jueves, 27 de enero de 2022

A Debate: Migraciones Sur-Norte


 

No existe duda al afirmar que el sentido actual de las migraciones es una novedad en la Historia de los movimientos migratorios. Hasta hace 40 años y en distintos momentos, Europa ha exportado mano de obra. Los europeos se lanzaron a circunnavegar el globo y a poblar los otros continentes y territorios que se iban descubriendo. A veces incluso, provocando la eliminación de los nativos con auténticos genocidios. América, Oceanía y también Asia y África donde se establecieron Imperios coloniales que sustrajeron buena parte de los recursos naturales (y también culturales (1)), incluida mano de obra si pensamos en el vergonzoso episodio histórico de la esclavitud y los barcos negreros.

Cuando ha habido crisis en Europa, por ejemplo pienso en la
Gran Hambruna Irlandesa (1845-1849), cientos de miles de europeos (en aquel caso, irlandeses) salieron a otros continentes buscando la supervivencia.

Sólo ha sido a raíz de los años 70 y los procesos de descolonización de los antiguos imperios cuando los flujos migratorios han dado un giro de 180º (Livi Bacci 2012: p. 104). Habitantes de nuevos estados, algunos fallidos, todos con altas dosis de inestabilidad política y social y economías muy dependientes aún de las inversiones extranjeras que ahora no les explotan bajo banderas sino bajo marcas transnacionales. En ese contexto de pobreza y nulas expectativas de futuro muchas personas se ven obligadas a migrar (Maillat 1989: p. 70). A buscar un futuro mejor y lo hacen hacia las economías más fuertes que por otro lado, necesitan de estas personas para completar sus sistemas productivos y sociales a varios niveles. Y esto en cuanto a migrantes económicos, porque no debemos olvidar a los migrantes por causas como la guerra o la persecución política, lo que conocemos como refugiados.
 

Vivimos una crisis migratoria desde 2015 sobretodo por el drama de tener a millones de personas malviviendo y muriendo en su camino a las puertas de Europa. Provienen de estados, no lo olvidemos tampoco, que en un pasado reciente presentaban estabilidad (empañada por estar inmersos en regímenes poco democráticos) pero que ahora se han visto arrastrados a la barbarie por decisiones tomadas por los países ricos. Hablo de Afganistán, Siria, Libia, Yemen, sin olvidar a los no-estados Palestino o del Sahara Occidental.

Como sociedades avanzadas necesitamos garantizar una buena acogida a las personas migrantes que llegan a nuestros países (o se desplazan internamente) buscando mejores condiciones de vida. A nivel de empleo, servicios sociales y también vivienda.

Este debería ser un compromiso ético indisoluble de la Unión Europea que es un destino predilecto de los migrantes (Poncela Sacho 2002: p. 1). Sin embargo, vemos que las personas migrantes que vienen desde el Tercer Mundo quedan expuestas a ser mercancía de mafias y entes criminales, con resultados fatales como hoy mismo tenemos en las noticias (2). A ser tratados como ganado por terceros estados pagados por la propia UE que externaliza sus fronteras a cambio de mirar para otro lado.

Más que una homogeneización de las políticas internacionales de en lo referente a las migraciones, en mi opinión, lo que Europa necesita es un cambio radical en sus políticas transfronterizas. Evidentemente no se trata de echar abajo los controles y fronteras, pero si de recuperar la iniciativa para regular los flujos migratorios. Empezar por impulsar el desarrollo de los países de procedencia. Luchar contra las mafias que trafican con seres humanos y no como hasta ahora que lucha contra esos seres humanos que se convierten en víctimas por segunda vez (Tezanos 2007: p. 29).

Al mismo tiempo es fundamental la labor pedagógica para mostrar la realidad: Nuestra economía y nuestra sociedad necesita del trabajo de los migrantes (Livi Bacci 2012: p. 105) y es un derecho humano universal reconocer su dignidad. Hay que trabajar para deslegitimizar y expulsar las actitudes racistas y xenófobas (Livi Bacci 2012: p. 132).

Evidentemente, estas políticas son costosas, difíciles y parece que no muy populares ante el auge de la extrema derecha, pero pese al contexto de crisis económica permanente que vivimos, opino que deberíamos estar avanzando en ganar dignidad para todos los seres humanos.

 

 

NOTAS
(1) Documentos TV. El Expolio africano. RTVE - PlayZ. Documentales. Consultado el 27/01/22. https://www.rtve.es/play/videos/documentos-tv/.

 (2) Al menos 53 migrantes muertos tras volcar el camión en el que viajaban por México. RTVE - Noticias. Consultado el 27/01/22. https://www.rtve.es/noticias/20211210/menos-53-migrantes-muertos-tras-volcar-camion-viajaban-mexico/2237680.shtml.


BIBLIOGRAFÍA
BUSTOS, L. et al. (2019) Discursos de odio: una epidemia que se propaga en la red. Estado de la cuestión sobre el racismo y la xenofobia en las redes sociales. Mediaciones sociales 18, p. 25-42.

LIVI BACCI, MASSIMO (2012). Breve Historia de las migraciones. Ed. Alianza Editorial. Madrid.

MAILLAT, DENIS (1989) “Los países europeos de acogida”,. En El futuro de las migraciones, OCDE y Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, pp. 65-98.

