jueves, 11 de febrero de 2021

Censura en Españistan


 

Entre hoy o mañana el rapero Pablo Hasel tiene que ingresar en prisión, siguiendo una condena puesta por un delito de opinión. En sus letras de contenido político, el músico catalán denuncia la corrupción del Rey emérito y la violencia del sistema y el estado de las cosas.

Te puede gustar o no Hasel. Ser aficionado o no a su estilo. Incluso puedes estar de acuerdo o no con su discurso. Pero si consideras que por una canción está justificado su ingreso en prisión, podemos valorarte como anti democrático y en consecuencia, fascista. Las muestras de solidaridad se suceden mientras se acaban los plazos legales para subvertir esta salvajada, una más en este lupanar para el fascismo que resulta Españistan.

Nunca hemos oído ni visto juicios o intervenciones policiales para impedir actuaciones de grupos de extrema derecha que cantan para oprimir a otros colectivos. No hay ni siquiera reproches a los provocadores que acuden a barrios obreros a lanzar soflamas clasistas plagadas de odio (xenofobia, homofobia, misoginia, etc.) en el contexto de una campaña electoral. Y sin embargo, presos políticos comunistas o anarquistas se pudren en las cárceles ante la indolencia de la población y sin la cobertura de los medios de comunicación burgueses como con otros casos más conocidos.

Unas leyes fascistas que beben de las fuentes del franquismo, y cuyos herederos no sólo las pusieron en marcha cuando tuvieron ocasión, y por supuesto, lo volverán a hacer, sino que valiéndose de todas las artimañas del sistema han bloqueado concienzudamente su derogación e incluso su modificación a normas más laxas. La ultra derecha de PP y Cs (y obviamente, encontraríamos a Vox en esta barricada) llevan desde 2017 con la derogación de la Ley Mordaza aprobada en las Cortes paralizada por sus mayorías y sus tejemanejes. Y ahora que tenemos una mayoría, compleja pero mayoría progresista, para proceder a derogarla, se suceden las semanas sin que haya atisbo de corregir este fallo multi-orgánico en nuestra democracia.

No es nuevo, ni tampoco propio de éste país que la derecha, se haya valido y se valga de la democracia para sus fines. Para enriquecerse enfangando el buen nombre de la política. Que también. Pero sobretodo, para mantener un estado de las cosas que favorezca la opresión del 1% sobre el resto. Tampoco lo son las traiciones del PSOE a la clase trabajadora y a los colectivos denigrados y oprimidos en el estado. Su cobardía y sumisión es tan lacerante como desesperante la lentitud de movimientos desde la izquierda para crear una ola que desde convencimiento, movilización y generosidad pueda superar este franquismo sociológico para hacer al estado avanzar y mejorar. Y es que la izquierda “guay” tampoco ha tenido problemas en emplear la brocha gorda cuando algo le incomoda.

La Ley Mordaza fue puesta en marcha con el único fin de "ser una respuesta del Gobierno y del poder legislativo a las numerosas manifestaciones que en los últimos años se han llevado a cabo en España". No lo digo sólo yo, ni multitud de personas y colectivos. Son palabras de la ONU en su informe sobre la calidad democrática en España y donde reclamaba la adopción de “todas las medidas necesarias para garantizar, en la legislación nacional, el ejercicio de los derechos fundamentales y las libertades públicas de conformidad con los estándares internacionales".

Los derechos a manifestarse pacíficamente y expresar colectivamente una opinión son fundamentales para la existencia de una sociedad libre y democrática” son palabras también del mismo informe de la ONU y vienen a respaldar los capítulos de libertades cívicas, individuales y colectivas, de la nuestra violada Constitución. Ese mamotreto que apenas nadie se ha leído y que está ubicada en la boca o en el culo de nuestra derecha dependiendo de si les sirve o no para su discurso de opresión y odio.

Derechos cercenados de libertad de expresión, de opinión, de reunión, de manifestación, al tiempo que crecen el número de multas, detenidos e identificados por la Policía, a la que se protege para que puedan seguir realizando su papel de esbirros del sistema. Todo ello haciendo que la libertad de prensa también se vea terriblemente deteriorada y que pongan a España como ejemplo del retroceso en la libertad de prensa en el mundo.

Ofende el que puede. Y puestos a la defensiva existen unos cuantos tarados dispuestos a emplear la maquinaria bien engrasada de medios de comunicación afines (aquí empleados como medios de coerción), policías como perros sarnosos siempre delicados con la mano del poderoso y jueces que bajo su batiburrillo de togas y tomos se convierten en legisladores de lo moral, lo correcto y hasta de lo útil. Así, hemos tenido por este país en los últimos años juicios por blasfemia, persecución de chistes, cantantes, articulistas, tuiteros, humoristas. De asociaciones vecinales o ecologistas a los que se les busca las vueltas para desactivarlos por su oposición exitosa a megalomanías de los de arriba. De tirititeros a los que les aplicaron la ley anti terrorista.

