100 días de Gobierno desde que Mariano Rajoy ganará las elecciones en noviembre. Por supuesto yo tenía claro que no nos iba a sacar de la crisis. Muchos también lo saben. Pero ahí algunos que tras 100 días se han despertado de una ilusión y parece que de un aletargamiento con unas grandes dosis de decepción. Cómo podía haber gente, obreros capaz de pensar eso, de esperar el milagro de parte de personajes que han basado los 7 años previos de oposición en la descalificación y el insulto, la beligerancia de las Fuerzas de Seguridad que destapaban los casos de corrupción entre los militantes y dirigentes del partido, la falta de alternativas, apostados y esperando el descalabro socialista para llegar al gobierno. Pues, por desgracia, los había.
Estos primeros 100 días de gobierno del PP suponen un punto crucial en el desmoronamiento de España como país y de su respuesta para la salida de la situación actual. Si ya en la oposición se sumaron a la perdida de sobernaía nacional, por el bien de Europa y a la falta de ideas y acción, en el gobierno no iban a cambiar. Pero no deja de sorprender que unos tipos que ya sabían que iban a llegar al gobierno, tardarán 20 días en dar a conocer su gobierno, y más de 3 meses en dar unos presupuestos, requisitos a la estabilidad que tanto clamaban y exigían a los socialdemocratas del PSOE los neoliberales de Francia y Alemania, y que con sus acólitos en el poder en #españistan ya no parecían tan urgentes, ni su presencia, ni sus requisitos. Y todo ello con dos ánimos fundamentales: No dar la cara, nunca, dejando que sean sus subalternos los que se coman los marrones (y estamos hablando de un gobierno que salvo por Gallardón, es de un perfil político ínfimo) y desmontar buena parte de las medidas sociales que ponían a España, en gran medida, en el siglo XXI, como la Ley de Dependencia, pertenecientes a la primera legislatura de los años de Zapatero.
Para colmo, Rajoy en el tiempo de gobierno que lleva se ha contradicho y olvidado sus (escasas) y ya rotas promesas electorales que iban en la dirección de Generar confianza. Esa confianza se supone indispensable para Merkel, Sarkozy, los mercados o para Lehman Brothers, pero a los ciudadanos españoles, cotizantes y votantes, nuestra "confianza" no importa nada.
Porque si importará lo último que se pasaría por la cabeza a un gobernante es una amnistía a los defraudadores para que aflore el dinero negro (verdadera causa de que en este país no surja una respuesta social "a la griega" con la que esta cayendo) pero que resulta injusta y éticamente un insulto a los millones de contribuyentes honrados, evidentemente menos pudientes. Si a este señor, a su gobierno, a su partido político o al otro mayoritario de la acera de enfrente les importará algo el ciudadano de a pie más allá de que depositen su voto engañados una vez cada dos años, para diferentes administraciones chanchulleras, jamás se plantearían tan siquiera la degradación de las libertades, de la calidad de vida y del ejercicio de los derechos y deberes como ciudadanos, que supone por ejemplo la reforma laboral contra la que se protesto el pasado jueves en una gran jornada de huelga general.
Y no sólo una huelga general en menos de 100 días, han jalonado esta semana para Mariano Rajoy. Se puede decir que ha sido la guinda del pastel. Pastel que cogió forma cuando el pasado domingo fue incapaz, ya por el desgaste claro y manifiesto de su mayoría electoral (nunca olvidemos que del 27% de los electores, hubo 10 millones de abstentes...) de ampliar su mayoría autonómica en Asturias y Andalucía (aunque probablemente en base a pactos consiga gobierno en Oviedo). La prima de riesgo española se ha disparado permitiendo incluso que el primer ministro tecnócrata italiano, nos afeé la conducta y mientras día a día, las políticas de recortes, restrictivas en el gasto y flexibles para los pobres e inflexibles para los poderosos desde el neoliberalismo de Merkel y Sarkozy, que siguen mediocres como Rajoy, que desangran nuestro Estado del Bienestar y la calidad de vida en España por la estabilidad de una unión monetaria que no se fraguó bajo un respeto entre iguales.
Lo dije el día del resultado de las elecciones. Esta legislatura va a ser corta. Se va a demostrar que la confianza, por muy mayoritaria que sea, depositada en unas urnas que no es un cheque en blanco para desmontar el estado de
bienestar español, y aplicar más neoliberalismo egoísta y clasista a la
sociedad española. Y la tercera, heredera de la anterior, que hay mucha
gente, molesta y que seguimos indignados, incluso ya cabreados. Los
cambios en este país ya son imprescindibles y se van a seguir exigiendo
como no podía ser de otra manera.
Cada paso recortando, denigrando libertades, coartando, usando la violencia, apretando la tuerca del neoliberalismo exarcebado, depredador y egoísta
es una muesca más en el rodillo que mata la transición española, y de
ahí van a surgir un nuevo sistema, en el que los ciudadanos tomen el
testigo, la palabra y entre todos se pueda construir un país más justo,
democrático y libre. En definitiva, auguro una legislatura "corta" y
caliente, el momento en que España, definitivamente madure, gracias a
que este país empezarán a tomar decisiones ciudadanos y políticos que no
conocieron la dictadura, y que saben qué democracia quieren.
