viernes, 31 de julio de 2009
Cerrado por vacaciones
Y ya paso un año de la última vez que me fui de vacaciones. Y si lo puedo hacer, con lo cual se puede dar el año por salvado. Ese año de la crisis, de la risa y el katxondeo, del sexo y de la amistad. Año inolvidable que se une a otro, y espero que todos y todas, juntos y juntas, y en algunos casos arrejuntaos nos echemos a la vida y la domemos, tirando de las riendas, azotando el látigo de tres bolas sobre su lomo y no dejándonos acobardar por el destino y someternos a su esclavitud.
Viajamos. Viajamos porque hace falta, porque lo necesito, y porque puedo y quiero. También para verte, quizás para amarte, seguro para no olvidarte. Lo hacemos por la amistad, por recuperar o perder lo perdido y lo recuperado. Para salir de la rutina. Sacrificios que se alargan en el día a día, y que se llevarán a cabo antes y después de partir y volver.
Y también porque aunque consigo matar la soledad y el tedio, follarme los tiempos muertos agarrado a una guitarra y bailar con toda esa gente... no puedo reprimirme a vivir, soñar, vivir lo soñado y no olvidar jamás estas dos semanas.
miércoles, 29 de julio de 2009
Nueva ideología
¿Y si el PP prometiera suprimir el canón digital le votaría? ¿y potenciar internet y ponerlo al alcance de todos, realmente, a un nivel velocidad y precio similar a lo que tienen los usuarios de las primeras economías? Esto último entre las múltiples consecuencias tendría la de hacer más intensa, participativa la democracia, algo que no va precisamente con la derecha. Un cambio tan sustancial parece poco probable, pero teniendo en cuenta el ahorro económico si el canón se derogará, porque no hacer como los antiguos griegos (y como muchos de los modernos españoles) y vender el voto. Podríamos seguir reclamando mejoras para el mundo de la informática, tanto profesional como a nivel usuario. Qué se yo. Pues por ejemplo a nivel de educación, desde la básica-primaria hasta la profesional (fps y Universidad mediante). Se podría implantar sistemas de código abierto en las instituciones y organismos públicos (algo que sólo ha hecho el PSOE y sólo en algunos casos esporádicos)... todo elucubraciones, porque si la Rajoy & Cía. se han puesto al lado del internauta es más bien producto de la búsqueda de réditos electorales, hasta de debajo de las piedras, y perpetuar la eterna bronca en las cámaras.
Aunque la coherencia suele brillar por su ausencia en los planteamientos “populares”, dar cobijo a las tendencias, normalmente más izquierdistas del mundo internauta, fomentar una cultura “libre” tanto en la distribución y consumo, e ir contra uno de los sectores industriales ataca directamente las bases del partido, y pese a que no son buenos tiempos para los principios, alguien se puede ver confundido. Para evitarlo ahí están los vociferos habituales, esta vez, acompañados por las élites culturales del país (me parto).
Pero con tantos y múltiples temas a tratar no sería justo centrarnos en uno sólo. Bajo este prisma el voto a cualquier partido o causa se convierte en un ejercicio utópico del más difícil todavía. Se hace duro olvidar los casos de corrupción, trajes que vuelan, espionajes internos, cohechos y malversaciones varias que han denigrado de tal manera las libertades que casi es imposible hacer un análisis real de la situación. La corrupción urbanística es una de las grandes herencias que dejo el aznarismo, y el séquito “rajoniano” continúa su deriva hacia las tesis del líder. Por lo tanto peligro habemus. Y no sé deben de olvidar la preponderancia que educación y sanidad privadas tienen frente a las públicas, su apoyo a los recortes sociales y las tesis de la más reaccionaria patronal, su silencio (cómplice) con las aberraciones exteriores (Nicaragua, Sahara, Venezuela), boicoteos a empresas nacionales de energía “verde” frente al reforzamiento de los intereses económicos particulares de algunos personajillos, y sobretodo ese pacto por derogar la “justicia universal” que también provoca mi falta de confianza en el centro izquierda (aunque el PSOE es el verdadero centro).