Si no fuera por algunos elementos que reaccionaron contra esta reacción de odio y víscera tendríamos las cárceles llenas de quienes denunciamos, de un modo u otro, la corrupción, el caciquismo, la cutrez, el autoritarismo y la avaricia de las élites de éste país. Y estos, podrían seguir ejerciendo sus corrupciones, cacicadas, cutreces, autoritarismos y avaricias varias.

Pero el éxito de la Ley Mordaza no viene en la medida del volumen y número de sanciones, detenidos, multas y presos. Su funcionamiento está ideado para restringir y coartar la libertad de la población. Para que antes de salir de casa a parar un desahucio en favor de un banco o un fondo buitre, te lo pienses. O para ir a una manifestación en defensa de la Sanidad pública, también te lo pienses. Que mientras te pones el palestino recapacites si te merece la pena. No vaya a ser que te caiga un palo o una multa porque te apliquen la desmesura de la violencia institucionalizada. 

La Ley Mordaza funciona muy bien cuanto te piensas un tuit, un chiste, o escribir un modesto artículo como eśte. Internet es el nuevo campo de batalla, donde las ideas y las corrientes de opinión pueden prender mechas que incendien los cimientos de un sistema que se pudre desde su cúspide por momentos. Por eso es tan importante el control de la red y su neutralidad. Y por eso en multitud de ocasiones desvían la atención con otro caso espectacular, para legislar con el ánimo de ponerle puertas al campo y limitar nuestra capacidad de comunicación, de activación, de aprendizaje y de subversión.

El dictador murió en la cama y los que ayer eran fascistas se despertaron al día siguiente como demócratas. O eso es lo que nos quieren hacer creer desde hace ya 45 años. La Ley de Amnistía fue la continuación de la dictadura que garantizó la supervivencia no sólo de los crímenes franquistas, empezando por el beneficio económico colosal de algunos mangantes aupados al poder oligarca bajo las condiciones de la victoria fascista, sino que además, permitió colocar una educación garantista para con el franquismo sociológico. No se discutieron, debatieron los crímenes, las causas y las consecuencias de la dictadura y procedió a perpetuarse una legitimidad del golpe del 36 y del terror fascista que es una inmoralidad y aberración histórica.

Rascas un poco la superficie social y enseguida salta ese discurso misógino, paternalista, racista, ultra-nacionalista, intolerante, violento, fascista en definitiva, y anti democrático en esencia. Nada puede sonar discordante de un discurso oficial de talante continuista con la dictadura pese a que ya hemos crecido en el estado varias generaciones nacidas y educadas en democracia. En teórica democracia.

En frente multitud de asociaciones por la Memoria Histórica a los que no les mueve el revanchismo como vomitan desde sus altavoces los poderes fácticos. Sino que su afán es el de la reparación, la justicia y la verdad. Su éxito es la mayor garantía democrática que podemos recibir por lo que el apoyo a esta causa tiene que ser intenso de todo aquel que se auto denomine demócrata.

La caverna plagada de hinchas furibundos y bestias irracionales ha salido en tropel a cargar contra el vicepresidente del gobierno por decir que "No hay una situación de plena normalidad política y democrática en España". Pablo Iglesias hacía estas declaraciones en el contexto de la campaña electoral para las catalanas del próximo domingo, con el ánimo de enervar a sus huestes ante el presumible descalabro electoral de la coalición Unidas Podemos. Alentar el voto remarcando la excepcionalidad social y política en el estado español con una desigualdad lacerante, una falta de democracia y memoria insultante y con problemas territoriales y de identidad convertidos en trinchera desde la que incendiar la colaboración, el diálogo y la normalidad. Todo ello, por una persona y un partido político que han sufrido y sufren la persecución del sistema por tierra, aire y mar; es decir, por los medios, por jueces, por otros partidos políticos y por las cloacas.

Como una profecía autocumplida Iglesias tiene razón. Cuando sus mensajes y acciones, iniciativas y denuncias causan tanto pavor y tanto escozor. Cuando movilizan en contra y a favor al mismo número es fundamentalmente porque lo que dice es verdad. Porque nos caerá mejor o peor Iglesias o estaremos a favor o en contra de su formación. Pero lo que nadie debe olvidar es que el ensañamiento que sufren va a la par del desprestigio del sistema que denuncian y de las pocas medidas que consiguen arrancar al mismo sistema, empezando por sus elitistas compañeros de gobierno.

