lunes, 2 de octubre de 2017

2 de Octubre, ¿y ahora qué?



  1. La victoria del relato del 1 de Octubre es para los Independentistas catalanes, personificados en Puigdemont y Junqueras, en la unión del PdeCAT (antigua y corrupta CIU) y Esquerra Republicana.

    El Procès como ruta hacia la Independencia y como huida hacia adelante de una burguesía catalana acorralada por su propia corrupción, ayer tuvo su momento culmen.

    La represión y la violencia ejercida por el Gobierno central del Partido Popular sobre los ciudadanos y ciudadanas que deseaban ejercer su derecho al voto, aunque fuera en un referéndum ilegal, sin garantías, han dado lo que el independentismo buscaba: La superioridad moral frente al centralismo (franquista) español y su posición como víctimas ante la opinión pública internacional. 

    El pueblo, volvió a ver su sangre correr por las calles, entre la cerrazón y la opresión de unos gobiernos catalán y español, que enemigos, se retroalimentan, y que son aliados cuando se trata de dinero.

    El resultado del referendum, evidentemente no puede ser tenido en cuenta, ni servir de coartada para una declaración unilateral de independencia. El gobierno central trabajo con ahínco para hacer que no tuviera las mínimas garantías (censo constituido, formalidad, campaña, urnas, papeletas, etc.), y ya son evidentes los casos de ciudadanos que votaron y votaron cuantas veces quisieron.

    Si se plantea ese siguiente paso en la hoja de ruta independentista, no es para respetar la opinión del pueblo expresada en el referendum, sino como parte de la estrategia de la antigua CIU en su huída hacia adelante.
  1. Mariano Rajoy y su gabinete de gobierno con el reprobado por el Parlamento, Ministro de Justicia, y con el sustituto del también reprobado de Interior, han demostrado, una vez más, su inoperancia y/o su ausencia de sentido de estado, únicamente preocupados por salvar su corrupto cuello.

    Fueron Rajoy y el Partido Popular quienes crearon este problema, negando el derecho a un nuevo Estatut, para el pueblo catalán. Y fueron ellos quienes durante los últimos 5 años, lejos de tender puentes se dedicaron a levantar muros.

    La vergüenza que pasamos ayer al ver como se apalea a la gente por el simple hecho de querer expresarse es el epíteto del gobierno reaccionario que surgió tras la estafa llamada crisis económica, en un contexto de descalabro socialdemócrata y comienzo de una revolución social. 

    No hay más salidas que la dimisión de este sin vergüenza, amoral y corrupto y de toda la banda de delincuentes de la que se acompaña. Y si no tiene la decencia de dimitir, que un Parlamento libre de ataduras y cortoplacismos de partido, los echen.

    Lo que le ocurra al Partido Popular me importa una mierda, pero no estaría mal que si hay alguien demócrata ahí adentro empiece a depurar responsabilidades y destierre a estos criminales que han usado el patriotismo para lucrarse.

  1. El Partido Popular ha usado con intereses claramente partidistas los medios como las fuerzas del orden, la judicatura nacional y la Constitución. El resultado es un deterioro masivo en el ya de por sí precario edificio democrático español. La solución no puede ser otra, que un proceso constituyente, abierto, tutelado y en el que nuevos actores, pero sobretodo la sociedad civil se empoderen y den respuesta.

    No sólo hablo de soberanismo, unidad territorial, administrativa o forma del Estado. También de justicia social, progresividad fiscal, lucha contra el fraude y la corrupción, seguridad nacional y derechos sociales como Sanidad, Educación, Servicios Sociales o cultura, garantizados y protegidos.

  1. Antes de los palos, las pelotas de goma, las cargas, las víctimas ensangrentadas y los huesos rotos, hemos vivido semanas en las que se perseguían urnas y papeletas, se cerraban imprentas y diarios; se llamaban a declarar a alcaldes bajo la previsión de cometer un delito que ni siquiera existe en el código penal; un poder judicial, politizado y a sueldo de la más rancia derecha, inventándose delitos y aplicando la brocha gorda sobre el rival; se destapaba las labores del antiguo ministro de Interior, para con una policía secreta utilizar recursos públicos para debilitar a rivales políticos,... en definitiva, un derrumbe de esta supuesta democracia, que no puedo acabar de otra forma que no sea el desescombro y la cimentación de un nuevo pacto democrático para Catalunya, pero también para España.

  2. De entre los partidos “constitucionalistas” se hace necesaria una reflexión interna seria: O ayudan al cambio y al progreso de éste país, echando lo primero de todo a los corruptos del poder, o se convierten en cómplices de la barbarie y el sin sentido al que nos están llevando.

    De Ciudadanos, movido por su egoísta interés, sólo busca unas elecciones en Catalunya, porque creen que tienen buenas perspectivas allí, poco o nada se puede esperar.

    Del PSOE, inmerso aún en su guerra interna, entre unas élites integradas en el pactismo neoliberal y postfranquista y unas bases eminentemente socialistas, con un líder, Pedro Sánchez, que se ha demostrado, de nuevo, sin carácter, ni capacidad para proponer una alternativa.

  1. La izquierda. En primer lugar, repulsa con la violencia del estado para con quienes querían únicamente votar; Después, alternativa de gobierno hacia un proceso constituyente que nos devuelva dignidad y seguridad en nuestros derechos sociales. Tercero y último, entender y no olvidar en perspectiva que el franquismo sigue ahí, y que el neoliberalismo, nos está llevando a la ruina en todos los órdenes de la vida, y que el PdeCAT ya demostró con quien está cuando se trata de dinero.

