Extremoduro
forma parte de la banda sonora de mi adolescencia y la de millones de
milenials españoles. No se puede entender la música,
el rock y la poesía en este país sin contar con el legado del
placentino.
"Hoy
día 10 de diciembre de 2025, nos toca escribir la nota de prensa más
triste de nuestra vida. Hoy despedimos al último gran filósofo, al
último gran humanista y literato contemporáneo de lengua hispana,
y al cantante cuyas melodías han conseguido estremecer a
generaciones y generaciones", aparece escrito en la nota que
ha anunciado su fallecimiento en su web.
Un
icono, una leyenda, Robe Iniesta ha destilado una vida de
plena libertad tanto personal como artística. Llevado hacia
adelante, o hacia atrás, según quisiera, por su talento para la
escritura y la composición. Una sensibilidad rayana a la naturaleza
de la que ha sido y siempre será su principal altavoz. Con
coherencia imponiéndose a filias y a fobias, a gustos y a
mercadotecnias, porque si, porque es su estilo, su vida y su manera
de hacer las cosas.
Como
vocalista y líder de Extremoduro ha dado calidad a música de
este país desde los 80 hasta ayer mismo. Con más de 30 años de
carrera, con sus necesarias para su salud y bienestar interrupciones,
con colaboraciones esporádicas pero de calidad inabordable dando voz
a la contracultura que se plasmaron en la Poesía básica
(2021) con Extrechinato y tú, y en un puñado más de
recitales y conciertos. Con una carrera en solitario en los últimos
años donde pusiste música a tus inquietudes y las compartiste con
nosotros.
En
general, una obra plena, siempre redonda, abierta a la revisitación
y el inconformismo. A la acidez de letras agrestres que daban
filosofía a la vida tangible y de las pequeñas cosas. Un rock
rompedor, transgresor, personalísimo donde la crítica a
este mundo, que ya preconizabas fuente inacabable de dolor y
des-humanización, era ingrediente ineludible. El pimentón de la
Vera que ha inspirado a muchos que han venido detrás.
En
los 90s ya hablabas de esa España Vaciada y Olvidada, de una
Extrema y dura rota, robada y envilecida. De un mundo rural que se
moría entre dominicales perdigonazos. De las agresiones al medio
natural por el favor del dinero y de la situación de la mujer
pisoteada en su dignidad. Ya adelantabas los monstruos de hoy en día
con poesía, acidez y sabiduría.
Decidí,
De Acero, Papel Secante, Historias Prohibidas, Salir, Standby,
Buscando una luna, Bulerias de la sangre caliente, Estado policial… hasta ese Volando
Solo que nos hablaba ya del día
de hoy.
No
sé dónde estará, si está, mi viejo cassette del Agila que
presté a un fulano y jamás me lo devolvió. Nos
quedamos con las ganas del concierto de Cáceres cancelado en 2014.
Y ahora atesoramos tu obra y tu vida como ejemplo de artista y de
coherencia.
Hasta
siempre Robe!!! Gracias por tanto. Te veo en mis recuerdos y te
recupero en mi memoria.
Al
llegar las inmediaciones del Palacio de Vistalegre eran las de un
concierto propio de un fenómeno de masas adolescente. La
vuelta a la manzana hasta la calle que rodea la Quinta de Vistalegre, para encontrar nuestro sitio en la fila, era un paseo rodeado de
gente joven, alguna muy joven.La
mayoría chicas, algunas acompañadas por mayores, sus padres
supongo, casi todas en grupo. Las indumentarias cercanas al metal
gótico. Mucho negro y encaje, mucha bota y mucha media de rejilla,
falda o pantalón de cuero y ojos sombreados. Si hubierais puesto la
misma atención de vuestro dresscodea dejar la calle sin
tanta basura nos hubiera ido a todos
mejor.
Una
de las primeras satisfacciones dentro del recinto, al que volvía, ni
se sabe cuántos años hace ya de ver partidos del Estu y
algún que otro concierto, fue que la sala está muy renovada en el
interior. Me parece acogedora, diáfana y accesible. La segunda fue
que el pincha del local, desconozco si de forma autónoma o por
prescripción del cabeza de cartel, nos fue colocando algunos
imperecederos de buen hard rock e incluso Heavy. Por
desgracia, no estoy acostumbrado entrar en un ambiente tan masivo y
que te estén poniendo She Sells Sanctuary de los
infravaloradísimos The Cult. Mientras mi chica y yo la
celebrábamos, por desgracia pasaba desapercibida entre la
chavalería.
Entraron
temas enlatados para ir calentando el ambiente de Mötley Crue, los
Rolling, Guns and Roses, Audioslave entre otros para abrir los
teloneros de la velada. Los dos grupos británicos -bueno de estilo seguro ambos, pero uno proviene de Estados Unidos-, que abrían al
cabeza de cartel eran perfectos desconocidos que hicieron acto de
presencia para recordarnos a algunos y descubrir a otros que en el
Reino Unido existe una escena músical de rock espectacular y que
salen bandas cada día con talento, con tablas y con mensaje.
