miércoles, 12 de julio de 2017

Must show go on?

Se que dando mi opinión sobre este tema voy a causar polémica y debate. También soy consciente que lo voy a escribir y voy a expresar se puede volver en mi contra en un futuro, con otro desgraciado accidente o atentado y ser yo y mis acompañantes, los que nos quedemos sin un concierto, un festival o un evento cualquiera. De hecho ya me ha ocurrido. Mi pareja y yo nos quedamos sin ver en 2015 a Foo Fighters en Barcelona, cuando estos suspendieron su gira tras el atentado en la sala Bataclan de Paris en noviembre de 2015 cuando tocaban los que iban a ser sus teloneros Eagles of the Death Metal.
Aquella vez tras lamentarnos y fastidiarnos, y porque no decirlo lanzar ciertas maldiciones, nuestra frustración se torno en cierta comprensión, debido a que entendíamos lo difícil que tiene que resultar seguir con tu trabajo, tu día a día o con el espectáculo cuando ocurren hechos tan desgraciados y lamentables.
La decisión de Foo Fighters creo fue pausada y con plazos suficientes para hacer efectivas devoluciones y cambios. Sin embargo, lo que ocurrió el viernes necesitaba de una respuesta directa y sin fisuras.


Se llamaba Pedro Aunión y era actor, bailarín y coreógrafo. Era artista. Era un trabajador. Era una persona. El viernes, durante una actuación en el festival MadCool, se precipitó al vacío desde una altura de 30 metros perdiendo la vida delante de miles de personas. Ante un suceso como este, ¿se puede decir eso de la vida sigue? ¿vale apelar al espectáculo debe continuar? O es necesario hacer un alto en el camino, en la agenda, parar la vorágine de nuestros días para reflexionar y rendir homenaje tranquilo, sincero y sentido a quien ha abandonado este mundo.
La realidad fue una vez más cruel, cuando Pedro Aunión, actuando, trabajando, se precipitaba al vacío y era atendido por los servicios de emergencia para al final fallecer delante de miles de espectadores. Pero esa realidad cruel se convirtió además en miserable cuando la dirección del festival decidió continuar como si nada hubiera pasado.
Para justificarse han lanzado un comunicado informando que fue la policía quien aconsejó ante la posible emergencia de disturbios y altercados que continuará la programación tras el fatal accidente. A su vez, Green Day quien era el grupo que a continuación actuó, ha lanzado su comunicado indicando que no fue informado de lo sucedido, y que de haberlo sabido, y por respeto al artista fallecido, habría cancelado su actuación.
Desde luego leyendo algunas de las reacciones en Twitter de algunos “anónimos” que tengo el criterio de no seguir cuando el nombre de Pedro Aunión o “Mad Cool” se convirtieron en trending topics, está más que justificada la posición expresada por la policía y las fuerzas de seguridad, ya que la sintonía general era el “Show must to go on”, o “yo he venido aquí a ver a Green Day”, o el resignado “que se la va hacer, la vida sigue”, algunos de ellos sin ni siquiera lamentarse de tal lamentable hecho luctuoso.


Así me pasa que cada vez me siento más fuera de esta sociedad. Más desubicado. Des contextualizado, me creo incluso, atemporal. Vivimos en un mundo y bajo un sistema en el que el goce y el disfrute máximo e individual es lo más importante por encima de cualquier otra consideración, sea ética o moral. Ese disfrute viene asociado a una sobre exposición y explotación en las redes sociales donde hoy en día se busca la aceptación y el inflado del ego, por las reacciones viscerales de quienes ni siquiera, en la mayoría de los casos, conocemos. Una suerte de prolongación de la adolescencia a través del ordenador y la pantalla del móvil en el que a través de esas redes sociales conseguimos un retrato muy amplio del sentir y del opinar de la mayoría de la sociedad o en escalado de un público determinado. Y a veces, esas opiniones o reacciones nos sorprenden, nos intimidan, atemorizan e incluso apesadumbran.
Es evidente que estamos desnaturalizados ante la muerte. No sabemos enfrentarnos a ella, y el proceso de insensibilización al que nos ha sometido la cultura pop no ayuda, ya que percibimos sin más la muerte y el sufrimiento ajenos (de alguien que no conocemos o no tratamos) sin tener ni la más mínima capacidad, ni el más nimio interés en empatizar, para poder así respetar y preservar la memoria de quien muere.
Si no lo hacemos cuando alguien delante de nuestros ojos cae desde 30 metros y fallece tras agonizar en el suelo en el que se ha estrellado, cómo hacerlo con los miles de millones que por azar de haber nacido en un lugar concreto, nuestro sistema consumista les otorga el papel de prescindibles.