PONCELA SACHO, A. (2019) La externalización de las fronteras en el ámbito de la Unión Europea. Boletín Instituto Español de Estudios Estratégicos, 11, 231-245.

SANTACREU, J.M. (2002) “España, de la emigración a la inmigración: cambio de mentalidad y proyección social” Anales de Historia Contemporánea, núm. 18.

TEZANOS, J. F. (2007) Nuevas tendencias migratorias y sus efectos sociales y culturales en los países de recepción. Doce tesis sobre inmigración y exclusión social. Revista Española de Investigaciones Sociológicas (Reis), 117(7), p. 11-34.

WEBGRAFÍA
RTVE. Noticias Radio Televisión Española. Consultado el 10/diciembre. URL: https://www.rtve.es/noticias/20211210/menos-53-migrantes-muertos-tras-volcar-camion-viajaban-mexico/2237680.shtml.



miércoles, 26 de enero de 2022

A Debate: Auge del Racismo y la Xenofobia


 

 

Sin ninguna duda vivimos un momento en que parece que el racismo y la xenofobía, y las opiniones e ideologías que las secundan (o cuando menos se aprovechan electoral o socialmente de estos discursos) avanzan, cuestionando a su vez los marcos de convivencia y relación.

Parto del convencimiento de que
las migraciones han formado parte del devenir histórico de la especie humana desde sus primeros momentos. A lo largo de la Historia, ya sean individuales, familiares, de clan o colectivas los movimientos migratorios han permitido la supervivencia y el avance de la especie. En tiempos modernos las migraciones han estado ligadas a los acontecimientos políticos y económicos que han generado oportunidades u obligaciones para que las personas se trasladen de un lugar a otro (Livi Bacci 2012: p. 18).

En este sentido,
las tensiones ante la llegada de nuevos moradores se han hecho sentir, pese a que tenemos experiencias de que en el pasado y en distintos lugares y contextos, los emigrantes fueron bienvenidos. En la actualidad, no es así y surgen episodios y problemas de convivencia, asimilación e integración entre nativos y migrantes. En un mundo altamente competitivo, con puestos de trabajo cada vez más escasos, con mucha precariedad tanto laboral como vital parece que la llegada de personas que aspiran a ocupar esos puestos vengan a perjudicar a los locales, a la economía y a la sociedad en general.

No obstante, me parece preciso recordar que hace no tanto tiempo, las expresiones de racismo y xenofobia venían de una etapa de mucho repudio y denuncia en la sociedad. Sin embargo, ante el
auge de las redes sociales, ahora han encontrado un altavoz que retumba en toda la sociedad. Parece que la libertad de expresión se impone al resto de libertades y derechos. Y todas estas opiniones encuentran refrendos en un contexto comunicativo en el que suele verse acompañado de otros que piensan igual. Y estas actitudes expresadas en estos comentarios acaban alentando la violencia puntual hacia los extranjeros, y también la discriminación rutinaria hacia el distinto (Bustos 2019: p. 33). Es un fenómeno probado que en las redes sociales y los medios en Internet tendemos a seguir las opiniones que nos son favorables o más simpáticas, y que huimos de ponerlas en contraste con opiniones y argumentos contrarios.

Desde luego, en el siglo XXI no podemos obviar que la inmigración es una novedad en España (Santacreu 2002: p. 35). Antes, nuestros abuelos y demás antecesores fueron los emigrantes en otras sociedades. Y en los 60 también recibieron muestras de racismo y xenofobia en las sociedades de acogida. Ahora aquí como sociedad tenemos que responder ante los retos migratorios (Tezanos 2007: p. 23).

Lo ideal sería que estos llegarán y más tarde sus descendientes no tuvieran problemas en la asimilación. La realidad es distinta y las tensiones son muy fuertes prácticamente en todo el mundo. El problema viene cuando los discursos de odio que antes eran rechazados y combatidos en los medios, ahora se recogen y crean una opinión que es favorable a
los partidos de extrema derecha que están creciendo en Europa. Un hecho que también aparece en Iberoamérica o en Estados Unidos con Trump; ¿Por qué se está permitiendo? ¿Hay algún interés en que esto sea así?

Estos partidos atacan a la parte débil para obtener un rédito electoral, simplificando el problema. Saben perfectamente que en nuestras economías las migraciones son vitales: Los inmigrantes por lo general vienen a cubrir puestos que los nativos desechamos. Además,
demográficamente colaboran al dinamismo de sociedades por lo general envejecidas y que tienen problemas a la hora de financiar sus programas de servicios sociales, empezando por las pensiones (Livi Bacci 2012: p. 105). Y además, todavía hoy, muchos de nosotros somos emigrantes, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.

La ultraderecha aprovechando la criminalización del inmigrante, las oleadas de terrorismo yihadista y las tensiones en los barrios obreros con presencia extranjera apelan a los sentimientos nacionalistas y culpabiliza a las personas migradas de todos nuestros problemas (Moldes-Anaya, Jiménez Aguilar, Jiménez Bautista 2018: p. 98). Esta fue la estrategia del Frente Nacional en Francia aprovechando el fracaso de la acogida de los migrantes procedentes de las ex colonias y que han acabado generando guetos en los barrios obreros de las ciudades. O del UKIP en Reino Unido que hizo bandera de su lucha contra los polacos para hacer campaña por el Brexit. O de la Lega Norte en Italia que rechaza a todo migrante, en especial a rumanos y magrebíes.

