martes, 28 de julio de 2009
Vaya cabreo
Pero es qué el valor económico de mi pobre y extraviado terminal no era su fuerte. Me costó 5 euros, le quedaba una rayita de bateria, por lo que en cuanto se apagó, adiós muy buenas. Y con menos de 10 euros de saldo, tampoco es que hayan petado los concursos de llamadas de las altas horas de la madrugada... La mayor faena, perder todos los teléfonos de mi gente. Pasados, presentes y fúturos. Todo ese baúl de la nostalgia que componían los sms, enviados y recibidos, con un significado especial también volaron. Quizás el subnormal (o subnormala) que se lo ha quedado haya soltado el moco de risa, o de llanto por la cantidad de sentimiento, nostalgía y sueños plasmados a golpes de pulgar.
Ahora ya sólo perviven en mi memoria, en los sueños. En los tuyos también. En los de los demás los suyos. Quizás en algún móvil ocupen algún byte para hacerme complicidad. Pero fueron mensajes de recuerdos, de ilusiones, contestaciones de rabia, ensoñaciones y verdades. Ya no los volveré a ver. Qué le vamos a hacer!! No sé si soy un sentimental, un romántico o un gilipollas. Tampoco es que los viera todos los días, pero era importante tenerlos ahí. Quizás era un arma para posibles "jucios"; quizás era una pistola para suicidarme.
Lo que más me jode es la avaricia, la sinvergonzería. Para qué coño alguién quiere un móvil que no es suyo. Sobretodo si es un teléfono barato, irrisorio, simple. Es que a la gente le domina el aprovechamiento. Es este mundo una carnicería en la que el que hace más fuerza y más daño a sus iguales. ¡Qué asco!
Pero ahora tengo un nuevo móvil, por lo que a recuperar lo perdido, y con las mismas no, con muchas más ganas de hacer, luchar y vencer.
viernes, 9 de enero de 2009
Fácil y para toda la familia
“La fiesta ha terminado”, decía la presidenta del Congreso de EE.UU. al presentar el primer Plan de
En el fondo existe la idea de que unos se lo han llevado crudo y lo que es peor, que lo que a partir de ahora se ponga a su servicio, para salir de la crisis, se lo van a seguir llevando. Las francachelas millonarias de los directivos de AIG o Fortis, o los cobros de indemnizaciones blindadas por algunos directivos tras su intervención por los gobiernos refuerzan esa impresión.
Recuperar la credibilidad requerirá reestablecer la jerarquía de lo público, la autoridad para que los causantes del desastre no se vayan de rositas, la capacidad de regular e intervenir frente a los abusos, la posibilidad de disponer recursos públicos y aplicarlos con justicia social, es decir poner la política al servicio de los intereses generales, al servicio de la ciudadanía, lo que no es fácil tras décadas de ofensiva ideológica y práctica política conservadoras, predicando las bondades del mercado libérrimo y los males de la intervención pública, que en la práctica, se tradujo en poner lo público al servicio de unos pocos como mostró de forma descarnada la guerra y posguerra en Irak. Así, el ciudadano tiembla cuando oye a los próceres del “nuevo capitalismo” hablar de intervención del Estado.
Pero no nos engañemos, para salir de esta situación, de una forma u otra, tocará arrimar el hombro a los de siempre y se trata de hacerlo repartiendo las cargas con la mayor justicia posible y sentando las bases para que lo sucedido no se repita. Nadie cree que los ciudadanos no vayan a pagar nada en esta situación y con el volumen de recursos necesarios para abordarla o se incrementan los ingresos públicos o se recortarán fuertemente los gastos.
Pero en esta etapa unos pocos se han lucrado mucho, otros han mejorado, pero lo mayoría sigue igual y una parte importante igual de mal que siempre y no será ni justo ni eficiente que los únicos que paguen sean estos últimos. La razón de justicia se explica sola, la de eficiencia, en un caso como el español, radica en que los menos favorecidos viajan menos al extranjero y no compran coches ni artículos de lujo importados, es decir consumen pero no lastran el déficit exterior.
Además, dado el deterioro y la pérdida de confianza en las alternativas de ahorro privado la tendencia al gasto entre los sectores con mayor capacidad adquisitiva no es fácil que se resienta y será más fácil que el proceso de ahorro e inversión se aborde desde lo público, por lo que incrementar los ingresos públicos, con criterios de justicia social y eficiencia sería preferible a reducir los gastos.
El comportamiento irracional del sistema financiero en estos años, que valoraba algo tan intangible como las expectativas infinitamente más que la capacidad de las empresas para satisfacer necesidades, ha dado paso ahora a una reacción no menos irracional, en la que el pánico desploma los valores, independientemente de lo que tengan detrás.
Es obvio que en economías tan complejas como las actuales es imposible funcionar sin sistemas financieros sólidos, pero es más obvio que lo que responde a las necesidades de las poblaciones no son unos papeles a los que llamamos dinero, sino los bienes y servicios que podemos comprar con ellos.
