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martes, 13 de junio de 2023

Z Live Festival 2023. De cuando la lluvia apagó la música



Como agua de mayo esperaba el Z Live Festival de Zamora este año, celebrado el pasado fin de semana; y como agua en junio lo he vivido. Quiero dejar en mi bitácora unas palabras sobre estos días, como siempre para consumo propio, ordenar mis ideas y dejar para la posteridad -y quién lo quiera leer-, unas reflexiones sobre todo lo acontecido este pasado finde en la tierra de Viriato. Cada vez me da más pereza soltar mi opinión en un foro o las redes sociales y tener que entrar al trapo de todo tipo de contestario. Así que mientras disponga de este blog aquí van cayendo mis historias.

Decir, lo primero de todo, que dada mi especial situación necesitaba este festival, y en líneas generales la satisfacción es buena. Con las entradas compradas desde julio del año pasado, -y en realidad desde diciembre de 2019 cuando entre pandemia, suspensión y contagio de covid, me he ido perdiendo esta fantástica convocatoria, año a año-, ahora no podía dejarla pasar.

Con mi lesión necesitaba cierta información con respecto a mis posibilidades de acudir al festival. Y aquí está mi critica general a la organización: la falta de comunicación. En primer lugar, y al menos en mi caso, en tiempo y forma. Porque si te contactan repetidas veces por email para saber cosas tan básicas como si puedo entrar con muletas en el recinto, con una silla plegable, o si necesito algún tipo de documentación (recetas, tratamiento ingreso, etc.) ante una situación de movilidad muy limitada, no se puede pasar más de una semana en recibir una contestación. Lo siento, pero no. Hay que comunicar al día. La gente necesitamos esa información para anular o preparar cosas y no puedes tener a tu cliente esperando. Esto es algo que yo aprendí hace mucho tiempo ya, cuando empece a trabajar en el mundo web. Si se recibe un email, se tiene que contestar el día que entra en la bandeja de entrada. Y esta leerla todos los días. Y sí. Menos mal que a la hora de entrar nadie me ha puesto ni media pega para acceder con mis muletas. O el jueves y tras el concierto de Amorphis, con plena lluvia y a oscuras, salir por detrás de los escenarios para no tener que dar toda la vuelta al recinto. Muchas gracias al chico trabajador de la organización que me hizo un gran favor.

Este problema individual con la comunicación con los organizadores del festival es común a todos los asistentes con lo sucedido el viernes.

Evidentemente, nadie culpa a la organización de las tremendas lluvias que jarrearon el Z Live el viernes. Nadie al menos coherente aunque siempre hay de todo. La posibilidad de poder resguardarnos en el interior de la nave del IFEZA fue la auténtica salvación porque de no haber sido así habría habido problemas mucho más graves. Cierto es que se podía haber abierto la puerta en su totalidad para facilitar el acceso y habernos dado algo de música aunque fuera enlatada, o haber dispuesto alguna barra (a mi con la edad que voy teniendo, me habría entrado de maravilla un chocolate con churros). Pero pensad un momento, más allá de que se paralizará la música, lo qué podría haber pasado si una marabunta de personas tiene que huir en plena tormenta. En otros festivales de otros tipos de música hemos visto esas horribles y desagradables consecuencias. No está de más tenerlo en cuenta en este momento.

El problema viene con la comunicación. Esencialmente con la ausencia de comunicación. No hubiera pasado nada, si con casi todo la afluencia dentro del pabellón, alguien de la organización, aunque fuera a grito pelao, hubiera apelado a la tranquilidad y a que “se estaba trabajando en ello”. Todo el mundo entendía la excepcionalidad de la situación y se esperaba un mínimo de información para saber qué hacer.

Cuanto paró la descarga, nosotros salimos pero viendo el panorama que se estaba preparando en los cielos zamoranos (ahí arriba está la foto del momento) decidimos volver a Salamanca.

En la carretera de vuelta nos encontramos con una colosal lluvia que minutos después arrasó el festival y obligó a la suspensión de la jornada. Una jornada que pintaba, personalmente espectacular, con un cartel de imprescindibles a disfrutar y que se nos quedó a menos de medio gas.

Como digo, nadie culpa a la organización que demasiado tiene con lo que tiene. Estoy seguro que los primeros jodidos por la situación, son ellos mismos que han hecho de este festival su trabajo, y con dedicación y pasión, están haciendo algo muy grande. Llevar a una pequeña ciudad de provincias, aislada de los nudos de comunicación y sufriendo el ahogamiento que provoca Madrid fagocitando todo lo que tiene alrededor, un festival con un cartel internacional como el que están consiguiendo es un éxito sin paliativos. Una necesidad que a la vez es un lujo que no nos podemos permitir perder y que queremos salvar para disfrutar cada año. Zamora lo necesita y las y los metaleros de todo el Oeste peninsular también.

Porque yo estoy harto de tener que ir a Madrid a ver conciertos y a los grupos que me gustan. Tener que pasar por sus carreteras, estaciones y atracos de diverso pelaje. Ya me jode ir a ver los museos que me gustan a la capital, pues imaginad lo que siento con la música. Y mientras pueda voy a aplicar mi particular boicot a la metrópoli del centro peninsular.

El Z Live es un festival pequeño donde la organización siempre ha procurado cuidarnos y tratarnos con respeto. Yo así siempre lo he sentido en el resto de ediciones cuando he podido acudir, o estos años que ante la avalancha de situaciones he tenido que posponerlo. Por ello me sabe fatal la mala sensación que me ha quedado con la falta de información, primero a título individual, después a lo colectivo.

España lleva unas semanas con lluvias y tormentas por toda la geografía que hacían peligrar el festival. Personalmente, siguiendo las predicciones de la Aemet, veía como para jueves y viernes la posibilidad de lluvias era del 100% y eso puso muchas dudas a la hora de encaminarme a realizar un viaje de 700 km. cruzando el país para poder disfrutar del Metal (y de ver a mi familia claro). Por eso el comunicado de la organización de 7 días antes venía a tranquilizar a la gente en que el festival se iba a celebrar.

Imaginad por un segundo los malabares que hay que hacer para consolidar el festival. Conseguir estos grupos. Permisos, recinto, escenarios, barras, aseos, trabajadores, etc. Ahora pensad en lo que puede suponer para un festival de estas características tener que devolver parte de los abonos por la suspensión, por causas ajenas a la organización, como fueron las tormentas. En un festival que de entrada ya renunciaba a la masificación del evento, poniendo menos entradas a la venta que las que el aforo permitía, para buscar una mayor satisfacción en el público, en su gente, en sus clientes.

Antes, y dada la tormenta que el año pasado descargó en el recinto de la Ruta de la Plata en la edición 2022, se hizo el cambio de ubicación para poder disponer de un espacio cerrado en la que resguardarse. Si en algún momento estuvo en la mesa hacer un escenario en el interior, con todos los problemas de acústica y seguridad que podía ocasionar, se decidió descartarlo, buscando dotar de una mejor experiencia al público. Y con el comunicado de la semana anterior se descartaba esa posibilidad porque lógicamente, era imposible técnica y económicamente poner un tercer escenario o mover uno de los dos principales a la ubicación interior.

