martes, 4 de diciembre de 2018

Elecciones Andaluzas: La hecatombe de la izquierda




Veía las elecciones al Parlamento Andaluz del pasado domingo, 2 de diciembre, como una apuesta personalista de Susana Díaz en sus ansías en convertirse en Presidenta del Gobierno de España. Preveía la lideresa una victoria rutinaria en Andalucía con la que obtener la pole position ante el escenario que se va a abrir en 2019, haya elecciones generales o no.
Buscaba además aprovechar el supuesto momento de incertidumbre del Partido Popular, y renovando su mandato en Andalucía Díaz, podría volver a reclamar en un año o dos, el liderazgo del PSOE, si las balas del afortunado Pedro Sánchez seguían menguando.
En un escenario nacional abierto, pendiente de una negociación presupuestaria, que impida el adelanto electoral (al que se le haya ocurrido lanzar el mensaje de un “súper domingo electoral” con generales, autonómicas, municipales y europeas, es un mentecato), transitamos en una etapa rara. Cambiante y mutante en el que los apoyos y liderazgos se vuelven líquidos ante la batería de las primicias y las últimas horas. Mientras, lo más importante -en realidad lo único que importa- la vida de las personas se deteriora tras los orgasmos del capital.
Por todo ello, entono el mea culpa, matizado en que nadie, absolutamente nadie, preveía lo que pasó, y que ha supuesto un giro hacia la derecha, concretamente, hacia la extrema, justo en un momento en el que tras la moción de censura de junio se abría una ventana para empezar a reparar la dignidad de las buenas gentes de este país.
En estos meses Pedro Sánchez ha ido haciendo promesas y más promesas que contentan a las mayorías sociales, pero sin hechos concretos que las favorecieran. La cuestión catalana sigue en su enquiste. El PP se ha renovado con un peligroso fascista “viejoven” y ha aparecido como un partido a contar, Vox y su extrema derecha, recibiendo la atención mediática, que nunca recibieron UpyD o Izquierda Unida.
Pero aquí pasada la resaca y las lamentaciones unas pocas valoraciones desde la distancia y el cariño a Andalucía y sus gentes.
1. Bajísima participación. En torno a un 53% de personas con derecho a voto se quedaron en casa y no lo ejercieron.
Partiendo de experiencias previas parece evidente que tal abstención o desidia favoreció el ascenso de la derecha en su conjunto, y cuyo electorado, ya sabemos que vota en bloque -aunque en esta ocasión en tres opciones-.
Explicar las razones de tan baja actividad en los colegios electorales y que fuera protagonizada por tradicionales votantes de la izquierda (sobretodo del PSOE) es pensar, una vez más, en el hartazgo con las políticas liberales con las que se está gobernando desde la supuesta izquierda, y en la falta de proyecto y alternativa al sistema económica capitalista neoliberal que estamos sufriendo y nos está arruinando.
No podemos tampoco obviar que buena parte de esa abstención la tuvo la confluencia de Podemos e IU que tampoco consiguió, pese a las buenas expectativas, generar la movilización y activación de la clase trabajadora que se siente cada vez más huérfana de representación, y que al final, y dependiendo de connotaciones culturales, opta por quedarse en casa o apostar -estos fueron los menos- por quienes les dicen lo que quieren o necesitan oír: la ultra derecha.


2. Una vez más los centros de estadísticas políticas fallaron, y de manera estrepitosa, en todas sus predicciones y proyecciones de voto. O bien da mucha vergüenza contar a un desconocido por teléfono o en la calle, que votamos a semejantes personajes, o bien fallan los métodos de acceso, muestreo, recopilación y análisis de datos. Ya no es que no sean capaces de acertar, es que tampoco sirven como herramientas de manipulación para generar tendencias. La gente los ha sobrepasado.


