miércoles, 7 de febrero de 2024

Qué no lo llameís feminismo

 


El día a día de la actualidad en Españistán suele estar salpicado de polémicas artificiales generadas desde arriba y que nada (o apenas un poco) tienen que ver con la realidad de la vida de las personas y de la dinámica social. El continuo teatrillo de la alta política con partidos, líderes y medios cumpliendo su papel para mantener alejada a la plebe de la toma de decisiones, y que estas, nunca atenten contra los privilegios establecidos. Cualquier declaración o proyecto es susceptible de ser atacada por el rival político, merced a sus sicarios mediáticos y por las respectivas turbas en las redes sociales que la vilipendian o defienden sin crítica según corresponda. Ocupa horas de televisión y radio (supongo que algunas páginas en periódicos también) vertiéndose toneladas de contaminante opinión sesgada, parcial e indocumentada, vomitada por tertulianos y todólogos.

A escala, desde lo nacional hasta lo local, se reproduce el patrón, y los temas planteados siempre desde arriba permean la capa freática de la opinión pública relegando al ostracismo las noticias y hechos que si que tienen que ver con la vida de las clases populares, la calidad democrática, el sentido ético de la sociedad o la conservación de todo tipo de patrimonio común.

A veces estos temas, e insisto, lanzados por las élites, son esporádicos y solamente una vez cada 4 o 5 años atentan la santa tranquilidad del ciudadano medio. Las más de las veces son acontecimientos que periódicamente vuelven y revuelven para mantenernos a todos ocupados discutiendo lo que a estas alturas de la película debería estar ya bien claro.

Estos temas recurrentes pueden ser de todo tipo. Políticos y sociales, también económicos, pero sin duda, los más polémicos son aquellos que cuestionan los convencionalismos y patrones culturales. Por ejemplo, están las discusiones en torno al balón, en cuanto a la selección española o la polémica semanal entre farsa y mandril. Cada español era un seleccionador nacional y una espada en los ejércitos de las dos españas futboleras, pero gracias a los dineros de las televisiones se ha alejado el fútbol a muchos que no pueden pagar estos empeños, y el ruido sobre la pelotita rodando ha ido bajado bastantes escalas. O al menos eso me parece a mi.

Luego hay acontecimientos culturales como las galas de los Goya, los premios literarios o algunas fiestas populares que asaltan la tranquilidad, merced a la más torcitera manipulación mediática cuando lo que en esos eventos se expresa no es precisamente lo que quieren que se diga por parte de las élites.

Pero si existe un evento que marca la polémica es todo lo que tiene que ver con Eurovisión. El competir en un contexto europeo (bueno más o menos) con una canción pop, que sea más o menos representativa y del buen gusto lo más generalizado posible, hace enervar las más bajas pasiones hispanas, volviendo a configurarse las dos, o más, españas.

No es poca cosa y no me parece, de entrada, negativo, puesto que una de las funciones de la cultura y el arte (si una canción pop enlatada y perpetrada desde parámetros de negocio puede considerarse arte) es cuestionar los rigores ideológicos y los marcos de convivencia, haciéndonos pensar, reflexionar, sentirnos incómodos para así, por medio de esa reflexión, ser mejores. Si esto se produjera sin más pues hasta el negocio estaría bien inventado.

Y digo negocio porque ya hace mucho que el ente público, RTVE, lo convirtió en un modo de facturar a través de las audiencias, patrocinios y productos varios.

Cuando surgió Operación Triunfo se abrió la veda para generar un microcosmos que comprendiera todo lo que tiene que ver con el concurso internacional, y al tiempo que automáticamente se acabó la música en vivo en RTVE (repasen los cachitos y cuenten cuantos pedacitos salen después de 2001) se generó un negocio y una acaparación de atención que periódicamente sublevaba a las audiencias.

Este año no ha sido una excepción. En los últimos años y tras la troleada mítica del Chikilicuatre, RTVE controló mucho más uno de sus productos estrella y montó una suerte de festival en Benidorm, al que en teoría podía llegar cualquiera que reuniera los votos populares necesarios. Primera falsedad porque en realidad todo queda planteado y producido por los gigantes de la música de este país. Así está siendo estos últimos años. Y para completar todo el guiso y que éste no se salga de los parámetros que requiere RTVE entre un jurado “profesional” y un recuento del voto telemático algo sospechoso ya van tres años que colocan al producto en forma de canción y voz femenina que va a representar a España en Eurovisión.

Este cóctel resulta explosivo por naturaleza y el resultado siempre es polémico. Si hace dos años se desechó a las favoritas del público Txantxugueiras y a Rigoberta Bandini por una canción interpretada por una mujer semidesnuda, que encima canta en spanglish, en lugar de mandar una canción en gallego a Eurovisión. El año pasado se apostó por la clásica canción de flamenco pop en vez de otras propuestas que tenían mucha más aceptación del fan eurovisivo español. Y este año, la polémica no ha sido menor y ya está aquí.

Los representantes de España en Eurovisión será el dúo de electropop Nebulossa con la canción “Zorra”. Un pastiche facilón y perfectamente olvidable que pone el acento en que una mujer, y especialmente las mujeres de más de 50 años (la intérprete femenina tiene 55) pueden hacer lo que quieran. Faltaría más. Todos los que somos demócratas, anti-fascistas, feministas y con sentido común, estamos de acuerdo.

La cuestión es si es apropiado la apropiación del término “Zorra” para la causa feminista a través de una canción que va a recibir toneladas de promoción.

El apelativo tomado del precioso y pequeño cánido silvestre de frondosa cola y alargada boca y nariz, tiene un matiz distinto si se lo ponemos a un hombre o a una mujer. Lo que para el hombre es sinónimo de “listo, astuto, atento o vivaz”, para la mujer lo es de “promiscua, ligera, insolente o facilona”. Lo que para uno tiene una connotación positiva que emana inteligencia, para la otra es negativa y provoca escarnio por la falta de moralidad y por la pulsión sexual. Es evidente que muchos, erróneamente y a veces dejados por la costumbre, hemos usado este término de estas formas. Pero es que es el insulto, junto al de puta, fácil y asiduo en la boca del machista cuando regaña a una mujer que no le hace caso, o que quiere unas iguales condiciones laborales, reclama sus derechos, o incluso cuando la tortura y la mata. Por lo tanto, estamos ante un término con una connotación violenta y opresora. O es que se os ha olvidado lo que ha pasado con la selección femenina de fútbol.

En este sentido, el apropiarse del término “Zorra” podría ser positivo. Pero hay que comprender que esto no se hace de la noche a la mañana y tienen que pasar generaciones para que se pueda dejar atrás el uso maniqueo del vocablo y que se sume a un diccionario de igualdad. Por ejemplo, y esto lo sé gracias a un amigo afroamericano de ascendencia caribeña que trabajó en Estados Unidos antes de venir a España, la apropiación del término despectivo “Negro” (Nigga en inglés) por parte de los afroamericanos ha terminado en fracaso. Porque usar entre ellos el apelativo que emplean los blancos cuando hablan despectivamente de la población afroamericana, no se ha traducido, por más que hayan pasado treinta años, en que se le quite la connotación racial y de clase, y siguen siendo asociados a los bajos fondos, la delincuencia, la marginalidad o la drogadicción.

Por lo tanto, si bien puede ser interesante el poner el énfasis en el uso que hacemos del lenguaje, pero de ahí a validarlo porque es la canción de Eurovisión, va un trecho.

No conozco a ninguna mujer que le guste que le llamen “Zorra”, y creo que oír a todas horas como se avecina la cancioncita de marras es un martirio innecesario. Pero es que es más que eso, puesto que la representación nacional en Eurovisión sea “Zorra” puede que mande un mensaje a fuera de nuestras fronteras, pero también dentro, bastante perverso. No creo necesario explicarlo, salta a la vista.