Insisto en la feliz circunstancia del pabellón cerrado ante la fuerza de la Naturaleza expresada en dos colosales trombas de agua soltadas con apenas una hora de diferencia el pasado viernes. Si hubo posibilidad de retomar el ritmo de actuaciones estuvo ahí, pese a que como he dicho antes, para mi fue un fallo por falta de información.

Esta nueva ubicación ha tenido varias criticas que en mi opinión son justificables y pueden ser el camino a mejorar: No está el graderío de la pista de atletismo del Ruta de la Plata, y por lo tanto, no estaban los asientos que siempre se agradecen para descansar y poder ver un concierto más tranquilo. Quizás se puede trabajar en tener más espacio para sentarse, incluido en el suelo, y sumar alguna sombra por lo que pueda pasar. Añadir más luz, en los laterales y donde las foodtrucks tampoco hubiera estado del todo mal. Los baños han quedado un poco escasos, aunque en mi experiencia no se dieron colas en ningún momento. De hecho, mi mujer destacaba el colosal trabajo de las chicas que limpiaban los WC portátiles del lado femenino. Impresionante.

Los precios de la bebida y la comida: pues en la línea habitual en este tipo de eventos. No me parecieron excesivos, aunque si altos, y en cuanto a la calidad y variedad de las viandas no me pareció nada mal. Sobre el aparcamiento si que al final tocaba caminar bastante ya que no había un aparcamiento al lado como en ubicaciones pasadas. Algunos puntos más con fuentes de agua se habrían celebrado pese a toda la que cayó del cielo. Y sobre los campings hay muchas quejas, pero ya sabemos lo que son y lo que implican en un festival, y más cuando se lía a llover. El barro te va a llegar hasta las rodillas, y descansar es imposible porque cualquiera que haya pasado una noche en una tienda de campaña, sabe que en cuanto amanece no hay quien pueda estar dentro. Y quien lo haya hecho en los festivales sabe de sobra que no hay quien duerma porque hay ruido SIEMPRE. Yo ya hace mucho tiempo que renuncié a los campings porque lo barato sale caro. Si que parece que hay camino de mejorar a la hora de proveer de más y mejores buses lanzadera.


Y de la música, ¿qué?

Pues que estoy encantado de todo lo que pudimos paladear:

El jueves llegamos con la actuación de los griegos Septicflesh en plena efervescencia y sonaban increíble. De hecho, esa fue la primera gran satisfacción, ver como había un sonido tremendo que se imponía al viento reinante y que nos hacía disfrutar. Sin duda, hay que tratar de volver a ver a esta banda en directo y disfrutar de su gran pericia y talento para desarrollar un death metal melódico, oscuro y denso y de muchísimo nivel.

A Symphony X, desde la lejanía del otro escenario, también se les oyó fenomenal y me amenizaron muchísimo la espera al plato fuerte del día.

Amorphis daba uno de los conciertos del festival con un show ya muy trabajado en el que repasaron buena parte de su ya dilatada discografía, en una apuesta densa e intensa que cobró especial significación con la lluvia que rocío a un público entregado. El talento descomunal de Tomi Juntsen en la voz, en armónicos y guturales nos alucinaba mientras todos los miembros de la banda, no quedaban atrás y mostraban ese sonido tan característico, mimado hasta el último acorde. Sin duda, para mi, triunfadores del festival y subido al podio de bandas que hay que ver siempre que se pueda.

En ese momento, nos recogimos porque el viernes venía con un cartel espectacular que invitaba a disfrutar de la música desde las 3 de la tarde hasta las 3 de la mañana.

Abrían el menú mis amigos de Kritter, que dieron un show mucho más redondo que el año pasado en Villena, favorecidos fundamentalmente por un sonido mucho más amable para con su divertida y ecléctica propuesta en la que nos enseñaron varios de sus nuevos temas, pero que encontraron comunión con los incondicionales que estábamos allí con Your Sacrifice y Sucker. Como siempre nos divirtieron y nos pusieron en forma para disfrutar todo el día.

La siguiente muesca, en el otro escenario era Jolly Joker, banda valenciana que sonaba de lujo y también han hecho que me interese y mucho por su música.

Volvíamos al escenario donde me apalanque con mis dos taburetes de la organización para disfrutar de Omnium Gatherun. Los finlandeses ya no es que tengan un metal potente y de una calidad sublime. Es que además se divierten muchísimo sobre el escenario y transmiten esa energía y esa diversión a un público que si ya está entregado de antemano, ante su muestra, se vuelve completamente loco. Disfrutamos como auténticos enanos con una actuación plena de simpatía y arrojo. Para rematar y tras la primera tormenta asaltamos a su joven batería Atte Pesonen que nos había alucinado con su maestría y la tranquilidad con la que ejecutaba y estuvo fenomenal y amable con nosotros. Otra banda que hay que ver siempre. Sí o sí.

El Altar del Holocausto descerrajaba su post metal con un sonido tremendo en otra banda que se convierte en imprescindible, cuando al igual que el año pasado el cielo zamorano se cayó sobre su propuesta. Parece evidente ya que ante la sequía, en vez de sacar vírgenes y muñecos de madera, contraten a estos paisanos míos que con su homilía de metal progresivo harán que el cielo caiga sobre sus cabezas.

En ese momento nos refugiamos y aunque en el parón de lluvias se trato de volver a arrancar, una nueva descarga hizo imposible continuar el festival. Nos quedamos con las ganas de ver a Insomnium, Angra, Eleveutie, Angelus Apatrida, Airbourne o Gigatrón. Un plan de fiesta sin fisuras que nos hizo lamentarnos. Pero es que no se podía hacer otra cosa.

El sábado llegamos con Crisix dando mucha caña a las cervicales de la platea, y haciendo que todos nos divirtiéramos. Encontraron continuación con GloryHammer que dejaron un concierto divertido y potente a partes iguales, muy variado en cuanto a presentaciones y composiciones. En conjunto una descarga de adrenalina gracias al trash metal de los catalanes y a la propuesta de power metal de esta banda escocesa que ha venido a revitalizar un género que parece, sólo parece, vivía de los éxitos noventeros de la vieja guardia.

A continuación Haken, con una propuesta plena de virtuosismo parecieron entender su momento en el cartel y ofrecieron un show más tranquilo, no exento de calidad, pero como si quisieran que la gente cogiera un poco de aire tras lo vivido y ante lo que venía, mientras disfrutaban de una buena dosis de progresivo.

Y es que después Dark Tranquillity ofrecía el concierto del festival. Impresionantes una vez más las huestes de un Mikael Stanne soberbio, agradecido, que se comió el escenario con su presencia y saber hacer, mostrando su calidad y con una banda que parece siempre en proceso de reconfiguración. Con solo una guitarra -no estaba Cristopher Amott-, con un Johan Reinholdz tremendo y ya liderando dejó un sonido no tan inmerso en la distorsión donde pudieron brillar sus compañeros; y con la batería ya en propiedad de Joakin Nilsson, tras la salida por descanso de Anders Iwers. Dark Tranquillity ofreció un concierto redondo, pleno de intensidad y acierto en el que el hilo lo llevó los últimos discos Atoma y Momentum, para acabar con unas celebradísimas Final Resistance y Misery Crown. Fue un concierto que se nos hizo breve, con una comunión pletórica entre público y banda, pero que nos dejo con una sonrisa de oreja a oreja. Siempre hay que ver a Dark Tranquillity.