  2. A la policía y la guardia civil que han vuelto a robar libertad, recordarles que también es Constitución, el derecho a la vivienda, al trabajo digno o a tener una sanidad y una educación públicas y de calidad. Si se hubieran aplicado con la misma vehemencia para defender esos derechos civiles, seguro que estaríamos mejor.

  3. Al pueblo catalán, recordarle que los Mossos, hoy investidos en héroes, fueron quienes desalojaron con la misma violencia que ayer se vío, la Plaza Catalunya en el 15M, o los que tienen casos de torturas en sus comisarias, sin apenas haber hecho un acto de contrición, perdón y repulsa. Si mañana, en un estado soberano catalán, hay que defender derechos sociales, serán ellos los que carguen las porras.

  4. El 1 de Octubre sirvió además para ver, una vez más y van unas cuantas, el absoluto deterioro de los medios de comunicación tradicional, absolutamente sobrepasados, únicamente preocupados por dar gusto a la mano que los alimenta. La comparación con los medios extranjeros, que si han sabido actualizarse y defender el periodismo como arma democrática, es grotesca.

  5. Dentro de la escalada de respuestas reaccionarias que el PP, desde el Gobierno y desde los medios, han elaborado estos meses para contra Catalunya, no se puede obviar el uso, sin tapujos ni vergüenzas de la extrema derecha española, latente y franquista.

    El peligro está ahí y ya es el momento de denunciar y luchar para erradicar a esa escoria humana que no cree en la igualdad de derechos.

  1. Que con todo lo relatado hasta ahora, el Rey, el Jefe del Estado, no parará su agenda de vidorra a costa del esfuerzo de los demás, para hacer una declaración pública, que apaciguará, que sosegará, que indicará un camino de diálogo y negociación demuestra su propia inoperancia e inutilidad.

    Sobra. Él y toda la arcaica institución, que siguiendo el que calla otorga, se mostró ayer de acuerdo con las acciones represivas y violentas llevadas a cabo para impedir la expresión de un pueblo.

    No hay otro camino que no llevé, dentro de esa reforma constitucional, o nueva Constitución, para España, o lo que quede de ella, a una República. A una jefatura del Estado, elegida por los ciudadanos y ciudadanas, y que se amolde a un escenario plenamente democrático, en el que tenga que rendir cuentas, y en el que queden plenamente descritas las funciones, la autoridad y la ética y moral con la que tiene que funcionar la presidencia de una República, la jefatura del Estado.

  1. La solución para Catalunya y para el estado español es clara: Diálogo y negociación con supervisión internacional e imparcial refrendada por un referéndum con garantías, dentro de un escenario de proceso constituyente en el estado.

martes, 26 de septiembre de 2017

1 de Octubre: Dos derechas y un referéndum

Imagen tomada de aquí.

Ya estamos aquí. En el abismo. Al borde del precipicio. Al límite del aguante. En el punto sin retorno. Transitamos los días a velocidad de la luz, arrancando hojas del calendario por rutina y llegando ya a la semana decisiva. A pocos días del próximo domingo 1 de Octubre, día del referéndum de Independencia unilateral planteado por la Generalitat de Catalunya. Por Junts per Sí, coalición electoral de la refundada y corrupta CIU (PdeCat) donde además le acompañan una Esquerra cada vez más fuerte y las CUP, el verso libre y anarquista que siempre okupo Barcelona, con más emoción que sentido común.
Enfrente, la caverna. El fascismo. La infraestructura del Estado al servicio de la oligarquía y comandada por un Partido Popular, un Rajoy, sabedor de que su supervivencia sólo pasa por el debate nacionalista, la conservación de la patria en su acepción más franquista.
Como víctimas principales la ciudadanía. Las clases trabajadoras, españolas y catalanas enfangadas entre banderas mientras sus escenarios de vida, sus trabajos, su futuro se van al estercolero para beneficio de la burguesía de ambos estados, siempre cooperativa entre ellas para eso de maximizar beneficios, lastrar derechos y desestructurar una sociedad.
Y la izquierda. Por supuesto, ambas izquierdas, huérfanas y desgastadas, a paso cambiado y casi sin alternativas. Y lo que es peor sin capacidad para ser tenidas en cuenta y ser escuchadas. Serán las víctimas del mañana, de las próximas confrontaciones electorales enervadas por las pasiones de las banderas y los territorios. Una vez más lo simbólico frenará lo tangente y ocultará la realidad.
Tampoco el periodismo saldrá bien parado, utilizado como arma arrojadiza, manipulando a conveniencia de quien aside sus correas y bozales. Desde luego, peor le va a ir a los medios de éste lado de la frontera, demasiado dependientes de las instituciones dominados por el discurso del ultra centralismo de Castilla (de Madrid se entiende) y que van perdiendo relevancia, legitimidad y prestigio a cada nota de prensa o cada declaración de tertuliano cavernícola.

