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jueves, 27 de julio de 2023

El derecho al deporte


 El frontón municipal de Santa Marta de Tormes al aire libre

 

La pelota rueda por la tierra, choca con un montículo de arena y tierra apelmazada de las lluvias de hace unos días. Apenas queda luz solar y las farolas simplemente aciertan a delimitar la línea de banda, a veces peligrosamente próxima a la carretera comarcal. El balón bota por menos de un palmo antes de que el joven empeine la propulse hacia la portería delimitada por dos mochilas y la imaginación de los escolares. El balón apenas se separa del suelo pero adquiere gran velocidad. El cautivo portero sabe que va a ser gol en cuanto identifica la trayectoria que lleva, y que pararla, implicaría lanzarse al suelo, poniendo en peligro la integridad física, y mucho más importante en aquellos años: la integridad del chándal que le regalaron sus padres en su último cumpleaños. El simulado intento de intercepción fracasa como no podía ser de otra manera y se suma un nuevo tanto al marcador recordado. “16-12”. Se oye decir. “Vale, empezados de 0 y el primero que llegue a 3 gana”.



El corto relato del párrafo superior compone un pequeño recuerdo de infancia. En realidad, un recuerdo que repetido infinidad de tardes de otoño e invierno, y también de primavera y verano, se han grabado en mi memoria, perfeccionado y seleccionado, hasta hacerlo parte imperecedera de mi persona, y mi pasión por la práctica deportiva.

Jugar al fútbol era el principal pasatiempo de los chavales de mi generación, de las previas, y de una o dos posteriores. Si, estaban los recreativos y también los juegos infantiles callejeros (impagable folclore popular que merece toda nuestra atención y que ayudaba a mejorar las destrezas físicas, psíquicas y también las relaciones sociales, incluidas con el sexo complementario), pero juntarse en la era, o incluso en una calle por la que de vez en cuando pasaba el tráfico rodado, se componía en el pasatiempo favorito de los niños de este país y de Europa en general.

Hoy en día, si vas por África, Latino América u Oriente próximo y medio, siguen improvisándose terrenos de juego y porterías, y sin distinciones de edad o nivel se echan partidos de más de dos horas. Pero aquí ya no.

La escena relatada se daba en nuestro país con precisión extrema. En mi infancia, e incluida la adolescencia, quedar con los amigos (mi círculo de amistad vital) e ir a las pistas era el plan día sí y día también. Tocaba saltar las vallas de los colegios públicos. Estar atentos a la pelota y a si la policía local aparecía. Muchas veces me tocó correr y un par de ellas acabé en el coche, aquel vetusto seat málaga gris, de vuelta a casa. No había canchas de acceso libre y los descampados todos estaban vedados para la próxima obra o sin mantenimiento lo que hacía imposible jugar ahí.

Era eso: jugar. Practicar deporte. Sin molestar a nadie. Sin gastar un duro. Disfrutar del tiempo y el aire libre. Ganar en salud: Muscular, anaeróbica, mejorar las destrezas, la fuerza, la velocidad, la habilidad, la visión espacial, la coordinación, el equilibrio… y también salud mental y social. Tejiendo pequeñas redes, que por aquel entonces, por supuesto, no les daba importancia y no las identificaba, pero que hoy, visto en perspectiva componían un tejido cooperativo de primera magnitud y que podía, debía haber trascendido el mero juego infantil para algo más.

Más tarde ya casi en la juventud comencé a jugar al baloncesto, nunca de manera reglada pero si juntarse con gente en torno a una canasta, deporte que me enamoró a través de la televisión (hay que hablar mucho de esto) y unos años más tarde visitando a un equipo profesional en vivo.

Sin embargo, estas ensoñaciones de mi infancia y juventud ya no se pueden reproducir en los que hoy son niños y adolescentes. Ya no hay pachangas en las calles, ni en los parques y pistas protagonizadas por gente joven. Y eso que ahora se han construido infinidad de pistas de furbito o fútbol sala, basket, voley, etc. y que en teoría, están disponibles para quien quiera usarlas. Llama poderosísimamente la atención el hecho de que las pistas las reservan personas plenamente adultas, por muy pocas, escasísimas horas a la semana, muchas veces pertenecientes a colectivos de inmigrantes, y aparecen prohibidas y vedadas a los que, potencialmente, deberían ser sus principales “consumidores”. Las pistas de juego se alquilan, se mercantilizan, unas pocas horas a la semana, y el resto del tiempo no tienen función. Vacías se deterioran como lo hace el nivel de salud general de la gente joven.

A un grupo de niños o jóvenes les falta el número de miembros y la cantidad económica necesaria para disponer de estas instalaciones con libertad, el tiempo y el momento necesario para realizar la actividad que les gusta. Es una absoluta injusticia social. No digo que no deban de dejarse unas horas para disposición de adultos, y que paguen, por el consumo eléctrico de la iluminación, el agua o cosas así, una cantidad que favorezca su mantenimiento. Sin extridencias, ni aprovechamientos.

Lo que digo es que debe de fomentarse el uso de estas instalaciones públicas por la gente joven, facilitando su acceso y disposición para que puedan jugar, practicar deporte y relacionarse. Y deben hacerlo las administraciones públicas sin dilación y como parte de sus responsabilidades y compromisos.

Hoy en día, sin embargo, se ha generado un ecosistema en las que las relaciones sociales tienen que estar controladas por las autoridades, reguladas y mercantilizadas en favor del dinero. Las y los jóvenes ya sólo pueden relacionarse en el contexto fiesta en discotecas y bares. El alcohol es la droga legal que favorece el control social.

Ahora voy a relatar algo que me ocurrió el otro día en el ascensor:

La puerta doble del ascensor se desliza. En su interior mi vecina del piso superior y su hijo de 8 años. Van al camping de fútbol. En las seis plantas de descenso al vestíbulo me cuenta “qué es el último día”; “qué con lo que ha costado y las vueltas que tuvieron que dar sólo ha durado tres semanas, y a ver qué hacen ahora con el crío”; “qué el niño está triste porque no va a poder seguir jugando con sus amigos”; Suelto “Disfruta del último día e intentar quedar más días para jugar. Seguro que hay pistas e instalaciones para jugar”. La madre me mira extrañada, pero notó como se le ha encendido una bombilla.



El deporte queda excluido. El derecho al deporte en España también ha pasado a ser un negocio. Y al igual que sucede con el contexto de fiesta las relaciones sociales que se tejen en ese ámbito entre los participantes, se circunscriben a los límites de la práctica en cuestión. Es decir, quienes se conocen de fiesta, se verán de y para la fiesta, hablarán de fiesta y organizarán la fiesta. Por lo general, no se admiten y no se favorece la inclusión de otras esferas de asociacionismo, compañerismo o de actividades fuera de ese círculo. Con el deporte mercantilizado en su base pasa lo mismo. Es una brillante consecuencia de la inclusión del dinero en las relaciones humanas: la limitación de las relaciones personales al marco que tiene un precio.

Hoy en día los niños, y niñas, no quedan para jugar al fútbol. Tienen que ir al club del barrio o de la ciudad, contra más elitista y más caro mejor, para relacionarse. Tienen que pasar por caja. Matrículas y pagos por ficha que llegan hasta los 500€ por practicar fútbol. Sí, te dan el chándal y ropa deportiva con el emblema del club seguramente cosida por otros infantes del otro lado del mundo. Todo es profesionalizado hasta el absurdo. Se alimenta una burbuja que aliena a los jóvenes y embrutece a los padres convencidos de haber procreado a la nueva estrella. El individualismo es lacerante, la competitividad el motor, vencer y humillar al rival los objetivos. Queda prohibido juntarse, conocerse y cooperar. Se busca la competitividad entre iguales y la posterior, en realidad desde el primer momento, exclusión de los que son diferentes, primero por pobres y luego por "malos".

No digo que pasar por caja sea malo per sé. Lo que me niego a defender es que esa sea la única manera de relacionarse y hacer deporte. No es malo que haya asesoramiento y supervisión profesional por la práctica deportiva. Ni que haya un seguro de responsabilidad que es lo que implica la tenencia de una ficha, tras pagar. El problema surge cuando es la única manera de acceder al deporte y a sus ventajas. Meter el mercado en absolutamente todo lo relacionado con nuestras vidas genera desigualdades y aumenta la falta de oportunidades. Empobrece la vida.