¿Es democrático encarcelar a un rapero porque no nos gustan sus letras? ¿Es democrático que el sistema bajo el sistema, las cloacas, se dediquen a lanzar bulos y perseguir a los opositores a éste siniestro régimen? ¿Es democrático que despidan a quienes escriben un titular incómodo ante la última salida de tono elitista de la casa real? ¿Es democrático desahuciar a una anciana a 10 minutos de la llegada del toque de queda? ¿Es democrático que se quede sin casa y con la deuda? ¿Es democrático que de media un español o española dedique el 55% de su renta anual al pago de un lugar donde vivir? ¿Es democrático desmontar los servicios públicos? ¿Es democrático que aún existan más de 150.000 desaparecidos por la represión franquista? ¿Es democrático que te sienten en un banquillo porque un grupo de gilipollas se ofenden cuando te cagas en dios y en la virgen? ¿Es democrático que la princesa se vaya a un colegio a Gales a 76.000€ anuales al tiempo que miles de sus compatriotas mueren de frío o calor en barrancones? ¿Es democrático que la sanidad pública haya sido derruída en favor de la privada por unos políticos elegidos en teoría para su administración? ¿Es democrático el volumen de corrupción que destila este estado fallido?


Podía seguir así preguntas y líneas hasta el infinito porque es infinita la indignidad que asola este país. Porque la censura, la persecución, la violencia son demostraciones diarias de la anti democracia en España, donde se han juntado el hambre y las ganas de comer, donde se han juntado el fascismo y el ultraliberalismo. Por todo esto se hace vital y urgente la derogación de la Ley Mordaza (así como la derogaciones de las reformas laborales y otra multitud de legislaciones en favor de la dignidad y bienestar de las clases trabajadoras). Unirnos como izquierda democrática y consciente de las dificultades se hace necesario. Es el momento de transitar ya de una vez por todas y pese a las agresiones de los que temen perder sus esclavistas privilegios, de la dictadura a la democracia.


sábado, 6 de febrero de 2021

Wintersun: Sons Of Winter And Stars

 

Llevo unas cuantas semanas atronando con gusto a los vecinos y disfrutando como un enano con Wintersun y su canción Sons Of Winter And Stars.

Ya conocía desde hace varios años a esta banda proveniente de Finlandia comandada por Jari Mäenpää al que a su vez conocía de su proyecto paralelo, la banda de viking metal Ensiferum. Aquí acompañado por el talentoso profesor de bateria (y nuevo batería de Nightwish) Kai Hahto y de dos jóvenes músicos (Jukka Koskinen al bajo y Teemu Mäntysaari a la guitarra -vaya talentazo-) desarrollaba toda su faceta compositiva creando un universo paralelo, pleno de imaginación, en la que el Death Metal melódico es desarrollado con un grado de virtuosismo altísimo.

No sorprende que desde el norte de Europa con su sistema educativo y su facilidad para dar oportunidades a la gente joven para hacer música (o cualquier cosa que se propongan) las personas adquieran un nivel técnico en la ejecución sin comparación en el mundo. Y ojo, que esto no es sólo cosa del metal sino que también la música clásica o el jazz se benefician de ello.

La envidiable consecuencia es multitud de bandas de tremenda calidad originarias de Escandinavia y con particular dedicación de Finlandia. Propuestas heredadas y propias que crean estilos reconocibles y canciones que se convierten en icónicas y que fácilmente sabes situar en un espacio geográfico y temporal determinado.

Wintersun tiene tres discos de estudio (Wintersun (Self Titled) (2004), Time I (2012), The Forest Seasons (2017)) y dos en directo (Wintersun: Tour Edition (2006), Wintersun: Live at Tuska Festival 2013 (2017)) en los que desarrolla su propia visión de la música y de la mitología y las leyendas escandinavas.

Sons Of Winter And Stars forma parte de Time I, y me tiene totalmente loco. El nivel que alcanzan los músicos es tremendo y estimulante. La batería se desenvuelve en una variedad de ritmos y solos verdaderamente apabullante que nos hacen admirar la docta pericia de Hahto, así como envidiarla hasta el punto de ofrecer un pacto al diablo como Fry para tocar el holofono. Al tiempo la atmósfera creada por los solos de guitarra de Mäenpää y Mäntysaari componen el paisaje sobre el que nos van a llegar las referencias mitológicas de la letra a través de la voz, de los increíbles registros que Mäenpää emplea sin prácticamente inmutarse. Acompañado en los coros por sus compañeros la música no sólo te llega: rodea tu ser y te transporta al paisaje de los reinos de Asgard donde viajas con la banda como una valkyria o einherjer más.