Llegados aquí hay que hablar del contexto en el que se pretende la canción funcione como campaña: El festival de Eurovisión.

En primer lugar, por la propia puesta en escena que se replicará en Suecia. Bailarines ligeros de ropa, una cantante sexy que reproduce una vez más el ideal de sexualización de la mujer, y contoneos de índole sexual. Es decir, una vez más estamos ante una cosificación de la mujer, entendida como objeto sexual, a la que coyunturalmente se suma el hombre representados por los bailarines, que por otro lado no dejan tampoco de cumplir con el estereotipo queer. Por lo que son las apetencias sexuales del hombre, sea hetero o no, las que se satisfacen a través de las personas cosificadas en pantalla. Todo eso con el mensaje machacón de que “y qué si soy una zorra”, por lo que si de lo que se trata es de retirar la connotación negativa a la palabra “Zorra” y romper con los estereotipos impuestos por el heteropatriarcado y la opresión machista me parece que estaremos, como mínimo, ante un intento fracasado.

Por otra parte es preciso completar el cuadro del contexto. Eurovisión se ha convertido en un evento de amplio calado reivindicativo de los colectivos LGTBI, y es algo bien positivo, y que no tiene que ser sentido como excluyente. Y estos colectivos no deberían dejar que las mujeres se sintieran menospreciadas o incluso insultadas por una canción porque se le quiera dar una patina rompedora a una cosa que por lo de más, es bastante pro-sistema. Fundamentalmente, porque en esa barricada de sufrir la opresión del machito ambos colectivos están juntos. Y porque pareciera como si no fuera suficiente el machismo ejercido por los heterosexuales, también tuvieran que soportar el machismo ejercido por homosexuales o transgénero. Mucho cuidado con esto, porque esto laminó muchísimo la labor del Ministerio de Igualdad la anterior legislatura. Vuelvo a insistir en que dotar de derechos a un colectivo, no tiene que significar impedir que otro los obtenga, o que incluso los pierda.

Volviendo al propio festival de Eurovisión, al fin y al cabo estamos ante una verbena musical televisada en el que la parafernalia de la puesta en escena, los mecanismos y códigos aparecidos y las músicas, indumentarias, actitudes y temáticas expresadas no son más que la agenda heteropatriarcal, que huele a cerrao y que saca muchas de las peores cosas del país. Parece mentira que corriendo ya el siglo XXI tengamos que conformarnos con unas actuaciones musicales televisadas (no sólo la de “Zorra”) como las del evento del pasado sábado. Pero quizás si, sea por esto mismo por lo que cada año todo lo que rodea a Eurovisión es sinónimo de polémica.

Más si cabe en una edición como la que se avecina, con la presencia de Israel inmersa en una Guerra de ocupación y exterminio de la población palestina. La invitación israelí no se discute, porque claro, todos sabemos que “Eurovisión es un festival apolítico”, pero esto choca y mucho si recordamos el caso de Rusia vetada (al igual que en las competiciones deportivas) por su guerra y ocupación de los territorios rusófilos de Ucrania.

Me da mucha pereza tener que escribir esto para ordenar mis ideas, porque Eurovisión y el trato que RTVE da a la música me decepciona bastante o directamente no me interesa. Pero lo que no hay quien pueda comprender son las severas taras e hipocresías con las que tenemos que desayunarnos cada día. Más si cabe cuando estas lastiman o dañan a las mujeres.

lunes, 5 de febrero de 2024

Política ficción: La Independencia de León

 

Imagen de la manifestación convocada el pasado domingo 21 de enero de 2024.

 

Hace un año y medio ya escribí sobre la Región Leonesa y la necesidad y conveniencia de que se constituyera en la décimo-octava autonomía para dar algo de dignidad, futuro e identidad a las tres provincias del Oeste castellano-leones. Pues bien, hoy, con la legislatura ya funcionando y con la agenda de oposición mediática de la derecha fascista y ultraliberal puesta en marcha se han reactivado las cuestiones que discriminan a estos territorios. Por lo tanto, me he animado a juntar unas letras en un hipotético paso más allá: el de una propuesta de independencia y nacionalismo leonés que crearán una nueva nación-estado en la península Ibérica.

A estas propuestas reivindicativas que estos días han sido noticia, mediática en sus lugares, apenas un breve a nivel nacional, se suman las élites políticas y económicas de los territorios, como en el caso de Salamanca con su alcalde y su cueva de ladrones del PP. Por supuesto, lo hacen ahora para hacer ruido y oposición, cuando ha quedado claro que no van a tener en su poder los artefactos del gobierno central. No olvidamos que buena parte de los desvarios y despropósitos que sufrimos vienen por sus administraciones corruptas, inmorales e inútiles. A los que, ya seamos organizaciones, colectivos o personas individuales, nos encontramos desde hace muchos lustros reclamando oportunidades para estas tierras nos congratula poder sumar a las élites políticas y económicas de los terruños a las mismas, y sólo pedimos que respeten la identidad propia de estas reivindicaciones, que no las instrumentalicen burdamente por intereses particulares, y sobretodo, que si son coherentes se queden aquí cuando en la rueda turnista del poder representativo de las democracias liberales les toque gestionar lo de todos.

Pasado el mega-ciclo electoral de 2023, se han vuelto a animar los movimientos y plataformas de defensa y denuncia, las manifestaciones o propuestas en pro de la sanidad y la educación públicas, que sufren la desigualdad inherente del estado centralista españistaní, y la horrenda gestión autonómica del PP, ahora con los neofascistas. Pero fundamentalmente está resonando la reclamación por la restitución, cuando no creación directamente, de un servicio ferroviario digno para Salamanca, y también para todas las provincias del Oeste peninsular, vertebradas por aquel invento de la Ruta de la Plata.

Salamanca fue la primera ciudad y provincia de Castilla y León que perdió sus conexiones ferroviarias que no tuvieran destino a Madrid. Durante un tiempo incluso fue imposible ir en tren a Valladolid. Pero lo más importante es que perdió las conexiones a Norte y Sur con las provincias limítrofes. Para colmo, nunca estuvo sobre el papel la salida al Oeste hacia Oporto en un tren que por su sólo planteamiento salta a la vista ya sería rentable. Sin embargo, la falta de rentabilidad fue la excusa para que hace ya muchos años se eliminasen las líneas provinciales que conectaban la raya y las comarcas con la capital provincial. Hoy son vestigios de un pasado que ya no volvera, y las infraestructuras como el espectacular tren minero de las Arribes y la Fregeneda, o la línea Alba de Tormes-Salamanca son meras atracciones turísticas (El Tren del Hierro en el caso del primero, una vía-verde en el segundo).

De este modo Salamanca se sumó a otro buen número de ciudades y provincias maltratadas en la construcción del sistema ferroviario nacional como Cáceres y Badajoz, Asturias en sus comunicaciones con la Meseta, la región "Mudéjar" (Sur de Zaragoza, Teruel, Soria, Guadalajara, Cuenca e interior de las provincias de Castellón o Valencia).Y es que en España, tenemos un problema muy serio cuando con el dinero de todos se construyen y mantienen infraestructuras que solo sirven para que los habitantes de la capital central se muevan por el país a su antojo y el resto tengamos que jodernos, y o pasar por allí, o funcionar con el vehículo privado. Y no olvidemos que no hace tantos años, en realidad a penas unos viente, que las comunicaciones viales por carretera mejoraron en muchas de estas provincias, y en Salamanca en particular, al llegar la construcción de autovías (otras ciudades todavía no han tenido esa suerte).

