domingo, 26 de julio de 2009

La Sanidad: Servicio público o negocio


Visto el interés por la reforma del sistema de salud en los Estados Unidos intentaré explicar el debate de la siguiente manera: Yo podría estar contra la reforma del sistema.
Yo podría estar contra la reforma porque el status quo me va bien. Porque tengo un buen -y caro- seguro médico que me paga la empresa para la que trabajo.
Yo podría estar contra la reforma porque hasta ahora noto poco en mi bolsillo la buena atención que recibo.Tengo un copago obligatorio por consulta razonable, de 10 o 15 dólares, unos médicos que llaman al día siguiente de cualquier tipo de intervención para saber cómo me encuentro y me dejan su dirección de e-mail para que les consulte las dudas que tenga en mi recuperación.
Yo podría estar contra la reforma porque cuando los gastos de un año llevan a un aumento de la póliza del año siguiente, mi empresa lo asume.
Yo podría estar contra la reforma por miedo a que, si de repente hay una opción pública, mi empresa puede plantearse abandonar ese plan privado y dejarme en manos de la "seguridad social". Y, de hecho, puede que cuando yo esté en el Reino Unido a merced del NHS eche de menos el seguro privado que tengo en los EEUU. Puede.

Yo podría estar en contra de la reforma, si fuera un congresista que tiene garantizada una cobertura de primera y cuyas campañas de reelección dependen en parte de las contribuciones de los lobbies farmacéuticos, médicos, hospitalarios...
Yo podría estar en contra, si fuera uno de esos lobbies y la reforma alterara mi volumen de negocio. Estaría a favor, si encontráramos un consenso que me beneficiara (y ése es el consenso que busca Obama).

Pero, como dice el Presidente Obama, this is not about me. No se trata de mí.

Se trata de los 47 millones de personas que no tienen seguro médico y que si no entran en la categoría de pobre o mayor de 65 años, es casi seguro que tendrán que pagar de su bolsillo la atención médica, si es que pueden.
Se trata de los millones de personas que tienen un seguro que no cubre la mayoría de tratamientos. La lista de ejemplos es inagotable: seguros que no cubren un parto, que cubren la hospitalización (la cama), pero no el tratamiento que se reciba en el hospital, que no cubren un tratamiento contra el cáncer, contra el Sida...y que tienen que renunciar a ello o hipotecarse, gastarse el fondo de pensiones, endeudarse hasta las cejas...
Se trata de las miles de personas que tienen un seguro -bueno, regular o malo- y viven con el miedo de quedarse sin, si cambian de empresa o se quedan en el paro.
Se trata de los empresarios, sobre todo los pequeños empresarios, para quienes contratar un seguro médico a sus empleados es cada vez una carga más pesada y ello les lleva a no contratarlos, dejarlos sin seguro o no subirles el sueldo.

Pero es que sí se trata de mí. Sí se trata de mí, si un día necesito un tratamiento cuyo coste supera lo que mi seguro está dispuesto a pagar. Y se trata de mí, si un día mi empresa deja de pagar ese seguro porque le resulta demasiado caro. Y sí se trata de mí, si un día me quedo sin trabajo...

Lo que más me molesta del debate es el simplismo y falta de veracidad de algunos argumentos. Quienes están en contra hablan a veces como si ahora el sistema actual no le costara nada al contribuyente, cuando, según algunas fuentes -entre ellas el presidente Obama-, el contribuyente estadounidense está pagando al año unos 6.000$ más que un contribuyente de otros países desarrollados y, a cambio, recibe peor cobertura. Ese dinero sale de los impuestos y va a parar a la mínima red pública que hay y a subvencionar los hospitales y seguros privados.
Y quienes defienden la reforma a veces presentan los modelos de Canadá o de Europa como idílicos, como si no hubiese listas de espera, ni saturación, falta de camas... No hay más que comparar dos películas, por ejemplo, "Sicko" de Michael Moore y "L'invasion des Barbares" de Denis Arcand.

Sobre el anuncio que comenta un bloguero denunciando el sistema público de Canadá (una señora dice que si se llega a esperar su turno en la sanidad pública, el tumor cerebral la habría matado y que, en cambio, en los EEUU tuvo una atención de primera) mi pregunta es ¿quién lo pagó? Porque aquí nadie discute que la calidad de la medicina en los EEUU sea muy buena, lo que está encima de la mesa es que, como tantas cosas, está sólo al alcance de quien pueda pagarlo.

Por citar de nuevo a Obama, si el problema fuera fácil de resolver, ya lo habrían hecho hace tiempo.

Ante la situación planteada en Estados Unidos en el que la supuesta primera economía del planeta basa uno de sus pilares financieros en un sistema que denigra los mastiles de la moralidad, solidaridad o igualdad entre compatriotas, en España tenemos multitud de particularidades (bondades del sistema autonómico) pero que básicamente responden a dos sistemas.

Por un lado las Autonomías gobernadas por el PSOE de manera tradicional tienen implantado un sistema muy socializado, bastante accesible para todos y con especial interés en la atención primaria y rural. En Extremadura, Andalucía y Castilla La Mancha, existe una buena organización, y aunque perduran las listas de espera, si que se tramitan las urgencias correctamente y se dan accesos necesarios para los pacientes. Las infrastructuras son buenas en los hospitales y centros médicos públicos, ya que prácticamente nada va destinado a la sanidad privada. Y ya por último los trabajadores, médicos, ATS, enfermeros y personal de mantenimiento, pese a cierta masificación en algunos servicios y carencia en otros, reciben correctamente tanto sus derechos como deberes y prácticamente no existe conflictividad laboral.

En el otro lado de la baraja, las CCAA gobernadas por la derecha y más con un caso más especial: Madrid. Por un lado en las CCAA más pequeñas en población, se mantiene aunque con carencias graves en muchos sentidos la atención primaria y la supremacia de la sanidad pública, dada la tremenda dificultad que podría entrever ejercer un sistema sanitario como el madrileño en una comunidad como Castilla y León, bastante anciana y con poblaciones muy dispersas. En Madrid si que buscan la privatización del sistema sanitario y lo logran con todos los hospitales de nueva creación que quedan muy bien para arañar unos votos con esas fotos y merendolas, pero que son también fuente de ataque a la conciencia colectiva por parte del trabajador sanitario, masacrado, vejado y agotado en el mundo de la sanidad pública, y que ve como los hospitales y seguros privados se llevan todas las viandas presupuestarias.

Y así estan planteadas las posiciones en un debate que parece no interesar pero que es necesario. El modelo europeo parece consolidado y modélico para Obama, pero la derecha, sin embargo, está ávida de encontrar una vez más en el sufrimiento humano, la posibilidad de aumentar sus réditos bursátiles, y mantienen la intención, cada vez más velada, de implantar el modelo yanki contra el que el presidente afroamericano trata de luchar dada las carestías sanitarias y sociales que la actual crisis económica ha provocado, y que la privacidad y avaricia de los emporios económicos y de seguros han provocado.

Ahora hay que hacer que la defensa de la sanidad pública sea algo primordial, y se pueda no sólo conseguir asegurar el sistema actual, que por lo menos mantiene la asistencia para toda la población aunque no la igualdad, y si luchar por la permanencia total de la sanidad pública, su supremacía como una fuente de igualdad, empleo y derechos sociales.

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