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martes, 13 de junio de 2023

Z Live Festival 2023. De cuando la lluvia apagó la música



Como agua de mayo esperaba el Z Live Festival de Zamora este año, celebrado el pasado fin de semana; y como agua en junio lo he vivido. Quiero dejar en mi bitácora unas palabras sobre estos días, como siempre para consumo propio, ordenar mis ideas y dejar para la posteridad -y quién lo quiera leer-, unas reflexiones sobre todo lo acontecido este pasado finde en la tierra de Viriato. Cada vez me da más pereza soltar mi opinión en un foro o las redes sociales y tener que entrar al trapo de todo tipo de contestario. Así que mientras disponga de este blog aquí van cayendo mis historias.

Decir, lo primero de todo, que dada mi especial situación necesitaba este festival, y en líneas generales la satisfacción es buena. Con las entradas compradas desde julio del año pasado, -y en realidad desde diciembre de 2019 cuando entre pandemia, suspensión y contagio de covid, me he ido perdiendo esta fantástica convocatoria, año a año-, ahora no podía dejarla pasar.

Con mi lesión necesitaba cierta información con respecto a mis posibilidades de acudir al festival. Y aquí está mi critica general a la organización: la falta de comunicación. En primer lugar, y al menos en mi caso, en tiempo y forma. Porque si te contactan repetidas veces por email para saber cosas tan básicas como si puedo entrar con muletas en el recinto, con una silla plegable, o si necesito algún tipo de documentación (recetas, tratamiento ingreso, etc.) ante una situación de movilidad muy limitada, no se puede pasar más de una semana en recibir una contestación. Lo siento, pero no. Hay que comunicar al día. La gente necesitamos esa información para anular o preparar cosas y no puedes tener a tu cliente esperando. Esto es algo que yo aprendí hace mucho tiempo ya, cuando empece a trabajar en el mundo web. Si se recibe un email, se tiene que contestar el día que entra en la bandeja de entrada. Y esta leerla todos los días. Y sí. Menos mal que a la hora de entrar nadie me ha puesto ni media pega para acceder con mis muletas. O el jueves y tras el concierto de Amorphis, con plena lluvia y a oscuras, salir por detrás de los escenarios para no tener que dar toda la vuelta al recinto. Muchas gracias al chico trabajador de la organización que me hizo un gran favor.

Este problema individual con la comunicación con los organizadores del festival es común a todos los asistentes con lo sucedido el viernes.

Evidentemente, nadie culpa a la organización de las tremendas lluvias que jarrearon el Z Live el viernes. Nadie al menos coherente aunque siempre hay de todo. La posibilidad de poder resguardarnos en el interior de la nave del IFEZA fue la auténtica salvación porque de no haber sido así habría habido problemas mucho más graves. Cierto es que se podía haber abierto la puerta en su totalidad para facilitar el acceso y habernos dado algo de música aunque fuera enlatada, o haber dispuesto alguna barra (a mi con la edad que voy teniendo, me habría entrado de maravilla un chocolate con churros). Pero pensad un momento, más allá de que se paralizará la música, lo qué podría haber pasado si una marabunta de personas tiene que huir en plena tormenta. En otros festivales de otros tipos de música hemos visto esas horribles y desagradables consecuencias. No está de más tenerlo en cuenta en este momento.

El problema viene con la comunicación. Esencialmente con la ausencia de comunicación. No hubiera pasado nada, si con casi todo la afluencia dentro del pabellón, alguien de la organización, aunque fuera a grito pelao, hubiera apelado a la tranquilidad y a que “se estaba trabajando en ello”. Todo el mundo entendía la excepcionalidad de la situación y se esperaba un mínimo de información para saber qué hacer.

Cuanto paró la descarga, nosotros salimos pero viendo el panorama que se estaba preparando en los cielos zamoranos (ahí arriba está la foto del momento) decidimos volver a Salamanca.

En la carretera de vuelta nos encontramos con una colosal lluvia que minutos después arrasó el festival y obligó a la suspensión de la jornada. Una jornada que pintaba, personalmente espectacular, con un cartel de imprescindibles a disfrutar y que se nos quedó a menos de medio gas.