El caso de la Justicia Universal es preocupante. Sin que haya mediado un debate transparente y público sobre la reforma de la legislación que regula el ejercicio de la jurisdicción universal por los tribunales españoles, el Congreso de los Diputados ha dado un paso más para acelerar un proyecto de ley con graves consecuencias para la lucha contra la impunidad. El día de hoy se ha dado un claro mensaje de que España se preocupa más por no ofender a algunos gobiernos poderosos que por poner fin a la impunidad de la que gozan los criminales.
La inmensa contribución efectuada por la justicia española durante más de una década al hacer comparecer ante sus tribunales a las personas sospechosas de haber cometido u ordenado cometer crímenes de derecho internacional se verá severamente recortada, si el proyecto de ley prospera.
La precipitación para dar trámite a la reforma revela un profundo desinterés por contribuir a poner cerco a quienes desprecian la dignidad humana. Con el texto aprobado por el Congreso de los Diputados, la esperanza de las víctimas de genocidio, crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad, tortura o desapariciones forzadas, enfrentará enormes dificultades y sus responsables tendrán menos motivos de preocupación.
Así, para que los jueces puedan conocer de tales casos y de aquellos otros igualmente cometidos fuera de España constitutivos de terrorismo, piratería y apoderamiento ilícito de aeronaves, delitos relativos a la prostitución y corrupción de menores e incapaces, y el tráfico ilegal o inmigración clandestina de personas, deberán acreditarse condiciones que pueden afectar seriamente la persecución de tales crímenes y la posibilidad de hacer comparecer ante la justicia a sus autores.
Además el texto propuesto, a pesar de que nombra a los tratados internacionales, no ofrece garantías de que éstos prevalecerán, lo que supondría vulnerar la Constitución Española.
Cuando en el mundo lo que más sobra es la impunidad, no se explica la urgencia de minar uno de los instrumentos más eficaces en la lucha contra la impunidad, mediante reformas que sólo favorecen a los perpetradores de los crímenes mas atroces contra los seres humanos.
Hay más pactos para obligar a los verdaderos “rojos” a buscar alternativas hacia nuestro signo. El pacto para callar sobre Bolonia, para mirar hacia otro lado referente a las mejoras laborales y sociales de colectivos, como policías, guardias civiles, equipos del Infoca... Eso si, la principal diferencia entre ambos radica en como gestionan unos y otros los casos de corrupción. Mientras unos excluyen a los presuntos implicados sin atisbo de duda, los otros desprestigian la justicia, denigran la democracia, se agarran al puesto, se van por la puerta de atrás, y eso si no sueltan el acta de cargo público hasta las próximas elecciones, a ver si pre-escribe la acusación y con un poco de suerte también la memoria del electorado (verdad Trillo).
Entonces a quién votar. Pues muy difícil. Lo suyo sería tirarse por quien mejor te puede representar, sin olvidarse de mantener vivos los principios y muertas las injusticias, teniendo memoria y futuro a la vez y por favor, evitando el bipartidismo. Pero siempre hay cosas.
Ya lo decía el duce Benito Berlusconi: “No soy un santo”. Y dicho esto, se embarcó en un yate con una congregación de izas, rabizas y colipoterras, a cada cual más hermosa, para engolfarse en el pecado carnal, acunado por las ondas marinas. Porque él leyó, seguramente, al periodista del XIX Remy de Gourmont, quien sospechaba que, de todas las aberraciones sexuales, la más singular tal vez sea la castidad.
Su imagen quizá haya decaído un poco entre las mujeres italianas, pero es alimento de fantasías sexuales secretas para sus maridos, que siguen votándole con devoción. A través de su imperio mediático mantiene en la ignorancia a más de media Italia, y ha moldeado el Código Civil a su conveniencia para evitar la cárcel en las múltiples denuncias que le han acosado en los últimos años.
Él es el ejemplo a seguir para otras derechas europeas, la demostración de que por mucho que robes o atropelles las libertades, tus votantes permanecen encadenados, por una fuerza invisible, a tus encantos. Debía de tener razón Nietzsche cuando avisaba de que un hombre parece tener más carácter cuando sigue su temperamento que cuando sigue sus principios. Y Berlusconi no les falla.
De la misma manera que en España tampoco venden gran cosa los principios. Según el último barómetro del CIS, el PP ya tiene el 40,2% de intención de voto, un 1,2% más que los socialistas. España va bien.