Me
gustaron especialmente los primeros, Weathers, a los que
obviamente desconocía, pero que me sonaron muy frescos pese a
presentar unas notables influencias a bandas de gran recuerdo como
Placebo o Super Grass. Los segundos, originarios de Las Vegas, Palaye Royale, no me
disgustaron en absoluto, pero su sonido me dejo más indiferente,
aunque si bien como digo, la pericia técnica de ambas bandas es
notable y merecen tenerlos en cuenta. Qué tiempos aquellos en los
que cada mes te llegaban propuestas de rock desde el otro lado del
Canal.
Rompía
el silencio el War Pigs de Black Sabbath ante
la demencia de a quienes nos vuelve locos este verdadero himno del
Metal y de la música. El humo inundaba el escenario y el griterío
de la muchachería, no sofocaba ni los acordes de Iommy, ni la
voz de Ozzy, por más que los juveniles nervios se exaltaban según
rompían los segundos previos al espectáculo.
Los
músicos tomaron posiciones en penumbra, y de repente, se hizo la
luz. Dominic Richard Harrison, un chico de 28 años salía con gafas
de sol, sonrisa burlona y pose de estrella para desatar la locura con
Hello Heaven, Hello, su tema estrella de su último disco,
Idols, que nos venía a presentar. Y qué manera de marcar
territorio. La canción suena redonda, muy bien ajustada para ser comienzo del concierto y no merma durante los nueve minutos de
duración. El público encendido y Yungblud con la actitud
necesaria para hacer que todos los presentes disfruten.
Se
saca el chaleco de animalprint para quedarse a pecho
descubierto en el coso carabancheleño. Vuelan las gafas de sol y
entra sin dilación el segundo trallazo The Funeral, temazo
brutal de su anterior disco que a mi me ha enganchado mucho desde que
mi mujer me lo dio a conocer.
El
frontman, absoluto protagonista, corre, salta, se divierte y
hace que el público, ya predispuesto, tome partida. Las llamaradas
restañan en el escenario, estalla el confeti hasta en dos ocasiones,
blanco y rojo, mientras Yungblud interpela al público,
dialoga con él, cantando y la mayoría de las veces hablando
directamente. En el quinto corte, con la platea entregada, sube a un chaval al escenario para que le acompañe
a la guitarra en Fleabag, en una divertida interpretación
celebrada con ahínco por el público.
Así
hasta el momento culminante, su versión del Changes,
de Black Sabbath dedicada con cariño y dolor por la reciente pérdida, que nos lleva a varios a señalar el cielo mientras se
inunda los ojos de lágrimas. Por desgracia, buena parte del público,
por lo menos a mi alrededor, no acabó de entender el sentido del
momento, ni tampoco las propias lágrimas de Yungblud que
acababa el cover mirando también al cielo y susurrando algo a
Ozzy. Sin duda, el instante culmen de todo el concierto.
De
ahí y hasta el cierre más carreras y saltos. Interacciones con el
público. Algunas físicas caminando sobre y mezclándose con ellos.
Otras pidiendo máxima implicación a los brazos y las manos. Algunos
desajustes técnicos, tomados con risa. Destilando una pose
que parece querer romper el espacio sagrado de los totem del
género. Como si viniera a apropiarse algo que está desierto o
usurpado desde hace mucho tiempo.
Quizás
se deba a que éramos de los más veteranos en el concierto, pero con
todo estuvimos en una demostración más, y no será la última, de
que el rock está muy vivo. De qué hay
cantera. Hay pasión. Y ganas de pasarlo bien con la música
bien hecha como excusa. Si puede haber ese relevo entre aficionados
al género es porque existen artistas y propuestas como las de
Yungblud, capaces de irradiar hacia los más jóvenes. Y en
especial al público femenino.
Desde
luego, Yungblud ejercita sobre el escenario su propio estilo y
personalidad. Pero también las influencias de la música que le
gusta y ha compuesto su balance. Se nota esa afinidad con Ozzy y
también con Steve Tyler. Veo detalles de Iggy Pop, por supuesto, de
Freddy Mercury, y también las más glameras a lo Vince
Neil. Con todo lo malo y bueno que tiene. En conjunto es capaz, y
bien que se le agradece, de hacer de correa de transmisión de la
música rock entre generaciones, y está llamado a convertirse en un
referente.