3. La gran derrotada es Susana Díaz que pierde la presidencia de la Junta de Andalucía y sus opciones de alternativa a Pedro Sánchez en el PSOE. Deja un cadáver político, heredado del hedor corrupto de Chaves y Griñán y que tiene como gran "mérito" entre otros darle el gobierno a Rajoy en 2016. No supo ver, ni atajar, el deterioro que casi 40 años de gobierno socialista habían dejado en la imagen de su partido. Y pecó de optimismo y tacticismo al convocar unas elecciones y optar por un perfil bajo de campaña que no consiguió movilizar a los suyos, ni a sus votantes, ya cansados del estado de las cosas en Andalucía. Una región trabajadora y preciosa, que muere debido a una estratificación social basada más en castas que en clases, y aupadas no pocas veces por la delincuencia. Incapacitada y soberbia ha degradado la imagen de su región y la fuerza de su partido a nivel nacional.
Su salida de la vida política debería de ser inminente, para que el socialismo andaluz se reconstruyera y pudiera hacer una oposición efectiva que volviera a ponerla como favorita en unas futuras elecciones autonómicas.
Aprovecho su caída, para comentar una vez más, la terrible endogamia que se ven en los partidos, especialmente en los tradicionales, donde se aúpan a puestos de responsabilidad en las administraciones a personas, hombres y mujeres, que jamás han salido de las faldas de la estructura oligárquica de poder. La ristra de nombres es colosal, y es propia de éste país, comparado con los de su entorno, donde salvo casos excepcionales (Macron, Salvini, Putin) todo el mundo llega con un trabajo fuera de la política.


4. El fracaso de Adelante Andalucía. Nueva derrota electoral de la estrategia de la izquierda, de Podemos e Izquierda Unida. Pasan los meses y los años y ni la confluencia, ni el dedo mesiánico de Iglesias, ni la autonomía ganada por las federaciones (en Andalucía liderada por Anticapitalistas) se consigue no sólo entrar a gobernar, sino mejorar los resultados y mucho menos “sorpassar” al PSOE. El liderazgo de Teresa Rodríguez y Antonio Maíllo no ha sido capaz de movilizar al que fue su electorado (han perdido un tercio de sus apoyos), ni tampoco al electorado descontento con el PSOE andaluz. Y enfangados en cuestiones semánticas y atomizando los discursos en parcelas temáticas han obviado a la clase trabajadora que ha acabado o no votando o votando a la derecha.
Desde el techo que supuso las elecciones de diciembre de 2015, después del gran hito que fueron las municipales de ese mismo año- Podemos ha ido cosechando derrotas y viendo como sus apoyos y sus votos menguan. Tampoco Izquierda Unida suma el total de su base, muy descontenta ante como se ha empotrado la organización en Podemos. Y así, ni se logran sumar más partidos a una confluencia (en estas elecciones Equo ha ido por libre, al igual que PACMA o el Partido Comunista Andaluz) ni mostrar un discurso sólido que empodere a los desfavorecidos (especialmente las mujeres) y que haga entender a la clase trabajadora, que es la izquierda quien los representa defendiendo su trabajo, su sanidad, su educación, sus servicios sociales, su medio ambiente, su patrimonio, sus derechos y deberes, y en definitiva su vida para mejorar y prosperar.
Quizás haya hecho daño la disputa abierta entre las direcciones de Podemos Andalucia y Podemos “federal”, que durante el verano se disputaron el liderazgo y autonomía. Luchas soterradas por mantener la independencia y el apego a la supuesta transversalidad y horizontalidad esgrimida, frente a la táctica y verticalidad impuesta por el “círculo de la Complutense”.
Pero el verdadero problema es que tras el 15M y lo que se movió hasta febrero de 2014 (nacimiento de Podemos) la conflictividad social, la lucha en las calles con la exposición abierta y pública de los problemas que la crisis como estafa económica han dejado, se paró. No hay presencia en los conflictos, y lógicamente las gentes se sienten desemparadas, solas y sin representación efectiva. Para colmo se siguen menospreciando e ignorando de donde debían de salir los votantes: las bases socialistas. Sin ellas es imposible aunar mayorías progresistas en éste país, y hasta que no se entienda, se repare y se trabaje para acercarlas al proyecto poco se puede hacer en materia electoral.
Vamos a ver como se resuelve internamente esta situación porque puede devenir en grandes cambios en la confluencia para el año que viene. Iglesias puede usar estos resultados para volver a tratar de llevar atada a Podemos Andalucía; puede imponer su criterio al resto de federaciones. O bien abrir la puerta a que estas decidan en virtud de sus propios estatutos.
La situación para Izquierda Unida es similar, y cada vez suenan más los descontentos y los posibles proyectos de alternativa.
Si el domingo hubo ausencia de votantes para la izquierda, de momento, tenemos la ausencia, una vez más de autocrítica en las organizaciones para reconocer qué está fallando y ponerle solución.