Pero, ¿realmente podemos hablar de un aumento del racismo y la xenofobia en la actualidad? ¿No es más bien que la sensibilidad social y mediática ante estas actitudes es mayor y se están exponiendo problemas que ya existían previamente?

¿O es que no había antes de la crisis económica de 2008 o de la llegada masiva de migrantes durante la burbuja inmobiliaria episodios de discriminación y violencia ante los extranjeros?

Y más aún: Sin negar la existencia de un odio al distinto y de colectivos reaccionarios que claman la expulsión de inmigrantes y cierres de fronteras, no os parece que a veces lo que se expresa es aporofobia (odio a los pobres o la pobreza) o un odio de clase al ver cómo si son bien recibidos extranjeros pudientes frente a los que llegan en patera con una mano delante y otra detrás?. Estoy pensando en los jubilados del norte de Europa que llegan para residir en la costa Mediterránea y que estos si que hacen un alto uso de los servicios sanitarios sin haber aportado antes durante su vida laboral.

Y sobretodo, ¿qué podemos hacer como sociedad para evitar el racismo y la xenofobia en el día a día de las personas migradas?

En definitiva, un tema complejo y de absoluta trascendencia.

 



BIBLIOGRAFÍA
 

BUSTOS, L. et al. (2019) Discursos de odio: una epidemia que se propaga en la red. Estado de la cuestión sobre el racismo y la xenofobia en las redes sociales. Mediaciones sociales 18, p. 25-42.

LIVI BACCI, MASSIMO (2012). Breve Historia de las migraciones. Ed. Alianza Editorial. Madrid.

MOLDES, S., JIMÉNEZ AGUILAR, F., & JIMÉNEZ BAUTISTA, F. (2018). Actitudes hacia la inmigración en España a través de la Encuesta Social Europea. OBETS: Revista de Ciencias Sociales, 13(1), p. 93-119.

SANTACREU, J.M. (2002) “España, de la emigración a la inmigración: cambio de mentalidad y proyección social” Anales de Historia Contemporánea, núm. 18.

 

TEZANOS, J. F. (2007) Nuevas tendencias migratorias y sus efectos sociales y culturales en los países de recepción. Doce tesis sobre inmigración y exclusión social. Revista Española de Investigaciones Sociológicas (Reis), 117(7), p. 11-34.



jueves, 20 de enero de 2022

Un disco de hace más de 20 años: Satellite de P. O. D.


El cambio de siglo fue duro. La música de masas vivía la extensión hasta el asfixio de un género que imponía ritmos, estilos e indumentarias. Todo parecía girar en torno al mismo tipo de música arrasando a los otros géneros, influyéndolos al tiempo que parecía anularlos. El heavy no era ni muchos menos ajeno. Sufría una crisis de identidad provocada por una etapa oscura en la creatividad de las bandas clásicas y por las malas decisiones de algunas que tenían que haber continuado con el testigo. Como siempre había quienes salían a decir que el “heavy había muerto”. Y como siempre no podían estar más equivocados.

Era el rap el que aquel entonces (como ahora es el odioso trap o reaggueton) lo inundaba todo. Los chándals y las gorras de beisbol y los tatuajes y las cadenas eran más que moda. Imponían un estilismo del que no se podía uno salir si no quería ser considerado paria, muertohambre y ridículo. Sustituía la etapa del grunge y dejaba mucho más atrás (afortunadamente) el glam, que unidas, unas corrientes u otras eliminaban el metal de los medios de comunicación de masas, cumpliendo una función de alejar al gran público del heavy.

Todo ello venía impuesto desde los Estados Unidos a través de sus medios de comunicación de masas. Especialmente a través de la MTV, que niñas y niños, antes de ser un canal de reallitys, era, ¡sorpresa! un canal de videoclips musicales. Y este estilo allí ya había hibridado con el rock duro y el heavy.

El nu-metal o rapcore parecía la corriente ganadora y el camino único e inescrutable para el género duro. Parecía rompedor y colocaba a unas cuantas bandas americanas de veinteañeros en el Olimpo del Metal, en las cabeceras de los grandes festivales desplazando a los totem de los 80 y superándoles en las listas de ventas y descargas. Korn, Limp Bizkit, Slipknot, Linkin Park, System of a Down, Papa Roach, Blink182, Puddle of Mud, Staind … eran el listado de grupos (casi todos provenientes de California) que en aquel momento mandaban y parecía que lo harían para siempre ya que venían cargados con un arsenal colosal de promoción y producción de los grandes sellos americanos. Bebían directamente de unas fuentes que a principios de los 90 habían abierto Rage Against the Machine, The Beastie Boys y Anthrax al pasar en sus carasB versiones de temas de rap de Cypress Hill o Public Enemy por su filtro trash.

Por fortuna, aquello no duro demasiado. La mayoría de estos grupos se volvieron más oscuros con el paso del tiempo, dejando atrás los sintetizadores y los platos y cargando densidad a sus guitarras y baterías. También a las temáticas e indumentarias. Y no todos, por unas causas o por otras, mantuvieron su vigencia y esplendor y desaparecieron de todos los lugares menos de la nostalgia de cuando éramos más jóvenes. Y eso que en líneas generales, recuperados del polvo y re-escuchados aquellos discos, no sonaban del todo mal.

