El
pasado martes, en ese intento último de socializar y hacerlo a
través de los temas que tradicionalmente he dominado, me lesioné.
Me he roto el tendón de Aquiles.
Estoy ya en plena
recuperación física y sobretodo mental. Un muro que hay que salvar,
siguiendo las instrucciones y poniendo voluntad para que todo quede
en anécdota y pueda recuperarme al 100% para seguir haciendo las
cosas que me gustan.
Quiero
agradecer aquí, humildemente, el trabajo y atención de todos y cada
uno, de las y los trabajadores del Hospital Comarcal Verge dels
Lliris de Alcoi.
Y muchas gracias y ánimo a mi mujer, mi
pareja, mi chica, por luchar, atenderme, cuidarme y que no se note
que hay uno menos aportando.
Luchemos y cuidemos la
Sanidad Pública. Luchemos y cuidemos a nuestras mujeres.
Vengo
con la intención de desterrar el tiempo de los buenos deseos en
favor de la certeza de las luchas que se conquistan. Apelo al ojala
con vistas al año nuevo como un lugar de redención y dicha, que sea
asaltado por nuestro ímpetu y convencimiento. Quiero para todas y
todos escribir en 365 días un texto similar, no sólo temporizando
el subjuntivo con el ánimo de los mejores deseos, sino que resumamos
en él la lista de conquistas personales y colectivas que logren
romper los esquemas fijos, las dificultades hercúleas y los limites
del sentido común capitalista, para mejorar nuestras vidas.
Os
deseo un feliz año nuevo, un gran 2021, que nos haga superar este
2020 aciago que nos ha tocado vivir. Recibir el año junto a esas
pocas personas, probablemente seis ya sean multitud, que componen
nuestro círculo íntimo y vivirlo de forma especial. Recordad a los
que no puedan estar y trabajemos juntos para que más pronto que
tarde celebramos el año nuevo con un abrazo, aunque sea diferido
dentro de unos meses.
No podemos olvidar este año que agota sus ultimas horas porque
dejándolo atrás perderíamos la referencia de lo importante. Del
tiempo y su calidad junto a las personas que nos motivan, enseñan y
hacen grande nuestra vida. Aprovechemos cada minuto con ellas y
ellos. Recordemos con esa sonrisa que contiene todas las lagrimas a
las buenas personas que nos han ayudado y han hecho mejor nuestro
mundo y que este año, u otros años, han ido marchando de nuestro
lado.
Nunca antes el trabajo y la salud se habían puesto tan en peligro como durante las hojas de este calendario que agotamos hoy. Recuerdo y os pido la necesidad de cuidarnos para seguir siendo fuertes, y que tengamos la mejor capacidad para desarrollarnos sin nada que nos lo impida en el nuevo año.
Luchemos
por un año de palabras y risas que no vengan ocultas en trozos de
papel. Que los abrazos no se den con los codos y las reuniones no
sean en pantallas. Luchemos por viajar. Por caminar. Por soñar.
Luchemos por hacer más grande nuestro mundo y que no quede encerrado
por un virus ni por la pandemia de los ignorantes y los fascistas.
No
olvidemos reconocer para colocarlo como lo más vital los escudos que
nos defienden y garantizan la igualdad y la libertad, entendida esta
última como dignidad, nunca como libertinaje. Hagamos de este año,
ya de una vez si, el año de la revolución, el momento en que
tomemos conciencia de un mundo mejor por nuestra activación. Qué en
doce meses el mundo sea un lugar mejor donde vivir, sin dolor, sin
muerte, sin opresión y sin injusticias.
Hagamos
todas juntas de la ilusión empuje, y del empuje conquistas.
A
todas y todos que leéis estas líneas, Feliz Año Nuevo, Feliz 2021.
Pues
no es la primera vez que acabo un año (o empiezo otro) y me siento
como estoy ahora, y escribo, lo que necesito escribir y que se vuelve
a repetir. Lo doloroso ya no es tanto la repetición, como la
sucesión casi casi constante de una sensación de hastío y
mediocridad que me lleva, irremediablemente, a desear las mismas
cosas. Lo que no cambia es el ánimo de hacerlo para todas y todos
los que estamos, y lo saben, en la misma lucha.