Y yo mismo, soy víctima de profundas contradicciones en torno a éste tema: Considero elemental el derecho de autodeterminación de los pueblos, pero no puedo comulgar con el camino emprendido por la burguesía catalana, para salvar su propio cuello blanco, relegando a las minorías y azuzando el fuego sobre la tierra quemada. Pero también y sobretodo, para posicionarse en éste mundo capitalista y globalizado, para asegurar sus ganancias a costa de las clases trabajadoras catalanas, españolas e internacionales. Desde luego me es muy difícil confluir con las clases dirigentes que invocan éste derecho universal, cuando han demostrado un españolismo profundo con su corrupta gestión. Con sus atropellos a los derechos civiles a base de represión (Ciutat Morta, desalojo de la Plaza de Catalunya en el 15M, el ojo de Ester Vivas, torturas en las dependencias de los Mossos, etc.). Y con sus ultra liberales recortes que socializaron las pérdidas tras las abusivas y resguardadas en paraísos fiscales ganancias.
Pero claro, mucho menos puedo estar de acuerdo con las acciones del gobierno central, del Partido Popular, parapetado en un Tribunal Constitucional y un Fiscal General puestos a dedo, con ministros reprobados por el Parlamento llevando las acciones sobre el terreno. Con la Guardia Civil registrando ay-untamientos e imprentas buscando urnas y papeletas sin órdenes judiciales. Y con policías atrincherados en el puerto de Barcelona en una velada amenaza hacia la dignidad del pueblo catalán.
Y es que no hay mejor aliado del separatismo catalán que el PP. Y no hay mayor cómplice en el estado franquista de las cosas que mantiene el Partido Popular, que las algaradas nacionalistas de CIU o PNV. Ambos mundos se odian pero se retroalimentan. Paradójicamente, son enemigos, pero sobretodo son aliados.


Soy incapaz de encontrar diferencias entre el PP y la renovada CIU. Son partidos corruptos hasta la médula, neoliberales, con cúpulas que usan las instituciones para forrarse, que imponen recortes y medidas antisociales para satisfacer a los poderes económicos que les dan de comer...y que usan banderas para tapar sus vergüenzas. Ambos, como tantos antes, prostituyen sus respectivas patrias y agitan sus banderas para que la gente se entretenga mirándolas mientras les roban la cartera.
Al PP desde hace 10 años no le ha importado nada, en absoluto, enquistar la cuestión catalana, primero usurpando por vía judicial la voluntad popular expresada en un nuevo Estatut, para después ante la avalancha de la burguesía catalana, exprimir aún más el código penal, la Ley Mordaza, la judicatura nacional y las fuerzas de opresión del Estado.
Las clases dirigentes y casi cualquiera que ha pillado cacho en CIU y en el PP han experimentado un tremendo enriquecimiento personal a costa de las libertades y los derechos de los trabajadores. CIU y PP han sido aliados necesarios para aplicar recortes y privatizaciones sobre los derechos de la ciudadanía. Y luego ante la revolución y la respuesta ciudadana, PP y CIU han sido cómplices para aplicar brutalidad y violencia policial, soberbia y autoritarismo judicial en la reacción que mantiene seguras las políticas neo liberales que nos han traído desigualdad, mezquindad y un futuro laminado y usurpado.
Los que hoy salen a defender la Constitución como un ente sacrosanto, inviolable y que nos representa a todos, no tuvieron ningún problema en poner la soberanía nacional en manos de los bancos alemanes, y con nocturnidad y agosticidad, en 48 horas la cambiaron para asegurar el cobro de las deudas por encima del bienestar de los ciudadanos. Españoles y catalanes.
Los que hoy claman por su derecho a la Independencia y a decidir su propio futuro, no tuvieron dudas en cerrar plantas de hospitales, eliminar becas, cerrar colegios públicos y abrirlos privados o concertados, porque se lo pedía Montoro, Merkel, la troika, en definitiva, el capital.

Imagen tomada de aquí.

Ambas clases dirigentes nos han llevado a un escenario de choque, de enfrentamiento. Es más, lejos de frenar, replegar o bajar el tono, han encendido más soflamas, han acelerado sus maquinarias alimentados por su ego y por el hecho de que la deriva nacionalista les viene bien, les refuerza en su ideario: seguir controlando el poder, para los de siempre, y beneficiarse de los servicios prestados.
No será que no se ha dicho. Son demasiadas las personas que venían advirtiendo de que íbamos hacia un callejón sin salida. A Rajoy le ha dado lo mismo. Mientras hablamos de Catalunya no hablamos de los 800 cargos del PP imputados por corrupción ni de la merma en la hucha de las pensiones ni de los regalos millonarios a bancos, autopistas, eléctricas y constructoras. Ni, por supuesto, de la pérdida radical de calidad de los puestos de trabajo. Catalunya es la perfecta cortina de humo de la corrupción. A Soraya Sáez de Santamaría le dió vergüenza el episodio en el Parlament de Catalunya donde se aprobaron referendum y desconexión con España, pero no le avergonzó ni un ápice, ver a su Secretario General y Presidente del Gobierno compareciendo en la Audiencia Nacional como testigo en el caso de la corrupción del PP.
Ver a la Guardia Civil entrando en un medio de comunicación por razones políticas -que nadie mienta: no han entrado porque estén vinculados a Púnicas, Gürtel o similares, como les pasa a otros medios- o ver el estado de excepción en que han metido a Catalunya, refuerza la certeza de que hay que sacar al PP ya del poder o nos va a reventar la convivencia en la cara.
Comprendo perfectamente que cualquier sociedad o ciudadanía ansíe una independencia de un estado donde aspectos tal elementales de la democracia son violados con tanta profusión, tanto convencimiento. Si la separación de poderes estaría bien definida y consolidada y no hubiéramos visto casos como el del fiscal Moix o el del ministro de justicia reprobado por el Parlamento y que mantiene su puesto, o una grabación del ministro de interior pidiendo manipular pruebas a rivales políticos,o una fiscalía defendiendo al acusado en vez de velar por la justicia en el caso de la infanta o un tribunal constitucional que tumba estatutos redactados y aprobados en los parlamentos correspondientes y ratificados por referéndum declarando inconstitucional párrafos idénticos a los que ya disponen otros estatutos de otras comunidades autónomas "casualidad" gobernadas por el PP. Si a todos estos despropósitos en su día se les hubiera dado solución hoy no veríamos a la mitad de la sociedad catalana rebelándose contra esta estafa de estado.
Pero no nos equivoquemos con la burguesía catalana que ha alentado el referéndum el 1 de Octubre. Aquí no están trabajando para garantizar un referéndum que suponga escuchar la opinión de la ciudadanía catalana. No. Aquí, ambos están haciendo campaña electoral para colocarse en pole position de cara a las próximas elecciones catalanas y nacionales. Lo que buscan es asegurar su sillón, amarrar todos los papeles que demuestran su corrupción secular y seguir legislando en lo tangible, de espaldas a la ciudadanía.