Como digo, nadie culpa a la organización que demasiado tiene con lo que tiene. Estoy seguro que los primeros jodidos por la situación, son ellos mismos que han hecho de este festival su trabajo, y con dedicación y pasión, están haciendo algo muy grande. Llevar a una pequeña ciudad de provincias, aislada de los nudos de comunicación y sufriendo el ahogamiento que provoca Madrid fagocitando todo lo que tiene alrededor, un festival con un cartel internacional como el que están consiguiendo es un éxito sin paliativos. Una necesidad que a la vez es un lujo que no nos podemos permitir perder y que queremos salvar para disfrutar cada año. Zamora lo necesita y las y los metaleros de todo el Oeste peninsular también.

Porque yo estoy harto de tener que ir a Madrid a ver conciertos y a los grupos que me gustan. Tener que pasar por sus carreteras, estaciones y atracos de diverso pelaje. Ya me jode ir a ver los museos que me gustan a la capital, pues imaginad lo que siento con la música. Y mientras pueda voy a aplicar mi particular boicot a la metrópoli del centro peninsular.

El Z Live es un festival pequeño donde la organización siempre ha procurado cuidarnos y tratarnos con respeto. Yo así siempre lo he sentido en el resto de ediciones cuando he podido acudir, o estos años que ante la avalancha de situaciones he tenido que posponerlo. Por ello me sabe fatal la mala sensación que me ha quedado con la falta de información, primero a título individual, después a lo colectivo.

España lleva unas semanas con lluvias y tormentas por toda la geografía que hacían peligrar el festival. Personalmente, siguiendo las predicciones de la Aemet, veía como para jueves y viernes la posibilidad de lluvias era del 100% y eso puso muchas dudas a la hora de encaminarme a realizar un viaje de 700 km. cruzando el país para poder disfrutar del Metal (y de ver a mi familia claro). Por eso el comunicado de la organización de 7 días antes venía a tranquilizar a la gente en que el festival se iba a celebrar.

Imaginad por un segundo los malabares que hay que hacer para consolidar el festival. Conseguir estos grupos. Permisos, recinto, escenarios, barras, aseos, trabajadores, etc. Ahora pensad en lo que puede suponer para un festival de estas características tener que devolver parte de los abonos por la suspensión, por causas ajenas a la organización, como fueron las tormentas. En un festival que de entrada ya renunciaba a la masificación del evento, poniendo menos entradas a la venta que las que el aforo permitía, para buscar una mayor satisfacción en el público, en su gente, en sus clientes.

Antes, y dada la tormenta que el año pasado descargó en el recinto de la Ruta de la Plata en la edición 2022, se hizo el cambio de ubicación para poder disponer de un espacio cerrado en la que resguardarse. Si en algún momento estuvo en la mesa hacer un escenario en el interior, con todos los problemas de acústica y seguridad que podía ocasionar, se decidió descartarlo, buscando dotar de una mejor experiencia al público. Y con el comunicado de la semana anterior se descartaba esa posibilidad porque lógicamente, era imposible técnica y económicamente poner un tercer escenario o mover uno de los dos principales a la ubicación interior.

Insisto en la feliz circunstancia del pabellón cerrado ante la fuerza de la Naturaleza expresada en dos colosales trombas de agua soltadas con apenas una hora de diferencia el pasado viernes. Si hubo posibilidad de retomar el ritmo de actuaciones estuvo ahí, pese a que como he dicho antes, para mi fue un fallo por falta de información.

Esta nueva ubicación ha tenido varias criticas que en mi opinión son justificables y pueden ser el camino a mejorar: No está el graderío de la pista de atletismo del Ruta de la Plata, y por lo tanto, no estaban los asientos que siempre se agradecen para descansar y poder ver un concierto más tranquilo. Quizás se puede trabajar en tener más espacio para sentarse, incluido en el suelo, y sumar alguna sombra por lo que pueda pasar. Añadir más luz, en los laterales y donde las foodtrucks tampoco hubiera estado del todo mal. Los baños han quedado un poco escasos, aunque en mi experiencia no se dieron colas en ningún momento. De hecho, mi mujer destacaba el colosal trabajo de las chicas que limpiaban los WC portátiles del lado femenino. Impresionante.