El resultado final es una obra maestra, plena y deliciosa que invita sin excepción a investigar más en la discografía de Wintersun.

viernes, 5 de febrero de 2021

Adiós al decorador de la casa del sol naciente

 

La pasada semana fallecía Hilton Valentine. Puede ser que este nombre no te diga mucho. Si es así no tienes más que pulsar el play del video a continuación. Y si ya sabes quien era hazlo también. Con los primeros acordes de la guitarra se activarán en tu memoria el recuerdo de un emblema. De una melodía mítica que compuso parte importante de los cimientos del rock en los 60. Hilton Valentine ejecutaba los acordes de The House of the Rising Sun la brutal e imprescindible obra maestra de The Animals.

 

House of the Rising Sun fue interpretada por The Animals desde 1963. Existen multitud de versiones de otros grupos y artistas (Joan Baez, Nina Simone, Bob Dylan, Duran Duran, Muse, Five Finger Death Punch, esta otra, esta con flauta de pan, y así hasta el infinito), lo que da constancia de la trascendencia de una obra vital en la historia del rock.

La canción es una obra del folk americano datada sin exactitud en el cambio de siglo entre el XIX y el XX. Tomada y arreglada por Bob Dylan éste les dejo la interpretación a The Animals, grupo británico que conocía en los circuitos underground americanos en los que ya se producía la invasión británica de groupos y música en los 60.

La magnifica voz de Eric Burdon dotó de un indomable estilo y personalidad a la interpretación del tema y esto unido a los riffs de nuestro protagonista, Hilton Valentine, dio el impulso definitivo al grupo y a la canción para convertirla en un símbolo, un emblema de la música contemporánea, y más concretamente del hard rock y el rock psicodélico.

Y es que no hay guitarrista que en sus inicios haya perpetrado versiones de los acordes de Valentine en la introducción de The House of the Rising Sun. Una suerte de rito iniciático en el acercamiento del instrumento que además ha servido de base para introducir el rock duro. Son infinitas las canciones de rock y heavy que se han valido de una introducción de la guitarra para empezar el tema, y todas ellas le deben a Valentine parte de la inspiración, así como la capacidad para desarrollar la destreza interpretativa en la guitarra.

Gracias y RIP Hilton Valentine.











viernes, 29 de enero de 2021

El Asalto al Capitolio

 




El miércoles 6 de enero de 2021 ya es historia. Estados Unidos vivía en sus carnes lo que tantas veces ha provocado en otras partes del mundo para alimentar su maquinaria económica y de guerra. Un golpe de estado. Fallido o cuando menos sofocado, si, pero un golpe de estado en toda regla con el Asalto al capitolio protagonizado por las huestes del presidente saliente, Donald Trump, que no admite su derrota electoral el pasado noviembre, y que apenas un par de horas antes del asalto jaleaba a sus bases al grito de “nada nos va a parar”.

El populismo de extrema derecha ha sido una más de las señas de identidad de la presidencia de Donald Trump, postulándose como la amalgama de sentimientos y emociones que ha movilizado a una parte importante del electorado estadounidense estos últimos 6 años. No podemos olvidar el profundo personalismo de la línea política del ex presidente, como tampoco desdeñar su capacidad comunicativa tan particular, peligrosa y a la vez, tremendamente exitosa.

La violencia ha sido el aglutinador de la comunicación de Trump desde el primer momento en que apareció como outsider de la política en las primarias del partido Republicano en 2014. Bien fuera para jalear la dureza en la represión de sus seguidores sobre los manifestantes que interrumpían sus actos o marcando en la agenda ese American First, la violencia ha estado siempre presente como expresión de la rabia contenida de los desheredados de la America blanca y trabajadora, olvidada en el devenir del capitalismo ultraliberal y que tan bien ha sabido manejar Trump estos años.

La pandemia del coronavirus con la negación de su existencia y la infravaloración de sus consecuencias en el bienestar del país supuso el primer golpe duro a las posibilidades de reelección de Trump. Ya entonces el fantasma de la manipulación electoral para arrebatarle la Casa Blanca se convirtió en el mantra que cerraba todas las críticas. No importaba para el equipo del presidente, ni para él mismo, desprestigiar su propio sistema político, la democracia estadounidense, tan expuesta como ejemplo por la élite.

Las huestes de la izquierda en Estados Unidos ya estaban movilizadas ante la reelección de un mandatario que ha mantenido secuestrada la acción política de las cámaras de representantes. El presidencialismo no era nuevo en la política americana, ni mucho menos, pero si que lo han sido las acciones impulsivas de un presidente que no ha dejado de mirar a sus negocios particulares y sobretodo a sus problemas con la justicia y la hacienda estadounidense.

La violencia policial contra las minorías con un nuevo caso de brutalidad policial frente a la población afroamericana fue la espoleta que despertó la conciencia de una victoria electoral. El mayor autoritarismo y la defensa a ultranza del entramado policial por parte de Trump terminó por aglutinar a toda la izquierda del país que venía seriamente lastrada por las maniobras del partido demócrata para fomentar un candidato pro-sistema (Joe Biden a la postre, nuevo presidente) frente a las corrientes socialdemócratas (Ocasio-Córtez o Bernie Sanders).