Entrando en lo jurídico, es indudable que el referéndum es inconstitucional. Además, en las condiciones en las que se celebrará carece de las garantías elementales para que su resultado pueda tenerse en cuenta desde un punto de vista político (centros de votación identificables y conocidos por cualquiera, censo controlado...). Pero aferrarse a este argumento para limitarse a reprimir la consulta sin ofrecer alternativas, nos lleva a que el número de independentistas siga creciendo cada vez más. Y sería insostenible acabar manteniendo en el Estado por la fuerza a un territorio donde, por ejemplo, el 70% de la población quisiera irse.
Partiendo de lo anterior, la solución está en tomar las medidas que hagan sentirse cómodos dentro del país a una mayoría de catalanes. Entre ellas estarán las relativas al autogobierno, los símbolos y demás referentes patrióticos, pero desde mi punto de vista, las más relevantes son las que mejoren la calidad democrática y la justicia social del Estado. Del Estado actual español, y de uno futuro catalán, dentro o fuera de una República Federal. Mostrar a los catalanes un sistema del que puedan sentirse orgullosos, con el buen gobierno, la transparencia y el trato digno a los ciudadanos que tan poco gustan a CIU y PP. Ofrecerles un Estado que camina hacia el progreso y donde cada individuo es protagonista del futuro colectivo. Ofrecerles, en definitiva, lo que ni Rajoy ni Puigdemont podrán darles jamás.


Los países son entes vivos, que nacen, se crean o se transforman a voluntad de las mayorías. Por mucho que no se pueda hacer un referéndum o que formalmente no haya una declaración de independencia con reconocimiento internacional, Catalunya ya es una nación independiente. De hecho lo ha sido siempre, y la única duda es cuándo se hará con los requisitos formales necesarios.
Los países los hacen las personas, sus relaciones y sus anhelos transformados en sociedad. Hoy la sociedad catalana es más independentista que ayer y por supuesto se siente cooperativa en defensa de sus derechos más básicos, como expresión, opinión y reunión. Existe una mayoría por la expresión democrática de su pueblo, algo que los independentistas y el resto del estado español tenemos que agradecer a la cortoplacista y egoísta gestión de Mariano Rajoy el Partido Popular carentes de ningún sentido de estado, únicamente preocupados de sortear su propia corrupción para seguir en el poder aunque sea atizando el caldero de las pasiones nacionalistas, aunque sea violando los derechos más elementales, aunque sea derrumbando un país que nunca estuvo unido, menos cohesionado y desde luego, jamás bajo una arquitectura coherente y que favoreciera y garantizará las relaciones de personas, sociedades e instituciones, entre iguales.


Yo no sé lo que pasará más allá del 2 de Octubre. De hecho, no sé que ocurrirá el domingo 1 de Octubre. Convencido estoy de que la única solución pasa por la negociación política que permita al pueblo catalán expresarse con garantías, paz y libertad, como han hecho tantos pueblos en éste y otros momentos.
No menos convencimiento tengo que el tardo franquismo españistaní continúa su desgaste. El viejo cadáver languidece y enturbia el entorno, y con sus violentos estertores nostalgia de un pasado opresivo y caínita, pudre cualquier camino hacía un futuro mejor, entre iguales, con progreso y dignidad. Por desgracia, su muerte y depuración se eterniza y dificulta todo, incluso las ganas de conseguir traer mayor empaque democrático y libertad a éste ultrajado país.
De lo que si que estoy seguro es que tras el domingo, debajo de las banderas, estará la lucha real de las clases trabajadoras por conseguir una economía para las personas, que nos dé a todos y todas futuro y dignidad, frente a esta realidad opresora, egoísta e insostenible.