Después ya llegaron los cabezas de cartel, Helloween que nos ofrecieron un espectáculo propio de su estatus, con Kiske y Andy Deris, a pleno rendimiento, con lo que pueden dar, en cada una de las canciones icónicas y también interactuando con el público. Ni puto caso a los intensitos que hablan de playbacks y cosas así. Veánse los videos que ya están en youtube, y dejen de dar la turra, por favor. Los dos estuvieron a un muy buen nivel e hicieron su trabajo fenomenal, jugando, guarreando y haciéndonos partícipes de un espectáculo memorable, junto a un Kai Hansen maestro de ceremonias que nos llevo por un viaje a nuestra adolescencia y juventud, ofreciéndonos todos sus himnos en un espectáculo potente y pleno.

Tras los alemanes nos recogimos ya, no porque no tuviéramos más ganas de música y metal, sino porque mi pierna, la espalda de mi hermano y la de mi mujer (gracias nena por estas tremendas palizas al volante que te has dado estos días) pedían ya atención.

Lo dicho. Ánimo a toda la organización y promotores del Z Live Festival. Cómo necesitamos que haya eventos y conciertos más allá de Madrid y Barcelona. Ánimo y fuerza para continuar, para mejorar lo que haya que mejorar y para seguir viéndonos cada primavera por Zamora.

Por último, quiero dejar aquí mi agradecimiento y admiración total al cuerpo de trabajadores del festival que fueron todo amabilidad, disposición y eficacia. De verdad, hacía mucho que no veía tan buen rollo entre un personal, que evidentemente, está trabajando mientras miles de personas disfrutamos. Espero que también disfrutarais un poquito, tengáis un buen salario para vuestras cosas y veros de nuevo en las próximas ediciones del Z Live en Zamora.


sábado, 13 de agosto de 2022

Leyendas del Rock 2022

 


Mi primera visita al Leyendas del Rock ha sido todo un disfrute y un éxito. Un festival al que tenía respeto por su situación geográfica y época de desarrollo. El sudeste peninsular y el pleno agosto no parecen momentos muy propicios para dos o tres tardes y noches de conciertos al aire libre. Desde luego también influía nuestro lugar de residencia, anteriormente apartado, pero ahora tras la genial experiencia vivida, independientemente de donde se more, se contará con disfrutar en Villena. Las magníficas condiciones y el usual buen rollo que se destilan en los eventos heavies hicieron de nuestra vuelta a la normalidad de los festivales muy placentera.

Un recinto amplío y bien acondicionado. Bien comunicado a las afueras de Villena. Con amplios párkings y zona de acampadas (para quien no quiera o no tenga otras condiciones de descanso ante un festival). Con los escenarios a resguardo del Sol gracias a la cornisa montañosa en la que se encuadra la zona deportiva de Villena donde se desarrolla el festival. Esto era una sorpresa muy celebrada, dada la costumbre hispana de colocar escenarios que o bien ponen al sol a los músicos, o dejan a su calor abrasador al público. En el Leyendas la ubicación es inmejorable, y ya sobre las 6 de la tarde la sombra es mayoritaria en la platea lo que ayuda a que la temperatura ambiental baje, mientras sube la metalera.

También es digno de comentar y alabar las instalaciones básicas: No recuerdo un festival con tanta cantidad de urinarios portátiles. Es verdad, que día a día de festival el olor y las condiciones van empeorando, pero también se nota un esfuerzo de la organización para bajar el ratio de urinario por asistente, en un contexto en el que la ingestión de líquidos es altísima y con una afluencia masiva. En cuanto había aviso de un atasco se procedía al desatranque, y como digo, en ningún momento -al menos que yo pudiera ver- se alargaron las colas y los tiempos de espera de personas dando saltitos y apretando muy fuerte los muslos aguantando la primera gotita. Camino por mejorar, siempre habrá, pero desde luego Leyendas del Rock lo hace muy bien.

Otro punto a favor es sin duda el gran nivel culinario del festival. No nos engañemos; nunca iremos a un festival por la calidad gastronómica pero es de agradecer que los puestos seleccionados e instalados dispensarán buena comida, con celeridad y calidad. Lógicamente no pude degustar todos los tipos de viandas que se expedían pero de comentarlo con otros compañeros de festival, al calor de un “qué aprovetxe” se puede garantizar la satisfacción y el goce. Parecía una experiencia prohibida por la Inquisición el disfrutar de un buen concierto heavy y a la vez de llenar el gaznate con una hamburguesa o bocadillo bien ejecutado y mejor rellenado. Muy celebrada también el puesto de helados y granizados.

En cuanto a la bebida, no podía faltar una buena provisión de fuentes de agua potable para refrescarse (sin olvidar la piscina municipal a la que también podíamos tener acceso), y en las barras, tanto para cambiar al dinero de rascapiquilandia propio del festival, como para conseguir los dorados elixires fruto de la fermentación, la amabilidad y buen rollo de las y los trabajadores eran el denominador común. Un gustazo, vamos. No sé si tendrá que ver, pero el hecho de que gracias a particulares y asociaciones de consumidores se haya podido funcionar con racionalidad y permitir que los asistentes puedan introducir agua y comida al recinto, puede haber ayudado a que los organizadores busquen más calidad para poder “competir”.

La galería de boutiques de metal estaba más que completa y o se hacía verdadera fuerza o te dejabas un buen sueldo en camisetas, sudaderas, gorras, anillos, pendientes, cadenas, carteras, mochilas… y cuernos y kilts que son el dresscode de moda entre la chavalada del Metal. Eso en cuanto a los tíos, porque las mujeres tenían ante si las mismas atracciones y buenos surtidos de botas, lencerías de cuero y tachuelas, maquillajes y extensiones (también con sus variantes masculinas).

La explanada, como he indicado, ya era agradable a media tarde y ni la presión del público ni el calor, hacían sofocante la estancia. Además, añadía una buena zona de bancos y espacios para sentarse en el suelo, así como una carpa principal donde en primer momento se notaba más el calor de invernadero. Alguna zona más de sombra sería bien recibida, pero desde luego la ubicación es un acierto para poder disfrutar de la música con la compañía de esta increíble y gran familia que forma el Heavy Metal.

Y es que si a la organización hay que darle un 10, qué decir del público. Había (y hay) ganas de música y Metal. Ganas de fiesta y de vibrar en los conciertos. Público de todas las edades y condiciones. Familias enteras, incluidos abuelos y nietos. Muchísimas mujeres, lo cual a mi, que hacía unos años que no me movía en los festivales me pareció la mejor noticia por cuánto toca -y sé de buena mano-, que estos eventos antes estaban estigmatizados como no recomendables o resultaban peligrosos para las chicas. No puede haber más felicidad en el mundo que cuando se abre las puertas de la libertad y la igualdad al 50% de la humanidad.

Amistad, concordia y ganas de disfrutar. Sin agresiones de ningún tipo, ni problemas, como si suceden en festivales de otros tipos de música que reciben el beneplácito y atención de los medios de comunicación de masas. Qué no es que nos hagan falta pero ya se sabe. Buen rollo a raudales en el Leyendas Comentarios con todos los y las “vecinos de platea”. Qué se me cae la cerveza por hacer el gamba, “no pasa nada hombre”; que a otro se le cae y me empapa, sin problema. “¡Hostia, Spanoulis! ¡toma camiseta guapa!”; “Qué tralla los Angelus”. Comentarios y opiniones con buen rollo, hermandad. Lágrimas compartiendo estribillos y capelas de letras icónicas de nuestra adolescencia; de la soledad de una habitación o de una cabeza aislada por los cascos… Un ambiente inmejorable.