Las instalaciones deportivas públicas, gratuitas, en buen estado de conservación y accesibles son parte del patrimonio que las administraciones, esencialmente los ayuntamientos, pero también las educativas ponen a disposición de la población con el ánimo necesario de hacer a estas personas más libres, independientes, seguras y responsables.También son fundamentales la profusión, a través de la vía pública, de escuelas deportivas, no limitadas a los menores, sino a todo el público y actividades físico-deportivas para mejorar la salud de la población. Tanto física, mental como social. En conjunto, van a ayudar a enlazar una sociedad mucho más rica, inclusiva, atenta y sana. Son espacios públicos que garantizan el encuentro de las personas sin el concurso del dinero, sin transacción económica. Son en esencia garantistas e igualitarias, y por ende, favorecen el espíritu social y la democracia. En este punto es preciso recordar la necesidad vital e identitaria de conservar y favorecer el conocimiento sobre el patrimonio deportivo ancestral y etnográfico que conservamos en nuestro país.

Un modelo que propone el ocio y el conocimiento entre iguales, frente al modelo fomentado por las administraciones capitalistas y neoconservadoras, elitista y cimentado en el negocio. No se trata de crear deportistas profesionales, campeones de todo. Ganador sólo hay uno, y el resto son perdedores, por eso se trata de educar en valores a todas los participantes, y hacer del deporte algo importante de sus vidas, que les haga mejores como personas y les ayude tener un futuro mejor, más pleno.

El artículo 43.3 de la Constitución Española establece que “los poderes públicos fomentarán la educación sanitaria, la educación física y el deporte. Asimismo facilitarán la adecuada utilización del ocio” como principio ordenador de la política económica y social”.

No es el único artículo de nuestra Consti que los poderes públicos y sus partidos adosados al Régimen del 78, se saltan a la torera. Pero éste tiene la virtud de que podía ser fácilmente cumplido. Simplemente con abrir las puertas de las pistas, y quizás añadir un fuente de agua y sombra cerca, y hacer promoción de estos espacios para el libre uso y disfrute de la población.

Ya los antiguos griegos, como en tantas cosas, muchas de ellas grabadas a fuego y mármol en nuestra idiosincrasia, defendían el ideal de la práctica deportiva como parte fundamental de una educación que formará a los jóvenes para que pudieran conseguir una vida lo más plena posible.

En un muy recomendable libro de Henri Irénéé Marrou de 1948, titulado Historia de la educación, en su capítulo IV, La Antigua educación ateniense, muestra como el planteamiento educativo ateniense se convierte en un modelo para el resto de polis de la Grecia clásica, y como “la práctica de la hoplomaquia (el antecesor directo de la esgrima clásica de invención hispana en el siglo XVII), el atletismo y la gimnasia eran baluartes educativos, principios ineludibles en la labor de una sociedad para educar a sus jóvenes, tanto desde el punto de vista de la salud y el bienestar como en la transmisión de valores cívicos, sociales y democráticos” (pág. 69). De esta manera “el pueblo ha conquistado, por una extensión gradual, no solamente los privilegios, los derechos y los poderes políticos, sino también el acceso a este tipo de vida, de cultura, a este ideal humano hasta entonces de disfrute exclusivo de la aristocracia” (pág. 71). Como manifestaba Platón “la gimnasia para el cuerpo y la música para el alma” (pág. 73). Estos valores se mantuvieron hasta la proliferación de las teorías educativas sofistas en torno a mediados del siglo V a. C., para recuperarse una vez, comprobados los nefastos resultados que el elitismo sofista provocó en la salud democrática de la sociedad ateniense (pág. 97).

Por todo ello es importante favorecer la práctica deportiva, de todas las disciplinas posibles, sin limitaciones de ningún tipo, y mucho menos las económicas. Particularmente el fútbol que es el deporte más practicado, más seguido y al mismo, el más odiado. Sobretodo la parte hiper profesionalizada, arrodillada ante el capital y los intereses publicitarios. Los clubes han dejado de ser ingredientes en la identidad de los pueblos y barrios para convertirse en máquinas engrasadas de ganar dinero. Han prescindido conscientemente de su labor educativa, con el descaro de no renunciar a la remuneración vía subvención de esas funciones que ya han desestimado por no rentables. Han dejado y dejan a miles de niños y niñas sin poder jugar, junto a sus amigos y en su espacio más próximo. Se han perdido los valores, la comunidad y se han vaciado las gradas y el espectáculo no llega, ni de lejos, al nivel de antaño. El fútbol es aburrídisimo de ver. Y sin embargo, es un deporte, cuya práctica es divertida y garantiza un buen tono general y saludable para quien lo ejercita. Si te dejan, claro.

Cuando pasó el primer confinamiento recuperar la posibilidad de salir al aire libre era el tesoro que volvíamos a abrazar a nuestro pecho. Una verdadera necesidad, no valorada por el capitalismo, que tras la traumática experiencia del encierro por la pandemia, poníamos en la escala necesaria. En muchos lugares nos hemos encontrado con que se ha acelerado la apisonadora capitalista que desmonta los mecanismos asociativos que tenemos. Y el deporte no ha sido una excepción.

Es labor y frente común recuperar la práctica del deporte como un derecho cívico, como una necesidad ciudadana que garantiza la salud y el bienestar y favorece la profusión de unas relaciones sociales sanas en base a la vecindad, la cooperación y los intereses comunes.

Este valor y compromiso que he aprendido de muchos monitores y trabajadores del ámbito deportivo y educativo de Salamanca, es el propuesto por el alemán Horst Wein en su modelo de escuela deportiva cívica, y fue el motor que movía buena parte de mi acción política cuando fui concejal. Estas ideas con el deseo de promover una escuela deportiva municipal para Santa Marta de Tormes, abierta a todas las edades, sexos, niveles y contra más actividades deportivas mejor, están plasmadas en las actas de muchos de los plenos en los que participé, así como en la hemeroteca del boletín informativo que desde Izquierda Unida Santa Marta de Tormes, creábamos y repartíamos. Aquí dejo un pequeño extracto de un artículo en el que criticaba la forma de "promover deporte" del club de fútbol de la localidad:


En los últimos plenos de la pasada legislatura se convirtió en una costumbre la batería de preguntas y requerimientos por parte del Grupo Municipal de Izquierda Unida – Los Verdes sobre la situación del convenio firmado por el anterior equipo de gobierno y la Unión Deportiva Santa Marta (UDSM) . Entre las cuestiones planteadas y todavía a día de hoy, no resueltas, esta la relación de niños censados en el municipio que forman parten de los distintos equipos de base de la UDSM.

No es baladí esta información, toda vez que son constantes las quejas de padres y madres cuyos hijos son descartados por la gerencia técnica de la UDSM y cuyas plazas son ocupadas por niños y jóvenes que provienen de otras localidades. Se hace por lo tanto difícil pensar en la justificación de una subvención municipal por parte del Ayuntamiento a un club deportivo, que concibe el deporte de base ya como un deporte de competición en el que priman los resultados deportivos sobre la función social, educativa y de inclusión en hábitos saludables y amor al deporte, que son primordiales para una escuela deportiva.

Especialmente sangrante es el caso de los niños descartados en categoría benjamín, toda vez que la UDSM los captó como pre-benjamines (posiblemente optando a las subvenciones que la RFEF otorga a los clubes que trabajan estas edades). Prescindir de niños en torno a 7 años, porque no llegan a un rendimiento deportivo tiene un impacto sumamente negativo en la moral del niño, por no hablar del trastorno que puede ocasionar a los padres, vecinos de Santa Marta, que tienen entonces que organizar una agenda especial para que el niño pueda seguir practicando el fútbol.

La subvención municipal que recibe el club debido al convenio firmado es de 75.000€ (a la que habría que sumar el importe, unos 15.000 en gastos de mantenimiento e iluminación que también asume el ayuntamiento y el montante por publicidad o el uso del Alfonso San Casto por otros clubes y ligas de aficionados del que el club hace uso sin ni siquiera argumentar cantidades) bien vendría al resto de iniciativas deportivas de la ciudad que si funcionan como Escuelas Deportivas.

Si ya es lacerante que un club con el potencial de la UDSM no disponga y facilite equipos femeninos, más lo es si cabe, cuando se aprovecha así de los recursos públicos de todos, para el beneficio de un club privado que ni trata a los niños como mercancía despegándose del sentido educativo y de inserción social que implica el deporte.

Por eso desde Izquierda Unida – Los Verdes hacemos un llamamiento para que se den a conocer el número de niños censados en Santa Marta que juegan en la UDSM, además de invitar a todos a la reflexión para ofrecer un modelo de Escuelas Deportivas que mejoren nuestra sociedad a través de la práctica deportiva, la educación social y la mejora de la confianza de nuestros jóvenes, niños y niñas.