domingo, 24 de septiembre de 2017

La legalidad de los sin vergüenzas

El 31 de agosto, Aminatou, Bebé, Pacience, Dalloba, Clemence, Merveille, y otra compañera aún por identificar partieron junto con otras 38 personas de las costas de Nador (Marruecos) para intentar alcanzar su sueño, llegar a territorio español y poder empezar una nueva vida. Pero la tragedia, y la indignidad, las esperaba aquel día.
Los supervivientes explicaron que: “Estábamos ya cerca de la playa de Melilla, vimos acercarse a la patrullera española (Guardia Civil), no nos rescataban y sospechábamos que esperaban a que viniese la Marina marroquí. Siempre lo hacen. Como no podíamos avanzar, algunos nos tiramos al agua, para llegar a nado a la playa, para que nos rescatasen. La Marina llegó, algunos fuimos detenidos por los marroquíes, otros por los españoles. La Marina enganchó a la zodiac, tiró de ella para sacarnos de la playa de Melilla, después volcó y murieron las mujeres. Esa zona siempre es muy peligrosa, cuando intentamos llegar a la playa nos bloquean entre las dos patrulleras españolas y marroquíes, para no dejarnos avanzar, y pasan muchos accidentes. DEP mis hermanas
El gobierno del Partido Popular incluyó en su famosa Ley Mordaza una disposición que modificaba la Ley de extranjería y que permite el rechazo en frontera de los inmigrantes para impedir su entrada irregular. Esta disposición ha sido condenada por el Consejo General de la Abogacía Española, por el Consejo de Europa y por decenas de ONGs especializadas en el asilo y la extranjería.
Esta disposición es a todas luces ilegal a nivel internacional,yendo en contra del principio de no devolución que se encuentra en la Convención de Ginebra de 1951 de la que España es parte, la Ley de asilo española, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y un largo etcétera.

Por ello pedimos la supresión de esta disposición y el cumplimiento de las normas internacionales que acaben con las devoluciones en caliente y con muertes como las de estas siete mujeres.

En el mundo de hoy hay 230 millones de emigrantes internacionales, alrededor de un 3% de la población global, frente a los 174 millones estimados en el año 2000. Desde finales del siglo XX, una creciente desigualdad territorial y social, crisis y conflictos, así como la circulación de la información que estimula la comparación y las ganas de irse, aceleraron y globalilzaron las emigraciones.
Una encuesta realizada en 2014 por la OIT en 150 países, sugiere que más de una cuarta parte de los jóvenes de la mayoría de las regiones del mundo quiere residir permanentemente en otro país. Nada más comprensible en un planeta en el que 1200 millones de personas viven en la extrema pobreza y donde a una quinta parte de la población le corresponde sólo el 2% del ingreso global, mientras el 20% más rico concentra el 74% de los ingresos.
Parece que nos lanzamos abocados a un escenario de “dos mundos”, uno en el Norte, o más o menos reconocible con lo que hoy identificamos como mundo rico, y otro en el Sur, también con matices asociado al pobre y degradado Tercer Mundo. En éste escenario, en el Norte, menos de una cuarta parte de la población mundial podrá residir por obra y gracia de la providencia de nacer al norte de una línea, con el 80% de los recursos, suficientes para garantizar unos mínimos -aunque por supuesto, con desigualdades y brechas sociales cada vez mayores, a menos que paremos el egoísmo ultra liberal- pero con el consenso y la posibilidad de habilitar fronteras, ejércitos y guardianes, unas veces más sutiles que otras, para frenar al resto de la población que malvivirá con menos del 20% de los recursos y sufrirá lo peor de la inestabilidad social, la violencia endémica, los conflictos generados por los poderosos para mantener su estatus y un cambio climático ya irrefrenable y también provocado por el consumismo y la voracidad de recursos de los ricos.
Este paradigma no difiere en mucho de la construcción geo política que pergeñaba el nazismo y aparece contrapuesto al internacionalismo y el ideal de “fronteras abiertas”.
Sólo hay que recordar la inestabilidad social y más cercano el terrorismo yihadista que aparece por Europa y cuyos autores materiales son jóvenes, desarraigados, marginados y sin perspectivas de futuro. Nacidos y criados ya en Europa, mientras sus padres alimentaron a la baja la distribución de los salarios en la Europa posterior a la caída del Muro de Berlín, ahora ellos se encuentran como víctimas de esa misma rueda, cuyo siguiente engranaje ha consistido en la des localización de la industria, la degradación del sector primario, el desmoronamiento del sector público y la precarización generalizada del mundo del trabajo bajo una fuerte terciarización de la economía.
Por lo tanto, es evidente que Europa no puede abrir de par en par las puertas sin temor a aumentar la desigualdad fruto consecuente de políticas ultra liberales que no han dudado nunca -y confiar que no lo harán en un futuro de política económica expansiva- para utilizar la mano de obra inmigrante, la vida de los hombres y mujeres que buscan un futuro mejor, para degradar las condiciones laborales de las clases trabajadoras locales. Es la lógica del capitalismo, aprovechar cualquier oportunidad para debilitar a todo aquel con quien se relaciona en los mercados, en pos de aumentar las plusvalías.
Algo que de propina provoca el auge de la xenofobia y la exaltación nacionalista, recurso éste, que hemos visto y seguimos viendo, como factor de desunión entre las clases trabajadoras. Para los poderosos, “No hay mal que por bien no venga”.
Pero bajo estos condicionantes no tenemos más que exigir y luchar por una política decente en materia de emigración. Una política que funcione bajo la moral y la ética, y que sea atrevida en detectar los problemas y plantear soluciones duraderas y que vengan a buscar un mejor reparto en la disponibilidad de recursos, así como para parar la huella que las guerras y el despilfarro ecológico ocasionan en el Tercer Mundo.
Una política que lejos de alimentar la rapiña y el egoísmo paré ya de promover conflictos y guerras por el control del acceso a los recursos energéticos y económicos en el Sur; necesitamos ya una política en materia de seguridad que considere a todos los estados, a todas las regiones, a todas las personas como iguales y garantice por igual sus derechos.
La solidaridad debe ser principio básico pero que evolucione hacia una justicia internacional capaz de frenar las agresiones y los intereses pecuniarios de “Occidente” o del “Norte” para garantizar así el futuro en el día a día de los países hoy emisores de migrantes.
Es más vital que nunca, que con un pacto mundial, frenar el calentamiento global que ya causa cada vez mayores desastres en éste llamado Primer Mundo, pero que lleva decenios lastrando el resto del planeta, con sequías o inundaciones que provocan cada vez mayores hambrunas y epidemias además de dejar inservibles más y más áreas de la tierra para la provisión de alimentos y hábitats humanos.
Sólo con humanidad y valentía, con ética y solidaridad, y con razón y ejemplaridad podemos articular unas políticas aquí y ahora en lo concreto que sean efectivas para frenar las oleadas migratorias, para regularizarlas y para evitar que cada vez más y más personas tengan que verse abocados a una aventura de incierto resultado, violenta, indigna y dura, de años y países para tener un porvenir. Se lo debemos y nos lo debemos.