Cómo dijo mi chica, una “recién llegada al mundo del heavy”, “los heavis son buenas personas haciéndose pasar por malotes; los hippies, son malas personas haciéndose pasar por buena gente”.


En cuanto a la música, qué decir: Si el jueves Testament y Kreator dejaban el nivel muy arriba (también unos en muy buena forma Stratovarius), el viernes llegamos justos para empezar con Jinjer, una banda que se come el escenario desde el primer momento. La tremenda destreza de su guitarra acompañada por una base rítmica potente e imaginativa. Todo ello coronado por los increíbles tonos, tanto gutural como clásico a los que llega Tatiana como vocalista. Muchísima calidad y caña para causar más daños en los cuellos de los asistentes que disfrutábamos con una banda que ya está plenamente incorporada a la élite del Metal.

Gotthard, una banda que tenía abandonada desde los principios de los 2000 me ganaron de nuevo para la causa con su propuesta desenfadada, de ganas de fiesta sin faltar la calidad y con toda la banda muy metida en hacer disfrutar al público. De 10.

Muy curioso, por cierto, la disposición de las bandas en los dos escenarios principales, alternando conciertos más cañeros de puro Trash o como el de Jinjer, con otras actuaciones, con otras propuestas en las que se van deslizando los estilos, sin cerrar en absoluto, el festival a un sólo subgénero, sino que haciéndolo inclusivo para muchos perfiles. Desde luego, un disfrute que permitía las idas y venidas desde la platea de las oleadas de los heavys, pero que nos tenían a todos disfrutando muchísimo, a veces en la distancia, otras metidos en el meollo.

 

A continuación, el plato fuerte: Blind Guardian. Y recordando el Somewhere far beyond, en su trigésimo aniversario. Y qué ofrecieron. Pues un concierto pleno, lleno de talento y sabiduría, descerrajando una multitud de himnos de nuestra juventud y adolescencia por los paisajes fantásticos, los bosques y rodeados de los bardos. Un momento épico que recordando me pone la piel de gallina de nuevo.

Al siguiente día, llegamos sobre la misma hora pero para ver en el escenario Mark Reale, el más pequeño, a mis amigos de Kritter que ofrecieron su trabajo y metal, con plena dignidad, dándolo todo y haciéndonos disfrutar. Seguro que volverán y van a seguir ampliando su círculo para introducirse de lleno entre la bandas nacionales con las que hay que contar. Si o si.

 

Después, tiramos de más nostalgia con Rhapsody, o como demonios se llame ahora el proyecto de Turilli y Leoni que no pueden utilizar el nombre, pero si las canciones. Total otro buen rato de heavy, de power metal sinfónico, con la tanda de canciones que rellenaban discos como The power of dragonflame o Legendary Tales con los que compusieron su setlist.

Queríamos echar un ojo y una nueva escucha a Dunedain, banda española de power metal que también tenía algo alejada de mi recuerdo últimamente. Sonaban de miedo y la gente luego comentó su tremendo nivel, pero ante un escenario pequeño totalmente lleno, no pudimos entrar, y nosotros nos recogimos y separamos un poco para cenar y ver desde la distancia a Overkill. La banda británica trash no es de mis favoritas, ni mucho menos, pero ofrecieron un show potente y divertido a partes iguales con su frontman muy dicharachero con el público.

Nos cambiamos nuestra distancia ni disposición para escuchar a Opeth. Los suecos con su oscuro metal progresivo llenaron la platea de incondiconiales y sonaron como acostumbran de bien. Sin embargo, la actuación en mi opinión, se volvió tediosa, dando poco espacio al ambiente propio de festival, ante un público, que eso si, disfrutábamos de su tremenda calidad técnica desde un punto de tranquilidad. Como si estuviéramos asistiendo a una escucha de un disco en la candidez y acogida de nuestro hogar.

 

Retomamos posiciones para el espectáculo que ofreció Epica, tomando el testigo de la cabeza de cartel. Con una presentación espectacular, cañones de fuego y demás tramoya, la banda holandesa de metal sinfónico liderada por Mark Jansen y Simone Simmons dieron el concierto del festival. Supieron conjugar su tremenda pericia y técnica para no desinflar la bola del festival al tiempo que entendieron el momento y contexto en el que estamos. No dejaron tiempo a que la nostalgia se recuperará y aunque mostraron varios de los temas de sus últimos trabajos, no dejaron escapar la oportunidad de volver a tocar temas clásicos e inolvidables como The Obsessive devotion, Sancta Terra, Cry for the Moon o Consign to Oblivion con la que cerraron. Un show tremendo, lleno de fuego y fuerza, pasión y simpatía por una banda que se desenvolvió tremendamente bien (sus años ya les contemplan) y que se mostraron siempre, todos sus integrantes, súper amables y agradecidos al público. Mención especial a su teclista Coen Jaenssen siempre tan divertido.


Angelus Apátrida eran la siguiente muesca del revolver del festival y su detonación fue atronadora. Nadie duda ya de la tremenda calidad de estos trashers albaceteños, de la simpatía de Guille y de la brutal caña que nos infligieron para goce de todas y todos quienes nos concentrábamos ahí. Si su último disco es salvaje y no tiene nada que envidiar a las producciones de bandas extranjeras del género, la puesta en escena es arrolladora. Las canciones se deslizan y golpean brutales, sonando de lujo. Particularmente Indoctrinate y Of men and Tyrants fueron demoledoras.

Y aunque quedaba mucho festival todavía nosotros ya casi cuarentones nos recogimos, contentos y felices de volver a disfrutar de la música, del Metal y seguros de que lo haremos una y muchas veces más en sucesivos Leyendas del Rock.

Por cierto: No he profundizado mucho en las crónicas de los conciertos porque uno va a disfrutar de la música. Sólo quería plasmar el buen ambiente y organización del Festival. Para crónicas completas y profesionales, con mejores fotos, aquí unos enlaces:

Crónica Día 1 - Miércoles 3 de agosto

Crónica Día 2 - Jueves 4 de agosto 

Crónica Día 3 - Viernes 5 de agosto (Primera parte) - Segunda parte

Crónica Día 4 - Sábado 6 de agosto (Primera parte) - Segunda parte

 

 

Fé de Errores: Las fotos son una mierda porque olvidé mi cámara de fotos en casa de mis padres, y éste móvil que tengo ahora pues tiene peor calidad que el que tenía antes. ¡Qué le vamos a hacer! Mil disculpas y otra buena causa para repetir en el Leyendas y con todas estas bandas!!


domingo, 2 de junio de 2013

Sonisphere 2013: Iron Maiden, Avantasia y el día de la marmota para el metalero españistani


 
Tercera visita al Sonisphere en tres años y segunda vez para vislumbrar, vivir y disfrutar a Iron Maiden. Hacía Rivas VaciaMadrid, emplazamiento elegido para esta edición nos encaminamos Fio, mi hermano y servidor en el saxito desde Salamanca y David desde Valencia, con la intención de disfrutar de los más grandes héores del metal, y unas cuentas buenas bandas. Pero pongámonos en antecedentes.