5. Ganó la derecha. Especialmente Ciudadanos que puede jugar sus cartas en clave nacional, como ha hecho siempre, proponiendo a su candidato “corre partidos” para presidir la Junta a cambio de presionar o no a Pedro Sánchez en Madrid. Los naranjas, duplican su presencia en el Parlamento Andaluz, y aunque tampoco han logrado superar al PP como “primera fuerza del centro-derecha” adquieren la llave de gobierno y la legitimidad para decidir.
Con una ideología y unas posiciones tan cambiantes por el propio interés como nos tiene acostumbrados Rivera, todo puede precipitarse a una convocatoria de elecciones generales, extremo éste que Pedro Sánchez quiere evitar, pero que puede ser bien aprovechado por Ciudadanos.
A cambio debe de cuidarse muy bien con quién pacta y qué pacta, porque se juega un grueso importante de sus votantes, convencidos de momento por la presencia naranja “moderada” y “centrista”. Un supuesto pacto con Vox o con un PP que sigue igual de corrupto y caínita de siempre, pero con más desvergüenza puede mosquear a quienes han venido depositando su confianza en Ciudadanos, y cuando queda medio año para las elecciones municipales y autonómicas (Madrid, que es donde está la pasta, principalmente) puede ser contraproducente.
Todo hace indicar que gobernará la derecha en Andalucía, y no habrá repetición electoral, pero hay que contar con el tacticismo de Albert Rivera y sus secuaces. Un apoyo a los presupuestos de Sánchez e Iglesias por parte de los nacionalistas catalanes, como respuesta al auge de Vox y al pacto de gobierno en Andalucía, demorarían las elecciones generales y volverían a colocar con el pie cambiado a Ciudadanos.
Para la izquierda perder Andalucía es una trágica hecatombe que agudiza una crisis de representatividad, de discurso y de posicionamiento que adquiere ya tintes dramáticos. Andalucía ha sido un bastión al que aferrarse y un campo probado y exitoso de propuestas y prácticas que llevar a otros territorios. Sin embargo, ahora se abre un período de oposición en el que por encima de todo se ha de trabajar para defender a la mujer y el hombre, a los y las trabajadores, al campo y a la ciudad, devolviendo a Andalucía a su ser progresista y justo.


6. En el primer envite electoral con Pablo Casado a la cabeza, el PP sobrevive y celebra una victoria pírrica que sin embargo les va a dar la posibilidad de gobernar Andalucía por primera vez en la historia. Parece que el PP, al igual que el PSOE, como polos del bipartidismo ya comienza a ver su retroceso, hasta la formación de ese nuevo bipartidismo 2.0, que tarda en llegar. Al igual que en los socialistas dependerá de la permeabilidad y capacidad política de su líder, en este caso, Pablo Casado para ir sobreviviendo.
Mal hacemos en tomar a pitorreo las ocurrencias del niño pijo de Ávila que está exagerando los discursos como única tabla de salvación.
No nos engañemos, no es nuevo. Al PP nunca le ha importado mentir, pasarse por el forro el sentido de estado e incumplir promesas electorales para seguir mandando y delinquiendo, pero hay un matiz importante: Hasta ahora había guardado las formas, pero ahora está llevando la situación al extremo, con el asunto de Catalunya por bandera, para exacerbar pasiones que nada tienen que ver con el día a día y el futuro de la población. Pero que en cambio, les da grandes beneficios electorales.