Aparte de las dudas que dejan los convocantes y sus representantes-bien comidos y bebidos-creo que esta huelga es la de los trabajadores desempleados, trabajadores en activo, votantes del gobierno actual desencantados, profesionales que no han trabajado aún, estudiantes que quieran revindicar su derecho a un trabajo digno. Parece que no faltarían razones para secundarla masívamente.
Como era de esperar, el ejecutivo presidido por Mariano Rajoy no se ha avenido a negociar con las plataformas sindicales mayoritarias una modificación de los elementos más sensibles de la reforma laboral. Dicho esto, tanto UGT como CCOO han cumplido su amenaza y, automáticamente, han procedido a desplegar la herramienta más poderosa con la que cuenta la clase trabajadora ante un conflicto de envergadura nacional: la huelga general.
Pero, precisamente, frente a una normativa en materia de relación laboral tan estridente para con las garantías de los trabajadores por cuenta ajena, cabría hacerse la pregunta sobre si esta medida de presión encaja adecuadamente con el escenario a combatir.
Los resultados de participación y seguimiento obtenidos en la anterior convocatoria nacional, el pasado 29 de septiembre, fueron desastrosos, dejando en evidencia la fragilidad en la relación entre las entidades destinadas a proteger y liderar la defensa de los derechos y garantías de los trabajadores y éstos últimos. Es cierto que siempre ha resultado más complejo plantear un escenario de huelga al PSOE que a la derecha, que la crisis en ese momento había asomado la patita pero con las uñas pintadas… pero el fracaso en las cifras de seguimiento presentaban ese daño estructural desde el lado de los asalariados.
Todo esto, no obstante, queda en agua de borrajas frente al decorado que se vislumbra por estas fechas: las cifras de desempleo no dejan de crecer, la crisis económica ha derivado en crisis social, de confianza en la capacidad propia, así como desesperanza en el futuro inmediato y, para rematar, llega precedido por ese marco legal mencionado, convalidado ayer en el Congreso de los Diputados, que legitima la posición exclusiva de poder por parte del empleador en todas aquellas cuestiones que afecten a una relación que nunca será entre iguales, pero que ahora se consolida como exclusivamente desequilibrada.
Los millones de potenciales trabajadores desempleados secundarán, en su inmensa mayoría, las movilizaciones, lo que a tiro de cámara periodística reproducirá un vacuo éxito en la movilización, pero no hay que olvidar que el objetivo último de una huelga general es detener la productividad de un Estado para forzar negociaciones colectivas y, reforma laboral en mano, el enemigo a batir se convierte, paradójicamente, en el principal disuasor del seguimiento de la convocatoria por aquellos empleados en activo. La huelga existe como derecho constitucional, pero aparece como reminiscencia normativa frente a un acorralamiento absoluto por parte del nuevo escenario.
Todo aquel que se plantee acudir a la cita lo hará aterrado por represalias más que posibles, por estar encabezando la lista de esclavos a empapelar con las orejas de burro del paro.
De igual manera, veinte días de margen para conseguir una movilización eficaz no parecen el plazo más adecuado para conseguirlo.
Precisamente, millones de potenciales secundadores hubieran entendido más conveniente esta celeridad si se hubiera establecido en el transcurso de la aprobación del decreto-ley y, por ende, el conocimiento exacto del contenido, y su convalidación parlamentaria, con el objeto de presionar modificaciones en el trámite que ayer se consagró. Son matices, tal vez excusas, ante un panorama que nos reclama compromiso valiente y enfrentamiento sin ambages, todo con tal de recuperar terreno perdido desde una óptica solidaria y colectiva. En definitiva, hay mil pegas, hay millones de impedimentos, pero hay que decir SÍ a la huelga general.
El 20 de noviembre de 2011, Mariano Rajoy ganaba las elecciones a la presidencia del Gobierno de España. Su partido, el Partido Popular (PP), obtuvo la mayoría absoluta en escaños con un total de 186 (a pesar de que sólo lo votaron el 31% de los españoles llamados a las urnas, cosas de nuestro corrupto sistema electoral). No han pasado ni 4 meses de su llegada al poder y la mayoría de la población española, especialmente la situada ideológicamente en la izquierda, ya está saturada del que sin duda va a ser el mandato más derechista desde el regreso a nuestro país de la pseudodemocracia en 1975. Lo último y más grave: la Reforma laboral.
Hoy, día 8 de marzo del 2012, ha sido aprobada en el Congreso de los Diputados la nueva Reforma laboral del Gobierno. Ésta, ha sido aprobada con el apoyo del PP, de CiU, de UPN y del FAC. La partitocracia funciona así. Una serie de supuestos representantes del pueblo deciden leyes de vital importancia para todos en vez de preguntar directamente al pueblo, como ya propugnaba Jean Jacques Rousseau allá por el siglo XVIII. El resto de formaciones políticas (PSOE, IU, UPyD, PNV, ERC, NABAI, Amaiur, etc.) han votado en contra. La aprobación de esta nueva e injusta Reforma laboral, es la guinda del pastel de las reformas que ha efectuado el "des"Gobierno del PP" desde que lleva en el poder. Tras 7 años y medio de Gobierno del PSOE (vergüenza debería darles llevar en sus siglas la O de obrero), en los que especialmente en la segunda legislatura, se maltrató al trabajador en favor del empresario, ha llegado ahora el PP para culminar el proyecto y hacerlo, además, sin un atisbo de condescendencia con los trabajadores y con un fervor apoyo hacia las medidas neoliberales que se quieren impulsar en toda la UE (medidas que se está demostrando que no sirven ni para generar empleo ni para salir de la crisis, sólo para castigar a los Estados y para enriquecer a unos pocos aún más).