Por lo tanto, no hay nadie con dos dedos de frente que sepa leer y contar que pueda defender mínimamente el estado actual de las cosas a menos que tenga intereses pecuniarios en la cuestión. “Tenemos” un país a dos, o más velocidades, con regiones (y sus poblaciones en muy diversas y desiguales escalas de oportunidades y aprovechamientos) acaparando todo el poder económico y el dinamismo social. Y en cambio, quedan otras, depauperadas, empobreciéndose, quedando como destinos turísticos pintorescos o de fiesta barata, cuya principal materia de exportación es el talento de sus jóvenes.

Solo con echar un vistazo a las estadísticas demográficas y económicas comparativas entre provincias y regiones para constatar empíricamente lo que está sucediendo y la necesidad y justicia de los planteamientos que reclaman estas infraestructuras.



Por poner en antecedentes las reclamaciones que desde Salamanca se están haciendo van desde la restitución del cuarto y quinto tren diario a Madrid (suprimidos con la excusa de la Covid-19) y mejora de la puntualidad de estos servicios. La re-apertura de la Vía de la Plata, es decir, el tren Gijón-Sevilla que de Norte a Sur recorría la zona Oeste del país, en una reclamación a la que se han sumado todas las provincias que han visto perdida esta conexión. También, y gracias en buena medida al impulso puesto por Portugal y por la UE de la creación de un tren entre Oporto y Salamanca (con extensión hacia Madrid). Y por último, también debido al interés del gobierno portugués y de la Comisión Europea de la puesta en marcha del Corredor Atlántico una infraestructura que busca generar un dinamismo comercial e industrial en el Sur del continente que equilibre el peso del eje del Mar del Norte, y que al igual que el Corredor Mediterráneo tienen que ponerse en marcha sin tener que pasar por el agujero negro del estado españistaní: Madrid.

El caso es que llegados a este punto yo me he puesto a reflexionar y a volver a calibrar sobre la idea de un movimiento nacionalista, instrumentalizado en forma de partido político, es decir, de fuerza electoral, sin marcar una agenda de izquierdas o de derechas. Este ejercicio de política ficción era una conversación habitual en mis tiempos de bachiller cuando con otras personas lúcidas y atentas nos conformábamos nuestra manera de pensar y observar el mundo. Quizás influenciados por el ejemplo de la burguesía catalana consiguiendo beneficios del gobierno central del mequetrefe de Aznar y su banda de ladrones y secuaces. Pero ahora también lo ha motivado la bastante desencantadora gestión del nuevo ministro de transportes, el ex alcalde de Valladolid, Óscar Puente. De momento mucho más centrado en su papel de azote de la oposición y de tuitero mayor del gobierno, Puente ha minusvalorado la trascendencia de las manifestaciones y reclamaciones expresadas, incluso teniendo en cuenta que sus compañeros de partido dentro del PSOE de Castilla y León las están respaldando.

Entre zasca y zasca le ha dado tiempo a anunciar una nueva mega inversión para ampliar el aeropuerto Madrid-Barajas Adolfo Suárez con una infraestructura que corresponde más a los intereses de las élites financieras y constructoras, de aquí y de más lejos, que a las necesidades de transporte.

Otra inversión que se cuenta por cientos de miles de millones para la capital cuando con "apenas" unos 400 millones las infraestructuras demandas por el Oeste del estado español se podrían poner en marcha. No sé qué indigna, cuando no encabrona más: El seguir perdurando un modelo de estado centralista que deconstruye España y que, por cierto, ha ido fatal para las propias aspiraciones del PSOE y de la izquierda; el que se siga apostando por un modelo de transporte absolutamente fallido, sobredimensionado, irracional e insultante en un contexto de cambio climático de origen antropocéntrico; o que estas medidas las haga un político salido de Castilla y León. Y me da bastante igual que sea una medida que anuncia y ha trabajado su antecesor.

Lo cierto, es que en buena parte de la opinión pública de Salamanca y de León este anuncio ha provocado indignación. Sobretodo en quienes como digo, llevamos años en organizaciones que claman por algo de inversión y dignidad para estas tierras y que vemos, que indistintamente quien gobierne se sigue dando una preponderancia a Madrid que va a seguir chupando juventud y riqueza de lo que tiene alrededor. Es que ya no es el coste de oportunidad perdido. Es que se afianza un modelo que si que de verdad rompe España.

En este sentido, hay que recordar que si ahora se han sumado el PP a reclamar trenes y líneas para León es más fruto de su estrategia de oposición ante los pactos del gobierno central con el independentismo catalán. Por lo tanto, poca o ninguna colaboración vamos a encontrar ahí, ni con unos ni con otros, lo que me lleva de manera inevitable a cobrar ejemplo y plantear, por qué no, una independencia de León.

Si el antiguo reino de León, con Zamora y Salamanca se lanzará una campaña que buscará una independencia para constituidos como nación-estado soberano poder tener más dignidad y oportunidades para sus gentes qué pasaría.

Imaginamos por un momento que estas reclamaciones encuentran acomodo en las regiones a Norte y Sur. Asturias y Extremadura. Comparten con nosotros algunos aspectos identitarios y culturales que han salvado montañas y valles, pero sobretodo compartimos ser parte de una España Maltratada, ignorada y pitorreada.

Sería un nacionalismo de la zona más pobre del país, a diferencia de los nacionalismos independentistas catalanes y vascos, planteados por las burguesías industriales de las regiones más ricas del país, punta de lanza en cuanto a dinamismo social y avance científico y técnico.

Renta por habitante año

 

Aquí quienes queremos ser un país somos los más pobres de España. Y a lo mejor queremos ser un país, o a lo mejor queremos integrarnos en Portugal, por qué no. La constitución actual de la península Ibérica bebe y mucho de las apetencias de una adolescente como era la infanta Isabel, la posterior católica, que en aquel momento no estaba destinada a ser reina de Castilla y que desecho casarse con el príncipe portugués, su primo segundo de parte materna, y si con el príncipe aragonés, también con el mismo parentesco. Quiero decir con esta anécdota histórica que muchas de las instituciones y realidades que hoy se dan por sentadas, tienen su origen en cuestiones bastante, cuando menos, azarosas.

Pero volviendo a la cuestión imaginada, qué pasaría si León pidiese la independencia (León, entendido como reino medieval casi mítico, junto a Zamora y Salamanca). De entre los factores que favorecerían la creación de este artilugio y consenso político podrían emplazarse dos: Uno, a nivel institucional, con la remembranza de las Cortes medievales de León, las primeras asambleas de carácter legislativo y participativo de la Historia europea, y que ya en tiempo, decidieron aspectos que tenían que ver con estas provincias, por lo que compartimos un pasado común. Y en segundo lugar, el sentimiento compartido de sentirse discriminados por Madrid y por Valladolid, por lo que se hace necesario un repliegue identitario entre quienes sufren las consecuencias de tales discriminaciones. Nos faltarían algunas cuestiones básicas a la hora de construir estados-nación, como una lengua propia y compartida, y a la vez, superar estos casi 50 años de colocación castellano-leonesa. Pero todo sería posible.

Pues sólo se me ocurre un caso moderno con el que comparar, el de un territorio más pobre que pide la independencia de otro más rico. Normalmente, insisto, son las naciones más ricas las que piden independizarse (Euskadi, Catalunya, Roselló, Córcega, Flandes en Bélgica, etc., quizás el ejemplo más disonante sea el escocés con respecto a Reino Unido).