Pero había un grupo que era algo distinto. Aportaba una frescura y rápidamente se hacía reconocible consiguiendo su propio estilo. Venían de San Diego y cuando alcanzaron la máxima popularidad ya llevaban 10 años de carrera recorriendo arriba y abajo California y pasando varias veces la frontera con México. De hecho, su ascendencia mexicana les abrió las puertas de nuevos públicos y les otorgaba su seña de identidad: una influencia familiar y devota en el cristianismo pcticamente que unieron a su rap-metal.

Eran P. O. D., acrónimo en inglés de Payanable of Death, una voz traducida al literal de la Biblia que hace referencia a los pecados de todos nosotros pagados con el sacrificio y la muerte de Jesucristo. No faltaban ni los tatuajes, ni las rastas, ni la ropa ancha deportiva. Tampoco buenas guitarras y una base rítmica contundente. Y mucho menos una voz viva, poderosa y capaz de agrupar registros y ritmos.

Compuesta por Sonny Sandoval como cantante, Wuv Bernardo como guitarra, Tras Daniels al bajo y Jayson Truny en la batería. Una formación carente de medios electrónicos como sintetizadores o platos para escenificación también muy sutiles en la grabación. Y una formación que se ha mantenido inalterable en el tiempo, salvo un par de respiros que alguno de sus miembros se ha tomado durante estos más de veinte años de carrera, lo que habla muy bien del proyecto en común que mueven y de como ven su amistad, profesión y legado.

Y más aún cuando los laureles del éxito y trascendencia en aquel cambio de siglo no los han podido repetir pese a que han seguido sacando discos pletóricos, de muy alta calidad, y moviéndose en giras, quizás más modestas y concentradas en suelo americano, pero donde no han faltado ni los nuevos fans, ni tampoco los de siempre.

Pero es que aquel Satellite de 2001 era un disco tremendo. Le unía unos singles potentísimos que se abrieron con Alive un golpazo brutal de ritmo y que marcaba el estilo propio de esta banda. Si bien Boom flojeaba con respecto a la anterior pieza, el tercero de los temas lanzados, Youth of Nation, se tornaba en un himno generacional que hablaba de cosas tan vitales como la desesperanza, la falta de futuro y de expectativas vitales. Y además lo hacía bajo unos códigos totalmente revestidos en el traje del rap y el hip hop, donde sólo entraba un magnífico sólo de guitarra.

Sin duda no le faltaba calidad a esta propuesta musical de P. O. D. cuando la tragedia completó el contexto. El 11 de septiembre de 2001 dos aviones chocaban contra cada una de las torres gemelas en Nueva York y un tercero caía sobre el Pentágono en Washington. Un cuarto se iba al suelo en Pennsylvania antes de completar su objetivo. Era el ataque terrorista más devastador de la historia, el 11S, un fenómeno que cambió el mundo y cuyas consecuencias se siguen viendo hoy. Y el 11 de septiembre de 2001, aquel martes, salía a la venta el disco Satellite de P. O. D. y con su sencillo Alive.



Alive se convirtió en un himno y un alegato hacia la esperanza y la trascendencia que era justo lo que necesitaba la sociedad norteamericana en aquel momento.

El resto del disco no desmerecía y temas como Anyting Right, Ghetto o Thinking About Forever completaban una obra plena en la que se cumplen los registros propios del nu metal pero no se deja de expresar e incluso experimentar. Eso hace de Satellite un rara avis en el género, porque al contrario que otros muchos discos de aquella época, éste no suena plano y monótono, sino que se demuestra vibrante y estimulante, con canciones muy distintas entre sí pero que en conjunto suenan redondo. El mestizaje se convierte así en emblema mientras se sobrepasan y resguardan las fronteras entre sonidos, los límites de estilos. Sobretodo la rareza Whatever it takes una canción plena de energía y potencia, que respira trash por los cuatro costados y seguro no hacía las delicias de los fanáticos del rapcore pero que a muchos como a mi, nos daba la sensación de estar ante un grupo sin miedo a aceptar retos, ni tampoco ante la exploración o las comparaciones.

Las influencias de grupos como Pantera, Jane Addiction, RATM se hace palpable durante toda la canción. La forma de tocar la guitarra de Carlos Santana se evoca encada riff de Wuv Bernardo. P. O. D. y su música suena a rap y suena a metal. Pero también a reaggue y lo hacen con un carisma que se transmite con su estilo.

Las ropas anchas no desmerecen la presencia metalera de la banda, y ni mucho menos lo hacen las letras, que aunque claramente focalizadas en la espiritualidad y el cristianismo, se transmiten con naturalidad, sin afán de imponer, sino más bien, como expresión de la propia vida de los músicos. Un acierto que se suma a una notable pericia tanto para componer, como para tocar.

P. O. D. era una banda plena con 10 años de experiencia y multitud de conciertos en garitos y ya había publicado y vendido discos, tanto autoeditados, como con una gran discográfica como Atlantic Records. Pero aquel Satellite los ponía en las puertas del Olimpo de los Dioses del Metal, y aunque no han acabado de asaltarnos nos han dejado un gran disco y un montón de buenas canciones. Y además de hacerse importantes para toda una generación que los visita de manera recurrente a través de la nostalgia, han construido una carrera plena, haciendo lo que les gusta y sin renunciar ni a sus principios, ni a su estilo, y ni mucho menos a sus creencias.

miércoles, 19 de enero de 2022

Iniciativa y discursos

Dos años acaba de cumplir el gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos y lo hace inmerso en una catarata de contradicciones. Por un lado, parece seguro que dado el radicalismo, y la absoluta falta de sentido de estado, con el que el principal partido de la oposición está funcionando, la estabilidad de la coalición de gobierno va a continuar y cumplir su mandato. Pero por el otro lado, vemos como el tradicional alineamiento de la élite del partido socialista con el modelo del 78 y el neoliberalismo, provoca severas tensiones sobre el acuerdo de investidura y los eventuales y necesarios apoyos de los partidos nacionalistas y regionalistas.