Los precios de la bebida y la comida: pues en la línea habitual en este tipo de eventos. No me parecieron excesivos, aunque si altos, y en cuanto a la calidad y variedad de las viandas no me pareció nada mal. Sobre el aparcamiento si que al final tocaba caminar bastante ya que no había un aparcamiento al lado como en ubicaciones pasadas. Algunos puntos más con fuentes de agua se habrían celebrado pese a toda la que cayó del cielo. Y sobre los campings hay muchas quejas, pero ya sabemos lo que son y lo que implican en un festival, y más cuando se lía a llover. El barro te va a llegar hasta las rodillas, y descansar es imposible porque cualquiera que haya pasado una noche en una tienda de campaña, sabe que en cuanto amanece no hay quien pueda estar dentro. Y quien lo haya hecho en los festivales sabe de sobra que no hay quien duerma porque hay ruido SIEMPRE. Yo ya hace mucho tiempo que renuncié a los campings porque lo barato sale caro. Si que parece que hay camino de mejorar a la hora de proveer de más y mejores buses lanzadera.


Y de la música, ¿qué?

Pues que estoy encantado de todo lo que pudimos paladear:

El jueves llegamos con la actuación de los griegos Septicflesh en plena efervescencia y sonaban increíble. De hecho, esa fue la primera gran satisfacción, ver como había un sonido tremendo que se imponía al viento reinante y que nos hacía disfrutar. Sin duda, hay que tratar de volver a ver a esta banda en directo y disfrutar de su gran pericia y talento para desarrollar un death metal melódico, oscuro y denso y de muchísimo nivel.

A Symphony X, desde la lejanía del otro escenario, también se les oyó fenomenal y me amenizaron muchísimo la espera al plato fuerte del día.

Amorphis daba uno de los conciertos del festival con un show ya muy trabajado en el que repasaron buena parte de su ya dilatada discografía, en una apuesta densa e intensa que cobró especial significación con la lluvia que rocío a un público entregado. El talento descomunal de Tomi Juntsen en la voz, en armónicos y guturales nos alucinaba mientras todos los miembros de la banda, no quedaban atrás y mostraban ese sonido tan característico, mimado hasta el último acorde. Sin duda, para mi, triunfadores del festival y subido al podio de bandas que hay que ver siempre que se pueda.

En ese momento, nos recogimos porque el viernes venía con un cartel espectacular que invitaba a disfrutar de la música desde las 3 de la tarde hasta las 3 de la mañana.

Abrían el menú mis amigos de Kritter, que dieron un show mucho más redondo que el año pasado en Villena, favorecidos fundamentalmente por un sonido mucho más amable para con su divertida y ecléctica propuesta en la que nos enseñaron varios de sus nuevos temas, pero que encontraron comunión con los incondicionales que estábamos allí con Your Sacrifice y Sucker. Como siempre nos divirtieron y nos pusieron en forma para disfrutar todo el día.

La siguiente muesca, en el otro escenario era Jolly Joker, banda valenciana que sonaba de lujo y también han hecho que me interese y mucho por su música.

Volvíamos al escenario donde me apalanque con mis dos taburetes de la organización para disfrutar de Omnium Gatherun. Los finlandeses ya no es que tengan un metal potente y de una calidad sublime. Es que además se divierten muchísimo sobre el escenario y transmiten esa energía y esa diversión a un público que si ya está entregado de antemano, ante su muestra, se vuelve completamente loco. Disfrutamos como auténticos enanos con una actuación plena de simpatía y arrojo. Para rematar y tras la primera tormenta asaltamos a su joven batería Atte Pesonen que nos había alucinado con su maestría y la tranquilidad con la que ejecutaba y estuvo fenomenal y amable con nosotros. Otra banda que hay que ver siempre. Sí o sí.

El Altar del Holocausto descerrajaba su post metal con un sonido tremendo en otra banda que se convierte en imprescindible, cuando al igual que el año pasado el cielo zamorano se cayó sobre su propuesta. Parece evidente ya que ante la sequía, en vez de sacar vírgenes y muñecos de madera, contraten a estos paisanos míos que con su homilía de metal progresivo harán que el cielo caiga sobre sus cabezas.