Y es que, desde el poder y sus acólitos medios de comunicación, se nos bombardea diariamente con la necesidad de hacer recortes, con lo negativo del déficit, y con que hay que efectuar reformas que ayuden a los empresarios a crear empleo ante la crisis que nos sacude. Y nos piden a nosotros, el pueblo, que hagamos un esfuerzo. Pues bien, resulta que todo esto es falso. Esta vieja técnica, que se conoce como "Doctrina del shock", busca hacer pensar a la gente que todo va tremendamente mal, para que la población acabe aceptando cualquier cosa. Es decir, privatizaciones baratas a mansalva, reformas laborales injustas, y recortes tremendos a lo público, que es lo de todos. Esto no es nuevo, Margaret Tatcher y Ronald Reegan fueron los primeros gobernantes modernos en aplicarla.
Pero hay infinidad de economistas (por ejemplo Vicenç Navarro) que subrayan que el déficit de un Gobierno no tiene por qué ser malo. Es como si a una familia se le impidiera pedir créditos. Es decir, endeudarse. Sería imposible que dicha familia pudiera emprender nuevos gastos que sobrepasaran sus sueldos, con lo que eso conlleva. Pues éso es lo que quieren hacer los "Mercados" con los Estados soberanos. Los denominados "Mercados" son en realidad las agencias de bolsa, de calificación, las entidades financieras, los lobbys y las empresas multinacionales, que son quienes realmente gobiernan el mundo en la actualidad. Para este poder político, resulta de lo más interesante hacer creer a la población que la culpa de la crisis la han tenido los déficits de los Estados y su modelo de bienestar. Algo totalmente falso. La culpa de la crisis, y en esto coinciden el 90% de los expertos en economía, la han tenido los especuladores financieros y los corredores de la Bolsa. Por supuesto, también son cómplices los gobiernos de la Unión Europea, de los Estados Unidos, de Japón y de otras potencias, que han permitido que los denominados "Mercados" hayan adquirido tantísimo poder hasta el punto de poder chantajear a los gobernantes electos por el pueblo.
Para llevar a cabo su "hazaña", Rajoy ha situado como ministros a una curiosa mezcla de hooligans de la política (como el impresentable de José Ignacio Wert o Arias Cañete), de neoconservadores (con Ana Mato, Ana Pastor o María Dolores de Cospedal como claros ejemplos), de políticos bien vistos por la opinión pública (Gallardón o Soraya Saénz de Santamaría) y, lo más importante, de personajes que en su día estuvieron relacionados con esos "Mercados" que dominan el mundo, como son Luis de Guindos o Cristóbal Montoro. De hecho, el actual Ministro de Economía, De Guindos, fue director de Lehman Brothers, cuya caída es uno de los componentes de esta crisis económica internacional. Con lo cuál, uno puede sospechar sobre de quiénes recibe órdenes el Presidente del Gobierno a la hora de gestionar el país.
Así pues, este gobierno ha efectuado, o tiene en trámite, medidas como la subida del IRPF (suponiendo una de sus grandes mentiras electorales) a todas las capas de la población, la reducción drástica del gasto público (con lo que ello conlleva, especialmente para el funcionariado español), el aumento en la subvención de las corridas de toros (para la tortura sí hay dinero por lo visto, ¿verdad señor Wert?), la aprobación de la llamada Ley Sinde, la retirada del nuevo temario de la oposición de los profesores de secundaria (puteando a 60.000 opositores), la introducción del copago en la justicia (lo cuál habría que ver si no vulnera la Constitución en su artículo que dice que todos los españoles somos iguales ante la justicia), la reforma de la Ley del aborto (que veremos en dónde acaba), recortes en la investigación científica, y por supuesto, la ya nombrada Reforma laboral que convertirá a los trabajadores del Estado Español en casi esclavos.
Por tanto, los próximos meses van a ser duros. Nos quedan, probablemente, casi 4 años de Gobierno del PP (y lo peor es que seguramente la alternativa que elegirá la mayoría será el PSOE), que seguro traerán mucha polémica, mucho populismo barato (se avecina la imposición de la cadena perpetua revisable, casi nada) y muchos recortes en los derechos de los trabajadores. Contra ello, sólo nos queda movilizarnos, protestar, hacernos oír. Hay que intentar informar a la gente de lo que los medios de comunicación capitalistas no cuentan. En definitiva, y a pesar de lo vendidos que están los sindicatos mayoritarios de este país (CCOO y UGT), debemos unirnos en una misma voz que luche por gritar e imponer que otra economía es posible (¿Les suena, por ejemplo, el keynesianismo?), y que las personas somos más importantes que el interés de los "Mercados". Citando una eterna consigna anarquista que vi escrita hace ya mucho tiempo: LA LUCHA NOS DA, LO QUE LA LEY NOS QUITA.
Esto es lo que nos jugamos mañana
Derecho a que te bajen el sueldo. Defiéndelo.
También tienes derecho a que te despidan si tu jefe ha ganado un poquito menos de lo que le gustaría. Esto es importante.