7. Vox entra en las instituciones. Cuidado. No nos engañemos tampoco. La ultra derecha lleva en las instituciones desde siempre. Ha estado camuflada en las hordas del PP, y es reconocible en personajes como Fraga, Posada, Celia Villalobos, Esperanza Aguirre, Jorge Fernández y muchos más, porque nunca hubo una transición a la democracia y si un acomodamiento de los fascistas en un teatro que simulaba democracia.
Lo que ha pasado es inevitable cuando principalmente los medios de comunicación del capital han empezado a blanquear discursos fascistas, dándole una pátina de normalidad, que tampoco los políticos han sabido contrarrestar. Cuando Susana Díaz sacó a Vox a colación en el debate televisado buscando fraccionar a la derecha, le dio su primer escaño y además un altavoz para lanzar sus soflamas contra el feminismo o la inmigración.
Cuando las calles se inundan de banderas y se permite que se ponga el foco de la situación general en los ya marginados y degradados, como son los inmigrantes se está haciendo flaco favor a la democracia y la justicia social. Es justo lo que el capitalismo quiere: Que pasemos de las cuestiones de clase para hablar de otras cosas que no enturbien las cuentas de ganancias. No es la primera vez que las élites oligarcas utilizan el fascismo para mantener el estado de las cosas.
Vox un partido turbio, lleno de vividores de la cosa pública, ha entendido su juego de extrema derecha, y ha vendido que la culpa es de todos menos de ellos y que hay que ir contra todos.
Un fenómeno muy importante a destacar es que fue en uno de los municipios con mayor renta pér capita y mayor nivel cultural, El Ejido, donde Vox ganó claramente. Resulta curioso que un pueblo que es rico gracias al trabajo, en condiciones durísimas, de los inmigrantes vote a un partido racista y anti inmigración. Pero sería un error considerar que es esta clase social quienes han acabado depositando su voto en la formación de extrema derecha.
Dolorosamente, han sido personas en graves situaciones de desamparo y carentes de un discurso de clase por parte de quienes tradicionalmente debían proporcionárselo -la izquierda- quienes se han creído las promesas de la extrema derecha.
Ahora, llegan las lamentaciones, se echa la culpa a la abstención, hay manifestaciones y grandes declaraciones de lucha antifascista y cordones sanitarios. Pero es en la calle, pegados al conflicto y haciendo pedagogía en los barrios y centros de trabajo donde se tiene que recuperar y convencer a la ciudadanía que es la izquierda la que promulga un modelo social más justo y mejor, donde la gestión económica de la administración es efectiva, garantista, transparente y firme en defensa de los derechos de todas y todos. Es con política, pero de la de verdad, no de la de redes sociales, con lo que se tiene que recuperar la dignidad de la gente.
Lo ha sido así siempre, aunque algunos lo hayan olvidado, y es con lucha y contestación en las calles ante las agresiones del capital y la presencia del fascismo con lo que vamos a trabajar por un futuro mejor. Para todas y todos. Para Andalucía. Para España y para Europa.


8. Qué va a pasar. Salvo un nuevo imprevisto, la derecha gobernará, previsiblemente en la persona de Juanma Moreno, el candidato del PP, con apoyo de Vox y Ciudadanos, que han de medir que imagen muestra a menos de seis meses para la nueva convocatoria electoral.
El PSO Andaluz ya trabaja (o debería) en construir una nueva dirección, con un nuevo o nueva líder y un programa de oposición frontal a la derecha.
Para Podemos e Izquierda Unida vienen meses de zozobra que pueden llevar a una hecatombe en mayo, seguida de unos meses de batalla abierta externa e interna en la confluencia y en ambos partidos. En el caso de Adelante Andalucía, no parece que los liderazgos de Teresa Rodríguez y Antonio Maíllo se discutan, pero desde luego, el replanteamiento de la acción política, más allá de las instituciones, para convencer y unirse a la clase trabajadora es inevitable y urgente.


