Mientras se celebra la segunda jornada y con votación de la Moción de Censura de Unidos Podemos al gobierno del fascista y corrupto PP de Mariano Rajoy, otro de los múltiples conflictos en los que está sumiendo al país por su
gestión vive un momento decisivo en la jornada de hoy.
Arranca hoy miércoles 14 de junio un paro de 48 horas en todos los
puertos españoles promovido por los estibadores. Frente a la horrenda y
corporativa con los suyos gestión de Rajoy y la agresiva acción de la ideología
dominante, el ultra liberalismo, los y las trabajadores portuarias del estado
español han enseñado los dientes para defender sus derechos.
Está jornada de huelga es una más dentro del ciclo de
movilizaciones promovidas por las asociaciones profesionales y sindicatos de
estibadores frente a las reglamentaciones primero europea y luego nacional para
favorecer la regularización y liberalización del sector, entendidas ambas como
máxima flexibilización de las condiciones de trabajo y contratación de los
trabajadores portuarios, lo que abre la puerta a las subcontratas y otras
formas de degradación de las condiciones de vida de la clase trabajadora.
Quizás hoy, con toda la derecha mediática volcada en descalificar
e insultar a quien hoy propone algo digno y distinto en las Cortes, no asistamos
al despliegue de manipulación que la caverna ultra dedica con la única
intención de que todos y todas nosotros, como clase trabajadora, nos
posicionemos en contra de los estibadores.
Desde hace un par de meses cuando estalló el conflicto de la estiba en los medios
(a raíz de la multa diaria de 134.107€ que la ultra liberal UE impone a España
por mantener su propia legislación en los puertos nacionales. De la multa de
128 millones de € que la UE nos impone por recortar en energías renovables,
nadie habla) hemos escuchado que los y las estibadores son un monopolio. Que
son unos privilegiados. Que son una mafia. Que son machistas y misóginos. Y un
largo etcétera de juicios simples de valor que no analizan la situación laboral
y profesional del colectivo, y que desprestigian al sector sin otorgarles la naturaleza
clave la para la economía del estado, como así lo son.
Pero realmente, si contextualizamos las condiciones de los trabajadores
de la estiba en nuestro país, con las situaciones del resto del precariado
españistaní, por supuesto que salen bien y podemos decir que si, son unos
privilegiados. Pero, ¿por qué?
Pues muy sencillo; porque mientras la clase trabajadora, huérfana
de liderazgos sindicales y sumidas en una competitividad e individualismo
taciturno es pisoteada y precarizada, existe un colectivo que, gracias a su
unión, su lucha sin tregua y su cooperativismo conserva los derechos
conseguidos durante decenas de años, lo cual es inadmisible para la élite. Que
los estibadores dejen de ser unos privilegiados no debería suponer para el
resto de la clase trabajadora que ellos perdieran derechos, sino que nosotros
recuperáramos los nuestros.
La liberalización de la estiba traerá precariedad, caídas de
salarios, aumento de la inseguridad laboral y abrirá nuestros puertos que deben
de ser un valor y un puntal estratégico de la riqueza nacional a los
especuladores extranjeros. Y sin embargo, lejos de abrazar la solidaridad
obrera y plantear discursos de compañerismo, los estibadores no sólo se encuentran
solos sino que además, tienen la beligerancia de una clase trabajadora engañada
que culpa de su precariedad e incertidumbre a otros trabajadores, dejando
libres sin mácula a quienes con legislaciones y discursos nos han puesto la
etiqueta de prescindibles, de mercado, de recursos con los que especular sin
importar nuestras vidas.
Por todo esto, la huelga de los y las estibadores, es también una huelga de todos y todas nosotros. Tenemos que recuperar el sentimiento de clase
obrera, que nos han arrebatado o que, mejor dicho, hemos perdido de forma
paulatina, inconsciente. Porque si hoy apoyamos a la estiba, mañana será el
profesorado, el personal sanitario, los teleoperadores, los camareros, los
científicos, los funcionarios… todos y todas unidos y convencidos en la lucha
para anteponer nuestra vida, futuro y dignidad por delante del dinero, de la
avaricia y la inmoralidad de unos pocos.