Está claro que en el mundo del arte, del escenario, existe un mantra, una especie de subgestión colectiva que se expresa en ese “el espectáculo debe continuar”. No acabo de entender como alguien es capaz de salir a actuar después de que haya fallecido un ser querido o este en una situación penosa. Me parece que aquel que trabaje de cara a la audiencia desarrollando un evento artístico o cultural y por lo tanto intelectual, no está en sus mejores momentos para ofrecer todo lo que puede dar, pero sobretodo, se debe respeto a si mismo y a su luto e intimidad.
Aunque no comparto esta servidumbre que parece ya propia de la profesión y del hecho artístico, me parece repugnante e inmoral que se haya instalado en nuestra mente y por ende en la sociedad el “la vida sigue” como bálsamo y escape inmediato ante un accidente tan escalofriante, una tragedia tan pavorosa, un atentado o una catástrofe humanitaria.
En la vorágine informativa que se adhiere a nuestras rutinas diarias (trabajo y/o estudios, vida familiar, aficiones, descanso, etc.) pasamos con un mensaje de consternación y solidaridad en las redes sociales, y al menos yo, con algunos minutos reflexionando a las cifras de muertos, desaparecidos y víctimas que nos proponen los medios, o que si somos más avezados y concienciados buscamos nosotros mismos.
Un incendio forestal en Portugal; un fuego que devora una torre de viviendas en Londres; otro atentando en Europa; Guerra y violencia en Oriente Próximo; hambre y emergencia sanitaria en el Cuerno de África; inmigrantes ahogados en el Mediterráneo… son algunas de las tragedias que recientemente nos han asaltado y sobre las que ya no nos acordamos. Y cómo lo vamos a hacer si “somos” capaces de seguir bailando cuando una persona ha muerto delante de nuestras narices.
Nos, QUÉ DIGO, a algunos les parece bien que salga un tipo disfrazado de conejo a hacer el imbécil mientras alguien que estaba trabajando se debatía entre la vida y la muerte. Mientras otros luchaban por salvarle.
Escribo entre apesadumbrado e indignado. Incapaz de comprender como hay alguien capaz de poner la vida humana en un segundo lugar. Me da igual lo que pongamos en primer orden: el capital, la ideología, la fiesta, la seguridad, el negocio. Cuando la vida, y las condiciones de la misma, no están en el primer lugar de las preocupaciones y de el más básico concepto de dignidad, deberíamos replantearnos seriamente la sociedad que “estamos construyendo”.
Qué ética, qué moral estamos usando si somos incapaces de tener la más mínima empatía para con quien ha muerto trágicamente. Qué mundo es éste el que hemos construido, y por primera vez en la historia, y gracias al uso de la tecnología, también han participado los jóvenes dando Me Gustas y compartiendo opiniones.
Sólo decir que cada día me siento más fuera de este sistema y más convencido de que es la decisión correcta. Y por último trasladar mi más sentido pésame a la familia y seres queridos de Pedro Aunión, y a la de todas y todos aquellos, anónimos, que mueren y sufren accidentes mientras desarrollan su trabajo.


domingo, 2 de julio de 2017

40 años de In modélica Transición

Tras muchos años de lucha Ascension Mendieta puede velar a su padre Timoteo @ARMH_Memoria

El pasado martes se celebraba en el Congreso de los Diputados el acto conmemorativo sobre la celebración de las primeras elecciones "democráticas" tras 40 años de dictadura fascista. Del acto oficial ha trascendido mayoritariamente, la queja del Rey emérito por su exclusión, pasando de tapadillo por el hecho de que el actual monarca, denominará por primera vez, como dictadura a ese período nefasto y tenebroso de nuestra historia, que para algunos, los fachas de siempre, resulta de absoluta paz y candidez. Ni una palabra sobre las más de 150.000 víctimas de la represión, la tortura y la sanguinaria violencia franquista que siguen desaparecidos por las cunetas y las tapias de los cementerios de éste país. Tampoco sobre los exiliados. Y mucho menos hubo mención alguna al privilegado estatus adquirido por la oligarquía y la iglesia católica o el estado del ejército y la judicatura nacional, herederas todas ellas de los designios de una dictadura fascista.
Al mismo tiempo Unidos Podemos y otras fuerzas de la izquierda en el Parlamento organizaban un acto paralelo para homenajear a quienes verdaderamente lucharon por la democracia, la legalidad y la dignidad de la clase trabajadora. A quienes se jugaron la vida, sufrieron torturas, exilios, persecuciones y la muerte y desgracia de sus familiares, amigos y compañeros. Un homenaje merecido y necesario porque cuando se habla de impunidad hay que ir más allá de buscar a los culpables, por supuesto clave, sino también dar respuesta a las víctimas.
Cuando se refieren a la “modélica” transición lo hacen desde su punto de vista. Del de quienes ostentan desde el alzamiento de 36 el poder. De quienes usurpan la voluntad popular de éste país desde hace 80 años. Una transición modélica para quienes quisieron y quieren mantener el fascismo soterrado bajo una máscara democrática. Para quien quiere que nada cambie. Que los artesonados económicos y las estructuras sociales sigan vigentes en el estado de las cosas que provocó y favoreció la dictadura franquista. Modélica para engañar al pueblo y la clase trabajadora. Para usurparle dignidad y poder. Esa fue “su” Transición a la Democracia.