Basta con ver la artificial polémica en la que el ministro de consumo, Garzón, se ha visto inmerso por decir lo que es verdad y a estas alturas de la película todo el mundo sabe. Qué las macrogranjas existen. Que son una aberración climática que sepulta los modos de vida del campo y el entorno rural. Que sus productos son de ínfima calidad y enfocados a alimentar a una masa cada vez más precaria a la que se condena por segunda vez. Que se saltan todos los estándares de dignidad laboral. Y que carecen de las mínima ética con animales torturados, masacrados, enfermos, atiborrados a antibióticos que redundan en su ineficacia cuando los productos cárnicos llegan al consumo humano. Que incluso tienen que ver y mucho con la situación de pandemia.

A estas palabras de Alberto Garzón respondió el corrupto, inútil e impresentable de Mañueco, para y en campaña, tratar de movilizar al sector rural. Mañueco lanzaba el bulo, transformando las declaraciones de Garzón y pedía la dimisión o cese del ministro. Encontraba aliados enconados en la ultraderecha y en los medios de comunicación donde las voces para desautorizarse desaparecían y callaban. Y también en la parte socialista del gobierno, dándose por aludido, en vez de respaldar a su ministro -y de paso los propios acuerdos que tiene firmados- se ponía del lado de la mentira. Incluso los presidentes autonómicos Page y Lambán hacían lo propio respaldando el modelo de ganadería extensiva que asfixia y lastra de futuro el mundo rural de La Mancha o Aragón (también en Castilla Y León). En ese sentido, eran coherentes con los lobbys e intereses privados de caciques y caza subvenciones de todo pelaje que anquilosan sus regiones al atraso, el desamparo y la despoblación.

La falta de ética de este sector es lacerante como mínimo y como las pocas expresiones de periodismo independiente de este país han mostrado, también hay que decirlo, en contadas ocasiones. Pero lo indignante es que cuenten con el respaldo de politicuchos de medio pelo como los barones del bipartidismo que desde la urbanización privada de la capital regional viven fenomenal de los cohechos otorgados por los beneficios de las plusvalías materiales y morales de este sistema de producción agro alimentaria.

El otro polo de indignación viene de un PSOE que timorato y anquilosado no se toma en serio su propia palabra y parece incapaz de hacer cumplir una tibia agenda de lucha contra el cambio climático.

El debate está en la calle y en los pueblos lo lleva estando ya bastantes años. Si salieran a las calles y campos de los pueblos y el mundo rural sabrían de la injusticia del modelo, de la falta de ética del sector, de la condena a futuro que supone, de que hasta la Unión Europea se ha hecho eco reclamando un cambio de modelo productivo y de consumo. Pero no, siguen encerrados en su endogamía, absortos ante los problemas de la gente y aplicando el guante de terciopelo ante los oligarcas de este país, arrodillados ante su poder millonario y mediático y las influencias que todavía captan en las provincias. Con el ministro de Agricultura o los presidentes autonómicos de La Mancha y Aragón disparando a las rodillas de sus poblaciones rurales, al tiempo que seguro, cobrarán los servicios prestados de estos caciques provinciales. Con la ministra de Medio Ambiente y desarrollo sostenible en un inexplicable silencio, al tiempo que Garzón, pausado, manteniéndose firme ganaba la batalla y acaba tomando el pulso a las organizaciones agrarias y a numerosos habitantes de los pueblos y pequeños productores ganaderos y agrícolas.

Que al final el tiro les ha salido por la culata se demuestra en cómo ha pasado al ostracismo todo el debate toda vez que ha quedado claro que la opinión de Garzón es la correcta. La que más futuro aporta al medio rural, al sector primario y a la lucha contra el cambio climático y la degradación de los ecosistemas.

Frente a un modelo colectivo de ganadería extensiva, progresivo en los beneficios, basado en la cooperación y el trabajo, sostenible tanto desde el punto de vista medioambiental como en cuanto a derechos laborales y los derechos animales, respetuoso con los recursos naturales, en especial el agua, pero también en cuanto a la contaminación de suelos, aire y acuíferos en el que estamos la sociedad civil, con un mínimo de sentido común, ponen los intereses de las grandes fortunas y los especuladores. La ganadería intensiva de los caciques de siempre basadas en la explotación del territorio y de todos sus recursos, en su contaminación, en la precarización de los derechos laborales y en la inexistencia de los de los animales. Un modelo basado en el individualismo y el consumismo de productos baratísimos, de bajísima calidad.

Alberto Garzón y Unidas Podemos han salido fortalecidos ante toda la caverna mediática y hedionda de la derecha de este país, incluido los propios y presuntos “aliados” del PSOE, por mantenerse firme en sus propuestas y que estas sean certeras y representantes del sentimiento general de la sociedad civil.