En ese momento nos refugiamos y aunque en el parón de lluvias se trato de volver a arrancar, una nueva descarga hizo imposible continuar el festival. Nos quedamos con las ganas de ver a Insomnium, Angra, Eleveutie, Angelus Apatrida, Airbourne o Gigatrón. Un plan de fiesta sin fisuras que nos hizo lamentarnos. Pero es que no se podía hacer otra cosa.

El sábado llegamos con Crisix dando mucha caña a las cervicales de la platea, y haciendo que todos nos divirtiéramos. Encontraron continuación con GloryHammer que dejaron un concierto divertido y potente a partes iguales, muy variado en cuanto a presentaciones y composiciones. En conjunto una descarga de adrenalina gracias al trash metal de los catalanes y a la propuesta de power metal de esta banda escocesa que ha venido a revitalizar un género que parece, sólo parece, vivía de los éxitos noventeros de la vieja guardia.

A continuación Haken, con una propuesta plena de virtuosismo parecieron entender su momento en el cartel y ofrecieron un show más tranquilo, no exento de calidad, pero como si quisieran que la gente cogiera un poco de aire tras lo vivido y ante lo que venía, mientras disfrutaban de una buena dosis de progresivo.

Y es que después Dark Tranquillity ofrecía el concierto del festival. Impresionantes una vez más las huestes de un Mikael Stanne soberbio, agradecido, que se comió el escenario con su presencia y saber hacer, mostrando su calidad y con una banda que parece siempre en proceso de reconfiguración. Con solo una guitarra -no estaba Cristopher Amott-, con un Johan Reinholdz tremendo y ya liderando dejó un sonido no tan inmerso en la distorsión donde pudieron brillar sus compañeros; y con la batería ya en propiedad de Joakin Nilsson, tras la salida por descanso de Anders Iwers. Dark Tranquillity ofreció un concierto redondo, pleno de intensidad y acierto en el que el hilo lo llevó los últimos discos Atoma y Momentum, para acabar con unas celebradísimas Final Resistance y Misery Crown. Fue un concierto que se nos hizo breve, con una comunión pletórica entre público y banda, pero que nos dejo con una sonrisa de oreja a oreja. Siempre hay que ver a Dark Tranquillity.

Después ya llegaron los cabezas de cartel, Helloween que nos ofrecieron un espectáculo propio de su estatus, con Kiske y Andy Deris, a pleno rendimiento, con lo que pueden dar, en cada una de las canciones icónicas y también interactuando con el público. Ni puto caso a los intensitos que hablan de playbacks y cosas así. Veánse los videos que ya están en youtube, y dejen de dar la turra, por favor. Los dos estuvieron a un muy buen nivel e hicieron su trabajo fenomenal, jugando, guarreando y haciéndonos partícipes de un espectáculo memorable, junto a un Kai Hansen maestro de ceremonias que nos llevo por un viaje a nuestra adolescencia y juventud, ofreciéndonos todos sus himnos en un espectáculo potente y pleno.

Tras los alemanes nos recogimos ya, no porque no tuviéramos más ganas de música y metal, sino porque mi pierna, la espalda de mi hermano y la de mi mujer (gracias nena por estas tremendas palizas al volante que te has dado estos días) pedían ya atención.

Lo dicho. Ánimo a toda la organización y promotores del Z Live Festival. Cómo necesitamos que haya eventos y conciertos más allá de Madrid y Barcelona. Ánimo y fuerza para continuar, para mejorar lo que haya que mejorar y para seguir viéndonos cada primavera por Zamora.