 

 


miércoles, 3 de noviembre de 2021

El recurrente botellón

 


Una de las señas que nos está dejando la “nueva normalidad” es el botellón. Macrofiestas y aglomeraciones tumultuosas de jóvenes -y no tan jóvenes- que organizan quedadas en espacios públicos en los que el alcohol es el aglutinante de un lienzo en el que se plasma diversión, ruido, coqueteos con otras sustancias, molestias, disturbios, violaciones y situaciones de riesgo.

La pandemía no ha terminado pero estamos inmersos en un contexto en el que nos han exigido convivir con el virus para no lastrar más las pérdidas del capital. El riesgo de contagio sigue siendo alto y pese al éxito de la vacunación y el abnegado trabajo de los servicios de salud, una transmisión vírica sin controlar puede ocasionar un tremendo trastorno que se lleve vidas por delante. No lo olvidemos.

Pero la relajación de las restricciones, el verano, las “no” fiestas y fenómenos similares que han venido adheridos a la excepcional situación que llevamos viviendo año y medio no han provocado un fenómeno nuevo y que no conozcamos. No. El botellón lleva mucho tiempo instalado en nuestras sociedades. En las mentes de adolescentes que ven como sus condiciones de vida y futuro se han ido lastrando en lo que va de siglo. Que no tienen alternativas de ocio salvo la de deambular por bares y discotecas abrazados a un vaso de tubo. Que se han acercado a la primera madurez habiendo pasado meses encerrados, perdiendo oportunidades. Y al mismo tiempo, recibiendo muy mala información sobre las consecuencias de la COVID y su supuesta levedad para con ellos.

Pero no quiero descargar de responsabilidad a la juventud. Si con lo que ha sucedido, con decenas de miles de fallecidos -seguro que algunos conocidos- no eres capaz de ver el peligro y muestras esta inmadurez, esta carencia de empatía y solidaridad tienes un problema. Porque si eres mayor para beber también debes de serlo para reconocer en que contexto estás y que tus acciones, aunque no lo parezcan, tienen consecuencias. Y algunas pueden ser irremediables.

Y no me vale eso tan manido, ese buen rollismo mediocre, paternalista y ex culpador, de "¿qué hacías tu de joven? Como si no hubieras bebido y hecho el gamberro". Por supuesto que lo hice, pero lo siento, si fue en una época más amable o mejor. No teníamos como sociedad y como juventud, el marrón que tenemos hoy en día para que el plan de finde sea cogerse una cogorza. De hecho ese nunca fue mi plan y el de mis amigos (no discuto que pudiera ser el de alguien incluso el de una mayoría). Por lo tanto, no comulgo con que esta vaya a ser la actitud y una plaga irremediable contra la que no vale rebelarse o luchar. Porque si algo, lo único, que he aprendido de aquellas noches, es de su inutilidad; de que no merece la pena. Pensaba (quizás el problema este ahí en esa ilusión) que las nuevas generaciones “las más preparadas de la historia” serían capaces de darse cuenta de esto, de huir, de auto-organizarse para no cometer los mismos errores y ser capaces así de dominar su destino y cambiar las cosas.

 

Yo he hecho botellones en mi vida. Al principio, recién inaugurada la mayoría de edad, nos íbamos a un parque aislado. Era el calentamiento a un concierto o a acudir a algún pub chulo de aquella Salamanca. Donde no molestásemos. Sin coche, sin ninguna luz salvo la de una triste farola. Noches de invierno cerca del río. Paseos a la gasolinera de la Avenida de la Paz a comprar el hielo y unas pastillas para la barbacoa para hacer un pequeño fuego en un bidón que encontramos. Un par de botellas para cinco o seis y ya calientes ir a algún bareto de Varillas previo paso de los contenedores de basura. Más tarde, conocimos a unas chicas universitarias que vivían en pisos de estudiantes. Lugar perfecto para hacer botellón calentitos. Bebíamos huyendo de la policía, de los vecinos, de los viandantes, de otros grupos de jóvenes bebiendo, de las aglomeraciones y de los precios abusivos y el garrafón.

Porque el botellòn no es un fenómeno nuevo. No es una consecuencia de la pandemia, ni siquiera del estado de las cosas en este país de empleo escaso y precario, vivienda inasumible y futuro oscuro. El botellón lleva prohibido por ley desde 2002. Ya entonces era un problema de orden social el que la gente libremente se reuniera en el espacio público y decidiera hacer lo que quisiera hacer sin pasar por los bares.

La ocupación del espacio público por parte de los jóvenes resulta un reto para unas administraciones que siguiendo un mantra liberal quieren comercializar, sacar hasta el último euro, de las calles. Me resulta curioso y escandaloso que mientras se ha deshumanizado la ciudad, llenándose de terrazas, los mismos que han permitido esto (y cobrado por ello), se escandalicen porque un sábado por la noche haya gente que se reúna a empinar el codo. Cuando no sólo no han provisto una alternativa de ocio, sino que además han animado a que la gente consuma.

Ahora se ha puesto en la picota el fenómeno del botellón para explicar puntuales aumento de contagios de la covid, como si sólo fueran los jóvenes que salen de noche los que pudieran transmitirla o como si haber lanzando llamamientos al turismo de borrachera para los extranjeros dejando excluidos a los locales, fuera inocuo.

Los medios y las policías locales han recogido el guante y crispado a la sociedad al tema con sus videos de móvil de disturbios y los recuentos de robos y altercados. Todo ello sin profundizar en las causas y mucho menos en valorar y avanzar posibles soluciones. Porque el objetivo no es ese. El objetivo es caldear un miedo colectivo que lleve a la sociedad a implorar medidas coercitivas, el reforzamiento de las estructuras policiales y la puesta en marcha de legislaciones aún más restrictivas en cuanto a derechos y libertades.

El principal problema es por qué el único catalizador social de la juventud es el alcohol. ¿Por qué los jóvenes no pueden reunirse y generar ocio desde si mismos a través de la cultura, el deporte o la activación política, laboral y estudiantil? ¿Por qué el consumo de alcohol, reglado en una barra de bar o a través de la compra en un 24horas, es la única alternativa que la juventud tiene? ¿Es acaso la válvula de escape a un futuro tenebroso donde la precariedad, la inestabilidad laboral, personal y afectiva y la indefinición continua les espera? ¿Por qué necesitamos el alcohol para relacionarnos?. Para conocer gente, especialmente del sexo opuesto. Lo necesitamos para follar y para tener pareja. Para divertirnos y reír las gracias a los amigos y allegados. Seguro también para olvidar la mierda de mundo que nos han dejado las generaciones previas. ¿Por qué hemos permitido que el alcohol sea la gasolina de todas las fiestas?. Religiosas o paganas. Patronales o universitarias. Personales o multitudinarias.

Lo único bueno que tiene el botellón es que, antes y después, discute el uso capitalista del espacio público. Y pone en la palestra los problemas comunicativos y de expectativa que tiene una juventud que no puede pagarse una entrada en una discoteca “para conocer gente”, y mucho menos la de un piso. Porque no sólo son derechos a una vida digna, un futuro optimista con garantías laborales y de bienestar gracias a unos servicios públicos. Es también el derecho a poder socializar al que se contrapone un miedo histórico a la masa social, heredado desde el siglo XIX cuando las clases altas veían con estrés y pánico la revolución que podía surgir de una confluencia masiva de gentes heterogéneas que comprendían allí que compartían los mismos problemas.

El fantasma de la aglomeración es también el de no pasar por caja. Y en un ciclo que se repite también lo hacen los argumentos en contra (disturbios, molestias, ruidos, basuras) de un botellón que con su simpleza cumple a la perfección en su mensaje de deshumanización. De convertirlo en un problema lo que sobretodo es la respuesta de un colectivo (la juventud) frente a la desposesión del espacio público y del ocio que se han convertido en réditos del capital.

Al final, el botellón aparece cíclicamente en nuestras vidas. Mejor dicho. Aparece en los medios cada cierto tiempo con una clara finalidad de instaurar un pánico social que haga aceptar más controles, mordazas y gastos extra en seguridad. Siempre hay quien hace de altavoz a esta patronal chusquera de la noche, lobby cutre y rapaz que se ha erigido en vanguardia de la empresa españistaní. Eso explica muchas cosas. Luego vienen los pobres vecinos que les toca aguantar las noches de insomnio y las mañanas de asombro por ver cómo ha quedado su parque y su barrio. Y por último, los lamentos y bravuconadas de polituchos que no han tenido problemas en echar a la calle a las gentes al grito de consumo y alcohol, y ahora se escandalizan cuando la propuesta les hace boomerang.

Y en lo que tampoco cambia es que el botellón es un coñazo irremediable. Y he vivido y bebido bastantes de ellos para saberlo perfectamente.