miércoles, 21 de noviembre de 2018

Me duele Salamanca


He pasado unos días en mi Salamanca natal. Más allá de festivos, puentes y findes, es en una semana con sus días de diario, de comercio y actividad rutinaria donde se palpa y contrasta la realidad de una ciudad y provincia, que continua su lenta agonía hacia el punto de no retorno.
Cuando los paseos y las conversaciones se hacen más distanciadas entre sí, es cuando uno advierte el deterioro de todas las cosas: El estado de las carreteras, las decenas de negocios tradicionales que cierran, su sustitución en algunas ocasiones por las franquicias que homogenizan los centros de las ciudades (gentrificación), las borracheras y pelas nocturnas, la bajada de calidad del ocio, los polígonos que nunca fueron industriales apagándose entre naves “de los chinos” y pistas de padel,...
El nivel de pérdida de la esencia, del valor de la ciudad es inabordable. Esta semana mientras paseaba veía como El Corrillo había cerrado. Un lugar único de ocio nocturno, donde he visto decenas de conciertos y me acercaron el jazz por primera vez. Antes fueron otros bares. Librerías como Hydria o la mítica Cervantes. Radyre. Tiendas de todo tipo, pero sobretodo las que marcan el carácter y la singularidad de mi ciudad. Una Salamanca desolada.
No hay futuro y la despoblación es el mantra de cada día, con casi 8 personas -eminentemente menores de 35 años- abandonando la ciudad y provincia. Emigrando, casi seguro para no volver jamas. Perdiendo la riqueza humana y el futuro de quienes ansiamos construir nuestros proyectos de vida en la tierra donde crecimos y de la que somos, en términos económicos, inversión.
Cada vez que sale una estadística del INE (Instituto Nacional de Estadística) es una palada más en el ataúd de esta tierra. Se constata con datos como Salamanca es una provincia y/o ciudad “viejas”, sin oportunidades, sin crecimiento poblacional y con un éxodo en marcha de jóvenes sin remisión.
Nuestra” clase política local y provinciana son parte importante del problema, cuando no mejor, de las causas que provocan la dolorosa situación. Entre las preocupaciones de la retahíla de estómagos agradecidos que en todos los partidos sin excepción, han representado a la población en alguna de las administraciones (o cuando menos han aspirado a), está sin duda el colocarse, el vivir mejor sin pegar palo al agua y en lucrarse de la democracia y de Salamanca. Hay ejemplos paradigmáticos que podemos ver en el PSOE de Melero, o en esa izquierda salmantina -a la que debo un escrito para poner en su sitio- donde las cuitas, y sobretodo las aspiraciones, personales han prevalecido por encima de las necesidades de partido y territoriales.
Y qué decir del PP. Con un alcalde, el actual, entregado desde hace 8 años en ocupar cargo en Valladolid; con el anterior preocupado en compadrear con sus amiguitos y amigotes constructores. Con el presidente de la Diputación yendo de ayuntamiento en ayuntamiento sin soltar el cargo. O con su vicepresidenta económica montando un emporio personal a costa de las instituciones y de la democracia. Por no hablar de los que allende de las lindes han ocupado cargo en Madrid siendo palmeros de las disputas nacionales y sin entregar ni el más mínimo tiempo e interés a las cuestiones “charras”. Y son sólo unos pocos ejemplos, pero validos para demostrar que su nula capacidad de gestión -de lo de todas y todos se entiende-, su avaricia desmedida y su visión rancia y caduca han impedido progresar debidamente a ciudad y provincia, convirtiéndola en un lugar aburrido, antiguo y lo que es peor sin futuro.
Son pocos los políticos que se han tomado en serio el mandato de su ciudadanía para mejorar las condiciones y el futuro de Salamanca, y muchos, demasiados, los que han medrado para progresar en sus aspiraciones personales. El caciquismo, la corrupción y el matonismo son sus virtudes. La desidia, el conservadurismo y la cutrez “nuestros” defectos.
Por lo tanto, y como bien dice Ignatius Farray, “la democracia es el sistema que garantiza que no seamos gobernados mejor de lo que merecemos”, es de recibo considerarnos a nosotros, ciudadanos y ciudadanas de Salamanca corresponsables de lo que aquí pasa.
No vale ya mirar para otro lado. Somos cómplices necesarios -evidentemente algunos más que otros- por permitir con nuestro voto y nuestra omisión de socorro, la situación de laminación que vivimos en estas tierras. Aquí se dan mayorías insultantes a personas que nos llevan robando desde que el mundo es mundo. No se les exige nada y se revalidan sin discusión, mientras se arremete, a veces con violencia, a quien plantea algo distinto, aunque sea un poco de dignidad para Salamanca y sus gentes.
Salamanca es y siempre ha sido fascista, y contra eso es muy difícil luchar. Al salmantino y salmantina medios lo que más le gusta es criticar al vecino; husmear que es lo que hace; despotricar si intenta algo nuevo o distinto; rezar (esto mucho) porque le salga mal; y cuando efectivamente le sale mal porque no tiene apoyo de sus vecinos, restregarle por la cara que ya se lo había dicho.