No olvides tu derecho a que tu jefe se pueda saltar el convenio y ofrecerte unas condiciones de trabajo individuales por debajo de los mínimos estipulados en convenio.
Defiende el derecho a que te puedan despedir en cuatro días, a pesar de que hayas decidido trabajar en un día de huelga.
Te corresponde el derecho a que te despidan por la mitad de dinero.
Derecho al trabajo en el día de huelga, los parados que se jodan los otros 364 días del año.
Derecho a pensar que no vamos a conseguir nada con la huelga. Es mejor quedarse quietos y no hacer nada. Aguantaremos con lo que venga y ya está. Es por nuestro bien.
Que nadie te quite la ilusión de heredar la empresa. Estaría bueno.
Tienes derecho a “pasar” de los sindicatos, porque son todos iguales. Lo único que quieren es ganar dinero sin trabajar. Van a lo suyo y son todos unos chupópteros ¡todos! Incluso la CNT, que no tiene liberados, que se gestiona con la cuota de sus afiliados y no cobra un euro del estado. A ti no te la dan.
Tienes derecho a ponerte en lugar del empresario. Cuántos problemas tiene... no como tú, egoísta.
Derecho a que te alarguen la edad de jubilación hasta los 67 años o incluso a los 70, aunque estés para el arrastre. Fundamental.
Derecho a que te suban los años de cotización para que puedas cobrar menos jubilación. Que no te quiten este derecho.
No renuncies al derecho de entregar tu dinero (dinero público) a los bancos, para que se puedan hacer recortes en gastos sociales e infraestructuras. ¿Para qué queremos tantos hospitales o escuelas? Lo primero es la banca, que está sufriendo mucho.
Pero sobre todo, que nadie te quite el derecho a dejar un mundo peor para tus hijos, dilapidando los pocos derechos que nos quedan y que nuestros antepasados conquistaron con sangre, sudor y lágrimas. Que les den por saco, di que sí.
Y un par de lecturas obligadas sobre la huelga de hace año y medio
No hay lugar a la resignación, la lucha nos ha enseñado muchas veces que es el camino, y será la lucha la que nos hará recuperar terreno y hacerles retroceder.
NO SOMOS SUS ESCLAVOS.
¿Los Servicios Mínimos son legales?
Los únicos servicios mínimos legales son aquellos que están publicados en el Boletín Oficial del Estado o en el del Gobierno autonómico que corresponda.
En ese boletín sale mencionado explícitamente el nombre de la empresa y departamento que tiene que hacer un servicio mínimo. El empresario, mediante carta, ha de hacer mención al punto del BOE exacto que justifique el servicio mínimo.
En el sector de Informática o Consultoría es casi imposible que haya cualquier tipo de servicio mínimo. El establecimiento de servicios mínimos fuera de los indicados por el Gobierno se consideran un ataque gravísimo al derecho de Huelga y es denunciable.
Mi Jefe me pregunta si voy a hacer Huelga ¿Tengo que responderle?
NO. El trabajador notifica a su empresa que hace Huelga cuando no va a trabajar. Esta decisión se puede tomar en el último momento y no afecta si antes dijo lo contrario.
Mi Jefe me presiona para que no haga Huelga ¿Qué hago?
El derecho a Huelga es considerado un derecho fundamental de los ciudadanos y, como tal, protegido especialmente por la Constitución.
Si algún jefe o empresario coacciona a un trabajador para que no haga Huelga está cometiendo un delito muy grave. Debe ser parado y denunciado. Ponte en contacto con la Sección Sindical de tu empresa en la que confíes más.
Ese día me toca Guardia ¿tengo que hacerla?
NO. En la Huelga, legalmente, no se realiza ningún tipo de trabajo, sea el habitual o el puntual como una intervención por guardia.
De hecho, uno de los objetivos de una Huelga es que la ausencia de nuestro trabajo tenga consecuencias en sus negocios. ¿No somos tan prescindibles para ellos? ¿No nos tratan como basura o despiden a la primera oportunidad?
Que comprueben cómo de prescindibles son los ’recursos’.
Si tienes móvil o portátil de guardia dáselo a la empresa o simplemente apaga el móvil las 24 horas de la Huelga.
¿Las horas que no trabaje las tengo que recuperar después?
En absoluto.
Y la Huelga ¿Servirá para algo?
Todo lo que hemos conseguido como trabajadores nunca se nos ha regalado. Desde el esclavismo del s.XIX cualquier mejora ha sido arrancada mediante movilizaciones y lucha de los trabajadores en diferentes países.
En todo este tiempo hemos parado también innumerables agresiones mediante nuestra movilización. A veces no es suficiente y no hay garantía asegurada de victoria porque el enemigo es muy poderoso, pero podemos tener algo muy claro: Si no luchamos, nos machacan hoy y nos aplastarán mañana.
La Historia no es sólo un libro, es la evidencia de que luchando recuperamos dignidad y seguridad mientras que no haciendo nada compramos sumisión, miedo y explotación salvaje.
"El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de los garbanzos, del pan, de la harina, del vestido, de los zapatos y de las medicinas, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales".