Seguramente mi planteamiento resulte romántico. Idealista. Pero si
algo tengo muy claro pese a las extremas dificultades para movilizar a esta
ciudadanía que parasita frente al televisor o la pantalla del móvil, la nula colaboración de los sindicatos mayoritarios muletas de este sistema, es que
tenemos que estar juntos y luchar con solidaridad obrera. No os dejéis engañar
y manipular. Recordar lo que decía el pastor luterano Niemöller en su célebre
poema Cuando los nazis vinieron a
llevarse a los comunistas:
Original
Traducción
Als
die Nazis die Kommunisten holten,
habe ich geschwiegen;
ich war ja kein Kommunist.
Als sie die Sozialdemokraten einsperrten,
habe ich geschwiegen;
ich war ja kein Sozialdemokrat.
Als sie die Gewerkschafter holten,
habe ich nicht protestiert;
ich war ja kein Gewerkschafter.
Als sie die Juden holten,
habe ich nicht protestiert;
ich war ja kein Jude.
Als sie mich holten,
gab es keinen mehr, der protestieren konnte.
Cuando
los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.
Aparte de las dudas que dejan los convocantes y sus representantes-bien comidos y bebidos-creo que esta huelga es la de los trabajadores desempleados, trabajadores en activo, votantes del gobierno actual desencantados, profesionales que no han trabajado aún, estudiantes que quieran revindicar su derecho a un trabajo digno. Parece que no faltarían razones para secundarla masívamente.
Como era de esperar, el ejecutivo presidido por Mariano Rajoy no se ha avenido a negociar con las plataformas sindicales mayoritarias una modificación de los elementos más sensibles de la reforma laboral. Dicho esto, tanto UGT como CCOO han cumplido su amenaza y, automáticamente, han procedido a desplegar la herramienta más poderosa con la que cuenta la clase trabajadora ante un conflicto de envergadura nacional: la huelga general.
Pero, precisamente, frente a una normativa en materia de relación laboral tan estridente para con las garantías de los trabajadores por cuenta ajena, cabría hacerse la pregunta sobre si esta medida de presión encaja adecuadamente con el escenario a combatir.
Los resultados de participación y seguimiento obtenidos en la anterior convocatoria nacional, el pasado 29 de septiembre, fueron desastrosos, dejando en evidencia la fragilidad en la relación entre las entidades destinadas a proteger y liderar la defensa de los derechos y garantías de los trabajadores y éstos últimos. Es cierto que siempre ha resultado más complejo plantear un escenario de huelga al PSOE que a la derecha, que la crisis en ese momento había asomado la patita pero con las uñas pintadas… pero el fracaso en las cifras de seguimiento presentaban ese daño estructural desde el lado de los asalariados.
Todo esto, no obstante, queda en agua de borrajas frente al decorado que se vislumbra por estas fechas: las cifras de desempleo no dejan de crecer, la crisis económica ha derivado en crisis social, de confianza en la capacidad propia, así como desesperanza en el futuro inmediato y, para rematar, llega precedido por ese marco legal mencionado, convalidado ayer en el Congreso de los Diputados, que legitima la posición exclusiva de poder por parte del empleador en todas aquellas cuestiones que afecten a una relación que nunca será entre iguales, pero que ahora se consolida como exclusivamente desequilibrada.
Los millones de potenciales trabajadores desempleados secundarán, en su inmensa mayoría, las movilizaciones, lo que a tiro de cámara periodística reproducirá un vacuo éxito en la movilización, pero no hay que olvidar que el objetivo último de una huelga general es detener la productividad de un Estado para forzar negociaciones colectivas y, reforma laboral en mano, el enemigo a batir se convierte, paradójicamente, en el principal disuasor del seguimiento de la convocatoria por aquellos empleados en activo. La huelga existe como derecho constitucional, pero aparece como reminiscencia normativa frente a un acorralamiento absoluto por parte del nuevo escenario.
Todo aquel que se plantee acudir a la cita lo hará aterrado por represalias más que posibles, por estar encabezando la lista de esclavos a empapelar con las orejas de burro del paro.
De igual manera, veinte días de margen para conseguir una movilización eficaz no parecen el plazo más adecuado para conseguirlo.