El paro en Salamanca es insoportable. Se pueden pasar meses y meses, a mi me ha pasado, yendo al INEM, siguiendo las ofertas por internet, pateando polígonos entregando curriculums en mano sin que te llegue una oferta. Si eres mayor de 55, directamente te recomiendan que trates de buscar la jubilación anticipada (le ocurrió a mi padre hace unos 4 años, no sé ahora como está la cosa). Si eres menor de 30 tienes ante ti un panorama desolador con cifras entorno al 60% y con escalofriantes datos como que para hacer un año trabajado en Salamanca, tienes que firmar 6 contratos.
La cosa no mejora en demasía porque estés en una edad intermedia. No hay trabajo. Y lo peor es que no hay expectativas de que vaya a cambiar en breve espacio de tiempo. Más aún, en la orgía de privatizaciones y adelgazamiento del sector público no se aprovisionan las plazas amortizadas.
El sector primario es olvidado en una zona de latifundios y tierras baldías. Más allá de los mataderos de Guijuelo, nunca ha habido y nunca habrá una industria agro alimentaria como en otras provincias de Castilla y León. Las dificultades para el sector artesano son colosales comparadas con las que tienes por ejemplo en Toledo (lo sé por experiencia). Sólo hay mísero comercio de grandes superficies y una legión de bares y comerciales. Todo en una provincia donde sólo la universidad, al año, licencia a 8.000 personas.
No hay industria, porque nunca la ha habido, y en este momento para los bien pensantes de Madrid y Valladolid, Salamanca, o mejor dicho, el Campo Charro es un sitio perfecto para montar una mina a cielo abierto, aunque reviente un espacio natural significativo y un folclore y modo de vida ancestral. Para el PP, al igual que para sus medios de desinformación como La Gaceta o el Salamanca 24 horas (redacción de estómagos agradecidos al calor de las subvenciones públicas en forma de publicidad) lo más importante es presumir de “salmanticidad” poniendo la bandera de España en el balcón, pero no defendiendo a nuestros convecinos y menos poniendo en duda la única inversión que esta gentuza ha sido capaz de traer en décadas.
La principal industria de Salamanca es el funcionariado. Complejo hospitalario que sufre el neoliberalismo y las presiones de la privatización y el manejo de las emociones de los pacientes y habitantes, contra sus trabajadores y servicios. Y la Universidad de Salamanca que pierde prestigio desde el mismo momento en que se admitieron más universidades en la región y que palidece entre rectorados más inanes ante todos los problemas que la comunidad universitaria (trabajadores, alumnos actuales y futuros alumnos) tienen.
Con el tema de las infrastructuras se puede hacer un capítulo aparte, por supuesto extensible a otras regiones y ciudades del interior del estado español. Todo se convierte en propaganda electoral. Se monta un (mini) aeropuerto, teniendo un regional a una hora y un internacional a dos, y una macro estación para trenes rápidos, para dar una patina elitista a lo que deberían ser derechos de todas y todos. A cambio han desmontado en gran medida la red de mercancías, con su supuesto “puerto seco” que sería genial para tener trabajo y anclar la vida de las personas al territorio. Se han desecho de las conexiones de la ciudad por tren (Gijón-Sevilla, Porto-Barcelona pasando por Irún o Zaragoza) para legarnos un tren “modernísimo” de velocidad medio-alta que la mayoría de las veces no llega a su hora. Y no hablemos de las carreteras, que ya sean del tipo que sean, se deterioran mientras la responsabilidad del mantenimiento se licúa entre administraciones y concesionarias.
En materia de cultura hay que hablar del deterioro constante del patrimonio arquitectónico de Salamanca y de multitud de sus municipios, por el que ya nos han dado toques de atención organismos como el Consejo de Estado o la UNESCO. Mientras sólo saben hablar de los Papeles de Salamanca (que no son más que los “papeles” usurpados a sus legítimos dueños, administraciones y personas opositoras al golpe militar y al posterior y nefasto régimen) las actividades culturales son meras anécdotas en el transcurrir de los espacios, los contenedores sin contenido, que se heredaron de la Capitalidad cultural europea de 2002.
Cierran librerías y abren cada vez más bares, muchos de ellos franquicias, que ya sabemos que pagan por debajo de lo estipulado por el sector. Las calles se arreglan para que cada vez haya más terrazas, mientras desaparecen los bancos y los árboles. Se persigue a la disidencia. Se protegen las despedidas y se castiga el arte.
El ocio nocturno de Salamanca ha experimentado una bajada de calidad notable que cualquiera que vuelve a la ciudad después de unos años constata. Todo son barras de consumo masivo, sin calidad, sin repertorio en la oferta. Y si no macrobotellones financiados por el Ay-untamiento que para contentar a sus allegados no le importa cargarse la seña de autenticidad de la comunidad universitaria o una fiesta tan propia y a la vez maltratada, como el Lunes de Aguas.