Por último, quiero dejar aquí mi agradecimiento y admiración total al cuerpo de trabajadores del festival que fueron todo amabilidad, disposición y eficacia. De verdad, hacía mucho que no veía tan buen rollo entre un personal, que evidentemente, está trabajando mientras miles de personas disfrutamos. Espero que también disfrutarais un poquito, tengáis un buen salario para vuestras cosas y veros de nuevo en las próximas ediciones del Z Live en Zamora.


sábado, 13 de agosto de 2022

Leyendas del Rock 2022

 


Mi primera visita al Leyendas del Rock ha sido todo un disfrute y un éxito. Un festival al que tenía respeto por su situación geográfica y época de desarrollo. El sudeste peninsular y el pleno agosto no parecen momentos muy propicios para dos o tres tardes y noches de conciertos al aire libre. Desde luego también influía nuestro lugar de residencia, anteriormente apartado, pero ahora tras la genial experiencia vivida, independientemente de donde se more, se contará con disfrutar en Villena. Las magníficas condiciones y el usual buen rollo que se destilan en los eventos heavies hicieron de nuestra vuelta a la normalidad de los festivales muy placentera.

Un recinto amplío y bien acondicionado. Bien comunicado a las afueras de Villena. Con amplios párkings y zona de acampadas (para quien no quiera o no tenga otras condiciones de descanso ante un festival). Con los escenarios a resguardo del Sol gracias a la cornisa montañosa en la que se encuadra la zona deportiva de Villena donde se desarrolla el festival. Esto era una sorpresa muy celebrada, dada la costumbre hispana de colocar escenarios que o bien ponen al sol a los músicos, o dejan a su calor abrasador al público. En el Leyendas la ubicación es inmejorable, y ya sobre las 6 de la tarde la sombra es mayoritaria en la platea lo que ayuda a que la temperatura ambiental baje, mientras sube la metalera.

También es digno de comentar y alabar las instalaciones básicas: No recuerdo un festival con tanta cantidad de urinarios portátiles. Es verdad, que día a día de festival el olor y las condiciones van empeorando, pero también se nota un esfuerzo de la organización para bajar el ratio de urinario por asistente, en un contexto en el que la ingestión de líquidos es altísima y con una afluencia masiva. En cuanto había aviso de un atasco se procedía al desatranque, y como digo, en ningún momento -al menos que yo pudiera ver- se alargaron las colas y los tiempos de espera de personas dando saltitos y apretando muy fuerte los muslos aguantando la primera gotita. Camino por mejorar, siempre habrá, pero desde luego Leyendas del Rock lo hace muy bien.

Otro punto a favor es sin duda el gran nivel culinario del festival. No nos engañemos; nunca iremos a un festival por la calidad gastronómica pero es de agradecer que los puestos seleccionados e instalados dispensarán buena comida, con celeridad y calidad. Lógicamente no pude degustar todos los tipos de viandas que se expedían pero de comentarlo con otros compañeros de festival, al calor de un “qué aprovetxe” se puede garantizar la satisfacción y el goce. Parecía una experiencia prohibida por la Inquisición el disfrutar de un buen concierto heavy y a la vez de llenar el gaznate con una hamburguesa o bocadillo bien ejecutado y mejor rellenado. Muy celebrada también el puesto de helados y granizados.

En cuanto a la bebida, no podía faltar una buena provisión de fuentes de agua potable para refrescarse (sin olvidar la piscina municipal a la que también podíamos tener acceso), y en las barras, tanto para cambiar al dinero de rascapiquilandia propio del festival, como para conseguir los dorados elixires fruto de la fermentación, la amabilidad y buen rollo de las y los trabajadores eran el denominador común. Un gustazo, vamos. No sé si tendrá que ver, pero el hecho de que gracias a particulares y asociaciones de consumidores se haya podido funcionar con racionalidad y permitir que los asistentes puedan introducir agua y comida al recinto, puede haber ayudado a que los organizadores busquen más calidad para poder “competir”.

La galería de boutiques de metal estaba más que completa y o se hacía verdadera fuerza o te dejabas un buen sueldo en camisetas, sudaderas, gorras, anillos, pendientes, cadenas, carteras, mochilas… y cuernos y kilts que son el dresscode de moda entre la chavalada del Metal. Eso en cuanto a los tíos, porque las mujeres tenían ante si las mismas atracciones y buenos surtidos de botas, lencerías de cuero y tachuelas, maquillajes y extensiones (también con sus variantes masculinas).