jueves, 14 de septiembre de 2017

El desmoronamiento de una nación


Las tres siguientes noticias han pasado totalmente desapercibidas mientras nos acercamos al choque de trenes del Procès.
Estas tres noticias de ayer, 13 de septiembre, y sobre las cuales los medios de comunicación han pasado totalmente de puntillas, salvo muy pequeñas excepciones, se entienden mucho mejor si también leemos lo que escribía hace un par de días.
Desde luego el hecho histórico de que una nación declare su independencia, podría hacer nublar la perspectiva de lo que es importante sobre lo que es trascendente. Antes del 1 de Octubre, prometo dejar un escrito en el que dé mi opinión sobre todo lo que está pasando en esta colisión entre sentimientos y voluntades políticas, que no vienen a ser más que el afán de supervivencia de personajes dantescos que han arrancado maquinarias con el fin de sobrevivir a su propia y nacional corrupción y a su ineptitud, pero que ya puestos en marcha y sobrepasadas las velocidades recomendadas, lejos de frenar, aceleran para tratar de salvar su pellejo.
También, conviene no olvidar que transcurrir por un momento en el que las ultra liberales políticas desquiciadas han favorecido la proliferación de grupos terroristas sin miedo a nada y que atentan contra nuestra seguridad y modo de vida hace que perdamos el foco de lo realmente importante.


Cuando en el título hablo del "Desmoronamiento de una nación" no vengo a hablar de que una o varias regiones se desliguen de España sino de que se rompa la cohesión social debido a políticas fundamentalmente económicas, pero también, sociales que han venido a premiar al capital, y a su acumulación especulativa, frente a la economía real derivada del trabajo y la productividad.
Es un fenómeno global producto de más de 40 años de puesta en práctica de las teorías neo-liberales que parten de un doloroso y profundo error de concepción: No se puede dejar a un elemento artificial, como el dinero (y por definición a las vidas de los seres humanos que nos relacionamos a través de él), regularse a si mismo. El mercado no trabaja bajo un principio de racionalidad clásico de cubrir las demandas y necesidades de la población como nos han querido hacer creer, sino que opera con eficacia en la máxima de dinero llama a dinero, de buscar, encontrar y ejecutar la manera de que los privilegiados lo sean cada vez más.
Así está estallando en todo el mundo la Justicia Social que se vuelve cada vez más retórica, más inexistente. Y en ese paradigma, España, no es una excepción, sino más bien un engranaje más entre lo que pasó en Latinoamérica y lo que va a acabar pasando en el centro y norte de Europa.
Las políticas efectuadas para gestionar tanto la crisis, perdón estafa, como la posterior búsqueda de recuperación económica, lejos de paliar el golpe sufrido por los ya desfavorecidos y las clases trabajadoras, se han centrado en minimizar los efectos sufridos por las clases pudientes que fueron, no lo olvidemos, quienes provocaron con su avaricia, desconocimiento y soberbia el desaguisado -y que antes ya habían usurpado riqueza a través de paraísos fiscales y demás ingeniería finaciera-.
Por ejemplo, y como decía ayer, el Gobierno español ha admitido que no se van a recuperar al menos, 40.000 millones del rescate bancario pagado con nuestros derechos y servicios sociales. Además, no contentos con eso, anunciaron sin caérseles la cara de vergüenza que los 14.000 millones en acciones de Bankia propiedad del estado también se han evaporado. Todo esa cantidad monstruosa de dinero usurpada de los servicios sociales de todos ha ayudado a que aumenten las desigualdades de manera exponencial.
En un escenario donde se ha trabajado con ahínco y éxito en individualizar a la sociedad, en hacer que cada uno de nosotros y nosotras, se gestione su felicidad, así como su supervivencia, aunque ambas cosas sean atacadas por problemas comunes al resto de la humanidad, han conseguido la desigualdad más extrema.
No tenemos las mismas oportunidades dependiendo de si vivimos en un entorno rural o urbano. En una región u otra. Si nacimos un año o el siguiente. Dentro de 5 ó 10 antes. Si elegimos una carrera profesional o vital o nos impusieron otra. Y por supuesto, hay diferencias entre el nivel de renta del que se disponga en la familia. Y esas grietas cada vez se abren más y más.
Todo es resultado de una gestión entre inepta e inmoral, pasando por todos los tipos de corrupción que la ética más básica denuncia. Bajo un sistema, su sistema, orquestado para el control y el dominio de las mentes con el consumo, la publicidad y la manipulación de los medios de comunicación que controlan y el cierre de los díscolos, pero también con la violencia, aunque esta violencia basada en el uso y control de las fuerzas de opresión del estado, sea despojar de todo a las clases populares para que acaben aceptando cualquier cosa por sobrevivir en un mercado de trabajo precario y con visos de no parar en su degradación.
Es el imperio de la ley. De su ley. Y es que en nombre de su ley se han tumbado conquistas sociales en tan sólo 48 horas que costaron decenios de lucha, cárcel e incluso muertes, cambiando para ello, precisamente, la ley. Su ley. En nombre de la ley se violan derechos fundamentales: vivienda, condiciones dignas de trabajo, educación pública de calidad, políticas destinadas a fomentar la igualdad, etc.
Así se vulneran derechos fundamentales, se mantiene un orden social injusto en el que crecen las desigualdades y se permite que el peso de los costes de la crisis recaiga sobre los que, sin haberla originado, sufren sus peores consecuencias.
En la gestión de la burbuja económica, en la de la crisis y en la, supuesta, recuperación las mentiras y la medias verdades han jugado un importante papel, utilizados junto con los mass media, para hacer ver por inevitables medidas que en otro contexto -básicamente de empoderamiento ciudadano- habría sido imposible colocar. El miedo siempre juega a favor del poderoso y así lo que al principio no era un rescate y no nos iba a costar un euro, ha cavado más hondo en la desigualdad y en el deterioro del estado de las cosas. Derechos, libertades y conquistas sociales en pro de la igualdad, que se han perdido y tienen visos, de no recuperarse jamás, porque no nos mueven del sofá, de la televisión y de la pantalla del móvil ni con bombas.
Mientras que los beneficios empresariales ya se han recuperado al nivel de antes de la crisis, los salarios se han atascado lo que ha provocado una bajada atroz en el nivel de vida del ciudadano, y ciudadana, de a pie, pero esto no provoca el estallido social y la revolución que el planeta, la decencia y el progreso demandan. 
Lo que si se ha conseguido es por un lado ampliar brechas sociales que parecían suturadas y cuyos efectos se van a ver en los próximos 50 años. Y por otro, construir una sociedad mansa, influenciable. Miedosa, acomplejada y huérfana de iniciativa y liderazgos. Fácilmente manipulable. Dolorosamente egoísta e individualizada. Una sociedad, en definitiva, incapaz, a priori, de usar su fuerza para cambiar las cosas.