A
mi juicio tiene mucho mérito, que en la actualidad, un chaval
haciendo rock (ignoro sus poderes y si viene o no desde el arroyo)
sea capaz de hacerse un nombre y arrastrad a una multitud de personas
jóvenes, muchas chicas y mujeres, hasta un concierto de género. Que escriba letras concienciadas con los problemas generacionales, de identidad, muchos de índole psicológica y todos complejos y trascendentes en una vida. Hoy en
día, con la música prefabricada y las letras para idiotas donde la mujer es hiper sexualizada. Donde el algoritmo marca la
música como un producto más de usar y tirar. Cuando todo es
marketing e impacto en las redes sociales lo que marca el ritmo de
qué se escucha y qué pasa ignorado o desapercibido. Cuando más imposible parece. Cuando la homogeneidad culturales más totalizadora, todavía salen nuevas propuestas
que reverdecen los viejos laureles del rock. Que proponen canciones
claramente generacionales, como Hello Heaven, Hello con la también abre este último disco, sin importarle que dure más de nueve minutos en la era del consumismo rápido de usar y tirar. Una valiente declaración de
intenciones.
Entre
lo negativo la corta duración del setlist puesto que este
buen mozalbete atesora una buena retahíla de temas para paladear en
directo. Y sin embargo, tras hora y media cerró la sesión con el
temazo Zombie. Echamos en falta, sobretodo mi mujer, canciones
como Mars, Parents y fundamentalmente Polygraph Eyes
que es de las que me había gustado de los deberes como escuchas
previas a los que me había comprometido. Entiendo que después de la
intensidad exhibida y la exigencia física adquirida Yungblud
se retirara exhausto, pero fue una pequeña desilusión ante la
propuesta de un artista que precisamente ha exhibido talento
interpretativo y compositivo como para abrir discos con temas de casi
10 minutos.
Tampoco
me hizo una ilusión extrema los muchos cortes al desarrollo continuo
de las canciones y la música. Interpelar al público está bien,
pero en mi opinión, estas deben ser breves y cortas, no hacerse
repetitivas y ni romper la dinámica propia de la música y su
interpretación. Hacerse más para emocionar que para una foto o una
pose, pero es innegable que la conexión conseguida con el público
fue colosal, gracias a la espontaneidad y naturalidad con la que se
hacían, y llevo a ambos, cantante y platea, a una catarsis tremenda.
Son
mis cosas, como también el ver que algunos tramos del guitarra
principal (lo tenía enfrente) estaban sampleados. Pero eso ya
para el oído y ojo expertos. O tener que lidiar con mendrugas que
protestan porque se saca una camiseta con mensaje cuando ni ha
empezado el concierto, pero que no protestan cuando todo se inunda de
móviles haciendo videos. Por cierto, de verdad, no hay que grabar
el concierto ni hacer 300 fotos que además van a quedar regu.
De nada, eh
Y
sin embargo, la satisfacción con el concierto de Yungblud fue
plena y se hará poderosa en la memoria con el tiempo. Un concierto
sin fisuras, coherente en su propuesta de caos y emoción.
Quizá
asistimos, sin saberlo, al advenimiento de la nueva rockstar,
el nuevo icono que engarce a las nuevas generaciones, y en especial a
las féminas, al mundo del rock y del Heavy Metal. El Mesías que
abra la puerta del Valhalla a todos aquellos que viven cegados
bajo la tiranía del algoritmo del más adinerado y de la laminación
multicultural. Que rompa los rigores de la uniformidad musical.
¡Larga
vida a Yungblud!¡Larga vida a la música!¡Larga vida al rock!
Una
de las cosas más chulas e interesantes de los festivales de
música, y particularmente satisfactoria en los de Heavy
Metal, es la posibilidad de descubrir a grupos y artistas nuevos,
o poco conocidos por estos lares, que te los encuentras en un cartel
o directamente sobre el escenario y se convierten de repente en parte
de tus gustos musicales. Desde entonces los tienes en cuenta y de
esta manera te involucras con esa banda nueva o recién descubierta.
Te compras en el stand del festival la camiseta del grupo y/o
un cd. Les sigues, buscas sus videos en youtube y su
agenda de próximos conciertos. Y ahí estarás con tu acervo musical
incrementado y probablemente, a menos a mi no me ha pasado todavía
con este tipo de descubrimientos, para siempre. Será muy difícil
que te defrauden.
Esta
vez no he acudido al Leyendas del Rock en Villena por
diferentes motivos como trabajo, un calor que se esperaba, y ha
resultado desgraciadamente, abrasador e insufrible hasta lo
peligroso, y fundamentalmente, por unos precios muy altos. Más de
100€ (con los gastos de gestión) por la entrada de un día son una
absoluta pasada, por más que el abono de los 4 días de festival
(para el que pueda aguantar ya 4 días seguidos) quede en unos
abultados también 167€. No hablemos del despropósito de los precios de la bebida en este festival con el añadido del calor excesivo que se padece. Lo siento, me ha parecido mucho dinero,
pese a que había buena materia en el cartel el miércoles como
volver a ver a Fear Factory, a Dunedain o a la nueva banda simultánea de
mi amado Mikael Stanne, Cementery Skyline (al día siguiente
repitió con The Halo Effect).
Pero
el caso es que revisando las crónicas me asaltó una imagen que
automáticamente me motivo y me hizo ir a la red social de videos, -y
cada vez más anuncios-, a ver de qué se trataba.
