Mostrando entradas con la etiqueta campaña electoral. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta campaña electoral. Mostrar todas las entradas

miércoles, 20 de febrero de 2019

Lo que nos jugamos en los próximos cuatro meses



Ya estamos en tiempo de descuento de la décimo segunda legislatura de la democracia española. Pedro Sánchez convocaba elecciones generales para el 28 de abril tras ver como la derecha, tanto independentista catalana, como ultranacionalista española, se aliaban para tirar abajo los presupuestos de 2019.
Es una decisión coherente y acertada. Más aún al no hacerla coincidir con el ya saturado domingo 26 de mayo, de municipales, autonómicas y europeas. Hago aquí un alto en el camino para indicar lo positivo de separar todo proceso electoral, más allá de demagogias, cansancios y estúpidos alegatos hacia el ahorro. Todo espacio electivo debería de tener su momento para el debate, la proposición y el análisis otorgándole por lo tanto, la importancia necesaria para que el electorado acudiera a votar con su decisión reflexionada. Pero claro, eso supondría tomarse la democracia en serio y a los ciudadanos como seres adultos, algo que en éste ente administrativo llamado España, se antoja, poco menos que imposible.


Pedro Sánchez no ha podido alargar más su gobierno tras la moción de censura del pasado junio y convoca elecciones mientras el PP se sigue desangrando por su sistemática corrupción, y por como pierde sus votos más extremos, que van a parar a Vox (en su mayoría, aunque también pesca en Cs). Una derecha fragmentada es una gran noticia aunque ya sabemos, era evidente, que en caso de necesitarlo se aliarían sin problemas.
Tampoco es que la izquierda se muestre en una candidatura unida y decidida a esconder diferencias para centrarse en las coincidencias, que vienen a ser hacer de este ajado país un lugar digno donde vivir. Dependiendo de las circunscripciones y el ámbito de decisión, nos podemos encontrar con multitud de candidaturas para todos aquellos que hemos marchado de lo marcado por las direcciones de Podemos e Izquierda Unida. Pero así, corremos el riesgo de perder cientos de miles de votos por no llegar a los umbrales mínimos de resultado, por lo que más allá de egoísmos varios, tacticismos y filias y fobias personales, la necesidad de una candidatura estatal, de izquierdas que aunará todo el voto de nuestro espectro ideológico (comunista, anti-capitalista, socialdemócrata, federalista, ecologista, feminista, pro derechos sociales, pro derechos humanos y sobretodo antifascista) en cada una de las elecciones y de las circunscripciones resultaría vital. Más ahora que redobla cabalgada, el fascismo.


En cuatro meses, España va a renovar la totalidad de sus representantes políticos (salvo la jefatura del Estado, ejem, ejem) y el escenario que se presenta esta marcado por la incertidumbre, dentro de la crisis de régimen que vivimos en los últimos años.
La crisis territorial sigue marcando la agenda mediática y por lo tanto política del estado, enfrentando dos aspiraciones, la de la búsqueda de una solución dialogada o pactada o la vía de la represión, la violencia y el miedo. Ambas se han conjugado para generar un clima de confrontación asfixiante que en la práctica estos últimos años ha dejado un país ingobernable, incapaz de aupar gobiernos y mayorías sostenibles, sobretodo desde la izquierda. Enfrente, con el ejemplo andaluz, vemos lo que puede pasar.
Al tiempo que caían los presupuestos de Sánchez (y de Iglesias) se iniciaba el juicio-farsa al procès. En el banquillo de los acusados los líderes políticos y sociales de la burguesía catalana que se auto proclamaron estandarte del movimiento ciudadano por la auto determinación surgido en 2012, tras el cierre que el mismo Tribunal Supremo, de mayoría conservadora, dio al Estatut que en 2006 refrendó la mayoría de la ciudadanía catalana y que fue denunciado por los intereses privados y electorales del PP.
A la escalada en las declaraciones, los referéndum, los ultimátum, la violencia institucional, la movilización ciudadana, la huida, los presos, los chantajes, las emociones, las banderas, la represión y el abuso de poder vía 155 les ha seguido el deterioro colosal de todo el edificio democrático del país, empezando por sus acuerdos territoriales y el encaje de las naciones que forman parte de España.