Hoy se cumplen 150 años de la publicación de El Capital, la obra con la que Karl Marx quería dar una comprensión académica del funcionamiento del capitalismo, como sistema económico, para acabar dando explicación y profundización en las formas y los modos en los que una clase social, la burguesía, explotaba a otra, la clase trabajadora. Y no puede estar más vigente y certera.
Un ensayo englobado en la ciencia económica con un siglo y medio de vida podía parecer ya desfasado. Sería un objeto de museo o un símbolo de añoranza de tiempos mejores o peores, o de regímenes e ideologías de mayor calado, simpatía o aceptación. Sin embargo, con El Capital, tenemos un tratado que clava certeramente el análisis de la relación de fuerzas entre las clases poseedoras de los medios de producción -que en el Siglo XXI son eminentemente financieras frente a aspectos mobilarios como eran en el XIX- y quienes desarrollamos el trabajo efectivo que otorga las plusvalías, pero que hoy en día, acabamos siendo parte de esos medios de producción, de esas mercancías con las que también comercializan y ganan dinero.
Como ya denunciaba Marx en su análisis de la crisis social y económica de los años 30 del XIX, los intereses de la mayoría son un estorbo para quienes manejan las riendas de la política y la economía. Y así asistimos a la insoportable levedad de la legalidad, de la libertad de expresión o de eso que llaman democracia. Quienes gobiernan sólo para la élite han perdido toda legitimidad. Ante eso, optan por mantener un ataque sin balas, mintiendo, imponiendo, criminalizando. Una guerra constante y sin treguas (por mucha paz social de la que hagan gala ciertos estómagos agradecidos) y donde las víctimas son por un lado la democracia, que camina de capa caída, la igualdad y la libertad, víctimas de su sometimiento al capital y por lo tanto, todas y todos aquellos que si vivimos es porque trabajamos y que hacemos ambas cosas, vivir y trabajar, en entornos cada vez más desiguales, opresivos y precarios.
Resulta terriblemente aterrador que un escenario de sometimiento social tan abusivo y sobre el que aparentemente se había dejado atrás en base a lucha, organización y compromiso, sea hoy tan evidente. Se ha puesto precio a la vida humana, a sus derechos, libertades y progreso. La precarización laboral y de condiciones de vida de la población, el agotamiento de los recursos naturales y el estrés impuesto por nuestro modo de vida a los ecosistemas y a la Naturaleza fueron tratados por la obra de Marx y hoy son más evidentes que nunca, por lo que la vigencia y la recomendación de leer y aprender junto al maestro alemán se hacen más necesarias que nunca.
La única consecuencia plausible y la única certeza posible es que frente a esta narración apocalíptica no nos queda más que despertar, empoderarnos y luchar.