El único caso similar fue lo que sucedió en los años 90 en Checoslovaquia a la caída del Muro de Berlín y del Comunismo. Poco más de un año después la clase política eslovaca atendía ciertas presiones populares para solicitar su independencia de Chequia. Había diferencias culturales y sobretodo económicas. Checoslovaquía había sido fruto de los acuerdos de Versalles tras la Primera Guerra Mundial y el acuerdo de Trianon en 1920 que desmembraba el antiguo Imperio Austro-Hungaro tras su derrota en la contienda. Todo el imperio se fracturó en diversos estados pequeños, con cierta cohesión interna a través del idioma, lo que condujo a la creación del estado de Checoslovaquia que aglutinaba no sólo a Chequia y Eslovaquia, sino también a Moravia y Bohemia (incluidos los condados alemanes de las montañas de los Sudetes que serían objetivo de Hitler en el Tercer Reich).

La nueva nación de Checoslovaquía deambuló sin coherencia interna antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial. Hasta 1939 la amenaza desde Alemania y desde Hungría marcó al país que al mismo tiempo se dividía entre comunistas en Eslovaquia y anticomunistas en Chequia, liderados por el sacerdote colaboracionista nazi, Tiso. En 1939, ante el avance nazi, Eslovaquia se constituyó en estado independiente comunista, pero su estatus sólo duro hasta 1945, cuando en la Europa salida de la Guerra se decidió consagrar Checoslovaquia que pasó a formar parte del bloque del Este regido por el partido comunista checoslovaco. Como digo el período comunista no funcionó a la hora de dotar de cohesión y fraternidad (a través de la clase trabajadora y la ideología socialista) al conjunto del estado, y se mantuvieron las aspiraciones de las dos naciones que estallaban cuando desde Praga se pedía democracia y libertad.

La caída del muro provocó que se fueran marcando las diferencias entre Chequia y Eslovaquia. La Revolución de Terciopelo en 1989 provocó la caída del régimen comunista colaborador con la URSS. Bajo un estado, Checoslovaquia, convivían dos repúblicas federales con claras diferencias económicas y sociales. El más dinámico, industrial, urbano y occidental Chequia y la más rural y agraria Eslovaquia. El resultado fue que las aspiraciones soberanistas de Eslovaquia fueron creciendo a medida que se plasmaban las mayores diferencias ante la apertura de mercados y la aplicación de liberalismo económico. De este modo, en julio de 1992 Eslovaquía se declaró como estado soberano.

Esto no provocó ningún conflicto con Praga que aceptó la situación y pasó a negociar abiertamente la independencia de las dos naciones en lo que se conoce como el Divorcio de Terciopelo. Finalmente se anunció para el último día de ese mismo año. A 1 de enero de 1993, República Checa y Eslovaquia eran dos naciones distintas y soberanas que se fueron incorporando a su ritmo, pero al mismo tiempo, a las instituciones internacionales como el Consejo de Europa, la OTAN o la Unión Europea. Por poner en comparación, basta el ejemplo coetáneo de Eslovenia y Croacia, las dos naciones más ricas dentro de la antigua Yugoslavia que proclamaron su independencia al mismo tiempo. Todos sabemos y recordamos lo que pasó.

Por este motivo, me parece tan significativo el ejemplo de Eslovaquia para una hipotética independencia del Reino de León (León, Zamora y Salamanca), ampliado a Asturias y Extremadura. No tengo ninguna duda de que las élites del estado españístaní aceptarían aliviados sin más un planteamiento así y se abriría el proceso de negociación. Evidentemente, todo tendría que hacerse con un buen respaldo popular, porque aunque los movimientos se planteen desde arriba, estos tienden a beber de las inquietudes y sentimientos de abajo.

Otra cosa es que desde Madrid una independencia de León, Zamora y Salamanca no se pudiera aceptar para no dar ejemplo a Euskadi y Catalunya, absolutamente fundamentales para mantener este chiringuito que es Madrid, digo España. Por lo tanto, quizás sería lógico pensar pese al loable ejemplo eslovaco, en caso leonés también hubiera hondanadas de hostias.

En todo caso, y valga como conclusión, me lo he pasado muy bien estas dos horas largas preparando y escribiendo estos párrafos, y espero sirva, para quien lo lea en pensar en lo que podría pasar, y fundamentalmente, en la necesidad ya imperiosa, de otorgar dignidad y futuro a las gentes y los territorios del Oeste peninsular. Lo necesitamos, lo queremos y lo reclamamos.


 


jueves, 1 de febrero de 2024

Cine, Historia y Arte: El Tormento y el Éxtasis

 


En 1965 se estrenaba The Agony and the Ecstasy, plasmada en castellano como El Tormento y el Éxtasis, película histórica de género dramático, ambientada en la Roma del Renacimiento italiano, en el siglo XVI (el Cinquecento) dirigida por el director inglés Carol Reed sobre un guión basado en la novela biográfica del mismo título publicada ese mismo año por el escritor norteamericano Irving Stone.


The Agony and the Ecstasy

Director: Carol Reed

Guión: Philip Dunne sobre un texto de Irving Stone

Año de estreno 1965

Origen: Estados Unidos, Italia.

Duración: 126 minutos.

Idioma(s): Inglés (IMDB, 2023).


 

 

La película tuvo una recepción limitada en su tiempo con un respaldo del público en taquilla modesto y de la crítica bastante frío, en un contexto para el cine norteamericano muy mediatizado por el gran éxito de las grandes producciones de época, los conocidos pupuls o películas ambientadas en la Antigua Roma, que mezclaban historia y epopeya en películas de aventuras con apariencia de dramas históricos.

Pareciera como si en aquel momento ni siquiera el extraordinario cartel con dos de los grandes nombres del cine del momento, Charlton Heston y Rex Harrison, hubiera podido animar a los espectadores a escoger esta película en un año en el que los premios les fueron esquivos bajo el fenómeno de Sonrisas y Lágrimas (junto a Doctor Zhivago, El Tormento y el Éxtasis son las dos grandes “damnificadas” de la película de Robert Wise).

Probablemente fuera el tema y muy especialmente el tono elegido para narrar la historia lo que marcó la primera andadura de la obra de Reed. Sin embargo, y con justicia, ha pervivido como una obra de culto, imprescindible para quienes gustan del buen cine, más si cabe de ese que te cuenta cosas con las que aprendes y con el que puedes filosofar. Una película que sin duda ha envejecido de muy buena forma, a la que no le pesan los años, ni siquiera en las interpretaciones (y tampoco en el doblaje al castellano, ya que para escribir esta entrada he visto la película primero en versión doblada, y luego la versión original).

En cuanto al tema no podría haber uno más trascendente y a la vez singular. Roma, 1508. Los Estados Pontificios se encuentran ante una encrucijada al ser hostigados por varias potencias europeas, y principalmente por la familia Borgia desde dentro de la península itálica. En noviembre de 1503 Giuliano della Rovere asciende al papado con el sobrenombre de Julio II y sustituye al fallecido papa Pío III quién sólo ocupó el papado 25 días tras la muerte de Alejandro VI, el valenciano de Xátiva Rodrigo de Borja (Borgia italianizado) que en conveniencia con sus hijos Juan, Pedro, Lucrecia y sobretodo César había despojado al estado papal de muchas de sus posesiones, en especial las marcas hacia el Norte (“pequeños” territorios asimilados por ciudades-estado y regidos por los ducados que eran empleados como campos de cultivo), para afianzar a la Casa Borgia dentro de la nobleza de la miríada de ciudades-estado y repúblicas italianas de la época.