Ya hace tiempo que sospechábamos que la corrupción ejerce un atractivo secreto sobre sus votantes. Así que, por favor, que acaben las investigaciones sobre el Partido Presunto, o termina ganando por goleada.
Así llegamos a momentos como el actual, en el que el bipartidismo se acentúa y nos empotra sin alternativas, porque parece claro que todos dan cobijo al mismo señor. Por lo tanto no queda más que luchar, o seguir en pie, y tener en cuenta todos los factores. Uno de ellos el de desprestigiar y hacer derogar el canón es una lucha que nos compete y por la que merece la pena luchar.
martes, 28 de julio de 2009
Vaya cabreo
Pero es qué el valor económico de mi pobre y extraviado terminal no era su fuerte. Me costó 5 euros, le quedaba una rayita de bateria, por lo que en cuanto se apagó, adiós muy buenas. Y con menos de 10 euros de saldo, tampoco es que hayan petado los concursos de llamadas de las altas horas de la madrugada... La mayor faena, perder todos los teléfonos de mi gente. Pasados, presentes y fúturos. Todo ese baúl de la nostalgia que componían los sms, enviados y recibidos, con un significado especial también volaron. Quizás el subnormal (o subnormala) que se lo ha quedado haya soltado el moco de risa, o de llanto por la cantidad de sentimiento, nostalgía y sueños plasmados a golpes de pulgar.
Ahora ya sólo perviven en mi memoria, en los sueños. En los tuyos también. En los de los demás los suyos. Quizás en algún móvil ocupen algún byte para hacerme complicidad. Pero fueron mensajes de recuerdos, de ilusiones, contestaciones de rabia, ensoñaciones y verdades. Ya no los volveré a ver. Qué le vamos a hacer!! No sé si soy un sentimental, un romántico o un gilipollas. Tampoco es que los viera todos los días, pero era importante tenerlos ahí. Quizás era un arma para posibles "jucios"; quizás era una pistola para suicidarme.
Lo que más me jode es la avaricia, la sinvergonzería. Para qué coño alguién quiere un móvil que no es suyo. Sobretodo si es un teléfono barato, irrisorio, simple. Es que a la gente le domina el aprovechamiento. Es este mundo una carnicería en la que el que hace más fuerza y más daño a sus iguales. ¡Qué asco!
Pero ahora tengo un nuevo móvil, por lo que a recuperar lo perdido, y con las mismas no, con muchas más ganas de hacer, luchar y vencer.
domingo, 26 de julio de 2009
La Sanidad: Servicio público o negocio

Visto el interés por la reforma del sistema de salud en los Estados Unidos intentaré explicar el debate de la siguiente manera: Yo podría estar contra la reforma del sistema.
Yo podría estar contra la reforma porque el status quo me va bien. Porque tengo un buen -y caro- seguro médico que me paga la empresa para la que trabajo.
Yo podría estar contra la reforma porque hasta ahora noto poco en mi bolsillo la buena atención que recibo.Tengo un copago obligatorio por consulta razonable, de 10 o 15 dólares, unos médicos que llaman al día siguiente de cualquier tipo de intervención para saber cómo me encuentro y me dejan su dirección de e-mail para que les consulte las dudas que tenga en mi recuperación.
Yo podría estar contra la reforma porque cuando los gastos de un año llevan a un aumento de la póliza del año siguiente, mi empresa lo asume.
Yo podría estar contra la reforma por miedo a que, si de repente hay una opción pública, mi empresa puede plantearse abandonar ese plan privado y dejarme en manos de la "seguridad social". Y, de hecho, puede que cuando yo esté en el Reino Unido a merced del NHS eche de menos el seguro privado que tengo en los EEUU. Puede.
Yo podría estar en contra de la reforma, si fuera un congresista que tiene garantizada una cobertura de primera y cuyas campañas de reelección dependen en parte de las contribuciones de los lobbies farmacéuticos, médicos, hospitalarios...
Yo podría estar en contra, si fuera uno de esos lobbies y la reforma alterara mi volumen de negocio. Estaría a favor, si encontráramos un consenso que me beneficiara (y ése es el consenso que busca Obama).