Y
sí. Así es. Lo que me llamó la atención fue la imagen y
atuendo de las componentes del grupo “Dogma”, ataviadas con
atrevidos hábitos de monja, abiertos y sugerentes, calzando botas
altas hasta la rodillas y maquilladas. No puedo negarlo. Me atrajo
esta estética absolutamente sexualizada de las artistas e
interpretes, por lo que debo incluirme, en cierto grado a mi pesar,
en el club de MetalPacos y cuñaos que se pusieron
cachondos.
Afortunadamente
en el Heavy Metal, después de los años nefastos del Glam,
hay que saber tocar y ofrecer buena música y mejor desempeño en
vivo para perdurar, y en ese sentido hay que decir que Dogma es un
grupazo. Que tocan de maravilla y por lo que he podido rastrear,
en directo funcionan e impresionan.
Dogma
son una banda compuesta por 5 mujeres ataviadas como monjas de
clausura, pero cuyos ropajes abiertos muestran sus carnes, muslos y
escotes, así como su maquillaje facial, a parte de ocultar su
identidad, las presentan como “malditas”, cercanas al diablo o al
averno. Su actitud y su disposición es la de discutir
y derribar todos los dogmas con los que convivimos día a día
en las sociedades donde la religión, y particularmente la
católica-cristiana, tiene tanta fuerza. Esto subyace de su origen,
América Latina, probablemente Brasil o México, aunque no he encontrado
noticia o anuncio que lo certifique. En cualquier caso provienen de
una zona donde la presencia cultural y social, y también la influencia política, del catolicismo y de la iglesia es muy poderosa
y ha servido tradicionalmente para
imponer una moral retrógrada
y castigadora con respecto a la sexualidad, y en especial, a la vida
y la presencia de la
mujer. En este sentido,
radica la esencia del grupo que persigue la liberación de todos los
dogmas, especialmente religiosos que nos limitan, y concretamente a las
mujeres y en América Latina, derribándolos para así liberar y
acabar con la represión.
Musicalmente
aDogmalos clasificó dentro del
Hard rock con
reminiscencias melódicas y duras al estilo del que practican bandas
como Hellacopters,
Architects o Spiritual Beggars.
Pero también se incluyen referencias heavies
a los temas de la primera época de Iron
Maiden, y de los últimos
trabajos de Arch Enemy en las melodías y transiciones con voz clara
de Alissa White-Guz. Para ello se valen de la pericia de las tres
intérpretes de
guitarra, bajo y batería. Lamia, Nixe y Abrahel aparecen sobradas de talento
y si bien las composiciones y solos a veces pecan de sencillez, no
carecen de ritmo, presencia y continuidad. Todo ello coronado con la
voz de Lilith (todos
estos seudónimos tienen reminiscencias a personajes religiosos que
presentaban la feminidad como algo “malo”, “peligroso” o
“pernicioso”), que navega
sobre las olas generadas por sus compañeras con una sugerente mezcla
entre sensualidad y dureza. Su timbre me recuerda
al de Simone Simons, pero también al trabajo de Sirenia con la voz
de Ailyn, no puedo
dejar de lado una presencia muy de música pop,
muy fabricada para gustar y ser fácilmente recordada y coreada.
Y no digo que esto sea malo,
pero es lo que hay.
Los
temas de las letras de las canciones, como decía anteriormente,
abogan por la liberación sexual, pero también moral y
mental, de las personas, y en especial de la mujer, que tiene que
volar libre y explorar su cuerpo, su sensualidad y su espíritu. Conjugan en general con una presentación muy estudiada, con una gran teatralidad, lo que no le resta ningún mérito sino más bien al contrario, por lo que he podido conversar con algún conocido que estuvo en Villena y por lo que he visto en unos videos de youtube.
En
el Heavy Metal ya tenemos costumbre, y cada vez parece que
más, de tener bandas cuyos integrantes se presentan con máscaras y
nombres alegóricos que ocultan su identidad. Lo que empezó con
Kiss, continuó con Gwar o King Diamond y siguió
con las bandas del Black Metal, Turisas, Wes Borland en
Limp Bizkit, Slipknot, Lordi, Ghost, El
Altar del Holocausto, Heilung, etc., etc., casi una lista
interminable. Por eso anudar esta estética tan concreta, pero
a la vez tan sexualizada, generada para llamar la atención y
convertir a las integrantes en carne de medios sociales virales,
junto a una música, que aún enraizando con el rock duro, es
“fácil”, digamos consumible, levantan las sospechas sobre el
origen del grupo.
Si
a esto le añadimos una presencia mediática potente y el
acompañamiento desde el primer momento de una de las grandes
compañías discográficas, que no ha escatimado esfuerzos en
realizar producciones y videos llenos de imágenes sexuales y
potentes composiciones visuales (y que estos aparecierán sin filtro en las plataformas), nos lleva inexorablemente a estar
ante un producto de marketing.