Julio II se ve en la necesidad de recuperar todo el terreno perdido para los Estados Pontificios y al mismo tiempo de ganar poder para su apellido, por lo que su papado llevará una triple estrategia. Por un lado, ampliará los tentáculos de la política interna en la Iglesia y el estado papal (ambos lo mismo) empleando los tradicionales usos del nepotismo y el clientelismo para afianzar a familiares suyos tanto en la curia como en la nobleza italiana, sin obviar el empleo del matrimonio de conveniencia, la extorsión o las alianzas más insospechadas. Al mismo tiempo empieza una concatenación de guerras de defensa primero, y luego de expansión y dominio de los Estados Pontificios por toda la Península Itálica, pero con ramificaciones a Cerdeña, la Provenza francesa, el Sur de Alemania o incluso Navarra. Fruto de esta intensa actividad guerrera le lleva a fundar la todavía hoy presente Guardia Suiza. Su anhelo principal es unir a todos los estados italianos para lograr una unificación italiana bajo la fuerza aglutinadora de la religión católica, con Roma como capital y él como Rey. Esta actividad le llevó a grandes campañas fuera del Vaticano, liderando sus tropas y mostrándose al mismo tiempo como un gran estratega militar y un no menos diplomático manipulador, que sin embargo, a su muerte no había conseguido la unificación italiana, pero si restituir muchos de los dominios del Papado que sus antecesores habían perdido o usurpado. En cambio, su actividad eclesiástica y concilial se vio reducida a las órdenes para la evangelización del Nuevo Mundo dispensada a la Corona de Castilla, así como varios privilegios jubilares y de peregrinación, que más allá de la trascendencia simbólica, religiosa y cultural (esta última vista con perspectiva temporal) se debían a favores con los que comprar voluntades que se aliasen con sus intereses militares y personales en la causa italiana.

El tercer aspecto de su política como Papa es en el que se centra la película: Su legado potenciado a través del arte y su labor como mecenas.

Julio II fue un gran patrocinador del arte y el Renacimiento italiano. Sin duda, no se puede obviar un íntimo interés personal en el arte en la figura del papa, sobretodo por lo que sabemos de su etapa como Giuliano della Rovere, pero con su ascenso al trono papal la importancia de legar un patrimonio artístico y arquitectónico que pudiera competir con la pujanza de las ciudades-estado del Norte resultaba fundamental. Julio II envidiaba la belleza y dinamismo cultural de las Milán, Pisa, Bolonia, Parma, y por encima de todas ellas la Florencia de los Borgia.

Para ello Julio II adoptó bajo su protección a diversos artistas entre los que destacaron Rafael Sanzio y el florentino Miguel Ángel Buonarroti, y con ello lo que consiguió fue trasladar de Florencia a Roma lo mejor de la creación pictórica. Y este es el aspecto que recoge la película de Carol Reed a través de la biografía de Miguel Ángel escrita por Irving Stone. Y lo hace, primero sin obviar las otras caras del poliédrico personaje de Julio II y el contexto en el que se vio inmerso. Pero centrándose en Miguel Ángel da a la temática del arte, a su filosofía y trascendencia el peso necesario que hace a la película un ejercicio de arte por el arte, aleccionador y estimulante. En ese sentido, no deben dejarse atrás algunas características de este período histórico y artístico que son tratadas por la película. Fundamentalmente el humanismo como agente dinamizador de la cultura y el arte, y el interés por el estudio y comprensión del propio hombre, con su carácter individual y único y su pensamiento como ejercicio de libertad y porvenir.

Es preciso entender el Renacimiento italiano como el fenómeno cultural cuya emergencia entre el siglo XIV y XV supuso el cierre de la Edad Media (y de los valores que englobaba) y el advenimiento de la Edad Moderna con una nueva forma de pensar y expresarse. En un contexto de profundo cambio en el sistema de valores tradicional y en la propia estructura de poder, en las ciudades-estado italianas se avanzó en un movimiento nuevo, que venía a recuperar la Antigüedad gracias al gran impacto que causó el re descubrimiento de las obras de la Antigua Grecia y Roma. Junto a ello, la influencia decisiva del Humanismo como movimiento filosófico y de gran calado político y cultural, que propugnaba la posición central del hombre como medida de todas las cosas y la razón como valor supremo.

Pero dentro de esta conciencia humanista del Renacimiento y el Arte acabará ganando una consideración mayor. Lo que a principios del siglo XV era una idea de productores de obras como artesanos, no como artistas, se transformará con los nuevos movimientos culturales, filosóficos y estilísticos a obtener una mayor importancia y trascendencia, premiándose como artistas, donde el aspecto intelectual y psicológico de una obra tengan incluso más valor que la simple pericia técnica en su desarrollo. En esta nueva concepción que irá tomándose durante el siglo XVI cobra especial importancia el redescubrimiento de las obras clásicas, de la Antigua Grecia y Roma, que son tomadas como modelos y culmen de la perfección en la imitación de la naturaleza. Esta perfección será apropiada por la religión que verá en el Arte la forma más elevada de imitar la obra de Dios.

El estudio de la anatomía del cuerpo humano se vuelve fundamental y Miguel Ángel se demuestra como un esforzado y meticuloso observador, intrigado por trasladar los volúmenes, formas y gestos de cada músculo, cada torsión, cada hueso y cada nervio al mármol, y en menor medida, al lienzo o al muro preparado para la pintura. Se busca el naturalismo como verdad no sólo del propio cuerpo y naturaleza, sino también, y mucho más importante, de la grandeza de Dios y de la Iglesia que lo consagra. Lo que apenas un siglo antes sería tachado de impúdico, perverso y zafio, en el Renacimiento y bajo el talento de Miguel Ángel se sacraliza y celebra como expresión máxima de un Arte promovido bajo el amparo y el dinero del papado de Julio II. Un siglo después, en el contexto de la Contrareforma y su movimiento artístico propio, el Barroco, volverá a ser considerado inapropiado y de mal gusto.

La película comienza como un documental puro. Las primeras escenas son planos centrados sobre el Arte del Renacimiento italiano, con imágenes de obras arquitectónicas, escultóricas y pictóricas de algunos de los más grandes artistas de la Historia, tanto en Florencia, como en la propia Roma. Son comentadas por una voz en off que narra las características de las obras en tono didáctico, su trascendencia e influencias, por lo que las primeras imágenes en Roma sirven para recoger el legado clásico Romano y griego. Casi 10 minutos de metraje dispuestos como un documental parece que alertan al espectador de que no va a encontrar una película de ficción al uso. El tono es la otra gran característica de la película y es que una vez entrada en materia dramática no deja de lado un marco pedagógico y formativo en el que se complementan tanto los diálogos, como las imágenes donde gana un protagonismo inesperado, pero para mi absoluto, la ambientación de las escenas.

Hoy en día ya estamos acostumbrados a recreaciones digitales que plasman la ambientación de los escenarios en pos producción sobre las actuaciones de los intérpretes filmadas con un fondo en croma verde. Los artesanos son por lo tanto, los diseñadores gráficos y animadores que con ordenador y lápiz magnético adelgazan el peso presupuestario y de las producciones al mismo tiempo que diseñan planos de imaginaciones imposibles coreografiadas por las nuevas tecnologías.

Evidentemente en 1965 no se disponían de estos medios, y siempre quedará la duda de si ante el advenimiento de su uso, las formas de hacer las películas y esta en particular, no hubieran sido distintas. En aquella época, y en realidad de forma generalizada hasta hace unos 15 años, las filmaciones se llevaban a cabo tras laboriosas y cuantiosas horas de trabajo de artesanos carpinteros, pintores, albañiles, iluminadores y constructores que creaban en estudio aquello que se quería recrear para que ejercieran como decorados propios y auténticos a las interpretaciones actorales, por lo que se dice y con acierto, que el camino entre el dramatismo del teatro y del cine era mucho más reducido que hoy en día.

En El Tormento y el Éxtasis no es una excepción y todos los planos interiores, y algunos de los fondos en exteriores fueron recreados por artistas que quizás impulsados por el recuerdo del gran Miguel Ángel, compusieron su arte para poder representar la vida y obra del genio florentino.