No es una cuestión menor, porque la humanidad dispone de una agricultura más productiva y con más capacidad de alimentar a la población, más y mejor tecnología, mayor capacidad de producir energía, productos industriales y servicios mejores y más baratos que nunca. Dispone de la mayor y mejor cualificada mano de obra de la historia. Sería paradójico que con capacidad para alimentar, vestir, calentar, atender y educar mejor que nunca, se incrementen exponencialmente el hambre, las privaciones y la enfermedad, es decir la miseria, también en el mundo desarrollado.
No es sólo una contradicción entre capital y trabajo, también lo es del propio capital, porque los que han hecho sus tareas bien, ven como sus actividades se resienten pueden arruinarse por culpa de otros.
Por eso hay que cambiar la visión económica y donde hasta ahora ha prevalecido la sinrazón financiera volver la vista, dedicar la política a la economía real.
Se trata de preservar la protección social sin la cual, el incremento del desempleo puede hundir la demanda interna, de que se destinen recursos a sostener y desarrollar los sectores productivos, de que los recursos que se destinen a sanear y sostener los sistemas financieros tengan contrapartidas en regulaciones de mayor control y en participación en capital y las decisiones de las entidades que los reciban, para que en el futuro el sector financiero esté al servicio de la economía real y no a la inversa como hasta ahora.
Evidentemente la crisis requiere respuestas globales, pero Europa, la zona Euro, es un ámbito imprescindible para hacerlo, porque si no lo hace lo pagará, y mucho más, tarde o temprano,
“De economía no sé nada. Me propuse escribir un diccionario sobre la actual crisis financiera para poder entenderla yo”. Son las humildes palabras del genial autor de la mejor explicación en castellano sobre la crisis subprime que comenzó en EEUU y que, como tan bien explica su texto, amenaza al señor que ha ingresado su dinero en “caja de ahorros de su pueblo, San Quirico de Safaja, una Institución seria”.
Desde aquí animamos a su sencilla lectura, disponible en este enlace, que contiene la última actualización del diccionario en abril, que aún no está colgado en su blog. En ella, dice cosas como la siguiente: “Para que estéis tranquilos y no tengáis complejo de inferioridad porque no entendéis nada, os copio lo que ha dicho Jaime Caruana, ex Presidente del Banco de España, Director de un Departamento del FMI (Fondo Monetario Internacional) y responsable de un equipo del FMI que ha elaborado un informe sobre la crisis. Habla del peligro de la expansión imparable de instrumentos financieros con “estructuras cada vez más complejas y difíciles de entender”. Comentario: Ya veis que lo que os pasa a vosotros pasa en las mejores familias”.
El autor de este texto se llama Leopoldo Abadía, “un chaval de 75 años, con 12 hijos y 35 nietos”, ingeniero industrial, ex profesor de política de empresa del IESE durante 31 años y presidente de Grupo Sonnenfeld. Empezó hace tres años a elaborar un diccionario de vocablos “hecho sin ningún criterio, pero que a mí me ha servido cuando lo hacía sólo para mi uso”.
Lo que menos se imaginaba Abadía es que su explicación de la crisis financiera 2007-2008 iba a propagarse como la pólvora a través de Internet. Que economistas, profesores, gurús de todo pelaje, periodistas y analistas financieros varios se iban a postrar de hinojos ante la claridad de sus palabras. Él lo explica así:
“Llegó 2008 y empezó a salir el tema de las hipotecas subprime y todos esos chanchullos (...) mandé el Anexo a algunos amigos míos. Uno de ellos, exultante de gozo porque lo había entendido, se lo mandó a unos cuantos amigos suyos. Al cabo de unos días, mi hijo Fernando recibió el papel, enviado por una amiga suya, que lo había mandado a no sé cuánta gente. Por supuesto, en el documento no ponía que el autor era yo, porque nunca se me había ocurrido hacerlo público".
"La cosa se estropeó más cuando Nacho Giral, a quien no conozco, que es el Director General de Atrapalo.com, una Agencia de viajes on line, lo publicó en su blog particular. ¡¡Y tuvo 7.000 visitas el primer día!! Como tampoco decía quién era el autor, mi hijo Fernando escribió a Nacho diciéndole que era yo. Inmediatamente, Nacho añadió una nota diciendo que el autor era yo, y que, por cierto, era un crack, lo que demuestra, entre otras cosas, que Nacho es una buena persona. La gente empezó a poner sus comentarios en el blog de Nacho Giral. Mientras tanto, la explicación de la crisis ya había aparecido en otros blogs y había recibido noticias de personas de Estados Unidos, de Holanda y de no sé cuántos sitios más".
"Los comentarios han llenado por ahora unas 100 páginas. No los he leído, porque, si dicen que les gusta, pienso que soy Milton Friedman, y si dicen que no les gusta, puedo ofenderme gravemente. Mi hijo Gonzalo, que tiene una Agencia de Comunicación, es el que los ha recogido. Me ha contado algunos, muy divertidos. Empecé a recibir peticiones de suscripción y, de repente, me encontré con 50 suscriptores “oficiales” (gratis todos, por supuesto) y tropecientos mil no oficiales. Ya veis que la cosa se me fue de las manos, en primer lugar, porque nunca pensé lo que iba a ocurrir. Ahora, mis hijos se lo han tomado muy en serio, han registrado el Diccionario y han creado un blog: www.leopoldoabadia.blogspot.com, en el que está el Diccionario y al que puede acceder el que quiera”. Por cierto, lo actualiza el último día de cada mes.