Precisamente, millones de potenciales secundadores hubieran entendido más conveniente esta celeridad si se hubiera establecido en el transcurso de la aprobación del decreto-ley y, por ende, el conocimiento exacto del contenido, y su convalidación parlamentaria, con el objeto de presionar modificaciones en el trámite que ayer se consagró. Son matices, tal vez excusas, ante un panorama que nos reclama compromiso valiente y enfrentamiento sin ambages, todo con tal de recuperar terreno perdido desde una óptica solidaria y colectiva. En definitiva, hay mil pegas, hay millones de impedimentos, pero hay que decir SÍ a la huelga general.
El 20 de noviembre de 2011, Mariano Rajoy ganaba las elecciones a la presidencia del Gobierno de España. Su partido, el Partido Popular (PP), obtuvo la mayoría absoluta en escaños con un total de 186 (a pesar de que sólo lo votaron el 31% de los españoles llamados a las urnas, cosas de nuestro corrupto sistema electoral). No han pasado ni 4 meses de su llegada al poder y la mayoría de la población española, especialmente la situada ideológicamente en la izquierda, ya está saturada del que sin duda va a ser el mandato más derechista desde el regreso a nuestro país de la pseudodemocracia en 1975. Lo último y más grave: la Reforma laboral.
Hoy, día 8 de marzo del 2012, ha sido aprobada en el Congreso de los Diputados la nueva Reforma laboral del Gobierno. Ésta, ha sido aprobada con el apoyo del PP, de CiU, de UPN y del FAC. La partitocracia funciona así. Una serie de supuestos representantes del pueblo deciden leyes de vital importancia para todos en vez de preguntar directamente al pueblo, como ya propugnaba Jean Jacques Rousseau allá por el siglo XVIII. El resto de formaciones políticas (PSOE, IU, UPyD, PNV, ERC, NABAI, Amaiur, etc.) han votado en contra. La aprobación de esta nueva e injusta Reforma laboral, es la guinda del pastel de las reformas que ha efectuado el "des"Gobierno del PP" desde que lleva en el poder. Tras 7 años y medio de Gobierno del PSOE (vergüenza debería darles llevar en sus siglas la O de obrero), en los que especialmente en la segunda legislatura, se maltrató al trabajador en favor del empresario, ha llegado ahora el PP para culminar el proyecto y hacerlo, además, sin un atisbo de condescendencia con los trabajadores y con un fervor apoyo hacia las medidas neoliberales que se quieren impulsar en toda la UE (medidas que se está demostrando que no sirven ni para generar empleo ni para salir de la crisis, sólo para castigar a los Estados y para enriquecer a unos pocos aún más).
Y es que, desde el poder y sus acólitos medios de comunicación, se nos bombardea diariamente con la necesidad de hacer recortes, con lo negativo del déficit, y con que hay que efectuar reformas que ayuden a los empresarios a crear empleo ante la crisis que nos sacude. Y nos piden a nosotros, el pueblo, que hagamos un esfuerzo. Pues bien, resulta que todo esto es falso. Esta vieja técnica, que se conoce como "Doctrina del shock", busca hacer pensar a la gente que todo va tremendamente mal, para que la población acabe aceptando cualquier cosa. Es decir, privatizaciones baratas a mansalva, reformas laborales injustas, y recortes tremendos a lo público, que es lo de todos. Esto no es nuevo, Margaret Tatcher y Ronald Reegan fueron los primeros gobernantes modernos en aplicarla.
Pero hay infinidad de economistas (por ejemplo Vicenç Navarro) que subrayan que el déficit de un Gobierno no tiene por qué ser malo. Es como si a una familia se le impidiera pedir créditos. Es decir, endeudarse. Sería imposible que dicha familia pudiera emprender nuevos gastos que sobrepasaran sus sueldos, con lo que eso conlleva. Pues éso es lo que quieren hacer los "Mercados" con los Estados soberanos. Los denominados "Mercados" son en realidad las agencias de bolsa, de calificación, las entidades financieras, los lobbys y las empresas multinacionales, que son quienes realmente gobiernan el mundo en la actualidad. Para este poder político, resulta de lo más interesante hacer creer a la población que la culpa de la crisis la han tenido los déficits de los Estados y su modelo de bienestar. Algo totalmente falso. La culpa de la crisis, y en esto coinciden el 90% de los expertos en economía, la han tenido los especuladores financieros y los corredores de la Bolsa. Por supuesto, también son cómplices los gobiernos de la Unión Europea, de los Estados Unidos, de Japón y de otras potencias, que han permitido que los denominados "Mercados" hayan adquirido tantísimo poder hasta el punto de poder chantajear a los gobernantes electos por el pueblo.