 

 

viernes, 15 de marzo de 2019

Emergencia Climática: Todos en vanguardia en lucha contra el cambio clmático





Doce días después de escribir esto hemos tenido la misma climatología, salvo un día de lluvia. Once días anticiclónicos, con variedades térmicas de más de 15º entre la noche y el día llegando a máximas por encima de los 20º. Prácticamente no llueve, menos nieva, y la situación empieza a trasladarse a los hospitales donde la gente ya está un mes antes en las consultas de alergología y atención primaria.
Los incendios forestales vuelven a asolar las resecas montañas asturianas y cántabras en pleno invierno. Mientras en Estados Unidos han sufrido una sucesión de borrascas alimentadas por frío artíco que ha desplomado las temperaturas a sus índices más bajos desde que hay registros. Los tifones e inundaciones se suceden por el sudeste asíatico y en Australia sufren las temperaturas más altas de la historia, superándose semana a semana.
Estas noticias del tiempo ponen negro sobre blanco y una vez más, la evidencia palmaria del cambio climático como proceso derivado del calentamiento global y el efecto invernadero provocados por el hombre y su actividad económica y productiva. Es el uso de hidrocarburos para alimentar el comercio global de transportes de personas y mercancías el principal causante del calentamiento global, con las decisiones políticas en clara línea para mantener su supremacía en el sistema económico que tampoco se discute en términos de sostenibilidad ambiental. Las ganancias de comisionistas, especuladores, lobbistas, sátrapas e inmorales de todo pelaje y condición están por encima del bienestar de las personas y del entorno en el que vivimos.
El uso y abuso de pesticidas y fertilizantes de procedencia química e industrial. Los procesos de deforestación para generar pastos, macro granjas y explotaciones mineras. El predominio de plástico como material de referencia en las relaciones humanas que acaba en los ecosistemas y hábitats, especialmente en el marino. Hábitos de consumo masificados e irracionales. Políticas nulas, entregadas a las empresas privadas, en materia de reciclaje y reutilización. Individualismo exacerbado. Desfilparro del agua dulce… todas ellas son hechos que también degradan el medio ambiente, terminando con incontables especies vegetales y animales en las últimas décadas y poniendo en grave peligro a otras muchas actualmente.
La ONU ha advertido de que la situación se está volviendo irreversible por momentos, que urge ya tomar medidas drásticas para tratar de revertirla y ha aportado datos tanto científicos como sociológicos del impacto que la contaminación provoca en nuestras vidas y en nuestro bienestar, cifrando en más de 800.000 muertes las producidas en España por la contaminación desde el año 1990. 9 millones cada año en todo el mundo.
Por eso, desde hace un tiempo está creciendo la indignación ante no sólo la falta de acción política y empeño en llevar a cabo la Agenda 2030 de la ONU de lucha contra el cambio climático (entre otros muchos temas que vendrían a mejorar la convivencia en nuestro mundo), sino también hacia los pasos atrás de negacionistas, imbéciles como Trump y especuladores con claros intereses económicos que reniegan del cambio climático, doblan apuesta por la quema de hidrocarburos en vez de marcar una agenda de energía verde y además lanzan multitud de mensajes para convencer a la población de que no existe tal emergencia.
En este blog ya he hablado en alguna que otra ocasión de la desazón que me produce ver a la juventud parada, ausente en las disputas y luchas que como clase trabajadora y como colectivo social debemos emprender para mejorar la situación y garantizar un futuro próspero donde la justicia social no sea sólo retórica. Huérfana de liderazgo tras el 15M y los movimientos Occupy del año 2011 hasta que una joven sueca de 16 años llamada Greta Thumberg ha levantado la voz para con aplomo, conciencia y coherencia llamar la atención sobre la problemática del cambio climático y la necesidad de como sociedad, exigir acción política y económica para revertirlo y paliar sus efectos.
El movimiento Fridays for future, nace con un único mandato político, exigir la actuación de las autoridades contra el cambio climático. Pero a su vez en estas semanas a su primera gran movilización global, éste viernes 15 de marzo, ya ha conseguido dos hitos que anticipan el que será su gran e inmediato éxito: Poner el tema medioambiental y la lucha contra el cambio climático en la agenda de los partidos, los medios y las administraciones políticas.
Esos dos hitos a los que me refería son dejar en evidencia a la derecha capitalista negacionista y también a las nuevas posiciones “verdes” dentro del capitalismo como ya han hecho los chalecos amarillos en Francia con Macron y su revisionismo liberal.
Científicos, sociedades y las propias administraciones están demostrando como la mayoría de las emisiones de gases de efecto invernadero (hasta un 63%) las hacen 90 multinacionales por todo el mundo, llegando en Europa hasta un 60% por sólo 5 de ellas. Así se hace incomprensible, además de inmoral, querer hacer que sean las clases trabajadoras a base de impuestos las que paguen la transición ecológica de los emporios empresariales y financieros que se benefician de actividades económicas, efectuadas sin ninguna responsabilidad medioambiental, ni ética.
Por eso es una gran noticia que la juventud se haya levantado con conciencia y sentido de pertenencia por la lucha contra el cambio climático. Esta toma de responsabilidad, éste empoderamiento, es vital para que todos juntos, nos sumemos sin distinciones de bandera a un gran movimiento que a través de la exigencia de políticas contra el cambio climático, conseguir mejorar y dar mayor empaque democrático y de justicia social a las sociedades en las que vivimos.
Con una plataforma como es Fridays for future se puede y se debe lanzar ideas como la nacionalización de la red de transportes, la exigencia de la transición hacia energías verdes, renovables, un mayor reparto equitativo de la tierra, mejorar hábitos de consumo con una educación que favorezca tanto el autoconsumo, como el consumo de cercanía. La reducción de los plásticos. La eliminación y persecución de las prácticas capitalistas de obsolescencia programada. Un urbanismo más racional. Perseguir el abuso del uso del coche privado cuando existen medios de transporte colectivos garantizados por la administración…
Son tantas las medidas y tan necesarias que es una emocionante y magnífica noticia que la juventud se haya erigido en vanguardia por su lucha. Ya vemos como el poder, la oligarquía, no va a hacer nada si no le ponemos en su sitio y se lo exigimos. De hecho, no tienen problemas en negar la palabra a una joven de 16 años en el Europarlamento como pasaba el otro día. Ningunean la convocatoria en sus medios de comunicación. Y siguen cuidándose de lanzar proclamas en clave negacionista o de que ya se están haciendo cosas en la materia.
Frente al conglomerado capitalista que se beneficia de un sistema económico desigual, irracional, hiper financiado y contaminante está la sociedad civil ya en marcha por su futuro y por la sostenibilidad y la salud del planeta. No podemos más que sumarnos y participar activamente, de una vez por todas y conseguir que la lucha contra el cambio climático se convierta en el principal problema que tenemos, porque si no lo paramos ya, millones de personas seguirán muriendo, el dolor y el sufrimiento también llegará a donde nunca había llegado, y el futuro que dejemos a las siguientes generaciones, no será tal porque nos habremos cargado nuestro hogar.

martes, 27 de junio de 2017

La elección de la industria del videojuego



 Escena, típica del modo online del Halo Reach
Como buena parte de los menores de 40 años (sobretodo si es hombre) una parte importante del tiempo libre o de ocio, y sin olvidar una buena cantidad de dinero, la he dedicado a los videojuegos. A jugar, en la consola y en el ordenador. Con juegos fundamentalmente de coches, simuladores deportivos (baloncesto sobretodo), algunas aventuras (saga Assassains Creed) y un par de "shooters" (Battlefield y sobretodo la saga Halo, destacando el spin off Halo Reach).

Durante mi infancia no pocos ratos pase en el recreativos del pueblo, perfeccionando trucos en el Street Fighter, cuando no ya asumiendo retos (hacerlo desde el segundo jugador, ganar la partida sin saltar, pasárselo con todos los personajes...). Compartí plataformas de aventuras con algún amigo y ya de ahí, con la consola en casa, pase a los futbolines.

En casa, mi vetusta Play Station dio rienda suelta a multitud de derbys con mi hermano, y alguna que otra, las menos, partidas colaborativas.