Me duele Salamanca. Me duele punzante como una daga en mi pecho. Su afilado y beligerante conservadurismo que nos ha metido en una espiral de atraso, conformismo y bajeza. Lo rancio, cutre y zafio revive su edad de oro en lo que fue luz de la razón y orbe del mundo.
Me duele Salamanca, por tantas y tantos que hemos salido, desilusionados y cansados de no poder construir nuestro futuro en las tierras donde crecimos.
Me duele Salamanca, como al viejo filósofo y rector. La siento agonizar ya casi inerte sin vida, porque triunfó muerte y murió la razón. Porque vencieron y con su fuerza bruta, junto a la desidia del paseante, no les hizo falta convencer, ni tampoco persuadir.


domingo, 18 de noviembre de 2018

Se desató la locura en Dublin


Tenía un día, ayer sábado 17 de noviembre, y una hora, las ocho de la tarde, marcadas en rojo para disfrutar del partido, el Test match entre Irlanda y Nueva Zelanda, hoy por hoy, los dos mejores equipos de rugby del mundo, en un encuentro que se ha presentado como medida mutua de nivel a 10 meses vista del inicio de la novena Copa del Mundo de Rugby del año que viene en Japón.
Y el partido no pudo más que cumplir con lo prometido y convertirse en un epígrafe de hemeroteca y en una guía avanzada de rugby moderno. XV del trébol y All Blacks mostraron muchas de sus cartas; pusieron en evidencia un tanto de la pasión que sienten como naciones por el oval, y se aplicaron en rectitud y competitividad en un partido que tenía mucho más que una muesca en la gira de las naciones del sur por la vieja Europa.
Ya sabemos que a Europa, los neozelandeses llegan ya al final de su temporada, tras casi 9 meses de partidos, y que desde posiciones de supuesto prestigio, se tiende a minusvalorar el trabajo irlandés frente a lo desarrollado y propuesto por ingleses o franceses. Pero lo cierto, es que si hay un equipo capaz de competir y disputar a los All Blacks a 80 minutos (sobretodo cuando a partir del 60 entran los suplentes) esa es Irlanda. Y ayer lo volvió a hacer cómo ha hecho en los 6 partidos que han jugado entre ellos desde el año 2014 (4 victorias kiwis, 2 irish, y 5 de esos partidos en una distancia inferior a 7 puntos.
Pueden perder o acabar ganando como anoche, pero en Nueva Zelanda ya saben donde esta el equipo que más se les acerca, y al que recordemos, y al igual que los All Blacks presentaban bajas significativas (Cane o Sonny Bill Williams), a los irlandeses les faltaban tres piezas básicas: Sean O'Brien, Connor Murray y Robbie Heinshaw.
Irlanda vencía, 16-9 a Nueva Zelanda, dejándola sin ensayar, suceso que da brillo al trabajo y prestancia defensiva, y también del cuidado del balón que tuvieron los verdes anoche. Era la primera victoria local en Dublin frente a los All Blacks. La segunda en la historia tras la de Chicago hace dos años.
El rugby irlandés actual y el neozelandés, comparten mucho, debido a la majestuosa labor que el seleccionador y patrón, también neozelandés, Joe Schmidt está haciendo en la verde isla desde el año 2012. Siguiendo el guión de la propia Nueva Zelanda, Schmidt trabaja codo con codo con las cuatro franquicias profesionales, en un plan de desarrollo de la Federación en la que se busca ir captando y mejorando el talento generación a generación.