La Capilla Sixtina fue recreada a escala 1x1, es decir, tal cual es en la realidad, en los estudios Cinnecittá de la capital italiana. Lo mismo para el resto de interiores, entre los que destacan las estancias palaciegas del Vaticano, el claustro de un palacio nobiliar, el alojamiento y patio de Miguel Ángel, o la taberna que dio cobijo a una de las escenas más potentes de la película.

En cuanto a los exteriores, se recreó la Roma del Cinquecento a base de cartón-piedra y pintura basándose en las fuentes que bien podían ser las obras pictóricas de paisajistas de la época como Venanti o Panianni o de los textos de Bramante, Vasari, Condivi, el De pictura de Alberti o del propio Miguel Ángel. Muy celebrada e inolvidable son las escenas en las canteras de Carrara donde el Buonarroti se refugiaba, y donde tras su primera huida sobre el encargo de la Capilla Sixtina recibe la inspiración para acometer su obra maestra.

Y es que la espectacular y acertada ambientación no sólo se conseguía en base al trabajo artesano de carpinteros y pintores, sino que el papel de los asesores, como historiadores, tanto del período renacentista, de la política de los Estados Pontificios o del Arte resultaba fundamental. Volviendo a la actualidad, vivimos un tanto asqueados ante tanta propuesta fílmica en todos su formatos que desprecia el trabajo de los historiadores y desecha las verdades conseguidas a base de estudio de las fuentes y rigor científico multidisciplinar. Pareciera hoy en día, que es más importante la espectacularidad, los efectos digitales y de sonido o cumplir con la agenda oculta o no sobre revisionismos queer y multiculturales, que contar la Historia (y la historia) como es y fue. Se trata de presentar el cine y la televisión como volubles pastiches que entretengan y apenas formen a los espectadores. Que los idioticen a base de repeticiones y clones donde una teta, un beso lésbico o un personaje de color sean la nota anecdótica con la que quedarse por encima de la historia que nos quieren contar. Cuando es evidente que mostrando la verdad de los hechos es la mejor forma de plasmar las contradicciones e hipocresías del sistema que tanta desigualdad ha acabado desparramando y tanto odio provocando.

Por eso, tan potente y trascendente es El Tormento y el Éxtasis porque a base de ambientación, trama e Historia es con lo que consigue construir un relato que se antoja muy fidedigno a la realidad histórica para darnos a conocer, a todos, la verdad sobre la época, los tiempos, las instituciones, las personas y los personajes tratados. Eso sí, como aviso a futuros historiadores aficionados o no, no sobra decir que no debe tomarse una película de ficción, incluida por muy cercana que esté esta misma a los acontecimientos, porque habrá claro-oscuros, cuando no errores flagrantes que impidan ser tomadas como una fuente fidedigna del hecho histórico que quieren representar.

Volviendo a la película, son de destacar en esta línea las interpretaciones de todos los personajes, pero en especial la de los dos protagonistas que se lanzan a un duelo interpretativo de máximo nivel. Si el siempre limitado Charlton Heston destaca en su papel de Miguel Ángel, empleando los clichés con los que el Presidente Vitalicio de la Asociación Nacional del Rifle, construyó su Judea Ben-Hur o su posterior coronel Taylor de El Planeta de los Simios, lo que hace Rex Harrison dando vida a Julio II es un auténtico ejercicio de veracidad y humanidad para dar vida a un personaje que ha pasado por la Historia con un legado de absolutismo todopoderoso. Los diálogos entre ambos adquieren una trascendencia y vigor muy notables y una complicidad ante la cámara máxima, más si cabe cuando te enteras y lees que la relación personal y profesional entre ambos era nula debido a sus diferencias políticas y de la tendencia al divismo de los dos. Lo cierto y lo bello es que acabas de ver la película y te quedas maravillado ante el despliegue de estos dos actores y con la sensación de conocer como era aquella relación entre mecenas y artista en la Italia del Renacimiento, sin duda el período artístico y el lugar más importante en la Historia del Arte.

Hay que destacar que cómplices de los dos actores y de todo el equipo artístico de la película fueron los asesores históricos que complementaron el trabajo de Irving Stone en la redacción de la obra original, en el guión adaptado de Phillip Dunne y en la escenografía montada por el italiano Dario Simoni.

Como se decía un par de párrafos arriba la película se rodó en Italia y la propia implicación de Irving Stone como productor garantizó que en la pantalla se transmitiera lo que se sabía sobre la vida y obra de Miguel Ángel y el contexto histórico de aquellos turbulentos años con máximo rigor y veracidad.

Fruto de estos compromisos colectivos son escenas en las que se enseña como eran las técnicas y tecnologías con las que se surtía y construía el Arte en la época. Realmente son admirables por la fidelidad histórica muchos aspectos de la película y las licencias que los autores toman son casi nulas a tenor de lo que cuentan algunas de las fuentes consultadas. Y es que entienden que el dinamismo narrativo no tiene porque verse comprometido porque se aplique más o menos verosimilitud a lo que se quiere mostrar al espectador. De este modo, algunas escenas como todas las que muestran el proceso de elaboración de las pinturas de la Capilla Sixtina son un manual en vivo de cómo se ejercía el Arte en la época. No sólo en la más visual como pueda ser la elaboración de los andamios, siguiendo las instrucciones que el propio Miguel Ángel dejó escrito en sus tratados. Es que además se toma su palabra para crear en taller las mezclas de colores y pinturas con elementos naturales originales, por lo que los artistas que iban recreando el trabajo del florentino en la réplica en la ciudad del cine italiana, lo hacían siguiendo los mismos patrones y técnicas que en el auténtico.

Más impresionantes son las escenas en la cantera de Carrara donde Charlton Heston trabaja como un cantero más. Se enseña el trabajo colaborativo y sincronizado de cientos de personas para extraer de la roca las voluminosas placas de mármol, fragmentando la roca viva y valiéndose de la física para separarla y luego poder ser acarreada ladera abajo hasta que entra en la siguiente fase productiva para generar las planchas más pequeñas y transportables, muchas de ellas con sus características relativas a tamaño, color y vetas a petición de los artistas, como le recuerda un trabajador a Miguel Ángel sobre el mármol colosal del que deberá sacar su Moisés.


El Moisés, obra central del conjunto escultórico de la tumba de Julio II en la iglesia de San Pietro in Vincoli, de Roma. Foto tomada por Ángel Luis Domínguez, diciembre 2023.

 

Y es que la película se va a centrar, y a diferencia en la obra biográfica de Irving Stone que lo hace sobre la vida de Miguel Ángel, en el proyecto de los techos de la Capilla Sixtina que Julio II le encargó en 1508. La magnitud de la empresa provocó severas discusiones entre ambos dado que para Miguel Ángel la pintura era un arte menor en comparación con la escultura, y apenas le motivaba la propuesta que le hacía abandonar el para él mucho más estimulante encargo de la tumba del propio papa. Las dificultades técnicas de tener que trabajar a más de 20 metros de altura en un espacio que consideraba “poco más que un establo, indigno para la casa de Dios” que había sido ordenada construir por el Papa Sixto IV treinta años antes, sobre una superficie abovedada y salpicada por hasta 12 pechinas que requerían trabajos singulares en cuanto a la perspectiva y profundidad de la obra, se complementaban con los requisitos temáticos e iconográficos que el propio Julio II le encomendó. A regañadientes Miguel Ángel comienza la obra, pero pronto huye y desaparece de Roma abandonando la magna tarea y refugiándose, como se ha dicho en las canteras de mármol. Julio II entra en cólera y ordena su búsqueda al tiempo que batalla por toda la península Itálica y más allá en sus campañas militares.