Pasados los años y sin llegar a ser nunca un viciado, entro en mi casa la Xbox360. Instalada más como centro de ocio que como consola dedicada exclusivamente a juegos, prefije durante un tiempo las tardes de los viernes para jugar con ella, más algún rato esporádico a la semana que siempre trataba que fuera más excepción que regla. Ahí es cuando avance y disfrute con el Halo Reach, que venía instalado en la consola. Aquí probé el juego online y pude comprobar, bien de modo colaborativo o en modo competición, me encontraba jugando con gente que me llegaba a sacar hasta un año y medio en horas de juego online. Esto lógicamente creaba frustraciones en mi, y hacia que al dejar de jugar me sintiera enfadado e incluso a veces humillado y estafado.
Durante todo este tiempo, un par de años, conseguí descargarme los juegos que ofrecía Microsoft junto a la suscripción online. Los fui probando todos con mayor o menor ánimo, encontrando, por otra parte de forma lógica, predilección por los juegos dedicados a público adulto.

En este punto fue donde la frustración se hizo más palpable y empezó a correr en mí la idea de que o bien era un negado para los videojuegos (mi hermano siempre fue mejor en los juegos de coches y yo por contra era mejor que él en los simuladores deportivos) o que se estaban ofreciendo videojuegos para un perfil muy concreto: El jugador "viciado", el que puede o al menos lo hace, dedicar muchas y continuadas en el tiempo, horas de partidas y partidas, sobretodo en el modo online.

Mientras iba probando juegos que me desesperaban ya en su versión historia porque me era realmente imposible avanzar, contra más entrar en batallas con jugadores a través de la red, comprobé que no era una cuestión de un título concreto, una saga específica, o los juegos de un productor o distribuidor identificado. No, se trata de una tendencia general del sector.



Esa tendencia es ofrecer juegos, con una gran historia, unos gráficos potentes, y sobretodo, un modo online rico, intenso y sugerente para atrapar a los grandes jugadores. A aquellos -y aquellas que van entrando poco a poco en un mundo hiper masculinizado- que consumen grandes cantidades de su tiempo y su dinero en jugar a videojuegos y en participar de manera activa en las comunidades online que se van creando.

Y para ello no han tenido ningún reparo en dejar de lado a los y las jugadores casuales, que no pueden o no quieren estar muchas horas seguidas jugando, o que quizás conectan el mando una vez cada dos semanas.

Es una elección capitalista, corporativa, del sector priorizando sus recursos productivos, sus desarrollos, en lo citado anteriormente y olvidando conceptos que en los albores de la industria y sobretodo, no hace tanto tiempo (5 o 6 años) eran muy importantes: La accesibilidad y la jugabilidad. Tendencia que ha venido con la mejora de las conexiones de Internet doméstico.

Que un juego que adquieres (compra, descarga legal o ilegal) y pruebas, no tenga niveles en los que ajustar al jugador novato es un grave problema para que éste se sienta cómodo en la historia y tenga así el ánimo para jugar y avanzar en ella, independientemente del tipo o género del juego. Con esto lo que se consigue es el avance a base de perseverancia, de horas dedicadas (en las que lógicamente no se hace otra cosa) a jugar y sacar los objetivos a base de empecinamiento.

Pero es que incluso, juegos que ofrecen la clasificación de perfiles por niveles, les dan tales saltos de accesibilidad que los hacen ridículos. Por ejemplo, las últimas entregas del NBA2K como la de 2016 que ha llegado recientemente a mis manos: De nivel fácil, en el que no fallas ni un sólo tiro, al siguiente nivel en el que tras 10 intentos me ha sido imposible, con los Warriors quedar a menos de 10 puntos de los Bobcats...



Y para rematar todo esto aparecen los E-Sports como un ejemplo más de querer presentar u ofrecer el consumo de videojuegos, esta industria en principio cultural, como un opio nuevo, para que la gente no se preocupe de lo realmente importante, y adquiera una suerte de ilusiones de convertirse en profesional de esto. De entrar en una élite que se gana la vida, y muy bien como ya muestran algunas publicaciones y televisiones, pero que al final, lo único que va a suponer para la gran mayoría de quienes juegan, es la inversión tanto en dinero como en tiempo en los videojuegos (además, de por supuesto miles de horas de diversión).

Éste coste de oportunidad implica no hacer otras cosas, como pueda ser estudiar, trabajar para la comunidad o activarse para cambiar éste mundo. Y sin embargo, será aprovechado por los de siempre para enriquecerse una vez más.



Desde luego, considero que quedarse en la inocencia de la decisión productiva, capitalista, de los estudios de creación de videojuegos en preocuparse más en los "grandes jugadores", que en los casuales o eventuales, es un error. Existe una intencionalidad, más allá de la clara económica de ganar más dinero a costa de los jugadores "viciados" que más consumen tanto en horas, como dispositivos, juegos, acceso a Internet, e incluso merchandising asociado a las grandes sagas de videojuegos.

Pero no voy a entrar más en lo dicho hasta ahora, aunque quiero que quede claro, que considero a la industria de los videojuegos como alineadora de la población, particularmente de la juventud, a la que invoca en un estilo de vida donde prima el individualismo, su exhibición a través de las redes sociales, y el anclaje del personal en la rueda consumista que necesita como motor el capitalismo.



Me quedo únicamente, en que como aficionado casual no tengo hueco en la oferta que las empresas de videojuegos disponen hoy en día. La demanda, que jugadores como yo, creamos se queda desatendida y hace que dejemos de consumir videojuegos, y dediquemos el tiempo y el dinero, entendidos como coste de oportunidad, a otras opciones.
Y tan tranquilo.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Con mis impuestos, NO




Tomada prestada del twitter de @heycaramelo


Si España no va a Dios, Dios irá a España. Y como el representante terreno de Dios es alemán, ha decidido venir en agosto, como todos sus compatriotas.

Viene, eso sí, financiado por un nutrido grupo de patrocinadores entre los que se encuentran los muy cristianos El Corte Inglés, Movistar y Banco Santander, cuyas juntas de accionistas ya se han garantizado, con el gesto, el Reino de los Cielos.

No me malinterpretes. Defiendo la libertad de creer cualquier superchería. Hay quien consume homeopatía, quien busca reducir las cartucheras con Somatoline, quien acude a reiki, quien lleva Power Balance y quien reza a nuestro señor Jesucristo (yo mismo hice esto último en mi infancia). El placebo es de libre uso, y no veo motivo para que los católicos no se metan un buen chute de autoestima supersticiosa coreando totus tuus (o lo que coreen ahora) en el centro de Madrid.

Ocurre que la pasta de los patrocinadores no es suficiente, mira tú, porque mover al vicario de Cristo es caro de cojones. Ni siquiera con la contribución de Ford y SGAE -muy cristianos también- alcanza para transportar al pastor de pastores, su coche de diseño exclusivo y su faraónico séquito. De modo, damas y caballeros, que hay que apoquinar.

Dicen los organizadores de la Jornada Mundial de la Juventud que el evento saldrá rentable porque va a generar un cuantioso retorno. Y probablemente estén en lo cierto. Jesucristo tiene más groupies que Harry Potter, muchos de ellos dispuestos a mover su inmaculado culo allende fronteras para ver al Santo Padre en acción.

La próxima semana las cadenas de televisión vomitarán toneladas de imágenes donde personas procedentes de todo el mundo ensalzan las virtudes del autor de reflexiones como “la homosexualidad es un desorden objetivo”. El mismo tipo que afirmó que los condones agravan el problema del SIDA en África. Un tipo que ha llegado a comparar el ateísmo con el nazismo, un personaje con unas ideas que, de no llevar ese extravagante traje blanco, sería calificado de fanático, imbécil o algo peor que, por respeto al lector católico, dejo en elipsis.

Con la visita de un anciano alemán políglota y malcarado, Madrid se llenará de personas racionales comportándose con irracionalidad, místicamente arrebatados por la superstición que han mamado desde niños. Me parece estupendo. Cada uno se engaña como quiere. Pero el estado no paga mi placebo. Que no pague, por tanto, el de los católicos. Por muchos que sean.

El mensaje del Papa

Hay algo peor que utilizar las arcas públicas para financiar la visita de un líder religioso, y es pagarle para que además haga oposición. Hace unos días, el ministro de Presidencia, Ramón Jáuregui, dejó caer que “no sería nada oportuno que el papa tuviese algo que decir sobre España”, aunque aseguró que “es muy libre de decir lo que quiera”. El temor a que Joseph Ratzinger pronuncie discursos contrarios a leyes que ha promovido este Gobierno es comprensible, más aún si se trata de su principal patrocinador. Ya en su anterior visita a España, el papa criticó que en este país había “nacido un laicismo fuerte y agresivo como lo vimos en los años 30″. No obstante, esa no sería la peor afirmación que cabría esperar de Ratzinger.