Catalunya cierra otros debates y la crisis territorial se encierra en torno al procès, mientras se agudiza cada día, la verdadera crisis y drama territorial del estado español: La despoblación y la España vacía. Las posibilidades de vida en el mundo rural empeoran año a año, mientras más población, eminentemente joven, emigra a la ciudad (Madrid casi siempre) o al extranjero haciendo cada vez más insostenible el desarrollo de los pueblos y poniendo trabas cada vez más grandes al sector primario y al desarrollo del patrimonio natural que debían ser potencialidades nítidas de la economía patria. Esto, como digo, parece que a nadie le importa, pero el próximo domingo 31 de marzo, tenemos una cita en Madrid en la Manifestación por la España vaciada, todos aquellos quienes deseamos un mundo rural vivo y con futuro.
Diez años después del estallido de la estafa, llamada crisis, los beneficios empresariales y datos macroeconómicos están en los niveles previos. Sin embargo, la fractura social es colosal. El desempleo sigue en torno al 25%, los salarios han perdido un tercio de su poder adquisitivo, el ahorro en las clases trabajadoras es quimérico, la precariedad laboral ha llegado para quedarse, vuelve a ser imposible tener una casa -en propiedad, o en alquiler- para la mayoría de la población, los recibos de suministros son un atraco cada mes en tu buzón, y los servicios públicos (sanidad, educación y servicios sociales) siguen degradándose convirtiendo el patrimonio de todos en ganancia de unos pocos. La pobreza se enquista, en especial, la pobreza infantil y de nuestros mayores, y las perspectivas de futuro caen en picado, al tiempo que el mayor talento del país emigra buscando un porvenir.
Los problemas económicos y sociales derivados han agudizado otras graves taras del sistema político español, como su endeble estado autonómico, la jefatura del estado, o un ejército y poder judicial que no hicieron una transición de la dictadura fascista a la democracia.
La idealizada transición supuso en su momento un cierre en falso de la dictadura franquista y después, con la ayuda de la entrada en la UE se estabilizó el estado a coste de perder industria y funcionariado. Se hace evidente, que antes o después, éste país, tendrá que tomar sus propias decisiones con respecto a su pasado, su convivencia y su futuro, y deberá hacerlo de forma democrática, garantista y progresista en defensa de los derechos humanos.


Ante esta situación de descalabro, de ruptura social, los partidos políticos viven una situación de derrumbe interno. Los dos polos del bipartidismo, PP y PSOE, siguen su cuesta abajo fruto de su común corrupción e incapacidad, y no atisban una mejora ahora que lo pueblan los y las que han crecido en la propia endogamia de cada partido.
Ambos padecen su tibieza e injusticia en las medidas para hacer frente al desastre provocado por la avaricia en lo que llamaron crisis económica. Los ajustes y la austeridad provocaron la reacción de cientos de miles de indignados que salíamos a las calles con ganas de recuperar la justicia social y con ella, nuestro país. Tiempo después, muchos acabaron formando Podemos como opción política desde la izquierda, frente a una nueva derecha liberal, denominada Ciudadanos.
El nuevo escenario electoral ha dejado estos últimos años una etapa de incertidumbre dejando dos cosas claras: por un lado una sucesión de gobiernos y pactos poco sostenibles basados en coaliciones políticas inestables. Y, lo segundo, y más doloroso, un silencio a toda propuesta política que venga a pedir más justicia y a denunciar los errores y fallos sistémicos de un capitalismo de amiguetes que hace agua, y de un estado fallido cuya convivencia se derrumba.
Estos nuevos estandartes del neo-reformismo, Ciudadanos y Podemos, caen víctimas del cainismo interno y de estructuras oligárquicas, sin dar respuesta al principal mandato que les dio la ciudadanía cuando surgieron: renovar y recuperar la política, y la toma de decisiones, para la gente de a pie.
Especialmente significativa es la crisis que vive Podemos, desmoronándose a cada territorio y momento, y siendo retransmitido en directo y ultimísima hora por los medios del capital, que lógicamente los tenían en su punto de mira.