Quizás
sea esta etapa de mi vida demasiado esclava de la necedad de un
sistema que se cae sin remisión entre el despropósito de las clases
dominantes y el desapego para con su futuro de las clases populares.
Quizás, víctima de todo ello, me encuentro enfangado hasta las
pestañas, aburrido y cansado hasta para ver los cabos de salvación.
Si es que los hubiera.
Pero
ya estamos a las puertas de comernos unas uvas al son de las 12
campanadas y es obligado desearos que tengáis, y tengamos, un feliz
2020. Lleno de trabajo, salud y lucha para construir ese mundo mejor
que no puede esperar.
Luchando
por sobrevivir y hacerlo con mi pareja, disfrutando de cada momento y
labrando un futuro juntos. Que lo veamos unidos, felices y tirando
una del otro, y alguna que otra vez a la inversa. Gracias por
marcarme, siempre, el buen camino, a veces consciente y otras en la
inconsciencia.
A
nuestros familiares y amigos desearles la mejor de las suertes para
este nuevo año que comienza. Salud, trabajo y muchas alegrías. Se
lo merecen.
A
mis amigos de toda la vida poder recuperarnos y volver a revivir de
continuo la grata sensación de los reencuentros y caminos vitales
que se construyen día a día.
A
mi hermano todo el futuro y alegría por vivir. Con conciencia y
convencimiento sin dejarse atrás.
A
mis padres que sigan disfrutando de su compañía, emprendiendo
nuevas vivencias y caminos, ampliando sus conocimientos, el primero
de ellos el de si mismos.
A
todos vosotros que leéis esto por azar o por interés, muchas
gracias. Mucho ánimo. Y nos seguiremos viendo mucho tiempo.
Ayer, lunes 5 de junio se celebró el Día Mundial del Medio Ambiente y desgraciadamente no hay nada que
celebrar. Tras su primer viaje internacional como Presidente de los Estados
Unidos, Donald Trump anunciaba que
se desmarcaba de los compromisos adquiridos tras los Acuerdos de París en cuanto a la disminución en las emisiones de efecto invernadero. Cumplía así una
de sus más polémicas promesas electorales basadas en atacar a la anterior
administración Obama (que tampoco es que pudiéramos llamar “verde”) y mantenía
su discurso de “America first”
(América primero) sin importarle las consecuencias venideras para las
siguientes generaciones, sean estadounidenses o no.
Al mismo tiempo, en la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, en España, se fraguaba otro brutal recorte en materia de Medio
Ambiente, y lo peor de todo era, que bajo todo el ruido mediático de la
corrupción, se pasaba de puntillas, y desde luego en los medios de comunicación
ni se mencionaba, éste hecho.
Todavía faltan días para la entrada oficial y astronómica del
verano y llevamos ya dos meses que parecen ya pleno verano. Estamos metidos en
un ciclo de severas sequías en este hemisferio y de lluvias torrenciales en el
sur. Las, pocas, lluvias que se suceden son de carácter torrencial; anegan los
campos y las ciudades, y las canalizaciones son incapaces de evacuar causando
profundos estragos (otra materia sensible que ha sufrido los irracionales
recortes y las inmisericordes privatizaciones). El sector agrícola sufre estas
condiciones y aumenta más si cabe, la sensación
de abandono del mundo rural. Al tiempo ya aparecen los incendios forestales con mucha más vehemencia (otra vez los recortes)
y muchas veces provocados por especuladores que tratan de aprovechar la infame
legislación que en nada protegen nuestros bosques, sino que los dejan como
recursos para las grandes empresas y para los intereses económicos del más
miserable.