La explanada, como he indicado, ya era agradable a media tarde y ni la presión del público ni el calor, hacían sofocante la estancia. Además, añadía una buena zona de bancos y espacios para sentarse en el suelo, así como una carpa principal donde en primer momento se notaba más el calor de invernadero. Alguna zona más de sombra sería bien recibida, pero desde luego la ubicación es un acierto para poder disfrutar de la música con la compañía de esta increíble y gran familia que forma el Heavy Metal.

Y es que si a la organización hay que darle un 10, qué decir del público. Había (y hay) ganas de música y Metal. Ganas de fiesta y de vibrar en los conciertos. Público de todas las edades y condiciones. Familias enteras, incluidos abuelos y nietos. Muchísimas mujeres, lo cual a mi, que hacía unos años que no me movía en los festivales me pareció la mejor noticia por cuánto toca -y sé de buena mano-, que estos eventos antes estaban estigmatizados como no recomendables o resultaban peligrosos para las chicas. No puede haber más felicidad en el mundo que cuando se abre las puertas de la libertad y la igualdad al 50% de la humanidad.

Amistad, concordia y ganas de disfrutar. Sin agresiones de ningún tipo, ni problemas, como si suceden en festivales de otros tipos de música que reciben el beneplácito y atención de los medios de comunicación de masas. Qué no es que nos hagan falta pero ya se sabe. Buen rollo a raudales en el Leyendas Comentarios con todos los y las “vecinos de platea”. Qué se me cae la cerveza por hacer el gamba, “no pasa nada hombre”; que a otro se le cae y me empapa, sin problema. “¡Hostia, Spanoulis! ¡toma camiseta guapa!”; “Qué tralla los Angelus”. Comentarios y opiniones con buen rollo, hermandad. Lágrimas compartiendo estribillos y capelas de letras icónicas de nuestra adolescencia; de la soledad de una habitación o de una cabeza aislada por los cascos… Un ambiente inmejorable.

Cómo dijo mi chica, una “recién llegada al mundo del heavy”, “los heavis son buenas personas haciéndose pasar por malotes; los hippies, son malas personas haciéndose pasar por buena gente”.


En cuanto a la música, qué decir: Si el jueves Testament y Kreator dejaban el nivel muy arriba (también unos en muy buena forma Stratovarius), el viernes llegamos justos para empezar con Jinjer, una banda que se come el escenario desde el primer momento. La tremenda destreza de su guitarra acompañada por una base rítmica potente e imaginativa. Todo ello coronado por los increíbles tonos, tanto gutural como clásico a los que llega Tatiana como vocalista. Muchísima calidad y caña para causar más daños en los cuellos de los asistentes que disfrutábamos con una banda que ya está plenamente incorporada a la élite del Metal.

Gotthard, una banda que tenía abandonada desde los principios de los 2000 me ganaron de nuevo para la causa con su propuesta desenfadada, de ganas de fiesta sin faltar la calidad y con toda la banda muy metida en hacer disfrutar al público. De 10.

Muy curioso, por cierto, la disposición de las bandas en los dos escenarios principales, alternando conciertos más cañeros de puro Trash o como el de Jinjer, con otras actuaciones, con otras propuestas en las que se van deslizando los estilos, sin cerrar en absoluto, el festival a un sólo subgénero, sino que haciéndolo inclusivo para muchos perfiles. Desde luego, un disfrute que permitía las idas y venidas desde la platea de las oleadas de los heavys, pero que nos tenían a todos disfrutando muchísimo, a veces en la distancia, otras metidos en el meollo.

 

A continuación, el plato fuerte: Blind Guardian. Y recordando el Somewhere far beyond, en su trigésimo aniversario. Y qué ofrecieron. Pues un concierto pleno, lleno de talento y sabiduría, descerrajando una multitud de himnos de nuestra juventud y adolescencia por los paisajes fantásticos, los bosques y rodeados de los bardos. Un momento épico que recordando me pone la piel de gallina de nuevo.

Al siguiente día, llegamos sobre la misma hora pero para ver en el escenario Mark Reale, el más pequeño, a mis amigos de Kritter que ofrecieron su trabajo y metal, con plena dignidad, dándolo todo y haciéndonos disfrutar. Seguro que volverán y van a seguir ampliando su círculo para introducirse de lleno entre la bandas nacionales con las que hay que contar. Si o si.