Para llevar a cabo su "hazaña", Rajoy ha situado como ministros a una curiosa mezcla de hooligans de la política (como el impresentable de José Ignacio Wert o Arias Cañete), de neoconservadores (con Ana Mato, Ana Pastor o María Dolores de Cospedal como claros ejemplos), de políticos bien vistos por la opinión pública (Gallardón o Soraya Saénz de Santamaría) y, lo más importante, de personajes que en su día estuvieron relacionados con esos "Mercados" que dominan el mundo, como son Luis de Guindos o Cristóbal Montoro. De hecho, el actual Ministro de Economía, De Guindos, fue director de Lehman Brothers, cuya caída es uno de los componentes de esta crisis económica internacional. Con lo cuál, uno puede sospechar sobre de quiénes recibe órdenes el Presidente del Gobierno a la hora de gestionar el país.
Así pues, este gobierno ha efectuado, o tiene en trámite, medidas como la subida del IRPF (suponiendo una de sus grandes mentiras electorales) a todas las capas de la población, la reducción drástica del gasto público (con lo que ello conlleva, especialmente para el funcionariado español), el aumento en la subvención de las corridas de toros (para la tortura sí hay dinero por lo visto, ¿verdad señor Wert?), la aprobación de la llamada Ley Sinde, la retirada del nuevo temario de la oposición de los profesores de secundaria (puteando a 60.000 opositores), la introducción del copago en la justicia (lo cuál habría que ver si no vulnera la Constitución en su artículo que dice que todos los españoles somos iguales ante la justicia), la reforma de la Ley del aborto (que veremos en dónde acaba), recortes en la investigación científica, y por supuesto, la ya nombrada Reforma laboral que convertirá a los trabajadores del Estado Español en casi esclavos.
Por tanto, los próximos meses van a ser duros. Nos quedan, probablemente, casi 4 años de Gobierno del PP (y lo peor es que seguramente la alternativa que elegirá la mayoría será el PSOE), que seguro traerán mucha polémica, mucho populismo barato (se avecina la imposición de la cadena perpetua revisable, casi nada) y muchos recortes en los derechos de los trabajadores. Contra ello, sólo nos queda movilizarnos, protestar, hacernos oír. Hay que intentar informar a la gente de lo que los medios de comunicación capitalistas no cuentan. En definitiva, y a pesar de lo vendidos que están los sindicatos mayoritarios de este país (CCOO y UGT), debemos unirnos en una misma voz que luche por gritar e imponer que otra economía es posible (¿Les suena, por ejemplo, el keynesianismo?), y que las personas somos más importantes que el interés de los "Mercados". Citando una eterna consigna anarquista que vi escrita hace ya mucho tiempo: LA LUCHA NOS DA, LO QUE LA LEY NOS QUITA.
Esto es lo que nos jugamos mañana
Derecho a que te bajen el sueldo. Defiéndelo.
También tienes derecho a que te despidan si tu jefe ha ganado un poquito menos de lo que le gustaría. Esto es importante.
No olvides tu derecho a que tu jefe se pueda saltar el convenio y ofrecerte unas condiciones de trabajo individuales por debajo de los mínimos estipulados en convenio.
Defiende el derecho a que te puedan despedir en cuatro días, a pesar de que hayas decidido trabajar en un día de huelga.
Te corresponde el derecho a que te despidan por la mitad de dinero.
Derecho al trabajo en el día de huelga, los parados que se jodan los otros 364 días del año.
Derecho a pensar que no vamos a conseguir nada con la huelga. Es mejor quedarse quietos y no hacer nada. Aguantaremos con lo que venga y ya está. Es por nuestro bien.
Que nadie te quite la ilusión de heredar la empresa. Estaría bueno.