En Carrara el intimista Miguel Ángel recibe la inspiración para pintar el techo de la Capilla Sixtina, por lo que vuelve para pedir el perdón del Papa. Un perdón visto desde el punto de vista personal entre mecenas y artista, sin connotaciones religiosas, y emprende la obra, re-haciéndola a su gusto completamente. Así durante 5 años y hasta 1512, con alguna que otra crisis personal, Miguel Ángel ejecuta la obra ante la presión de su promotor, Julio II quien le va preguntado “¿Cuándo acabarás?” y recibiendo por respuesta el célebre “¡Cuándo acabe!”.

Absolutamente trascendental es la escena en la que varios cardenales ojean el trabajo del Buonarroti y se muestran encolerizados por la falta de clasicismo, naturalismo y pudor de las pinturas de Miguel Ángel que ya exhibe toda una fuerza de cuerpos expresivos, abigarrados, de musculaturas exacerbadas y en movimiento que plasman la acción para mostrar los textos del Génesis, La Creación, La Relación de Dios con la Humanidad y La Caída del Hombre. El diálogo entre Miguel Ángel y los cardenales con las miradas impasibles de un Julio II atento y que dejó hablar componen un absoluto testamento artístico y vital de obligado aprendizaje para quien le interese la esencia del proceso creativo y su trascendencia.


Forma parte del retrato psicológico del personaje de Miguel Ángel, en el que el misticismo, la religiosidad, el sentido del arte y un compromiso irrompible con su propia coherencia y sentir del hecho artístico construyen la prosopopeya que lleva a cabo con acierto Charlton Heston. El agotamiento físico, emocional y psíquico del trabajo artístico, con su componente filosófico, se muestra en toda su crudeza. El talante polifacético, auto exigente y entregado del artista aparece reflejado por la multitud de proyectos e ideas que atesora, que le dejan agotado, que abandona y retoma, y que quedaron incompletos. Un amor al arte y a la vida, pero también a la religión y a una fuerte convicción cristiana que traslada a su observación y recreación del cuerpo humano, fruto más perfecto del amor y la generosidad de Dios. Todo ello bajo un carácter impetuoso, arrebatador y torturado de máxima implicación en cada uno de los proyectos que le apasionaron y pasaron por ante sus ojos, incluida su propia vida.

Al final, y no hay espoilers que valgan porque la película transcurre fiel a la historia, Miguel Ángel cumple el encargo y maravilla a Julio II quien no le exonera de sus responsabilidades para que volviese a Florencia, sino que le encarga la decoración de la pared Oeste donde va a ir El Juicio Final, desechando la primera idea de encargárselo a Rafael Sanzio.

Miguel Ángel sobrevivirá a su patrocinador y antes de marchar de Roma podrá completar su relación personal con su mecenas, esculpiendo el maravilloso conjunto de la tumba de Julio II, en cuya parte baja está el colosal Moisés que hoy se exhibe en la iglesia de San Pietro in Vincoli.

En definitiva y como cierre no dejéis de ver esta película y atesorarla como merece: Una obra de arte sobre el Arte, hecha con compromiso de rigor y veracidad, con intención pedagógica y en esencia como un tratado sobre el Renacimiento, los Estados Pontificios y sus dos personajes principales, el papa Julio II y el gran artista Michelangelo Buonarroti.




Las imágenes del colosal trabajo de Miguel Ángel son del propio Vaticano como poseedora de los Derechos de Imagen.



BIBLIOGRAFÍA

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martes, 14 de noviembre de 2023

El tiempo de las bestias

Si todo va como debe el próximo jueves Pedro Sánchez será reelegido presidente del gobierno después de aunar los apoyos parlamentarios necesarios para lograr la mayoría, tras las elecciones generales del pasado julio. Lo hace a través de una mayoría que no sólo suma más parlamentarios que los partidos que se van a oponer. Además suma más votos en comparación. Y será presidente con un respaldo en número de diputados y de votos (sumados los de todas las fuerzas que apoyan la investidura), mayor al que tuvieron en el segundo y cuarto gobierno de Felipe González, que el primero de José María Aznar, o que los dos de Mariano Rajoy. Digo esto por poner un contexto.

Toda la sesión de investidura va a estar oprimida por la violenta y excesiva respuesta de la ultraderecha política, económica, mediática y cultural de este país, exacerbada tras unos resultados electorales peores que los que ansiaban y esperaban, y de la frustración del candidato Feijoo (si el más votado) pero que ha sido incapaz de lograr la investidura consiguiendo los apoyos que fueran necesarios. Felipe VI, el preparao, cometía un error de bulto que habrá que pasárselo en la cuenta al proponer un candidato que no reunía un mínimo de apoyos y voluntades que permitieran articular su mayoría parlamentaria hasta el umbral de los 176 diputados. El Rey, con apenas unas charlas, la más larga de una hora y viente minutos y varias por debajo de los 10 minutos, proponía al candidato del Partido Popular con el único aval de ser el más votado y fijando unas sesiones de investidura que hacían improbables los pactos. No tenía obligación el monarca de hacerlo, tal y como muchos expertos en derecho constitucional han remarcado, y si que podía haber citado una segunda ronda más adelante. Si lo ha hecho cabe suponer una intencionalidad que quizás, ya viendo como estaba el panorama la noche electoral, buscase legitimar un argumentario que sustentará el relato. No es poca cosa el ser el más votado, pero ni la institución monárquica, y muchos menos el país, estamos para perder el tiempo por los favoritismos de un monarca que ejerce en un plano absolutamente irreal. Como digo con esta decisión ha acercado el final de la arcaica monarquía borbónica y ampliada su imagen con un halo reaccionario y ultra conservador que no debería de existir, o al menos expresarse públicamente una y otra vez, en una institución que debería de ser todas y todos. Lamentable, como digo, pero una buena noticia para quienes ansiamos República.

El ambiente de estas semanas es el de una ola pregolpista y de exacerbación fascista. El acuerdo de Sánchez y Puigdemont ha sido el último en llegar y el imprescindible para garantizar la investidura. Y ha hecho hiperventilar a todo el fascio patrio que ve como se aleja la posibilidad de gobernar y sobretodo, de hincar sus corruptas y amorales manos en la segunda parte de las ayudas europeas del Plan de recuperación. Esa es la realidad de tanta provocación y tanta marcha de cayetanos y “señoros”, y “señoras”, de la manita de ultras de aquí y de allá, exhibiendo banderas preconstitucionales, cuando no abiertamente fascistas, y exudando una caterva de lemas e himnos que van del más rancio historicismo de derechas, a la liturgia eclesiástica más funesta. Pasando por composiciones lisérgicas que apestan a estulticia. Piden respetar un supuesto orden constitucional (cuando se decidió desde arriba limitar la soberanía nacional para gusto de los bancos alemanes no vi yo estas manifestaciones), y a la vez levantan la manita, cantan el Cara al Sol o vivas a Franco y a Hitler.

Está de moda ser facha y ahí tienes a las nuevas generaciones desfilando de la mano de las fuerzas vivas del falangismo. Haciendo apología de su clasismo, su intolerancia, su racismo, su xenofobía, su machismo, su incultura… Y fundamentalmente mostrándonos una vez más que este país es su cortijo y no admiten no tenerlo asido por la pechera para intimidarlo y vaciarlo.

Al final todo esto va de eso. De no saber perder. No va de la Amnistía que por otro lado es una manera de reconducir la situación de Catalunya. No hay que perder de perspectiva que en 2006 el PP de Mariano Rajoy ya hacía gala de su control judicial y mandaba a un Supremo, copado por sus representantes judiciales, para que echarán para atrás el Estatut que el pueblo catalán pactó y votó en masa aquel año. De aquellos polvos parte de estos lodos. Porque no cabe duda de que lo de la unidad de España les da igual a estas élites cleptómanas pero es un muy buen argumento para soliviantar a las huestes unineuronales que se tragan sin rechistar lo que les digan. Y más si tienes la baza de unas instituciones judiciales politizadas, y encima por los tuyos. Por lo que pueda pasar en la sucesión de cargos contra corrupción.