Bertolt Bretch
El poder aspira a perpetuarse y detesta los cambios. Forma parte de su propia naturaleza, es una cualidad intrínseca de los que mandan: no ceder ninguna de las prerrogativas de su status. Para seguir moviendo los hilos, las cosas deben continuar como están. Ante cualquier tentativa por transformar la sociedad, tradicionalmente el poder ha reaccionado con violencia. La historia ha sido testigo de múltiples represiones y revoluciones sanguinarias: 1789, 1830, 1848, 1917… Pero la brutalidad ha sido estigmatizada y ya no es un método tolerable. El poder no puede justificarse con la fuerza bruta y necesita otros procedimientos más refinados para conseguir su objetivo de perpetuación. Frente a los indignados, políticos y medios de comunicación han puesto en funcionamiento una alternativa más suave a la violencia.
Hace aproximadamente un año, surgió el movimiento del 15-M por acción de las redes sociales e improvisadas convocatorias en plazas públicas. Este despliegue humano tuvo eco en los medios de comunicación, que le imprimieron connotaciones románticas, con guiños al 68. Algunos políticos, de los que se autollaman de izquierdas, expresaron afinidades con el movimiento (pero respetando las distancias,). Las reuniones fructificaron en una serie de reclamaciones, que se colgaron en las plazas o circularon por Internet. La mayoría de puntos tratados eran de índole político (eliminar el senado, suprimir las pensiones vitalicias que los políticos obtienen tras ocho años ocupando el cargo, un sistema electoral más abierto, eliminar las injerencias del gobierno en la justicia, mayor transparencia en la gestión pública), pero también había sociales (mantener el estado del bienestar), culturales (medios de comunicación verdaderamente abiertos que reflejen todos los puntos de vista) y económicas (una de muy importante: conocer el montante de dinero que los poderes públicos han entregado a los bancos y revelar cuál es la escandalosa diferencia entre el bajo tipo de interés con el que se les ha beneficiado y el más alto que sufren los Estados para cubrir su deuda soberana).
Si las multitudinarias reuniones del 15-M tuvieron eco en los medios de comunicación, no sucedió lo mismo con las cuestiones de fondo.
Un año más tarde, podemos afirmar que TODAS las peticiones de los indignados han caído en pozo vacío. El problema es grave, porque no es que se haya cambiado nada (que no se ha cambiado nada), es que ni tan siquiera los políticos han dado respuestas, ni tienen la intención de hacerlo. Ellos, que son servidores pagados por la población (y para ello viajan en mercedes o en primera clase), no han dedicado ni un segundo a estas peticiones. Quizás no seamos mayoría, pero merecemos, al menos, un mínimo de atención. ¿Alguien ha escuchado al presidente Mas, que tanto se enfureció cuando una muchedumbre le asedió en la puerta del Parlament, referirse de la pensión vitalicia que cobran? ¿Ha explicado el “dúo de los interéses creados” (ministros economía y hacienda) cuanto dinero han entregado a los bancos, a qué tipo de interés y cuándo éstos lo devolverán? ¿Por qué no culpan a las entidades financieras de la crisis de la deuda soberana, cuando el principal motivo de que los Estados estén empeñados hasta las cejas es a causa del dinero que tuvieron que entregar a los bancos? ¿Hay alguna intención de eliminar el senado, una institución cuya única función es la de entorpecer el desarrollo legislativo? ¿Van a crear una estructura judicial verdaderamente independiente, cuando la envejecida Constitución permite que los políticos designen a los miembros del Constitucional o del CGPJ? Ellos no van a responder a ninguna de estas preguntas. No lo dudéis. No lo van hacer porque abordar estas cuestiones significaría afrontar cambios profundos. Ellos son el poder y su misión más importante es conservarlo. Bloquearán cualquier protesta y se escudarán tras un obsesivo mensaje: estamos en crisis y para enfrentarnos a ella hay que llevar a cabo recortes (amplios para el gobierno, menores para la oposición). Todo, absolutamente todo, se justifica dentro de las leyes del ciclo económico.
Nunca había habido tantos periódicos y canales de TDT y nunca la versión de la realidad política había sido tan monótona e insulsa. Pero tenemos un Periodismo de anestesia que funciona con los tradicionales opios, el cinismo y la ignorancia y falta de tensión mediática y social por la información de los ciudadanos como herramientas. Los indignados, arrinconados como disidentes clandestinos, se enfrentan a un diálogo injusto, pues sus oponentes disponen de un apabullante despliegue de mass media. Eso sí, nosotros conocemos y controlamos los tiempos de las redes sociales, y si algo está seguro es que tanto los medios tradicionales, como las redes sociales, su uso, aprovechamiento y dominio no cambiará. Ambas partes pretenden o aparentan conversar, se dirigen una a la otra, pero lo hacen de forma unívoca, sin feed-back, es como relacionarse con una pared. Una pared de políticos y entidades unidos por la misma argamasa: el dinero. Porque detrás del poder, no lo olviden, está el dinero. Este dinero que fluye por la economía como las sangre en nuestras venas y que siempre pasa por el mismo corazón: los bancos. Sindicatos, partidos políticos, empresas, medios de comunicación, todos van a morir al mismo destino: los préstamos bancarios. Nunca muerdas a la mano que te da de comer. Pero los indignados no tienen ninguna mano que les de de comer. Y lo que es aún más digno, la mayoría no la quieren. De lo que piden, puede resumirse en tres conceptos clave: democracia real, transparencia y justicia. Democracia real, porque la democracia sigue en crisis. Una verdadera democracia debería permitir el cambio, cuando éste sea necesario, con un gobierno abierto a las nuevas exigencias de la realidad y no obstinado en mantenerse a toda costa. Pero seguimos dirigidos por una institución arcaica, rígida y refractaria.