Jamás se ha hablado en España, y mucho menos en su educación, de que hayamos vivido un genocidio en nuestro país e historia. Todo un protocolo para la muerte, y también para la impunidad y es que cuando marchan los profesionales de la dictadura, llegan los profesionales del olvido, de quienes se olvidan de la dignidad antifascista y se atreven a banalizar la historia del franquismo. Incluso un protocolo que se aseguró entre otras cosas, de los homenajes y las pleitesías para con los traidores y asesinos.
En la dictadura acomodada, había mordidas, corrupción sin límite, compradas, vendidas y todo lo que nadie pueda imaginar y el que no pagaba, terminaba pagando con su libertad, su ruina, etc. Había violaciones sin límite, pederastia, asesinatos, accidentes, esclavismo, desapariciones, tráfico de niños, pero... no había libertad de prensa, y por lo tanto, nadie se enteraba de nada. Sólo aquellos que sufrieron los desmanes, malos tratos etc.
Lo peor de todo, es que en esa comodidad, en esa transición que primó el miedo a los sables y a una nueva Guerra Civil, por encima de la cordura, quedaron en el poder los mismos corruptos de antes, los que vivieron inmersos en estas lides tan ocultas entonces y tan sonoras ahora, y luego sus hijos, y después los hijos de sus hijos, y ante tamaño despropósito, que no hemos sabido o querido solventar en estos 40 años desde las primeras elecciones, hoy día nos encontramos con lo que nos hemos ganado a pulso, con lo que merecemos, porque nuestros votos, además, no han querido castigar esos desmanes. Fue la Ley de Amnistía que añadió innumerables capas de indignidad, barro y estiercol, a la memoria de quienes lucharon contra el franquismo y de las víctimas de su barbarie corrupta y clerical. España, por arte de magia, se acostaba fascista y se levantaba demócrata.
Después vino entrar en Europa lo que fue un dardo envenenado, y la entrada en el euro mucho más. Nos vendieron como caramelos dulces drogas ácidas de un sistema neoliberal y explotador que ha puesto el trabajo, y la vida y salud del entorno y las personas por debajo y detrás del dinero, de su acumulación especulativa y abusiva. Y los compramos tan contentos, porque vivíamos acomodados en un nivel, que ni soñado. Pero el veneno salió a la luz sin tener el antídoto; un veneno que pese a que estaba presente y flotante en el aire, no quisimos ver.
La corrupción instalada desde siempre, la venta de lo nuestro que empezó Felipe González volviéndose de repente "neoliberal tacheriano" y acabó Aznar para paliar una crisis forjada a base de fabricar poco y de re conversiones industriales (probablemente necesarias algunas), apostando por el ladrillo en una país donde la competitividad industrial era mínima y privatizando las empresas públicas hechas con el esfuerzo de todos y que componían el patrimonio nacional. Todos, o muchos sabíamos que un país no puede vivir de servicios y ladrillo, creando burbujas de mentira, tanto financieras como inmobiliarias, pero muy en el fondo, porque de cara a la galería se negaba la mayor. Era evidente que aquello iba a explotar, y no menos claro, también resultaba que iban a ser lo poco que nos quedaba, nuestros servicios básicos, educación, sanidad, seguridad social, cultura, deporte, medio ambiente con lo que se iban a pagar las deudas y las retribuciones millonarias de los delincuentes que habían provocado la crisis. Los mismos, o sus hijos, que llevan 80 años conspirando para dominar el país, lucrarse con él. Malditos hijos de puta sin vergüenzas y sin escrúpulos.
Los políticos nos han vendido y nosotros les hemos dejado, y si nuestros padres nos dejaron la herencia del miedo, hoy dejamos a nuestros hijos la herencia del destrozo. Porque es cierto, esta crisis, se acabará cuando los mercados quieran, cuando Alemania se rinda, cuando no haya nada que rascar para poder pagar esa deuda imposible; pero la miseria que ha traído, la miseria todavía por llegar, el hambre, la indigencia intolerable en un país desarrollado (supuestamente) tardará décadas en solucionarse, si es que se recupera alguna vez.
Pero también, como sociedad, dejamos en conjunto la herencia del olvido de quienes lucharon contra el fascismo. La herencia de la legitimidad de un sistema opresor y corrupto. Y la herencia de la desafección política, del tragar con todo, del desinterés por las cuestiones que nos afectan, de cómo y por qué nos saquen, nos destruyen. La herencia del laminado de todo el futuro.
Vemos a diario casos de políticos mafiosos, corruptos, sin vergüenzas, estafadores y ladrones. Pero callamos porque pensamos que, si echamos a esos personajes, quien sabe si el que venga no será peor.
El bipartidismo se tambalea, como hace todo el Régimen del 78, pero éste se defiende y se regenera con nuevos actores que añaden más basura al estado de las cosas. Las cloacas del estado supuran podredumbre. Inmoralidad y corrupción y un sistema opresivo para mantener el poder en las pocas manos de siempre. Un PP intrínsecamente corrupto y ultra, fortalecido y un PSOE víctimas de sus propias hipocresías, se complementan con el revisionismo naranja de Ciudadanos, partido impuesto por las élites para eliminar un previsible flujo de votos de la derecha a como mínimo la abstención. Y Podemos, que parasitó la emergencia del 15M y con ella de la izquierda radical para enfangarlo y convertirlo en pequeñas escaramuzas de guerras de guerrillas que imposibilitan la activación social, la de la calle y los centros de trabajo, escuelas, hospitales y universidades que es de dónde debe de surgir el germen que dinamite esta nauseabunda realidad que ensucia la democracia, que impide la libertad y la dignidad de la población y el porvenir de éste, siempre, acomplejado y perdido país.
No obstante, el miedo siempre se termina por vencer. Cuando esa familia anónima tiene serios problemas para llegar a fin de mes, cuando el pequeño y honesto empresario no puede pagar la nómina a sus trabajadores, cuando los padres ven marchar a su hijo al extranjero sin billete de regreso… cuando todo esto ocurre tornándose el pan de cada día, tomas consciencia que ese sistema de alternancia bipartidista y consolidación de las estructuras de poder franquistas, ya no es capaz de ofrecer una solución a los problemas más profundos de la sociedad y, es cuando ese miedo, que mantiene en silencio al pueblo, se desvanece.
Por lo anterior, no solo debemos dejar caer este sistema podrido, sino que debemos acelerar su final para que nuestra generación pueda comenzar a construir algo nuevo, sano y sólido. Una política de base que cumpla con la idea original de su significado. Gobernar por y para el pueblo.
PPSOE se hunden por errores que ellos mismos han cometido. Un nuevo sistema democrático es posible. La oportunidad que nuevas fuerzas políticas que, hasta la fecha se han visto relegadas a la sombra de este sistema bipartidista, puedan ser escuchadas abiertamente sin la censura mediática orquestada desde el propio poder bipartidista.
Es más, en España tuvimos una experiencia democrática exitosa durante la Segunda República en tiempos en los que nuestra renta per cápita era incluso menor. La Segunda República inició grandes reformas económicas y sociales, como ya se ha comentado extensamente, y aquel proceso democrático no fue interrumpido por la gente pobre y humilde, sino por la gente rica y con privilegios, que veía tales privilegios afectados por las reformas democráticas a través de un golpe de estado, criminal y traidor, de una Guerra Civil cruenta y desigual. Sectores de las clases medias, por cierto, temerosos de los cambios, también apoyaron al fascismo. La dictadura representó los intereses de las personas poderosas, y reprimió muy particularmente a las clases trabajadoras, a nivel no sólo policial sino también económico, hasta el último día de la dictadura.