Sin embargo, la Reforma laboral de Yolanda Díaz es un ejemplo concreto de lo contrario. Para la patronal y la derecha de este país representada desde el PSOE hasta Vox es una oportunidad magnífica. En nombre de la concordia y el consenso se les ha presentado un texto que sacraliza las tropelías y atracos perpetrados por el PP hace 10 años.

Y es que hace una década no había diálogo social, ni consenso y se aprobaba por Decreto Ley una normativa laboral que nos ha desposeído como clase trabajadora a unos niveles brutales. Pero por desgracia, casi todas las tropelías de aquella fechoría (salvo la recuperación de los convenios) quedan autorizados y respaldados porque con tal de conseguir la firma final de la patronal, el visto bueno de la UE y la aprobación del componente ultraliberal del gobierno representado en Calviño se fue bajando el listón.

Es cierto que se recuperan ciertos derechos, se reduce el horizonte hacia acabar con la precariedad y la temporalidad y en definitiva, la orientación de la nueva ley laboral cambia el componente tradicional de defensa de la parte contratante para garantizar estabilidad y poder de negociación a la parte contratada, es decir, a los trabajadores. Pero hay otras muchas que quedan expuestas, se mantienen hachazos y se va a hacer muy difícil recuperar muchos de los derechos y garantías que se perdieron en 2012.

El siguiente paso escabroso está ya siendo la Ley de vivienda. Garantizar el acceso a la vivienda de la población debería ser el objetivo final del texto, desvirtuando el componente de bien económico, especulativo y patrimonial de la vivienda, para poder convertirla en un derecho aspiracional que permita la vida en dignidad. Que sea un seguro del ascensor social y no otro componente más de su avería. Frente a este planteamiento tenemos a los tenedores de toda la vida: la derecha patria, los fondos buitres, los medios de comunicación y la convicción general de que la vivienda es una inversión siempre provechosa que no debe ser frenada por darle una cobertura social.

En estos temas es donde se ve la diferente concreción de España, de su sociedad y economía que tiene tanto el PSOE como Unidas Podemos. No está demás recordar que hace casi 11 años salió la gente a la calle a reclamar vivienda digna frente al abuso de tanta corrupción y latrocinio. Y no hablemos ya de la izquierda real o de la que tienen actores decisivos como puedan ser las izquierdas nacionalistas. De si lo dejamos todo en la mano del talante y el pactismo del PSOE de toda la vida con el estado de las cosas de este país, o si luchamos y trabajamos hacia un mundo mejor, más fraterno, digno y donde se aporten soluciones a los problemas que nos lastran desde hace siglos.

De momento y ante las próximas elecciones generales, la mejor baza de Unidas Podemos es Yolanda Díaz y saber capitalizar los avances sociales, que aún siendo tibios y tímidos son, sin duda, responsabilidad directa de la presencia en el gobierno.

Ya he dicho otras veces que es fundamental que desde la izquierda seamos tan beligerantes cuando ostentamos el poder como lo es la derecha cuando lo tiene. Y que seamos ambiciosos y luchemos con los boletines oficiales para defender a la clase trabajadora, garantizando la igualdad, los servicios públicos y las condiciones de trabajo y de vida de la gente. Porque si no será imposible que confíen en nosotros y en vez de avanzar en democracia acabaremos avocados a caminos de fascismo, tecnocracia u oligocracia.

Sin duda no tiene la misma importancia (al menos aparente) los asuntos de fondo que han movilizado la acción política de unos y otros. Pero mientras con la Ley de Vivienda o la Reforma Laboral se ha transitado a través de un camino marcado para no disgustar a los poderosos, Alberto Garzón nos ha mostrado qué hay que hacer. Mantenerse firme frente a los bulos, las amenazas. Reafirmarse en la verdad aunque esta sea incómoda. Ser coherentes en lo más básico y diferencial: en la defensa de los más vulnerables frente a las tropelías de los poderosos, acostumbrados a usar este país para su nauseabundo disfrute.

Sólo así, siendo agresivos legislando y ejecutando, pero también comunicando, se conseguirá que la sociedad, la clase trabajadora, reconozca en Unidas Podemos a quien le defiende, al tiempo de una más que necesaria, imprescindible, toma de conciencia obrera. No en el PP o en la extrema derecha a los que es preciso desenmascarar. Y ni mucho menos en el PSOE que lleva 40 años traicionando la memoria y la esencia de sus bases electorales. Es la única manera de movilizar y hacer que se amplíen los apoyos a la izquierda a dos años vista de las próximas elecciones generales y evitar que lleguen los que no sólo quieren que nada cambie, sino que además, se verán legitimados para desmontar las condiciones de trabajo y de vida de la gente haciendo que la desigualdad ya campante sea total.




viernes, 24 de diciembre de 2021

Íbamos a salir mejores

 

Después de cuatro meses podía ir a ver a mis padres y mi hermano. Retorno al hogar materno, por Navidad; a esa Salamanca expoliada de talento y juventud; vueltas de ese exilio económico y también social. También en el caso de mi hermano. Y en el de miles de jóvenes, y no tan jóvenes, salmantinas y salmantinos emigrados. Ayer era el día de prepararme, hacer un poco de equipaje. Realmente muy poco, porque mi madre conserva mi habitación como cuando tenía 20 años (menos los posters de grupos heavies y jugadores de baloncesto) y tengo allí una cantidad de ropa todavía importante. Pero fue un día de incertidumbre.