Uno de los capítulos más interesantes del ya famoso texto es el siguiente: “Alguien ha calificado este asunto como ‘la gran estafa’. Otros han dicho que el Crack del 29, comparado con esto, es un juego de niñas en el patio de recreo de un convento de monjas. Bastantes, quizá muchos, se han enriquecido con los bonus que han ido cobrando. Ahora, se quedarán sin empleo, pero tendrán el bonus guardado en algún lugar, quizá en un armario blindado, que es posible que sea donde esté más seguro y protegido de otras innovaciones financieras que se le pueden ocurrir a alguien. **Ayer oí que, para el futuro, lo mejor será pagarles el bonus a los inventores de los instrumentos estructurados (MBS, CDO, etc.) con instrumentos estructurados que ellos mismo hayan inventado. (Me pareció muy buena idea.)
"Las autoridades financieras tienen una gran responsabilidad sobre lo que ha ocurrido. Las Normas de Basilea, teóricamente diseñadas para controlar el sistema, han estimulado la titulización hasta extremos capaces de oscurecer y complicar enormemente los mercados a los que se pretendía proteger".
"Los Consejos de Administración de las entidades financieras involucradas en este gran fiasco, tienen una gran responsabilidad, porque no se han enterado de nada. Y ahí incluyo el Consejo de Administración de la Caja de Ahorros de San Quirico. Algunas agencias de rating han sido incompetentes o no independientes respecto a sus clientes, lo cual es muy serio”. Leopoldo Abadía ha adelantado a El Confidencial que una próxima actualización de su diccionario se dedicará a la ética.
miércoles, 26 de diciembre de 2007
Qué es la Navidad
Nuestro modelo de sociedad nos impone la apariencia, y eso, señores, se ha de pagar, no sólo con dinero sino con la propia salud que nos vamos dejando en cada puente festivo, o en las fiestas emblemáticas, donde una buena demostración de superficial apariencia hace mella entre ateos, agnósticos, laicos, católicos, anarquistas antisistema y otros grupos o confesiones que haciendo por unos días una gran hermandad, nos lanzamos contra cualquier escaparate que tenga algo que vendernos, comemos hasta la extenuación y bebemos más que los peces del villancico.
Para colmo, los políticos, omnipresentes, nos "deleitan" cantando villancicos sobre los mismos escaños desde los que un rato antes ladraban como perros unos contra otros. También el Rey dará su tradicional discurso, todo ello mientras el pavo, el besugo, el cordero, o el conejo de Zapatero esperan en la mesa con los langostinos congelados y la mantelería con velas de colores y motivos navideños, comprados en la tienda de los chinos de las que cada barrio dispone, Dios les bendiga.
Y es que la Navidad ha pasado de ser familiar, integradora y "humilde" a un derroche, violento, subversivo, lleno de prepotencia, orgullo y apariencia. Si primeramente fue defendida (a capa y espada) por la Iglesia, ahora son las Asociaciones comerciales, los centros de comercio y ocio, e incluso los gobiernos instalados en el depredador capitalismo, los que nos obligan (el eufemismo seria invitar) a gastar todo lo gastable y más, en todo aquello que no sirve más que para alimentar el ego propio, durante escasos momentos, como escasas son también las sensaciones que intentamos despertar, en los que en teoría son nuestros familiares y amigos, pero a quienes queremos demostrar nuestra opulencia, riqueza y presuntuoso poder (todo fachada). Nos da igual que ya estemos ahogados económicamente. No importa la hipóteca, el alquiler o el coche. Las cenas tienen que ser demostraciones de riqueza. Las fiestas imagenes de bacanales, en las que todos somos Bacuo con la irrefrenable capacidad de absorción. La apariencia domina ahora la Navidad. Ha desterrado para siempre la esperanza, la humildad, la honestidad e incluso la paz. Pero también ha cerrado en un cajón oscuro nuestra capacidad de raciocinio y critica. Nos da igual que nos exigan 60 euros y media etiqueta por 4 horas de fiesta, bañada en "garrafa", porque la nochevieja hay que ser "cool". Dónde estan nuestros principios ¿?; y más importante, Dónde están los principios de la Iglesia católica ingeniosa descubridora de la estafa a finales de año.
Desde aquí pediros, amigos y amigas, que olvideis el consumismo, que ahorréis, que impidaís el derroche y la corrupción moral de estas fechas. Guardar algo en la hucha, porque vienen tiempos tenebrosos; y si algo gastaís, que sean buenas prevendas, causas y acordémonos de todos aquellos a los que les da igual la fecha en la que se hallen, porque la muerte, el dolor y el sufrimiento esta omnipresente en sus vidas.
En fin, que un año más pasaremos lo mejor que podamos este trago en que hemos convertido la Navidad. No obstante, aprovecho para desear a todos salud y suerte, que con el cambio climático, que es otro más de nuestros logros, la vamos a necesitar.
Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal
Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...