Sin duda la crisis catalana ha supuesto un desgaste para todos los partidos, pero ninguno como el que está sufriendo Podemos, que desde un primer momento aceptó una posición equidistante que le ha hecho ser visto con recelo tanto por la intransigencia centralista de Madrid, como por los demócratas, catalanes o no, que no entienden que tras la violencia estatal del 1 de octubre, no les apoyarán con mayor fuerza.
Podemos está ya lejos de aquel proyecto de ruptura, profundamente horizontal en el que tuvieron hueco muchas buenas gentes de izquierdas, y también un buen puñado de listos con ganas de medrar con la política como excusa. Al tiempo que se viraba ideológicamente hacia el centro, las decisiones se tomaban más en la camarilla de la Complutense, bajo el ordeno y mando de Iglesias, quedando todo como es lógico, mucho más expuesto a los medios.
Fruto del fallido estado autonómico españistaní es el centralismo mediático que vivimos con Madrid, donde todo lo que pase en la capital del país, es noticia “importantísima” hasta en el último pueblo del pirineo aragonés, o en la última comarca transfonteriza extremeña. Un ejemplo de esto, es como se ha utilizado por parte de los medios del capital, la guerra interna en la cúpula de Podemos para debilitar a todo el aparato político nacional, y de paso a sus confluencias. Que si Carmena, que si Errejón, que si Espinar, que si Montero o que si Iglesias… demasiados nombres e intereses personales por encima de un proyecto político que con sus errores debía de servir para enraizar una confluencia activa de toda la izquierda, porque más allá de las tibias diferencias -sobretodo si dejamos atrás los intereses y los odios personales- nos une el ansía por hacer de España una democracia con mayor justicia social y con un porvenir.
Podemos, vivió su gran momento electoral en las Europeas de 2014, con la famosa papeleta en el que el logo del partido era la cara de Pablo Iglesias. Desde entonces mucho ordeno y mando desde arriba, y mucho edulcorante tanto en la oposición como en las administraciones que han regido, pero sin atacar directamente a un capitalismo depredador que nos está hundiendo en la miseria.
Podemos, junto a Izquierda Unida, se han integrado en un estado de las cosas para tratar de regenerar el Régimen del 78 y traer un capitalismo de rostro humano desde las instituciones, sin presencia en el conflicto y con las calles despejadas para manifestaciones de ultraderecha. No se plantea una ruptura anticapitalista, mientras las condiciones de vida de la gente se destrozan, convirtiéndonos en esclavos y lacayos.
Así, con las calles paradas y jugando los debates que el poder quiere que jueguen, Podemos ha perdido buena parte del poder de su emergencia. Han caído sus apoyos y ha crecido un pesimismo entre muchos de quienes participaron directamente allí, o antes, lo hicimos en el 15M.




Éste estado de derrumbe de todos los partidos contrasta con los grandes beneficiados, el partido de ultra derecha Vox, que recibiendo un apoyo mediático brutal, sin precedentes para un partido sin representación alguna, crece exponencialmente mes a mes. Con su ideario populista, reaccionario y fascista ataca a todo lo que remueve la trasnochada visión de la España franquista que mantienen. Mujeres, colectivos LGTBI, disidentes políticos, inmigrantes,… todos estamos en su objetivo y en sus medidas como liquidar el estado de las autonomías, reafirmar el compromiso neoliberal en desmantelar el estado de bienestar y los servicios sociales y atacar y denigrar a mujeres, por lo que son abiertamente obstáculos para dar una salida ordenada, pacífica y dialogada a la crisis sistémica que sufrimos como país.