De incertidumbre, asqueo y cabreo. Porque todos los planes al final acabaron dependiendo del positivo o no de una de esas personas que ha decidido unilateralmente, que sus cañas, sus viajes o sus “chupar barandillas”, importan más que el abrazo de mi madre tras cuatro meses.

Estoy harto de la libertad sin responsabilidad convertida en egoísmo. Al final somos siempre los mismos, una buena mayoría, pero muda, la que tiene que deshacer planes, encerrarse en casa y lamentarse para que la cosa no se desboque aún más. Porque ya va un año largo en las que una serie de personas hacen los que les da la gana sin preocuparse no ya de su salud -que a estas alturas de la película a mi también me importa una mierda-, sino que pasan de la de los demás. No les preocupa que sus acciones, la relajación de la prevención, tiene consecuencias. Que a mucha gente cercana le complica la vida y le hace pasar muy malos tragos. Y que pueden ser aún mucho más graves.


La variante Omicron del coronavirus demuestra varias cosas. La primera de ellas es que la vacunación es un éxito. Pero es un éxito relativo. Si en España podemos, con reservas, sacar pecho del trabajo y proceso de vacunación, con el abnegado trabajo de las y los trabajadores de la Sanidad Pública y con una máxima responsabilidad por parte de una mayoría de la población, en el resto del mundo aún queda un larguísimo camino por recorrer. Y mientras la vacunación no llegué a ese 80% o 90% en África no se puede hacer nada. Porque el virus seguirá mutando, haciéndose resistente a las vacunas. Y en Europa nos podremos poner, realmente porque los gobiernos las están pagando, las dosis de refuerzo que queráis. La pandemia se seguirá reciclando en olas sucesivas, colapsando los servicios de salud hasta llegar al punto en que una nueva versión del virus, haga inútiles los pinchazos, vuelva ineficaz la inmunidad y alcance de nuevo una mortalidad extrema. La liberalización de las patentes de las vacunas ya no sólo es un derecho humano. Es que es imprescindible para superar esta situación. Tiempo al tiempo.

Mientras tanto, y en segunda demostración de cómo el coronavirus nos ha cambiado la vida, el individualismo se hace cada vez más incompatible con la vida en sociedad. Las actitudes y comportamientos de buena parte de las personas se llevan a un extremo donde el egoísmo atenta la vida, la libertad y la dignidad de otras personas. La falta de responsabilidad y el infantilismo son absolutos y te dan ganas de empezar a deportar a gente a los gulags.

En clase de Ética se decía que “la libertad de uno termina donde empieza la del otro”. Tan necesaria es en este momento, que no sólo la ética (y la filosofía) se tiene que fijar en la educación obligatoria por encima de otras materias (religión y también infinitas horas mal gastadas en matemáticas o idiomas extranjeros), sino que bien valía para tatuarse la frase en la frente y en las manos de todos los desalmados que no se han cortado ni un pelo en salir en cada puente, viajar sin control, llenar los bares y organizar cenitas y quedadas.

La tercera cosa que está demostrando el coronavirus, y ya he hablado de esto, es la constatación de que las clases sociales existen y la lucha obrera es la consecuencia natural y necesaria. Esto me cabrea porque es una oportunidad perfecta para que una izquierda, política, sindical, asamblearia, alternativa y altermundista aprovechará la ocasión y actuará en consecuencia. Con pedagogía, con lucha y con programa. Pero para ello tan necesario sería una activación y formación previas, que ya habrían puesto los albores de la movilización social. Luego ves el erial que son nuestros partidos, sindicatos y asambleas de base y te dan ganas de emigrar. Más aún.

La variante Omicrón está disparando los contagios en España sobretodo tanto en cantidad como gravedad entre los cenutrios que no estaban vacunados. Pero por su irresponsabilidad, su indigencia moral e indecencia social también entre las personas que han respetado todas las medidas y se ven arrastrados por el egoísmo de los idiotas. Odio el termino mariano (por M. Rajoy) de mayoría silenciosa, pero ha llegado el momento de que esta mayoría grite y ponga las cosas en su sitio ante negacionistas, fascistas y cuñaos, todos el mismo pelaje de infraseres.

No sólo no existe el derecho a no vacunarse. Es una obligación porque en esas fisuras de una estrategia de vacunación se abren grietas en el sistema sanitario y en la salud general de la población. Lo que existe, y además está amparado por la Constitución y la Declaración de los Derechos Humanos del Hombre, es el derecho a la protección de la salud.

No hay justificación para que una persona no se vacune porque no quiere, poniendo en riesgo a todas las personas que le rodean, lastrando la lucha contra la pandemia, la victoria final y propiciando nuevas mutaciones que nos mantengan en este pseudo estado de alarma que es la nueva normalidad y que no se parece en nada a la normalidad de 2019. Porque no vacunarse en el primer mundo, es un privilegio económico que miles de millones de personas no pueden permitirse. De hecho, tampoco pueden permitirse, que tú egoísta irresponsable, decidas no vacunarte.

En ese sentido, y otra enseñanza que nos trae la nueva variante del coronavirus es la necesidad de plantear desde las administraciones estrategias que contradigan con los actos los bulos y las mentiras. Que hagan algo. Tomen partido y no sean meros pacientes, sino sujetos actores que propongan y vehículicen el interés general. Esta “moda” de gestión política, claramente neoliberal, de no hacer nada es un lujo que las democracias no pueden permitirse.