El poder pretende anestesiar el movimiento. Desalojan las plazas con la excusa de la suciedad, nos exigen que seamos pacíficos y a la mínima sueltan sus perros guardianes, sin ofrecer nada a cambio. Saben que el tiempo juega a su favor, es cuestión de esperar la llegada del analgésico más potente: el elixir del crecimiento económico, que reducirá el paro e insuflará de dinero nuestros bolsillos. Con el respaldo de esa gran mentira que son las estadísticas, podrán mantener su status.
Todo esto no sería posible sin la colaboración de una parte de la población: la que calla a cambio de futbol o chismorreo televisivo, que contempla el mundo desde el sofá, que vota cada cuatro años al candidato de la oposición para echar al que gobierna, que cree que marcar una equis cada cuatro años es ejercer la democracia, que piensa que los rabiosos indignados son una camarilla minoritaria de delincuentes, que compró tamiflu, que aplaudió a Bush cuando bombardeó Bagdad, que votó a Gil y a Camps. Esta parte flotante de la sociedad es la materia oscura de los físicos, aquellos que Delacroix olvidó mientras pintaba La libertad guiando al pueblo, en definitiva, un gigantesco agujero negro que engulle Historia.
Y el movimiento indignado, en una verdadera encrucijada, consciente de que ha expirado el plazo para dialogar. Sólo quedan dos caminos: sofá o cóctel. Resignación o rabia. El tercero, la justicia, ha sido sepultado una y otra vez, impunemente, por magistrados decrépitos elegidos a dedo. Con jueces vendidos queda completado el círculo del poder.
Las crisis implican cambios. El poder sólo tiene una forma de mantenerse intacto: modificándonos a nosotros. Su supervivencia pasa por reducir prestaciones sociales, derechos laborales, salarios de trabajadores públicos, sanidad y educación públicas… Ellos mantendrán su status si nosotros lo perdemos.
Ayer hubo elecciones autonómicas en Andalucia y Asturias. El resultado es igual. Ganó una vez más la abstención. En España ya sea el fútbol, la F1, que haga sol, que llueva, siempre encontramos mejores cosas que hacer antes que ir a votar. Pero lo peor de todo es aguantar la hipocresía de los que valientemente y jaleados por la multitud de la barra del bar, soflaman que no entienden de política, pero que cuando tocan elecciones depositan, religiosamente, su voto cambiando del PP al PSOE, y viceversa, con la inercia y la ola del ganador o para echar del poder al otro, con la misma facilidad con la que se cambian de calzoncillos. Por eso queda bien de vez en cuando recuperar alguna cita, como la del encabezado del post de Bertolt Bretch... Hace ya muchas décadas que Bretch nos dejó, pero su mensaje esta de vigente como si fuera su primer día. Ahora a los empresarios se les llaman emprendedores y la explotación laboral flexibilidad o competitividad. Quizás en la huelga General del jueves 29 sea el momento de demostarle a mucha gente que no somos unos papanatas que tragamos con todo y que además nos gusta. Nuestros derechos, como individuo y como sociedad, estan por encima de todo rédito económico de las élites. Para garantizarlo hay que demostrárselo en las calles.
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros:
Tengo en casa un par de cd's desde hace muchos años. Son de un grupo casi desconocido, cantan en inglés, y beben de la mejor herencia del rock indie y alternativo que se hacía a finales del siglo pasado en las islas británicas. Estos discos desentonan, con mi habitual vitrina de discos. Uno de ellos la portada una trapa metálica de comercio de cualquier tienda en cualquier barrio, en cualquier ciudad... Iluminada focalmente, el resto a negro. El nombre del grupo es Fromheadtotoe.
Fui a ver al cine Nadie conoce a Nadie, gran thriller psicológico made in Spain y que demuestra que de vez en cuando en este país, se puede hacer cine de calidad, con originalidad y sin copiar continuamente el mismo patrón. De la buena película de Mateo Gil ambientada en una Semana Santa Sevillana cualquiera, me llamaron la atención muchas cosas: hablar sin paliativos de la violencia en el entorno familiar, del extremismo y fanatismo de las opciones religiosas, de la intolerancia; una Natalia Verbeke desnuda y prometedora, y una banda sonora sublime que a la música sacrosanta le contrarestaba y superaba tremendos ápices de hard rock con letras en inglés.
Fromheadtotoe, I'm the Fuel. Video de la canción con imágenes de Nadie conoce a Nadie
No sabía que grupo era y me informe. Pensé que eran The Cranberries grupazo el irlandés liderado por Dolores O'Riordan pero cual fue mi sorpresa al ver que el grupo autor de canciones se llaman Fromheadtotoe, y son de Barcelona. Formados a finales de 1995 después de que Rafael Molina (guitarra) y Raquel Pascual (voz y guitarra) dejaran un grupo hardcore de la zona de Barcelona, llamado Childhood. Luchando por hacerse un nombre fueron acumulando experiencia tocando por la siempre abierta y atenta nocturnidad barcelonesa, haciéndose hueco en los locales y con un nutrido grupo de fanes y amigos que disfrutaban enormemente en los conciertos, que siempre eran plenos de sinceridad, honestidad ante el público, máxima intensidad y sintonia mutua. Tal fue su nivel que en 1998 llegaron a ganar el festival de Bilbao para música en directo, y consiguieron dentro de las discográficas underground, como Subtefuge, llegar a poder editar su música y hacerse algo más accesible, para lo que fue una gran ayuda su participación en la película protagonida por Eduardo Noriega y Jordi Mollá.