Tienes derecho a “pasar” de los sindicatos, porque son todos iguales. Lo único que quieren es ganar dinero sin trabajar. Van a lo suyo y son todos unos chupópteros ¡todos! Incluso la CNT, que no tiene liberados, que se gestiona con la cuota de sus afiliados y no cobra un euro del estado. A ti no te la dan.
Tienes derecho a ponerte en lugar del empresario. Cuántos problemas tiene... no como tú, egoísta.
Derecho a que te alarguen la edad de jubilación hasta los 67 años o incluso a los 70, aunque estés para el arrastre. Fundamental.
Derecho a que te suban los años de cotización para que puedas cobrar menos jubilación. Que no te quiten este derecho.
No renuncies al derecho de entregar tu dinero (dinero público) a los bancos, para que se puedan hacer recortes en gastos sociales e infraestructuras. ¿Para qué queremos tantos hospitales o escuelas? Lo primero es la banca, que está sufriendo mucho.
Pero sobre todo, que nadie te quite el derecho a dejar un mundo peor para tus hijos, dilapidando los pocos derechos que nos quedan y que nuestros antepasados conquistaron con sangre, sudor y lágrimas. Que les den por saco, di que sí.
Y un par de lecturas obligadas sobre la huelga de hace año y medio
No hay lugar a la resignación, la lucha nos ha enseñado muchas veces que es el camino, y será la lucha la que nos hará recuperar terreno y hacerles retroceder.
NO SOMOS SUS ESCLAVOS.
¿Los Servicios Mínimos son legales?
Los únicos servicios mínimos legales son aquellos que están publicados en el Boletín Oficial del Estado o en el del Gobierno autonómico que corresponda.
En ese boletín sale mencionado explícitamente el nombre de la empresa y departamento que tiene que hacer un servicio mínimo. El empresario, mediante carta, ha de hacer mención al punto del BOE exacto que justifique el servicio mínimo.
En el sector de Informática o Consultoría es casi imposible que haya cualquier tipo de servicio mínimo. El establecimiento de servicios mínimos fuera de los indicados por el Gobierno se consideran un ataque gravísimo al derecho de Huelga y es denunciable.
Mi Jefe me pregunta si voy a hacer Huelga ¿Tengo que responderle?
NO. El trabajador notifica a su empresa que hace Huelga cuando no va a trabajar. Esta decisión se puede tomar en el último momento y no afecta si antes dijo lo contrario.
Mi Jefe me presiona para que no haga Huelga ¿Qué hago?
El derecho a Huelga es considerado un derecho fundamental de los ciudadanos y, como tal, protegido especialmente por la Constitución.
Si algún jefe o empresario coacciona a un trabajador para que no haga Huelga está cometiendo un delito muy grave. Debe ser parado y denunciado. Ponte en contacto con la Sección Sindical de tu empresa en la que confíes más.
Ese día me toca Guardia ¿tengo que hacerla?
NO. En la Huelga, legalmente, no se realiza ningún tipo de trabajo, sea el habitual o el puntual como una intervención por guardia.
De hecho, uno de los objetivos de una Huelga es que la ausencia de nuestro trabajo tenga consecuencias en sus negocios. ¿No somos tan prescindibles para ellos? ¿No nos tratan como basura o despiden a la primera oportunidad?
Que comprueben cómo de prescindibles son los ’recursos’.
Si tienes móvil o portátil de guardia dáselo a la empresa o simplemente apaga el móvil las 24 horas de la Huelga.
¿Las horas que no trabaje las tengo que recuperar después?
En absoluto.
Y la Huelga ¿Servirá para algo?
Todo lo que hemos conseguido como trabajadores nunca se nos ha regalado. Desde el esclavismo del s.XIX cualquier mejora ha sido arrancada mediante movilizaciones y lucha de los trabajadores en diferentes países.
En todo este tiempo hemos parado también innumerables agresiones mediante nuestra movilización. A veces no es suficiente y no hay garantía asegurada de victoria porque el enemigo es muy poderoso, pero podemos tener algo muy claro: Si no luchamos, nos machacan hoy y nos aplastarán mañana.
La Historia no es sólo un libro, es la evidencia de que luchando recuperamos dignidad y seguridad mientras que no haciendo nada compramos sumisión, miedo y explotación salvaje.