Por ejemplo, la obligatoriedad del pasaporte covid para entrar en los bares ha hecho que en dos días se vacunarán en Madrid 70.000 personas que no lo hicieron a su debido tiempo. La amenaza velada para no poder irse de jarana (también estaba la de poder ser despedidos del trabajo pero curiosamente esa no se ha esgrimido) ha alentado una vacunación masiva que siempre es una buena noticia. Y es que lo bueno del egoísmo y el individualismo es que es un camino de dos direcciones, y al final, se pueden conseguir los objetivos atacando las bases de intereses individuales. Aunque sean tan cutres y cuestionables como irse de bares.

 

Decían que íbamos a salir mejores. Que los aplausos a los sanitarios y al personal esencial nos harían más conscientes de la dignidad de las personas, sus trabajos y condiciones y relaciones. Que habría más empatía, menos estrés y al final recuperaríamos el carácter colaborativo y cooperativo de la sociedad.

Pues bien, ha pasado un año y de eso nada. La gente hace lo que le sale de los huevos sin mirar si al de al lado lo joden, lo pisan o lo desgracian. Esto que ya era la tendencia antes de la COVID-19, ahora se ha agravado. Las agresiones verbales y físicas crecen cada día ante el personal sanitario que se ha visto vendido por los dirigentes políticos de este país, vilipendiados por la derecha y NO-defendidos por la supuesta izquierda. Convencionalismos como las vacunas o la sanidad pública que gracias a la ciencia, la experiencia y el saber han mejorado la vida de millones de personas durante los últimos 100 o 150 años, ahora son puestos en solfa por una libertad de expresión transformada en libertad de mentir.

La nueva realidad es vivir en la incertidumbre. En la precariedad. En el convencimiento de que el aislamiento social hoy es una victoria. Vivimos en una desconfianza en aumento hacia los demás y también, hacía las instituciones democráticas y los politicastros que mal gestionan, por regla general, este país. El abandono al sálvese quien pueda y al consumismo más feroz.

El “autocuidado” de Ayuso es en neolengua la sanidad pública desmantelada por el neoliberalismo y el caciquismo de unos políticos que se han presentado como grandes gestores, pero que en realidad han malvendido hasta el último céntimo las riquezas de la democracia españistaní. Incluidos los pilares del sistema económico y social. Es a la vez un insulto a la dignidad de la clase trabajadora. Una mentira porque la gran mayoría de la población tendrá que combinar su “autocuidado” con cumplir jornadas laborales intensas que le pondrán en riesgo para poder seguir pagando hipotecas, alquileres, alimentación y alguno de esos “absurdos vicios vitales” que tienen los trabajadores. Pero también es una verdad porque cuando en mayo le dieron una mayoría al calor de las cañas y vivir a la madrileña, estaban las reducciones presupuestarias que se han traducido en despidos de médicos, rastreadores y todo personal sanitario. Las colas de hoy ante farmacias y centros de salud se podían haber evitado con colas ante los colegios electorales para votar a la izquierda. Y en las calles apoyándola, sugestionándola y abocándola a garantizar por ley la sanidad pública, la educación pública y los servicios sociales.

Todo lo demás son lamentaciones de última hora.

Pero es la constante lucha electoral ininterrumpida de la política de bloques que vivimos en España. Incapaz de llegar a acuerdos que mejoren las condiciones de vida. Carentes de la más mínima decencia para gestionar y ser valientes a la hora de tomar las medidas necesarias para mejorar la situación. Sin importarles encuestas, ni elecciones, ni cortoplacismos. Sólo gestión efectiva. Sólo acuerdan para seguir exprimiendo al trabajador y a la mujer trabajadora. Para mal vender el país. Pero no para actuar con responsabilidad, cercando al fascismo, a los bulos y a los imbéciles egoístas e irresponsables. Y así nos va.

Necesitamos que el pacto de gobierno PSOE-Unidas Podemos se lleve a cabo completamente y se reforme la Constitución (¡Cuándo menos!) para blindar la Sanidad Pública. Dotarla de financiación suficiente para sufragar los servicios, mejorar las condiciones de trabajo de los y las profesionales, que estos se jubilen cuando toque y den el testigo a las nuevas generaciones de trabajadores. Que mejore la respuesta científica, asistencial y estratégica de una Sanidad Pública que no sufra ni privatizaciones, ni externalizaciones, ni doblajes de su personal a la privada. Un pacto para garantizar en todos los presupuestos, tanto del Estado como de las Autonomías, un 7% dedicado a ella (otro tanto para la Educación Pública) para llegar a los estándares europeos. Con un compromiso de vigilancia y respeto a estos acuerdos y a su cumplimiento por parte de las autonomías. Reforzar el artículo 43 de la Constitución para garantizar la igualdad de derechos, la más básica y elemental, la de la salud del estado.

Sin embargo vamos a contratar a médicos jubilados y pre-jubilados cuando se han despedido por miles a los jóvenes y que van a acabar emigrando. Parece una gran idea que seguramente en las siguientes elecciones quedará validada.

Voy a parar ya. Vaya calentón que llevo. He llegado ya a casa y por fin puedo abrazar a mis padres y a mi hermano. Disfrutad de la noche! Y Feliz Navidad.



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