Ojo,
que esto tampoco es malo porque si. Es lo que hay. Y aunque le pueda
restar originalidad, o si se quiere hasta trascendencia, seria
injusto no mencionar la calidad de la propuesta sobretodo si funciona
bien a nivel estudio, y fundamentalmente en el directo. Porque Dogma
es un muy buen grupo musical del que ya vamos a estar pendientes. Si a esto le sumamos la virialidad de las plataformas y del streaming (quizás motivada su magnanimidad para con Dogma por los intereses de quien ha generado este producto) ante imágenes de sexo, pues el éxito ya está fraguado.
El
Heavy Metal es un género en el que la presencia masculina es
predominante, pese a la significativa aparición de mujeres al frente
de bandas, y también, cada vez más, tocando instrumentos y
aportando en todas las facetas. Es bienvenido y necesario. Y con el
caso de “Dogma” ganamos una banda más a este movimiento, que en
esencia, busca incorporar plenamente a la mujer en las actividades de
toda índole (económicas, sociales, culturales) de la vida común.
Así que en ese sentido, logro conseguido y meta en la que seguir
trabajando por parte del grupo, y todos los que tienen presencia
femenina (ya sea completa o parcial).
La
pasada semana fallecía
Hilton Valentine.
Puede ser que este nombre no te diga mucho. Si es así no tienes más
que pulsar el play
del video a continuación. Y si ya sabes quien era hazlo también.
Con los primeros acordes de la guitarra se activarán en tu memoria
el recuerdo de un emblema. De una melodía mítica que compuso parte
importante de los cimientos del rock en los 60. Hilton
Valentine
ejecutaba los acordes de The
House of the Rising Sun
la brutal e imprescindible obra maestra de The
Animals.
La
canción es una obra del folk americano datada sin exactitud en el
cambio de siglo entre el XIX y el XX. Tomada y arreglada por Bob
Dylan éste les dejo la interpretación a The Animals, grupo
británico que conocía en los circuitos underground
americanos
en los que ya se producía la invasión británica de groupos y
música en los 60.
La
magnifica voz de
Eric Burdon
dotó de un indomable estilo y personalidad a la interpretación del
tema y esto unido a los riffs de nuestro protagonista, Hilton
Valentine,
dio el impulso definitivo al grupo y a la canción para convertirla
en un símbolo, un emblema de la música contemporánea, y más
concretamente del hard
rock
y el rock
psicodélico.
Y
es que no hay guitarrista
que en sus inicios haya perpetrado versiones de los acordes de
Valentine en la introducción de The
House of the Rising Sun.
Una suerte de rito iniciático en el acercamiento del instrumento que
además ha servido de base para introducir el rock duro. Son
infinitas las canciones de rock
y heavy
que se han valido de una introducción de la guitarra para empezar
el tema, y todas ellas le deben a Valentine parte de la inspiración,
así como la capacidad para desarrollar la destreza interpretativa en
la guitarra.
Después de una semanita de solete primaveral que invitaba a salir, patear la Salamanca de piedra y oro, y gozar de una temperatura más o menos agradable, ahora que hemos vuelto al tradicional invierno charro que los telediarios se empeñan constantemente en renombrar como ciclogénesis o temporales que atestan el mapa de simbolos de terror y alertas metereológicas y que nos invitan, muy sutilmente, a quedarnos en casa, por lo que pueda pasar, y no fuera a ser que nos diera por protestar... Pues en este momento me ha dado por saborear constantemente una canción veraniega y de estilo festivo que ha llegado a mis oídos últimamente.
El metalcore o ñu metal de Kid Rock no es de mis favoritos, más por desconocimiento y desafección del estilo después del 2004 que por la calidad compositora e interpretativa del de Detroit. Y es este All summer long una canción calida que invita al optimismo y la alegría y que sirve como homenaje a los que yo ya rendí homenaje hace unos meses, Lynyrd Skynird, y a un tema mítico del rock sureño y de toda fiesta veraniega: el Sweet Home Alabama.
Tomando la melodía del tema de los hermanos Van Zaant y el buen rollo, flower power, de la letra del himno del rock sureño, Kid Rock produce un alegato de la fiesta y la amistad; un recuerdo afectuoso y un sueño sonoro de aquellos veranos pre-adolescentes, a los que ya casi es imposible volver. Pero el tema no deja lugar a la nostalgia y sirve de exaltación de un periodo de la vida trascendental y vertiginoso en la formación de la persona, y del que anhelamos pasar inmediatamente cuando lo sufrimos, y el que añoramos continuamente. Esta dualidad sentimental expresada con gran acierto en este ya clasicazo de las fiestas de amigotes, el sirvió a Kid Rock como gran éxito de su carrera, curiosamente con el tema más alejado y el album más díscolo de su carrera musical, bastante lejos del metal-core del que hizo gala y se convirtió en uno de sus padres.