Todos conocemos ya las leyes sobre las que la Santa Sede ha colocado la diana de sus dardos envenenados: matrimonio homosexual, aborto, divorcio y muerte digna. Si algo bueno tiene la web del Vaticano es que se ha convertido en la mejor hemeroteca del discurso de la Iglesia. Es ahí donde podemos leer, por ejemplo, que consideran “pecados graves” los “actos y tendencias homosexuales”. Por ello, no admiten la ordenación de “quienes practican la homosexualidad” porque, en su opinión, “obstaculizan gravemente una correcta relación con hombres y mujeres”. Pero no se quedan ahí, sino que llegan a afirmar que si el único matrimonio posible no fuese el de personas de sexo diferente se produciría “un grave deterioro del bien común“, arguyendo que los países que permiten el matrimonio entre personas del mismo sexo “entran en contradicción con sus propios deberes”. Eso sí, dicen respetar “plenamente” la “dignidad” de “la persona homosexual”, aunque eso “no significa la legitimación de comportamientos contrarios a la ley moral”.

En lo que respecta al aborto, no dudan en definirlo como “crimen abominable“. Asimismo, aseguran que detrás de cada aborto hay una “malicia moral”. Por si no ha quedado claro lo que piensa la Iglesia sobre este tema, son más directos: “Una intervención que directamente provoca la muerte del feto, llamada en ocasiones de manera inapropiada aborto ‘terapéutico’, que nunca puede ser lícito, constituye el asesinato directo de un ser humano inocente”. El actual papado de Ratzinger no ha dudado, además, en comparar a su manera el aborto con el divorcio. Lo hizo el propio papa durante un discurso en un congreso en 2008 llamado “El aceite sobre las heridas. Una respuesta a las plagas del aborto y el divorcio“. En él, Benedicto XVI insiste en el “juicio ético de la Iglesia con respecto al divorcio y al aborto” que, en su opinión, son “culpas graves que menoscaban la dignidad de la persona humana”.

Las explicaciones del rechazo de la eutanasia por parte de la Iglesia son de libro. No solo interpretan a su manera la opinión de las personas que piden una muerte digna, sino que incluso siembran dudas sobre la profesionalidad de los médicos. “Las posibles peticiones de muerte por parte de personas que sufren gravemente casi siempre constituyen la manifestación extrema de una apremiante solicitud del paciente que quiere recibir más atención y cercanía humana”, opinan para después afirmar que “en la legitimación de la eutanasia se induce una complicidad perversa del médico, el cual está llamado siempre a sostener la vida y a curar el dolor, y jamás a dar muerte ni siquiera movido por las apremiantes solicitudes de cualquiera”. Pero si hay algo que de verdad llama la atención es que atribuyen una posible legislación en favor de la eutanasia a “razones de gasto público”.

Pero los mensajes de Ratzinger bien pueden ir por otros derroteros. No estaría mal, por otra parte, que explicase cual es la verdadera posición de la Iglesia respecto al uso del preservativo. Si bien él mismo reconoció el año pasado —y por primera vez en la historia— que el condón sirve para “reducir el riesgo de infección de VIH”, durante la Conferencia de Alto Nivel sobre el VIH/SIDA que tuvo lugar en junio de este año en la sede de la ONU en Nueva York, el observador permanente del Vaticano ante Naciones Unidas, el arzobispo Francis Assisi Chullikatt, volvió a asegurar que “la Santa Sede no apoya el uso de preservativos como parte de programas de prevención del VIH y del sida, ni de programas o clases de educación”. ¿Cómo prevenirlo entonces? “El único método seguro y completamente fiable de prevenir la transmisión sexual del VIH es la abstinencia antes del matrimonio y el respeto y la fidelidad mutua dentro del matrimonio, que es y debe ser siempre la base de todo debate sobre la prevención y el apoyo”. Y tan anchos.

Cosas que serían interesantes: Arrestar al Papa

Hay dos tipos de turismo sexual infantil: el que requiere de un viaje anterior al acto y el que se compra los billetes después. El padre Lawrence C. Murphy es de los segundos.

El buen reverendo se pasó por la piedra, según la información del New York Times del enlace anterior, a unos 200 niños sordos entre 1963 y 1969. Varios obispos de Wisconsin escribieron al Cardenal Joseph Ratzinger comentándole el caso (aunque créanme: lo más indicado en esta situación es llamar a la policía. Es más rápido y da mejores resultados). Murphy alegó que ya estaba mayor, que no andaba para esos trotes, que de aquello habían pasado 25 años, que de todas formas allí había defectos de forma en el proceso y que se iba de vacaciones a casa de su hermano en Texas, que en Wisconsin hace frío.

Se estarán preguntando qué pasó. Ya se lo digo yo: nada. Lo mismo que con Neil Gallanagh, por poner un ejemplo más cercano.

Me remonto a 1985. Joseph Ratzinger, en calidad de responsable de la Congregación para la Doctrina de la Fe, envía la siguiente respuesta al obispo John S. Cummins en relación a otro caso de señor de negro juguetón. La traducción es mía tomando como base el texto en inglés ofrecido en su día por el Telegraph (la carta original está, vaya, en latín). La negrita está añadida por mí:

Habiendo recibido su carta el 13 de septiembre de este año, en relación al asunto de la retirada de todos los cargos eclesiásticos del Rev. Stephen Miller Kiesle en su diócesis, es mi obligación compartir con usted lo siguiente:

Esta corte, aunque reconoce que los argumentos presentados a favor de la retirada en este caso son de gran importancia, cree en todo caso necesario considerar el bien de la Iglesia Universal junto con el del demandante, y es incapaz de arrojar luz sobre el detrimento que la concesión de la dispensación puede provocar en la comunidad de los creyentes en Cristo, particularmente en relación a la temprana edad del demandante.

Para esta Congregación es necesario tratar los incidentes de este tipo con cuidadosa consideración, lo que necesita un largo período de tiempo.

Se lo vuelvo a poner más breve, que quedó algo largo: no me joda, que tenemos una reputación y unos clientes. Suena lo suficientemente feo como para intentar preguntarle al buen señor qué era lo que quería decir; podría uno pensar que se estaba poniendo el bien de la ponzoña que surgió de una piedra sobre el de las personas.

Coincidiendo con la visita de Ratzinger al Reino Unido hace dos años, Geoffrey Robertson, Richard Dawkins y Christopher Hitchens aparecieron en los medios como parte de una campaña para arrestar al Papa a su llegada a suelo británico. Hitchens lo comenta con la claridad que lo caracteriza:

Este hombre no está por encima ni fuera de la ley. El encubrimiento institucional de abusos a menores es un crimen bajo cualquier ley.

Aquello, si la memoria no me falla, quedó en nada. No sé si soy el único que piensa que a este señor habría que interrogarlo. Y luego ya, si quiere, que lo juzgue su dios, pero al menos que no se pase la justicia humana, que es la única que ha dado muestras de funcionar, por el forro de los cojones.

También sería bonito tener en España una investigación como la irlandesa. Pero eso a lo mejor ya es mucho pedir, no se vaya a romper la aconfesionalidad si empezamos a usarla.

Las quejas de un paleto

Opina Braulio Rodríguez, arzobispo de Toledo, que es de “paletos” criticar la Jornada Mundial de la Juventud. Que estamos haciendo el “ridículo mundial”. Tanto, tanto, que dice estar “indignado”. Se queja Rodríguez de que parece que es el papa quien tiene que “arreglar” el paro y los problemas de muchas familias sin recursos no viniendo. No. Una vez más, no lo han entendido. Las críticas a la visita papal no vienen dadas por su presencia en España. Nacen por otra serie de motivos, por los privilegios que disfrutarán solo y únicamente quienes lleguen a España —o estén ya aquí— a corear los cánticos de Joseph Ratzinger. A continuación, enumero los motivos de las quejas de este “paleto” según el arzobispo de Toledo:

1. El papa no viene a España como jefe de Estado del Vaticano, por mucho que algunos se empeñen en defenderlo. Viene aquí a promulgar su religión, la católica, y lo hará con un precio de entrada de 50 millones de euros, 25 de los cuales los pagará el Estado, esto es, todos y todas. El resto estará financiado eso sí, por los propios asistentes a los actos de la JMJ y por una buena cantidad de empresas privadas, que podrán gozar —por obra y gracia del Gobierno— de beneficios fiscales de hasta el 80%.

2. El Gobierno, la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Madrid cederán a los obispos gratuitamente 800 centros escolares financiados con fondos públicos para acoger a todas las personas que se reunirán en la ciudad durante la visita del papa. Tampoco sorprende sabiendo que la propia Iglesia es aún hoy la encargada de nombrar a dedo a los profesores de religión que luego cobrarán del Estado.