Fue por febrero cuando se anunció a Iron Maiden como cabeza de cartel del Sonisphere España 2013. Y no sólo eso, sino que además dieron la primicia de celebrar el festival de dos días, en dos emplazamientos distintos, Madrid y Barcelona, algo que no tiene que ser ni positivo, ni negativo, sino un experimento más y que incluso podría permitir el lujo de traer un cartel más redondo, asegurando dos fechas para cada grupo y pudiendo emplear la pasta que se gasta para rellenar dos días de festival, en rellenar un día, por partida doble, con grupos de mucho nivel.

Eso fue a finales de febrero, y hasta mediados de abril no se completo el cartel que muchos ansíabamos ya con las entradas de la mano, sólo por el reclamo de Iron Maiden. Pues bien, como digo, fueron pasando las semanas y meses hasta que se completo el cartel, sin comunicaciones desde la web o perfiles sociales de la empresa promotora. Al contrario.

Se fueron completando el resto de carteles a nivel europeo (impresionante el cartel de dos días del Sonisphere francés) y aquí un día llegamos y vimos como Tierra Santa, Voodo Six, Danzig, Red Fang, October File, Ghost y Newsted iban a rellenar las horas hasta la actuación del cabeza de cartel, y al que seguirían Anthrax, Megadeth y Avantasia, que fueron anunciados creo recordar un par de semanas después. Por cierto, después de este último anuncio, anunciaban una banda más que nunca llegó...

Ni que decir tiene que pagar 60€ por este cartel, a priori no puede parecer tan caro. El problema viene cuando ves con que grupos se han revestido la actuaición de los Maiden en Francia, Italia y Alemania, por ejemplo. Aquí tuve un problema con una web de metal que seguía, por expresar mi libre opinión sobre el cartel, y las condiciones. Ellos muy dignos, yo creo que esperando los pases vip y pases de prensa, defendían la organización y los grupos traídos de manera incondicional, y aunque me explicaron las condiciones de este festival, que a nivel europeo, funciona a modo de franquicias estatales, con los increíbles costos en organización, infrastructuras, personal, seguros, aviones, hoteles, etc. etc., que esto es #Españistan, lo cual tienen razón, y entre poco movimiento, IVA y SGAE se iba mucha pasta... pero sin querer admitir en ningún momento que los aficionados al género ya nos hemos movido dentro de este festival y sabemos como funciona.

Pero el caso es que en la tarde del viernes 31 de mayo nos pusimos en funcionamiento con las ganas de disfrutar, paladear heavy, reir, saltar y gritar; preparados con nuestros bocadillos para antes de entrar en el recinto y para después de salir de él, intentando minimizar costes y evitar perder mucho tiempo en colas, que ya conocíamos.


Ahora continuamos con la habitual crítica a los grupos que vimos para acabar con la no menos tradicional crítica y puesta en solfa del desastre de festival que montan Sonisphere España S.L.




Nuestra intención era clara: Llegar para ver a Ghost. Y así hicimos. Decir que a priori, y a posteriori con matices, el emplazamiento madrileño de este año, me pareció muy bueno: Con salidas fáciles a la A3 y M50 (aunque nunca señalizan con el cartel del festival), con bastante aparcamiento, con espacio asfaltado central, y gradas que envolvían el escenario. Quizás lo único lamentable, el viento pegando, que parece ser propio de la zona y que con la orientación del escenario daba problemas de sonido y que en el espacio central, más que pedaltado lo que era es un hoyo.

Pero allí estábamos con ganas de ver a Ghost. Quizás excesivas por mi parte, no queriendo reconocer que quizás este tipo de festivales minimizan lo que Ghost puede ofrecer y dejándolos algo descuadrados antes de ver a los Maiden. El caso es que sus dos buenos primeros discos (el primero a mi juicio excelente y sorprendente) quedaron descafeinados en una actuación muy mediatizada por el lamentable audio que había en ese momento en el recinto, y ante un público que parecía más esperar a los Maiden que paladear a los suecos. Lo cierto es que a las 7 de la tarde cuando empezó Ghost el sol reinante hizo desmerecer la puesta en escena, tan rica y fascinante, y el sonido de Hard Rock y rock setentero quedaba minimizada.

Compartiendo las primeras cervezas sonaba la intro de los suecos, el Master Ball de Jocelyn Pook, y pronto fueron apareciendo los integrantes del grupo, hasta hacer entrada el Papa Emeritus II para abrir con Infestissuman y Per Aspera ad Inferi, antes de descerrajar un Con Clavi Con Dio, excelso y metódico que sonó mucho mejor que los primeros temas de la actuación. Continuaron unos minutos más con Secular Haze, Stand by Him, Death Knell, Year Zero y terminaron con Ritual, un temazo de su primer disco que sonó fenomenal, y me dejaron con ganas de más (sobretodo de Elizabeth). Fue una actuación de suficiente raspado la verdad, quizás mediatizado por las ganas que les tengo (y mantengo) quizás por estar ubicados fuera de sitio. Tampoco ayudaron los fallos técnicos que metieron voces sampleadas a destiempo, pero aún así pondremos a Ghost como otro grupo con ganas de verlos en directo, pero en una sala pequeña, a oscuridad. Y habiendo tocado temas, como Con Clavi con Dio, Stand by Him y Ritual a tan buen nivel y clavándonos en el cerebelo ese "Satanas; Lucifer" , bien lo merecen.

Iron Maiden

Era el momento que todos estábamos esperando y poco a poco nos encaminabamos a ello, hasta que empezaron a sonar los acordes del "Doctor, Doctor", de UFO, entrada inequívoca de Iron Maiden cuyos integrantes empezaban a desfilar por un escenario de tonos azules y morados (rememorando la portada del Seventh son of a Seventh son) ante una audiencia enfervorizada. Entraba a través de las pantallas, y enlatada, la intro del Moonchild (todos los grupos lo hacen, pero meter en un concierto partes de canciones grabadas del cd original, me parece feo, y un sacrilegio cuando hablamos de Iron Maiden) y Bruce Dickinson correteaba por la parte superior del escenario, mientras la luz natural deslumbraba a los espectadores y deslucía el juego de luces de los cabezas de cartel (en #Españistan nunca pondremos a los grupos grandes de noche, verdad, será porque somos el paraíso europeo del sol, en fin...).

Dickinson soltaba la primera estrofa del MoonChild, y ya veíamos que el sonido no era el mejor. Tampoco digno de Maiden, y ni siquiera para un supuesto festival de renombre (la palabra clave, supuesto). Es más, podíamos decir claramente que el sonido era malo, y no estariamos exagerando. El viento seguía haciendo de las suyas y dificultando la audición del concierto. Los Maiden finalizaron en periódo de pruebas el MoonChild que comenzó la versión enlatada preludio de la actuación, y así sin más Dickinson descerrajó "Can I Play With Madness", siguiendo el guión dictado por Seventh son of a seventh son, que ya sonó bastante mejor, para llegar a uno de los momentos redondos: The Prisioner. La banda se encontro a gusto y exacerbo aún más al público haciéndonos olvidar el viento, el sol y el resto de los elementos no invitados, al son de los dos solos inmensons de Smith y Murray que ofrece este tema.