Cómo no hay novedad sin movimiento, cómo el miedo no me va a vencer y porque siempre se encuentran brazos sobre los que apoyar, por qué quedarse en casa y naufragar en llanto cuando hay más mundo que el que vemos, y mil y un cuentos que solviantan nuestros sueños y alma. Por eso si por la noche, algo se mueve en la ciudad, no vamos a dejarlo pasar... Nos vestiremos para la ocasión tal y como dicte el protocolo, y olvidaremos rencillas y dolores pasados para viajar en máxima velocidad a por el gozo. Ruido de fondo ha llegado a la ciudad, y por ser amigos sí, pero también y qué coño!!! por tocar de puta madre y currarse el espectáculo vamos a verlos, apoyarlos y gozar del hard rock con esas gotitas de blues y humor que te hacen sentir bien.
Hierve las sangre por sus venas recordando esta vida perra y ahora resuenan en su cabeza tambores de guerra. Con las manos, lentamente, busca su hacha bajo la tierra mientras resuenan en su cabeza tambores de guerra.
La lucha está en marcha y Torru se lo kurra para no pasar frio, las guitarras arpean el alma, el bajo da cadancia y la bateria más rítmica desde la última vez de Sergio nos mete en la espiral de victoria.
Y grito, y muero y toco el firmamento. Me quemo, me arrastro y bajo hasta el infierno. Me hundo, me escapo, me pierdo en el silencio. Y tiemblo y rompo todos mis sentimientos.
¡Qué placer es llegar a casa!, dejar que las sabanas abracen el cuerpo, perder la consciencia en el sueño esbozando una sonrisa, y levantarse con la luz intrépida de las ranuras de la persiana que te saca de la cama e ilumina el primer pensamiento que recae en lo bien que nos lo pasamos la noche anterior.
Y así hasta tres veces, sábado, domingo y lunes. Con hard-rock, niñas monas y Alberto; Con Dani, y alemanas, argentinas,... gemelas que te recuerdan, tías que te conocen y te enseñan el anillo, divagando, riendo, bebiendo, en definitiva viviendo. Y otra vez con Dani, y Sofia y su prima y el Richi y su gente, joder k follón...
Así da gusto. Recordaré estas noches y compañías para siempre. Las continúas de gente que se lo trabaja y se porta como es debido; tios y tias que se pueden considerar amigos, porque siempre están ahí, no esperan tu llamada para contar contigo y no necesitan que el alcohol desate la lengua para interesarse y contar algo. Como curiosidad, decir que mi vieja me espeto, aquel -¿A dónde vas cabrón?, el domingo cuando vió que me iba, igual que el Robert; y lo más curioso que en el antro este, a la hora de cierre, ese mismo domingo, la camarera le dijo que ya estaba cerrado, y yo le solte lo que vais a leer... inciertos, aleatorios y coincidentes los caminos de la vida.
Decir que mil veces he vivido el siguiente relato, extraído del Una noche más de Ruido de Fondo: "Ya es hora de recogida, cada vez queda menos gente. Han encendido todas las luces, ya no hay sitio donde esconderse. La camarera limpia la barra, mientras va recogiendo los basos. Y le va diciendo a la gente: "No servimos, ya está cerrado". Ponme otra copa monada, que soy el que ya no sirve; "Esta te la invita la casa", me contesta mientras sonríe...
Y otra vez se repite la historia, hoy no hubo nada especial. Me tome las copas de siempre, seguro que alguna más. Esta noche las almas perdidas se fueron a otro lugar. Esta noche, como de costumbre, sólo fue una noche más... Sólo fue una noche más.
Esta canción es un himno, y de regalo otro que también describe nuestras noches; las noches de la generación X, noches de alcohol, sustancias, sonrisas que te invitan a la lujuria para dejarte en el onanismo. Noches, muchas de ellas, de música enlatada sin sentido y de conjunto vacío. Otras que aparecen con una banda sonora plena, vital, llena de sentimientos, que te llena, te completa, te mueve. También hay noches de disturbios y violencia, por fortuna las menos, por no decir únicas. Otras en las que te des-enamoras, alguna con fecha y hora en la que te enamoras, y una en la que abrazas lo que más quieres y te das cuenta de que es imposible. Hay noches que empiezan en la cena y acaban en el desayuno; otras en las que tu cuerpo recorre el camino inverso, y amanecen con cefaleas. Pero si todas funcionan así, como estas últimas, merecen ser recordadas, y convertirlas en modelos a repetir cuando cruzas la puerta de casa y dices eso, de ¡hasta mañana!
Hacer lo que uno quiere es lo más valioso que se tiene. La libertad es el ambalaje de nuestras vidas, y especialmente la libertad creativa. Esta es la que explota Enrique Bunbury siempre que puede, para regalarnos sueños, realidades y experiencias. Cada vez que llega nuevo material de Bunbury, todos los fanáticos de Heroes soñamos con volver a tener algo nuevo de la banda matriz del rock español. Pero ya no; se cerró el libreto de composiciones y ya no queda más que el recuerdo de su música y sus conciertos, una vez pérdida la esperanza de volver a apostar por el rock n'roll.