Permitirme una última reflexión. Supongamos que España hubiera tenido otro tipo de transición, resultado de la derrota del franquismo o de su caída, tal como ocurrió con otras dictaduras europeas -como las comunistas de la Europa del Este-, sin derramamiento de sangre. En este caso, es probable que hoy tuviéramos en España una República en lugar de una monarquía, con una cultura anti franquista democrática bien establecida; con unos medios de información y persuasión menos conservadores y más plurales; con una memoria histórica viva (y unas escuelas donde se enseñara lo que fue la dictadura, su represión y el retraso social económico y cultural que impuso al país); con reconocimientos y homenajes a los que lucharon en contra del fascismo y la dictadura y que tendrían -como tienen en Francia, Alemania e Italia- monumentos y calles con su nombre con un ejército que tomaría como figuras ejemplares a los militares que fueron leales a la Segunda República, en lugar de los que se sublevaron en contra de la democracia, homenajeando a los militares que fueron expulsados del ejército durante la dictadura por su lucha por la democracia; con una Iglesia que habría pedido perdón no sólo a su Dios, sino también al pueblo español, por su apoyo al golpe militar y a la dictadura, aceptando su lugar en un Estado laico respetuoso con todas las religiones y especialmente el laicismo; con una derecha democrática que hubiera denunciado sin ninguna ambigüedad el golpe militar y el régimen franquista, y con unas izquierdas menos moderadas y más fuertes; con un Estado del bienestar más desarrollado que el actual, y con una Constitución más progresista que reconocería la multinacionalidad de España y la posibilidad de reestructurar la relación entre sus componentes según la voluntad popular de cada uno de ellos. Soy consciente de que, debido al gran desequilibrio de fuerzas en la transición, no había otra alternativa. Pero las fuerzas democráticas deberían ser conscientes de las limitaciones que impuso la transición in modélica a fin de corregirlas.