Ante la movilización de toda la izquierda (de todo el espectro desde el centro a la extrema izquierda) en común para sacar a Trump de la Casa Blanca, el partido republicano hacía suya la política comunicativa del presidente, empeñado en anunciar el fraude electoral como causa de su derrota y en complicar el voto a millones de sus compatriotas a los que anticipaba hostiles, y junto a él, el llamamiento a sus seguidores para mantenerse alerta ante lo que pudiera suceder.

Ni siquiera los datos macro económicos al alza salvaban el bagaje presidencial de Trump, ya que esta mejora en los grandes números no se ha traducido en mejoras sustanciales en el día a día de los trabajadores, en especial de la mayoría blanca desclasada su principal bastión electoral, y junto a las consecuencias de la pandemia (y la inacción federal ante el avance de contagiados y fallecidos) y el problema del racismo marcaba como complicada la reelección.

En las elecciones de noviembre ambos candidatos computaban un voto numerosísimo (ambos son los más votados en la historia del país en números absolutos) pero en el peculiar sistema americano, era Biden el que sumaba el mayor número de representantes para proclamar vencedora su candidatura.

Tras varias semanas de recuento y confirmación de los datos, con intervención directa de la presidencia y el Tribunal Supremo (de marcado acento derechista puesto que Trump se ha dedicado con empeño en plagar de correligionarios las altas instancias funcionariales del país) se confirmaba la victoria demócrata. Sirve de poco pero es necesario comentar aquí el nefasto sistema electoral americano abierto a corruptelas de todo tipo y que sólo sirve de ejemplo de cómo no se tienen que hacer las cosas.

Trump no aceptaba la derrota. Clamaba fraude electoral y robo de papeletas, urnas y mandatos de los tribunales tanto estatales como federales. Y anunciaba movilizaciones para la fecha de proclamación de la candidatura en el colegio electoral en Washington DC el 6 de enero.

Llegaron a la capital miles de fanáticos del ex presidente para marchar por la Avenida Potomac hasta la Avenida Pennsylvania haa el Congreso. Jaleados ante la Casa Blanca por el propio Trump que los llamo a la movilización animándolos hasta la lucha final. Unas horas después centenares de ultraderechistas asaltaban el Capitolio de los Estados Unidos con la intención clara no sólo de paralizar el protocolo de proclamación del Presidente y los resultados electorales, sino de ajustar las cuentas con congresistas rivales, así como “dar valentía a los republicanos para que supieran qué hacer”.

Destaca la pasividad policial (parece que no sólo es cosa de España, el fascismo instalado en las fuerzas del orden) que contrastaba con la movilización y extrema violencia con la que respondieron a las manifestaciones de junio de quienes clamaban por el fin del racismo, la xenofobia y la brutalidad policial.

El espectáculo era retransmitido por las televisiones y los teléfonos móviles de testigos y asaltantes componiendo un retrato a veces irreal, pero siempre terrorífico. Las banderas y pancartas de ultra derecha, conspiranóicos, con uniformes militares, gorras rojas y disfraces como el ya célebre de la piel y cuernos de bisonte. Estados Unidos ya tiene su desfile de camisas negras o de camisas pardas y antorchas. Una demostración de fuerza del fascismo en el país que obligó a escoltar al vicepresidente Mike Pence, que siempre había sido el más fiel colaborador de Trump y que presidía cumpliendo su misión constitucional el proceso que debía ratificar los resultados electorales. Fue necesaria la intervención de la Guardia Nacional para ir recobrando la normalidad, mientras los congresistas huían y se escondían, se decretaba el toque de queda en la capital. Trascendían las imágenes de asaltantes con los pies en la mesa de la presidenta del congreso o llevándose el atril federal como souvenir al tiempo que al ya ex-presidente le cerraban la cuenta en Twitter, algo así como ponerle un bozal.

Un asalto que violó el símbolo de la soberanía popular en Estados Unidos y que constituyó un Golpe de Estado o cuando menos un intento serio de subvertir el orden constitucional. Un paso más en la algarada ultra derechista en el país de las barras y estrellas en un devenir que viene marcado desde hace dos décadas, desde el ataque del 11S y desde que se hizo patente la decadencia del Imperio y con ella, la reacción de una oligarquía que trata de imponer su visión de país valiéndose de la movilización cada vez mayor, de sectores de población seriamente oprimidos y que han vivido y están viendo como sus condiciones de vida empeoran presidente a presidente, año a año.