3. Mientras la Comunidad de Madrid encarece el precio del billete único de bus y metro —de un euro pasa a valer 1,50—, los asistentes a la JMJ disfrutarán de un precio ultrareducido de los abonos turísticos. Les costarán cinco veces menos. Y eso que la Consejería de Transportes e Infraestructuras de la Comunidad de Madrid defendió en su momento que el encarecimiento de los billetes “sólo” afectaría a los viajeros esporádicos.

4. Según los organizadores del evento, la JMJ es una “buena inversión” y reportará beneficios a España. Pero… Si los asistentes disponen de alojamiento gratuito, apenas pagarán el transporte y gozarán además de comidas gratuitas debido a un acuerdo entre el Arzobispado y un grupo empresarial de locales de alimentación, ¿en qué se dejarán el dinero los peregrinos?

5. El plan de movilidad desarrollado por el Ayuntamiento de Madrid supondrá un enorme trastorno para los madrileños. El centro de la ciudad estará cortado durante una semana. Aquí se explica cómo estará la capital: “Dispositivo de Movilidad con motivo de la visita del Papa”.

6. El 15-M no puede mantener un punto de información estable en Sol, pero el papa sí puede disponer gratuitamente de todo el aeródromo de Cuatro Vientos, el Paseo de Recoletos, la plaza de Cibeles, el Palacio de Congresos, el Palacio de los Deportes o hasta la propia sede del Ayuntamiento. Y no nos olvidemos del parque del Retiro, donde ya hay instalados 200 confesionarios.

7. El Museo Reina Sofía abrirá sus puertas de forma gratuita a quien presente a la entrada su carnet de peregrino.

8. La Federación Española de Baloncesto regalará 3.000 entradas a voluntarios de la JMJ para el partido de este sábado contra Lituania.

9. Esta es la tercera visita del papa a España en menos de un año. Si tenemos en cuenta que su estancia en Santiago de Compostela —donde estuvo ocho horas— y Barcelona —permaneció en la ciudad apenas un día— costó a las arcas públicas alrededor de seis millones de euros, el Estado se ha dejado al menos 31 millones de euros en la visita de un líder religioso.

¿Quién dijo eso de “España, estado aconfesional”?

¿Quién paga la JMJ?


Según la web de la JMJ [1]

Los gastos de la JMJ se sufragan: por las cuotas de participación de los jóvenes, que pagan una contribución para cubrir los gastos. Esta es la principal fuente de financiación de la JMJ. Por las empresas patrocinadoras de la JMJ, que ayudan con dinero y en especie a esta iniciativa de ámbito mundial, como manifestación de su responsabilidad social corporativa, y en cambio de la visibilidad en los actos, carteles, publicaciones, etc. Por donativos pequeños y grandes de muchas personas de todas las edades, que quieren poner su grano de arena a esta convocatoria del Papa a la juventud del mundo, para hablarles de Jesucristo, de paz, de reconciliación, de compromiso por los más necesitados. Por la Fundación Madrid Vivo [2].

La organización ha declarado que la JMJ tendrá "coste cero para el contribuyente" y que será financiada en un 70% por las cuotas de participación y 30% por patrocinadores [3]. Según estas fuentes, el presupuesto final será de 50.482.621 euros [4].

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Hace meses anunciaron que vendrían 2 millones de personas, pero a 4 días del comienzo de la JMJ la organización admite que se han inscrito 428.505 peregrinos y 30.000 voluntarios. Para llegar a los 31.500.000 euros estas personas habrían pagado una media de poco más de 70 euros cada una, según las distintas modalidades de inscripción [5]. Por experiencia de años anteriores, calculan que la asistencia llegará a 1 millón de personas, la mitad no inscritas.

Tan arraigada parece la idea de autofinanciación que hasta los voluntarios pagan cuota. Esto incluso cuando la ley española de voluntariado lo prohibe [32].

¿Hay gasto público en la JMJ?

La financiación pública se puede hacer por activa (préstamos, gastos y subvenciones) y por pasiva (descuentos y exenciones). Vamos a hacer una recopilación de todo el apoyo público que recibe (si sabes más, por favor déjalo en los comentarios con un enlace que lo demuestre).

La organización reconoce aportaciones "en especie" de las arcas públicas [6], que se traducirían en los siguientes servicios:

  • cesión de colegios públicos, polideportivos y albergues, un total de 693 espacios [28] en 128 municipios de la Comunidad de Madrid [7]. No olvidemos que toda cesión de espacio o servicios requiere de empleados públicos, en este caso conserjes de colegios, institutos y gimnasios [8]*. Los gastos de agua y luz los paga la JMJ. [9]
  • 40.000 flores amarillas y blancas (colores del Vaticano) plantadas por el Ayuntamiento de Madrid. [10]
  • otras acciones del área de Ambientación Ciudadana del Ayuntamiento de Madrid: maratón pancartero, suelta de miles de globos, kilos de confeti y serpentina, lonas en edificios y banderines en las calles, logo de la JMJ dibujado con sal sobre el asfalto, cruz de vinilo adhesivo y foco emitiendo luz desde Torre España. [10]
  • desmantelamiento de marquesinas de los autobuses, sustituidas por postes provisionales.** [11]
  • aviones y pilotos de la patrulla acrobática Águila del Ejército del Aire y escolta de la Guardia Real [12], legionarios venidos desde Málaga para procesionar con el Cristo de Mena [33] y otros militares uniformados (en total, 600 [34])
  • actos de recepción en Barajas, Cibeles y la Puerta de Alcalá y de despedida en Barajas. [12]
  • iluminación especial en el Museo del Prado, Neptuno, El Palacio de Correos, la Biblioteca Nacional y la Casa de América, entre otros edificios. [12]
  • alquiler para cesión gratuita del Palacio de Congresos de la Castellana. [13]
  • cesión del aeródromo de Cuatro Vientos, el Palacio de los Deportes y la sede del Ayuntamiento. [13]
  • gastos del séquito papal y de la Familia Real española durante los actos de la JMJ. [13]
  • instalación de 2.000 grifos en el recinto de Cuatro Vientos por parte del Canal de Isabel II (por ahora, empresa pública). [31]

Por pasiva, las administraciones públicas han reducido beneficios:

  • la JMJ ha adquirido 600.000 abonos de transportes rebajados alrededor del 80%: el de tres días de 25 a 4 euros, el semanal de 50 a 10. [11] (El Consorcio de Transportes alega que la base utilizada para el cálculo es el abono joven y no el turístico [14], pero hay que recordar que normalmente el joven cubre hasta los 23 y para inscribirse en la JMJ no hay límite de edad).
  • carné joven gratuito [15] Normalmente cuesta 4 euros.
  • entradas gratis a museos nacionales: Reina Sofía [16], Ciencias Naturales, Romanticismo, Antropología, Artes Decorativas... y otros muchos museos públicos (Ciudad, Orígenes, Geominero, Sorolla, Traje, etc).
  • entradas a monumentos: Palacio Real de Aranjuez, Monasterio del Escorial, Panteón de los Hombres Ilustres, Palacio de las Descalzas Reales, etc. Algunas de estas entradas son gratuitas con el carné joven, otras no.
  • visados gratuitos [17] (El precio suele variar según país y caso).

Llama la atención especialmente la reducción de impuestos de la que se beneficiarán patrocinadores y donantes:

  • Entre el 40% y el 90% de las donaciones practicadas pueden ser recuperadas por las empresas a través de deducciones fiscales. Coca Cola, Endesa, El Corte Inglés y Mahou son las cuatro compañías que recuperarán el 90% de lo invertido [18]
  • En cuanto a las personas físicas, las deducciones son entre el 30% y el 90%. Además, habrá bonificaciones del 95 por ciento del impuesto de actividades económicas para las actividades artísticas, culturales o deportivas y también de los gravámenes locales en las operaciones relacionadas con la jornada. [19]
  • Cuando no hay carácter de excepcionalidad como en este caso, las donaciones a ONG, fundaciones, la Iglesia Católica o entidades sin fines lucrativos disfrutan de deducciones del 25 del importe en el caso de las personas físicas y del 35 en el caso de las empresas. [19]

Para justificar este gasto, se nos dan una serie de motivaciones:

  • El consorcio de transportes ingresará 5 millones de euros. Pero, ¿cuánto ingresaría si vendiera los abonos a precio normal?
  • También justifican los abonos para evitar el colapso de Madrid, ¿quieren hacernos creer que si no hubiera reducción en transporte estos jóvenes de todo el mundo vendrían con su propio vehículo a transitar por calles cortadas?
  • Ingresos para hostelería... pero si los participantes tienen tickets de comida, van a ser mayoritariamente para las cadenas de alimentación que han firmado el acuerdo: Rodilla, Autogrill, Le Pain Quotidien, Cafestore, Mc Donald's, el Grupo Restalia [100 Montaditos] o Telepizza [6].
  • Sobre los hoteles, las previsiones más halagüeñas de ocupación hostelera apuntan a un 70% de reservas durante esta semana. El año pasado en agosto en Madrid se ocuparon el 50% de las plazas [29]. ¿Con semejante acto multitudinario sólo hay un 20% de diferencia? Será porque la mayoría de los jóvenes se hospedan en espacios cedidos.