Todo esto habrá que ver como se adecua al tablero electoral, primero en clave nacional, con las circunscripciones provinciales; más tarde en las autonómicas y municipales, y también con especial interés aritmético en las europeas y su suscripción única.
Durante años a la izquierda alternativa nos han atemorizado con el voto útil que al final nos llevó a un sistema en la práctica bipartidista. Era un cuento en el que venía el lobo y si votábamos a la izquierda del PSOE, nuestros votos se perderían como lágrimas en la lluvia, mientras la derecha se llevaba los diputados. El asusta viejas, más allá de las grandes ciudades, y en especial Madrid, funcionó con precisión y se repitió en la anterior fase del desmoronamiento del régimen del 78: El período tras el 15M hasta el 1 de Octubre de 2017.
Durante esas múltiples elecciones, Podemos o Unidos Podemos no ha podido rascar diputados en las provincias de la España rural, y el PSOE ha perdido poder que ha ido a parar casi siempre a Ciudadanos. O lo que es lo mismo al PP.
Sin embargo, aquí y ahora en plena atomización de candidaturas, en especial y como siempre en la izquierda, la vieja historia para no dormir que nos atormentaba durante tantos años no es tenida en cuenta por gurús y tertulianos de tres al cuarto en los medios del capital, que interpretan los resultados de sondeos y encuestas con el ánimo indeleble de generar estados de opinión y certezas en la mente del votante.
Parece que la cantada dispersión del voto de derecha, que en conglomerado tanto liberal como fascista se aglutinaba en el PP, no va a trastocar la dolorosa mayoría conservadora y reaccionaria que nos oprime y detesta. Se lanza la idea de que no se perderán papeletas en el camino de los recuentos y aplicaciones del Sistema d'Hondt y que como ya hemos visto en Andalucía se podrán reunir a la hora de pactar y repartirse funciones y lo más importante para ellos, la pasta.
Pues bien, que quieren que les diga. Si en un escenario de confrontación tan grande y polarizada, las terceras y en ocasiones segundas, opciones de voto dentro de un perfil ideológico consiguen representación, nos habrán estado engañando todos estos años. No me puedo creer que en una provincia donde se repartan 4 ó 5 escaños, Vox como tercera fuerza de la derecha rasque uno, sin que antes sea Unidos Podemos sea el que se lo lleve. Es aritmética-mente y sociológicamente imposible, con el país dividido en dos mitades, que tres fuerzas de un mismo espacio político consiguieran representación en una circunscripción, sin que eso no suceda en el espacio contrario.
El único escenario que abriría tal escenario sería una desmovilización colosal del votante progresista, algo que visto lo sucedido en Andalucía y en las algaradas que esta ultra derecha lanza, se antoja improbable.


Una cosa es segura. Si el domingo 28 de abril y después el domingo 26 de mayo, las personas decentes, que amamos este país y que queremos que crezca, mejore y se convierta en un lugar mejor donde vivir, nos quedamos en casa, volveremos al pasado, a la oscuridad. Pondremos todo nuestro patrimonio (natural, cultural, mental) y todo nuestro talento en las garras de quienes nos han oprimido desde el principio de los siglos. Si después de éste macro-proceso electoral nos plantamos con múltiples mayorías de derechas, tendrán carta blanca para reprimir y para desmantelar lo poco que queda de país y que además lo vertebra realmente: sus servicios públicos. Y con nuestros derechos, harán negocio, no lo dudéis.
El futuro está en nuestras manos y en las decisiones que tenemos que tomar. Por lo pronto, la primera, la más inmediata es permanecer informados y hacerlo de manera pro activa, buscando múltiples canales y medios, evitando la persuasión y los bulos y noticias falsas.
Un voto bien ponderado e informado es un arma poderosa para cambiar el mundo. No lo perdamos.
Y otra cosa también es evidente. A la izquierda de Podemos (y por supuesto, del PSOE) hay un espacio enorme para la dignidad de la gente, del trabajador y trabajadora, de la mujer, y de la naturaleza y el patrimonio. Y es ahí, y desde ahí, donde tendremos que defender nuestros derechos, libertades y futuro. Es el tiempo de participar -en mi caso, volver a participar- y empoderarse para cambiar éste país -y mundo- que se van hacia el desastre sin remisión.