El partido tenía todos los ingredientes para ser espectacular y no falló a las expectativas. Sólo con ver la puesta en esencia de la haka Kapa O'pango de los All Blacks transmitía la importancia del test. Steve Hansen, seleccionador de los vigentes campeones del mundo se mostraba nervioso ante el duelo con el posible (se rumorea) sustituto al frente del combinado nacional.
Hansen sabedor del poderío irlandés en melé, no quiso castigar a Coles (recién salido de lesión) frente a Furlong, y colocó allí de inicio al más pesado Tu’inukuafe. No sirvió de nada: la superioridad verde en fases estáticas fue el pilar de la victoria local que encontró el factor decisivo en el trabajo de la tercera, donde Van der Flier, Stander y un estajanovista O'Mahoney (impresionante y para enseñar el partido el suyo que le valió el Man on the Match) que convirtieron los rucks en una agonía negra, robando varios balones y manteniendo inmaculado el propio.
Irlanda quitaba la herramienta predilecta de los All Blacks. Su arma de destrucción favorita: el oval. Sin el balón Nueva Zelanda, sufría en defensa para parar las acometidas de la delantera irlandesa que se mostró colosal y dominadora. Y cuando los tres cuartos entraban a jugar el dinamismo personificado en el neozelandés nacionalizado Bundee Aki (me parece que no se le está dando importancia al matiz que ha dado al juego ofensivo de su equipo) convertía en metros ganados lo generado por los “gordos”. También el juego con el pie, recurso habitual de los verdes, hizo acto de presencia desequilibrando la presencia defensiva visitante.
A la media hora, con empate a 6 (golpes pasados por Sexton y Barret en su particular duelo por el Player of the Year) ya había habido 130 placajes repartidos entre ambos equipos. Las llegadas al punto de encuentro eran brutales y los rucks de una fiereza y acierto táctico y técnico brillantes.
Irlanda ya había conseguido parar con recuperación a los All Blacks en la 22 propia en un par de ocasiones y había visto un ensayo anulado por el TMO, pero sumaba tres puntos más para irse al descanso con 9-6.
A la vuelta Irlanda sorprendía a su rival con un nivel de exigencia aún mayor con el balón en posesión aportado por un acertadísimo Marmion como medio melé haciendo olvidar a Murray. El balón discurría de un lado a otro con velocidad y mantenía el castigo a unos All Blacks que sumaban infracciones para parar a los locales, incluidas algunas en la disputa de melé.
A los 7 de la reanudación llegaba el éxtasis al Aviva con una touch propia irlandesa en la medular, ejecutada con rapidez para mandar el balón a los tres cuartos. Estos, Bundee Aki volvía hacia el lado cerrado para encontrar al chico maravilla del rugby irlandés, Jacob Stockdale que con calidad y descaro lanzaba un sombrero para desbordar toda la cortina de los visitantes y posar un ensayo espectacular. Sólo un par de minutos antes, había intentado un sombrero que le fue interceptado, y sin embargo, se lo jugó con un convencimiento pasmoso. ¿Es Stockdale ya, el mejor finalizador, el mejor “try-man” del rugby mundial? Ahí lo dejo.
Evidentemente no se iban a quedar así las cosas y los All Blacks tiraron de galones, veteranía, talento y empaque de la camiseta con el plateado helecho para tratar de rehacerse y recuperar el terreno perdido. Buscaron de añadir más velocidad con su segunda unidad, liderada por TJ Perenara. Sólo pudieron hacerlo con el paso de un golpe de castigo, puesto que Irlanda ya con suplentes (algunos como Porter, Carbiery, Larmour de insultante juventud) continuó con su eficiente y aguerrido trabajo de contención donde brillaban Stander y O'Mahoney, recuperando algunos ovales aclamados por la hinchada verde.
Al final se desató la locura en Dublín y crece el optimismo de los irlandeses ante la próxima Copa del Mundo y también sobre el VI Naciones del año que viene, particularmente complicado por el calendario surgido, y en el que además son defensores del Grand Slam. Enfrente, reconociendo la derrota, felicitando al rival, marchaban los All Blacks, sabedores ya que en el otro lado del mundo, en una pequeña isla verde, están los máximos favoritos a disputarles el cetro mundial y también conscientes de en qué tienen que mejorar para seguir dominando con puño de hierro el rugby mundial.

Dentro de un año en el mundial ocurrirá lo que tenga que ocurrir. Para Irlanda es casi una cuestión nacional pasar por fin de cuartos, mientras que para Nueva Zelanda todo lo que no sea revalidar el título sería una decepción. Si son primeros de grupo, no se enfrentarían hasta una hipotética final. Ambos tienen el modelo de juego más desarrollado a menos de un año de la patada inicial, y parten con ventaja frente a otros (los perdidos ingleses, franceses, australianos o sudafricanos,... y ojo con galeses y argentinos). Además, son los que tienen un fondo de armario más extenso tanto en cantidad, como sobretodo en calidad, y en un torneo corto, de un mes y medio de duración a 7 partidos tener segundas y terceras opciones por puesto puede ser decisivo.
Queda un año, pero que nos quiten lo vivido anoche. Yo ahora me voy a poner el partido otra vez para paladearlo con gusto. Si puedes haz lo mismo.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...