Pero, como dice el Presidente Obama, this is not about me. No se trata de mí.
Se trata de los 47 millones de personas que no tienen seguro médico y que si no entran en la categoría de pobre o mayor de 65 años, es casi seguro que tendrán que pagar de su bolsillo la atención médica, si es que pueden.
Se trata de los millones de personas que tienen un seguro que no cubre la mayoría de tratamientos. La lista de ejemplos es inagotable: seguros que no cubren un parto, que cubren la hospitalización (la cama), pero no el tratamiento que se reciba en el hospital, que no cubren un tratamiento contra el cáncer, contra el Sida...y que tienen que renunciar a ello o hipotecarse, gastarse el fondo de pensiones, endeudarse hasta las cejas...
Se trata de las miles de personas que tienen un seguro -bueno, regular o malo- y viven con el miedo de quedarse sin, si cambian de empresa o se quedan en el paro.
Se trata de los empresarios, sobre todo los pequeños empresarios, para quienes contratar un seguro médico a sus empleados es cada vez una carga más pesada y ello les lleva a no contratarlos, dejarlos sin seguro o no subirles el sueldo.
Pero es que sí se trata de mí. Sí se trata de mí, si un día necesito un tratamiento cuyo coste supera lo que mi seguro está dispuesto a pagar. Y se trata de mí, si un día mi empresa deja de pagar ese seguro porque le resulta demasiado caro. Y sí se trata de mí, si un día me quedo sin trabajo...
Lo que más me molesta del debate es el simplismo y falta de veracidad de algunos argumentos. Quienes están en contra hablan a veces como si ahora el sistema actual no le costara nada al contribuyente, cuando, según algunas fuentes -entre ellas el presidente Obama-, el contribuyente estadounidense está pagando al año unos 6.000$ más que un contribuyente de otros países desarrollados y, a cambio, recibe peor cobertura. Ese dinero sale de los impuestos y va a parar a la mínima red pública que hay y a subvencionar los hospitales y seguros privados.
Y quienes defienden la reforma a veces presentan los modelos de Canadá o de Europa como idílicos, como si no hubiese listas de espera, ni saturación, falta de camas... No hay más que comparar dos películas, por ejemplo, "Sicko" de Michael Moore y "L'invasion des Barbares" de Denis Arcand.
Sobre el anuncio que comenta un bloguero denunciando el sistema público de Canadá (una señora dice que si se llega a esperar su turno en la sanidad pública, el tumor cerebral la habría matado y que, en cambio, en los EEUU tuvo una atención de primera) mi pregunta es ¿quién lo pagó? Porque aquí nadie discute que la calidad de la medicina en los EEUU sea muy buena, lo que está encima de la mesa es que, como tantas cosas, está sólo al alcance de quien pueda pagarlo.
Por citar de nuevo a Obama, si el problema fuera fácil de resolver, ya lo habrían hecho hace tiempo.
Ante la situación planteada en Estados Unidos en el que la supuesta primera economía del planeta basa uno de sus pilares financieros en un sistema que denigra los mastiles de la moralidad, solidaridad o igualdad entre compatriotas, en España tenemos multitud de particularidades (bondades del sistema autonómico) pero que básicamente responden a dos sistemas.
Por un lado las Autonomías gobernadas por el PSOE de manera tradicional tienen implantado un sistema muy socializado, bastante accesible para todos y con especial interés en la atención primaria y rural. En Extremadura, Andalucía y Castilla La Mancha, existe una buena organización, y aunque perduran las listas de espera, si que se tramitan las urgencias correctamente y se dan accesos necesarios para los pacientes. Las infrastructuras son buenas en los hospitales y centros médicos públicos, ya que prácticamente nada va destinado a la sanidad privada. Y ya por último los trabajadores, médicos, ATS, enfermeros y personal de mantenimiento, pese a cierta masificación en algunos servicios y carencia en otros, reciben correctamente tanto sus derechos como deberes y prácticamente no existe conflictividad laboral.