En el Asalto al Capítolio se vieron muchas banderas fascistas. También muchas gorras rojas que han sido siempre símbolo de la presidencia Trump. A muchos rednecks, los obreros y granjeros blancos en torno a los 50 años o más, predominantemente del medio este que han perdido sus trabajos (y con ellos sus seguros sociales) y que han sido desde siempre un bastión electoral importante para Trump. Muchos ex-combatientes, veteranos de Afganistán e Irak que están siendo incapaces de incorporarse a la vida civil. Y también muchos fanáticos religiosos adheridos a teorías conspiranóicas y evangelistas y que llaman claramente a la revolución fundamentalista, con la intención de convertir a Estados Unidos en una república cristiana teocrática. Todo ellos armados con armas de asalto y munición de combate. De todos ellos se ha aprovechado Trump desde su incursión en las primarias republicanas componiendo una marea intolerante y muy peligrosa que es preciso erradicar ya.

El futuro de Trump debe de pasar por el juicio político y civil como instigador de un golpe de estado. Un delito de sedición y traición. El Congreso a través del Impeachment tiene las herramientas para ensombrecer el legado de Trump y sobretodo para proceder a la inhabilitación evitando así su candidatura en 2024. El objetivo también debe de ser luchar desde la democracia, desde el partidismo y desde la sociedad civil, contra este movimiento violento y fascista sin olvidar a los promotores en la sombra, los oligarcas que se ven beneficiados de la deriva ultra.

En ese sentido, el partido Republicano se encuentra ante una encrucijada muy difícil de resolver. Ir contra Trump y hacer valer el sentido de estado y un compromiso fiel y claro con la Constitución y la democracia, es a la vez ir contra unas bases electorales tremendamente movilizadas, sobretodo en estados clave como Texas o Florida, y también contra una buena parte del aparato del partido que durante estos años ha podido transformar a su gusto el ex presidente.

El nuevo presidente tiene la misión de unir al país en un momento de crisis colosal. Ante el claro declive de Estados Unidos como potencia única en un mundo unipolar le tiene que sumar la gestión de una pandemia que está dejando todavía más claro lo erróneo y falso de un sistema económico (y político asociado a él) basado en el egoísmo y el individualismo. Por si todo esto fuera poco, el reto de hacer justicia con lo acontecido el 6 de enero, recomponer el país a pie de calle y en sus instituciones y trabajar por unir a toda la ciudadanía en un futuro menos intolerante, con menos racismo y menos elitismo, lo opuesto a lo promovido por Trump y sus secuaces, una respuesta fácil y exculpatoria al capitalismo deprador. Parece imposible para un señor de 78 años y un partido, el demócrata, profundamente neoliberal (tanto o más que el republicano) cuyas bases y corrientes claman un acercamiento a lo que podríamos llamar socialdemocracia cada vez mayor.

A través del cine habíamos visto como rusos, árabes, chinos e incluso marcianos habían asaltado la Casa Blanca y el Congreso de los Estados Unidos. Lo que Hollywood no nos había mostrado era a propios compatriotas americanos franquear las barreras y correr por los pasillos, entrar en los despachos y en la cámara de la soberanía nacional, en actitud violenta y poniendo en peligro la seguridad nacional, y por ende y nuclear, la mundial. No hubo un héroe que devolviera la normalidad y el golpe de estado, costumbre yankee perpetrada como antojo en muchas democracias del mundo, quedó en susto y aviso a navegantes.

La mayor democracia del mundo lleva décadas mofándose del término, ejerciendo una oligarquía que mantiene cautiva la voluntad popular y que emplea los recursos del estado, sobretodo diplomáticos, mediáticos y militares, para hacerse cada vez más ricos. Aunque eso haya supuesto infestar el mundo de cadáveres y títeres, así como colocar la diana a todo lo que sea americano.

El sistema de partidos ha sustentado con gusto el estado de las cosas en una huída hacia adelante, relativizando hasta el absurdo de Trump, la figura del presidente, por donde han pasado actores malos, niños de papa, magnates del petróleo y figuras de marketing. El resultado ha sido convertir a Estados Unidos en esas óperas bufas que durante 50 años han ido instalando por el mundo como repúblicas bananeras.

El devenir ultra liberal está dejando el mundo hecho unos zorros y ya es hora de que construyamos desde la activación política, un sistema más humano, social y justo. Los retos son enormes empezando por esta pandemia que nos asfixia, el cambio climático que nos va a ahogar y la desigualdad económica que nos lastra y amenaza. Si no lo hacemos, nos arrasará la extrema derecha, el neo fascismo como falso populismo, como salto hacia adelante de los poderosos en su afán de ganar más y más.

Nos jugamos mucho y el Asalto al Capitolio es una muestra del dolor que pueden causar. Aquí ya estamos hartos del blanqueamiento del franquismo, de la equiparación entre extrema izquierda y extrema derecha, y de la permisividad del fascismo en las fuerzas armadas. No pasarán. No pueden pasar.