Tenemos
crecientes evidencias de una situación estructural de crisis ecológica o
ambiental, que se puede constatar en todos y cada uno de los aspectos que
analicemos. Respecto al cambio
climático, el gobierno continua ferviente en su lucha contra
las renovables para garantizar las ganancias insultantes de las petroleras y
las energéticas, lo que ha colocado al país en el último lugar
de toda Europa en cuanto a reducción de emisiones totales. La calidad del aire ya empieza a considerarse
como factor clave en la cantidad y gravedad de los problemas respiratorios de
buena parte de la población de los entornos urbanos. Seguimos perdiendo biodiversidad y ecosistemas,
muchos de ellos propios y auténticos con un remarcado carácter antropológico y
del folklore. Especialmente grave es el estado de especies muy importantes en
el desarrollo de la naturaleza como anfibios e insectos como las abejas por el
excesivo uso de pesticidas y fertilizantes. Al tiempo muchas especies como el
lobo, el lince o el oso no acaban de asegurar su supervivencia, cuando estas
especies chocan con los intereses económicos de los humanos. Y mientras, por
otro lado, la desidia y la inconsciencia genera nuevos problemas en los
ecosistemas con la proliferación de especies invasoras o el descontrol sobre
las poblaciones de algunas de las autóctonas.
Año
a año seguimos batiendo récords de temperatura y el proceso de cambio climático
acelera. Los polos pierden masa de hielo y ya hay zonas del norte de Europa que
ni en invierno se cubren de nieve y hielo. Y mientras, el agua, tratada como un
recurso inagotable en vez de un recurso finito y gestionada en base a la oferta
y no bajo una gestión responsable de la demanda.
Ya hay guerras por razones climáticas. Ya está muriendo gente (de
hecho, no ha dejado de hacerlo desde hace miles de años) por el acceso al agua
y su potabilidad. La diversidad agraria tanto en productos, semillas, como
procesos disminuye vertiginosamente mientras las grandes multinacionales
acaparan todos esos recursos para especular con ellos, lo que acarrea y cada
vez con mayor intensidad en crisis alimentarias. Lo que para el primer mundo es
la posibilidad de ofrecer todos los productos, en cualquier época del año
eliminado de por si los cultivos de temporada, en el resto del mundo supone la
homogenización de cultivos que a la larga empobrece los suelos y provoca que la
población reciba dietas más pobres y sea más vulnerable, aún, a las enfermedades.
Y sin embargo, ahora, con todas estas evidencias tanto
científicas, sociales, como del sentido común, “nuestros dirigentes” toman decisiones y siguen políticas cerriles, dieciochescas
y absolutamente irresponsables para con el medio ambiente, la biodiversidad y
el cuidado de nuestro entorno.
El populismo -que
contra lo que pudiera parecer no gobierna desde posiciones de izquierda, sino
que lo hace por y para la derecha, los privilegiados- reniega de la razón y la protección
del medio ambiente, para continuar en cambio, con mayor énfasis si cabe, en un carpe diem, en una quema de recursos que,
por supuesto va a perjudicar las
condiciones de vida de las generaciones futuras, pero que ya está afectando
sobremanera a los que estamos aquí y ahora.
Cuando más necesitábamos responsabilidad. Razón y ciencia.
Posicionamientos radicales en defensa de nuestro entorno y en la perentoria
necesidad de eliminar comportamientos industriales y estratégicos de quema de
combustibles fósiles. En el momento de la valentía en la adopción de medidas
urgentes que cambien este turbio presente y negro futuro, llega un imbécil e irresponsable, como Trump
para deslegitimar con sus actos -no se le pueden llamar políticas, porque éste
sujeto se mueve por impulsos y no por razones- para sacar a su país de los, ya
de por sí débiles, Acuerdos del Clima de París, abriendo la puerta a los incumplimientos y los descuelgues de otras
naciones como puedan ser Rusia, China o la India.
Poco proponía sobre todo en materia de vigilancia aquellos acuerdos
de 2015, pero consiguieron por contra incluir la materia medioambiental en los
discursos, los debates y las preocupaciones ciudadanas. No podemos ahora dejar
con lo que costó, que se derrumbe aquel trabajo de la diplomacia y el sentido
común. Pese a estar en la España de Rajoy, un punto negro en cuanto a defensa del Medio Ambiente se trate
bien tenemos la capacidad de cambiar estos actos y comenzar bajo el paradigma
de la responsabilidad, la crítica y el consumo responsable a cambiar con
nuestros actos las decisiones con las que no estamos de acuerdo.