Subidón que se vino abajo, inexplicablemente con "2 Minutes to Midnight", donde mientras todo el auditorio se volcaba en corear y cantar el tema, se noto la ausencia de la voz principal de Dickinson, durante una estrofa entera, mientras trataba de desenredar el cable del micro del pie. Bastante dramático, aunque tener como compañeros de viaje a esta impresionante banda, minimizo el estropicio, aunque aún así, no esta de más decir que con más de 30 años tocando por todo el mundo con la banda más grande del género, debería haber bastado para sacar el micro del pie, echarle cara, seguir cantando y ya se desenredará el nudo, cuando se pueda.

Después de esto el concierto, eso sí, y como era de preveer mejoro mucho. Tanto en la intensidad ofrecida por los Maiden, como el propio sonido que por fin se ajusto, a lo que en el escenario había y a las expectativas generadas. Incluso ayudo también el atardecer, dejando ya si entrever los juegos de luces en el escenario, con los inmenos telones "temáticos" de los Maiden para cada canción, además de ya sí y por fin, eliminando el factor vislumbre en el público cuando alzaba la vista al escenario.

Llegó todo ello con la parte en la que nos devolvieron a la adolescecia, con los himnos "The Trooper" y "The Number of The Beast" que sonaron fantásticos y redondos, haciéndonos a todos los presentes parte de la fiesta, ya imparable, y que continúo sin fisuras por "Phanthom of the Opera", "Run to the Hills", "Wasted Years" y "The Clairvoyant" con el bajo de Harris, tan característico e inolvidable. El escenario cambiaba con cada canción al igual que los clásicos riffs de guitarra y así, nos encontramos con un organo en la parte superior del escenario, a la derecha de la inmensa cabeza de un Eddie, de blanco espectral. Sonaba "Seventh son of a Seventh son" y aunque probablemente pueda parecer lenta, densa y compleja esta obra, sin duda alguna, germén de lo que hoy conocemos como Metal Progresivo, mantuvo acorde todo el espíritu de los Maiden. Había quien opinaba que debía quedarse fuera del setlist, en un concierto que ya de por si, es un repaso, un todo éxitos en vivo de los más grandes, pero el propósito de este concierto, esta gira, no existiría sin este momento, homenaje y puesta en valor de uno de los hechos que más claro ponen de manifiesto en la intensa y soberbia capacidad creativa de Iron Maiden.

No bajo el espectáculo, porque otro Eddie nos "atemorizaba" y el escenario se envolvía en colores verdes y azules, resaltándolo y haciéndolo más brillante. Se mezclan los vitores con las voces simuladas del público de la intro de "Fear of The Dark" y joder, como sonó. Fantástica, perfecta, sublime, inolvidable, una vez más. Sólo puedo decir que todo lo demás sobra, por esta canción merece la pena ver a los Maiden. Una, dos, tres, mil veces, las que haga falta. Es indescriptible la sensación que te recorre con este himno histórico de nuestro género, sonando en vivo. Ahora escribiendo se me eriza la piel de tan sólo recordarlo. Si no has visto Iron Maiden, ve y paladea Fear of The Dark; si lo has visto ya, vuelve; Ambos me lo agradeceréis.

Fue el perfecto preludio a una acelerada pero no con menos pronta de calidad "Iron Maiden" que supuso el cierre a la actuación, y que calento lo suficiente nuestras voces para pedir otra al grito de la canción homónima. Y allí salieron rapidamente para regalarnos, tres bises, perfectos en la parte musical y escenográfica. "Aces High" sonaba perfecta en ritmo y guitarras, pero con falta de aliento en la voz de Dickinson, que aún así, esta vez dió todo lo que tuvo, y con eso valía para "perdonarle" aquel lío con los cables en "2 Minutes to Midnight"; el segundo bis, "The Evil That Men Do" sonó impresionante de fuerza e intensidad con una Janick Gers muy cachondo con la guitarra (lástima que su importancia "musical" haya quedado en un segundo plano) y un Harris que una vez más nos ametralló con su bajo... para cerrar como viene siendo habitual "Running Free" en un fin de fiesta redondo y coherente, por el que nos dejaban salir libres, con la sensación de haber disfrutado con Iron Maiden.

En resumen, fue un concierto de menos a más, hasta un notable alto, por parte de estos mounstruos iconoclastas del metal, cuyo gran éxito es que siempre, siempre, después de verlos, escucharlos y disfrutarlos te siguen dejando con ganas de más, y muy importante, con ganas de volver a repetir.

SETLIST: Moonchild/ Can I Play with Madness/ The Prisoner/ 2 Minutes to Midnight/ Afraid to Shoot Strangers/ The Trooper/ The Number of the Beast/ Phantom of the Opera/ Run to the Hills/ Wasted Years/ Seventh Son of a Seventh Son/ The Clairvoyant/ Fear of the Dark/ Iron Maiden/ Aces High/ The Evil That Men Do/ Running Free/ .



Anthrax



De manera sorprendente no tardaron mucho los américanos Anthrax en salir al escenario. Tan sólo 30 minutos después de que terminará la doncella de hierro, los trashers neoyorkinos ya descerrajaban su setlist mostrando que no iban a permitir que nadie se aburriese con ellos en el escenario.

Y esa fue su motivación, pura diversión, con buen trash metal como herramienta aplicada con intensidad y ese punto gamberro que hace que te lo pases genial con ellos tocando. Puede que no te gusten o no los conozcas; hasta que odies el trash metal, pero lo seguro, lo único seguro es que con Anthrax no vas a salir diciendo menudo bodrio o menuda mierda de concierto.

Aunque continuó la tónica de todo el festival con un sonido lamentable, los primeros riffs de “Amont the Living” dejaron claro que poco importaba a las huestes de Belladona tal hecho. Su vocación festiva, fiestera y festivalera era lo más importante y así los 5 integrantes de Anthrax, del que como simpre, sobresalía la imparable energía de Scott Ian que no paró de moverse en todo el concierto, y joder, desde la lejanía en la que saltaba y le daba al kalimotxo, juraría que no perdió una nota. Pero no fue el único, toda la banda dió muestras de empatía y talento que llegaron a un momento máximo cuando sono, mi favorita de ellos, “I am the law” que sonó muy grande.

Fue tras ese momento cuando las luces se apagaron un momento para volver a encenderse con los rostros de Ronnie James Dio y Dimebag Barrell entrando en una zona de homenaje que Anthrax tuvo a bien rendir a dos de los talentazos del metal que nos han dejado antes de tiempo (aunque haga ya unos cuantos años), sin que eso resentierá el sentido festivo de su actuación, pero eso sí, sin dejar de mostrar respeto en la alegación de Belladona que se cerró con “In The End”, canción de su último disco.

Como no podía ser menos, una de las grandes especialidades de Anthrax son sus versiones, en ocasiones tal cual, y en otras aceleradas y pasadas por un filtro “trash”, de grandes temas del metal, pero también del rock y el hard rock. Así nos mostraron un “TNT” de ACDC que enervó a todo el respetable y que coreo como si fueran los propios aussies los que la estaban interpretando. Y por qué no decirlo, también nos mostraron un “Rainning Blood” mejor que un año antes nos habían ofrecido los propios Slayer, en el Sonisphere 2012.