miércoles, 6 de abril de 2016

Ciento diez días


Llevamos 110 días desde las Elecciones Generales del 20 de diciembre. 110 días sin gobierno tras aquellos comicios. 110 días de teatrillo en las tertulias políticas televisivas y radiofónicas, y también, mucho más grave, en el Parlamento, donde se ha instalado por un lado el tacticismo político de una precampaña electoral indisimulada, aunque la disfracen de sesiones de investidura y una banalización del debate político, dejándolo para el selfie, el hagstag y el eslogán. 110 días de infoxicación informativa, con miles de artículos, horas en tv y en la radio, entrevistas, presencia mediática total de los candidatos a presidente de los 4 partidos implicados, … 110 días con unos partidos políticos encantados en su Día de la Marmota particular, con campañas, pre-campañas, elecciones, rondas con el Rey, debates de investidura mientras que los problemas de la gente siguen ahí. Se enquistan aún más.
Y 110 días más en los que la maltrecha democracia españistaní se sigue yendo por el sumidero, y en el que las víctimas de esta estafa llamada crisis siguen sufriendo desahucios, un empleo escuálido y precario, la mayor desigualdad en los países de la OCDE, unos servicios sociales, sanidad y educación con inasumibles recortes y una política fiscal esquizofrénica que merman la calidad de la democracia, la igualdad definitiva de derechos y sobretodo a las clases populares. Situaciones en definitiva, de emergencia social y también a nivel individual, totalmente límite, tras cuatro años de gobierno de derechas que ha degradado el estado del país a los años 80.
Y todo ello suponiendo de propina, una aún mayor desidia con respecto a la política, a las decisiones, que se supone deberíamos tomar entre todos y todas (con unos mínimos de información de calidad, disponible, para construir opiniones y argumentos coherentes y racionales). Estamos cada vez más cansados, hartos, cabreados por la parálisis institucional y por el deleznable espectáculo al que estamos asistiendo, con los repartos de sillones, los canibalismos varios o el mallado de líneas rojas. Esta desilusión es cada vez más patente, y cada vez más complicado encontrar a personas con ímpetu por cambiar las cosas desde la participación y la implicación.
Como consecuencia tenemos 110 días más de Gobierno del #PartidoPutrefacto, un PP sumido en la corrupción sistémica de una organización creada durante y al final de la dictadura franquista, con el único objetivo para beneficiar a las clases pudientes que se privilegiaron con la mal llamada Guerra Civil, que fue en realidad un golpe de estado, violento y genocida para anclar a este país en el medievo y sobretodo para ampliar las ganancias económicas de los de siempre.
Pero aquí estamos, 110 días después con un gobierno en funciones, con un presidente que es incapaz de entender su propia letra manuscrita, encerrado tras un plasma y partícipe por omisión y por beneficio de la trama corrupta que es en sí el Partido Popular. Un gobierno que se niega a acudir ante el parlamento, como es su obligación, porque este parlamento no es el que ha sustentado con una mayoría absolutista abusiva y fascista 4 años de políticas ultra liberales, reaccionarias y clericales. Y un presidente y gabinete en funciones que han soslayado su supervivencia política (y también judicial) a eso mismo, manoseando las instituciones para negarse a presentarse a investidura como era su deber, propuesto por el ciudadano Felipe de Borbón y por haber sido el partido más votado. Una estafa (una más en el PP) democrática; una burla al sistema que tanto se vanaglorian en defender; un cachondeo al elector (el suyo y el de otros partidos). En definitiva un bochorno más a apuntar al curriculum de los horrendos Rajoy y su consejo de gobierno.
A sujetos netamente fascistas y amorales como el ministro del Interior, Fernández Díaz, o el de industria, energía y turismo, Manuel Soria, poco les importa la avergonzante actuación de la UE con los Refugiados Sirios, o que te hayan pillado veraneando por 70€ noche en temporada alta en el Caribe en el hotel de un empresario amigo.
Y todo ello con la explosión entre medias de estos 110 días de la trama corrupta, total y absoluta, del PP valenciano (Operación Taula), demostrando lo que ya (casi) todos sabíamos que ha traído como resultado la desintegración del grupo municipal popular en el tercer Ayuntamiento del país, dejando una recua de concejales investigados, por una gestión para su lucro e interés privado y dejando la ciudad y el bienestar de sus habitantes en un pozo.