jueves, 29 de junio de 2017

Una moto sierra sobre un escenario



Llega el momento de recuperar uno de sus hilos temáticos de mi blog que más ha ido sorprendiendo al público, frecuente o casual, que ha llegado a él. Hablo de la línea temática que dedico a esos grupos de rock y metal curiosos, bien sea en su puesta en escena, sus letras, sus biografías o en todo el conjunto.
Y hoy voy a escribir sobre Jackyl.
Seguro que no te suena de nada. Pertenece a ese grupo de bandas underground, fuera de foco y radar, incluso de las publicaciones expertas o de los periodistas más entendidos. Sus incursiones en los circuitos convencionales del sector son más bien escasas, y casi nulas, cuando salen de Estados Unidos, su país natal.
Yo los conocí, su propuesta, porque todavía no los he visto en directo, gracias a un ex compañero de trabajo a la par aficionado y responsable de una buena web de metal. Él los conocía de una de las promos que antiguamente llegaban también a los simples aficionados, promovidas por discográficas y distribuidores (desconozco si estas todavía llegan a día de hoy a los portales de información). Su hard rock claramente reminiscente al AC/DC de finales de los 80 y su The Razor’s Edge, se mezclaba sin no muy buena armonía que digamos, influencias folk al más puro estilo de la Creedence o Free, que por su origen sureño (son de Georgia) eran inevitables.
Lo sé. No es el tipo de música que escucho en mi casa, de manera pausada y reflexionada. No están en mis discos, ni repositorios físicos o virtuales. Y tampoco es un grupo por el que la liaría por ir a verlos en vivo. Pero del mismo modo hay que asegurar que es de los tipos de músicos que saben cómo hacértelo pasar en grande sobre un escenario. No cabe ninguna duda de que montan un show colosal, gamberro y divertido a partes iguales, y en el que sales de allí con la sensación de sentirte sucio, pero encantado de haber vivido una experiencia única.
Y es que, desde luego, a originales no les gana nadie y es por eso es por lo que se han ganado, ya lo hicieron hace mucho tiempo, que les dedique un rato para ilustrarme, escribir sobre ellos y acercarlos y compartir con vosotros algo de su música.
Una moto sierra
Su canción más conocida es The Lumberjack, single de su primer álbum de estudio de 1992, titulado, como ellos mismos, Jackyl. Se trata de una declaración de intenciones clara y directa. Hard rock sureño desgarrado, que apesta a bourbon y pólvora. Una letra ácida y cachonda a la que le acompaña en todo momento una moto sierra.
Los marcados riffs son aceleraciones del motor de la maquina. Acompaña una viva batería y otra guitarra que tímida aguanta el brío de la moto sierra que se come todo menos la desgarrada voz de Jesse James Dupree, cantante, líder y creador de la banda que continua hoy al piel del cañón. Su voz que juega entre los registros de cantante Steve Kudlow de Anvil y los del mejor Brian Johnson de los AC/DC es la otra gran seña de identidad.
Así hasta llegar a un primoroso sólo de moto sierra que enloquece a quien lo escucha y lo ve. Se marcan las notas a golpe de gatillo, y el sonido metálico de cadena y dientes de acero engrasados emula los de la mejor afinada guitarra Les Paul. Todo ello, ejecutado sin camiseta y con los habituales haedbangs y demás parafernalia heavy, por lo que ante tanto movimiento no es de extrañar que haya quien tema por la integridad física del virtuoso “músico”.
Es el propio Dupree el que maneja la moto sierra durante el vídeo oficial y al final del concierto que es la canción con la que habitualmente cierran sus setlists. Todo como un homenaje a su padre y hermano, y a su infancia en la que muchos días compartían el monte, la moto sierra y una camioneta chevi oxidada.
La “novedad” de incluir una moto sierra entre el equipaje a la hora de afrontar un concierto, hizo que Jackyl entrará en los circuitos americanos de festivales donde destacaron en su actuación en Woodstock 94. También, fueron dando saltos a otros países destacando en Iberoamérica donde en lugares como Chile o Perú son considerados como una banda de primer nivel.
Aquí os dejo alguno más de sus temas, más conocidos y más clásicos en su puesta en escena, pero sin dejar de lado la coherencia de un grupo sureño: Buen hard rock, letras y ritmos folk, camisas de cuadros, chicas con poca ropa, bourbon y alguna bandera confederada.













martes, 27 de junio de 2017

La elección de la industria del videojuego



 Escena, típica del modo online del Halo Reach
Como buena parte de los menores de 40 años (sobretodo si es hombre) una parte importante del tiempo libre o de ocio, y sin olvidar una buena cantidad de dinero, la he dedicado a los videojuegos. A jugar, en la consola y en el ordenador. Con juegos fundamentalmente de coches, simuladores deportivos (baloncesto sobretodo), algunas aventuras (saga Assassains Creed) y un par de "shooters" (Battlefield y sobretodo la saga Halo, destacando el spin off Halo Reach).

Durante mi infancia no pocos ratos pase en el recreativos del pueblo, perfeccionando trucos en el Street Fighter, cuando no ya asumiendo retos (hacerlo desde el segundo jugador, ganar la partida sin saltar, pasárselo con todos los personajes...). Compartí plataformas de aventuras con algún amigo y ya de ahí, con la consola en casa, pase a los futbolines.

En casa, mi vetusta Play Station dio rienda suelta a multitud de derbys con mi hermano, y alguna que otra, las menos, partidas colaborativas.