Boicot a todo producto
estadounidense, hasta que no deponga esta miserable e irracional actitud. Boicot extensible a todo aquel que no
considere la ética y la responsabilidad medio ambiental, social y laboral, por
encima de su extrema ganancia.
Ya que nos han preparado una partida bajo unas reglas concretas,
juguemos nuestras cartas. Que su
consumismo, sea también su tumba. Que nos activemos. Organicemos. Luchemos.
- Esta noche, a muerte - me dijo apenas un par de horas después del 2009.
En el bolsillo interior de su chaqueta (la misma que le había prestado su padre) llevaba cinco pastillas de éxtasis, un botecito de ketamina líquida y tres gramos de coca.
- Hay que empezar el año a saco - añadió.
Quería salir de casa en taxi y volver en ambulancia. Pasar de las pibas. Iniciar el año como si fuera el último. Llenar de barro sus huecos. Buscar trozos de cielo por doquier.
Esto me suena, pensé:
Las niñas ya no quieren ser princesas y a los niños les da por perseguir el mar dentro de un vaso de ginebra
No tenía más de veinte años y rastros de acné en la frente, quiero decir. Recuerdo que, con su edad, yo quería comerme el mundo (cuando el mundo no tenía forma de pastilla, y las piedras se podían comer).
Con su edad yo quería iniciar el año con buen pie, conocer a la mujer más bella del garito y enamorarme una y mil veces de ella, o de ellas, o de todas. Mirarla y que me mirara. Quería fantasear, eyacular y escribir los versos más tristes esta noche. Quería comprarme un libro de Henry Miller con mi paga semanal, y un disco de In Flames con la siguiente. Quería llegar a casa cuanto antes para tumbarme en la cama, mirar al techo (haciendo censo de gotelé) mientras pensaba en los ojos y en las piernas interminables de la chica más guapa de aquel último garito. Quería ser informático a tiempo parcial y escritor a jornada completa; para con 40 años ser como George Clooney, con 50 como Flavio Briatore y ya en los 60 ser un nuevo Clint Eastwood.
En esto, volvi a mirar en mi acompañante y pensé...
- Joder cómo ha cambiado el cuento...
Y así fueron de los últimos pensamientos que driblaron mi mente el año pasado. Así terminó un año confuso, de crisis financiera y moral global, y económica y existencial personal. Presagio de año nuevo pleno de cambios y aventuras que buscarán tornar las desventuras ya olvidadas del año anterior, pocas, y revivir las cosas buenas e interesantes, bastantes y maravillosas todas ellas. 2008 fue el año de estar parado medio año; de ser tele-operador y convencerme de que el mal el menos y de lo mal que está la cosa en esta ciudad; allí fue el lugar idóneo para añadir nombres femeninos a la agenda, aunque luego no conocí mucho de ellas más allá de las sabanas y la tibieza de sus pieles. Por lo tanto el año de la crisis, no fue el año del amor, pero si del sexo... No se olvidarán los buenos momentos vividos junto a amigos y conocidos, amigas y conocidas, por Salamanca, de fiesta, de museo, de paseo... o en aquellos viajes apasionantes: 15 días geniales por Málaga, aquel finde en Villanueva, 4 huídas a Madrid, con la música como excusa... Año en el que el sillón-ball aumentó su dosis, persiguiendo y soñando las vivencias y éxitos deportivos hasta hacerlos propios, pero año también de salir a respirar el aire frio y el aliento caliente de todos y todas que terciaron conmigo en batallas sin muertos.
¿Qué trae el 2009? Pues aparte de la manida recesión, y más raciones de desigualdad, odio, violencia, guerra o hipocresía, me trae el sueño de seguir buscando. Trabajo, amor y experiencias, que todos ellos unidos y desperdigados me hagan igual, que antes de ayer esbozar una sonrisa cuando sujetaba la primera uva, por un 2008 pleno y maravilloso.
A todos los que se atrevan a leer esta entrada, gracias y feliz y estupendo 2009, en el que todos vivamos momentos geniales, y los podamos ver con salud, alegría y un poquito de trabajo, el justo pa vivir...