Una vez cerrada "la Gira del próximo milenio" y silenciar con ella nuestras ansias y el sonido de la banda más trascendente de la historia del rock español, Bunbury ha vuelto con su poesía y su misticismo multi-cultural y ambivalente. Si en sus anteriores discos vimos como experimentaba (o mejor dicho hacía lo que quería para expresarse sin deberle nada a nadie) con el rock, electrónica, música árabe, tango, blues, ranchera, pop, cabaret y y el mundo del circo, en un viaje a ninguna parte, porque llego a todos los sitios, almas y corazones. Disuelta su antigua banda, Huracán Ambulante, Bunbury se encerró en su residencia en el Puerto de Santa María, y ayudado de su inseparable productor Phill Manzanera decidió desgranar nuevos temas, ideas y discursos para alcanzar la máxima de su filosofía musical que es expresarse. Asi en zona naviera, el aragonés errante, construyo una flota, plagada de barcos llenos de misticismo y cuidados arreglos que dan al conjunto, una semplanza de buen blues y una capacidad continúa e inverosimil para reinventirse. Como título Bunbury le dió Hellville De Luxe, nombre de la propiedad en la que el artista reside en la costa gaditana.
Canciones como Irremediablemente cotidiano, El porqué de tus silencios, Aquí, Canción cruel, Hay muy poca gente o Porque las cosas cambian son algunos de los ejemplos destacados de un múltiple redondo, sin excesivos alti-bajos y que nos deja un muestrario del primer Bunbury, el atado al blues-rock, pero que también juega con sonidos folk y la bravura de su nueva banda, con músicos muy cercanos al rock de los 70. La temática sigue la tradicción de otras joyas como "Pequeño " o "El viaje a ninguna parte", siendo nuestro trovador particular sobre el destino, el paso del tiempo y el desamor, y llevando mucho más lejos la critica social y cultural que expresaba en sus antiguas obras, y que aquí es mucho más explícita contra la corrupción real y moral a la que se sumergen ciudadanos, políticos y también artistas.
El nuevo disco de Bunbury fue presentado a través del single El hombre delgado que no flaqueará jamás, primer corte del disco, cuyo video es un corto a modo de road-movie con claras alusiones al cine de Rob Zombie o Robert Rodríguez, que rodean una rabiosa letra y una muestra grandiosa del mejor blues-rock. Toda la maquinaria del nuevo trabajo se vió interrumpida por las acusaciones de plagio al emplear Enrique Bunbury versos del poeta Pedro Casariego, como el que titula el single, y define a la perfección la actitud artística y personal del zaragozano. Bunbury negó el plagio y admitió la inspiración que le aportaron los versos del poeta madrileño, así como también las influencias que su música y obra reciben de otros grandes como Tom Waitts, Dylan, James Joyce o Miguel Hernández.
Bunbury, siempre polémico y atrevido no deja indiferente a nadie y todos tienen y tenemos una opinión sobre él. En mi opinión, Bunbury es un artista grandioso, multidisclipinar, influenciado y capaz de influenciar a varias generaciones con su arte y su vida, siempre a la vanguardia de la creatividad y el talento. Cierto es que hay muchas personas que le consideran un snob, trasnochado y que vive en la perpetúa polémica, pero la realidad es que, el aragonés errante concibe la vida de una manera y su mayor valor es la congruencia para llevarla a cabo, dejando atrás la hipocresía y el suicidio moral y mental que otros muchos músicos o cantantes de este país llevan a cabo.
En esta entrevista con Buenafuente, Bunbury comenta el tema del plagio y otros aspectos de su vida y nuevo trabajo, donde además toco en directo Hay muy poca gente:
Y además aquí dejo el corto que da imagen a El hombre delgado que no flaqueará jamás:
Siempre todo tiene una génesis; un comienzo; una raíz desde la que crece el árbol y surge una pasión, un amor, un odio o cualquier elemento que nos atrapa, para bien o para mal, y modifica nuestra personalidad y nuestras expectativas de manera irremediable, pero conocida, porque el destino sigue siendo el guión de nuestras vidas.
Para mi la música es una gran pasión, y más allá, aunque me atraen muchos estilos como el jazz o la clásica, es el rock, el heavy en todas sus acepciones lo que me vuelve loco, y ha participado activamente en construirme como soy. Y hubo un momento en el que surgió esa chispa, adecuada a mi espiritú, y vino a deshacer el mundo que el tiempo me tenía preparado, dejando atrás la decadencia, esa isla de las iguanas tétrica, llevándome a nadar mar adentro, dentro de un estanque buscando esa sirena varada. Esta herida, esta flor venenosa que pico en mi, maldito duende, me hizo abrazar por siempre el camino del exceso y buscar el Opio y la Flor de Loto para definitivamente apostar por el rock n´roll. Con nombre de guerra impuesto y soñado, creció en mi esta Avalancha que me impulsa para buscar a ese Héroe de Leyenda.