Pasados los años y sin llegar a ser nunca un viciado, entro en mi casa la Xbox360. Instalada más como centro de ocio que como consola dedicada exclusivamente a juegos, prefije durante un tiempo las tardes de los viernes para jugar con ella, más algún rato esporádico a la semana que siempre trataba que fuera más excepción que regla. Ahí es cuando avance y disfrute con el Halo Reach, que venía instalado en la consola. Aquí probé el juego online y pude comprobar, bien de modo colaborativo o en modo competición, me encontraba jugando con gente que me llegaba a sacar hasta un año y medio en horas de juego online. Esto lógicamente creaba frustraciones en mi, y hacia que al dejar de jugar me sintiera enfadado e incluso a veces humillado y estafado.
Durante todo este tiempo, un par de años, conseguí descargarme los juegos que ofrecía Microsoft junto a la suscripción online. Los fui probando todos con mayor o menor ánimo, encontrando, por otra parte de forma lógica, predilección por los juegos dedicados a público adulto.

En este punto fue donde la frustración se hizo más palpable y empezó a correr en mí la idea de que o bien era un negado para los videojuegos (mi hermano siempre fue mejor en los juegos de coches y yo por contra era mejor que él en los simuladores deportivos) o que se estaban ofreciendo videojuegos para un perfil muy concreto: El jugador "viciado", el que puede o al menos lo hace, dedicar muchas y continuadas en el tiempo, horas de partidas y partidas, sobretodo en el modo online.

Mientras iba probando juegos que me desesperaban ya en su versión historia porque me era realmente imposible avanzar, contra más entrar en batallas con jugadores a través de la red, comprobé que no era una cuestión de un título concreto, una saga específica, o los juegos de un productor o distribuidor identificado. No, se trata de una tendencia general del sector.



Esa tendencia es ofrecer juegos, con una gran historia, unos gráficos potentes, y sobretodo, un modo online rico, intenso y sugerente para atrapar a los grandes jugadores. A aquellos -y aquellas que van entrando poco a poco en un mundo hiper masculinizado- que consumen grandes cantidades de su tiempo y su dinero en jugar a videojuegos y en participar de manera activa en las comunidades online que se van creando.

Y para ello no han tenido ningún reparo en dejar de lado a los y las jugadores casuales, que no pueden o no quieren estar muchas horas seguidas jugando, o que quizás conectan el mando una vez cada dos semanas.

Es una elección capitalista, corporativa, del sector priorizando sus recursos productivos, sus desarrollos, en lo citado anteriormente y olvidando conceptos que en los albores de la industria y sobretodo, no hace tanto tiempo (5 o 6 años) eran muy importantes: La accesibilidad y la jugabilidad. Tendencia que ha venido con la mejora de las conexiones de Internet doméstico.

Que un juego que adquieres (compra, descarga legal o ilegal) y pruebas, no tenga niveles en los que ajustar al jugador novato es un grave problema para que éste se sienta cómodo en la historia y tenga así el ánimo para jugar y avanzar en ella, independientemente del tipo o género del juego. Con esto lo que se consigue es el avance a base de perseverancia, de horas dedicadas (en las que lógicamente no se hace otra cosa) a jugar y sacar los objetivos a base de empecinamiento.

Pero es que incluso, juegos que ofrecen la clasificación de perfiles por niveles, les dan tales saltos de accesibilidad que los hacen ridículos. Por ejemplo, las últimas entregas del NBA2K como la de 2016 que ha llegado recientemente a mis manos: De nivel fácil, en el que no fallas ni un sólo tiro, al siguiente nivel en el que tras 10 intentos me ha sido imposible, con los Warriors quedar a menos de 10 puntos de los Bobcats...



Y para rematar todo esto aparecen los E-Sports como un ejemplo más de querer presentar u ofrecer el consumo de videojuegos, esta industria en principio cultural, como un opio nuevo, para que la gente no se preocupe de lo realmente importante, y adquiera una suerte de ilusiones de convertirse en profesional de esto. De entrar en una élite que se gana la vida, y muy bien como ya muestran algunas publicaciones y televisiones, pero que al final, lo único que va a suponer para la gran mayoría de quienes juegan, es la inversión tanto en dinero como en tiempo en los videojuegos (además, de por supuesto miles de horas de diversión).

Éste coste de oportunidad implica no hacer otras cosas, como pueda ser estudiar, trabajar para la comunidad o activarse para cambiar éste mundo. Y sin embargo, será aprovechado por los de siempre para enriquecerse una vez más.



Desde luego, considero que quedarse en la inocencia de la decisión productiva, capitalista, de los estudios de creación de videojuegos en preocuparse más en los "grandes jugadores", que en los casuales o eventuales, es un error. Existe una intencionalidad, más allá de la clara económica de ganar más dinero a costa de los jugadores "viciados" que más consumen tanto en horas, como dispositivos, juegos, acceso a Internet, e incluso merchandising asociado a las grandes sagas de videojuegos.

Pero no voy a entrar más en lo dicho hasta ahora, aunque quiero que quede claro, que considero a la industria de los videojuegos como alineadora de la población, particularmente de la juventud, a la que invoca en un estilo de vida donde prima el individualismo, su exhibición a través de las redes sociales, y el anclaje del personal en la rueda consumista que necesita como motor el capitalismo.