Y así llego al final de su corta, pero intensa y sobretodo divertida, actuación con su clásico cierre “AntiSocial” ejemplo de unos Anthrax en plena forma, en todos sus miembros, teniendo respeto a su profesión, a su legado, al metal y al público. Ojala vuelvan pronto por #Españistan (no se prodigan mucho por aquí) y los veamos en una actuación en una buena sala y durante más tiempo.


Megadeth
Es un secreto a voces. Ya lo he dicho muchas veces. He sido protagonista de discusión entre metaleros subidos ya de cervezas. Pero es que no soporto a Megadeth, ni su música, y sobretodo a su líder-fundador, Mustaine. No tenía ninguna expectativa con ellos, y por no esperar, ni siquiera esperaba su “Symphony of Destruction”, temazo icónico, pero que por si sólo no debería justificar la fama, en mi opinión absolutamente inmerecida que tiene Mustaine y su banda.

No dudo eso sí de que sea un guitarrista potente y virtuoso. O que lo hubiera sido. Me da igual sus affaires y envidias con Metallica, y me dan bastante lástima su peregrinar entre drogas que le llevan reventado por la vida. De los 5 grupos que pude ver en el Sonisphere 2013, todos tuvieron un sonido lamentable, pero el que se ajusto con Megadeth fue el peor con notoria diferencia.

Toda la actuación en conjunto o individualizada era absolutamente inaudible. De hecho mediado el concierto lo que se oyó muy bien fueron los pitos dirigidos a Mustaine como alma mater y principio y fin de Megadeth. Pero también pitos a Sonisphere SL por un festival de tan bajo nivel y con tantos errrores que en este momento sumaban uno más: El convocar a Megadeth al cartel de Sonisphere 2013.

Y es que fue de verguenza ajena ver a arrastrarse al pelele en el que esta convertido Dave Mustaine, que aunque si que lució brillo en algún riff o sólo aislado, no sólo fue incapaz de conectar con el público que no podía ni oirle cuando soltaba un hilo de voz para interactuar con él, sino que además, y quizás lo peor, le daba igual todo.

Por eso no dedico ni una línea más a Megadeth. Fue un espectáculo lamentable que me cuidaré de no volver a repetir ver.

Avantasia
Lo que a media tarde era un viento que dificultaba la audicón del concierto fue avanzando por la noche hasta convertirse en un frio helador, dejando la sensación térmica varios grados por debajo de la temperatura oficial, que circulaba en ese momento por los 10º grados.

Mucha gente se había marchado ya, y a mi, personalmente, no me dejaba de sorprender. Como digo hacia ya un frío del carajo, había hambre, las colas eran insufribles, y quizás se tardaba demasiado tiempo en montar el escenario del fin de festival que iba a corresponder a Avantasia.

Pero reconozco que casi dese que se anunció el cartel, este ganó muchos enteros con la incorporación del proyecto de Metal Opera de Tobias Sammet, y para mi la hora no era un impedimiento sino un objetivo.

Pero el escenario se termino de completar. Sonaba el “Also Sprach Zarathustra" de Richard Strauss como introducción. En una balustrada a la que se accedía a través de unas escaleras se colocaron los coristas (Thomas Rettke y Amanda Sommerville, colaboradora habitual de Épica). Debajo de ellos la bateria de Felix Bonkhe y el teclado de Miro Rodenberg. En la parte más baja aparece Sascha Paeth con su guitarra, junto al otro guitarra Oliver Hartman . Y tras ellos apareció el maestro de ceremonias, un Tobias Sammet, ataviado con su sombrero negro de cowboy que quería y sabía como conseguirlo animar a las almas que había en ese momento en la platea de Sonisphere 2013. Almas que sin ningún lugar de dudas, se habían quedado ahí, por ellos, por él y por Avantasia.

Basaron su corto set de poco más de una hora en sus tres primeros discos, tocando del último únicamente la primera, "Spectres", con la que abrirían la actuación y desechando temas del binomio "The Wicked Symphony"- "Angel of Babylon".

Como decía sonaba “Spectres” como primer corte, y lo hacía muy agitada e intensa favorecida por una bajada en la fuerza del viento que nos había dado el festival, y que permitió quizás las mejores condiciones, que no perfectas, para el sonido de un concierto al aire libre, pero que los técnicos de Avantasia, supieron manejar para no estropear el incomparable espectáculo del Metal que nos iban a ofrecer.

Acabada “Spectres” y al grito de “Avantasia, in Spain finally” llego el mejor momento del Sonisphere 2013: “The Scarecrow” que Sammet empleó de manera magnífica para meterse al público en el bolsillo con los casi 12 minutos de la musicada teatralidad del tema, con todos los componentes como cómplices, haciendo pasar de las partes cantadas, a las instrumentales con un derroche de interpretación perfecto que fue recogido por las guitarras, bajo, los teclados y la bateria para desglosar distintos sólos que justificaron sin ninguna duda, el viaje, el frio, el dinero, el hambre, el aguantar hasta ese momento y el soportar al viento, a Mustaine y a Sonisphere SL.

Acompañado en ese momento por Ronnie Atkis (“The Pretty Maids”), Sammet no dejó a nadie indiferente y poseyo en ese momento para él, y para su proyecto de Metal europeo, el títuo de grandes triunfadores del Sonisphere 2013.

Continuaba la actuación, y era díficil ya alcanzar ese momento acabado de vivir, pero lo cierto es que durante toda la hora que quedaba, no se alejo nada de ese instante. Y así entraron "The Story ain’t Over" con Bob Catley de acompañante, para de seguido llenar el escenario, porque un tío como él sólo sabe hacer eso, Mickael Kiske y hacerse el socio ideal de Sammet en "Reach Out for the Light" . Ver al ex- Helloween sobre el escenario fue un sorpresón mayúsculo para quien escribe, y supuso un dueto maravilloso junto a Sammet que se llevó una ovación brutal de las personas que allí estabamos alucinando de que manera con el show de Avantasia.

"Breaking Away" siguió por mismos terrenos, llegando a los compases más propiamente folk de "Farewell" y dejándonos eclipsar por la belleza de Amanda Somerville y sus incomparables voz y técnica, con todos cantando un estribillo que Avantasia finalizaron con cinco voces a cappella perfectamente conjuntadas.

Eric Martin sería el próximo en aparecer regalándonos toda la clase que posee, que no es poca, y haciendo un magnífico dueto en el increíble "Dying for an Angel". Tras él, llegaría uno de los momentos más curiosos, y es que Tobias se retira del escenario, dando paso Eric a Ronnie Atkins, quien volvería a escena para cantarse los dos un celebradísimo "Twisted Mind" que quedó sensacional aunando la elegancia de Martin con la fuerza de Atkins. 

La vuelta de Sammet para darnos las gracais por seguir allí (ya eran las tres y media de la madrugada) e interpretar "Lost in Space" que de nuevo cantaríamos voz en grito. Volvían Mickael Kiske y el power metal alemán por excelencia con "Shelter from the Rain", uniéndoseles al final Bob Catley.

Nos acercábamos al inevitable final y, aunque nos supo a poco, nos quedamos con el momento más mágico de su actuación, un "Sign of the Cross" grandioso con todo el elenco sobre el escenario, intercalando con fragmentos de "The Seven Angels" donde fue una delicía escuchar todas esas voces cantar al unísono.

Espero que pronto Tobias Sammet (parece que esta inmerso en un nuevo disco y gira con Edguy) nos regale esa gran actuación de Avantasia en España. Una actuación propia de Metal opera, en un lugar adecuado para tal evento, tanto en disposición como duración, porque no tengo ninguna duda de que será inolvidable. Avantasia, os esperamos. 