Siguieron siendo elegidos y premiados como uno de los mejores directos lo que les dió acceso a grabar para la BBC británica en 1999 y participar en festivales por Europa. Consiguieron grabar dos discos y junto a sus maquetas previas reunieron un buen material para desengranar en sus cacareados conciertos. La rudeza de la voz de Raquel, que jugaba entre la ruptura y la contención daba pasión a un cuerpo rítmico ajustado bebido de fuentes que iban desde el jazz, hasta el metal que dos guitarras, un bajo y una bateria simple podían dar, pero siempre, bajo el traje del rock alternativo. Con letras que clamaban dolor y redención, en las pequeñas victorias y derrotas de la vida, plenas de una fortaleza propia que les hacía únicos en cada show en vivo y que le daba magnetismo a sus trabajos.
Lamentablemente, Fromheadtotoe, nunca consiguió en un país tan zafio y díficil para lo que se sale de lo convencional, como es España, hacerse con un gran hueco, lo cual es doloroso y sorprendente a partes iguales, puesto que si lo hicieron otros, en el mismo estilo, cantando en inglés y con menos talento... Pero claro, supongo que no les acompañaba una empresa de refrescos.
Han tenido un par de intentos de vuelta, siempre en forma de conciertos, y aunque ahora parece alejado ese momento para una nueva gira o para nuevo material, somos bastantes los que guardamos un buen recuerdo de una banda española, plenamente underground, y que se mantuvo fiel y coherente a sus ideas, sabiendo y haciéndose disfrutar con su sentimiento y sentido original. Sería genial volverlos a ver en concierto.
No veo mucho la televisión. Y muchísimo menos la publicidad. Pero esta tarde entre sueños y reposiciones de La que se avecina, me desbelé con el anuncio de Securitas Direct.
La televisión más allá de con espectáculos deportivos, el Salvados, Días de cine, el descubrimiento Top Gear o algún que otro espacio de humor, como medio de comunicación hace ya un tiempo que no me ofrece nada salvo espacios de información de la tv pública o La2Noticias. Teniendo en cuenta esto, llego a la conclusión que el 85% de la programación televisva en este país, me indigna, me insulta y me estomaga. A la publicidad nunca le he hecho demasiado caso, más allá de las kaatxondas de los anuncios de especial K, pero lo de hoy me ha parecido bochornoso.
El anuncio de Securitas Direct, presentando por un tipo al que respeto(-aba) por su profesionalidad periodística, como es Mario Picazo, me parece de una bajeza moral, de una vileza rastrera descomunal, puesto que no se limita a utilizar el miedo como arma de persuasión en el objetivo de la venta del sistema de seguridad que ofrece la compañía; sino que además en una suerte de empatía con el televidente le advierte, le amenaza y le exhorta a evitar poner a su familia en peligro con la adquisición de la "maravillosa" alarma de Securitas. Más allá de incluso violar la privacidad de una familia montando un "Gran Hermano" que funciona bajo el botón de una empresa, el recurso del miedo, del terrorrismo, como fusil de marketing es una práctica que a mi, personalmente, me parece vomitiva, por mucho que ya tengamos experiencia en tragar con ella y con los gobiernos como ejecutores (recordemos un momento alegatos con el terrorrismo etarra, o de cualqueir signo, la Gripe A, etc.).
Mario Picazo aparece sobre un fondo que es un salón desordenado de un hogar de periferia amueblado en IKEA, mientras va narrando como entraron los ladrones cuando los dueños no estaban en la casa y que perdieron todo lo de valor que tenían en ella. A continuación, aparece una foto en un marco (creo haber visto marco y foto unidos en la exposición de marcos del leclerq) que según la narración de Picazo no tuvo tanta suerte y se encontraba en la vivienda cuando esta fue asaltada por los ladrones, insinunando de esta manera, el fatal desenlace de una manera cruenta y barbara. Todo ello por no tener contratada una alarma de Securitas Direct.
No es nuevo, ni mucho menos, el uso del miedo como una de las armas más poderosas de sugestión, atacando los impulsos más primarios de la condición humana de una manera fiable y con amplios resultados en la historia. No hace falta más recordad como por parte de diversos colectivos de ultraderecha se usa el miedo contra el diferente para buscar apoyos y coaliciones en favor de la xenofobia y el racismo. El miedo es usado como un elemento de persuasión que nos obligue a consumir y a obedecer. A través de él, es fácil reconocer como desde que el consumismo y el capitalismo dirigen nuestras vidas se nos crean una serie de necesidades, irreales, que alimentan una sensación de pánico que obliga cada vez más a los ciudadanos a recluirse en sus casas. Sólo se puede salir para consumir. Las necesidades creadas por poseer grandes casas nos crean miedos, miedo
por mantener a salvo esas propiedades e inseguridades por permanecer en
ella, consumiendo cada vez más y más productos que nos mantengan a
salvo dentro de las propiedades y alejándonos de la vida social,
sumergiéndonos en un bucle agorafóbico que nos separe del resto de
semejantes mediante el binomio miedo y seguridad.