En definitiva, un partido que realmente es una mafia, y que no tiene ningún problema en valerse a través de su posición dominante en el escenario político españistaní para ir lastrando la justicia en todo lo que le compete. Como es bien sabido, cuando al Partido Popular un juicio le va mal, no cambia de abogado como haríamos todos, sino que cambia de juez, cuando no directamente, las leyes.
110 días en los que PSOE, Podemos y Ciudadanos han acelerado su invariable camino al centro del espacio electoral sin importarles caer en serios desvarios ideológicos para orgía de la hemeroteca y el donde dije, digo.
De la gran coalición que busca Rajoy y el PP, junto a PSOE y Ciudadanos, y que no ve con malos ojos la troika y el resto de secuestradores de la democracia de la UE (ya reformaron juntos el Art. 135 y en el Parlamento UE votan el 75% de las resoluciones exactamente igual), pasamos al pacto a izquierda y derecha para excluir a PP que Pedro Sánchez está promoviendo, fundamentalmente para contentar las baronías territoriales de su partido y a la detestable Susana Díaz. Pero tal triángulo amoroso de momento y hasta que las encuestas no lo precipiten parece imposible por la animadversión Ciudadanos-Podemos + Confluencias + Compromis e IU. Desde luego supone un pacto contra natura, toda vez que Ciudadanos se ha posicionado claramente como un partido neo liberal que lo fía todo al mercado sin importar lo que éste pueda infligir a los trabajadores.
La firma del pacto PSOE – Ciudadanos es a mi juicio inasumible para las bases del partido socialista y ha dejado de forma palpable el espectro ideológico de la izquierda a Podemos e Izquierda Unida. Sin embargo, lanzados en esta barca (en la que se subieron ya 50 días después de las elecciones del 20D) han surcado los rápidos del cainismo del PSOE y las contradicciones programáticas mientras se van filtrando por los medios encuestas con intención de voto e intereses ciudadanos donde todo parece quedarse como esta, salvo por las tendencias interesadas.
Por contra, la firma de este pacto, supuso la ruptura del posible Gobierno de Izquierdas (PSOE+Podemos+Confluencias+Compromis+Izquierda Unida, más la abstención de ERC y DiL) por el veto de todos estos a Ciudadanos y sus políticas iguales a las que el PP ha venido realizando estos nefastos últimos 4 años.
Pero estos 110 días no es más que la perversión de la democracia, cuando no su eliminación efectiva. No hay ejecutivo, y tampoco legislativo (unos pequeños conatos para Aumentar la Protección del Lobo Ibérico, y la presión de la anémica sociedad civil para Derogar la LOMCE o la Ley Mordaza).
En estos 110 días no hemos tenido nada más que pre campaña electoral burda y nauseabunda. Sigue sin haber propuestas reales que mejoren las condiciones de vida de los ciudadanXs y seamos capaces de paliar la desigualdad y empezar a ejercitar la justicia social. Y ahora ya la situación ha cambiado. No se ha producido el sorpasso que algunos querían, pero ya están en las instituciones y su obligación no es liderar el ranking de gracietas y Trending Topics, sino más bien cumplir con el mandato que han recibido, que en este momento, sobretodo en el caso de Sánchez, Iglesias y Rivera sentarse a una mesa y ser capaz de articular acuerdos sostenibles que cambien este país. Mandato ciudadano y electoral si, pero que parece claramente, entrar en conflicto con lo que la oligarquía, los mercados, los poderosos desean.
Desde luego esto último, es difícil, sobretodo teniendo en cuenta algunos de los personajes introducidos en la ecuación, pero existe un riesgo muy importante de deslegitimización de la democracia debido a la irresponsabilidad y el tacticismo de los líderes y las directivas de los distintos partidos políticos, que llevan 110 días preparando unas nuevas elecciones (detesto por perverso que se diga repetición de elecciones) mientras en este país, la situación social es absolutamente catastrófica.
No es baladí esto último que apunto. Las consecuencias de la deslegitimización de la democracia como mejor método de gobierno y puesta en común y consenso de la solución de los problemas de todos y todas, no son desconocidas. Y si al fascismo que organismos como la UE, el FMI o el Banco Mundial, de las élites le añadimos el respaldo de una sociedad ignorada, ávida de interés y proclive a aceptar los populismos, podemos encontrarnos con un escenario horriblemente peligroso.
Pero así estamos tras 110 días y a 26 días del 2 de mayo fecha límite para cerrar la investidura sino hay un gobierno constituido, lo que llevaría a la convocatoria de nuevas elecciones en #Españistan para el 26 de junio.

________________________________________________________________________

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...