En el otro lado de la baraja, las CCAA gobernadas por la derecha y más con un caso más especial: Madrid. Por un lado en las CCAA más pequeñas en población, se mantiene aunque con carencias graves en muchos sentidos la atención primaria y la supremacia de la sanidad pública, dada la tremenda dificultad que podría entrever ejercer un sistema sanitario como el madrileño en una comunidad como Castilla y León, bastante anciana y con poblaciones muy dispersas. En Madrid si que buscan la privatización del sistema sanitario y lo logran con todos los hospitales de nueva creación que quedan muy bien para arañar unos votos con esas fotos y merendolas, pero que son también fuente de ataque a la conciencia colectiva por parte del trabajador sanitario, masacrado, vejado y agotado en el mundo de la sanidad pública, y que ve como los hospitales y seguros privados se llevan todas las viandas presupuestarias.
Y así estan planteadas las posiciones en un debate que parece no interesar pero que es necesario. El modelo europeo parece consolidado y modélico para Obama, pero la derecha, sin embargo, está ávida de encontrar una vez más en el sufrimiento humano, la posibilidad de aumentar sus réditos bursátiles, y mantienen la intención, cada vez más velada, de implantar el modelo yanki contra el que el presidente afroamericano trata de luchar dada las carestías sanitarias y sociales que la actual crisis económica ha provocado, y que la privacidad y avaricia de los emporios económicos y de seguros han provocado.
Ahora hay que hacer que la defensa de la sanidad pública sea algo primordial, y se pueda no sólo conseguir asegurar el sistema actual, que por lo menos mantiene la asistencia para toda la población aunque no la igualdad, y si luchar por la permanencia total de la sanidad pública, su supremacía como una fuente de igualdad, empleo y derechos sociales.
sábado, 25 de julio de 2009
Lo peligroso de buscarse la vida

Antes de irnos de vacaciones plasmaremos una entrada para no perder las buenas costumbres de arremeter contra la (mafia) de la Sociedad General de Autores, su infame "acuerdo" tácito con el Gobierno de ZP, la in-cultura que mueve -o inmoviliza- a esta sociedad y las posibles alternativas a desarrollar. Porque ya estamos cansados de tener un servicio de internet caro y lento y mucho más lo estamos de pagar los lujos a los vagos con el canón (para un par de días me trabajo una entrada sobre lo que supondría apoyar la promesa electoral de PP de suprimir el recargo). El mundo internauta se pregunta cuanto va a tener que soportar esta lacra, este derecho subersivo, tendencioso e inmoral que se cobran los "artistas" y más aún me planteo yo; ahora que la cultura general, global, pero sobretodo la "descatalogada", añeja, innacesible desde el desierto cultural y musical español ha conseguido hacerse conocida y escuchada a golpe de ratón, ahora que todos esos recursos culturales se archivan, copian y facilitan entre usuarios. Vemos películas antiguas, oímos músicas desconocidas y cambiamos discos y films que no vienen de las multinacionales, ¿de verdad se creen que vamos a volver a la inopía?. Craso error.
Le comentaba a mi hermano esta mañana que es más peligroso, para ese secritisimo lugar, en el que adquiero cds y dvds vírgenes sin pagar el canón, esta actividad, que si en su interior se pudieran conseguir armas, esclavos, esclavas o droga. Qué seguro que el peso de la ley caería más fuerte contra ellos por la actividad primero descrita que por el resto de ocupaciones ilícitas. Efectos de un pacto por mantener la industria dicen las voces más "autorizadas", pero que en realidad hablan del inmovilisimo, de la nula capacidad de reacción ante la revolución 2.0. e Internet. Las nuevas tecnologías han asestado un duro golpe a la industria del entretenimiento con las posibilidades de replicar los contenidos grabados y la globalización proporcionada por internet. Estas industrias, y otras afectadas por el progreso tecnológico, presionan a los Gobiernos para que se legisle en su favor, bien cobrando el siniestro canon que presupone que cada usuario de internet o de cualquier máquina grabadora de cualquier cosa es un delincuente, bien recurriendo a medidas de corte totalitario, como impedir el acceso a internet de los infractores de la legislación protectora, a los que llaman “piratas”.
