidad y con seguridad y garantías para así lograr la autonomía personal y profesional, y con ello la económica, de las mujeres.
    El desarrollo de estas líneas de actuación deben contemplar el mismo sueldo por el mismo trabajo realizado indistintamente de si el empleado es hombre o mujer, así como las mismas condiciones. Y además, deben de fomentar la promoción profesional del trabajador, indistintamente de su género.
    En esta línea se hacen necesarias políticas de remunicipalización y des-privatización de servicios públicos, para desde la gestión pública directa ofrecer también, empleos de calidad a los que puedan en igualdad de condiciones aspirar ambos sexos en garantía como parte de la política de estado por la igualdad entre hombres y mujeres.
    Y también son claves en este sentido las políticas activas de conciliación de la vida familiar y laboral, que pasan, inexorablemente, en primer término por la reducción de la jornada laboral, y el pago justo y regulado por las horas de trabajo en jornadas nocturnas o festivos. Es evidente que esto ataca las excesivas plusvalías del trabajo que recibe el empresario, pero la experiencia ya vista en el norte del continente, han demostrado y demuestran que tales medidas, no sólo son beneficiosas en la equidad entre hombres y mujeres, sino que también colaboran en el desarrollo económico de la sociedad, y mejora el bienestar y salud de los integrantes de la misma.
  • Ante la Violencia Machista: Ya es hora de parar el silencio continuado ante este terrorismo. Son necesarias políticas de prevención, donde desde la Escuela se deben desarrollar políticas educativas desde un plano afectivo-sexual que ayuden a generar comportamientos y relaciones basadas en el respeto y la igualdad entre niños y niñas, adolescentes y por último, hombres y mujeres.
    La Violencia de Género es la expresión extrema de la desigualdad y se puede manifestar de múltiples formas y para combatirla es necesario un cambio en el modo de reacción de la sociedad ante el abuso machista. Hay que despertar conciencias y a la vez articular protocolos, profesionales y recursos para que desde la seguridad, la educación y la sanidad se de una respuesta inmediata. También es clave que los medios de comunicación entiendan la trascendencia del asunto y cambien sus códigos de lenguaje pasando inexorablemente por la penalización y censura de los opresores. Sólo así con una actuación integradora, se conseguirá desterrar progresivamente el machismo de nuestra sociedad, hasta hacer a esta, plenamente consciente de la igualdad entre hombres y mujeres.
  • El Derecho al Aborto: Se hace necesaria una ley sobre interrupción voluntaria del embarazo que elimine el aborto voluntario del Código Penal, tanto para mujeres como para lXs profesionales sanitarios que lo practican. Ha de incluirse en el sistema de la Sanidad Pública, con las garantías en seguridad, confidencialidad, apoyo y respeto que se le presuponen. Además, no se puede entrar en este tema con un discurso que no contemple una educación sexual que recorra todos los estadios educativos, si no se quiere acabar en la demagogia.
Es necesario, vital, seguir luchando para que avance la igualdad real entre hombres y mujeres se consiga, y todo ello pasa por convertir esta lucha en una política de estado, en un objetivo más, de los Objetivos del Milenio de la ONU.


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Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...