Yo no estoy precisamente a favor de una Amnistía que vaya a “perdonar” a líderes políticos que hayan cometido delitos adminstrativos a la hora de proveer de recursos el referéndum del 1 de octubre. Si que estoy a favor de que se despenalice a las personas que sufrieron, primero toda la violencia policial y después la persecución judicial y mediática de matones a sueldo reconvertidos en jueces y periodistas. No puede aplicarse la apisonadora de un estado coercitivo a 2700 personas que lo único que querían ese día era votar. La elección era lo de menos. O somos demócratas todos los días o ninguno. Esto no es un uniforme que te puedes poner un día y quitártelo al siguiente. Tampoco he estado de acuerdo y ni estoy de acuerdo con las amnistías “que han perdonado” a los defraudadores fiscales. A todos los mangantes con pulserita en el brazo y lacito en el audi, con la bandera de españita, que nos dicen como tenemos que obrar y vivir los demás, mientras ellos se han buscado las triquiñuelas para pagar menos o directamente, no pagar lo que les corresponde. Y sin embargo, esas amnistías e indultos se han venido realizando en gracia a corruptos, asesinos del G.A.L., o hasta incluso violadores, y “nadie” se había quejado. Y no hablemos de la Ley de Amnistía del 77 que permitió que pasarán a ser "demócratas intachables" los torturadores, políticos y militantes franquistas.

Por qué, ¿cómo pretende la derecha fascista de este país que España no se rompa a base de aplicar violencia y negar la identidad de los ciudadanos que sienten otra nación? Incluyo aquí a los muchas y muchos que conozco, que se sienten españoles, pero a la vez catalanes, galegos, vascos o valencianos. ¿Qué clase de país pretenden “construir” a base de mordazas, porras y cadenas? Ya lo conocemos, lo tuvimos 40 años de dictadura y más de 45 de tibia socialdemocracia liberal

Y sin embargo a menos de 48 horas de que se llevé a cabo la investidura, las calles están ocupadas por los ultras tratando de amedrentar a todos, especialmente a los militantes del PSOE en sus sedes, sus políticos y a su líder Pedro Sánchez. Con la policía reaccionando como dóciles corderitos ante alteraciones gravísimas del orden público, con y sin autorización, y que contrastan con la violencia cargada contra los manifestantes de izquierdas, que nos las hemos visto con sus porras, sus cascos y sus tanquetas. No olvidamos la violencia desatada en Cádiz en las protestas de los trabajadores del metal, en Catalunya el 1 de Octubre o en los desalojos de las plazas del 15M, en las marchas de la dignidad, en las luchas contra el Plan Bolonia. Tampoco vamos a olvidar esta convivencia tan pacífica y dicharachera con esta extrema derecha de parásitos, haraganes y ultras. Queda apuntada con la de las “protestas” de los pijos durante confinamiento de la covid.

El relato es el de amedrentar a todas y todos que no pensamos como ellos. Que somos demócratas. Antifascistas. Que somos clases trabajadoras hartas de ser explotadas por parásitos fascistas e infrarepresentadas por un sistema político liberal y burgués diseñado para usurpar poder y perpetrar la extracción de riqueza. La amenaza a la voluntad popular esta ahí. Como en el asalto al Capitolio o la Batalha de Brasilia. Una ola fascista que es necesaria erradicar en todos los frentes.

Tampoco ayuda tener todos estos meses tras las elecciones a todo el escenario de políticos de extrema derecha y de derecha extrema de este país recitando una y otra vez “Qué Sánchez está haciendo un golpe de estado”, “qué es ilegítimo” y toda esa sarta de mentiras, sandeces y burradas, y que ni un sólo periodista (bueno sí, un par de ellos) les hayan plantado cara y desmentido en vivo y en directo. El periodismo patrio tendrá que pagar estas afrentas y esta absoluta dejación de sus funciones como pilar del sistema democrático.

Pareciera como si los Feijoo, Ayuso, Almeida, los fachas de vox y los gilipollas abducidos que les siguen no supieran como funciona el sistema de partidos, el sistema parlamentario liberal. Exigían que en el PSOE les prestarán o se saltarán la disciplina de voto 5 diputados díscolos para facilitar la investidura de Feijoo. Pues mira tú, que si la situación fuera tan grave, ahora podían haber prestado 7 al PSOE para evitar el pacto con Puigdemont. Pero efectivamente quizás no conozcan el funcionamiento jurídico y político del sistema parlamentario, pero por lo menos se espera es que los medios, fueran de comunicación y no de intoxicación y fueran lo suficientemente responsables para denunciar esta sinrazón y no darle más altavoz.

Y mientras la izquierda estamos en casa. Llevamos demasiado tiempo sentados, quedándonos en casa, y delegando la acción en favor de unos políticos que nos llamaban al resto casta y que se han pertrechado en una pseudo organización que para lo único que ha funcionado es para fagocitar toda la fuerza y trabajo que se volcó con el 15M.

Ahora, 12 años después los que viven “su marcha indignada” es la ultraderecha, con el beneplácito, faltaría más, de esas fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, judicatura y grandes medios, y mediocres medios de opinión fascistas, todos unidos en insultar a la inteligencia, deslegitimar los procesos electorales y su propia Constitución.

Es todo tan ridículo que acusan de golpistas y antidemocráticos a los demás, y hoy, si hoy, el PP se ha valido de su mayoría en el Senado para cambiar el reglamento, antes de que empiece formalmente la legislatura, para torpedear toda la acción ejecutiva del nuevo gobierno. Y los unineuronales de Vox piden al Supremo que se inmiscuya en el proceso reglado de la investidura, cagándose en Montesquieu y en la separación de poderes. Qué dictadura más rara esta de Perro Sanxe. Es que es todo así de denigrante. Para esta gentuza la democracia sólo es si la ganan y les sirve para seguir oprimiendo al pueblo.

Este ambiente pre-golpista no es nuevo. Se dio en el 36. Y llevamos viendo como se inflama en las tertulias y las redes sociales desde que en 2018 viendo como estaba el PP, alguien decidió financiar a un partido de extrema derecha para que dejara de ser residual y verbalizara lo que la derecha franquista institucionalizada no podía decir. Y también decidió que ese partido apareciera a todas horas en tv escupiendo su odio. Y como se ejecutan acciones y mensajes que favorecen al más violento y reaccionario. Con la excusa de la libertad de expresión se han colado mensajes de odio que desde el primer momento había que haber sacado de antena. Ahora ya son imparables.

Hay que ver cuánto va a durar este gobierno y legislatura con el umbral del proceso electoral en Catalunya para finales de 2025, pero el del País Vasco el próximo verano.

Mientras tanto, y como decía un par de párrafos más arriba, en la izquierda real estamos que no sabemos qué hacer. Digo yo, ¿no deberíamos estar plantando cara a los radicales ya sean pijos, nostálgicas, "opinadores" incendiarios, ultras, medios, policías, guardias civiles o jueces? ¿Por qué permitimos que acosaran a la familia de un rival político, solo por ser rival político? ¿Por qué estamos dejando desiertas las asambleas en este momento? ¿A qué esperamos? ¿Vamos a dejar a que suceda algo desagradable o tenebroso? Y si sucede, ¿vamos a hacer algo y luchar por nuestra dignidad y libertad?

 

 

A todo esto nos ha dejado un hombre bueno: Aníbal Vázquez, alcalde de Mieres, por Izquierda Unida. Aquí tenéis a todo su pueblo despidiéndole y valorando la vida y compromiso de un hombre que hacía política para los demás, para el patrimonio de todas y todos y para las clases trabajadoras. Qué la tierra te sea leve, compañero. 


Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...