Me quedo únicamente, en que como aficionado casual no tengo hueco en la oferta que las empresas de videojuegos disponen hoy en día. La demanda, que jugadores como yo, creamos se queda desatendida y hace que dejemos de consumir videojuegos, y dediquemos el tiempo y el dinero, entendidos como coste de oportunidad, a otras opciones.
Y tan tranquilo.

lunes, 26 de junio de 2017

Eurobasket 2017: El deporte femenino que no para de ganar




Afortunadamente se está convirtiendo en una sana y agradable costumbre dedicar unas líneas cada verano a la selección femenina de baloncesto.
Desde hace varios años, podíamos decir 15, los éxitos se suceden gracias a un proyecto que ha ido aunando, con sus altibajos, varias generaciones ganadoras de mujeres deportistas. Su última victoria, ayer, el Eurobasket 2017, que se ha venido celebrando en Praga durante la última semana.
En primer lugar, es necesario acordarse y felicitar a quienes han hecho y hacen posibles estos éxitos. A las jugadoras que ponen pasión por el baloncesto. A las familias, padres y madres que muchas veces gestionan una agenda complicada para hacer que las niñas y jóvenes puedan continuar haciendo deporte. A los monitores deportivos y entrenadores de formación, que comparten esa misma pasión y transmiten los hábitos y conocimientos para que las chicas se desarrollen, como jugadoras, y también como personas. Y lo hacen muchas veces con problemas de impagos y problemas laborales. A los directivos, de clubes importantes o humildes y escuelas municipales que muchas veces con escasez de recursos tratan de que todo funcione y las niñas puedan seguir jugando los sábados y entrenando durante la semana. A los árbitros, imprescindibles, también formadores y educadores, que merecen reconocimiento y respeto. A los funcionarios y las administraciones y federaciones que ponen todo lo necesario: instalaciones, equipamientos, seguros... A los medios que trabajan en el baloncesto femenino tratando de ayudar en su rentabilidad como altavoz de su día a día que ayuden a mejorar las condiciones de todas y todos. Y a los aficionados que vibramos con cada partido, cada éxito, ya sea en un pabellón internacional, o en una modesta cancha de colegio.
Ayer, en Praga, España pasaba por encima de Francia y se proclamaba Campeona de Europa. Un Oro al que han precedido una plata olímpica el año pasado en Rio, un bronce europeo en 2015, una plata mundialista en 2014 y otro Campeonato de Europa en 2013 en Francia y ante las anfitrionas de quienes, al igual que con los chicos, nos hemos convertido en su némesis.
Para lograrlo España desplegó una vez más su baloncesto rápido en transiciones, aguerrido e intenso, y a la vez pleno de virtuosismo. Atacando con intención de hacer daño en todo momento. Incisivo y acertado, creció de la mano de una Alba Torrens (MVP del Torneo) que como siempre demostró un brillante arsenal de recursos para anotar. Poco a poco fueron entrando más jugadoras a aportar, siempre llevando la iniciativa por delante de la defensa gala, dejando sin efecto ni la potencia física ni el recurso a la extrema dureza. España anotaba con fluidez, tanto por dentro como fuera, e incluso cuando Torrens se atascaba o descansaba aparecía Anna Cruz, secundaría de lujo, que ayer desesperó al banquillo rival. Y para rematar, para apuntalar la victoria, llegaron los puntos de Sancho Lyttle. La nacionalizada, una vez más puso toda la implicación posible, y junto a su clase, y a ese físico tan privilegiado apareció en ataque para cerrar el partido y culminar así de redonda, una actuación que sólo por su trabajo defensivo merecía el calificativo de brillante.
Y es que, parafraseando a Lucas Mondelo, "es en la defensa donde nacen las victorias". España volvió a ahogar a su rival en base a un libreto defensivo variado en lo táctico y de trabajo grupal en lo efectista, con Nicholls y Sancho -también Gil- de cierre del aro y apoyo en las ayudas, pero donde también brillan las exteriores muy agresivas a balón, lo que permitió muchos robos, apartado en el que destacó, también Sancho Lyttle, que anuló la incidencia de la "gigante" Ciak, al birlarle varios balones.
De este modo, España, con un juego alegre y de fundamentos en ataque, y tenaz y brillante en defensa, apuntaló la victoria final con ventajas en torno a los 10 puntos al descanso que llegaron al final a la veintena entre la alegría hispana y la absoluta impotencia y resignación de las galas.
Un nuevo éxito a añadir al increíble palmarés de Lucas Mondelo, quien tras el fiasco de no clasificarse para los juegos de Londres 2012, cogió las riendas de la selección con la clara misión de reforzar la idea de equipo en lo deportivo y de hermanamiento en lo personal. Con un baloncesto rico y brillante, y con un cuidado exquisito en las relaciones, España ha completado un ciclo olímpico majestuoso coronado con la plata en Río y ha comenzado de la mejor manera el que terminará en 3 veranos en Tokio. El Eurobasket conseguido ayer es una viga más para reforzar el edificio del baloncesto femenino español, donde Mondelo, como arquitecto principal, tiene la misión de ir engranando distintas generaciones brillantes de jugadoras, "hartas" ya de ganar competiciones internacionales en categorías inferiores y que llegan al profesionalismo en una liga nacional, depauperada y fuera de los circuitos mediáticos habituales, por lo que se hace necesario y justo recuperar su retransmisión en Tv y su redundancia en los medios deportivos.
Anoche fue, en principio, el último partido de Laia Palau, capitana y jugadora con más internacionalidades de nuestro baloncesto, y si algo está claro, es que el relevo está asegurado. Por ejemplo, para el año que viene, con Mundial a celebrar en España (increíblemente, no se conocen aún las sedes; otra de esas cacicadas que José Luis Sáez y sus acólitos de la FIBA también han sabido perpetrar) y donde no cabe ninguna duda de que este equipo nos hará disfrutar y casi con toda seguridad llegará a las rondas finales en lucha por las medallas (mínimo exigible).