Crónicas Sonsphericas

No deja de ser una tradicción que tras paladear un festival en #Españistan haya que dejar un hueco bien amplio a la parte inevitable de quejas, situaciones lamentables y despropósitos organizativos que sufrimos los amantes del metal por estos lares, tierra de Sol, flamenco y tortilla de patata.

Llegados a esta altura de la película, esta claro que no todos podemos permitirnos pagar una entrada para un festival. Aquí hay que recordar, que mientras el festival de la franquicia Sonisphere en Francia era de 106€ con un cartel mucho mejor y de dos días, nosotros hemos pagado 65 pavos, por un cartel en el que Iron Maiden era el reclamo (aunque a mi me entusiasmo ver que iba a venir Avantasia) , pero de un sólo día, sin entrar a valorar cual es el salario mínimo francés (1.425,67 €) y el #Españistani que no llega a los 650€ al mes.

Pero una vez que hemos pagado podemos soportar cierta clase de inconvenientes con tal de disfrutar de nuestros ídolos y bandas favoritas, puesto que como decía hace un par de párrafos, en este país, en el que parece pecado el querer tocar, o el tener un sala y que en ella se puedan ver actuaciones de metal regularmente; en el que hay que luchar cada día con esa degeneración musical llamada flamenco y música pop enlatada por televisión y programas de “nuevos talentos”... pues bien, con estas condiciones se pueden soportar tardes y noches de calor abrasador o de frío helador, de hacinamiento como ganado (este año, no han querido la habitual cola para comprar los tickets de comida y bebida y así poder evitar aglomeraciones en un sólo punto. Supongo que esto era una inversión en personal y ticketaje que se han ahorrado) o aguantar condiciones insalubres. Hay quien puede soportar el comer un bocadillo, de lo que sea, helado junto a un retrete portatil tras una hora, de reloj, de larga cola (yo aquí como decía al principio y aprovechando la “especial” condición del festival decidi llevar bocadillos para antes y después). Podemos soportar que un soplapollas nos tire el litro de cerveza o por lo menos le pegue un vaivén por el que peligre la integridad física de este, sin tener que rechistar, incluso pudiendo confraternizar y hacer hasta unas risas. Son pequeñas cosas que se pueden soportar, podemos pensar. Pero no, yo ya estoy agotado de lidiar con esta empresa, de la que he sido cliente suyo los últimos tres años, y edición a edición las cosas, lejos de hacerlas mejor, constantemente se empeñan en repetir los mismos errores. Errores que tienen un único y claro motivo: El ahorro. Toda la pasta que se ahorran en contratar más personal, o en mejorar las condiciones de los espacios que vamos a compartir miles de personas, se la meten en sus bolsillos tras haberla sacado de los nuestros al mismo precio vengan 10 grupos o 22. Uno o dos días. Esta es la realidad.

Como decía al principio del post, ya conozco el funcionamiento de este festival en #Españistan, pero aún así, no deja de sorprender que se tardarán dos meses más en cerrar el cartel de esta edición, comparado con el de resto de países europeos donde ya a principios de marzo se conocía su composición.

Las redes sociales hervían pero por el público que asistía incrédulo a la desinformación más absoluta de un festival que no sólo no confirmaba todos sus artistas aún llevando ya tiempo las entradas a la venta sino que no generaba noticias, no interactuaba e incluso confundía canciones y videos de los artistas que promocionaba.

Y así estamos en el día después. ¿Qué nota le podemos dar a todo el evento? Pues bien, por el simple hecho de paladear una vez más a Iron Maiden y su gira del Seventh Son of a Seventh Son, el buen concierto de Anthrax, y sobretodo gracias, al conciertazo brutal de Avantasia, un 7. Pero es que estas tres actuaciones va toda la nota.

A Ghost le voy a dar un voto de confianza, pero el fiasco de Megadeth ensombrece toda la gestión, ya de por sí penosa, del organizador con los grupos y músicos, porque que Megadeth entrará en un cártel cuando es evidente que esta lejos de ser una banda de calidad es más que un error evidente.

Del resto de bandas, de perfil bajo para la tarde del día del festival no entro a valorar, aunque me dijeron que Newsted estuvo bien. Bandas de relleno. Espero que puedan ir ganando peso y podamos verlas en otros festivales u otras ediciones con más importancia.

Entre las cosas que me molestan tocan los huevos por ejemplo esta el hecho de que te cachen a la entrada al recinto. Te dicen que es por seguridad. Te tiran si llevas un bocadillo, o un paquete de estos alargados de filipinos (lo ví con mis propios ojos). Por supuesto te quitan si llevas latas, o botellas de plástico con, supongo, agua. Luego compras una botella de 25 cl de agua, a precio de 2 litros de gasolina, y te quitan el tapón, no sea que la vayas a rellenar... o espera, será del agua de la cisterna, porque el agua corriente esta cortada en los únicos baños de obra, habilitados. También te dicen que es por seguridad, no sea que la tires a la multitud, o al escenario, o te de por tirarle el bocata de sobrasada, chorizo o caballa al famélico Mustaine. Pero luego resulta que llegas al centro de la platea, y esta todo lleno de piedras, y cantos rodados que se pueden arrojar hacia cualquier punto y desgraciar a la desafortunada víctima. Pero te han tirado el bocadillo que con tanto amor te ha hecho tu madre, o la botella de agua que has comprado de una maquina al salir de una estación de bus o de metro, eso sí por seguridad.

Otro hecho curioso es que lo que llaman Black Circle, es una entrada distinta, más cara, en la que los que tengan a bien pagarlo, se supone disfrutarán de estar cerca de los músicos y recibir algún salivazo de Mustaine. Pues bien, en el resto de Europa hay que decir que esa posiibilidad es un aliciente para los primeros que llegan, no un sobrecoste para una entrada, y más cuando resulta que ha trascendido que mediada la tarde, antes de la actuación de Ghost, abrieron el Black Circle hasta llenar aforo para “dar mejor imagen”.

El auditorio de este año, el Miguel Rios de Rivas, no esta mal. Es un buen espacio y una iniciativa buena promovida por un ayuntamiento distinto, para poder ofrecer a sus vecinos eventos con una calidades mínimas. Si hubiera estado bien acondicionado y si su orientación fuera más oportuna sería un lugar fantástico.

Tuve la fortuna, o mejor dicho la inteligencia, de no necesitar los puestos de comida, pero quedaban claro que el precio era exhorbitadamente caro para la calidad que se ofrecía. Lo de los servicios de juzgado de guardia. Y otro punto sorprendente la escasísima iluminación que hubo en el recinto en los espacios entre conciertos.

Ya por último, y no deja de ser habitual y de los errores más perniciosos, no había ninguna información a la hora de salir del recinto para que las personas que necesitarán emplear medios de transporte público llegar, sobretodo a Madrid.

En fin, año a año, el festival de Sonisphere va dando pasos atrás que no hacen preveer un futuro muy largo para el evento, puesto que cuando trabajas, únicamente pensando en el dinero que vas a recaudar, y poco o nada en los servicios y espectáculo que vas a ofrecer a tus clientes, pues lo más normal es que tengas que echar el cierre por incompetente.



Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...