La finanación privada queda evidentemente a voluntad de empresas patrocinadoras. En este apartado podríamos valorar el hecho de que Telefónica sea una de ellas, mientras ejecuta un ERE de 6.500 personas [20], o destacar que la SGAE exime a la JMJ de cualquier pago en concepto de derechos de autoría [4]; pero criticar la ética de estas empresas no es objeto de este texto. Tampoco lo es entrar en el despilfarro inmoral que la Iglesia hace con su propio dinero, pero valga el dato de que se han bordado 14.060 casullas, albas y mitras expresamente para el clero que acuda a los actos centrales de la JMJ [28].

¿Solamente en Madrid?

En Sevilla, los miles de jóvenes que acudan a pasar los "días en las diócesis" una semana antes, también podrán disfrutar de transporte gratuito, mientras que en Valencia podrán visitar, también sin coste alguno, más de tres decenas de museos. Rutas por Toledo o Segovia, celebraciones públicas en Barcelona [6]

¿Por qué mucha gente piensa que sí hay gasto público a pesar de lo que diga la organización?

Porque no hay transparencia respecto a la cantidad de servicios "en especie", recursos y empleados públicos puestos a disposición de la JMJ. Porque las relaciones habituales entre Iglesia y Estado nos hacen sospechar: por ejemplo, curso tras curso el Ministerio de Educación paga los sueldos del profesorado de religión en la enseñanza pública y éste es seleccionado y aleccionado por la Conferencia Episcopal. Porque los antecedentes de visitas de Joseph Ratzinger a España no son muy tranquilizadores: sabemos que la Xunta de Galicia gastó 8 millones de euros en las 8 horas que pasó en Santiago de Compostela [21], que cuando estuvo en Valencia solamente Canal 9 gastó 11 millones [22] y que las administraciones catalanas cifraron en 1,8 millones su aportación a la estancia de un día en Barcelona [23].

Por otro lado, también porque la propia JMJ reconocía hace un año y medio que, de los 50 millones de euros estimados, el Estado pagaría la mitad. Esto es, 25 milones de euros. Y con gusto:

"La acogida por parte de todas las Administraciones públicas ha sido excelente", indicó Yago de la Cierva, responsable de Comunicación de la JMJ. La colaboración "será total". (...) Como subrayó el propio Rouco, "se han acordado todo tipo de facilidades y ayudas para el desarrollo con éxito del evento". [24]

Y porque José Blanco, ministro de Fomento, declaró el pasado 15 de agosto:

"Es verdad que acarreará algunos gastos, pero también importantes ingresos y, al final, ponderando ambos, no será un gasto para el Estado”. [30]

O sea, que sí que hay gastos... y a estas alturas de la película, cuando un político dice "habrá ingresos", hemos aprendido a sospechar que no repercutirán en la ciudadanía sino en los mismos pocos de siempre.


* No vamos a hacer demagogia sumando el gasto en personal de limpieza, sanidad y vigilancia policial extra (10.000 agentes [28]), pues entendemos que es lo usual en cualquier aglomeración de personas en el espacio público. No tenemos datos comparativos para juzgar si es excesivo que el Ayuntamiento de Madrid movilice a 12.000 empleados. [25]

** Tampoco haremos demagogia con los gastos ni molestias derivadas de las alteraciones del transporte público, como pasa con cualquier otro evento multitudinario. No obstante, no conocemos antecedentes de ningún evento que haya causado tantas alteraciones durante una semana entera, desde cambios de circulación [26] hasta el cierre por las tardes de la Biblioteca Nacional. [27]

Resumiendo:

De este inminente viaje del Papa ya se pueden extraer algunas conclusiones:

1. Una consecuencia gravísima, de primera magnitud, es que agudiza enormemente la división entre los españoles en la cuestión religiosa, hasta el punto de convertirlos en irreconciliables. Es una provocación.

2. Especialmente grave es la ruptura ideológica entre la juventud que oficialmente acude a estas jornadas y los jóvenes del 15-M.

3. El Estado español, con el Gobierno socialista a la cabeza, se rinde sin condiciones ante la fuerza de la Iglesia Católica. No es temerario prever la injerencia política en los asuntos de España y de su Parlamento.

4. Las molestias originadas a los ciudadanos de Madrid son evidentes y muy superiores a las que causaría, por ejemplo, la visita de Obama o de la Reina Isabel II del Reino Unido, y también Jefa de la Iglesia de Inglaterra.

5. La gran ausente es la ternura.

6. Es vergonzoso comprobar cómo se restringe la libertad de reunión y manifestación para expresar quejas y rechazo.

7. Deberían hacerse públicas las cuentas de ingresos y gastos al día siguiente, pero no se hará, aunque la parte más sustanciosa sea gasto público. Una vez más. El oscurantismo. También debería conocerse previamente el presupuesto, otra quimera.

8. Apuntala a la derecha política de España, por si aún no estuviese suficientemente apuntalada ante las próximas elecciones.

9. Ha venido a plantear problemas y a no arreglar ninguno.

10. España es el último reducto de la Iglesia Católica de la Europa desarrollada. Más que Italia.

11. Es humillante para España lo afirmado por el cardenal Cañizares de que “el problema de Europa no es la crisis económica, sino el olvido de Dios”. Si Benedicto XVI no lo desautoriza públicamente, también será aún más humillante para el pueblo español, con las estrecheces que está soportando.

Asimismo humillará gravemente a la juventud española si no desautoriza al cardenal Rouco por decir que “una parte muy considerable de la juventud española está con la moral y la ética bajo mínimos”. La moral y la ética de Rouco, claro.

Pero no hará ninguna de las dos cosas. Es más, los reforzará. Son los ciegos de Cristo.

Eso sí. Nos dirá que somos malos, rojos, ateos y que vamos al infierno, y que encima, no contentos con eso, condenamos a toda la población mundial al mismo destino, sin importarse él, para qué, de los que ya viven un infierno en esta, única y real vida, muchas veces alimentado y generado por la Iglesia católica y el resto de credos violentos, fascistas, machistas, xenófobos y radicales.

También, nuestro supuesto relativismo moral, es causa de la crisis económica y mundial, también de la social, de los valores, de la educación y la sanidad, y seguramente de la derrota en unos minutos del cristiano Real Madrid. Justificará las amenazas, las prohibiciones y seguirá alimentando la voz del odio y la intolerancia, a las personas que deciden vivir su vida, y lo que hacen o dejan de hacer, en su baño, con quien duermen cada noche, a quién van a amar durante su vida o durante 15 minutos; si utilizarán preservativo o no; si abortarán aunque sea causa de una violación; obviará las violaciones de niños pagadas y silenciadas por esta misma jerarquía eclesiástica, estos mismos hombres son los que han echado paladas de tierra para tratar de ocultar el horrendo vestigio con que acompañan en no pocas ocasiones, su trasnochada, antinatural, irrespetuosa y enfermizas creencias, consejos y baladíes.

Piden respeto y no lo dan. ¿Dónde esta el respeto a una marcha atea? ¿Y mi supuesto derecho a apostatar, y evitar hacerme, convertirme y sufragar los pomposos sátenes, las comilonas, bacanales, orgías y vicios de los del Vaticano y Cía.? Por qué con mis impuestos cuando se suprimen servicios sociales, mucho más básicos que una omilía por muy barata que fuera (y este precisamente no es el caso), como la vivienda, las ayudas a los dependientes, servicios sanitarios, urgencias médicas, colegios y universidades, investigación y desarrollo, ciencia y tecnología, pensiones, parados, funcionarios... Y todo ello con el beneplácito (y la hucha tanto económica como de credito político) del gobierno que no sólo permite la ingerencia de un estado, y me la pela que sea Alemania, Francia o el Vaticano, en nuestros asuntos internos. ¿Por qué esta gente tiene alineados a los que permiten la libertad y el libertinaje en los mercados que han denigrado aún más si cabe la vida de miles de millones de personas; y sin embargo tanto les preocupa lo que haces en tu water, que se quieren meter en él? Y encima Zp además de puta, pone la cama...

¿Para cuándo un estado laico?

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...