La base de la actitud de la industria es la mal llamada “propiedad intelectual”, concepto necesitado de una revisión profunda y cada vez más urgente, y utilizado casi siempre demagógicamente con amenazas que la historia del progreso humano se ha encargado de desmentir: la imprenta acabó con los copistas, pero no con la escritura; los discos y el cine no acabaron con el teatro, las imprentas sobreviven a las fotocopiadoras domésticas y la televisión no ha liquidado a la radio. La era informática ha obligado a la reconversión de los linotipistas. Nihil novum. Así funciona la vida, y tratar de frenar el progreso técnico con multas o prohibiciones es una actitud reaccionaria con muy poco parangón posible.
El futuro no está en coaccionar a los usuarios de internet, sino en revisar el concepto de propiedad intelectual, demasiado esgrimido con mentalidad, esta vez sí, de piratas.
ersonalmente, lo que más me molesta de toda esta actitud de la SGAE convirtiéndose en el enemigo público número uno de las nuevas tecnologías, los conciertos benéficos y el sentido común, es la desvirtuación de ciertos valores y términos. Yo soy de una cierta vieja escuela, y para mí palabras como “creador” o “autor” me evocaban imágenes como, qué sé yo, Miguel Hernández leyendo poemas bajo las bombas de la guerra civil, Miguel Unamuno encarándose con Millán Astray, Joan Báez cantando contra la guerra del Vietnam, ese tipo de cosas.
Hoy, para casi cualquier joven, las palabras “autor” o “creador” sirven para definir a Teddy Bautista apadrinando la entrada de policías en hogares a buscar discos, Ramoncín haciendo de jurado de OT o José Luis Garci… bueno, simplemente rodando otra película. El hecho de que un mínimo de los afiliados a la SGAE cobren realmente de ésta, que existan voces de disensión en su interior, o que haya otras asociaciones de defensa de los artistas, todo ello queda oscurecido por la actitud de los individuos autorizados legalmente –según reciente sentencia- a colocar espías en las bodas.
Desde la idea de la creación como herramienta de lucha, como voz del pueblo, a los supuestos creadores –los más talibanes, por cierto, con una carrera artística mediocre- convertidos en perseguidores de los nuevos movimientos sociales ja pasado poco más de un par de décadas. Pero los últimos años han sido bastante demoledores. Y veremos si recuperables.
Si los “creadores” realmente defendieran su propia labor… Sin embargo, todas y cada una de las acciones de la SGAE en realidad se dirigen a defender el actual modelo de distribución, que está superado por la tecnología. Hay una analogía que no creo haber leído en ningún sitio, pero que me parece que define perfectamente lo que ocurre en la actualidad.
Lo que hace la SGAE es como si el gremio de pintores y el de escultores hubieran intentado prohibir la fotografía en su nacimiento, al reproducir las obras creadas originalmente por sus asociados.
Sin embargo, pintores y escultores tuvieron que aprender a vivir con la idea de reproducción. Su negocio, es cierto, cambió: no es necesario comprar originales para decorar una casa. Pero sobrevivieron defendiendo el valor añadido del original, encontrando nuevas funciones públicas etc. Y, por supuesto, persiguiendo a quien reprodujera su obra con el fin de enriquecerse. Pero no al particular que hace fotos en el museo o el parque donde se coloca la estatua.
Puede cobrarse por copias cuando los particulares no pueden realizarlas por su cuenta. Al hacer hoy posible la tecnología la copia a cualquier ciudadano con un equipo informático corriente, como antes ocurrió con las fotos, los intermediarios sobran.
Los buenos músicos sobrevivirán dando conciertos. Los buenos escritores sobrevivirán con ingresos adicionales como analistas de nuestra sociedad, conferenciantes, articulistas. Los buenos cineastas venderán sus obras internacionalmente, sumarán premios y no necesitarán de presupuestos tan altos.
Los malos –y quienes han hecho posible que se dediquen a ello de la mano del marketing y estructuras obsoletas-, tendrán que reconvertirse. Sin subvenciones: no se puede salvar lo que no tiene futuro. Si se las apañaron los de la metalurgia vasca o a los aparceros castellanos, que en teoría era gente menos preparada que estos supuestos “autores”, supongo que también ellos tendrán que salir adelante. Para eso están los cursos del INEM.
Aunque, lógicamente, antes de perder ese estatus seguirán pataleando, es lo que están haciendo.