Hace 11 años, con tan sólo 13, tuve la oportunidad de ver a Héroes del Silencio en directo en la Alamedilla en Salamanca. Antes con 8 los vi en la Plaza Mayor de Salamanca paseando durante las fiestas con mis padres. Era su última gira, pero allá nos emplazaban a la gira del nuevo milenio. Y ya ha llegado. El 12 de octubre de 2007 quedará marcado en mi memoria, como un día en el que cumplí un sueño, una ilusión, que se encontraba abnegada en mi interior, desde ese mismo día en el que decidí: esto es para mí. Recuerdo que no sonó aquel concierto como los Héroes merecen. No es la plaza mayor un buen lugar para conciertos densos en sonido y sentimientos, pero si que es un escenario incomparable. De aquella noche me gusto todo: el ambiente, las guitarras, la voz de Bunbury, las chicas, las ropas... Abrace el rock y el heavy con tal pasión que he esperado mucho tiempo para volver a revivirlo. La noche del pasado viernes fue emocionante, en el que no sólo hubo fuegos artificiales al terminar el concierto, sino que desde que puse camino hacia Zaragoza el día antes en mi interior, cabeza y corazón, las luces y el estruendo volcaban mis sueños. La Romadera por fuera un espectáculo, pero por dentro guardaba lo mejor: 40.000 almas esperando ver y escuchar al mejor grupo de rock en castellano, héroes capaces de sobrevivir y triunfar en un mundo centro-europeo y en el que el inglés es la lengua madre.
El agobio de la gente es una leve molestia, el precio del litro de cerveza un pequeño escozor, y las sonrisas de las dos dámiselas que se ponen al lado un placer más a lo que viene. No hay más problemas porque todo es maravilloso; el ambiente, espectacular en cantidad y calidad, y las luces que se apagan.
El escenario es grandioso. Los juegos de luces son fantasiosos y bellos. Las pantallas gigantes en movimiento, permiten al público más alejado apreciar con detalle lo histriónico y estimulante de la actuación de Bunbury, la belleza en la guitarra de Juan Valdivia, el fraternal apoyo de Gonzalo, el sublime y orgulloso bajo de Joaquín Cardiel, y la excelente técnica en la bateria de Pedro Andreu. Una pasada. Muchas gracias por mostrarnos y dejarnos apreciar vuestro irrepetible talento.
El Estanque. Suaves melodías encauzan todos los corazones hacía el sueño de una noche de fiesta y pasión, para que seguidamente con los acordes de Deshacer el mundo, todas las almas presentes sientan la fuerza y el espiritú del rock. Las gargantas se aunan y una única voz canta himnos como La Herida, Con nombre de guerra, Mar Adentro, La Carta, Héroe de Leyenda, La Sirena Varada o Maldito Duende pero sin llegar a solapar ni un ápice la voz Bunbury que lo da todo en esta una vez más, su noche; y así hasta llegar a Avalancha, en la que Bunbury trata, con picardia y éxito buscar nuestra complaciencia para seguir desnagrando todas las impresionantes canciones que Héroes nos han dejado. Los bises son apotéosicos, y alcanzan su plenitud con la Chispa adecuada, en el que todo el estadio, se funde en negro, salpicado por las tenues luces de mecheros y móviles (siglo XXI). El espectáculo visual es alunisono con el espectáculo sonoro, esos acordes hindúes, nos transportan a una atmósfera en el que un sueño es el pasaporte a la felicidad. Las palabras fueron avispas y las calles como dunas; no hay más sonido que el de todos sintiendo una canción, que no es una canción; es una puerta al deseo, y todo ello ayuda a cumplimentar un sueño y a hacernos felices a todos los presentes. 11 años después, 11 años esperando, son pocos ante tal espectáculo. El dinero es un mal que nunca podrá comprar las sensaciones vividas; ojalá pudiera seguirles por Sevilla y Valencia, lo daría todo. Y ojalá se "estiren" y nos regalen más conciertos, más recitales, más avalanchas y más rock-blues del bueno.
Y el resto del finde, muy bueno también. Buenísimas fiestas tiene Zaragoza, que invitan a ir a vivirlas en toda su magnitud toda la semanita que durán, con múltiples conciertos, zonas de ocio y un ambiente festivo y cultural magnífico. Costumbres como las ofrendas a la virgen (¡¡cómo me gustan las ofrendas y las virgenes!!), o la visita al Pilar son tesoros que guarda la capital del Ebro. Gran ciudad, a la que volvere.
Y muchas gracias a David y su familia mañica, por darnos alojamiento y regalarnos sus "moñas".
También un recuerdo, para Alba, esa princesa Tudelana, no sé si descendiente de Trastamara, pero bella, simpática e interesante a partes iguales.
La vida siempre tendria que ser así. La diversión ser la fuerza de nuestras vidas, y el tiempo hacerse minúsculo ante la magnitud de lo vivido.