martes, 20 de junio de 2017

Día Mundial del Refugiado: Acojamos ya




Hoy se conmemora el Día Mundial del Refugiado y un año más, al igual que con otras celebraciones reivindicativas, no hay nada que celebrar. Las cifras globales de desplazamiento han vuelto a aumentar: 65,6 millones de personas refugiadas y desplazadas. Sin embargo, nuestras ganas de seguir ayudando crecen en la misma proporción que esas cifras.
En el mundo hay 65,5 millones de desplazados, es decir, personas que se han visto obligadas a abandonar sus hogares a causa de la violencia, la guerra, la miseria y la persecución. Y también, váyanse acostumbrándose, debido a causas climáticas (sequia, catástrofes, suelos que se convierten en improductivos, etc.). Es una cifra histórica, un nuevo récord que se supera año tras año, según los últimos informes de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), y un síntoma evidente de una crisis mundial sin precedentes. Sólo en el Mediterráneo, más de 5.000 personas murieron el año pasado tratando de escapar de esta situación. 126 en el último fin de semana. Este mar, que supone para muchos la frontera entre la vida y la muerte, acumula en sus aguas 40.000 cadáveres en lo que lleva de siglo.
Hoy, en un momento de incertidumbre en el que el proyecto europeo que hasta ahora conocíamos se desploma, en una época en la que la respuesta a la crisis ha sido el fortalecimiento del neoliberalismo y con éste del individualismo, en el que aparecen monstruos con proyectos xenófobos y excluyentes, la Unión Europea del capital ha promovido políticas ridículas y vergonzosas para con los refugiados. Dejándolos de lado en las playas y los campos de Grecia, Italia o terceros países como la infame Turquía de Erdogan. Cada día es más evidente que Europa tiene que elegir entre abrirle la puerta a los refugiados, y ser solidaria y coherente para construir proyectos basados en lo común y en el reconocimiento de los derechos humanos o abrirle la puerta a la extrema derecha. Al racismo de Trump y LePen.
En el caso de nuestro país, el corrupto e inmoral gobierno del PP continúa su burla hacia la legalidad internacional, el sentido común y a los refugiados y refugiadas. Lejos de cumplir con sus propios acuerdos, y se dilatan los plazos de acogida y asilo. La única velocidad que demuestra Rajoy es para capturar las ayudas que la UE compromete a la expulsión de personas del territorio europeo; dinero que empleará para la construcción de nuevos CITES (Madrid, Algeciras, Málaga, etc.), centros de tortura y opresión de los derechos humanos de los refugiados y refugiadas.
Según Amnistía Internacional, hasta el pasado 5 de mayo España sólo ha acogido a 1.304 refugiados. Esto supone menos del diez por ciento de la cifra comprometida en 2015 por el Gobierno español hasta el próximo septiembre, de 17.337 refugiados.
Es absolutamente vergonzoso e indigno el trato vejatorio e inhumano que el gobierno español y la plutocracia europea viene dando a los refugiados que huyen en muchas ocasiones del terrorismo y el fascismo de quienes otrora se ha servido el sistema. Daesh, y sus ramificaciones, al igual que Al Qaeda y de gobiernos dictatoriales han instalado la opresión en medio Oriente y África, y eso poco importa cuando mantiene el combustible del mundo capitalista bajo de precio. Y ahora quienes podemos tender nuestros brazos y articular políticas de asilo e integración, nos dedicamos a instalar vallas y concertinas. Absolutamente execrable.
Imaginad el dolor de tener que abandonar tu hogar, tu familia, tu país... Abandonarte a ti mismo, a ti misma. Peregrinar hacia una quimera. Con lo puesto, las lágrimas secas. Para encontrarse con muros y hostilidad. Con negación e hipocresía.

Hoy quiero reivindicar a esos refugiados y refugiadas, sobre todo refugiadas, que huyen de la guerra y del hambre, dejando atrás su historia, su familia, con un futuro incierto, con miedo y sin esperanza. Familias que se separan. Niños que pierden a sus padres, padres que no volverán a ver crecer a sus hijos. Historias de personas que no son números ni estadísticas, sino seres humanos arrancados de su presente, condenados a un futuro incierto.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...