lunes, 11 de septiembre de 2017

40.000 millones de cojones


Es fascinante. Tengo que admitirlo. Con rabia y desesperación, con un dolor en el ánimo y en las ganas de luchar. Pero lo han hecho. Lo han vuelto a hacer. Han conseguido, una vez más, que su corrupta, inepta y vergonzosa actuación pase desapercibida. No les cueste ni un misero voto, y ni mucho menos nadie va a dimitir o va a comparecer ante los medios o ante el Parlamento a explicar qué cojones sucedió.
40.000 millones. Cifra redondeada de los 40.078 millones que el actual Gobernador del Banco de España explicó el pasado viernes en sede parlamentaria se dan por perdidos del rescate bancario. Es decir, de los 54.353 millones de euros en ayudas concedidas entre 2009 y 2016 a favor de la “re-estructuración” bancaria, sólo van a recuperar un 26'2% del total. 14.275 millones de nada. Los grandes gestores. Y esa recuperación es en un “escenario optimista”. Con dos cojones.
Sería todo ello de risa si desde 2008 con el estallido de la burbuja inmobiliaria para reunir ese quimérica cantidad de dinero para un ciudadano de a pie, no hubieran tenido que laminar la sanidad pública de todos, la educación de todos, los servicios sociales de todos a base de inmisericordes recortes. Soportar impuestos abusivos al consumo, tasas surrealistas sobre cualquier relación con la administración. Y por supuesto destrozar el mundo del trabajo, dejándonos a todos (y aún más a todas) aspirando a puestos mediocres, precarios, mal pagados, sin ninguna seguridad. En definitiva, no hubieran podido hacerlo sin el esfuerzo a escote de todos. De todos nuestros cojones (y ovarios).
Y se quemaron sólo los nuestros, tanto esfuerzos como cojones, porque los que ya venían de casa agraciados, los que nos metieron en la vorágine crediticia, en la estulticia de la burbuja del ladrillo, los que se lucraron salvajemente y lo sacaron todo y más a paraísos fiscales, no han tenido que poner un (puto) duro. A ellos les favorecieron las amnistías fiscales (tócate los cojones si eso no es destrozar una sociedad y una “Constitución”), y no contentos con ellos saquearon las arcas públicas con nuestros derechos (sanidad, educación, pensiones, servicios sociales, cultura, etc.) que tanto trabajo nos había costado durante generaciones para “re-estructurar” el sector bancario. Mis cojones.
Y es que lo que llaman “re-estructurar” el sector bancario fue en realidad pagar por la cara de todo el país las pérdidas que en el mercado financiero acarrearon quienes ya se habían lucrado suficientemente cuando la cosa pintaba bien, y no había dios obrero con cojones de pagarse un mini piso en éste país, que todo se nos olvida. Pagamos las deudas, y ni olimos los beneficios. Luego nos mintieron diciendo que esto era necesario, para que el colapso no fuera mayor, para después mentirnos aún más a la cara, para contar milongas sobre una supuesta recuperación económica, que se estaba creando empleo, y encima empleo de calidad. Y mientras en esas páginas de color sepia de los diarios de economía que nadie lee, se veía como se devolvían saneaditas, sin el personal echado a la calle casi gratis, con clientes y casi beneficios los bancos y cajas a sus antiguos dueños o a otros más generosos en el reparto de sobres. Qué puta cara y qué cojones tienen.
Pero los verdaderos cojones, los cojonazos, son los de la gente de éste país. De acuerdo que “se rompe España” y Catalunya (gracias, entre otras cosas a los cojonacos de Rajoy fumando puros y leyendo el Marca) va a ser un estado independiente. De acuerdo que si Venezuela, que si los atentados, que si el deporte, que si Eurovisión y lo que tu quieras, pero si nos han robado en la puta cara, no es por los cuatro mataos que hemos intentado durante años que despertéis, despeguéis los cojones del sofá, y salgamos a las calles a luchar por lo que es justo, es necesario, y es de todos (y de todas).
Todos conocemos casos de empresas que por faltar 20€ de la caja han despedido como procedente, con posterior aval judicial incluido, a trabajadores. Y aquí han volado el presupuesto anual de Educación, o la mitad del de Sanidad, o la tercera parte de lo que se paga en pensiones en un año y no pasa nada. Absolutamente nada. Lo han vuelto a conseguir, una vez más, que “no os metéis en política”. Dejamos que nos hayan hecho la del birlibirloque, y mientras nos agitan la bandera, nos han robado la cartera. La de hoy, la de mañana y la de pasao. Pero también la de vuestros hijos, incluso la de vuestros nietos.
Tenéis los cojones muy grandes y muy negros por permitir lo que está pasando. Esta estafa, éste descalabro colosal, fruto de años de latrocinio, corrupción, sinvergoncería y canalladas ya no es sólo responsabilidad de Rajoy, Aguirre, Aznar, Felipe, de los Borbones, o de otro montón de fachas. Esto ya es responsabilidad “vuestra”, por aceptar éste robo a cara descubierta, y con tonos jocosos y cachondeito.
España tiene muchos problemas. El primero de ellos una población cojonudamente ignorante del poder que tiene. Con los cojones, y la preparación necesaria para empoderarse y exigir, ya de verdad, sin quechuas, ni batucadas, dignidad y justicia social.
¿A qué cojones esperáis para empezar la revolución que necesitáis?

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...