Con suerte, en treinta años ya se nos ha olvidado todo esto, y los jóvenes volverán a admirar a los creadores.
miércoles, 22 de julio de 2009
Majestad, estás despedido

Por experiencia histórica sabemos bien lo que cuesta echar a un rey. En España lo hemos intentado ya varias veces, pero reaparecen en cuanto bajas la guardia. La última vez que lo conseguimos fue en 1931, con Alfonso XIII, y aquí seguimos, con su nieto ejerciendo, y el bisnieto calentando en la banda.
Cualquiera pensaría que a estas alturas la monarquía es ya un producto viejo, pasado de moda. Pero lo cierto es que sigue contando con una cuota de mercado importante, y son muchos todavía los consumidores que valoran bien el producto. Juancarlistas los llaman. La clave del éxito está en la fuerte inversión publicitaria, claro, pero también en el blindaje mediático que lo protege. Lo que ya no está tan claro es que cuando llegue al mercado la última actualización del producto, Felipe 6.0, los usuarios mantengan el entusiasmo. Tal vez por eso sigue activa la vieja versión, pese a que ya empieza a tener fallos; porque no confían en las prestaciones del relevo.
Así que los republicanos podemos esperar sentados a que los consumidores se cansen y la empresa quiebre. O podemos pensar en otras vías. A mí se me ocurre una posibilidad, muy adecuada a estos tiempos: despidamos al rey. Echemos al rey por la vía laboral, mediante un despido en toda regla, con su preaviso, su finiquito y adiós muy buenas. Ya sé que parece poco serio derrocar un rey en la magistratura de trabajo, pero déjenme fantasear un poco.
¿No llevamos años escuchando que es un gran profesional, que está al servicio de los españoles? Pues muy bien: ya que no parece dispuesto a jubilarse ni dimitir, llamémosle hoy mismo al despacho y comuniquémosle el despido. Gracias por los servicios prestados, ha sido un placer, recoja sus cosas y adiós.
De entrada, echemos un vistazo a su vida laboral para estudiar el caso. En su expediente dice que fue contratado para el puesto un 22 de julio de 1969, aunque ya llevaba 20 años en período de formación. Pasó seis años de becario a la sombra de Franco, al que sustituyó un par de veces cuando enfermó. Por fin, tomó posesión del puesto un 22 de noviembre de hace treinta y cuatro años. Y en 1978 se le renovó en el cargo, se le hizo indefinido, y así hoy.
Con esta trayectoria, hay varias posibilidades para despedirlo. Podemos declarar el contrato en fraude de ley. Sobran los motivos para ello: no se ajusta a la legislación laboral vigente (que no contempla puestos de trabajo hereditarios) y, en caso de que lo sometamos a la ley monárquica, también hubo fraude, pues se saltó la sucesión natural,ya que le tocaba heredar a su padre.
Lo ideal sería que dejase la empresa de manera amistosa, por finalización de contrato o por realización de obra o servicio, pero ya vimos que tiene contrato indefinido. De manera que habrá que intentar un despido procedente, o de lo contrario nos saldrá por un pico. Hagan cuentas: una indemnización de 45 días por año trabajado, con cuarenta años de servicio son 1.800 días, es decir, cinco años de sueldo. Si pensamos que cada año recibe nueve millones de euros, la broma nos saldría muy cara. Y además, si declaran el despido improcedente tendremos que readmitirlo.
Más barato nos saldría un despido disciplinario, que de paso nos resarciría por tantos siglos de monarquía. Basta algún motivo de incumplimiento de contrato, como por ejemplo abuso de confianza. Para ello tendríamos que conocer cuánto hay de cierto en todos esos rumores que desde hace años adornan al rey, sobre sus negocios y amistades peligrosas, imposibles de comprobar por el blindaje informativo.
Si conseguimos despedir al rey, todavía nos quedará la extensa familia real. Para ella haría falta un ERE, un despido colectivo que incluya el cierre del negocio, o el traslado de la producción a otro país donde quieran contratarlos quizá alguna de esas petromonarquías con las que tienen buena relación.
En cuanto a los monárquicos, haría falta un plan de reconversión para recolocarlos. Es esperable que la mayoría de juancarlistas se recicle sin protestar cuando falte, pero siempre quedarán unos cuantos yonquis que necesitarán ayuda para superar el mono.
Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal
Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...