Este anuncio funciona a la perfección con los pretextos que el neoliberalismo y las élites oligárquicas utlizan desde los años 80 para controlar la voluntad y la vida de los ciudadanos, como tan bien mostró Naomi Klein en la Doctrina del Shock. El miedo y su uso en medios de comunicación y publicidad, es un fantástico elemento de persuasión a la movilidad social, la investigación y la acción popular. Me parece lamentable que las autoridades audiovisuales, AutoControl o algún responsable si es que los hay que no solo estén para cobrar del erario público, hayan dado visto valido a un spot que se salta toda la deontológica publicitaria y literalmente miciona sobre los libros de buena praxis de marketing y publicidad. Nuestro funcionamiento como ciudadanos, que no sólo somos memos consumidores, es denunciarlo y utlizar la capacidad crítica, la inteligencia y la denuncia para desterrar el apeló más rastrero y nauseabundo a los sentimientos e instintos más básicos para aumentar la cuenta de resultados de esta o aquella empresa.
Esta tarde se me han revuelto las tripas al ver el dichoso anuncio del video. Yo nunca tendré una alarma de esta empresa, y no sé si de alguna otra. Pero lo que tengo claro es que jamás podrán borrar la voluntad popular, que es nuestra voz, con un uso tan abusivo, escatológico y brutal del miedo, porque los que tienen que tener miedo son ellos, porque nosotros somos más y mejores.
Existe un episodio de Los Simpsons que resulta en estos momentos, como siempre con todas sus reposiciones, especialmente recurrente. Perdida toda la familia en el desierto, Homer advierte que lo más seguro es que terminen todos locos e inician un viaje sin rumbo en el que los niños no hacen otra cosa que preguntar “¿nos hemos vuelto locos ya?, ¿nos hemos vuelto locos ya?, ¿nos hemos vuelto locos ya?", a semejanza del repetido “¿Hemos llegado ya?” que suele ser frecuente en todos los viajes con niños. Pues bien, ese “¿nos hemos vuelto locos ya?” me asalta reiteradamente en estos ya largos meses con cada medida que se anuncia o cada vuelta de tuerca que nos aprietan. Porque ninguna de las medidas anunciadas tiene como resultado el objetivo que pretenden o anuncian, incluso no tienen reparo en decirlo, y como en una mala película “¿nos hemos vuelto locos ya?” resulta ser un mantra que expresa mi (y no sé si debo decir nuestra) sorpresa creciente ante el despropósito y a la vez nuestra esperanza de que alguien de puro repetida y de puro desatino se dé cuenta y rectifique.
Resulta sorprendente que ya todos hayamos asumido que el sistema público de pensiones es insostenible, que es necesario aumentar la edad de jubilación y que la enorme riqueza acumulada no pueda traducirse ya en un retiro merecido, deseado y digno. Y en cambio siguen aumentando las aportaciones a planes privados de pensiones con desgravación fiscal.
Produce no menos asombro que se implante el “céntimo sanitario” que no pretende en modo alguno mejorar el sistema público de salud, que también resulta insostenible, porque ya sabemos que están aplazados hasta el día del juicio las obras del hospital y los nuevos centros de salud aquí en Salamanca, y se anuncian recortes severos en atención y recursos, que “obliguen” a poner sobre la mesa eso que llaman “copago”, mientras se recomienda y, a veces, se obliga a contratar servicios privados o se derivan a centros privados pruebas o servicios rentables.
Lo mismo ocurre con la educación, objetivo prioritario para todos los políticos en campaña, pero que ahora los recortes dificultan atender al abastecimiento de luz, calefacción, etc. por no hablar de las necesidades educativas, mientras se siguen concertando centros privados.
Así que, en esta nueva locura, se admite como necesario una reforma laboral que debilita los derechos (que no privilegios) de los trabajadores (que no de los sindicalistas, sobretodo de su cúspide), precariza el empleo, abarata el despido, desactiva la negociación colectiva y deja inermes a los trabajadores ante las decisiones de los empresarios (empleadores, emprendedores como quiera llamárseles ahora) y que ya han advertido que no va a crear empleo hasta que la economía no se recupere, y no se recuperará porque entrará en recesión como consecuencia de los recortes necesarios para reducir el sacrosanto déficit. Así que, ¡ya me dirán si eso es un horizonte esperanzador para los 5 millones de parados y los que aun conservan su empleo!
Y el problema de todo esto no es que rompa el equilibrio de fuerzas, ni modifique el marco de las relaciones laborales. Entendida en su contexto, esta reforma laboral es otro de los recortes salariales y de derechos, que rebasa la línea roja de la concertación y abre a un horizonte de conflictividad laboral.
Tomados de uno en uno estos recortes constituyen un retroceso peligroso, pero en su conjunto, representan la ruptura no sólo del consenso democrático y constitucional, sino del previo y preliminar consenso político y social. Si resulta que el estado no garantiza ni las pensiones, ni la sanidad, ni la educación, ni los servicios sociales, ni el trabajo, y no lo garantiza para todos, porque una minoría quiere preservarlo para ellos y negarle los derechos a la mayoría, los principios de la convivencia social están rotos y hay que revisarlos empezando desde el principio.