 

 

martes, 12 de enero de 2021

Nieva individualismo

El Tajo y el puente de San Martín nevados a su paso por Toledo


Da igual una pandemia o una nevada. Qué te lo pida un ministro, un funcionario, un influencer o la madre que te parió. Ni siquiera el sentido común es capaz de imponerse en la diatriba moral y el comportamiento acaba siendo temerario, egoísta y homicida.

Llevamos un año malviviendo junto a un virus que ha puesto en jaque a la sociedad moderna y al sistema que en principio “nos hemos dado” como marco para las relaciones sociales: la democracia liberal dentro de un capitalismo neoliberal globalizado. Hacerlo, ir pasando cada semana y cada etapa se ha hecho muy difícil no sólo por la incidencia de la enfermedad, sino sobretodo porque la rueda capitalista no ha dejado de girar.

Nos enfrentamos a una enfermedad mortífera, la primera pandemia de alcance mundial de la historia, con las armas que poseemos como sociedad muy deterioradas. Años de un capitalismo atroz y especulativo ha dejado en los huesos los sistemas de protección social, de bienestar y de salud. Particularmente en España, se le añade un deterioro colosal a la ciencia y la investigación.

Y junto a ello, pegadito a las curvas de contagios, ingresados y fallecidos tenemos el comportamiento de una buena parte de la sociedad a quien “su” libertad y sus privilegios no debían trastocárselos una enfermedad y la salud general de la población.

Estoy harto. Estoy hasta los huevos de ver comportamientos incívicos, insolidarios, egoístas y homicidas. Privilegios. Trasnochadas reclamaciones de derechos a la fiesta y la jarana. A las cañas, las copas y a reuniones sociales de dudoso gusto, pero sobretodo, intrínsicamente bochornosas y arriesgadas.

El ser humano ha perdido su carácter gregario, como parte íntegra y reconocible de un colectivo. Ante el exabrupto de una individualidad mal entendida se ha dejado atrás la fraternidad y la solidaridad con las partes más débiles del conjunto que conformamos como sociedad. Abandonamos la responsabilidad en una vertiginosa espiral de celebraciones en las que no recapacitamos que mañana, seremos nosotros los que necesitaremos el refuerzo del grupo y su fuerza como garante del progreso de la sociedad.
Había que salvar la economía, el verano, la navidad antes que vencer al coronavirus.

No es nuevo. No es de ahora. Llevamos años viendo estos comportamientos. Cuando en el trabajo te ves sólo defiendo los derechos de todos los compañeros. Cuando eres el único que se ofrece a ayudar a personas desfavorecidas. Cuando organizas o acudes a una manifestación que plantea la defensa de lo de todos ante las agresiones del capital y estas sólo o en minoría ante una multitud impasible. Es la realidad del mundo individualizado, atomizado hasta la nausea, hasta que perdemos la concepción colectiva. Una nevada lo ha vuelto a demostrar.

Filomena, nombre con el que las autoridades bautizaron a la borrasca como viene siendo habitual para agilizar los trámites ante las aseguradoras, ha caído con toda la fiereza del clima dejando estampas bucólicas impresionantes y severos contratiempos en el día a día de la gente. Y también, más demostraciones de la tendencia a anteponer el libertinaje a la vida de los demás.

Las imágenes de multitudes reuniéndose a bailar en la Puerta del Sol, subiendo a la Sierra de Madrid a ver la nieve, o lanzándose a las calles cuando el frío extremo lo ha convertido todo en pistas de patinaje indignan y cabrean. Porque mientras todo eso pasa (y mucha gente nos hemos quedado en casa exponiéndonos aún menos) los trabajadores han tenido que luchar. Las y los sanitarios han empalmado turnos y vivido odiseas para relevar a sus compañeros. Mucha gente sigue esperando una prueba diagnóstica o una cirugía y el advenimiento de la tercera ola puede volver irremediable lo que ya es trágico. Pero salgamos todos a disfrutar de la nieve y quizás nos rompamos una pierna en una caída y nos tengan que llevar al hospital de urgencia y ayudemos a atascar más lo ya colapsado.

Es cierto que la nevada ha sido histórica y con unas consecuencias en cuanto a la movilidad y el bienestar de las personas, notables. También, puede llegar a ser medio comprensible, que ante un año tan duro, una nevada por su novedad pueda constituir un motivo de alegría. Pero parece ya quimérico que como sociedad empaticemos, recobremos dignidad y espíritu colectivo para ayudar a los que peor lo están pasando. No soy como veis, optimista.

Por supuesto, faltaría más, miles de personas se han portado como es debido y han arrimado el hombro a ayudar al prójimo. El grueso de la población sigue entendiendo que pese a todo estamos en una situación excepcional y que o somos responsables y no ponemos más zancadillas con nuestras actitudes o seremos responsables en enfangar todo aún más.