 

Después, tiramos de más nostalgia con Rhapsody, o como demonios se llame ahora el proyecto de Turilli y Leoni que no pueden utilizar el nombre, pero si las canciones. Total otro buen rato de heavy, de power metal sinfónico, con la tanda de canciones que rellenaban discos como The power of dragonflame o Legendary Tales con los que compusieron su setlist.

Queríamos echar un ojo y una nueva escucha a Dunedain, banda española de power metal que también tenía algo alejada de mi recuerdo últimamente. Sonaban de miedo y la gente luego comentó su tremendo nivel, pero ante un escenario pequeño totalmente lleno, no pudimos entrar, y nosotros nos recogimos y separamos un poco para cenar y ver desde la distancia a Overkill. La banda británica trash no es de mis favoritas, ni mucho menos, pero ofrecieron un show potente y divertido a partes iguales con su frontman muy dicharachero con el público.

Nos cambiamos nuestra distancia ni disposición para escuchar a Opeth. Los suecos con su oscuro metal progresivo llenaron la platea de incondiconiales y sonaron como acostumbran de bien. Sin embargo, la actuación en mi opinión, se volvió tediosa, dando poco espacio al ambiente propio de festival, ante un público, que eso si, disfrutábamos de su tremenda calidad técnica desde un punto de tranquilidad. Como si estuviéramos asistiendo a una escucha de un disco en la candidez y acogida de nuestro hogar.

 

Retomamos posiciones para el espectáculo que ofreció Epica, tomando el testigo de la cabeza de cartel. Con una presentación espectacular, cañones de fuego y demás tramoya, la banda holandesa de metal sinfónico liderada por Mark Jansen y Simone Simmons dieron el concierto del festival. Supieron conjugar su tremenda pericia y técnica para no desinflar la bola del festival al tiempo que entendieron el momento y contexto en el que estamos. No dejaron tiempo a que la nostalgia se recuperará y aunque mostraron varios de los temas de sus últimos trabajos, no dejaron escapar la oportunidad de volver a tocar temas clásicos e inolvidables como The Obsessive devotion, Sancta Terra, Cry for the Moon o Consign to Oblivion con la que cerraron. Un show tremendo, lleno de fuego y fuerza, pasión y simpatía por una banda que se desenvolvió tremendamente bien (sus años ya les contemplan) y que se mostraron siempre, todos sus integrantes, súper amables y agradecidos al público. Mención especial a su teclista Coen Jaenssen siempre tan divertido.


Angelus Apátrida eran la siguiente muesca del revolver del festival y su detonación fue atronadora. Nadie duda ya de la tremenda calidad de estos trashers albaceteños, de la simpatía de Guille y de la brutal caña que nos infligieron para goce de todas y todos quienes nos concentrábamos ahí. Si su último disco es salvaje y no tiene nada que envidiar a las producciones de bandas extranjeras del género, la puesta en escena es arrolladora. Las canciones se deslizan y golpean brutales, sonando de lujo. Particularmente Indoctrinate y Of men and Tyrants fueron demoledoras.

Y aunque quedaba mucho festival todavía nosotros ya casi cuarentones nos recogimos, contentos y felices de volver a disfrutar de la música, del Metal y seguros de que lo haremos una y muchas veces más en sucesivos Leyendas del Rock.

Por cierto: No he profundizado mucho en las crónicas de los conciertos porque uno va a disfrutar de la música. Sólo quería plasmar el buen ambiente y organización del Festival. Para crónicas completas y profesionales, con mejores fotos, aquí unos enlaces:

Crónica Día 1 - Miércoles 3 de agosto

Crónica Día 2 - Jueves 4 de agosto 

Crónica Día 3 - Viernes 5 de agosto (Primera parte) - Segunda parte

Crónica Día 4 - Sábado 6 de agosto (Primera parte) - Segunda parte

 

 

Fé de Errores: Las fotos son una mierda porque olvidé mi cámara de fotos en casa de mis padres, y éste móvil que tengo ahora pues tiene peor calidad que el que tenía antes. ¡Qué le vamos a hacer! Mil disculpas y otra buena causa para repetir en el Leyendas y con todas estas bandas!!


Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...