En todo esto, como parece imposible evitar en este país, aparece Madrid. La nevada también ha sido por novedosa y por volumen, histórica en la capital y tal como está regida era evidente que iba a ser motivo de disputa. Paradójicamente la nieve y el frío han subido aún más la temperatura mediática y política del país. En vez de mostrar unidad, de la de verdad, para beneficio colectivo, nuestra derecha coge la pala para hacer propaganda y enterrar al rival.

La gestión del PP en Madrid sigue su diatriba criminal, hipócrita e incompetente y mientras mandan los escasos medios que van dejando a lo largo de los años para despejar el distrito centro, en los barrios lanzan soflamas apelando al voluntariado de las clases trabajadoras, meses después de que en los presupuestos eliminaran todas las partidas que tenían que ver con el asociacionismo en los barrios.

Como digo la nevada ha sido histórica en Madrid. Pero no es menos cierto que no sólo ha nevado en Madrid. También ha nevado en amplias zonas del país que componen eso que llamamos España vaciada. Y allí las consecuencias son por un lado distintas a las que sufren en la región de la capital. Porque en los pueblos saben cómo prepararse ante estos eventos que estaban anunciados con hasta 8 días de antelación.

Pero también son peores porque de entrada y en buena parte, por esa atención desmesurada de los medios de comunicación y por ese vórtice económico que todo lo absorbe, Madrid podrá solventar mal que bien las penurias de Filomena. Muchos de esos recursos vienen sustraídos a las zonas periféricas que son considerados ciudadanos de segunda. Y que ahora tendrán que ponerse a la cola detrás de Madrid para que les caiga una mísera ayuda por zona catastrófica.

Terminado 2020 parecía que todo había sido un mal sueño y que 2021 iba a ser la monda. Esa ilusión, también alimentada por los medios de comunicación en su sempiterna llamada al consumismo, se ha desvanecido con los primeros copos en menos de diez días de año nuevo.

jueves, 31 de diciembre de 2020

A por 2021

 


Vengo con la intención de desterrar el tiempo de los buenos deseos en favor de la certeza de las luchas que se conquistan. Apelo al ojala con vistas al año nuevo como un lugar de redención y dicha, que sea asaltado por nuestro ímpetu y convencimiento. Quiero para todas y todos escribir en 365 días un texto similar, no sólo temporizando el subjuntivo con el ánimo de los mejores deseos, sino que resumamos en él la lista de conquistas personales y colectivas que logren romper los esquemas fijos, las dificultades hercúleas y los limites del sentido común capitalista, para mejorar nuestras vidas.

Os deseo un feliz año nuevo, un gran 2021, que nos haga superar este 2020 aciago que nos ha tocado vivir. Recibir el año junto a esas pocas personas, probablemente seis ya sean multitud, que componen nuestro círculo íntimo y vivirlo de forma especial. Recordad a los que no puedan estar y trabajemos juntos para que más pronto que tarde celebramos el año nuevo con un abrazo, aunque sea diferido dentro de unos meses.

No podemos olvidar este año que agota sus ultimas horas porque dejándolo atrás perderíamos la referencia de lo importante. Del tiempo y su calidad junto a las personas que nos motivan, enseñan y hacen grande nuestra vida. Aprovechemos cada minuto con ellas y ellos. Recordemos con esa sonrisa que contiene todas las lagrimas a las buenas personas que nos han ayudado y han hecho mejor nuestro mundo y que este año, u otros años, han ido marchando de nuestro lado.

Nunca antes el trabajo y la salud se habían puesto tan en peligro como durante las hojas de este calendario que agotamos hoy. Recuerdo y os pido la necesidad de cuidarnos para seguir siendo fuertes, y que tengamos la mejor capacidad para desarrollarnos sin nada que nos lo impida en el nuevo año.

Luchemos por un año de palabras y risas que no vengan ocultas en trozos de papel. Que los abrazos no se den con los codos y las reuniones no sean en pantallas. Luchemos por viajar. Por caminar. Por soñar. Luchemos por hacer más grande nuestro mundo y que no quede encerrado por un virus ni por la pandemia de los ignorantes y los fascistas.

No olvidemos reconocer para colocarlo como lo más vital los escudos que nos defienden y garantizan la igualdad y la libertad, entendida esta última como dignidad, nunca como libertinaje. Hagamos de este año, ya de una vez si, el año de la revolución, el momento en que tomemos conciencia de un mundo mejor por nuestra activación. Qué en doce meses el mundo sea un lugar mejor donde vivir, sin dolor, sin muerte, sin opresión y sin injusticias.

Hagamos todas juntas de la ilusión empuje, y del empuje conquistas.

A todas y todos que leéis estas líneas, Feliz Año Nuevo, Feliz 2021.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...